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La batalla naval del Riachuelo
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<blockquote data-quote="Pablo01" data-source="post: 831886" data-attributes="member: 4259"><p><strong>Ultima parte</strong></p><p></p><p><strong></strong></p><p><strong>Análisis crítico</strong></p><p></p><p>En los múltiples trabajos que se han escrito sobre el combate del Riachuelo, se ha puesto más énfasis en su descripción que en el análisis de los por qué”. Aun en fuentes de gran jerarquía histórica o institucional, se encuentran claros contenidos de subjetividad que inciden en las conclusiones. Muchas han perdurado en el tiempo convirtiéndose en verdades aceptadas; principalmente las que, apoyadas en breves párrafos, se refieren al éxito rotundo de una de las partes y fracaso de igual magnitud de la otra; o las que asignan excluyente incidencia a las cualidades humanas o profesionales de los actores, con prescindencia de la intrincada combinación de circunstancias en que debieron desempeñarse.</p><p></p><p>Los hechos de la historia sucedieron como tales y ningún estudio puede modificarlos. Sin embargo, puede hacerse un esfuerzo para interpretarlos desde una perspectiva útil y exenta de las pasiones que naturalmente despiertan las acciones de guerra. Va de suyo que sólo pueden ser objeto de análisis académico las ideas y decisiones producidas en relativa tranquilidad, por personas no expuestas al fragor del combate. </p><p></p><p>Elegimos, como particular metodología, verificar las acciones y decisiones de los oponentes a la luz de ciertos “Principios de la guerra”; conceptos abreviados que intentan reducir los innumerables factores que gobiernan los enfrentamientos militares; pero que no pretenden ser verdades universales acerca de guerra, las que no existen. </p><p></p><p>Los Principios actúan como “recomendaciones”, y se dice de ellos que “no garantizan el triunfo si se respetan, pero llevan al fracaso si se ignoran”. Adoptamos algunos de aceptación generalizada en Occidente y válidos para la época: </p><p>Principio del Objetivo: consiste en dirigir la operación hacia un claro y obtenible fin. (El Objetivo es la luz que ilumina el camino de un Comandante) (25). </p><p>Principio de la Simplicidad: es preparar planes claros, no complicados, y órdenes concisas que aseguren la comprensión del propósito que se persigue.</p><p>Principio de la Ofensiva: es tomar, retener y explotar la iniciativa.</p><p>Principio de la Seguridad: no permitir que el enemigo adquiera una ventaja inesperada.</p><p>Principio de la Masa: concentrar el poder de combate en el objetivo principal.</p><p>Principio de la Maniobra: realizar un movimiento coordinado que mantenga al enemigo fuera de balance.</p><p>Principio de la Sorpresa: atacar al enemigo en un lugar y momento o en una forma para el cual no esté preparado.</p><p></p><p>En una interpretación integral de los hechos, estos principios influyeron durante el planeamiento y luego en el combate, en distintos momentos y con diferente peso. El objetivo paraguayo fue suficientemente claro: capturar buques brasileños: El Mariscal</p><p>López decidió solucionar el problema de una manera muy inteligente: quitándoles los barcos de guerra a los brasileros ya teníamos una flota de guerra; con la flota de guerra, los ríos eran nuestros; si los ríos eran nuestros, la victoria era nuestra (26). </p><p></p><p>Descartamos que el objetivo haya sido la destrucción de los buques (sin ninguna duda bienvenida si se produjese) porque la flota paraguaya no tenía los medios para hacerlo, y no hay evidencias de que haya sido considerado. No hubiese tenido sentido práctico, porque el costo de perder buques que no se podían reemplazar no justificaba intentar eliminar buques que serían fácilmente reemplazables por los aliados. </p><p></p><p>Tampoco lo era obtener o recuperar el control de algún área de los ríos que fuese esencial En resumen: el objetivo paraguayo era claro, sencillo, y bien transmitido y comprendido; pero no de fácil obtención, sobre todo si fue cierto que omitieron embarcar los elementos de abordaje. Debemos deducir el objetivo brasileño de la situación general. Para ello es conveniente recordar que “las flotas sirven para controlar espacios de agua”, lo que significa “emplear esas aguas en provecho propio y negar su uso al oponente” (28). </p><p></p><p>Luego del repliegue de Paunero a Esquina, no quedaban fuerzas terrestres en Corrientes a ser apoyadas. El litoral chaqueño era inhabitado e intransitable. Desde el Norte y hasta Goya, el territorio estaba en poder de los paraguayos y, en ese momento, el control de ese tramo del Paraná no servía en provecho de ninguna operación aliada en tierra. A las fuerzas navales brasileñas de Barroso les quedaban dos objetivos: impedir el uso de los ríos en la zona por parte de los paraguayos, y bloquear la comunicación marítima de Paraguay con el Río de la Plata y, por ende, con el mundo. </p><p></p><p>La elección de fondear al sur de Corrientes no servía para impedir el tráfico naval entre Paraguay y Corrientes, dado que se realizaba en áreas más al norte. Sí servía al bloqueo del Paraná; pero la posición elegida implicaba aislamiento logístico, inmediata exposición a ataques navales paraguayos, con un camino de retroceso plagado de importantes amenazas costeras. No cumplía el principio de la Seguridad. </p><p></p><p>Ya desde la reunión en Humaitá los paraguayos planearon buscar una posición inicial al sur del enemigo, al que se suponía inadvertido en su fondeadero de Barranqueras. Aun cuando así fuera, el diseño del combate comprometía desde el inicio la obtención de la sorpresa. Si la flota paraguaya primero debía pasar a los brasileños, encolumnada, río abajo y luego regresar, era ilusorio pensar que no habría alguna alarma en las casi dos horas que este movimiento insumía (algún ruido, una luz, etc.). Tal posición permitía, además, que la flota brasileña interceptara el regreso de la paraguaya río arriba con sólo zarpar. </p><p></p><p>El plan llevaba por eso, implícito, ceder la iniciativa desde el inicio del combate. El riesgo de no poder regresar a Humaitá con sus buques (hecho que casi se produjo inicialmente) y los eventualmente</p><p>capturados, invalidaba cualquier posible éxito, agregando al plan paraguayo un componente de inseguridad. </p><p></p><p>Este plan, además, no adoptaba ninguna medida para concentrar el esfuerzo en el objetivo principal, consistente en capturar algunos buques. Por el contrario, preveía que el combate fuera de cada buque paraguayo contra cada brasileño en su lugar de fondeadero, aceptando a priori batirse individualmente en posición de inferioridad. Las baterías costeras no servían a la concentración del poder de combate si la acción se desarrollaba, como se planeó, sobre Barranquera.</p><p></p><p>Pero el elemento fundamental del plan paraguayo era la Sorpresa, y en ella se centraba la esperanza de éxito en la operación. Su obtención dependía totalmente de que el ataque fuese nocturno. Pese a que todos los jefes paraguayos (incluyendo al Mariscal López) sabían que para lograrlo debían zarpar de Humaitá a determinada hora, el traslado se inició mucho más tarde. </p><p></p><p>Cuesta entender cómo pudo cometerse semejante error, y también</p><p>que los responsables en todos los niveles no hayan evaluado sus consecuencias en el mismo momento de cometerlo y adoptar decisiones para resolverlo de alguna forma. La incorporación de los lanchones a remolque presenta enormes contradicciones. Se pretendía aumentar con ellos el poder de fuego de los buques, lo que no era totalmente cierto: si estaban navegando sólo podían tirar en la dirección de su crujía (29) (por la posición fija del cañón). Por otra parte llama la atención que los que tenían menos cañones (Jejuí 2 y Pirabebé 1) no las llevaban. </p><p></p><p>Este muy cuestionable aporte, en cambio, sacrificaba la libertad de</p><p>movimiento, cuando el objetivo principal no era dañar a los buques brasileños sino capturarlos. Esta inclusión fue propuesta, contra la opinión de todos los marinos profesionales de la flota, por […] personas huérfanas de los conocimientos náuticos elementales para planificar una operación bélica de tanta importancia para el Paraguay (30). Solamente la usual inapelabilidad de las decisiones del Mariscal López permitiría explicar el despropósito.</p><p></p><p>Una vez zarpados, y por ende bajo la responsabilidad de Meza, se produjeron demoras adicionales que definieron sin lugar a dudas que el encuentro sería diurno. Lo razonable hubiese sido posponer el ataque para la noche siguiente (u otra, de ser necesario). Esa decisión correspondía en ese momento al Comandante paraguayo; pero no la tomó. Reconocemos que los Comandantes militares paraguayos sentían un temor reverencial por el Mariscal, y sabían que el incumplimiento de sus órdenes se pagaba con el fusilamiento.</p><p></p><p>Sin embargo, no en vano Meza era el Comandante de la Flota desde hacía más de diez años y el oficial más antiguo de la Marina, con brillantes antecedentes. No existía premura en concretar ese ataque. Si hubiese pospuesto la operación habría tenido amplia justificación dado que la orden que él debía cumplir era realizar un ataque nocturno, que en ese momento ya no era posible por causas no atribuibles a él. Además, daba lugar a recuperar el Yberá, uno</p><p>de los buques más aptos (a hélice con 4 cañones) y su excelente Comandante Gill; todos estos factores indispensables para compensar la inferioridad ante los brasileños. </p><p></p><p>Desde donde se encontraba tenía la posibilidad de mantener actualizado a Solano López de la situación y de su eventual decisión. Existía fluida comunicación con Humaitá desde Paso de la Patria e Itapirú, en la cercana costa paraguaya (31). No lo hizo, contribuyendo con su pasividad a la catástrofe. En resumen: siendo vital a la operación paraguaya el principio de la Sorpresa, fue caprichosa</p><p>e innecesariamente incumplido, y progresivamente sacrificado desde los momentos iniciales. El ataque paraguayo tomó a los brasileños momentáneamente por sorpresa, pero no la suficiente para anular su superioridad; por el contrario, la pérdida de unidades paraguayas</p><p>en este primer cruce la aumentó. </p><p></p><p>Meza, seguramente consciente que la operación como le había sido ordenada ya no era posible, en ese momento cambió el plan de batalla. Buscó la concentración de fuerzas al ubicarse en la boca del Riachuelo, se desembarazó de las chatas recuperando su capacidad de maniobra, pero abandonando el objetivo y cediendo la iniciativa, que los brasileños tomaron decididamente. Al mismo tiempo su maniobra expuso a su enemigo al fuego concentrado de buques y baterías costeras (sorpresa táctica) obligándolo a cambiar su objetivo de interceptar el regreso de los paraguayos río arriba y alejarse hacia el sur para recomponerse, quedando con esto dividido su poder de combate y dejando expedita la vía de escape de los paraguayos.</p><p></p><p>Meza retomó la iniciativa y su objetivo principal cuando llevó cuatro buques a abordar el Parnahyba, pero no concentró allí el no despreciable poder de combate que le quedaba, violando el principio de la Masa: dejó tres buques en Riachuelo sin empeñarlos (32), los que se retiraron¡sin combatir! Esta innecesaria división de sus fuerzas se tradujo finalmente en el empeñamiento individual de los dos restantes buques paraguayos contra los más poderosos brasileños. Superados los duros momentos iniciales de la batalla Barroso asumió nuevamente la iniciativa, y sus decididos ataques con la proa del Amazonas (práctica en desuso desde hacía siglos y para la que los paraguayos no tuvieron respuesta) combinaron los principios de la Sorpresa y la Ofensiva, que le dieron la victoria. </p><p></p><p>Diversos autores critican su decisión de suspender la persecución de la flota paraguaya en retirada, aduciendo que hubiese debido “explotar la victoria”. Sin embargo es conveniente analizar esa decisión con los criterios propuestos. Al iniciarse la persecución concurrían los siguientes hechos: </p><p></p><p>-Tres de sus buques más poderosos (Belmonte, Jequitinhonha y Parnahyba) estaban fuera de acción. Otros dos (Mearim e Iguatemy) habían acudido al rescate de los buques varados y sus tripulaciones.</p><p></p><p>-Si los paraguayos en retirada invertían rumbo y atacaban, hallarían a los brasileños más adelantados en inferioridad numérica.</p><p></p><p>-Éstos (33) bajaron velocidad esperando que se incorporaran el Amazonas y el Ipiranga, con lo que aumentó la distancia a los buques en retirada.</p><p></p><p>-Todos habían sufrido diversas averías y tenían muertos y heridos; y sus tripulaciones llevaban varias horas combatiendo.</p><p></p><p>-Faltaba poco tiempo para que cayera la noche.</p><p></p><p>-No conocían los canales al norte de Corrientes.</p><p></p><p>De seguir adelante se planteaba la posibilidad de que el enemigo adquiriese una ventaja inesperada. Su decisión cumplió el principio de la Seguridad. Ya había logrado sus objetivos. </p><p></p><p><strong>Consecuencias del combate en el desarrollo posterior de la guerra</strong></p><p></p><p>La batalla del Riachuelo fue decisiva en cuanto concretó el aislamiento de Paraguay, y sus buques nunca más intentaron atacar a la flota aliada. Además, el Comandante paraguayo Wenceslao Robles, que estaba en Goya, temiendo que lo incomunicaran con sus bases, retrocedió casi doscientos kilómetros y acampó en Empedrado esperando órdenes. Estuvo allí sin hacer nada durante más de un mes hasta el 23 de julio, cuando fue destituido del mando. (34) De esta forma no se unió a la invasión de Estigarribia por el río Uruguay, dando tiempo a la movilización de las milicias de Corrientes y a que los Presidentes Bartolomé Mitre, de la Argentina, y Venancio Flores, de Uruguay, organizaran el ejército que, con la batalla de Yatay en agosto, dio comienzo a la contraofensiva aliada en Corrientes.</p><p></p><p>No fue sin embargo decisiva en el corto plazo en cuanto a que la flota brasileña no adquirió el control del río Paraná negando su uso a los paraguayos. La batalla del Riachuelo había servido para poner en evidencia que la posición avanzada de la flota brasileña en territorio ocupado por el enemigo era peligrosa, por lo que el Capitán Francisco Barroso inmediatamente inició su repliegue progresivo hacia Goya, hasta situarse a la altura de la vanguardia de los ejércitos aliados, donde permaneció varios meses inactiva. Esto permitió que los pocos buques paraguayos que quedaron continuaran navegando libremente entre Asunción, Corrientes y Empedrado, y apoyando a su ejército.</p><p>Éste, tres meses más tarde, en octubre, pudo replegarse íntegro a Paraguay, incluyendo más de 100.000 cabezas de ganado, sin ser interferido. </p><p></p><p></p><p></p><p><strong>El Capitán de Navío (R) Jaime Enrique Grau Paolini nació en Asunción</strong></p><p><strong>en 1932. Es hijo de un Oficial de la Armada Paraguaya, y su madre era argentina. Egresó de la Escuela Naval Militar en 1950. Durante su carrera ocupó diversos cargos en las Fuerzas Armadas y en</strong></p><p><strong>el Estado como Jefe, Director, Contralor y Fiscal. Es Perito y Constructor Naval y fue Profesor de historia del Colegio Militar e itinerante en Facultad Nacional. Pasó a retiro en 1989, dedicándose a la recopilación e investigación de la Historia de la Armada del Paraguay y de recuperación de lugares y datos históricos de la Ciudad de Asunción. Es miembro activo del Foro Internacional de Histarmar.</strong></p><p><strong>-El Capitán de Navío (R) Manuel Augusto Iricíbar egresó de la Escuela</strong></p><p><strong>Naval Militar como Guardiamarina en 1965. Prestó servicios en diversas unidades de la Armada Argentina y en el destructor USS Southerland de los Estados Unidos. Fue profesor en la Escuela de Guerra Anfibia del Pacífico (EE.UU.) y en la Escuela de Guerra Naval. Ascendió a Capitán de Navío en 1990. Egresó del Colegio Interamericano de Defensa en 1992. Pasó a retiro en septiembre de 1994.</strong></p><p></p><p>(1) Remitimos al lector a la fuente que</p><p>consideramos más precisa para conocer</p><p>los detalles del combate: www.histarmar.</p><p>com.ar/ArmadasExtranjeras/Pa</p><p>raguay/BatallaRiachueloBase.htm</p><p>(prioritariamente mapas de las 16</p><p>fases del combate)</p><p>(2) La mayor parte de las naves brasileñas</p><p>de madera tenían el casco</p><p>acorazado con planchas de acero</p><p>(N. del A.).</p><p>3) Archivo del Capitán Grau.</p><p>(4) Oficial e ingeniero austro-húngaro</p><p>que prestó servicios al Paraguay</p><p>antes, durante y después de la Guerra</p><p>de la Triple Alianza. En 1846</p><p>actuó como comandante de la</p><p>escuadra paraguaya. Había dirigido</p><p>la construcción de la iglesia y fortificaciones</p><p>de Humaitá. (N. del A.)</p><p>(5) En esa fecha, suponiendo que se</p><p>empleaba hora del Huso +4, el sol</p><p>salía a las 6 y se ponía a las 17,</p><p>aproximadamente (N. del A.)</p><p>(6) Archivo Capitán Grau.</p><p>(7) Muy fuerte, considerando que la</p><p>velocidad de un buque era de unos</p><p>seis a ocho nudos (N. del A).</p><p>(8) La milla náutica equivale a</p><p>1,85 km.; el “nudo” es una</p><p>milla náutica por hora</p><p>(N. del A.).</p><p>(9) Archivos Capitán Grau</p><p>(10) Apuntes Capitán Grau.</p><p>(11) No conocemos la fecha de</p><p>ascenso a Capitán de Navío.</p><p>Si tenía esta jerarquía, probablemente</p><p>fue ascendido luego</p><p>de su exitoso ataque a los</p><p>buques argentinos en Corrientes</p><p>el 13 de abril de 1865.</p><p>(N. del A.)</p><p>(12) Fuente: Internet, “Diretoria do</p><p>Patrimônio Histórico e Documentação</p><p>da Marinha”, Brasil .</p><p>(13) Fuente: “La batalla del Riachuelo</p><p>Guerra de la Triple Alianza”,</p><p>Internet. Histamar: Historia y</p><p>Arqueología Marítima.</p><p>(14) Resumido de comentarios de testigos</p><p>presenciales (N. del A.).</p><p>(15) Relato de la batalla en la Web</p><p>de la Armada de Brasil</p><p>(www.mar.mil.br/11jun08/HistoriadaBatalha).</p><p>(16) Capitán Antonio Valentino, italiano,</p><p>práctico del Parnahyba</p><p>(Fuente: Histamar).</p><p>(17) El Napoleón del Plata, Manlio</p><p>Cagnoli e Ivan Boris, 1ª edición,</p><p>mayo de 1972, Editorial</p><p>Noguer Barcelona.</p><p>(18) Unos 30 hombres de los “pardos”</p><p>paraguayos del batallón</p><p>6º Nambi, desde el Marqués</p><p>de Olinda y el Salto Oriental;</p><p>probablemente la mayoría de</p><p>este último que, por ser de</p><p>hélice —sin ruedas laterales—,</p><p>pudo acoderarse (N. del A.).</p><p>(19) Buque veloz, pero de un solo</p><p>cañón (N. del A).</p><p>(20) Un disparo de artillería se incrustó</p><p>en una de las calderas y perdía</p><p>presión (Apuntes Cap. Grau).</p><p>(21) En Riachuelo sólo quedaban dos</p><p>chatas. El resto de los buques</p><p>paraguayos ya había adoptado</p><p>rumbo de retirada. No es posible</p><p>confirmar si su intención fue entablar</p><p>combate con el Amazonas y</p><p>su grupo, o rescatar las chata</p><p>(22) El Napoleón del Plata, obra</p><p>citada. </p><p>(23) Apuntes Capitán Grau.</p><p>(24) Fuente: Histarmar.</p><p>(25) Adagio militar (N. del A.).</p><p>(26) Memorias del Gral. Bernardino</p><p>Caballero.</p><p>(27) Apreciado, pues los buques brasileños,</p><p>entre tripulación y tropas</p><p>embarcadas, tenían 250 hombres</p><p>en promedio (N. del A.).</p><p>28) (N. del A.)</p><p>(29) Eje longitudinal (N. del A.).</p><p>(30) Comentario de Walter de</p><p>Acebedo, historiador brasileño</p><p>(Apuntes Capitán Grau).</p><p>31) A 24 km de Humaitá; con telégrafo</p><p>que conectaba a Itapirú</p><p>y Paso de Patria con Humaitá y</p><p>Pilar (N. del A.).</p><p>(32) Sumarlos al abordaje o llevarlos al</p><p>lugar para brindar protección contra</p><p>los brasileños que se acercaban</p><p>(N. del A.).</p><p>(33) Además sospechaban que la retirada</p><p>era una celada (N. del A.).</p><p>(34) Por barco (N. del A.).</p></blockquote><p></p>
[QUOTE="Pablo01, post: 831886, member: 4259"] [b]Ultima parte[/b] [B] Análisis crítico[/B] En los múltiples trabajos que se han escrito sobre el combate del Riachuelo, se ha puesto más énfasis en su descripción que en el análisis de los por qué”. Aun en fuentes de gran jerarquía histórica o institucional, se encuentran claros contenidos de subjetividad que inciden en las conclusiones. Muchas han perdurado en el tiempo convirtiéndose en verdades aceptadas; principalmente las que, apoyadas en breves párrafos, se refieren al éxito rotundo de una de las partes y fracaso de igual magnitud de la otra; o las que asignan excluyente incidencia a las cualidades humanas o profesionales de los actores, con prescindencia de la intrincada combinación de circunstancias en que debieron desempeñarse. Los hechos de la historia sucedieron como tales y ningún estudio puede modificarlos. Sin embargo, puede hacerse un esfuerzo para interpretarlos desde una perspectiva útil y exenta de las pasiones que naturalmente despiertan las acciones de guerra. Va de suyo que sólo pueden ser objeto de análisis académico las ideas y decisiones producidas en relativa tranquilidad, por personas no expuestas al fragor del combate. Elegimos, como particular metodología, verificar las acciones y decisiones de los oponentes a la luz de ciertos “Principios de la guerra”; conceptos abreviados que intentan reducir los innumerables factores que gobiernan los enfrentamientos militares; pero que no pretenden ser verdades universales acerca de guerra, las que no existen. Los Principios actúan como “recomendaciones”, y se dice de ellos que “no garantizan el triunfo si se respetan, pero llevan al fracaso si se ignoran”. Adoptamos algunos de aceptación generalizada en Occidente y válidos para la época: Principio del Objetivo: consiste en dirigir la operación hacia un claro y obtenible fin. (El Objetivo es la luz que ilumina el camino de un Comandante) (25). Principio de la Simplicidad: es preparar planes claros, no complicados, y órdenes concisas que aseguren la comprensión del propósito que se persigue. Principio de la Ofensiva: es tomar, retener y explotar la iniciativa. Principio de la Seguridad: no permitir que el enemigo adquiera una ventaja inesperada. Principio de la Masa: concentrar el poder de combate en el objetivo principal. Principio de la Maniobra: realizar un movimiento coordinado que mantenga al enemigo fuera de balance. Principio de la Sorpresa: atacar al enemigo en un lugar y momento o en una forma para el cual no esté preparado. En una interpretación integral de los hechos, estos principios influyeron durante el planeamiento y luego en el combate, en distintos momentos y con diferente peso. El objetivo paraguayo fue suficientemente claro: capturar buques brasileños: El Mariscal López decidió solucionar el problema de una manera muy inteligente: quitándoles los barcos de guerra a los brasileros ya teníamos una flota de guerra; con la flota de guerra, los ríos eran nuestros; si los ríos eran nuestros, la victoria era nuestra (26). Descartamos que el objetivo haya sido la destrucción de los buques (sin ninguna duda bienvenida si se produjese) porque la flota paraguaya no tenía los medios para hacerlo, y no hay evidencias de que haya sido considerado. No hubiese tenido sentido práctico, porque el costo de perder buques que no se podían reemplazar no justificaba intentar eliminar buques que serían fácilmente reemplazables por los aliados. Tampoco lo era obtener o recuperar el control de algún área de los ríos que fuese esencial En resumen: el objetivo paraguayo era claro, sencillo, y bien transmitido y comprendido; pero no de fácil obtención, sobre todo si fue cierto que omitieron embarcar los elementos de abordaje. Debemos deducir el objetivo brasileño de la situación general. Para ello es conveniente recordar que “las flotas sirven para controlar espacios de agua”, lo que significa “emplear esas aguas en provecho propio y negar su uso al oponente” (28). Luego del repliegue de Paunero a Esquina, no quedaban fuerzas terrestres en Corrientes a ser apoyadas. El litoral chaqueño era inhabitado e intransitable. Desde el Norte y hasta Goya, el territorio estaba en poder de los paraguayos y, en ese momento, el control de ese tramo del Paraná no servía en provecho de ninguna operación aliada en tierra. A las fuerzas navales brasileñas de Barroso les quedaban dos objetivos: impedir el uso de los ríos en la zona por parte de los paraguayos, y bloquear la comunicación marítima de Paraguay con el Río de la Plata y, por ende, con el mundo. La elección de fondear al sur de Corrientes no servía para impedir el tráfico naval entre Paraguay y Corrientes, dado que se realizaba en áreas más al norte. Sí servía al bloqueo del Paraná; pero la posición elegida implicaba aislamiento logístico, inmediata exposición a ataques navales paraguayos, con un camino de retroceso plagado de importantes amenazas costeras. No cumplía el principio de la Seguridad. Ya desde la reunión en Humaitá los paraguayos planearon buscar una posición inicial al sur del enemigo, al que se suponía inadvertido en su fondeadero de Barranqueras. Aun cuando así fuera, el diseño del combate comprometía desde el inicio la obtención de la sorpresa. Si la flota paraguaya primero debía pasar a los brasileños, encolumnada, río abajo y luego regresar, era ilusorio pensar que no habría alguna alarma en las casi dos horas que este movimiento insumía (algún ruido, una luz, etc.). Tal posición permitía, además, que la flota brasileña interceptara el regreso de la paraguaya río arriba con sólo zarpar. El plan llevaba por eso, implícito, ceder la iniciativa desde el inicio del combate. El riesgo de no poder regresar a Humaitá con sus buques (hecho que casi se produjo inicialmente) y los eventualmente capturados, invalidaba cualquier posible éxito, agregando al plan paraguayo un componente de inseguridad. Este plan, además, no adoptaba ninguna medida para concentrar el esfuerzo en el objetivo principal, consistente en capturar algunos buques. Por el contrario, preveía que el combate fuera de cada buque paraguayo contra cada brasileño en su lugar de fondeadero, aceptando a priori batirse individualmente en posición de inferioridad. Las baterías costeras no servían a la concentración del poder de combate si la acción se desarrollaba, como se planeó, sobre Barranquera. Pero el elemento fundamental del plan paraguayo era la Sorpresa, y en ella se centraba la esperanza de éxito en la operación. Su obtención dependía totalmente de que el ataque fuese nocturno. Pese a que todos los jefes paraguayos (incluyendo al Mariscal López) sabían que para lograrlo debían zarpar de Humaitá a determinada hora, el traslado se inició mucho más tarde. Cuesta entender cómo pudo cometerse semejante error, y también que los responsables en todos los niveles no hayan evaluado sus consecuencias en el mismo momento de cometerlo y adoptar decisiones para resolverlo de alguna forma. La incorporación de los lanchones a remolque presenta enormes contradicciones. Se pretendía aumentar con ellos el poder de fuego de los buques, lo que no era totalmente cierto: si estaban navegando sólo podían tirar en la dirección de su crujía (29) (por la posición fija del cañón). Por otra parte llama la atención que los que tenían menos cañones (Jejuí 2 y Pirabebé 1) no las llevaban. Este muy cuestionable aporte, en cambio, sacrificaba la libertad de movimiento, cuando el objetivo principal no era dañar a los buques brasileños sino capturarlos. Esta inclusión fue propuesta, contra la opinión de todos los marinos profesionales de la flota, por […] personas huérfanas de los conocimientos náuticos elementales para planificar una operación bélica de tanta importancia para el Paraguay (30). Solamente la usual inapelabilidad de las decisiones del Mariscal López permitiría explicar el despropósito. Una vez zarpados, y por ende bajo la responsabilidad de Meza, se produjeron demoras adicionales que definieron sin lugar a dudas que el encuentro sería diurno. Lo razonable hubiese sido posponer el ataque para la noche siguiente (u otra, de ser necesario). Esa decisión correspondía en ese momento al Comandante paraguayo; pero no la tomó. Reconocemos que los Comandantes militares paraguayos sentían un temor reverencial por el Mariscal, y sabían que el incumplimiento de sus órdenes se pagaba con el fusilamiento. Sin embargo, no en vano Meza era el Comandante de la Flota desde hacía más de diez años y el oficial más antiguo de la Marina, con brillantes antecedentes. No existía premura en concretar ese ataque. Si hubiese pospuesto la operación habría tenido amplia justificación dado que la orden que él debía cumplir era realizar un ataque nocturno, que en ese momento ya no era posible por causas no atribuibles a él. Además, daba lugar a recuperar el Yberá, uno de los buques más aptos (a hélice con 4 cañones) y su excelente Comandante Gill; todos estos factores indispensables para compensar la inferioridad ante los brasileños. Desde donde se encontraba tenía la posibilidad de mantener actualizado a Solano López de la situación y de su eventual decisión. Existía fluida comunicación con Humaitá desde Paso de la Patria e Itapirú, en la cercana costa paraguaya (31). No lo hizo, contribuyendo con su pasividad a la catástrofe. En resumen: siendo vital a la operación paraguaya el principio de la Sorpresa, fue caprichosa e innecesariamente incumplido, y progresivamente sacrificado desde los momentos iniciales. El ataque paraguayo tomó a los brasileños momentáneamente por sorpresa, pero no la suficiente para anular su superioridad; por el contrario, la pérdida de unidades paraguayas en este primer cruce la aumentó. Meza, seguramente consciente que la operación como le había sido ordenada ya no era posible, en ese momento cambió el plan de batalla. Buscó la concentración de fuerzas al ubicarse en la boca del Riachuelo, se desembarazó de las chatas recuperando su capacidad de maniobra, pero abandonando el objetivo y cediendo la iniciativa, que los brasileños tomaron decididamente. Al mismo tiempo su maniobra expuso a su enemigo al fuego concentrado de buques y baterías costeras (sorpresa táctica) obligándolo a cambiar su objetivo de interceptar el regreso de los paraguayos río arriba y alejarse hacia el sur para recomponerse, quedando con esto dividido su poder de combate y dejando expedita la vía de escape de los paraguayos. Meza retomó la iniciativa y su objetivo principal cuando llevó cuatro buques a abordar el Parnahyba, pero no concentró allí el no despreciable poder de combate que le quedaba, violando el principio de la Masa: dejó tres buques en Riachuelo sin empeñarlos (32), los que se retiraron¡sin combatir! Esta innecesaria división de sus fuerzas se tradujo finalmente en el empeñamiento individual de los dos restantes buques paraguayos contra los más poderosos brasileños. Superados los duros momentos iniciales de la batalla Barroso asumió nuevamente la iniciativa, y sus decididos ataques con la proa del Amazonas (práctica en desuso desde hacía siglos y para la que los paraguayos no tuvieron respuesta) combinaron los principios de la Sorpresa y la Ofensiva, que le dieron la victoria. Diversos autores critican su decisión de suspender la persecución de la flota paraguaya en retirada, aduciendo que hubiese debido “explotar la victoria”. Sin embargo es conveniente analizar esa decisión con los criterios propuestos. Al iniciarse la persecución concurrían los siguientes hechos: -Tres de sus buques más poderosos (Belmonte, Jequitinhonha y Parnahyba) estaban fuera de acción. Otros dos (Mearim e Iguatemy) habían acudido al rescate de los buques varados y sus tripulaciones. -Si los paraguayos en retirada invertían rumbo y atacaban, hallarían a los brasileños más adelantados en inferioridad numérica. -Éstos (33) bajaron velocidad esperando que se incorporaran el Amazonas y el Ipiranga, con lo que aumentó la distancia a los buques en retirada. -Todos habían sufrido diversas averías y tenían muertos y heridos; y sus tripulaciones llevaban varias horas combatiendo. -Faltaba poco tiempo para que cayera la noche. -No conocían los canales al norte de Corrientes. De seguir adelante se planteaba la posibilidad de que el enemigo adquiriese una ventaja inesperada. Su decisión cumplió el principio de la Seguridad. Ya había logrado sus objetivos. [B]Consecuencias del combate en el desarrollo posterior de la guerra[/B] La batalla del Riachuelo fue decisiva en cuanto concretó el aislamiento de Paraguay, y sus buques nunca más intentaron atacar a la flota aliada. Además, el Comandante paraguayo Wenceslao Robles, que estaba en Goya, temiendo que lo incomunicaran con sus bases, retrocedió casi doscientos kilómetros y acampó en Empedrado esperando órdenes. Estuvo allí sin hacer nada durante más de un mes hasta el 23 de julio, cuando fue destituido del mando. (34) De esta forma no se unió a la invasión de Estigarribia por el río Uruguay, dando tiempo a la movilización de las milicias de Corrientes y a que los Presidentes Bartolomé Mitre, de la Argentina, y Venancio Flores, de Uruguay, organizaran el ejército que, con la batalla de Yatay en agosto, dio comienzo a la contraofensiva aliada en Corrientes. No fue sin embargo decisiva en el corto plazo en cuanto a que la flota brasileña no adquirió el control del río Paraná negando su uso a los paraguayos. La batalla del Riachuelo había servido para poner en evidencia que la posición avanzada de la flota brasileña en territorio ocupado por el enemigo era peligrosa, por lo que el Capitán Francisco Barroso inmediatamente inició su repliegue progresivo hacia Goya, hasta situarse a la altura de la vanguardia de los ejércitos aliados, donde permaneció varios meses inactiva. Esto permitió que los pocos buques paraguayos que quedaron continuaran navegando libremente entre Asunción, Corrientes y Empedrado, y apoyando a su ejército. Éste, tres meses más tarde, en octubre, pudo replegarse íntegro a Paraguay, incluyendo más de 100.000 cabezas de ganado, sin ser interferido. [B]El Capitán de Navío (R) Jaime Enrique Grau Paolini nació en Asunción en 1932. Es hijo de un Oficial de la Armada Paraguaya, y su madre era argentina. Egresó de la Escuela Naval Militar en 1950. Durante su carrera ocupó diversos cargos en las Fuerzas Armadas y en el Estado como Jefe, Director, Contralor y Fiscal. Es Perito y Constructor Naval y fue Profesor de historia del Colegio Militar e itinerante en Facultad Nacional. Pasó a retiro en 1989, dedicándose a la recopilación e investigación de la Historia de la Armada del Paraguay y de recuperación de lugares y datos históricos de la Ciudad de Asunción. Es miembro activo del Foro Internacional de Histarmar. -El Capitán de Navío (R) Manuel Augusto Iricíbar egresó de la Escuela Naval Militar como Guardiamarina en 1965. Prestó servicios en diversas unidades de la Armada Argentina y en el destructor USS Southerland de los Estados Unidos. Fue profesor en la Escuela de Guerra Anfibia del Pacífico (EE.UU.) y en la Escuela de Guerra Naval. Ascendió a Capitán de Navío en 1990. Egresó del Colegio Interamericano de Defensa en 1992. Pasó a retiro en septiembre de 1994.[/B] (1) Remitimos al lector a la fuente que consideramos más precisa para conocer los detalles del combate: [url]www.histarmar[/url]. com.ar/ArmadasExtranjeras/Pa raguay/BatallaRiachueloBase.htm (prioritariamente mapas de las 16 fases del combate) (2) La mayor parte de las naves brasileñas de madera tenían el casco acorazado con planchas de acero (N. del A.). 3) Archivo del Capitán Grau. (4) Oficial e ingeniero austro-húngaro que prestó servicios al Paraguay antes, durante y después de la Guerra de la Triple Alianza. En 1846 actuó como comandante de la escuadra paraguaya. Había dirigido la construcción de la iglesia y fortificaciones de Humaitá. (N. del A.) (5) En esa fecha, suponiendo que se empleaba hora del Huso +4, el sol salía a las 6 y se ponía a las 17, aproximadamente (N. del A.) (6) Archivo Capitán Grau. (7) Muy fuerte, considerando que la velocidad de un buque era de unos seis a ocho nudos (N. del A). (8) La milla náutica equivale a 1,85 km.; el “nudo” es una milla náutica por hora (N. del A.). (9) Archivos Capitán Grau (10) Apuntes Capitán Grau. (11) No conocemos la fecha de ascenso a Capitán de Navío. Si tenía esta jerarquía, probablemente fue ascendido luego de su exitoso ataque a los buques argentinos en Corrientes el 13 de abril de 1865. (N. del A.) (12) Fuente: Internet, “Diretoria do Patrimônio Histórico e Documentação da Marinha”, Brasil . (13) Fuente: “La batalla del Riachuelo Guerra de la Triple Alianza”, Internet. Histamar: Historia y Arqueología Marítima. (14) Resumido de comentarios de testigos presenciales (N. del A.). (15) Relato de la batalla en la Web de la Armada de Brasil ([url]www.mar.mil.br/11jun08/HistoriadaBatalha[/url]). (16) Capitán Antonio Valentino, italiano, práctico del Parnahyba (Fuente: Histamar). (17) El Napoleón del Plata, Manlio Cagnoli e Ivan Boris, 1ª edición, mayo de 1972, Editorial Noguer Barcelona. (18) Unos 30 hombres de los “pardos” paraguayos del batallón 6º Nambi, desde el Marqués de Olinda y el Salto Oriental; probablemente la mayoría de este último que, por ser de hélice —sin ruedas laterales—, pudo acoderarse (N. del A.). (19) Buque veloz, pero de un solo cañón (N. del A). (20) Un disparo de artillería se incrustó en una de las calderas y perdía presión (Apuntes Cap. Grau). (21) En Riachuelo sólo quedaban dos chatas. El resto de los buques paraguayos ya había adoptado rumbo de retirada. No es posible confirmar si su intención fue entablar combate con el Amazonas y su grupo, o rescatar las chata (22) El Napoleón del Plata, obra citada. (23) Apuntes Capitán Grau. (24) Fuente: Histarmar. (25) Adagio militar (N. del A.). (26) Memorias del Gral. Bernardino Caballero. (27) Apreciado, pues los buques brasileños, entre tripulación y tropas embarcadas, tenían 250 hombres en promedio (N. del A.). 28) (N. del A.) (29) Eje longitudinal (N. del A.). (30) Comentario de Walter de Acebedo, historiador brasileño (Apuntes Capitán Grau). 31) A 24 km de Humaitá; con telégrafo que conectaba a Itapirú y Paso de Patria con Humaitá y Pilar (N. del A.). (32) Sumarlos al abordaje o llevarlos al lugar para brindar protección contra los brasileños que se acercaban (N. del A.). (33) Además sospechaban que la retirada era una celada (N. del A.). (34) Por barco (N. del A.). [/QUOTE]
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La batalla naval del Riachuelo
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