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LA CANDENTE CUESTIÓN ATÓMICA TRAS LA 2GM
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<blockquote data-quote="Stormnacht" data-source="post: 1079652" data-attributes="member: 341"><p>Los físicos soviéticos llamaron la atención de su gobierno sobre el potencial militar de la fisión. Pero la URSS tuvo que enfrentarse a la invasión de Hitler en junio de 1941, y no pudo dedicar grandes recursos al incierto objetivo de conseguir la bomba atómica hasta que Alemania no fue derrotada...</p><p><span style="font-family: 'Arial'"> El espionaje soviético fue, sin embargo, todo un éxito. En septiembre de 1941, agentes soviéticos se hicieron en Londres con un informe del gabinete británico basado en el memorándum de Frisch y Peierls; se lo facilitó, al parecer, un alto funcionario británico. El valor de esta información era incalculable, ya que además revelaba que el gabinete estaba decidido a colaborar con los Estados Unidos en las investigaciones sobre la bomba. <img src="http://i63.photobucket.com/albums/h154/cactus-1/operadoresOak_Ridgeproymanhat.jpg" alt="" class="fr-fic fr-dii fr-draggable " style="" /> </span><strong>Operadoras/es en el Centro de Cómputos Oak Ridge, trabajando para el proyecto Manhattan </strong><span style="font-family: 'Arial'"> </span></p><p><span style="font-family: 'Arial'"> Pocos meses después, Klaus Fuchs, físico comunista que había huido de la Alemania nazi y refugiado en Inglaterra, donde trabajaba con Peierls, se convirtió en la fuente primordial de los soviéticos. Fuchs les enviaba un informe técnico tras otro, primero desde Inglaterra y luego desde los Estados Unidos, cuando estuvo integrado en el equipo británico que participaba en el proyecto Manhattan. Entre esos documentos que remitía por<u> “afinidades políticas”</u>, había explicaciones sobre la separación isotópica y los reactores nucleares. Aún más importante fue el que en junio de 1945 llegasen a manos soviéticas especificaciones detalladas de la bomba de implosión que luego se usaría en Nagasaki.</span></p><p><span style="font-family: 'Arial'"> Por tanto, cuando el presidente Harry S. Truman, dos semanas antes del bombardeo a Hiroshima, le hizo saber a Stalin su famosa, velada alusión, <u><em>“tenemos un arma nueva de una fuerza destructiva desconocida...”</em></u> Se equivocó al suponer que Stalin no la entendió. Muy por el contrario, Stalin ordenó rápidamente que se acelerasen los planes soviéticos de construcción de armas nucleares. Además, encargó la supervisión del proyecto a Lavrentii P. Beria, el célebre jefe de la policía secreta soviética, antecesora de la KGB.</span></p><p><span style="font-family: 'Arial'"> Beria infundía miedo a cuantos caían bajo su influencia. No se fiaba de nadie, ni de los físicos ni de los espías. Kurchatov, que dirigía las investigaciones científicas del programa desde el principio, era el único experto que estaba enterado del espionaje nuclear. En 1945, sin embargo, Beria creo un pequeño grupo de científicos para que compilasen los ficheros del espionaje, que no paraban de crecer. Lo dirigió Iakov Terletskii, un joven físico de talla mucho menos que el equipo de Kurchatov, pero a quien Beria podía controlar a su antojo.</span></p><p><span style="font-family: 'Arial'"> En noviembre de 1945 Terletskii, mandado por Beria, acudió a Copenhague con el fin de entrevistarse con Bohr, quien acababa de volver de su país tras haber tomado parte en el proyecto Manhattan. Según el memorándum remitido a Stalin, Beria planeó la misión con la esperanza de que Bohr, científico distinguido, conocido abogado de la solidaridad internacional, diría algo de interés acerca de la investigación nuclear occidental. Indudablemente, Beria también creía que, si Bohr divulgaba algún secreto, de intento o sin querer, esa información serviría para verificar otras obtenidas por el espionaje y la investigación soviéticos; amén, quizá, de hacer a Bohr vulnerable al chantaje.</span></p><p><span style="font-family: 'Arial'"> El 2 de noviembre, un miembro comunista del parlamento danés le pidió a Bohr que recibiera en secreto a Terletskii, portador de una carta de su viejo amigo Peter L. Kapitsa. Se trataba del físico experimental ruso más sobresaliente de su generación, a quien el gobierno soviético retenía, de hecho, cautivo.</span></p><p><span style="font-family: 'Arial'"> Según Aage Bohr, Premio Nobel e hijo de Niels, que también trabajó en Los Álamos y enseñó en la Universidad de Copenhague, su padre se quedó helado. Respondió que la cita constituía<u> “un lamentable error”</u>, y le insistió al parlamento danés que toda conversación tendría que ser abierta y que sólo hablaría de la información que estuviese disponible públicamente... Bohr notificó lo sucedido a las autoridades occidentales, y los británicos informaron a Groves del sospechoso contacto antes de que tuviese lugar el encuentro. Las autoridades expresaron su preocupación de que pudiera estar en marcha un intento de secuestro a Bohr.</span></p><p><span style="font-family: 'Arial'"> Con todo, el encuentro se celebró el 14 de noviembre. El gobierno danés se ocupó de proteger a Bohr. Otro hijo de éste, Esnest, que entonces tenía 21 años, permanecía en una estancia contigua, armado con una pistola. Las autoridades occidentales debían de sentir, seguramente, curiosidad por saber qué cosas preguntaría el agente soviético. Unos documentos del gabinete británico, a los que acaba de levantarse el secreto, demuestran que Bohr se mantuvo en contacto con la embajada británica las semanas anteriores a las conversaciones. Un cable enviado al máximo responsable del ministerio de asuntos exteriores británico comunicaba que Bohr estuvo un largo tiempo en la embajada el mismo día que se encontró por vez primera con Terletskii.</span></p><p></p><p><span style="font-family: 'Arial'"> Hay dos relatos de esta cita entre Bohr y Terletskii, independientes el uno del otro, ambos testigos presenciales, y concuerdan apreciablemente. Las memorias del Terletskii aparecieron en Rusia poco después de su muerte en 1993. Aage Bohr, que tenía 23 años por entonces, permaneció en la sala durante toda la reunión, por insistencia de su padre; recuerda con claridad qué ocurrió.</span></p><p><span style="font-family: 'Arial'"> No se entendieron bien las dos partes. El traductor era un experto soviético en comercio internacional que no sabía física. Como pueden testificar dos de los autores (Bethe y Gottfried), Bohr tendía a bajar la voz, ya de por sí suave, cuando recalcaba un punto crucial, y costaba entenderle en inglés o alemán, aun cuando uno conociese bien el tema, lo que no era el caso de Terletskii. En sus memorias, éste reconoce que sólo comprendió muy por encima lo que Bohr decía, y que no se tomaron notas hasta que él y el intérprete no hubieron intentado reconstruir la conversación más tarde.</span></p><p><span style="font-family: 'Arial'"> Según los dos relatos, Bohr se pasó buena parte de la cita hablando largo y tendido de Kapitsa y Lev D. Landau. Kapitsa había trabajado en Cambridge con Ernest Rutheford hasta 1934, año en que visitó a su familia en la URSS y Stalin ya no le dejó salir del país... Por otra parte, Landau, teórico brillante, había trabajado durante algún tiempo en el Instituto de Física Teórica de Bohr, en Copenhague; antes de la guerra pasó un año en la cárcel condenado por Stalin... Bohr quería que su intercesión por ambos llegase a la cúspide del gobierno soviético, a través del emisario de éste, Terletskii. </span></p><p><span style="font-family: 'Arial'"> Terletskii cuenta además que, para gran desaliento suyo, al llegar por fin la ocasión de preguntar lo que le interesaba saber, Aage seguía allí todavía. Aage Bohr, el hijo científico del célebre Nobel danés, lo confirma, y recuerda<u><em> “ a un Terletskii algo desesperado que, tras una larga conversación sobre Kapritsa... estaba ansioso por presentar una serie de preguntas. Se hicieron deprisa y por medio del intérprete, y no pudimos entender con todo detalle su contenido”.</em></u></span></p><p><span style="font-family: 'Arial'"> En una segunda y breve visita, Bohr le dio a Terletskii el informe Smyth. Por entonces ya se habían vendido 100.000 ejemplares del mismo, y la traducción del gobierno soviético estaba casi concluida.</span></p><p><span style="font-family: 'Arial'"> Cuando Beria entregó a Stalin el memorándum sobre la misión de Terletskii, añadió una transcripción supuestamente literal de las preguntas de Terleskii y las respuestas de Bohr. Analizaremos ahora el contenido de este documento y dejaremos para más adelante si hay “certezas o supuestos”, en fin, si hay que tomarse todo esto al pie de la letra...</span></p><p><span style="font-family: 'Arial'"> Más de la mitad de las 22 preguntas de Terletskii (que habían sido preparadas por el equipo de Kurchatov) se referían a los reactores nucleares y a las técnicas de separación de isótopos, y varias a la “fisión propiamente dicha y a los mecanismos detonadores de la bomba...” </span></p><p><span style="font-family: 'Arial'"> Una de las cuestiones preguntaba por la posibilidad de que hubiera <u><em>“una defensa contra las armas nucleares...”</em></u></span></p><p><span style="font-family: 'Arial'"> La transcripción confirma las memorias de Terletskii, según las cuales<u><em> “las respuestas [de Bohr] fueron muy generales. Cada vez decía que en Los Álamos no le habían contado los detalles... y, que nunca había visitado los laboratorios de la costa Este...”</em></u>, donde se encontraban las instalaciones para la separación de isótopos del proyecto Manhatan. Lo cierto es que las respuestas de Bohr sobre los reactores nucleares y las técnicas de separación isotópica sólo daban una información que se conocía ya desde antes de la guerra, incluso en los casos en que el informe Smyth trataba con detalle desarrollos posteriores... (Cerca de la mitad del texto se dedicaba a estos asuntos, por demás...) Cuando se le preguntaba por la “fisión” misma, Bohr solía referirse a la bibliografía anterior a la guerra, en especial, al famoso artículo que escribió Wheeler.</span></p><p><span style="font-family: 'Arial'"> Bohr, sin embargo, dio supuestamente una respuesta incorrecta al afirmar que ningún reactor de los Estados Unidos empleaba “agua pesada como moderador”, para frenar o lentificar la condición activa de los neutrones en el núcleo, el corazón del reactor atómico... En realidad, el reactor del laboratorio de Argonne, cerca de Chicago, sí usaba agua pesada, como decía el informe Smyth. No sabemos si este “error menor...” es imputable a Bohr o a Terletskii. Siendo éste un grosso error de importancia crítica en una cuestión crítica...</span></p><p></p><p><span style="font-family: 'Arial'"> Parte 6</span></p></blockquote><p></p>
[QUOTE="Stormnacht, post: 1079652, member: 341"] Los físicos soviéticos llamaron la atención de su gobierno sobre el potencial militar de la fisión. Pero la URSS tuvo que enfrentarse a la invasión de Hitler en junio de 1941, y no pudo dedicar grandes recursos al incierto objetivo de conseguir la bomba atómica hasta que Alemania no fue derrotada... [FONT=Arial] El espionaje soviético fue, sin embargo, todo un éxito. En septiembre de 1941, agentes soviéticos se hicieron en Londres con un informe del gabinete británico basado en el memorándum de Frisch y Peierls; se lo facilitó, al parecer, un alto funcionario británico. El valor de esta información era incalculable, ya que además revelaba que el gabinete estaba decidido a colaborar con los Estados Unidos en las investigaciones sobre la bomba. [IMG]http://i63.photobucket.com/albums/h154/cactus-1/operadoresOak_Ridgeproymanhat.jpg[/IMG] [/FONT][B]Operadoras/es en el Centro de Cómputos Oak Ridge, trabajando para el proyecto Manhattan [/B][FONT=Arial] [/FONT] [FONT=Arial] Pocos meses después, Klaus Fuchs, físico comunista que había huido de la Alemania nazi y refugiado en Inglaterra, donde trabajaba con Peierls, se convirtió en la fuente primordial de los soviéticos. Fuchs les enviaba un informe técnico tras otro, primero desde Inglaterra y luego desde los Estados Unidos, cuando estuvo integrado en el equipo británico que participaba en el proyecto Manhattan. Entre esos documentos que remitía por[U] “afinidades políticas”[/U], había explicaciones sobre la separación isotópica y los reactores nucleares. Aún más importante fue el que en junio de 1945 llegasen a manos soviéticas especificaciones detalladas de la bomba de implosión que luego se usaría en Nagasaki.[/FONT] [FONT=Arial] Por tanto, cuando el presidente Harry S. Truman, dos semanas antes del bombardeo a Hiroshima, le hizo saber a Stalin su famosa, velada alusión, [U][I]“tenemos un arma nueva de una fuerza destructiva desconocida...”[/I][/U] Se equivocó al suponer que Stalin no la entendió. Muy por el contrario, Stalin ordenó rápidamente que se acelerasen los planes soviéticos de construcción de armas nucleares. Además, encargó la supervisión del proyecto a Lavrentii P. Beria, el célebre jefe de la policía secreta soviética, antecesora de la KGB.[/FONT] [FONT=Arial] Beria infundía miedo a cuantos caían bajo su influencia. No se fiaba de nadie, ni de los físicos ni de los espías. Kurchatov, que dirigía las investigaciones científicas del programa desde el principio, era el único experto que estaba enterado del espionaje nuclear. En 1945, sin embargo, Beria creo un pequeño grupo de científicos para que compilasen los ficheros del espionaje, que no paraban de crecer. Lo dirigió Iakov Terletskii, un joven físico de talla mucho menos que el equipo de Kurchatov, pero a quien Beria podía controlar a su antojo.[/FONT] [FONT=Arial] En noviembre de 1945 Terletskii, mandado por Beria, acudió a Copenhague con el fin de entrevistarse con Bohr, quien acababa de volver de su país tras haber tomado parte en el proyecto Manhattan. Según el memorándum remitido a Stalin, Beria planeó la misión con la esperanza de que Bohr, científico distinguido, conocido abogado de la solidaridad internacional, diría algo de interés acerca de la investigación nuclear occidental. Indudablemente, Beria también creía que, si Bohr divulgaba algún secreto, de intento o sin querer, esa información serviría para verificar otras obtenidas por el espionaje y la investigación soviéticos; amén, quizá, de hacer a Bohr vulnerable al chantaje.[/FONT] [FONT=Arial] El 2 de noviembre, un miembro comunista del parlamento danés le pidió a Bohr que recibiera en secreto a Terletskii, portador de una carta de su viejo amigo Peter L. Kapitsa. Se trataba del físico experimental ruso más sobresaliente de su generación, a quien el gobierno soviético retenía, de hecho, cautivo.[/FONT] [FONT=Arial] Según Aage Bohr, Premio Nobel e hijo de Niels, que también trabajó en Los Álamos y enseñó en la Universidad de Copenhague, su padre se quedó helado. Respondió que la cita constituía[U] “un lamentable error”[/U], y le insistió al parlamento danés que toda conversación tendría que ser abierta y que sólo hablaría de la información que estuviese disponible públicamente... Bohr notificó lo sucedido a las autoridades occidentales, y los británicos informaron a Groves del sospechoso contacto antes de que tuviese lugar el encuentro. Las autoridades expresaron su preocupación de que pudiera estar en marcha un intento de secuestro a Bohr.[/FONT] [FONT=Arial] Con todo, el encuentro se celebró el 14 de noviembre. El gobierno danés se ocupó de proteger a Bohr. Otro hijo de éste, Esnest, que entonces tenía 21 años, permanecía en una estancia contigua, armado con una pistola. Las autoridades occidentales debían de sentir, seguramente, curiosidad por saber qué cosas preguntaría el agente soviético. Unos documentos del gabinete británico, a los que acaba de levantarse el secreto, demuestran que Bohr se mantuvo en contacto con la embajada británica las semanas anteriores a las conversaciones. Un cable enviado al máximo responsable del ministerio de asuntos exteriores británico comunicaba que Bohr estuvo un largo tiempo en la embajada el mismo día que se encontró por vez primera con Terletskii.[/FONT] [FONT=Arial] Hay dos relatos de esta cita entre Bohr y Terletskii, independientes el uno del otro, ambos testigos presenciales, y concuerdan apreciablemente. Las memorias del Terletskii aparecieron en Rusia poco después de su muerte en 1993. Aage Bohr, que tenía 23 años por entonces, permaneció en la sala durante toda la reunión, por insistencia de su padre; recuerda con claridad qué ocurrió.[/FONT] [FONT=Arial] No se entendieron bien las dos partes. El traductor era un experto soviético en comercio internacional que no sabía física. Como pueden testificar dos de los autores (Bethe y Gottfried), Bohr tendía a bajar la voz, ya de por sí suave, cuando recalcaba un punto crucial, y costaba entenderle en inglés o alemán, aun cuando uno conociese bien el tema, lo que no era el caso de Terletskii. En sus memorias, éste reconoce que sólo comprendió muy por encima lo que Bohr decía, y que no se tomaron notas hasta que él y el intérprete no hubieron intentado reconstruir la conversación más tarde.[/FONT] [FONT=Arial] Según los dos relatos, Bohr se pasó buena parte de la cita hablando largo y tendido de Kapitsa y Lev D. Landau. Kapitsa había trabajado en Cambridge con Ernest Rutheford hasta 1934, año en que visitó a su familia en la URSS y Stalin ya no le dejó salir del país... Por otra parte, Landau, teórico brillante, había trabajado durante algún tiempo en el Instituto de Física Teórica de Bohr, en Copenhague; antes de la guerra pasó un año en la cárcel condenado por Stalin... Bohr quería que su intercesión por ambos llegase a la cúspide del gobierno soviético, a través del emisario de éste, Terletskii. [/FONT] [FONT=Arial] Terletskii cuenta además que, para gran desaliento suyo, al llegar por fin la ocasión de preguntar lo que le interesaba saber, Aage seguía allí todavía. Aage Bohr, el hijo científico del célebre Nobel danés, lo confirma, y recuerda[U][I] “ a un Terletskii algo desesperado que, tras una larga conversación sobre Kapritsa... estaba ansioso por presentar una serie de preguntas. Se hicieron deprisa y por medio del intérprete, y no pudimos entender con todo detalle su contenido”.[/I][/U][/FONT] [FONT=Arial] En una segunda y breve visita, Bohr le dio a Terletskii el informe Smyth. Por entonces ya se habían vendido 100.000 ejemplares del mismo, y la traducción del gobierno soviético estaba casi concluida.[/FONT] [FONT=Arial] Cuando Beria entregó a Stalin el memorándum sobre la misión de Terletskii, añadió una transcripción supuestamente literal de las preguntas de Terleskii y las respuestas de Bohr. Analizaremos ahora el contenido de este documento y dejaremos para más adelante si hay “certezas o supuestos”, en fin, si hay que tomarse todo esto al pie de la letra...[/FONT] [FONT=Arial] Más de la mitad de las 22 preguntas de Terletskii (que habían sido preparadas por el equipo de Kurchatov) se referían a los reactores nucleares y a las técnicas de separación de isótopos, y varias a la “fisión propiamente dicha y a los mecanismos detonadores de la bomba...” [/FONT] [FONT=Arial] Una de las cuestiones preguntaba por la posibilidad de que hubiera [U][I]“una defensa contra las armas nucleares...”[/I][/U][/FONT] [FONT=Arial] La transcripción confirma las memorias de Terletskii, según las cuales[U][I] “las respuestas [de Bohr] fueron muy generales. Cada vez decía que en Los Álamos no le habían contado los detalles... y, que nunca había visitado los laboratorios de la costa Este...”[/I][/U], donde se encontraban las instalaciones para la separación de isótopos del proyecto Manhatan. Lo cierto es que las respuestas de Bohr sobre los reactores nucleares y las técnicas de separación isotópica sólo daban una información que se conocía ya desde antes de la guerra, incluso en los casos en que el informe Smyth trataba con detalle desarrollos posteriores... (Cerca de la mitad del texto se dedicaba a estos asuntos, por demás...) Cuando se le preguntaba por la “fisión” misma, Bohr solía referirse a la bibliografía anterior a la guerra, en especial, al famoso artículo que escribió Wheeler.[/FONT] [FONT=Arial] Bohr, sin embargo, dio supuestamente una respuesta incorrecta al afirmar que ningún reactor de los Estados Unidos empleaba “agua pesada como moderador”, para frenar o lentificar la condición activa de los neutrones en el núcleo, el corazón del reactor atómico... En realidad, el reactor del laboratorio de Argonne, cerca de Chicago, sí usaba agua pesada, como decía el informe Smyth. No sabemos si este “error menor...” es imputable a Bohr o a Terletskii. Siendo éste un grosso error de importancia crítica en una cuestión crítica...[/FONT] [FONT=Arial] Parte 6[/FONT] [/QUOTE]
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