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La guerra contra el Paraguay
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<blockquote data-quote="francisco alberto sprovieri" data-source="post: 1641404" data-attributes="member: 4782"><p>Pongo la nota, para que la lean todos, porque me parece muy buena. Cuenta bastante bien como fue la invasión paraguaya: </p><p></p><p></p><p>HOMENAJE A MUJERES EXTRAORDINARIAS</p><p>Un lugar especial para Las Cautivas correntinas</p><p>Más de 100 años estuvieron enterradas, separadas, en el cementerio San Juan Bautista. El sábado serán trasladadas juntas al primer sitio que las vio regresar del destierro obligado.</p><p>Las Cautivas correntinas, heroínas históricas de la provincia, tendrán su sitio de descanso eterno en la iglesia Nuestra Señora de la Merced, lugar que las recibió cuando regresaron después de pasar cuatro años como prisioneras de guerra en el Paraguay. </p><p>Las Cautivas, cinco heroínas de la historia de Corrientes, fueron damas relevantes de la sociedad, que fueron puestas en cautiverio en represalia por la conducta de sus esposos (ver Cinco mujeres, una historia), quienes respondían a Mitre en la época de la Guerra de la Triple Alianza, entre los años 1865 y 1869. Carmen Ferré de Alsina, Jacoba Plaza de Cabral, Encarnación Atienza de Osuna, Toribia de los Santos de Sosa y Victoria Bart de Ceballos, prometieron a la Virgen de la Merced que si regresaban con vida, lo primero que harían cuando pisaran suelo correntino sería caminar hasta la iglesia para agradecer su suerte, aún incluso antes de saludar a sus familiares. Toribia no pudo hacerlo, ya que falleció en cautiverio a poco de ser capturada, pero sus compañeras sí lo consiguieron. Como un homenaje póstumo, un grupo de correntinos buscó y consiguió que sus restos sean atesorados en la iglesia que las vio regresar con vida, en el año Franciscano Mariano y en épocas de la fiesta de la Virgen de la Merced. </p><p>“Se trata en realidad de una iniciativa que data de 1989, que fue reflotada a mediados de los 90 y después vuelta a olvidar”, explicó a La República el director del Museo Histórico de Corrientes e integrante de la Junta Provincial de Historia, Fernando González Azcoaga. Se trata de que los restos mortales de las cuatro cautivas que pudieron regresar a la ciudad, que actualmente se encuentran en distintos puntos del cementerio San Juan Bautista, sean trasladados a un panteón especialmente preparado en la iglesia Nuestra Señora de la Merced.</p><p>Las reuniones de la Comisión Especial que buscaba que el traslado se hiciera efectivo comenzaron a principios de junio. Forman parte de ella Alfredo Ceballos, Ema Lancelle de Calmanash, Felipe Bonastre e integrantes de la familia Cabral, todos descendientes de Las Cautivas. También participan Patricia Mariño, arquitecta de templos e iglesias; González Azcoaga y Francisco Scaramellini, por genealogía. Ellos conforman la comisión que trabajó arduamente sobre el proyecto original de Héctor Boó, quien fue director del museo, para conseguir el traslado de las urnas al templo.</p><p>Las gestiones dieron frutos: no sólo se consiguió el visto bueno oficial para el traslado, sino que además la Cámara de Diputados aprobó por unanimidad el proyecto de la presidenta de ese cuerpo, Josefina Meabe de Mathó de Declaración de Interés del acontecimiento histórico que reivindicará a cinco damas correntinas que fueron tomadas como rehén por tropas paraguayas, en la Guerra de la Triple Alianza. </p><p>La declaración formal de la Cámara de Diputados de la Provincia de Corrientes dice lo siguiente: Se declara: De Interés para esta H. Cámara, el traslado de los venerables despojos de las heroicas matronas correntinas: Victoria Bart de Ceballos, Carmen Ferré de Alsina, Jacoba Plaza de Cabral y Encarnación Atienza de Osuna y la urna-cenotafio de Toribia de los Santos Sosa, “Las Cautivas Correntinas – desde el cementerio San Juan Bautista al santuario de Nuestra Señora de La Merced, Patrona Jurada de la ciudad de Vera de las Siete Corrientes que se realizará el día 8 de septiembre de 2007 a las 9 horas ".</p><p></p><p>su pecado: ser “esposas de”</p><p>Cinco mujeres, una historia compartida</p><p>En la ciudad de Corrientes, el paradigma por excelencia de la guerra del Paraguay, años 1865 a 1890, son “Las Cautivas”, en quienes se encarna el sufrimiento de los civiles en el conflicto. </p><p>¿Quiénes eran “Las Cautivas”? Fue un grupo de damas relevantes de la sociedad correntina que fueron llevadas a cautiverio en represalia por la conducta de sus esposos, quienes respondían a Mitre en la época de la guerra de la Triple Alianza. Su única “falta” fue ser esposas de quienes defendían la integridad y liberación de la Ciudad de Vera. </p><p>Ellas forman parte de la historia de Corrientes de los años 1865 y 1869, época de su cautiverio. Sus nombres: Carmen Ferré de Alsina, Toribia de los Santos de Sosa (muerta en prisión víctima de una enfermedad); Jacoba Plaza de Cabral, Encarnación Atienza de Osuna y Victoria Bart de Ceballos. </p><p>Esta última describió su prisión y las circunstancias que la rodearon. Contó que la llevaron en principio a los calabozos del antiguo Cabildo, donde ya se encontraban encerradas las esposas de los coroneles Fermín Alsina y Desiderio Sosa, es decir, Carmen Ferré de Alsina y Toribia de los Santos de Sosa, como así también las señoras Jacoba Plaza de Cabral y Encarnación Atienza de Osuna. </p><p>Luego estuvo en la prisión de Humaitá y comienzan prolongados lapsos de varios traslados y la exigencia impuesta a Las Cautivas de autoabastecerse: “De allí (Humaitá) nos condujeron a un punto que se denomina Guardia Tacuara. Desde este punto en carreta nos llevaron al pueblo de San Juan caminando día y noche. En San Juan estuvimos dos años... nos comunicó... que no podía mantenernos ni vestirnos y que nos alimentáramos como nosotros pudiéramos hacerlo. A los dos años nos trasladaron a Caá Pucú y nos estacionaron durante un año”, contó ella mismo tiempo después. </p><p>La instancia siguiente del drama que se inicia con la partida de Caá Pucú, sirviendo de descubierta a un ejército que se retira en derrota, signados por duros padecimientos, en especial por la falta de calzado ante la necesidad de marchar a pie y por el hambre. </p><p>De Paso Ezcurra a Caá Cupé no tenían carretas y las marchas eran a pie, a razón de cuatro leguas por día y la única alimentación la constituía las naranjas agrias.</p><p>“Ya sin calzados, marchábamos de la manera más penosa sobre pedregullo. Los arroyos lo pasábamos lo mismo a pie. Algunas veces con el agua hasta el cuello, a pesar de mi gran estatura”, relató la sobreviviente. </p><p>“Después de una penosa peregrinación, contemplando todos los crímenes imaginables y todos los excesos, fuimos trasladadas a Caá Cupé, Quindí, Itacurubí y Ajó. De allí por montes terribles a Villa Rica y recién al finalizar el cuarto año de cautiverio fuimos entregadas en Asunción ante el júbilo de encontrarnos con gente amiga y después de soportar todos los vejámenes”, dijo. </p><p>Así, un 5 de septiembre de 1869, el pueblo de Corrientes, recibió con gran emoción a quienes fueron el precio de una represalia de aquella guerra injusta, que recordamos en la historia con el nombre de la guerra de la Triple Alianza. </p><p></p><p>Itinerario del traslado al nuevo hogar</p><p>El traslado se realizará el sábado 8. Comenzará con la concentración a las 9 en el pórtico del cementerio San Juan Bautista. De allí, los féretros y su séquito tomarán la calle Elías Abad hasta La Rioja, desde allí hasta 9 de Julio, pasando por el Museo Histórico y probablemente con una breve parada. Seguirán por 9 de Julio hasta Mendoza, por donde bajarán hasta la avenida Costanera. Continuarán por el paseo costero hasta la calle Buenos Aires, por donde subirán hasta el santuario de Nuestra Señora de la Merced.</p><p>El pueblo acompañará de a pie la cureña desde la intersección de Costanera y Buenos Aires hasta el santuario, y las heroínas también recibirán honores de las fuerzas militares convocadas. Ingresarán a la iglesia de la Merced con las campanas echadas a vuelo, simbolizando el ingreso del que será su nuevo hogar.</p><p>Las comisiones de honor y de homenaje recibirán a Las Cautivas en el atrio, tras lo cual se realizará el oficio litúrgico previo a la inhumación en el mausoleo.</p><p>Este acto será acompañado por el Instituto Correntino de Ciencias Genealógicas y el Instituto de Investigaciones Históricas y Culturales de Corrientes. Se invita a la ciudadanía a embanderar las casas, para saludar y reconocer a estas mujeres, que simbolizan la fuerza y la resistencia correntinas.</p><p></p><p>Trabajo para homenajear a las Mujeres Fuertes</p><p>En un museo de la ciudad de Buenos Aires se encuentra esta escultura de Luis Perlotti.</p><p>Es en realidad un trozo de la maqueta de bronce que fue boceto de una parte del grupo escultórico del monumento a Mitre que fue emplazado en la ciudad de Corrientes en 1942. Son cinco figuras femeninas de cuerpo entero con túnicas de aire grecolatino y dos niños de ambos sexos, a los lados de la figura femenina central.</p><p>Fue realizada en bronce, mediante la técnica de modelado y vaciado.</p><p></p><p>La invasión paraguaya durante el conflicto bélico de la triple alianza Una guerra que las convirtió en mártires</p><p>Un 13 de abril de 1865, jueves santo, las tropas del dictador paraguayo Francisco Solano López invadían Corrientes tras reducir a las escasas fuerzas defensoras y cañonear la ciudad.</p><p>Comenzaba así, sin siquiera una declaración de guerra, la participación argentina en la que luego se denominó la “Guerra de la Triple Alianza”, que se extendió durante cinco años y significó la muerte de cientos de miles de combatientes paraguayos, argentinos, brasileños y uruguayos, y la ruina casi total y el despoblamiento de la vecina nación guaraní.</p><p>La cruenta invasión se produjo luego de que el presidente Bartolomé Mitre negara sucesivamente el permiso de cruzar por territorio argentino a tropas brasileñas y paraguayas, enfrentadas desde hacía casi un año en la zona del Matto Grosso, por viejas cuestiones limítrofes. Brasil deseaba atacar al Paraguay desde el sur, y las tropas paraguayas intentaban atacar Río Grande do Sul e intervenir en los enfrentamientos civiles del Uruguay, en donde el reino lusitano y los guaraníes apoyaban a los dos partidos (“blancos” y “colorados”) enfrentados en la república oriental.</p><p>La negativa de Mitre fue acatada por Brasil pero desestimada por López, quien decidió invadir Corrientes con dos ejércitos: uno que invadió la capital y otro que cruzó el Paraná por Candelaria (hoy territorio misionero) y avanzó –dividido en dos cuerpos– hacia Paso de los Libres y Uruguayana.</p><p>De esta forma, Argentina se veía involucrada en un conflicto ajeno a sus intereses, que sumió a Corrientes en un extenso período de muerte, terror y pesares inesperados.</p><p>La invasión se produjo en la mañana del 13 de abril, cuando el vigía de la cañonera argentina “25 de Mayo”, que junto con la “Gualeguay” se hallaba atracada en el puerto correntino, dio el alerta al avistar a una escuadra compuesta por cinco vapores de guerra paraguayos, seguidos por otros barcos de transporte con unos 4.000 hombres a bordo.</p><p>La escuadra invasora, ante la vista de cientos de curiosos que se hallaban en la costa, navegó aguas abajo hasta la altura “de la columna fundacional” (hoy equivalente al puente interprovincial general Belgrano), donde viró y volvió aguas arriba, ya del lado correntino.</p><p>Se produjo un combate entre los vapores paraguayos y la cañonera “25 de Mayo”, cuya exigua tripulación cayó en combate –incluido su comandante, teniente Calvo–. Los marinos rendidos fueron luego pasados a degüello en el mismo puerto capitalino.</p><p>La tripulación del “Gualeguay”, atracada dos cuadras hacia el levante, se atrincheró en los pedregales de la costa y mantuvo un denso tiroteo con las naves enemigas, hasta que, superada en número y poder de fuego, se retiró al centro de la ciudad.</p><p>Los vapores invasores cañonearon indiscriminadamente la capital “con bala y metralla” (al decir del testigo presencial don Pedro Igarzábal), causando una cantidad nunca mensurada de víctimas civiles.</p><p>El gobernador de Corrientes, Manuel Ignacio Lagraña, puso en armas a la única compañía de la Guardia Nacional existente (unos ciento veinte hombres), a los que sumó los marinos sobrevivientes y a numerosos voluntarios. Al otro día, sin embargo, ante la llegada de los cuatro mil infantes guaraníes desde Paso de la Patria, debió retirarse hacia San Roque, en donde organizó la resistencia que se prolongaría hasta la reconquista, unos seis meses después.</p><p>Numerosos historiadores y testigos de la época pintaron detalladamente la situación ominosa por la que debió atravesar nuestra capital de allí en más, destacándose los relatos del nombrado Igarzábal, Gregorio y Juan Vicente Pampín, y las investigaciones de Manuel Florencio Mantilla, Hernán Félix Gómez y Wenceslao Domínguez.</p><p>Este último, en su ensayo histórico “La toma de Corrientes”, pinta el ambiente que se vivía en la ciudad: “La menor sospecha era suficiente para el juicio sumarísimo si lo había, y el más leve motivo de patriotismo argentino era castigado con la pena de muerte. Sería largo detallar las condiciones de la tétrica ida en Corrientes; y además, es también bastante conocida” .</p><p>Tres correntinos traidores, sumados a las tropas invasoras, conformaron un triunvirato que ejerció la ficción de un gobierno manejado completamente por las tropas paraguayas. Ellos fueron Teodoro Gaúna, Víctor Silvero y Sinforoso Cáceres (estos dos últimos fueron fusilados tiempo después por orden del dictador López, un hombre que culminó su existencia en medio de la paranoia más atroz, como que hizo fusilar a todos sus hermanos y cuñadas y encarcelar a su propia madre).</p><p>Cuenta el historiador Antonio Emilio Castello en su libro “Historia ilustrada de la provincia de Corrientes”: “La ciudad de Corrientes arrastró una miserable existencia sumida en el temor de las delaciones, de los atropellos y del cautiverio en las cárceles paraguayas. Un día los invasores llevaron a cabo una feroz matanza de indios chaqueños en las calles de Corrientes. Los pobres indígenas vendían desde hacía años leña y pasto, de casa en casa, y como algunos de ellos se negaron a recibir papel moneda paraguayo, fueron exterminados a sablazos y balazos en pleno día”.</p><p>Sucesivas batallas terrestres y navales (Yatay, Uruguayana, Riachuelo, Puente de la Batería, del Ombú, etc.) fueron minando gravemente el poderío invasor, hasta que el dictador López ordenó la retirada a territorio propio. De los aproximadamente 30.000 hombres ocupantes, retornaron sólo unos 15.000, y de allí en más la guerra continuó en territorio paraguayo, hasta su culminación con la completa derrota paraguaya en 1870.</p><p>Más de ciento cuarenta años después, la histórica fecha pasa un tanto desapercibida y lejana en la memoria de los correntinos. Recordar aquella época bélica, a veces de oprobio, o de gloria y también de vergüenza, no viene mal en la actualidad. Para saber quiénes somos y de qué manera llegamos hasta aquí.</p><p></p><p></p><p></p><p></p><p><a href="http://www.diariolarepublica.com.ar/notix/noticia.php?i=131053#.VBIMI5SSzfQ">http://www.diariolarepublica.com.ar/notix/noticia.php?i=131053#.VBIMI5SSzfQ</a></p></blockquote><p></p>
[QUOTE="francisco alberto sprovieri, post: 1641404, member: 4782"] Pongo la nota, para que la lean todos, porque me parece muy buena. Cuenta bastante bien como fue la invasión paraguaya: HOMENAJE A MUJERES EXTRAORDINARIAS Un lugar especial para Las Cautivas correntinas Más de 100 años estuvieron enterradas, separadas, en el cementerio San Juan Bautista. El sábado serán trasladadas juntas al primer sitio que las vio regresar del destierro obligado. Las Cautivas correntinas, heroínas históricas de la provincia, tendrán su sitio de descanso eterno en la iglesia Nuestra Señora de la Merced, lugar que las recibió cuando regresaron después de pasar cuatro años como prisioneras de guerra en el Paraguay. Las Cautivas, cinco heroínas de la historia de Corrientes, fueron damas relevantes de la sociedad, que fueron puestas en cautiverio en represalia por la conducta de sus esposos (ver Cinco mujeres, una historia), quienes respondían a Mitre en la época de la Guerra de la Triple Alianza, entre los años 1865 y 1869. Carmen Ferré de Alsina, Jacoba Plaza de Cabral, Encarnación Atienza de Osuna, Toribia de los Santos de Sosa y Victoria Bart de Ceballos, prometieron a la Virgen de la Merced que si regresaban con vida, lo primero que harían cuando pisaran suelo correntino sería caminar hasta la iglesia para agradecer su suerte, aún incluso antes de saludar a sus familiares. Toribia no pudo hacerlo, ya que falleció en cautiverio a poco de ser capturada, pero sus compañeras sí lo consiguieron. Como un homenaje póstumo, un grupo de correntinos buscó y consiguió que sus restos sean atesorados en la iglesia que las vio regresar con vida, en el año Franciscano Mariano y en épocas de la fiesta de la Virgen de la Merced. “Se trata en realidad de una iniciativa que data de 1989, que fue reflotada a mediados de los 90 y después vuelta a olvidar”, explicó a La República el director del Museo Histórico de Corrientes e integrante de la Junta Provincial de Historia, Fernando González Azcoaga. Se trata de que los restos mortales de las cuatro cautivas que pudieron regresar a la ciudad, que actualmente se encuentran en distintos puntos del cementerio San Juan Bautista, sean trasladados a un panteón especialmente preparado en la iglesia Nuestra Señora de la Merced. Las reuniones de la Comisión Especial que buscaba que el traslado se hiciera efectivo comenzaron a principios de junio. Forman parte de ella Alfredo Ceballos, Ema Lancelle de Calmanash, Felipe Bonastre e integrantes de la familia Cabral, todos descendientes de Las Cautivas. También participan Patricia Mariño, arquitecta de templos e iglesias; González Azcoaga y Francisco Scaramellini, por genealogía. Ellos conforman la comisión que trabajó arduamente sobre el proyecto original de Héctor Boó, quien fue director del museo, para conseguir el traslado de las urnas al templo. Las gestiones dieron frutos: no sólo se consiguió el visto bueno oficial para el traslado, sino que además la Cámara de Diputados aprobó por unanimidad el proyecto de la presidenta de ese cuerpo, Josefina Meabe de Mathó de Declaración de Interés del acontecimiento histórico que reivindicará a cinco damas correntinas que fueron tomadas como rehén por tropas paraguayas, en la Guerra de la Triple Alianza. La declaración formal de la Cámara de Diputados de la Provincia de Corrientes dice lo siguiente: Se declara: De Interés para esta H. Cámara, el traslado de los venerables despojos de las heroicas matronas correntinas: Victoria Bart de Ceballos, Carmen Ferré de Alsina, Jacoba Plaza de Cabral y Encarnación Atienza de Osuna y la urna-cenotafio de Toribia de los Santos Sosa, “Las Cautivas Correntinas – desde el cementerio San Juan Bautista al santuario de Nuestra Señora de La Merced, Patrona Jurada de la ciudad de Vera de las Siete Corrientes que se realizará el día 8 de septiembre de 2007 a las 9 horas ". su pecado: ser “esposas de” Cinco mujeres, una historia compartida En la ciudad de Corrientes, el paradigma por excelencia de la guerra del Paraguay, años 1865 a 1890, son “Las Cautivas”, en quienes se encarna el sufrimiento de los civiles en el conflicto. ¿Quiénes eran “Las Cautivas”? Fue un grupo de damas relevantes de la sociedad correntina que fueron llevadas a cautiverio en represalia por la conducta de sus esposos, quienes respondían a Mitre en la época de la guerra de la Triple Alianza. Su única “falta” fue ser esposas de quienes defendían la integridad y liberación de la Ciudad de Vera. Ellas forman parte de la historia de Corrientes de los años 1865 y 1869, época de su cautiverio. Sus nombres: Carmen Ferré de Alsina, Toribia de los Santos de Sosa (muerta en prisión víctima de una enfermedad); Jacoba Plaza de Cabral, Encarnación Atienza de Osuna y Victoria Bart de Ceballos. Esta última describió su prisión y las circunstancias que la rodearon. Contó que la llevaron en principio a los calabozos del antiguo Cabildo, donde ya se encontraban encerradas las esposas de los coroneles Fermín Alsina y Desiderio Sosa, es decir, Carmen Ferré de Alsina y Toribia de los Santos de Sosa, como así también las señoras Jacoba Plaza de Cabral y Encarnación Atienza de Osuna. Luego estuvo en la prisión de Humaitá y comienzan prolongados lapsos de varios traslados y la exigencia impuesta a Las Cautivas de autoabastecerse: “De allí (Humaitá) nos condujeron a un punto que se denomina Guardia Tacuara. Desde este punto en carreta nos llevaron al pueblo de San Juan caminando día y noche. En San Juan estuvimos dos años... nos comunicó... que no podía mantenernos ni vestirnos y que nos alimentáramos como nosotros pudiéramos hacerlo. A los dos años nos trasladaron a Caá Pucú y nos estacionaron durante un año”, contó ella mismo tiempo después. La instancia siguiente del drama que se inicia con la partida de Caá Pucú, sirviendo de descubierta a un ejército que se retira en derrota, signados por duros padecimientos, en especial por la falta de calzado ante la necesidad de marchar a pie y por el hambre. De Paso Ezcurra a Caá Cupé no tenían carretas y las marchas eran a pie, a razón de cuatro leguas por día y la única alimentación la constituía las naranjas agrias. “Ya sin calzados, marchábamos de la manera más penosa sobre pedregullo. Los arroyos lo pasábamos lo mismo a pie. Algunas veces con el agua hasta el cuello, a pesar de mi gran estatura”, relató la sobreviviente. “Después de una penosa peregrinación, contemplando todos los crímenes imaginables y todos los excesos, fuimos trasladadas a Caá Cupé, Quindí, Itacurubí y Ajó. De allí por montes terribles a Villa Rica y recién al finalizar el cuarto año de cautiverio fuimos entregadas en Asunción ante el júbilo de encontrarnos con gente amiga y después de soportar todos los vejámenes”, dijo. Así, un 5 de septiembre de 1869, el pueblo de Corrientes, recibió con gran emoción a quienes fueron el precio de una represalia de aquella guerra injusta, que recordamos en la historia con el nombre de la guerra de la Triple Alianza. Itinerario del traslado al nuevo hogar El traslado se realizará el sábado 8. Comenzará con la concentración a las 9 en el pórtico del cementerio San Juan Bautista. De allí, los féretros y su séquito tomarán la calle Elías Abad hasta La Rioja, desde allí hasta 9 de Julio, pasando por el Museo Histórico y probablemente con una breve parada. Seguirán por 9 de Julio hasta Mendoza, por donde bajarán hasta la avenida Costanera. Continuarán por el paseo costero hasta la calle Buenos Aires, por donde subirán hasta el santuario de Nuestra Señora de la Merced. El pueblo acompañará de a pie la cureña desde la intersección de Costanera y Buenos Aires hasta el santuario, y las heroínas también recibirán honores de las fuerzas militares convocadas. Ingresarán a la iglesia de la Merced con las campanas echadas a vuelo, simbolizando el ingreso del que será su nuevo hogar. Las comisiones de honor y de homenaje recibirán a Las Cautivas en el atrio, tras lo cual se realizará el oficio litúrgico previo a la inhumación en el mausoleo. Este acto será acompañado por el Instituto Correntino de Ciencias Genealógicas y el Instituto de Investigaciones Históricas y Culturales de Corrientes. Se invita a la ciudadanía a embanderar las casas, para saludar y reconocer a estas mujeres, que simbolizan la fuerza y la resistencia correntinas. Trabajo para homenajear a las Mujeres Fuertes En un museo de la ciudad de Buenos Aires se encuentra esta escultura de Luis Perlotti. Es en realidad un trozo de la maqueta de bronce que fue boceto de una parte del grupo escultórico del monumento a Mitre que fue emplazado en la ciudad de Corrientes en 1942. Son cinco figuras femeninas de cuerpo entero con túnicas de aire grecolatino y dos niños de ambos sexos, a los lados de la figura femenina central. Fue realizada en bronce, mediante la técnica de modelado y vaciado. La invasión paraguaya durante el conflicto bélico de la triple alianza Una guerra que las convirtió en mártires Un 13 de abril de 1865, jueves santo, las tropas del dictador paraguayo Francisco Solano López invadían Corrientes tras reducir a las escasas fuerzas defensoras y cañonear la ciudad. Comenzaba así, sin siquiera una declaración de guerra, la participación argentina en la que luego se denominó la “Guerra de la Triple Alianza”, que se extendió durante cinco años y significó la muerte de cientos de miles de combatientes paraguayos, argentinos, brasileños y uruguayos, y la ruina casi total y el despoblamiento de la vecina nación guaraní. La cruenta invasión se produjo luego de que el presidente Bartolomé Mitre negara sucesivamente el permiso de cruzar por territorio argentino a tropas brasileñas y paraguayas, enfrentadas desde hacía casi un año en la zona del Matto Grosso, por viejas cuestiones limítrofes. Brasil deseaba atacar al Paraguay desde el sur, y las tropas paraguayas intentaban atacar Río Grande do Sul e intervenir en los enfrentamientos civiles del Uruguay, en donde el reino lusitano y los guaraníes apoyaban a los dos partidos (“blancos” y “colorados”) enfrentados en la república oriental. La negativa de Mitre fue acatada por Brasil pero desestimada por López, quien decidió invadir Corrientes con dos ejércitos: uno que invadió la capital y otro que cruzó el Paraná por Candelaria (hoy territorio misionero) y avanzó –dividido en dos cuerpos– hacia Paso de los Libres y Uruguayana. De esta forma, Argentina se veía involucrada en un conflicto ajeno a sus intereses, que sumió a Corrientes en un extenso período de muerte, terror y pesares inesperados. La invasión se produjo en la mañana del 13 de abril, cuando el vigía de la cañonera argentina “25 de Mayo”, que junto con la “Gualeguay” se hallaba atracada en el puerto correntino, dio el alerta al avistar a una escuadra compuesta por cinco vapores de guerra paraguayos, seguidos por otros barcos de transporte con unos 4.000 hombres a bordo. La escuadra invasora, ante la vista de cientos de curiosos que se hallaban en la costa, navegó aguas abajo hasta la altura “de la columna fundacional” (hoy equivalente al puente interprovincial general Belgrano), donde viró y volvió aguas arriba, ya del lado correntino. Se produjo un combate entre los vapores paraguayos y la cañonera “25 de Mayo”, cuya exigua tripulación cayó en combate –incluido su comandante, teniente Calvo–. Los marinos rendidos fueron luego pasados a degüello en el mismo puerto capitalino. La tripulación del “Gualeguay”, atracada dos cuadras hacia el levante, se atrincheró en los pedregales de la costa y mantuvo un denso tiroteo con las naves enemigas, hasta que, superada en número y poder de fuego, se retiró al centro de la ciudad. Los vapores invasores cañonearon indiscriminadamente la capital “con bala y metralla” (al decir del testigo presencial don Pedro Igarzábal), causando una cantidad nunca mensurada de víctimas civiles. El gobernador de Corrientes, Manuel Ignacio Lagraña, puso en armas a la única compañía de la Guardia Nacional existente (unos ciento veinte hombres), a los que sumó los marinos sobrevivientes y a numerosos voluntarios. Al otro día, sin embargo, ante la llegada de los cuatro mil infantes guaraníes desde Paso de la Patria, debió retirarse hacia San Roque, en donde organizó la resistencia que se prolongaría hasta la reconquista, unos seis meses después. Numerosos historiadores y testigos de la época pintaron detalladamente la situación ominosa por la que debió atravesar nuestra capital de allí en más, destacándose los relatos del nombrado Igarzábal, Gregorio y Juan Vicente Pampín, y las investigaciones de Manuel Florencio Mantilla, Hernán Félix Gómez y Wenceslao Domínguez. Este último, en su ensayo histórico “La toma de Corrientes”, pinta el ambiente que se vivía en la ciudad: “La menor sospecha era suficiente para el juicio sumarísimo si lo había, y el más leve motivo de patriotismo argentino era castigado con la pena de muerte. Sería largo detallar las condiciones de la tétrica ida en Corrientes; y además, es también bastante conocida” . Tres correntinos traidores, sumados a las tropas invasoras, conformaron un triunvirato que ejerció la ficción de un gobierno manejado completamente por las tropas paraguayas. Ellos fueron Teodoro Gaúna, Víctor Silvero y Sinforoso Cáceres (estos dos últimos fueron fusilados tiempo después por orden del dictador López, un hombre que culminó su existencia en medio de la paranoia más atroz, como que hizo fusilar a todos sus hermanos y cuñadas y encarcelar a su propia madre). Cuenta el historiador Antonio Emilio Castello en su libro “Historia ilustrada de la provincia de Corrientes”: “La ciudad de Corrientes arrastró una miserable existencia sumida en el temor de las delaciones, de los atropellos y del cautiverio en las cárceles paraguayas. Un día los invasores llevaron a cabo una feroz matanza de indios chaqueños en las calles de Corrientes. Los pobres indígenas vendían desde hacía años leña y pasto, de casa en casa, y como algunos de ellos se negaron a recibir papel moneda paraguayo, fueron exterminados a sablazos y balazos en pleno día”. Sucesivas batallas terrestres y navales (Yatay, Uruguayana, Riachuelo, Puente de la Batería, del Ombú, etc.) fueron minando gravemente el poderío invasor, hasta que el dictador López ordenó la retirada a territorio propio. De los aproximadamente 30.000 hombres ocupantes, retornaron sólo unos 15.000, y de allí en más la guerra continuó en territorio paraguayo, hasta su culminación con la completa derrota paraguaya en 1870. Más de ciento cuarenta años después, la histórica fecha pasa un tanto desapercibida y lejana en la memoria de los correntinos. Recordar aquella época bélica, a veces de oprobio, o de gloria y también de vergüenza, no viene mal en la actualidad. Para saber quiénes somos y de qué manera llegamos hasta aquí. [url]http://www.diariolarepublica.com.ar/notix/noticia.php?i=131053#.VBIMI5SSzfQ[/url] [/QUOTE]
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