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Tecnologías, Tácticas y Sistemas Aereos
La guerra de los drones
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<blockquote data-quote="Rolando Lero" data-source="post: 1425702" data-attributes="member: 15908"><p><strong><span style="font-size: 22px">Proyecto puede transformar Brasil en centro de investigación aérea</span></strong></p><p></p><p><strong>Proyectos militares contribuyen para el calentado sector de aeronaves no tripuladas</strong></p><p></p><p><img src="http://www.defesaaereanaval.com.br/wp-content/uploads/2013/02/Vant-Falc%C3%A3o.jpg" alt="" class="fr-fic fr-dii fr-draggable " style="" /></p><p>Un proyecto ambicioso, desarrollado para fines militares, podrá llevar lo Brasil a hacerse un importante polo de investigación, desarrollo y producción de nuevas tecnologías relacionadas a los vehículos aéreos no tripulados, los vants – también conocidos como drones. Idealizado para uso de las Fuerzas Armadas, Falcão, como fue bautizado, será el mayor vant militar nacional.</p><p></p><p>Si el proyecto avanzar, la aeronave tendrá 11 metros de envergadura, de una punta la otra del ala, y autonomía mínima de 16 horas. Él podrá tutear en operaciones de vigilancia marítima y de fronteras, misiones de búsqueda y salvamento, en el combate al tráfico de drogas, crímenes ambientales y en la seguridad y monitoreo de grandes eventos, como los Juegos Olímpicos de 2016, en Río de Janeiro, año en que la aeronave deberá ser concluida. Hasta ahora, cerca de R$ 85 millones ya fueron invertidos por parte de la Financiadora de Estudios y Proyectos (Finep), de institutos de investigación y de la propia industria.</p><p></p><p>Falcão comenzó a ser desarrollado por la Avibras a finales de la década pasada. La empresa brasileña con sede en SãoJosé dos Campos, interior paulista, en asociación con el Departamento de Ciencia y Tecnología Aeroespacial (DCTA) de la Aeronáutica, contó con los sistemas de navegación y control de otra empresa de la misma ciudad, formada en el Instituto Tecnológico de Aeronáutica (ITA), la Flight Technologies.</p><p></p><p>Desde febrero de este año, Falcão integra la línea de productos de la Harpia Sistemas, empresa creada a partir de la asociación entre la Embraer Defensa & Seguridad, brazo militar de la Embraer, y la AEL Sistemas, con sede en Porto Alegre, Río Grande del Sur, subsidiária de la Elbit Systems, una de las mayores fabricantes de productos de defensa de Israel – la misma a suministrar los primeros drones para uso de la Fuerza Aérea Brasileña (FAB) en 2010. En enero de este año, la Avibras también se hizo accionista de la Harpia.</p><p></p><p>“Desde entonces conducimos estudios de configuraciones para atender a los requisitos operacionales de las Fuerzas Armadas para un sistema de vant capaz de cumplir misiones de inteligencia, vigilancia y reconocimiento”, dice Rodrigo Fanton, presidente de la Harpia. El primer prototipo de Falcão está siendo usado como punto de partida para la idoneidad a los requisitos presentados por el Ministerio de la Defensa, que incluyen un conjunto de sensores, sistema comunicacional de datos y una estación de control en suelo.</p><p></p><p>La aeronave tendrá cerca de 800 kilos (kg), pudiendo transportar más combustible y equipamientos del que otros drones de la misma categoría a una altura de 5 mil metros. Dentro del vehículo aéreo, en el lugar del piloto, podrán ser instalados sensores, cámaras y radares, entre otros itens. Buena parte de la estructura de Falcão fue desarrollada con tecnología nacional, como los sistemas de electrónica de bordo, control y navegación. “Él tendrá dimensiones equivalentes al Super Tucano, aeronave turboélice de la Embraer para ataque táctico”, comenta Flavio Araripe d’Oliveira, coordinador del proyecto vant en el DCTA. “Vants de meso y grande porte, como Falcão, son controlados del suelo por técnicos en contêineres equipados con ordenadores y sistemas comunicacionales”, dice.</p><p></p><p>Falcão utiliza otro vant brasileño como plataforma de pruebas para el sistema de navegación y control: el Acauã, un drone de 150 kg y 5 metros de envergadura concluido en 2010. Él fue desarrollado por el DCTA, centros de investigación del Ejército (CTEx) y de la Marina (IPqM) (ver Investigación FAPESP n° 185) y por la Avibras. Fueron realizados decenas de vuelos experimentáis en la Academia de la Fuerza Aérea, en Pirassununga, interior de São Paulo.</p><p></p><p>Hoy el Acauã es utilizado por el DCTA, Ejército y Marina, y por las empresas Flight Technologies y Bossan Computación Científica (BCC), de Río de Janeiro, en un nuevo proyecto, ahora vuelto a la concepción de una tecnología de pouso y despegue automáticos, que ya presentó buenos resultados en los primeros experimentos en pista realizados en agosto. El proyecto cuenta con financiación de R$ 4 millones de la Finep. “Desarrollamos un sistema con sensores de aproximación con DGPS, que garantiza un posicionamiento muy preciso por satélite, y radar altímetro capaz de medir la altura de la aeronave en relación al suelo. Hasta ahora, pouso y despegue eran realizados sólo bajo el mando de un operador”, explica D’Olivo.</p><p></p><p>También en el DCTA investigadores del Instituto de Aeronáutica y Espacio (IAE), en asociación con profesores del ITA e ingenieros de la empresa TGM Turbinas, con sede en Sertãozinho, interior paulista, trabajan en otro proyecto que podrá impulsar el sector brasileño de drones. Se trata de un motor turbojato movido la querosene de aviación que puede ser usado en vants con peso máximo de 1,2 tonelada.</p><p></p><p>La Turbina Aeronáutica de Pequeña Potencia (TAPP) es la primera a ser producida en Brasil con características de durabilidad y potencia de 5 mil newtons (N), fuerza capaz de impulsar una aeronave de hasta 1,5 tonelada. “Planeamos un grupo de turbinas que puedan tener aplicaciones en vants, <strong>misiles</strong> y una línea para generación de energía”, dice Alexandre Roma, de la TGM, uno de los ingenieros responsables por el proyecto. Él cuenta que el equipamiento no será usado en Falcão, pero instalado inicialmente en blancos aéreos para entrenamiento de pilotos en aviones de combate.</p><p></p><p>Producción en serie</p><p></p><p>En julio, la turbina fue probada por primera vez en el banco de pruebas del IAE. Según el ingeniero mecánico José Francisco Monteiro, coordinador del proyecto, todos los componentes de la TAPP fueron fabricados en Brasil, excepto el rodamiento para la sustentación de su eje. Uno de los objetivos es calificar la mano de obra brasileña para su producción en serie. “Como esa turbina puede ser instalada en misiles de largo alcance, su comercialización ha sido dificultada, debido a los tratados de no proliferação de armas nucleares. La alternativa es fabricar la turbina en Brasil”, evalúa Monteiro.</p><p></p><p>Nuevas pruebas están programados hasta el fin de este año con el objetivo de hacerla alcanzar la rotación máxima de 28 mil rotaciones por minuto. El proyecto cuenta con financiación de R$ 30 millones de la Finep. La agencia ya firmó 23 contratos y convenios, en un total de R$ 69 millones, vueltos al trabajo de investigación y desarrollo tecnológico de vants en Brasil, cuenta William Respondovesk, jefe del Departamento de las Industrias Aeroespacial, Defensa y Seguridad de la Finep.</p><p></p><p>Las ventajas inerentes al uso de los drones en operaciones militares – gabán por Estados Unidos, después de los atentados de 11 de septiembre de 2001 – han atraído cada vez más la atención de varios países. Entre 2005 y 2012, por ejemplo, el número de naciones que adquirieron esa tecnología subió de 41 para 76. En ese mismo periodo, el número de programas de investigación vueltos para esa área en esos países saltó de 195 para 900, impulsando un mercado en continua evolución. Los norteamericanos aún controlan buena parte de ese mercado. Juntas, las empresas North Grumman y General Atomics Aeronautical Systems detienen 63% de toda la producción mundial de drones, en consonancia con el Government Accountability Office de Estados Unidos.</p><p></p><p>También los gastos anuales en investigación, desarrollo y comercio de esas aeronaves deben doblar en la próxima década, llegando a los US$ 12 bilhões – totalizando US$ 90 bilhões en los prójimos 10 años –, como muestra el informe World unmanned aerial vehicles systems, market profite and forecast 2013, divulgado en junio por la consultoria norteamericana Teal Group, especializada en las áreas aeroespacial y de defensa.</p><p></p><p>El Departamento de Defensa de Estados Unidos debe seguir líder en ese sector. Israel viene inmediatamente enseguida. El país fue responsable por 41% de los drones exportados entre 2001 y 2011, según la Stockholm International Peace Research Institute, organización vuelta a la realización de investigaciones en cuestiones sobre conflictos y seguridad internacionales.</p><p></p><p>Obtención de datos</p><p></p><p>Avances recientes en áreas de tecnología computacional, además del desarrollo de materiales más leves y de avanzados sistemas globales de navegación, también han atraído la atención de investigadores, que usan drones para la obtención de datos en áreas de difícil acceso.</p><p></p><p>El día 13 de junio la revista Nature publicó un artículo mostrando como ese tipo de tecnología puede ser útil para el mundo académico. Investigadores de la Universidad de Colorado, nos Estados Unidos, por ejemplo, han usado vants para medir jatos de vientos que soplan en el continente antártico. Eso podrá ayudarlos a entender la dinámica que dio origen a la formación de las geleiras marinas alrededor de la Antártida. También los biólogos adhirieron a los vants en sus trabajos de campo. Ya en la India, a World Wildlife Fund (WWF) ha usado los drones para detectar la presencia de cazadores.</p><p></p><p>Ese crecimiento más allá del ámbito milite ha se reflejado en Brasil. Los últimos años, por lo menos cinco empresas pasaron a invertir en investigación y desarrollo de nuevas aeronaves. La AGX es una de ellas. Con sede en Son Carlos, interior paulista, la empresa desde 2009 trabaja con el Instituto Nacional de Ciencia y Tecnología en Sistemas Embarcados Críticos (INCT-SEC), con sede en la Universidad de São Paulo (USP) de Son Carlos, en la concepción de soluciones vueltas para el uso de vants en la agricultura, medioambiente y minería.</p><p></p><p>“Ese es el sector más dinámico, y lo de mayor crecimiento, de la industria aeroespacial y de defensa en todo el mundo”, dice Adriano Kancelkis, director-presidente de la AGX, empresa que contó con el apoyo del Programa Investiga Inovativa en Pequeñas Empresas (Pipe) de la FAPESP.</p></blockquote><p></p>
[QUOTE="Rolando Lero, post: 1425702, member: 15908"] [B][SIZE=6]Proyecto puede transformar Brasil en centro de investigación aérea[/SIZE][/B] [B]Proyectos militares contribuyen para el calentado sector de aeronaves no tripuladas[/B] [IMG]http://www.defesaaereanaval.com.br/wp-content/uploads/2013/02/Vant-Falc%C3%A3o.jpg[/IMG] Un proyecto ambicioso, desarrollado para fines militares, podrá llevar lo Brasil a hacerse un importante polo de investigación, desarrollo y producción de nuevas tecnologías relacionadas a los vehículos aéreos no tripulados, los vants – también conocidos como drones. Idealizado para uso de las Fuerzas Armadas, Falcão, como fue bautizado, será el mayor vant militar nacional. Si el proyecto avanzar, la aeronave tendrá 11 metros de envergadura, de una punta la otra del ala, y autonomía mínima de 16 horas. Él podrá tutear en operaciones de vigilancia marítima y de fronteras, misiones de búsqueda y salvamento, en el combate al tráfico de drogas, crímenes ambientales y en la seguridad y monitoreo de grandes eventos, como los Juegos Olímpicos de 2016, en Río de Janeiro, año en que la aeronave deberá ser concluida. Hasta ahora, cerca de R$ 85 millones ya fueron invertidos por parte de la Financiadora de Estudios y Proyectos (Finep), de institutos de investigación y de la propia industria. Falcão comenzó a ser desarrollado por la Avibras a finales de la década pasada. La empresa brasileña con sede en SãoJosé dos Campos, interior paulista, en asociación con el Departamento de Ciencia y Tecnología Aeroespacial (DCTA) de la Aeronáutica, contó con los sistemas de navegación y control de otra empresa de la misma ciudad, formada en el Instituto Tecnológico de Aeronáutica (ITA), la Flight Technologies. Desde febrero de este año, Falcão integra la línea de productos de la Harpia Sistemas, empresa creada a partir de la asociación entre la Embraer Defensa & Seguridad, brazo militar de la Embraer, y la AEL Sistemas, con sede en Porto Alegre, Río Grande del Sur, subsidiária de la Elbit Systems, una de las mayores fabricantes de productos de defensa de Israel – la misma a suministrar los primeros drones para uso de la Fuerza Aérea Brasileña (FAB) en 2010. En enero de este año, la Avibras también se hizo accionista de la Harpia. “Desde entonces conducimos estudios de configuraciones para atender a los requisitos operacionales de las Fuerzas Armadas para un sistema de vant capaz de cumplir misiones de inteligencia, vigilancia y reconocimiento”, dice Rodrigo Fanton, presidente de la Harpia. El primer prototipo de Falcão está siendo usado como punto de partida para la idoneidad a los requisitos presentados por el Ministerio de la Defensa, que incluyen un conjunto de sensores, sistema comunicacional de datos y una estación de control en suelo. La aeronave tendrá cerca de 800 kilos (kg), pudiendo transportar más combustible y equipamientos del que otros drones de la misma categoría a una altura de 5 mil metros. Dentro del vehículo aéreo, en el lugar del piloto, podrán ser instalados sensores, cámaras y radares, entre otros itens. Buena parte de la estructura de Falcão fue desarrollada con tecnología nacional, como los sistemas de electrónica de bordo, control y navegación. “Él tendrá dimensiones equivalentes al Super Tucano, aeronave turboélice de la Embraer para ataque táctico”, comenta Flavio Araripe d’Oliveira, coordinador del proyecto vant en el DCTA. “Vants de meso y grande porte, como Falcão, son controlados del suelo por técnicos en contêineres equipados con ordenadores y sistemas comunicacionales”, dice. Falcão utiliza otro vant brasileño como plataforma de pruebas para el sistema de navegación y control: el Acauã, un drone de 150 kg y 5 metros de envergadura concluido en 2010. Él fue desarrollado por el DCTA, centros de investigación del Ejército (CTEx) y de la Marina (IPqM) (ver Investigación FAPESP n° 185) y por la Avibras. Fueron realizados decenas de vuelos experimentáis en la Academia de la Fuerza Aérea, en Pirassununga, interior de São Paulo. Hoy el Acauã es utilizado por el DCTA, Ejército y Marina, y por las empresas Flight Technologies y Bossan Computación Científica (BCC), de Río de Janeiro, en un nuevo proyecto, ahora vuelto a la concepción de una tecnología de pouso y despegue automáticos, que ya presentó buenos resultados en los primeros experimentos en pista realizados en agosto. El proyecto cuenta con financiación de R$ 4 millones de la Finep. “Desarrollamos un sistema con sensores de aproximación con DGPS, que garantiza un posicionamiento muy preciso por satélite, y radar altímetro capaz de medir la altura de la aeronave en relación al suelo. Hasta ahora, pouso y despegue eran realizados sólo bajo el mando de un operador”, explica D’Olivo. También en el DCTA investigadores del Instituto de Aeronáutica y Espacio (IAE), en asociación con profesores del ITA e ingenieros de la empresa TGM Turbinas, con sede en Sertãozinho, interior paulista, trabajan en otro proyecto que podrá impulsar el sector brasileño de drones. Se trata de un motor turbojato movido la querosene de aviación que puede ser usado en vants con peso máximo de 1,2 tonelada. La Turbina Aeronáutica de Pequeña Potencia (TAPP) es la primera a ser producida en Brasil con características de durabilidad y potencia de 5 mil newtons (N), fuerza capaz de impulsar una aeronave de hasta 1,5 tonelada. “Planeamos un grupo de turbinas que puedan tener aplicaciones en vants, [B]misiles[/B] y una línea para generación de energía”, dice Alexandre Roma, de la TGM, uno de los ingenieros responsables por el proyecto. Él cuenta que el equipamiento no será usado en Falcão, pero instalado inicialmente en blancos aéreos para entrenamiento de pilotos en aviones de combate. Producción en serie En julio, la turbina fue probada por primera vez en el banco de pruebas del IAE. Según el ingeniero mecánico José Francisco Monteiro, coordinador del proyecto, todos los componentes de la TAPP fueron fabricados en Brasil, excepto el rodamiento para la sustentación de su eje. Uno de los objetivos es calificar la mano de obra brasileña para su producción en serie. “Como esa turbina puede ser instalada en misiles de largo alcance, su comercialización ha sido dificultada, debido a los tratados de no proliferação de armas nucleares. La alternativa es fabricar la turbina en Brasil”, evalúa Monteiro. Nuevas pruebas están programados hasta el fin de este año con el objetivo de hacerla alcanzar la rotación máxima de 28 mil rotaciones por minuto. El proyecto cuenta con financiación de R$ 30 millones de la Finep. La agencia ya firmó 23 contratos y convenios, en un total de R$ 69 millones, vueltos al trabajo de investigación y desarrollo tecnológico de vants en Brasil, cuenta William Respondovesk, jefe del Departamento de las Industrias Aeroespacial, Defensa y Seguridad de la Finep. Las ventajas inerentes al uso de los drones en operaciones militares – gabán por Estados Unidos, después de los atentados de 11 de septiembre de 2001 – han atraído cada vez más la atención de varios países. Entre 2005 y 2012, por ejemplo, el número de naciones que adquirieron esa tecnología subió de 41 para 76. En ese mismo periodo, el número de programas de investigación vueltos para esa área en esos países saltó de 195 para 900, impulsando un mercado en continua evolución. Los norteamericanos aún controlan buena parte de ese mercado. Juntas, las empresas North Grumman y General Atomics Aeronautical Systems detienen 63% de toda la producción mundial de drones, en consonancia con el Government Accountability Office de Estados Unidos. También los gastos anuales en investigación, desarrollo y comercio de esas aeronaves deben doblar en la próxima década, llegando a los US$ 12 bilhões – totalizando US$ 90 bilhões en los prójimos 10 años –, como muestra el informe World unmanned aerial vehicles systems, market profite and forecast 2013, divulgado en junio por la consultoria norteamericana Teal Group, especializada en las áreas aeroespacial y de defensa. El Departamento de Defensa de Estados Unidos debe seguir líder en ese sector. Israel viene inmediatamente enseguida. El país fue responsable por 41% de los drones exportados entre 2001 y 2011, según la Stockholm International Peace Research Institute, organización vuelta a la realización de investigaciones en cuestiones sobre conflictos y seguridad internacionales. Obtención de datos Avances recientes en áreas de tecnología computacional, además del desarrollo de materiales más leves y de avanzados sistemas globales de navegación, también han atraído la atención de investigadores, que usan drones para la obtención de datos en áreas de difícil acceso. El día 13 de junio la revista Nature publicó un artículo mostrando como ese tipo de tecnología puede ser útil para el mundo académico. Investigadores de la Universidad de Colorado, nos Estados Unidos, por ejemplo, han usado vants para medir jatos de vientos que soplan en el continente antártico. Eso podrá ayudarlos a entender la dinámica que dio origen a la formación de las geleiras marinas alrededor de la Antártida. También los biólogos adhirieron a los vants en sus trabajos de campo. Ya en la India, a World Wildlife Fund (WWF) ha usado los drones para detectar la presencia de cazadores. Ese crecimiento más allá del ámbito milite ha se reflejado en Brasil. Los últimos años, por lo menos cinco empresas pasaron a invertir en investigación y desarrollo de nuevas aeronaves. La AGX es una de ellas. Con sede en Son Carlos, interior paulista, la empresa desde 2009 trabaja con el Instituto Nacional de Ciencia y Tecnología en Sistemas Embarcados Críticos (INCT-SEC), con sede en la Universidad de São Paulo (USP) de Son Carlos, en la concepción de soluciones vueltas para el uso de vants en la agricultura, medioambiente y minería. “Ese es el sector más dinámico, y lo de mayor crecimiento, de la industria aeroespacial y de defensa en todo el mundo”, dice Adriano Kancelkis, director-presidente de la AGX, empresa que contó con el apoyo del Programa Investiga Inovativa en Pequeñas Empresas (Pipe) de la FAPESP. [/QUOTE]
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