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<blockquote data-quote="Shandor" data-source="post: 637732" data-attributes="member: 50"><p>Carlos Hugo Contreras cometió el delito de ser testigo de Jehová en tierras de Antonio Domingo Bussi. En 1977 los represores de la dictadura tucumana lo persiguieron y encerraron por su condición religiosa y su pasado en filas del Ejército. Secuestrado en la V Brigada de Infantería, lo obligaron, a punta de fusil, a renunciar a su grado de cabo primero retirado y desde entonces reclama sin éxito la restitución de su condición militar. Días atrás denunció ante la justicia federal a Bussi y a los otros miembros del Ejército que se ensañaron contra él y su familia. </p><p></p><p>La primera vez que lo persiguieron fue en 1955. Contreras era cabo primero del Ejército y ateo. La dictadura del general Eduardo Lonardi no vio con buenos ojos sus denuncias por maltratos dentro de la fuerza y le exigió el retiro compulsivo. Con veintitrés años, Contreras se convertía en militar retirado. Algunos años después, se sumó a la Iglesia de los Testigos de Jehová, se casó y tuvo tres hijos. Jamás imaginó que aquel pasado en el Ejército y la práctica de su culto lo volverían blanco de otra dictadura.</p><p></p><p>“Todo comenzó en 1977, cuando una maestra de mi hijo me denunció ante el intendente de mi pueblo, quien, a su vez, me denunció ante Bussi por ser testigo de Jehová. Así empezó la persecución”, relata Contreras, o Don Hugo, como lo bautizaron los vecinos de Aguilares, el pueblo del sur tucumano donde vive desde hace más de 40 años. Las visitas y amenazas por las noches se hicieron cotidianas. Su mujer, maestra de escuela, fue despedida por su condición religiosa. </p><p></p><p>Finalmente, Contreras fue citado a rendirle honor a la bandera en la V Brigada de Infantería. “Sabían que la Biblia no lo permite, por eso me llamaron”, recuerda Don Hugo, quien viajó hasta San Miguel de Tucumán pero no se sumó a la formación. “Me metieron en una habitación, me dijeron que había cometido insubordinación y que como estábamos en una guerra podían fusilarme. Un mayor, de apellido Cerda, me dijo que por orden de Bussi debía renunciar a mi carácter de militar retirado. Me apuntaban con fusiles. Me trataron peor que a un criminal. Para proteger a mi familia, renuncié”, relata Contreras, quien desde ese entonces no pudo cobrar el retiro ni la jubilación. </p><p></p><p>Acompañado por su abogado, Bernardo Lobo Bugeau, Contreras presentó días atrás una denuncia penal contra Bussi y un puñado de militares ante el Juzgado Federal Nº 1 de Tucumán. Y, como lo hace desde 1983, volvió a exigir al Estado nacional que le devuelva el grado de militar que le robaron las dictaduras.</p></blockquote><p></p>
[QUOTE="Shandor, post: 637732, member: 50"] Carlos Hugo Contreras cometió el delito de ser testigo de Jehová en tierras de Antonio Domingo Bussi. En 1977 los represores de la dictadura tucumana lo persiguieron y encerraron por su condición religiosa y su pasado en filas del Ejército. Secuestrado en la V Brigada de Infantería, lo obligaron, a punta de fusil, a renunciar a su grado de cabo primero retirado y desde entonces reclama sin éxito la restitución de su condición militar. Días atrás denunció ante la justicia federal a Bussi y a los otros miembros del Ejército que se ensañaron contra él y su familia. La primera vez que lo persiguieron fue en 1955. Contreras era cabo primero del Ejército y ateo. La dictadura del general Eduardo Lonardi no vio con buenos ojos sus denuncias por maltratos dentro de la fuerza y le exigió el retiro compulsivo. Con veintitrés años, Contreras se convertía en militar retirado. Algunos años después, se sumó a la Iglesia de los Testigos de Jehová, se casó y tuvo tres hijos. Jamás imaginó que aquel pasado en el Ejército y la práctica de su culto lo volverían blanco de otra dictadura. “Todo comenzó en 1977, cuando una maestra de mi hijo me denunció ante el intendente de mi pueblo, quien, a su vez, me denunció ante Bussi por ser testigo de Jehová. Así empezó la persecución”, relata Contreras, o Don Hugo, como lo bautizaron los vecinos de Aguilares, el pueblo del sur tucumano donde vive desde hace más de 40 años. Las visitas y amenazas por las noches se hicieron cotidianas. Su mujer, maestra de escuela, fue despedida por su condición religiosa. Finalmente, Contreras fue citado a rendirle honor a la bandera en la V Brigada de Infantería. “Sabían que la Biblia no lo permite, por eso me llamaron”, recuerda Don Hugo, quien viajó hasta San Miguel de Tucumán pero no se sumó a la formación. “Me metieron en una habitación, me dijeron que había cometido insubordinación y que como estábamos en una guerra podían fusilarme. Un mayor, de apellido Cerda, me dijo que por orden de Bussi debía renunciar a mi carácter de militar retirado. Me apuntaban con fusiles. Me trataron peor que a un criminal. Para proteger a mi familia, renuncié”, relata Contreras, quien desde ese entonces no pudo cobrar el retiro ni la jubilación. Acompañado por su abogado, Bernardo Lobo Bugeau, Contreras presentó días atrás una denuncia penal contra Bussi y un puñado de militares ante el Juzgado Federal Nº 1 de Tucumán. Y, como lo hace desde 1983, volvió a exigir al Estado nacional que le devuelva el grado de militar que le robaron las dictaduras. [/QUOTE]
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