La Revolución de 1880 (combates y batallas)

La federalización de Buenos Aires no fue un proceso pacífico: en las calles porteñas hubo enfrentamientos, con un saldo de 3000 muertos.​

Cuando uno camina por las calles de Buenos Aires cuesta imaginar sus empedrados levantados para hacer lugar a trincheras. Cuesta visualizar hombres armados marchando con cañones listos para defender la ciudad. Es casi imposible construir una imagen de Parque Patricios cubierto de muertos y heridos por una gran batalla.

El 2 de junio de 1880, un solitario barco se lanzaba a toda velocidad por las aguas del Riachuelo perseguido por otras dos embarcaciones. Su cargamento: fusiles. El destinatario: la Provincia de Buenos Aires.

La noche del primero de junio de 1880, los habitantes de Buenos Aires vieron desfilar por las calles regimientos nacionales y provinciales rumbo a Barracas. Todos sabían que algo estaba pasando y que en cualquier momento podrían sonar los primeros disparos.

El Gobierno Nacional reacciona

Mientras Tejedor dirigía su mensaje a la legislatura Provincial, el gobierno de Nicolás Avellaneda tomaba acción, decidido a no perder la iniciativa. Esa misma noche las tropas del ejército abandonaron Buenos Aires rumbo a la Chacarita, mientras que miembros del gobierno salían hacía el pueblo de Belgrano, que fue declarado capital unos días más tarde.

Avellaneda dirigió un mensaje al pueblo denunciando que las acciones de Tejedor (contrabando de armas, acuartelamiento de tropas militares y civiles, y atrincherarse en Buenos Aires) lo ponían en estado de rebelión. Aunque ambos bandos continuaban abogando por una solución pacífica, las palabras del Presidente solo auguraban dos posibles desenlaces: rendición incondicional o conquista por las armas.
Nota completa:

 

Muchos de los oficiales y soldados enfrentados habían sido camaradas de armas en otros conflictos y en la guerra contra Paraguay.
 

La federalización de Buenos Aires no fue un proceso pacífico: en las calles porteñas hubo enfrentamientos, con un saldo de 3000 muertos.​

Cuando uno camina por las calles de Buenos Aires cuesta imaginar sus empedrados levantados para hacer lugar a trincheras. Cuesta visualizar hombres armados marchando con cañones listos para defender la ciudad. Es casi imposible construir una imagen de Parque Patricios cubierto de muertos y heridos por una gran batalla.

El 2 de junio de 1880, un solitario barco se lanzaba a toda velocidad por las aguas del Riachuelo perseguido por otras dos embarcaciones. Su cargamento: fusiles. El destinatario: la Provincia de Buenos Aires.

La noche del primero de junio de 1880, los habitantes de Buenos Aires vieron desfilar por las calles regimientos nacionales y provinciales rumbo a Barracas. Todos sabían que algo estaba pasando y que en cualquier momento podrían sonar los primeros disparos.

El Gobierno Nacional reacciona

Mientras Tejedor dirigía su mensaje a la legislatura Provincial, el gobierno de Nicolás Avellaneda tomaba acción, decidido a no perder la iniciativa. Esa misma noche las tropas del ejército abandonaron Buenos Aires rumbo a la Chacarita, mientras que miembros del gobierno salían hacía el pueblo de Belgrano, que fue declarado capital unos días más tarde.

Avellaneda dirigió un mensaje al pueblo denunciando que las acciones de Tejedor (contrabando de armas, acuartelamiento de tropas militares y civiles, y atrincherarse en Buenos Aires) lo ponían en estado de rebelión. Aunque ambos bandos continuaban abogando por una solución pacífica, las palabras del Presidente solo auguraban dos posibles desenlaces: rendición incondicional o conquista por las armas.
Nota completa:


Mi bisabuelo participó en la construcción del actual puente Alsina, a poco llegar de España...
 
Mucha info que comparto lo extraje del libro "Buenos Aires en armas" de Hilda Sabato. Tiene mucha data de como fue escalando el conflicto entre tejedoristas y el gobierno , las creaciones de las asociaciones de tiro deportivo para entrenar milicias , anecdotas y los choques armados.
 
Fuerzas de B.A hacia el 12 de junio de 1880. Integrantes de guardias nacionales , cuerpos voluntarios y cuerpos de índole profesional que respondian al gobernador de la provincia (Tejedor).

Guardias nacionales :
Regimiento 1° (564)
Regimiento 2° (182)
Regimiento 3° (228)
Regimiento 4° , 2° batallón (174)
Regimiento 5° (2 batallones) (272)
Regimiento 6° (359)
Regimiento 7° , 1er batallon (115)
Regimiento de artillería (88)
Total: 1982 hombres.

Cuerpos voluntarios:
11 de septiembre (274)
15 de febrero (276)
1er batallón Municipal (232)
Bomberos voluntarios (946)
Ciudadanos armados (90)
Defensores de Buenos Aires del Pilar (167)
Gral. Lavalle (150)
Gral. Mitre y Cnel. Sosa (494)
Gral. Paz (152)
Ituzaingo (226)
Patricios de Buenos Aires (278)
Resistencia (284)
Resistencia de Balvanera (189)
Rifleros (523)
San Martin (139)
Tejedor (302)
Tiradores Argentinos (135)
Tiradores del Sud (174)
Voluntarios de San Telmo (94)

Fuerzas Profesionales:
Comandancia general (42)
Cuerpo de bomberos (282)
Detall general (7)
Escolta Cnel.Campos (11)
Guardia Provincial (2 batallones) (677)
Infantería de marina (78)
Ingenieros (55)
Piquete de gendarmes (81)
Policía , 3er batallón (244)
Policía , división de caballería (453)
Regimiento Guarnición (16)


Total fuerzas : 9138

Aparte de estas fuerzas tambien se menciona al menos 2 legiones extranjeras , una de inmigrantes italianos y otra española.
La italiana tenia un numero que oscilaba en los 1500 hombres dirigidos por un tal Achille D'Atri.
 
Última edición:
Primer Choque Armado - 14 de junio
Mientras las fuerzas nacionales (leales) estrechaban el cerco sobre la ciudad . El 11° de Línea ocupaba San Jose de Flores (entonces fuera de los limites de la ciudad).
La primera acción armada sucedería en esta localidad , desde su campamento en Once , el coronel Lagos ordeno una avanzada de reconocimiento hacia el oeste. Como vanguardia, despacho a un batallón de la Guardia Provincial de a caballo , a cargo del comandante Juan J. Biedma. Según el parte del jefe : " Al llegar al Caballito encontre una guardia de caballería enemiga que rompió el fuego". A pesar de eso , siguieron la persecución hasta la plaza Flores , donde los nacionales recibieron refuerzos y , parapetados en las esquinas, hicieron nutrido fuego sobre las tropas de Biedma. Estas contestaron hasta recibir la orden de retirarse al paso , habiendo tomado 3 prisioneros. También quedaron varios caídos en el campo . Entre los propios la primer victima mortal : el comandante Edmundo Dale (hijo de inmigrantes ingleses) del escuadrón Tejedor , que recibio una bala en la frente.
 
Batalla de Olivera - 17 de junio
El núcleo más importante de milicias del interior de la provincia había sido reunido en Mercedes, de donde marchó hacia la capital al mando del coronel José Inocencio Arias — el mismo vencedor de Mitre en 1874, con lo que queda claro que los partidos se habían realineado. En su camino se cruzó el coronel Eduardo Racedo, que intentó cortarle el paso con las tropas que había traído del interior del país, y que acababa de desembarcar en Campana.

Arias había enviado contra los hombres de Racedo a casi toda su caballería, muy numerosa pero menor en número que su infantería, para proteger la operación de embarque de sus tropas en el ferrocarril. Cuando el jefe nacional logró llegar a la estación, casi todas las fuerzas porteñas habían partido en varios trenes. De modo que Racedo logró quedar dueño del campo de batalla, pero no pudo impedir a Arias llevar sus hombres al interior de la ciudad.


Arias llevó su fuerza a la estación Ramos Mejía, donde los desembarcó. Los nacionales habían ocupado el pueblo de Flores, por lo que los esquivó a pie y llegó al frente de unos 7.000 hombres a Buenos Aires.

Las fuerzas que llevó Arias a la ciudad fueron claves para evitar que las siguientes batallas, las de Barracas, Puente Alsina y Corrales Viejos, quedaran como amplias victorias del ejército nacional. Pero los tres fueron, en la práctica, empates entre ambos bandos.

 
Batalla de Barracas -20 de junio

En la mañana del 20 , Arias reportaba al ministro Gainza: "Tengo noticias de Levalle. Es conveniente que mande dos o tres batallones y cuatro piezas de artillería al puente de Barracas , porque tal vez ellos tengan la intencion de atacar por el lado de Flores".
Al mando de 650 hombres Levalle llegaba a la ciudad (batallones 5° y 7°), el Regimiento 6° de caballería y unas pequeñas piezas de artillería. Para apurar tiempos y sorprender a los porteños , se transportaron por el ferrocarril.

El vigía de Lorea aviso a Gainza del paso del tren y la caballería y este advirtió a Arias . Los nacionales descendieron del tren a unas cuadras del puente de Barracas. Formaron en columnas con banderas desplegadas y tocaron el himno antes de avanzar. Del otro lado sono la metralla. El 7° de línea marcho para tomar el puente. Sus guerrillas exploradoras pronto se encontraron con las de Leyria y comenzaron los disparos. La caballería porteña intentaba defender palmo a palmo el terreno , empujada por las fuerzas de línea.
Asi informaba el coronel Julio Campos a Gainza :" Cuando yo llegue al lugar del combate , encontré al enemigo dueño del puente y que sus fuerzas penetraron 2 cuadras en la ciudad".
Desde Puente Alsina llegaron los refuerzos a los porteños , 50 hombres a caballo y dos cañones Krupp. Los batallones de voluntarios Mitre y Sosa . Eran cerca de 500 hombres , los del Mitre empuñando fusiles Mauser y los de Sosa Remington y bayonetas (25 cartuchos por cabeza). También llegaron tropas del 2° batallón del 5° regimiento de Guardias Nacionales , se movilizaron ademas los tranvías de Buenos Aires para buscar tropas adicionales. Llegando unos 600 hombres

La batalla no había menguado y los que llegaban se incorporaban a la batalla , reemplazando a los que se quedaban sin munición. Ante la ofensiva porteña los nacionales retrocedieron sobre el puente ante las oleadas de tropas frescas. La lucha fue feroz , a fusil , revolver y bayoneta , frente a frente , sobre el puente y en las calles y barrancas adyasentes. Las cuatro piezas de artillería no daban treguas a los nacionales. El terreno se sembró de caídos y caballos fuera de. combate.
Informaba Levalle: "Después de dos horas recio fuego a quema ropa , emprendi la retirada hasta encontrar un campo limpio a unas cinco cuadras y allí espere. Siendo las 41/2 p.m agotadas nuestras. municiones y con la tropa fatigada , la que hace 2 noches no dormía , resolví emprender mi retirada a Lomas con la infantería a pie al lado del tren. El enemigo al ver mis movimientos envio fuerzas en mi persecución".

Cuenta Fotheringham : "Nos aprontamos para subir al tren y retirarnos a Lomas. Los Shrapnels cruzaban silvando , uno cayó en medio de un armon de municiones que teníamos sobre una zorra a vanguardia de la maquina. Estalló. Una lluvia de hierro junto a un estruendo ensordecedor. Estabamos formados en columna al lado del tren con aire indiferente. Me admire del efecto decapitador de un Shrapnel; a dos granaderos les separo la cabeza integra y parte del cráneo a un tercero ; solo pasando lista pudimos identificarlos".

Los nacionales subieron al tren para llegar tarde a la noche a Lomas. Con ellos muchos heridos , algunos muertos y unos prisioneros.

Bajas.
No hay cifras exactas. Levalle reporto: Un jefe herido , once oficiales y 43 de tropa - muerto un jefe y 10 de tropa" Cifra muy pequeña.


Fotheringham contabilizó en su regimiento , 18 muertos y 48 heridos. Unos 100 entre ambas partes.
Segun la autora las bajas fueron "tapadas" por ambos lados , muchos cadáveres arrojados al río.

Resultado
Según Levalle la retirada fue por que "le dio la gana"
, aunque años después reconoció que fue una derrota. Los porteños no habían aprovechado la situación y cesaron la persecución por orden de Campos. Esto permitio que las fuerzas de Levalle se reorganizaran para la ofensiva del dia siguiente.
 
Batalla por Puente Alsina - 20 de junio

La noche llegaba tensa a Buenos Aires el 20 de junio de 1880. La ciudad había resistido el primer avance de las tropas nacionales, pero todos sabían que no sería el último. En el campamento de José Inocencio Arias, los fogones se apagaban y los hombres se echaban, intranquilos, a descansar. A las diez de la noche, el coronel había recibido un mensaje del ministro Martín de Gainza: “Por varios conductos que no doy mucha importancia, se me dice que esta madrugada será usted atacado”, y agregaba: “(no lo creo)”. Pero en el campamento, cuenta Basabilbaso, los jefes estaban alertas; mandaron avanzadas en varias direcciones y una guardia de caballería se apostó sobre el propio puente. Hacía frío y el cielo estaba claro, alumbrado por una invernal luz de luna.


A las cuatro de la madrugada, cuando ya se anunciaba el toque de diana, llegaba al detall un jinete agitado para avisar que se venía el enemigo. No había terminado el soldado de dar la noticia cuando se escucharon los estruendos de la artillería y las descargas de la fusilería de los nacionales, que estaban encima. Era el coronel Racedo, con su división de línea, que había marchado toda la noche desde Flores haciendo un rodeo para llegar por el sur al Puente Alsina, a las puertas de la ciudad. Cubriría así a la división que, al mando del comandante Bosch, trataría de unirse a las fuerzas de Levalle, apostadas en Lomas de Zamora, para entrar todos a Buenos Aires. Eran en total 4.200 hombres, que incluían cuerpos de línea y guardias nacionales de Santa Fe, Buenos Aires y Córdoba. Para reforzar la posición de Racedo, se apostaron del lado norte del río, en el sitio conocido como la Pólvora de Flores, las fuerzas al mando del coronel Manuel Campos, compuestas por el Regimiento 1º de Línea, el 10º de Caballería, el Batallón 1º de voluntarios, al mando del comandante Marcos Paz, y la artillería con dos cañones que pronto empezaron a hacer fuego sobre el campamento.

La Guardia Provincial de Santa Fe, al mando del comandante Vázquez, estaba ya en el puente. Las fuerzas porteñas se acercaron al mismo punto y estalló el combate. Por más de una hora se enfrentaron a corta distancia de cien, doscientos metros, los dos ejércitos. “En medio del fuego del cañón, las infanterías entraron en choque. El batallón de Vázquez avanzó sobre los demás, siendo recibido por el batallón de San Nicolás, que se entreveró con él”. Según la misma crónica de “El Porteño”, la pelea fue sangrienta, cuerpo a cuerpo. Ya antes, habían entrado en acción el Guardia Provincial de Buenos Aires y el batallón de Mercedes, mientras que e 1º de Línea venía en auxilio de los santafecinos, quienes habían perdido su bandera en manos porteñas. “Después de dos horas de combate encarnizado”, y con la carga a bayoneta, ordenada por Racedo, la batalla alcanzó su momento más sangriento. Muchos cayeron en la acción; entre ellos, el comandante Vázquez, herido de muerte por un proyectil de metralla. Hombres y caballos se desplomaban sobre el puente. “Los cadáveres (de los soldados) alfombraban materialmente aquella tierra barrida por el cañón y la metralla”, cuenta Basabilbaso.

Despuntaba el amanecer con ambas fuerzas disputándose el control del puente. A partir de este punto, las crónicas difieren. Según los porteños, los nacionales finalmente se retiraron para reorganizar sus huestes y el puente quedó en manos de los hombres de Arias, quienes lo despejaban llevándose a los heridos y arrojando cuerpos de animales y de soldados al río. Según Racedo, “los cuatro batallones que sostenían el Puente (cumplieron la orden de cargar a la bayoneta) con tanto valor y resolución que el enemigo operó su retirada hacia los Corrales”. Sin embargo, esa “retirada” no se concretó sino más tarde y por órdenes superiores, de manera que hasta entonces los nacionales habían permanecido del lado sur.

Del lado norte, mientras tanto, a Vázquez lo recogieron los de la Guardia Provincial. Su jefe, Martín Díaz, lo hizo transportar a la pulpería La Blanqueada, donde rato antes el mismo Díaz había estado tomando mate y esperando. Allí, sobre el mostrador, cuenta Julio Costa, testigo de la escena: “le pusimos su espada y un crucifijo en las manos cruzadas sobre el pecho, lo alumbramos con cuatro velitas de baño y todos los presentes nos arrodillamos alrededor”. Era un homenaje a un enemigo al que todos reconocían su valor y su temeridad en la acción.

Algo después Arias entró también en el almacén. El mismo Costa, ayudante del jefe del Estado Mayor coronel Garmendia, traía una carta de éste para el comandante Díaz, con consejos para Arias.

“Le ruego –escribía Garmendia a Díaz- (…) le diga lo siguiente: Que nadie es más celoso que yo de su gloria militar y por lo tanto le aconsejo como su mejor amigo, que esta noche mismo se reconcentre en los corrales, apoyando su derecha en esa altura y su izquierda si quiere en las lomas que corren hacia la Convalescencia (…) Que interne su caballería en la ciudad, que mañana será tal vez tarde, porque será indudablemente atacado por su retaguardia y flancos por las fuerzas combinadas de la Chacarita y Levalle”.

También volvía de la ciudad el mayor Rivera, a quien el propio Arias había enviado esa madrugada para dar aviso del ataque al jefe Campos y al ministro Gainza. Y traía instrucciones precisas: debían reconcentrarse en la ciudad. Arias, sin embargo, se resistía. “¿Cómo quieren que me retire si vengo triunfante, a pesar de todo, desde Olivera…? ¿Qué voy a hacer en la ciudad, donde mis pobres gauchos no tendrán ni carne para ellos ni pasto para sus caballos? Yo no se defender trincheras, apenas se tomarlas. A la muerte lenta del sitio, prefiero los cañones de la Chacarita. Aquí estoy y aquí me quedo. ¡Viva Buenos Aires!”. Esa fue, según Julio Costa, la respuesta que llevó a Garmendia. Díaz, por su parte, contaba que ante sus reservas, Arias le había dicho: “No tenga cuidado hemos de salir bien”.

Los regimientos de caballería fueron, sin embargo, enviados para el centro de la ciudad, pues no tenían armamentos suficientes ni podían servir para el combate en ese terreno. Para las siete de la mañana, el campamento había sido evacuado y sólo quedaban las carpas vacías. Las tropas porteñas, a las que se sumó el batallón 2º Resistencia que venía de la ciudad, se movieron hacia el este, concentradas todavía junto al Riachuelo. Arias se había ubicado en una casa de altos en la esquina de la calle de la Arena con la que servía de límite a la capital (actuales Almafuerte y Sáenz) para observar los movimientos de los nacionales. Estos procedían a cruzar el río y avanzaban sobre el campamento abandonado, mientras los cañones seguían tronando. El comando porteño reiteraba entonces la orden de repliegue, y finalmente Arias tomaba por la de la Arena hacia la meseta de los corrales, con todo su ejército, bajo el fuego de la artillería nacional.
 
Arriba