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<blockquote data-quote="Shandor" data-source="post: 363989" data-attributes="member: 50"><p>En cada emboscada, la primera ráfaga siempre salía de su Kalashnikov. Lo llamaban “la serpiente” por la habilidad con que él y sus comandos se escabullían entre las rocas después de atacar a las patrullas serbias que se aventuraban por los valles y desfiladeros de Prokletije, las “Montañas Malditas”. </p><p></p><p>Hashim Thaci era el jefe de la guerrilla albanesa que hostigaba al ejército serbio, en los tiempos en que el régimen de Belgrado deportaba a los campesinos de ese pueblo ilirio y musulmán que es mayoritario en Kosovo. </p><p></p><p>Las caravanas de tractores serpenteaban en los valles como atroz imagen de la limpieza étnica contra la que luchaba “la serpiente”, el jefe de los insurgentes que las urnas acaban de convertir en primer ministro de Kosovo. </p><p></p><p>Ya no viste fajina sino finos trajes con corbatas italianas, y sus dedos ya no están en el gatillo de un AK-47 sino empuñando lapiceras de firmar documentos políticos. Pero cuando se haga cargo del gobierno de ese territorio que hoy está en un limbo protegido por la ONU y vigilado por la OTAN, el objetivo de Hashim Thaci seguirá siendo la independencia de Kosovo. Y estará al alcance de sus manos. </p><p></p><p>Será una prueba de fuego para Vladimir Putin, el presidente que mejor ha expresado en las últimas décadas al nacionalismo ruso, devolviéndole su rostro más desafiante para demarcar territorios e impedir injerencias externas en sus zonas de influencia. </p><p></p><p>Los kosovares acaban de relegar en las urnas al moderado partido del fallecido Ibrahim Rugova, Liga Democrática, haciendo triunfar al abiertamente independentista Partido Democrático de Kosovo, que fuera el brazo político del UCK (Ejército de Liberación Kosovar). </p><p></p><p>En Drenica, su tierra natal, Hashim Thaci creó a esa guerrilla que en las décadas del ochenta y del noventa combatió contra los designios etnocidas de Slobodán Milosevic. Y se extralimitó al hostigar a la minoría serbia kosovar, respondiendo a una limpieza étnica con otra limpieza étnica, así como también cuando intentó sin éxito armar y poner a luchar a los albaneses de Macedonia, para que se separaran ese esa ex república yugoslava y unieran sus tierras a Kosovo. </p><p></p><p>De todos modos, Estados Unidos siempre tuvo debilidad por él y le perdonó hasta sus peores tropelías. Por eso, en la cumbre de Rambouillet de 1999, antesala de la intervención de la OTAN que inició el derrumbe del régimen ultranacionalista serbio, Madelaine Albrigth intentó persuadirlo de la conveniencia de resignar el objetivo independentista. Thacim rechazó de plano tal posibilidad pero la entonces secretaria norteamericana de Estado quedó embelezada por el rudo combatiente, al que convirtió en un protegido suyo. </p><p></p><p>En los tiempos en que Yugoslavia aprisionaba a Kosovo en las garras serbias, Ibrahim Rugova lideraba la resistencia pero siempre con métodos pacíficos, mientras que Hashim Thaci se escabullía por las montañas con su Kalashnicov después de cada ataque y de cada emboscada del UCK. </p><p></p><p>Ahora que el ex guerrillero se convierte en primer ministro, aguardará hasta el 10 de diciembre, cuando concluirán (seguramente sin éxito) las negociaciones entre Serbia y Kosovo en Bélgica para luego proclamar, entre enero y febrero, la independencia total de la actual provincia con capital en Pristina. </p><p></p><p>Serbia alegará que la Resolución 1244 de la ONU, aprobada en 1999, establece en el preámbulo la integridad territorial yugoslava. Y el gobierno de “la serpiente” responderá que los preámbulos tienen menos valor jurídico que el corpus de las resoluciones, y que la entonces Yugoslavia dejó de existir cuando Montenegro proclamó su independencia. </p><p></p><p>El moderado primer ministro serbio Vojislav Kostunica apoyará la propuesta del negociador alemán Wolfgang Ischinger sobre una “Koso neutra”, o sea ni Estado independiente ni provincia de Serbia; pero la mayoría que el extremista Partido Radical tiene en el parlamento clamará por venganzas como la expulsión de los albaneses que habitan en el Valle de Presevo y el abandono de los acuerdos de Dyton que a duras penas mantiene unida a Bosnia Herzegovina. </p><p></p><p>Ese puede ser el punto más sensible de la comunidad internacional: que los serbo-bosnios se basen en la independencia de Kosovo para reclamar su propia secesión del estado con capital en Sarajevo. </p><p></p><p>De ese modo, la tensión en los Balcanes entrará nuevamente en estado de ebullición, justo en el punto donde se originaron tantas guerras y donde comenzó y terminó la disolución de Yugoslavia, el país creado por el rey Pedro Karajeorgevic tras la Primera Guerra Mundial, y recreado por el mariscal Tito tras la derrota de Hitler. </p><p></p><p>Pero no será Serbia la que esté en condiciones de generar esa amenazante tensión. Será Rusia la que hará tronar su voz para que las potencias de Occidente no se atrevan a rasgar el mapa serbio. </p><p></p><p>Miradas. Para los serbios, no se trata de un territorio más sino del punto donde se originó la nación serbia tras una batalla perdida contra el ejército otomano. Aquella derrota frente a los jenízaros turcos ocurrida en el año 1389, dolió tanto a los principados eslavos de los Balcanes que, además de bautizar como Montañas Malditas (Prokletije) a esa región, empezaron a estrechar lazos en entre sí al descubrirse como una misma nación, vencida por otra raza y otra cultura. </p><p></p><p>Ese sentimiento de identidad étnica se acrecentó cuando los sultanes lograron que los habitantes de raza iliria en las tierras conquistadas (los actuales albaneses) se convirtieran al Islam. </p><p></p><p>Rusia siente por Serbia algo parecido a lo que Serbia siente por Kosovo. En esas tierras balcánicas, los eslavos que más al sur llegaron en sus desplazamientos en busca de los mares Adriático y Mediterráneo, tomaron contacto con los griegos y, a través de los hermanos Cirilo y Metodio, se hicieron de una religión, la cristiano ortodoxa, y de un alfabeto, el cirílico. Alfabeto y religión recorrieron las venas eslavas hacia el norte, llegando a la cuna de esa raza, Rusia, Ucrania y Bielorrusia, y convirtiéndose en la matriz cultural de todos los pueblos rusos. </p><p></p><p>Por eso fue Rusia la que ayudó a los serbios a independizarse del imperio tuco otomano a fines del siglo 19, y también fueron los rusos los que asistieron a los serbios en las guerras de 1912 y 1913, en las que enfrentaron a turcos y búlgaros por Macedonia. </p><p></p><p>Los rusos fueron los primeros en involucrarse en la Primera Guerra Mundial, cuando el Imperio Austro Húngaro se abalanzó sobre Serbia tras el asesinato del archiduque Francisco Fernando y la archiduquesa Sofía en Sarajevo, a manos del joven serbio Gavrilo Princip y de la organización nacionalista serbia “La Mano Negra”. </p><p></p><p>Por cierto, también fue Moscú el principal abastecedor de los partisanos que lideró Joseph Broz (Tito) contra los fascistas croatas de Ante Pavelic y las fuerzas alemanas estacionadas en los Balcanes. Las mismas razones históricas pusieron al Kremlin del lado serbio en sus sucesivas guerras contra los independentistas eslovenos, croatas y bosnios, al precio de la complicidad con brutales limpiezas étnicas y acciones de exterminio. </p><p></p><p>Rayos y truenos. La voz atronadora de Boris Nicolaievich Yeltsin profirió amenazas de todos los calibres si el entonces presidente norteamericano Bill Clinton y sus aliados de Europa, lanzaban la OTAN contra los genocidas serbo-bosnios liderados por Radován Karadzic y Rato Mladic. Sin embargo, cuando comenzaron los bombardeos de la alianza atlántica sobre el bastión serbio en la ciudad de Pale, las amenazas quedaron en la nada. </p><p></p><p>Yeltsin volvió a advertir sobre guerras si la OTAN embestía contra Slobodán Milosevic para poner fin a su limpieza étnica en Kosovo, pero la fuerza occidental casi totalmente integrada por efectivos norteamericanos expulsó al ejército yugoslavo de Kosovo, dejando herido de muerte al régimen de Belgrado, que meses más tarde se democratizaría y entregaría al ex dictador a un tribunal internacional para ser juzgado por crímenes de guerra. </p><p></p><p>En los próximos meses, cuando el flamante primer ministro Hashim Thaci proclame la independencia total de Kosovo, detrás de la desafiante pero desvalida Serbia aparecerá la mirada electrizante de Vladimir Putin. Y en cuanto a la capacidad de desafiar, la diferencia entre el actual jefe del Kremlin y su pusilánime antecesor es de dimensiones oceánicas. Ya lo demostró enterrando el Tratado de Fuerzas Convencionales en Europa; reiniciando los vuelos estratégicos de los aviones con proyectiles nucleares, y comparando el diferendo por el escudo norteamericano basado en la República Checa y Polonia con la “crisis de los misiles” que en 1962 electrizó de pánico al mundo.</p></blockquote><p></p>
[QUOTE="Shandor, post: 363989, member: 50"] En cada emboscada, la primera ráfaga siempre salía de su Kalashnikov. Lo llamaban “la serpiente” por la habilidad con que él y sus comandos se escabullían entre las rocas después de atacar a las patrullas serbias que se aventuraban por los valles y desfiladeros de Prokletije, las “Montañas Malditas”. Hashim Thaci era el jefe de la guerrilla albanesa que hostigaba al ejército serbio, en los tiempos en que el régimen de Belgrado deportaba a los campesinos de ese pueblo ilirio y musulmán que es mayoritario en Kosovo. Las caravanas de tractores serpenteaban en los valles como atroz imagen de la limpieza étnica contra la que luchaba “la serpiente”, el jefe de los insurgentes que las urnas acaban de convertir en primer ministro de Kosovo. Ya no viste fajina sino finos trajes con corbatas italianas, y sus dedos ya no están en el gatillo de un AK-47 sino empuñando lapiceras de firmar documentos políticos. Pero cuando se haga cargo del gobierno de ese territorio que hoy está en un limbo protegido por la ONU y vigilado por la OTAN, el objetivo de Hashim Thaci seguirá siendo la independencia de Kosovo. Y estará al alcance de sus manos. Será una prueba de fuego para Vladimir Putin, el presidente que mejor ha expresado en las últimas décadas al nacionalismo ruso, devolviéndole su rostro más desafiante para demarcar territorios e impedir injerencias externas en sus zonas de influencia. Los kosovares acaban de relegar en las urnas al moderado partido del fallecido Ibrahim Rugova, Liga Democrática, haciendo triunfar al abiertamente independentista Partido Democrático de Kosovo, que fuera el brazo político del UCK (Ejército de Liberación Kosovar). En Drenica, su tierra natal, Hashim Thaci creó a esa guerrilla que en las décadas del ochenta y del noventa combatió contra los designios etnocidas de Slobodán Milosevic. Y se extralimitó al hostigar a la minoría serbia kosovar, respondiendo a una limpieza étnica con otra limpieza étnica, así como también cuando intentó sin éxito armar y poner a luchar a los albaneses de Macedonia, para que se separaran ese esa ex república yugoslava y unieran sus tierras a Kosovo. De todos modos, Estados Unidos siempre tuvo debilidad por él y le perdonó hasta sus peores tropelías. Por eso, en la cumbre de Rambouillet de 1999, antesala de la intervención de la OTAN que inició el derrumbe del régimen ultranacionalista serbio, Madelaine Albrigth intentó persuadirlo de la conveniencia de resignar el objetivo independentista. Thacim rechazó de plano tal posibilidad pero la entonces secretaria norteamericana de Estado quedó embelezada por el rudo combatiente, al que convirtió en un protegido suyo. En los tiempos en que Yugoslavia aprisionaba a Kosovo en las garras serbias, Ibrahim Rugova lideraba la resistencia pero siempre con métodos pacíficos, mientras que Hashim Thaci se escabullía por las montañas con su Kalashnicov después de cada ataque y de cada emboscada del UCK. Ahora que el ex guerrillero se convierte en primer ministro, aguardará hasta el 10 de diciembre, cuando concluirán (seguramente sin éxito) las negociaciones entre Serbia y Kosovo en Bélgica para luego proclamar, entre enero y febrero, la independencia total de la actual provincia con capital en Pristina. Serbia alegará que la Resolución 1244 de la ONU, aprobada en 1999, establece en el preámbulo la integridad territorial yugoslava. Y el gobierno de “la serpiente” responderá que los preámbulos tienen menos valor jurídico que el corpus de las resoluciones, y que la entonces Yugoslavia dejó de existir cuando Montenegro proclamó su independencia. El moderado primer ministro serbio Vojislav Kostunica apoyará la propuesta del negociador alemán Wolfgang Ischinger sobre una “Koso neutra”, o sea ni Estado independiente ni provincia de Serbia; pero la mayoría que el extremista Partido Radical tiene en el parlamento clamará por venganzas como la expulsión de los albaneses que habitan en el Valle de Presevo y el abandono de los acuerdos de Dyton que a duras penas mantiene unida a Bosnia Herzegovina. Ese puede ser el punto más sensible de la comunidad internacional: que los serbo-bosnios se basen en la independencia de Kosovo para reclamar su propia secesión del estado con capital en Sarajevo. De ese modo, la tensión en los Balcanes entrará nuevamente en estado de ebullición, justo en el punto donde se originaron tantas guerras y donde comenzó y terminó la disolución de Yugoslavia, el país creado por el rey Pedro Karajeorgevic tras la Primera Guerra Mundial, y recreado por el mariscal Tito tras la derrota de Hitler. Pero no será Serbia la que esté en condiciones de generar esa amenazante tensión. Será Rusia la que hará tronar su voz para que las potencias de Occidente no se atrevan a rasgar el mapa serbio. Miradas. Para los serbios, no se trata de un territorio más sino del punto donde se originó la nación serbia tras una batalla perdida contra el ejército otomano. Aquella derrota frente a los jenízaros turcos ocurrida en el año 1389, dolió tanto a los principados eslavos de los Balcanes que, además de bautizar como Montañas Malditas (Prokletije) a esa región, empezaron a estrechar lazos en entre sí al descubrirse como una misma nación, vencida por otra raza y otra cultura. Ese sentimiento de identidad étnica se acrecentó cuando los sultanes lograron que los habitantes de raza iliria en las tierras conquistadas (los actuales albaneses) se convirtieran al Islam. Rusia siente por Serbia algo parecido a lo que Serbia siente por Kosovo. En esas tierras balcánicas, los eslavos que más al sur llegaron en sus desplazamientos en busca de los mares Adriático y Mediterráneo, tomaron contacto con los griegos y, a través de los hermanos Cirilo y Metodio, se hicieron de una religión, la cristiano ortodoxa, y de un alfabeto, el cirílico. Alfabeto y religión recorrieron las venas eslavas hacia el norte, llegando a la cuna de esa raza, Rusia, Ucrania y Bielorrusia, y convirtiéndose en la matriz cultural de todos los pueblos rusos. Por eso fue Rusia la que ayudó a los serbios a independizarse del imperio tuco otomano a fines del siglo 19, y también fueron los rusos los que asistieron a los serbios en las guerras de 1912 y 1913, en las que enfrentaron a turcos y búlgaros por Macedonia. Los rusos fueron los primeros en involucrarse en la Primera Guerra Mundial, cuando el Imperio Austro Húngaro se abalanzó sobre Serbia tras el asesinato del archiduque Francisco Fernando y la archiduquesa Sofía en Sarajevo, a manos del joven serbio Gavrilo Princip y de la organización nacionalista serbia “La Mano Negra”. Por cierto, también fue Moscú el principal abastecedor de los partisanos que lideró Joseph Broz (Tito) contra los fascistas croatas de Ante Pavelic y las fuerzas alemanas estacionadas en los Balcanes. Las mismas razones históricas pusieron al Kremlin del lado serbio en sus sucesivas guerras contra los independentistas eslovenos, croatas y bosnios, al precio de la complicidad con brutales limpiezas étnicas y acciones de exterminio. Rayos y truenos. La voz atronadora de Boris Nicolaievich Yeltsin profirió amenazas de todos los calibres si el entonces presidente norteamericano Bill Clinton y sus aliados de Europa, lanzaban la OTAN contra los genocidas serbo-bosnios liderados por Radován Karadzic y Rato Mladic. Sin embargo, cuando comenzaron los bombardeos de la alianza atlántica sobre el bastión serbio en la ciudad de Pale, las amenazas quedaron en la nada. Yeltsin volvió a advertir sobre guerras si la OTAN embestía contra Slobodán Milosevic para poner fin a su limpieza étnica en Kosovo, pero la fuerza occidental casi totalmente integrada por efectivos norteamericanos expulsó al ejército yugoslavo de Kosovo, dejando herido de muerte al régimen de Belgrado, que meses más tarde se democratizaría y entregaría al ex dictador a un tribunal internacional para ser juzgado por crímenes de guerra. En los próximos meses, cuando el flamante primer ministro Hashim Thaci proclame la independencia total de Kosovo, detrás de la desafiante pero desvalida Serbia aparecerá la mirada electrizante de Vladimir Putin. Y en cuanto a la capacidad de desafiar, la diferencia entre el actual jefe del Kremlin y su pusilánime antecesor es de dimensiones oceánicas. Ya lo demostró enterrando el Tratado de Fuerzas Convencionales en Europa; reiniciando los vuelos estratégicos de los aviones con proyectiles nucleares, y comparando el diferendo por el escudo norteamericano basado en la República Checa y Polonia con la “crisis de los misiles” que en 1962 electrizó de pánico al mundo. [/QUOTE]
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Guerra desarrollada entre Argentina y el Reino Unido en 1982
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