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Historia Militar
Las batallas mas humillantes de la historia
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<blockquote data-quote="Aulo Plaucio" data-source="post: 883060" data-attributes="member: 11550"><p>Tanoarg, ¿y que clase de estrategia es esa que deja desguarnecidos a su principal puerto y ciudad costera y aleja a su flota de un punto que evidentemente, iba a ser atacado? ¿Como a se deja a merced del enemigo a la flota mercante y los almacenes fiscales que fueron arrasados?, ¿era todo un juego entonces? Yo a eso le llamo rehuir el combate. La escuadrilla española estuvo buscando a la chilena por todo el litoral, era seguro que iba a dirigirse a Valparaíso y eso los chilenos lo sabían perfectamente. Debieron fortificar la plaza y apostar sus naves allí. Incluso artillar sus muchos mercantes pues para ello, tuvieron seis meses. Por otra parte, la escuadra española si bien contaba con la fragata acorazada Numancia, era inferior en número y operaba muy lejos de sus bases, en un medio completamente hostil como era el enorme litoral pacífico sudamericano. Por consiguiente, debía cubrir un frente extremadamente amplio y complejo. No olvides que a esa alianza entraron Ecuador y Bolivia y que ambos, si bien no tomaron parte en los combates, fortificaron sus puertos y emplazamientos costeros, especialmente el de Guayaquil. La situación era completamente desfavorable para España que, aún así, paseó sus buques de Chiloé a El Callao a su antojo. Y fue en El Callao donde realmente hubo batalla.</p><p>Aquí tenés un detalle de ese enfrentamiento, una actitud muy distinta a lo acontecido en Valparaíso. Lo extraje de <a href="http://historiabelica.foroactivo.com/siglo-xix-f23/guerra-hispano-sudamericana-1865-1871-t305.htm">Guerra hispano-sudamericana (1865 - 1871)</a></p><p></p><p>“La defensa del Callao consistía en una serie de baterías que se habían emplazado al norte y sur de la población, en tanto que los escasos y débiles buques de guerra se situaron en el centro, a las órdenes del capitán de navío AP Lizardo Montero Flores; la comandancia general de baterías del norte la tenía el coronel EP José Joaquín Inclán Gonzáles Vigil; en las defensas de este sector sobresalía la Torre Junín, con dos cañones Armstrong de 500 libras, y el fuerte Ayacucho, con dos cañones Blackey de 450 libras, colocado cerca de la estación del ferrocarril; las principales defensas eran el fuerte Santa Rosa con dos cañones Blackey de 450 libras, la Torre de La Merced, giratoria y blindada, con dos cañones Armstrong de 300 libras, y la batería Zepita, que hacía frente a la Mar Brava y disponía de dos cañones de 68 libras y cuatro largos cañones de 32 libras. Las tropas a órdenes del general EP Juan Buendía, se situaron en las Chacaritas y la caballería en Bellavista. La armada española compuesta de seis fragatas y la corbeta Vencedora, más algunos transportes, contaba en total con unos 300 cañones.</p><p></p><p>A las 11 comenzaron a moverse los buques españoles, situándose unos al norte de la bahía y otros al sur. A las 12:15, la Numancia hizo los dos primeros disparos, los cuales fueron contestados por el fuerte Santa Rosa y enseguida se extendió el fuego a toda la línea, en tanto que de tierra las baterías no cesaban de responder; a las 12:25, la Numancia que ya había sido alcanzada por un proyectil que no le produjo averías, recibió otro, obligándola a virar para presentar los cañones de la banda opuesta, pero al hacer esta operación un proyectil del Loa y otro de los fuertes cayeron sobre ella, hiriendo los cascos y al almirante Méndez Núñez. Hubo que suspender el fuego por quince minutos y entretanto se llamó a la Almansa al mando de Sánchez Barcáiztegui para que dirigiera su fuego sobre las baterías del sur, que molestaban bastante.</p><p></p><p>En esta primera hora de combate, uno de los Blackey del fuerte Santa Rosa se inutilizó, pero lo más importante fue que una bomba alcanzó a penetrar por una de las puertas y vino a explotar junto a unos paquetes de pólvora, lo que dio lugar a una formidable explosión, que destruyó la torre, dando muerte a sus defensores y entre ellos, al ministro José Gálvez.</p><p></p><p>Por el norte, la Villa de Madrid, casi al comienzo de la lucha, recibió una granada de 300 libras que, abriéndole enorme brecha, le mató a 35 hombres e inutilizó los tubos de conducción del vapor, por lo cual hubo que pedir auxilio a la Vencedora, que a remolque la sacó fuera de la línea de fuego. Asimismo, la Almansa recibió otro proyectil de 300 libras que le mató 13 hombres e inflamó la pólvora de los guarda cartuchos, el incendio se propagó y la nave se vio obligada a retirarse aun cuando después de algún tiempo volvió a la pelea. En el norte, la Berenguela recibió un proyectil Blackey de 300 libras que la atravesó de parte a parte abriéndole una brecha de 5 metros cuadrados de área, por donde se precipitó el agua. Otro proyectil del mismo calibre penetró en el sollado e incendió la carbonera inmediata al pañol de pólvora y como el buque se inclinase por el lado de babor, no tuvo más remedio que retirarse.</p><p></p><p>Sólo a las 17:00, cuando ya declinaba el sol, Méndez Nuñez dio la orden de suspender el fuego; a esa hora todavía los cañones del fuerte Santa Rosa disparaban sus tiros contra el adversario.</p><p></p><p>Retirada de la escuadra española</p><p></p><p>Los españoles contaron entre sus filas 43 muertos y 157 heridos y se retiraron a la isla San Lorenzo. El 10 de mayo de 1866, después de enterrar a sus muertos, curar a sus heridos y reparar sus navíos en la isla, los españoles dividieron su escuadrón. Una parte, la Numancia y cuatro de las fragatas de madera, las más dañadas, se dirigieron hacia las Filipinas mientras que el resto, es decir la Resolución, la Reina Blanca y la Almansa, bajo el mando de Méndez Nuñez navegaron hacia el Atlántico sur. Los daños sufridos, las bajas y la falta de equipo militar y personal hicieron desistir a Méndez Nuñez de atacar otros puertos peruanos –como previamente se lo había indicado su gobierno- y sugerir a sus superiores en Madrid no enviar una nueva expedición a aguas chilenas y peruanas. Sin embargo, anticipando una eventual reanudación de las hostilidades, el almirante distribuyó sus naves entre los puertos neutrales de Río de Janeiro y Montevideo, mientras aguardaba la posibilidad de refuerzos de Madrid.</p><p></p><p>El 5 de mayo, tres días después del combate del Callao, frente a las costas de Uruguay, los blindados peruanos volvieron a capturar una nave española, el bergantín Manuel, que fue hundido por la Independencia después de evacuar a su tripulación. Posteriormente, el día 7 de mayo, el Huáscar apresó a la corbeta hispana Petite Victoria y la despachó como presa al Callao. El 25 de mayo mientras los blindados se acercaban al Estrecho de Magallanes a una velocidad de diez nudos, estuvieron a punto de encontrarse con la división española de Méndez Nuñez, que por precaución, a última hora, decidió utilizar el Cabo de Hornos. De lo contrario se hubiera producido un duelo naval de envergadura en aguas internacionales. Finalmente, tras cruzar el Estrecho de Magallanes, los blindados se unieron a la escuadra aliada en Valparaíso y se pusieron bajo las órdenes del almirante chileno Manuel Blanco Encalada, quien aún se desempeñaba como comandante en jefe de las fuerzas navales aliadas.</p><p></p><p>Con estos refuerzos, el Perú y Chile decidieron renovar la lucha, pero esta vez en la ofensiva para castigar a los españoles por todos los daños infligidos a los puertos de ambos países. Los aliados estaban convencidos que los nuevos blindados iban a equilibrar el balance de fuerzas. Aquellas modernas naves fácilmente estaban en capacidad de poder atacar puertos en la Península Ibérica, incursionar en las colonias españolas o confrontar a la escuadra peninsular en el Pacífico. El gobierno de Chile sin embargo, favorecía una estrategia un poco más conservadora que contemplaba ejecutar un ataque masivo al debilitado escuadrón español en las costas sudamericanas del Atlántico. Los temores chilenos no resultaban tan infundados pues un tiempo después España despacharía al Atlántico a la fragata de hélice Gerona, la cual cerca de Madeira, capturaría al crucero chileno de 2000 toneladas de la clase Super Alabama, Tornado, que navegaba sin artillería desde Inglaterra hacia Chile bajo el nombre código Cantón.</p><p></p><p>Para España la victoria fue suya, pues era una operación de castigo y no una invasión. Para Perú y Chile, ellos habían ganado, pues los buques españoles se habían retirado, cumpliéndose lo que dijera Mariano Ignacio Prado el día 1 de mayo en su arenga:</p><p>«Mañana probaremos a nuestros enemigos, por tercera vez, que es invencible el pueblo que combate por su honra y libertad».</p><p>General EP Mariano Ignacio Prado (1 de mayo de 1866, antes del combate del 2 de mayo de 1866.)</p><p></p><p></p><p>Término de la Guerra</p><p></p><p>En 1871, se firmó en Washington, un convenio de armisticio por tiempo indefinido entre España, Bolivia, Chile, Ecuador y Perú.</p><p></p><p>España y Perú firmaron finalmente un tratado de paz y amistad en 1879, por el que se reconocía la independencia peruana y se establecían relaciones diplomáticas entre ambos países. También en 1879 se firmó el tratado de paz con Bolivia. La paz definitiva entre España y Chile se firmó en 1883, en Lima (Perú), durante la ocupación chilena durante la Guerra del Pacífico. Por último, la paz con Ecuador se firmó en 1885.</p><p></p><p>Consecuencias de la guerra</p><p></p><p>La guerra contra España significó para América del Sur y especialmente Perú, la consolidación de su independencia y la recuperación de las islas Chincha; para Chile, significó la pérdida de su flota mercante y de su hegemonía comercial en el Pacífico (con la destrucción de los Almacenes Fiscales de Valparaíso), aunque con el pasar de los años se recuperó gracias al resurgimiento de los puertos de Valparaíso y San Antonio. Reanimó el sentimiento de solidaridad y confianza de que permaneciendo unidos podían resistir cualquier propósito de conquista que hacia ellos tuvieran los países europeos.</p><p></p><p>Para España solo supuso un malgasto de valiosos recursos navales. La idea de esta expedición era simplemente demostrar que España aún se podía contar entre las potencias europeas. Sin embargo tras un breve renacer patriotero, la guerra solo acentuó la incapacidad del gobierno de Isabel II. En ningún caso pretendía España reconquistar nada, por lo que la firma del tratado de paz y el reconocimiento de la independencia de Perú, no suponía ningún esfuerzo y, por otra parte, la flota española volvió relativamente intacta tras causar graves daños al enemigo. La incapacidad del gobierno español en política internacional que supuso esta guerra, movida solo por razones de prestigio ajenas a la mayoría del pueblo español, fue, entre otras causas, el desencadenante de la Revolución de 1868 en España”.</p><p></p><p>Como verás, fue una guerra de baja intensidad, con muy pocos muertos (no llegan al centenar) y escasos daños pese a que duró ocho meses. Fue un enfrentamiento en el que no hubo ni vencedores ni vencidos pese a que ambos bandos, en especial el aliado, se adjudican la victoria. Vuelvo a repetirte, a mi entender el honor lo salvó Perú y, por supuesto, España, que combatió en desventaja. En Valparaíso, no ocurrió nada salvo que para salvar algunas naves mercantes, sus capitanes corrieron a izar banderas norteamericanas y británicas. Todo ese conjunto de hechos (aproximarse a un buque enarbolando una bandera neutral para abordarlo, dejar desguarnecida tu principal ciudad y puerto costero, recibir un ultimátum de 96 horas y no atinar a hacer nada, alejar la flota del que era evidente iba a ser el principal objetivo) es una actitud deshonrosa, al menos para una nación que se jacta de consignas como vencer o morir, ejército vencedor jamás vencido, por la razón o por la fuerza y “prusianos” de América.</p><p>Te mando un abrazo.</p></blockquote><p></p>
[QUOTE="Aulo Plaucio, post: 883060, member: 11550"] Tanoarg, ¿y que clase de estrategia es esa que deja desguarnecidos a su principal puerto y ciudad costera y aleja a su flota de un punto que evidentemente, iba a ser atacado? ¿Como a se deja a merced del enemigo a la flota mercante y los almacenes fiscales que fueron arrasados?, ¿era todo un juego entonces? Yo a eso le llamo rehuir el combate. La escuadrilla española estuvo buscando a la chilena por todo el litoral, era seguro que iba a dirigirse a Valparaíso y eso los chilenos lo sabían perfectamente. Debieron fortificar la plaza y apostar sus naves allí. Incluso artillar sus muchos mercantes pues para ello, tuvieron seis meses. Por otra parte, la escuadra española si bien contaba con la fragata acorazada Numancia, era inferior en número y operaba muy lejos de sus bases, en un medio completamente hostil como era el enorme litoral pacífico sudamericano. Por consiguiente, debía cubrir un frente extremadamente amplio y complejo. No olvides que a esa alianza entraron Ecuador y Bolivia y que ambos, si bien no tomaron parte en los combates, fortificaron sus puertos y emplazamientos costeros, especialmente el de Guayaquil. La situación era completamente desfavorable para España que, aún así, paseó sus buques de Chiloé a El Callao a su antojo. Y fue en El Callao donde realmente hubo batalla. Aquí tenés un detalle de ese enfrentamiento, una actitud muy distinta a lo acontecido en Valparaíso. Lo extraje de [url=http://historiabelica.foroactivo.com/siglo-xix-f23/guerra-hispano-sudamericana-1865-1871-t305.htm]Guerra hispano-sudamericana (1865 - 1871)[/url] “La defensa del Callao consistía en una serie de baterías que se habían emplazado al norte y sur de la población, en tanto que los escasos y débiles buques de guerra se situaron en el centro, a las órdenes del capitán de navío AP Lizardo Montero Flores; la comandancia general de baterías del norte la tenía el coronel EP José Joaquín Inclán Gonzáles Vigil; en las defensas de este sector sobresalía la Torre Junín, con dos cañones Armstrong de 500 libras, y el fuerte Ayacucho, con dos cañones Blackey de 450 libras, colocado cerca de la estación del ferrocarril; las principales defensas eran el fuerte Santa Rosa con dos cañones Blackey de 450 libras, la Torre de La Merced, giratoria y blindada, con dos cañones Armstrong de 300 libras, y la batería Zepita, que hacía frente a la Mar Brava y disponía de dos cañones de 68 libras y cuatro largos cañones de 32 libras. Las tropas a órdenes del general EP Juan Buendía, se situaron en las Chacaritas y la caballería en Bellavista. La armada española compuesta de seis fragatas y la corbeta Vencedora, más algunos transportes, contaba en total con unos 300 cañones. A las 11 comenzaron a moverse los buques españoles, situándose unos al norte de la bahía y otros al sur. A las 12:15, la Numancia hizo los dos primeros disparos, los cuales fueron contestados por el fuerte Santa Rosa y enseguida se extendió el fuego a toda la línea, en tanto que de tierra las baterías no cesaban de responder; a las 12:25, la Numancia que ya había sido alcanzada por un proyectil que no le produjo averías, recibió otro, obligándola a virar para presentar los cañones de la banda opuesta, pero al hacer esta operación un proyectil del Loa y otro de los fuertes cayeron sobre ella, hiriendo los cascos y al almirante Méndez Núñez. Hubo que suspender el fuego por quince minutos y entretanto se llamó a la Almansa al mando de Sánchez Barcáiztegui para que dirigiera su fuego sobre las baterías del sur, que molestaban bastante. En esta primera hora de combate, uno de los Blackey del fuerte Santa Rosa se inutilizó, pero lo más importante fue que una bomba alcanzó a penetrar por una de las puertas y vino a explotar junto a unos paquetes de pólvora, lo que dio lugar a una formidable explosión, que destruyó la torre, dando muerte a sus defensores y entre ellos, al ministro José Gálvez. Por el norte, la Villa de Madrid, casi al comienzo de la lucha, recibió una granada de 300 libras que, abriéndole enorme brecha, le mató a 35 hombres e inutilizó los tubos de conducción del vapor, por lo cual hubo que pedir auxilio a la Vencedora, que a remolque la sacó fuera de la línea de fuego. Asimismo, la Almansa recibió otro proyectil de 300 libras que le mató 13 hombres e inflamó la pólvora de los guarda cartuchos, el incendio se propagó y la nave se vio obligada a retirarse aun cuando después de algún tiempo volvió a la pelea. En el norte, la Berenguela recibió un proyectil Blackey de 300 libras que la atravesó de parte a parte abriéndole una brecha de 5 metros cuadrados de área, por donde se precipitó el agua. Otro proyectil del mismo calibre penetró en el sollado e incendió la carbonera inmediata al pañol de pólvora y como el buque se inclinase por el lado de babor, no tuvo más remedio que retirarse. Sólo a las 17:00, cuando ya declinaba el sol, Méndez Nuñez dio la orden de suspender el fuego; a esa hora todavía los cañones del fuerte Santa Rosa disparaban sus tiros contra el adversario. Retirada de la escuadra española Los españoles contaron entre sus filas 43 muertos y 157 heridos y se retiraron a la isla San Lorenzo. El 10 de mayo de 1866, después de enterrar a sus muertos, curar a sus heridos y reparar sus navíos en la isla, los españoles dividieron su escuadrón. Una parte, la Numancia y cuatro de las fragatas de madera, las más dañadas, se dirigieron hacia las Filipinas mientras que el resto, es decir la Resolución, la Reina Blanca y la Almansa, bajo el mando de Méndez Nuñez navegaron hacia el Atlántico sur. Los daños sufridos, las bajas y la falta de equipo militar y personal hicieron desistir a Méndez Nuñez de atacar otros puertos peruanos –como previamente se lo había indicado su gobierno- y sugerir a sus superiores en Madrid no enviar una nueva expedición a aguas chilenas y peruanas. Sin embargo, anticipando una eventual reanudación de las hostilidades, el almirante distribuyó sus naves entre los puertos neutrales de Río de Janeiro y Montevideo, mientras aguardaba la posibilidad de refuerzos de Madrid. El 5 de mayo, tres días después del combate del Callao, frente a las costas de Uruguay, los blindados peruanos volvieron a capturar una nave española, el bergantín Manuel, que fue hundido por la Independencia después de evacuar a su tripulación. Posteriormente, el día 7 de mayo, el Huáscar apresó a la corbeta hispana Petite Victoria y la despachó como presa al Callao. El 25 de mayo mientras los blindados se acercaban al Estrecho de Magallanes a una velocidad de diez nudos, estuvieron a punto de encontrarse con la división española de Méndez Nuñez, que por precaución, a última hora, decidió utilizar el Cabo de Hornos. De lo contrario se hubiera producido un duelo naval de envergadura en aguas internacionales. Finalmente, tras cruzar el Estrecho de Magallanes, los blindados se unieron a la escuadra aliada en Valparaíso y se pusieron bajo las órdenes del almirante chileno Manuel Blanco Encalada, quien aún se desempeñaba como comandante en jefe de las fuerzas navales aliadas. Con estos refuerzos, el Perú y Chile decidieron renovar la lucha, pero esta vez en la ofensiva para castigar a los españoles por todos los daños infligidos a los puertos de ambos países. Los aliados estaban convencidos que los nuevos blindados iban a equilibrar el balance de fuerzas. Aquellas modernas naves fácilmente estaban en capacidad de poder atacar puertos en la Península Ibérica, incursionar en las colonias españolas o confrontar a la escuadra peninsular en el Pacífico. El gobierno de Chile sin embargo, favorecía una estrategia un poco más conservadora que contemplaba ejecutar un ataque masivo al debilitado escuadrón español en las costas sudamericanas del Atlántico. Los temores chilenos no resultaban tan infundados pues un tiempo después España despacharía al Atlántico a la fragata de hélice Gerona, la cual cerca de Madeira, capturaría al crucero chileno de 2000 toneladas de la clase Super Alabama, Tornado, que navegaba sin artillería desde Inglaterra hacia Chile bajo el nombre código Cantón. Para España la victoria fue suya, pues era una operación de castigo y no una invasión. Para Perú y Chile, ellos habían ganado, pues los buques españoles se habían retirado, cumpliéndose lo que dijera Mariano Ignacio Prado el día 1 de mayo en su arenga: «Mañana probaremos a nuestros enemigos, por tercera vez, que es invencible el pueblo que combate por su honra y libertad». General EP Mariano Ignacio Prado (1 de mayo de 1866, antes del combate del 2 de mayo de 1866.) Término de la Guerra En 1871, se firmó en Washington, un convenio de armisticio por tiempo indefinido entre España, Bolivia, Chile, Ecuador y Perú. España y Perú firmaron finalmente un tratado de paz y amistad en 1879, por el que se reconocía la independencia peruana y se establecían relaciones diplomáticas entre ambos países. También en 1879 se firmó el tratado de paz con Bolivia. La paz definitiva entre España y Chile se firmó en 1883, en Lima (Perú), durante la ocupación chilena durante la Guerra del Pacífico. Por último, la paz con Ecuador se firmó en 1885. Consecuencias de la guerra La guerra contra España significó para América del Sur y especialmente Perú, la consolidación de su independencia y la recuperación de las islas Chincha; para Chile, significó la pérdida de su flota mercante y de su hegemonía comercial en el Pacífico (con la destrucción de los Almacenes Fiscales de Valparaíso), aunque con el pasar de los años se recuperó gracias al resurgimiento de los puertos de Valparaíso y San Antonio. Reanimó el sentimiento de solidaridad y confianza de que permaneciendo unidos podían resistir cualquier propósito de conquista que hacia ellos tuvieran los países europeos. Para España solo supuso un malgasto de valiosos recursos navales. La idea de esta expedición era simplemente demostrar que España aún se podía contar entre las potencias europeas. Sin embargo tras un breve renacer patriotero, la guerra solo acentuó la incapacidad del gobierno de Isabel II. En ningún caso pretendía España reconquistar nada, por lo que la firma del tratado de paz y el reconocimiento de la independencia de Perú, no suponía ningún esfuerzo y, por otra parte, la flota española volvió relativamente intacta tras causar graves daños al enemigo. La incapacidad del gobierno español en política internacional que supuso esta guerra, movida solo por razones de prestigio ajenas a la mayoría del pueblo español, fue, entre otras causas, el desencadenante de la Revolución de 1868 en España”. Como verás, fue una guerra de baja intensidad, con muy pocos muertos (no llegan al centenar) y escasos daños pese a que duró ocho meses. Fue un enfrentamiento en el que no hubo ni vencedores ni vencidos pese a que ambos bandos, en especial el aliado, se adjudican la victoria. Vuelvo a repetirte, a mi entender el honor lo salvó Perú y, por supuesto, España, que combatió en desventaja. En Valparaíso, no ocurrió nada salvo que para salvar algunas naves mercantes, sus capitanes corrieron a izar banderas norteamericanas y británicas. Todo ese conjunto de hechos (aproximarse a un buque enarbolando una bandera neutral para abordarlo, dejar desguarnecida tu principal ciudad y puerto costero, recibir un ultimátum de 96 horas y no atinar a hacer nada, alejar la flota del que era evidente iba a ser el principal objetivo) es una actitud deshonrosa, al menos para una nación que se jacta de consignas como vencer o morir, ejército vencedor jamás vencido, por la razón o por la fuerza y “prusianos” de América. Te mando un abrazo. [/QUOTE]
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