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Las campañas de Napoleon
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<blockquote data-quote="Pavía" data-source="post: 853749" data-attributes="member: 10030"><p>Pavía desde su base operacional de Ciaño.</p><p></p><p>1.- PREPARANDO LA EXPEDICIÓN. </p><p></p><p>Después de la primera campaña de Italia Austria y Francia están en “paz” (ratificada por el acuerdo de Campoformio el 17 de Octubre de 1797. Pero la joven República sigue estando amenazada. Entre sus enemigos más activos se cuenta Inglaterra, parapeta tras las aguas del Canal defendido por los cañones de la Royal Navy, donde empieza a destacar sobremanera la figura de Horatio Nelson. Contra ella comienza a dirigirse la mente y la palabra del general Napoleón.</p><p>El gobierno Francés, por su parte, empieza a darse cuenta de otra cosa. La ascendente estrella de Bonaparte. Éste, en secreto a voces, desprecia a los dirigentes del Directorio. Lleva a cabo una inteligente campaña de propaganda popular, presentándose como “el que traerá la paz” a la ya hastiada Francia. Su popularidad es vista, con razón, como fuente de futuros y graves problemas por los dirigentes franceses, aunque cierto es que estos desconfían de todo el mundo en estos convulsos años.</p><p></p><p>Por otra parte cabe analizar el cambio en la mentalidad dirigente de los franceses. Tras la Revolución las primeras campañas habían sido meramente de supervivencia, pero a partir de 1.795 los objetivos solo pueden ser calificados como de “imperialistas”. Además, como el propio Napoleón hará notar, la guerra es prácticamente una cuestión de supervivencia para el Directorio, bajo la premisa de que un enemigo externo anula o mitiga los problemas internos.</p><p></p><p>De esta manera el Directorio acoge bien el plan napoleónico de atacar Egipto. Todo ello a pesar de que esto supone un claro menosprecio hacia los turcos, nominalmente dueños del Delta (en realidad los Mamelucos son totalmente autónomos), con los que se buscan buenas relaciones (de conseguirlo Rusia no podría levantarse en armas a la ligera contra Francia) A ello unimos el ansia colonial, más teniendo en cuenta la pérdida de colonias americanas e indias, y la posibilidad (remota pero real) de poner en jaque todo el sistema marítimo colonial de los británicos.</p><p>Los británicos observarán aterrados el despliegue francés en el Mediterráneo, y dándose cuenta de que podría llegar incluso a amenazar sus posesiones en la India, responderán echando mano de todos los recursos militares y políticos a su alcance. El ministro Pitt se mostrará inflexible en este tema.</p><p></p><p>Talleyrand, ministro de exteriores galo, será el que más haga a favor de la expedición. Aunque su razón para apoyarla era evitar las guerras en Europa, derivándolo todo a luchas colonias, además de alejar a Napoleón de la escena Europea. El dos de marzo Napoleón recibe órdenes de abandonar la zona del Canal (donde estaba haciendo preparativos para una posible incursión sobre Inglaterra, e iniciar los preparativos de la aventura africana. Las órdenes son tomar Malta, Egipto y desalojar a los ingleses del Medio Oriente, construir un canal en Suez, mejorar las condiciones de la población local (el componente revolucionario nunca se deja de lado), y mantener buenas relaciones con los otomanos (a los que Egipto debería de seguir pagando sus impuestos anuales). Además se le promete a Napoleón que al termino exitoso de la operación volverá al Canal de La Mancha para comandar la pospuesta invasión de Inglaterra.</p><p></p><p>De esta manera comienza los febriles preparativo. De la recién “tutelada Suiza” se retiran cerca de tres millones de francos en oro, a lo que se le une importantes “donaciones” conseguidas en Roma. Cinco puertos son puestos en estado de actividad como bases de salida de la operación:</p><p>• Tolón.</p><p>• Marsella.</p><p>• Génova.</p><p>• Ajaccio.</p><p>• Civita Vecchia.</p><p></p><p>El almirante Bruey con su escuadra recibe el encargo de aprestarse a la partida con “rumbo desconocido”.</p><p>21 demi-brigades (llegadas del norte de Italia, Roma, Córcega, Suiza y norte de Francia) son concentradas en los mencionados puertos. La mayoría de las unidades habían ya servido bajo el mando de Napoleón así como 20 de los 31 oficiales superiores. Aún así los generales de las divisiones eran casi desconocidos (D’Hilliers, Bon, Kléber, Desaix, Reynier.</p><p></p><p>Como apunte curioso, aunque con gran repercusión en el futuro, comentar la gran cantidad de civiles de la expedición, al menos 500, de los que casi 170 eran estudiosos, científicos de renombre. Serán ellos los que realmente pasarán a la posteridad de todos los que participaron en la expedición, ya que consigo traerán noticias del fabulosos Egipto, creándose con el tiempo una ciencia propia: la Egiptología. La fascinación por Egipto no habría sido tal de no ser por ellos.</p><p></p><p>La partida, fijada para el 20 de abril, ha de retrasarse hasta el 19 de mayo ya que por poco se entra en guerra con Austria debido a un incidente ocurrido a Bernadotte en Viena (el carácter de este hombre, que llevaba tatuado en su cuerpo una leyenda que decía “Muera el Tirano”, le jugó una mala pasada en la formalista corte austriaca. Por cierto, curiosamente, terminaría sus días como rey de Suecia, no sé sabe a ciencia cierta si se quitaría entonces el tatuaje.</p><p></p><p>La expedición está en marcha. Pero ha de enfrentarse al Mediterráneo, donde Nelson aguarda.</p><p></p><p>Sin más se despide Pavia desde Asturias</p></blockquote><p></p>
[QUOTE="Pavía, post: 853749, member: 10030"] Pavía desde su base operacional de Ciaño. 1.- PREPARANDO LA EXPEDICIÓN. Después de la primera campaña de Italia Austria y Francia están en “paz” (ratificada por el acuerdo de Campoformio el 17 de Octubre de 1797. Pero la joven República sigue estando amenazada. Entre sus enemigos más activos se cuenta Inglaterra, parapeta tras las aguas del Canal defendido por los cañones de la Royal Navy, donde empieza a destacar sobremanera la figura de Horatio Nelson. Contra ella comienza a dirigirse la mente y la palabra del general Napoleón. El gobierno Francés, por su parte, empieza a darse cuenta de otra cosa. La ascendente estrella de Bonaparte. Éste, en secreto a voces, desprecia a los dirigentes del Directorio. Lleva a cabo una inteligente campaña de propaganda popular, presentándose como “el que traerá la paz” a la ya hastiada Francia. Su popularidad es vista, con razón, como fuente de futuros y graves problemas por los dirigentes franceses, aunque cierto es que estos desconfían de todo el mundo en estos convulsos años. Por otra parte cabe analizar el cambio en la mentalidad dirigente de los franceses. Tras la Revolución las primeras campañas habían sido meramente de supervivencia, pero a partir de 1.795 los objetivos solo pueden ser calificados como de “imperialistas”. Además, como el propio Napoleón hará notar, la guerra es prácticamente una cuestión de supervivencia para el Directorio, bajo la premisa de que un enemigo externo anula o mitiga los problemas internos. De esta manera el Directorio acoge bien el plan napoleónico de atacar Egipto. Todo ello a pesar de que esto supone un claro menosprecio hacia los turcos, nominalmente dueños del Delta (en realidad los Mamelucos son totalmente autónomos), con los que se buscan buenas relaciones (de conseguirlo Rusia no podría levantarse en armas a la ligera contra Francia) A ello unimos el ansia colonial, más teniendo en cuenta la pérdida de colonias americanas e indias, y la posibilidad (remota pero real) de poner en jaque todo el sistema marítimo colonial de los británicos. Los británicos observarán aterrados el despliegue francés en el Mediterráneo, y dándose cuenta de que podría llegar incluso a amenazar sus posesiones en la India, responderán echando mano de todos los recursos militares y políticos a su alcance. El ministro Pitt se mostrará inflexible en este tema. Talleyrand, ministro de exteriores galo, será el que más haga a favor de la expedición. Aunque su razón para apoyarla era evitar las guerras en Europa, derivándolo todo a luchas colonias, además de alejar a Napoleón de la escena Europea. El dos de marzo Napoleón recibe órdenes de abandonar la zona del Canal (donde estaba haciendo preparativos para una posible incursión sobre Inglaterra, e iniciar los preparativos de la aventura africana. Las órdenes son tomar Malta, Egipto y desalojar a los ingleses del Medio Oriente, construir un canal en Suez, mejorar las condiciones de la población local (el componente revolucionario nunca se deja de lado), y mantener buenas relaciones con los otomanos (a los que Egipto debería de seguir pagando sus impuestos anuales). Además se le promete a Napoleón que al termino exitoso de la operación volverá al Canal de La Mancha para comandar la pospuesta invasión de Inglaterra. De esta manera comienza los febriles preparativo. De la recién “tutelada Suiza” se retiran cerca de tres millones de francos en oro, a lo que se le une importantes “donaciones” conseguidas en Roma. Cinco puertos son puestos en estado de actividad como bases de salida de la operación: • Tolón. • Marsella. • Génova. • Ajaccio. • Civita Vecchia. El almirante Bruey con su escuadra recibe el encargo de aprestarse a la partida con “rumbo desconocido”. 21 demi-brigades (llegadas del norte de Italia, Roma, Córcega, Suiza y norte de Francia) son concentradas en los mencionados puertos. La mayoría de las unidades habían ya servido bajo el mando de Napoleón así como 20 de los 31 oficiales superiores. Aún así los generales de las divisiones eran casi desconocidos (D’Hilliers, Bon, Kléber, Desaix, Reynier. Como apunte curioso, aunque con gran repercusión en el futuro, comentar la gran cantidad de civiles de la expedición, al menos 500, de los que casi 170 eran estudiosos, científicos de renombre. Serán ellos los que realmente pasarán a la posteridad de todos los que participaron en la expedición, ya que consigo traerán noticias del fabulosos Egipto, creándose con el tiempo una ciencia propia: la Egiptología. La fascinación por Egipto no habría sido tal de no ser por ellos. La partida, fijada para el 20 de abril, ha de retrasarse hasta el 19 de mayo ya que por poco se entra en guerra con Austria debido a un incidente ocurrido a Bernadotte en Viena (el carácter de este hombre, que llevaba tatuado en su cuerpo una leyenda que decía “Muera el Tirano”, le jugó una mala pasada en la formalista corte austriaca. Por cierto, curiosamente, terminaría sus días como rey de Suecia, no sé sabe a ciencia cierta si se quitaría entonces el tatuaje. La expedición está en marcha. Pero ha de enfrentarse al Mediterráneo, donde Nelson aguarda. Sin más se despide Pavia desde Asturias [/QUOTE]
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