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Area Militar General
Malvinas 1982
Las verdaderas bajas inglesas
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<blockquote data-quote="El Tordillo" data-source="post: 64817" data-attributes="member: 3331"><p>En ningún momento dije que los soldados argentinos estuvieron recogiendo a los británicos muertos en Pradera del Ganso (Goose Green). Dije que cuando Díaz fue con otros grupos a recoger cadáveres de sus compañeros observaron cadáveres de soldados ingleses y él, hasta asegura que todos sus compañeros pueden atestiguar sobre las bajas inglesas.</p><p></p><p>Por ejemplo, Díaz comentó que cuando lo enviaron a recoger a sus compañeros muertos, observó 5 cadáveres británicos que mató el teniente Bustillo con una granada STRIM antitanque, los británicos no habían retirado a todos sus muertos.</p><p></p><p></p><p><strong>El libro es: "Con Dios en el Alma y un Halcón en el corazón" del comodoro Carballo</strong></p><p></p><p>Sifón lo nombra a Díaz en el siguiente capítulo:</p><p></p><p><strong>CAPITULO LXX</strong></p><p><strong></strong></p><p><strong>SOLDADOS AERONÁUTICOS</strong></p><p></p><p><strong>Este capítulo es un homenaje a nuestros soldados, que,</strong></p><p><strong>repitiendo la hazaña del Tambor de Tacuarí, bajo la</strong></p><p><strong>protección de la Virgen, la sombra de la bandera con los</strong></p><p><strong>colores de su manto, y con su valor, protegieron nuestros</strong></p><p><strong>aeropuertos de campaña en Malvinas, quedando cinco de ellos</strong></p><p><strong>con honor y sin miedo, pues sólo el ateo teme a la muerte, ya</strong></p><p><strong>que lo único que posee, es esta vida material y terrenal.</strong></p><p></p><p>Relata: Capitán Sifon.</p><p></p><p>Nuestros soldados, los que me acompañaron a Malvinas supieron luchar con honor, volver con la frente alta y a su regreso, en la Escuela de Aviación Militar, antes de irse de baja, dejaron un documento firmado por todos ellos, en el que solicitaban ser enrolados nuevamente si la Nación los requiriese otra vez en defensa de su soberanía.</p><p>Allí quedó, para ejemplo de los débiles y prueba de los descreídos.</p><p>Era Semana Santa, llegó la orden, partimos. No sabíamos porque nos mandaban, pero sí porque lucharíamos.</p><p>En Comodoro Rivadavia nos esperaba el Comodoro Pedrozo, quien nos informó que protegeríamos una base de aviones Pucará.</p><p>El 13 de abril, a las 02:00 de la mañana, salimos hacia Malvinas en dos C-130 Hércules.</p><p>A medida que nos acercábamos se fueron acallando las voces, para renacer próximos al aterrizaje.</p><p>En Puerto Argentino nos esperaba el Brigadier Castellano , hombre sano, recto y muy querido por nosotros.</p><p>De allí, a la Base Aérea Militar "Cóndor", en Darwin, transportados por helicópteros Chinook.</p><p>Llegamos, nos alojamos en una escuela que tenía varias aulas (30x35).</p><p>Los Tenientes Bustillo, Rosas, Serra y yo, éramos los jefes de Secciones.</p><p>Hacer posiciones, preparar la defensa; los picos se doblaban por la dureza del suelo.</p><p>Cada uno preparó su propia posición, incluso los Oficiales.</p><p>El estado de ánimo era óptimo.</p><p>Llegaron los Pucará, la munición, el combustible; la atmósfera cambió, ya no era un campamento de vacaciones.</p><p>Los nervios comenzaron a tensarse, una vaca y algunos gansos conocieron la puntería de nuestros soldados durante la noche. (Hay muchos de ellos y por eso el lugar se llama "Pradera del Ganso"),</p><p>En el primer ataque, tres de mis hombres fueron heridos y luego trasladados al continente. Con el Soldado "Negro" Báez salimos a buscar heridos. En su desesperación los cargaba él sólo.</p><p></p><p><span style="color: red">Recuerdo entre mis hombres al Soldado Juan Carlos Díaz, el cuál pese a tener un hermano gravemente enfermo, fue voluntario a pelear.</span></p><p><span style="color: red">Luego de que nos rendimos fue enviado por los ingleses a buscar cadáveres y me dijo que muchos de los ingleses muertos eran negros.</span></p><p></p><p>El 28 de mayo ellos venían a cuerpo descubierto, caminando, gritando, parecían drogados.</p><p>Su artillería, las fragatas y las ametralladoras tiraban por todos lados.</p><p>Sentí a alguien junto a mí, era Baez. Me dijo:</p><p>— Mi fusil no tira más.</p><p>Lo tomé; un impacto inglés había destrozado su mecanismo.</p><p>Mientras tiraba, él me llenaba los cargadores vacíos de la ametralladora.</p><p>Cuando volvimos después de que terminó todo, nadie lo esperaba; se puso a llorar y me dijo:</p><p>— Señor, ¿y ahora a dónde me voy?</p><p>— A mi casa.</p><p>— No, voy a tratar de ir a ver a mis padres.</p><p>Todos ellos eran leales, humildes, valientes. Cierto día el Teniente Bustillo estaba acorralado por un FAL con mira telescópica que lo tenía centrado.</p><p>— Salte que nosotros lo cubrimos.</p><p>Un cañonazo pegó en el refugio de los soldados Luna y Sevilla, matándolos con su onda expansiva, pues no presentaban ningún daño físico aparente.</p><p>Después atacaron los Harriers y el soldado Aguirre, que muchas veces había demostrado su extraordinario valor, comenzó a tirarles con su ametralladora, levantándose ebrio de coraje, agujereando la chapa del avión pirata, aunque una bala pagó con una heroica muerte su valor.</p><p>El 4 de mayo, durante la noche, cambiamos de posición los cañones, que durante el día había captado el satélite "yanqui"; por lo que entraron muy confiados.</p><p>El Primer Harrier salió humeando y el segundo fue alcanzado por la artillería y la ametralladora del soldado Viano, que en el mismo campo de batalla fue ascendido a Dragoneante por el Comodoro Pedrozo.</p><p>Los restos encendidos del avión, en su carrera de muerte, hirieron y quemaron a tres soldados, uno de ellos de apellido Miranda, que se quemó las manos y las piernas. El "Negro" Baez, para variar en primera línea, tuvo quemaduras en las manús. (Tenía una extensa colección de cuentos</p><p>con los que nos divertía a todos).</p><p>Las guardias nocturnas eran durísimas para ellos, pero nunca se quejaban.</p><p>Algunos pasaban la noche bajo las alas de los aviones, previniendo de algún ataque como el de la Isla Borbon, de la Marina.</p><p>La disciplina era mantenida por ellos mismos que enderezaban al que quería torcerse.</p><p><strong>El 28 de mayo me llamó el Teniente Bustillo y me dijo que un comando inglés estaba próximo a un Pucará tirando con una "MAG" y le dije que les tiraran una granada STRIM antitanque, allí, bajo el ala criolla, quedaron para siempre.</strong></p><p>En las noches oscuras, nos atábamos un hilo a un dedo para comunicarnos sin hablar.</p><p>El Soldado Luna podría no haber ido perfectamente por ser casado, pero fue sin dudar.</p><p>Cierto día el Cabo 1° Agüero, que llevaba la comida en un Land Rover (Jeep) a la primera línea, fue atacado por un Harrier que atravesó el techo y el vidrio del vehículo sin herirlo.</p><p>Durante el ataque final, el soldado del Ejército, Abal, me preguntó:</p><p>— Señor, ¿qué hacemos ahora?</p><p>— Rezar, tirar y si es necesario morir.</p><p>— Gracias Señor, ya estoy listo para lo que venga.</p><p>Con nosotros combatieron Gómez, Centurión, Reyes, Esteban, Estévez, etc.. . Señores Oficiales del Ejército Argentino, que fueron dignos del General San Martín.</p><p>Entre los nuestros, el Mayor Zaporta movió a una sección bajo el fuego enemigo mientras la fragata giraba para tirar con los cañones del otro lado, salvándoles seguramente la vida. El Soldado Coronel me pidió ir a la retaguardia, pues no deseaba combatir. Lo mandé a la cocina. El 4 de mayo, cuando ascendieron a su camarada, vino y me rogó:</p><p>-- Señor, le pido por favor ir a la primera línea de combate.</p><p>¡Qué pasta, qué madera, qué sangre la de estos Soldados criollos!</p><p>Y así volvieron llenos de gloria, con el deseo de servir nuevamente a la bandera.</p><p>Allí, en nuestra querida Escuela de Aviación Militar quedó ese documento con sus firmas, aunque muchos hagan aparecer ante el mundo y el consumo interno, como niños a nuestros criollos.</p><p>Junto a ellos, los bravos Soldados de la Compañía C del Regimiento 25 del Ejército Argentino.</p><p>Más allá, en las alturas, los Soldados de la Infantería de Marina, del BIM 5.</p><p>Con San Martín, con Güemes, con Belgrano, con Necochea, pelearon con coraje, casi niños y hasta mujeres.</p><p>Nuestros soldados en Malvinas ¡no podían ser menos......!</p><p></p><p></p><p></p><p>Saludos!</p></blockquote><p></p>
[QUOTE="El Tordillo, post: 64817, member: 3331"] En ningún momento dije que los soldados argentinos estuvieron recogiendo a los británicos muertos en Pradera del Ganso (Goose Green). Dije que cuando Díaz fue con otros grupos a recoger cadáveres de sus compañeros observaron cadáveres de soldados ingleses y él, hasta asegura que todos sus compañeros pueden atestiguar sobre las bajas inglesas. Por ejemplo, Díaz comentó que cuando lo enviaron a recoger a sus compañeros muertos, observó 5 cadáveres británicos que mató el teniente Bustillo con una granada STRIM antitanque, los británicos no habían retirado a todos sus muertos. [B]El libro es: "Con Dios en el Alma y un Halcón en el corazón" del comodoro Carballo[/B] Sifón lo nombra a Díaz en el siguiente capítulo: [b]CAPITULO LXX SOLDADOS AERONÁUTICOS[/b] [b]Este capítulo es un homenaje a nuestros soldados, que, repitiendo la hazaña del Tambor de Tacuarí, bajo la protección de la Virgen, la sombra de la bandera con los colores de su manto, y con su valor, protegieron nuestros aeropuertos de campaña en Malvinas, quedando cinco de ellos con honor y sin miedo, pues sólo el ateo teme a la muerte, ya que lo único que posee, es esta vida material y terrenal.[/b] Relata: Capitán Sifon. Nuestros soldados, los que me acompañaron a Malvinas supieron luchar con honor, volver con la frente alta y a su regreso, en la Escuela de Aviación Militar, antes de irse de baja, dejaron un documento firmado por todos ellos, en el que solicitaban ser enrolados nuevamente si la Nación los requiriese otra vez en defensa de su soberanía. Allí quedó, para ejemplo de los débiles y prueba de los descreídos. Era Semana Santa, llegó la orden, partimos. No sabíamos porque nos mandaban, pero sí porque lucharíamos. En Comodoro Rivadavia nos esperaba el Comodoro Pedrozo, quien nos informó que protegeríamos una base de aviones Pucará. El 13 de abril, a las 02:00 de la mañana, salimos hacia Malvinas en dos C-130 Hércules. A medida que nos acercábamos se fueron acallando las voces, para renacer próximos al aterrizaje. En Puerto Argentino nos esperaba el Brigadier Castellano , hombre sano, recto y muy querido por nosotros. De allí, a la Base Aérea Militar "Cóndor", en Darwin, transportados por helicópteros Chinook. Llegamos, nos alojamos en una escuela que tenía varias aulas (30x35). Los Tenientes Bustillo, Rosas, Serra y yo, éramos los jefes de Secciones. Hacer posiciones, preparar la defensa; los picos se doblaban por la dureza del suelo. Cada uno preparó su propia posición, incluso los Oficiales. El estado de ánimo era óptimo. Llegaron los Pucará, la munición, el combustible; la atmósfera cambió, ya no era un campamento de vacaciones. Los nervios comenzaron a tensarse, una vaca y algunos gansos conocieron la puntería de nuestros soldados durante la noche. (Hay muchos de ellos y por eso el lugar se llama "Pradera del Ganso"), En el primer ataque, tres de mis hombres fueron heridos y luego trasladados al continente. Con el Soldado "Negro" Báez salimos a buscar heridos. En su desesperación los cargaba él sólo. [color=red]Recuerdo entre mis hombres al Soldado Juan Carlos Díaz, el cuál pese a tener un hermano gravemente enfermo, fue voluntario a pelear. Luego de que nos rendimos fue enviado por los ingleses a buscar cadáveres y me dijo que muchos de los ingleses muertos eran negros.[/color] El 28 de mayo ellos venían a cuerpo descubierto, caminando, gritando, parecían drogados. Su artillería, las fragatas y las ametralladoras tiraban por todos lados. Sentí a alguien junto a mí, era Baez. Me dijo: — Mi fusil no tira más. Lo tomé; un impacto inglés había destrozado su mecanismo. Mientras tiraba, él me llenaba los cargadores vacíos de la ametralladora. Cuando volvimos después de que terminó todo, nadie lo esperaba; se puso a llorar y me dijo: — Señor, ¿y ahora a dónde me voy? — A mi casa. — No, voy a tratar de ir a ver a mis padres. Todos ellos eran leales, humildes, valientes. Cierto día el Teniente Bustillo estaba acorralado por un FAL con mira telescópica que lo tenía centrado. — Salte que nosotros lo cubrimos. Un cañonazo pegó en el refugio de los soldados Luna y Sevilla, matándolos con su onda expansiva, pues no presentaban ningún daño físico aparente. Después atacaron los Harriers y el soldado Aguirre, que muchas veces había demostrado su extraordinario valor, comenzó a tirarles con su ametralladora, levantándose ebrio de coraje, agujereando la chapa del avión pirata, aunque una bala pagó con una heroica muerte su valor. El 4 de mayo, durante la noche, cambiamos de posición los cañones, que durante el día había captado el satélite "yanqui"; por lo que entraron muy confiados. El Primer Harrier salió humeando y el segundo fue alcanzado por la artillería y la ametralladora del soldado Viano, que en el mismo campo de batalla fue ascendido a Dragoneante por el Comodoro Pedrozo. Los restos encendidos del avión, en su carrera de muerte, hirieron y quemaron a tres soldados, uno de ellos de apellido Miranda, que se quemó las manos y las piernas. El "Negro" Baez, para variar en primera línea, tuvo quemaduras en las manús. (Tenía una extensa colección de cuentos con los que nos divertía a todos). Las guardias nocturnas eran durísimas para ellos, pero nunca se quejaban. Algunos pasaban la noche bajo las alas de los aviones, previniendo de algún ataque como el de la Isla Borbon, de la Marina. La disciplina era mantenida por ellos mismos que enderezaban al que quería torcerse. [B]El 28 de mayo me llamó el Teniente Bustillo y me dijo que un comando inglés estaba próximo a un Pucará tirando con una "MAG" y le dije que les tiraran una granada STRIM antitanque, allí, bajo el ala criolla, quedaron para siempre.[/B] En las noches oscuras, nos atábamos un hilo a un dedo para comunicarnos sin hablar. El Soldado Luna podría no haber ido perfectamente por ser casado, pero fue sin dudar. Cierto día el Cabo 1° Agüero, que llevaba la comida en un Land Rover (Jeep) a la primera línea, fue atacado por un Harrier que atravesó el techo y el vidrio del vehículo sin herirlo. Durante el ataque final, el soldado del Ejército, Abal, me preguntó: — Señor, ¿qué hacemos ahora? — Rezar, tirar y si es necesario morir. — Gracias Señor, ya estoy listo para lo que venga. Con nosotros combatieron Gómez, Centurión, Reyes, Esteban, Estévez, etc.. . Señores Oficiales del Ejército Argentino, que fueron dignos del General San Martín. Entre los nuestros, el Mayor Zaporta movió a una sección bajo el fuego enemigo mientras la fragata giraba para tirar con los cañones del otro lado, salvándoles seguramente la vida. El Soldado Coronel me pidió ir a la retaguardia, pues no deseaba combatir. Lo mandé a la cocina. El 4 de mayo, cuando ascendieron a su camarada, vino y me rogó: -- Señor, le pido por favor ir a la primera línea de combate. ¡Qué pasta, qué madera, qué sangre la de estos Soldados criollos! Y así volvieron llenos de gloria, con el deseo de servir nuevamente a la bandera. Allí, en nuestra querida Escuela de Aviación Militar quedó ese documento con sus firmas, aunque muchos hagan aparecer ante el mundo y el consumo interno, como niños a nuestros criollos. Junto a ellos, los bravos Soldados de la Compañía C del Regimiento 25 del Ejército Argentino. Más allá, en las alturas, los Soldados de la Infantería de Marina, del BIM 5. Con San Martín, con Güemes, con Belgrano, con Necochea, pelearon con coraje, casi niños y hasta mujeres. Nuestros soldados en Malvinas ¡no podían ser menos......! Saludos! [/QUOTE]
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