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Area Militar General
Malvinas 1982
Libros sobre el conflicto de MLV
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<blockquote data-quote="fanatikorn" data-source="post: 1125350" data-attributes="member: 13544"><p>Esto salió hoy en clarin.com sobre el informe Rattenbach:</p><p><span style="font-size: 18px"><strong><p style="text-align: left"><span style="font-family: 'Georgia'"><span style="color: #2f2f2f"><span style="font-size: 36px">Rattenbach: El informe que nos mostró los absurdos de la guerra</span></span></span></p><p></strong></span></p><p><span style="font-size: 12px"><strong><p style="text-align: left"><span style="font-family: 'arial'"><span style="color: #3c3c3c"><span style="font-size: 10px">POR <em><span style="color: #004a71"><a href="mailto:csavoia@clarin.com; gyoung@clarin.com"><span style="color: #004a71">CLAUDIO SAVOIA; GERARDO YOUNG</span></a></span></em></span></span></span></p><p></strong></span></p><p>La Presidenta anunció su difusión. Pero el Informe que investigó los horrores de la “aventura trágica” ya era conocido. Sus principales aportes. Y la historia del general antiperonista que lo hizo.</p><p><span style="font-size: 11px">12/02/12 - 01:29</span></p><p><span style="font-size: 15px">Fue un raro, único ejercicio de autocrítica que los jerarcas de la dictadura militar jamás habían imaginado regalar. Pero el latigazo y la vergüenza de la guerra perdida en las Malvinas alumbraron novedades como ésa: mientras convocaba a los líderes políticos para iniciar las gestiones de la apertura democrática, el general Reynaldo Bignone anunciaba la creación de una comisión “independiente” que debería investigar y explicar por qué, para qué y cómo Argentina había sido envuelta en la batalla. Casi tres décadas después, la Presidenta anunció dos veces la difusión de ese trabajo “secreto”, cuyas estremecedoras conclusiones en verdad ya fueron publicadas varias veces. Aun sin ese halo de misterio, aquellas viejas páginas todavía guardan información valiosa, varias lecciones que siguen vigentes y algunas sorpresas.</span></p><p><span style="font-size: 15px">La “Comisión de Análisis y Evaluación de las responsabilidades en el conflicto del Atlántico Sur” fue creada a través de un decreto secreto firmado por la Junta Militar el 2 de diciembre de 1982, para que “reúna los elementos de juicio, analice y asesore a la Junta” en su “intención” de juzgar la acción política y estratégico militar de la guerra. La integraron seis oficiales superiores retirados, dos en representación de cada Fuerza: el teniente general retirado Benjamín Rattenbach y el general de división Tomás Sánchez de Bustamante; el almirante Alberto Pedro Vago y el vicealmirante Jorge Boffi; el brigadier general Carlos Alberto Rey y el brigadier mayor Francisco Cabrera. Para hacer su tarea, se les dio la facultad de solicitar informes, documentos y antecedentes a cualquier organismo público, a personas y empresas públicas o privadas. También podían tomarles declaraciones testimoniales a quienes quisieran.</span></p><p><span style="font-size: 15px">¿El objetivo? Ofrecer a la Junta una “opinión fundada” sobre el desempeño de los conductores de la guerra, y sobre “las responsabilidades de cualquier persona, sean de carácter penal, disciplinario y del honor que surjan de lo actuado y que a su juicio deban ser investigadas y juzgadas por la jurisdicción común o militar respectiva, en la forma que legal y reglamentariamente corresponda”. En otras palabras: los frutos de la comisión no eran esperados sólo para alimentar los libros de historia.</span></p><p><span style="font-size: 15px">El mejor símbolo de que la Comisión presidida por el viejo general antiperonista Rattenbach funcionaría como una especie de bisagra entre la dictadura y la Constitución, fue que sus integrantes sesionaban en el Congreso nacional. Durante diez meses, allí escucharon testimonios y confesiones increíbles, recogieron y clasificaron documentos y papeles dispersos en decenas de oficinas y domicilios; reconstruyeron el proceso bélico que con desprecio calificaron como una “aventura militar”. El informe completo consta de diecisiete tomos, de los cuales uno corresponde al cuerpo principal, diez a los anexos, cinco a las transcripciones de las declaraciones y uno a las actas. El cuerpo principal –condensado en este informe de Clarín– está estructurado en cinco partes: Introducción; Antecedentes del conflicto; Evaluación y análisis crítico; Determinación de las responsabilidades; y Experiencias y enseñanzas.</span></p><p><span style="font-size: 15px">Con precisión cartesiana, el texto desbroza la jungla de fantasías, caprichos, apetitos personales y torpezas que sembraron el camino hacia la derrota. El lenguaje es duro, impiadoso: “Si los mandos de la Nación no apreciaron correctamente las posibilidades del país ni previeron las consecuencias ulteriores, de muy poco han servido el entusiasmo nacional, el sacrificio de los hombres que yacen en las Islas y en el fondo del mar, y el coraje de los que supieron empuñar honrosamente las armas”, comienza.</span></p><p><span style="font-size: 15px">Luego se enumeran los antecedentes geoestratégicos e históricos bajo los cuales se intentó justificar el desembarco en las islas y la posterior guerra, las negociaciones diplomáticas llevadas a cabo hasta el 2 de abril de 1982 para recuperar las islas; <strong><u>los contactos bilaterales entre la dictadura argentina y el gobierno conservador de Margaret Thatcher en 1979, 1980 y 1981 –en los cuales se habían llegado a explorar posibles fórmulas de transferencia de la soberanía de las islas a la Argentina, con un inmediato “arriendo” al Reino Unido por 99 años y un gradual paso de ciudadanía y competencias a nuestro país</u></strong>–; el enfriamiento de esas negociaciones y el posterior endurecimiento de la postura argentina tras la llegada al poder de Leopoldo Galtieri en diciembre de 1981; los cuantiosos y graves yerros e improvisaciones diplomáticas previos al desembarco del 2 de abril –por ejemplo, el informe dice que no se tuvo en cuenta el rechazo de muchos países hacia el gobierno argentino por la cuestión de los derechos humanos–; la saga de superposiciones, ocultamientos y confusiones desplegadas por los militares en la planificación del desembarco; los primeros signos de incompetencia profesional evidenciados en los documentos de trabajo previos al 2 de abril, que no serían más que eso: los primeros.</span></p><p><span style="font-size: 15px">Así nos enteramos de que el último documento de planificación bélica se redactó el 4 de abril, que “la emotiva reacción popular le hizo sentir al Gobierno nacional un fuerte respaldo a sus acciones, lo cual indujo a que el Presidente (Galtieri) hiciera pública manifestaciones de compromiso con el pueblo que a la postre significaron la pérdida del margen de negociación de que se disponía inicialmente, y que era el objetivo expresado de ocupar para negociar”. Así también confirmamos que nadie en el gobierno consideraba siquiera posible lo que era evidente –que Gran Bretaña enviaría tropas para reconquistar las islas, lavar su honor y galvanizar a una opinión pública jaqueada por el desempleo y el ajuste–, y que la falta de previsiones para enfrentar una respuesta militar “aceleró una carrera de improvisaciones para articular la estrategia defensiva”. Y así también nos desesperamos ante los detalles sobre la falta de voluntad de la dictadura para negociar la paz, mientras que el “júbilo popular” afectaba “el discernimiento de los responsables”, que a veces dejaban pasar días sin reunirse mientras las bombas caían sobre los soldados.</span></p><p><span style="font-size: 15px">La secuencia de las negociaciones relatadas muestra cómo se encogía el margen de maniobra argentino: primero se reclamaba la soberanía de las islas; luego se consideraba un gobierno conjunto de varios países –incluidos Argentina y Gran Bretaña–; más adelante ya se discutían los términos del cese del fuego y el retiro de tropas mientras se cedía la administración de las islas a la ONU. Al final sólo se evaluaba la oferta de retirar las tropas, reponer el gobierno británico y consultar a los isleños sobre su futuro soberano.</span></p><p><span style="font-size: 15px"><strong><u>En la “evaluación y análisis crítico” se despedazan uno por uno los errores de cada comandante en jefe (falta de coordinación de las fuerzas;<u><span style="color: #ff0000"> mala selección de las unidades enviadas al frente y pésimo despliegue; horrendo adiestramiento; armamento inadecuado y fallido</span></u>, entre otros). También los errores del gobernador militar Mario Benjamín Menéndez (comando ineficaz, desconocimiento de la verdadera situación táctica, física y moral de las tropas, indecisión para atacar cuando era posible) y de otro puñado de jefes.</u></strong></span></p><p><span style="font-size: 15px"><strong><u><u><span style="color: #ff0000">Entre lo malo, lo peor: pésima logística en el transporte de tropas, armas, equipos, alimentos y abrigos.</span></u> Punto. También son constantes en el informe las referencias a la falta de presencia de varios jefes en el frente de batalla; mucho teléfono y poco barro. O como decía Perón: timidez para el coraje.</u></strong></span></p><p><span style="font-size: 15px">Algunas apreciaciones son menos conocidas y aún hoy podrían decir algo: no hubo un decreto que obligara a las empresas públicas y privadas a satisfacer de inmediato las necesidades de la guerra; se notó la falencia de organización territorial y la carencia de infraestructura ferroviaria y vial. Otra curiosidad del informe es la importancia que le da al “relato” de la guerra en los medios, piezas clave para la “Acción Psicológica”. Hubo “ineficiente control de la información”, y un “ambiente excesivamente permisivo”, que permitió “desbordes periodísticos con efectos triunfalistas multiplicadores en el público”. Se achaca al Estado Mayor Conjunto “no agotar las medidas para investigar el comercio de información que fuera denunciado” y se señala la necesidad de investigar las posibles irregularidades relacionadas con el manejo mediático. El equipo de Rattenbach consigna que por los “criterios disímiles” de los informes de cada fuerza, no pudo saberse un dato clave: cuánto costó la guerra. ¿Hoy se sabe?</span></p><p><span style="font-size: 15px">El rosario de reconvenciones dirigidas a cada organismo de comando y a diecisiete personas en particular sirve para establecer responsabilidades políticas, penales y disciplinarias, por la existencia de negligencia, impericia o inobservancia de los reglamentos militares. A los comandantes de la Junta –también al entonces canciller Nicanor Costa Méndez– se le atribuyen “incumplimiento de los deberes del funcionario público”, y una paleta de sanciones contempladas en el Código de Justicia Militar, que van desde la destitución, la “reclusión” –hasta 25 años de cárcel– o “prisión mayor” –de dos a seis años– hasta la pena de muerte, planteada como posibilidad para Leopoldo Galtieri, el almirante Isaac Anaya y los coroneles Reposi y Mabrañaga (acusados de haberse plegado a una capitulación ordenada por otro militar cuando sus fuerzas aún contaban con medios de defensa).</span></p><p><span style="font-size: 15px">Para otros oficiales superiores se sugieren penas de hasta seis años por haberse rendido antes de tiempo, y al gobernador Menéndez lo acusan de media docena de delitos militares que no lo pintan como a un tipo idóneo y mucho menos valiente. Pero el caso que más polémica causó es el del represor Alfredo Astiz, quien rindió sus tropas asentadas en Puerto Leith (islas Georgias del Sur) “sin efectuar la debida resistencia”. A la Comisión le llama la atención que Astiz no haya sido sumariado por la Armada, como sí había ocurrido con el capitán de corbeta Luis Carlos Lagos, que se comportó igual en Grytviken, otro puerto de las Georgias. A ambos los había denunciado el mismo oficial, el capitán de navío César Trombetta. La protección del ex “Angel rubio” de la ESMA –símbolo de la represión ilegal y caso testigo para otros marinos– y su señalamiento por parte de Rattenbach sembró de sospechas de adulteración al texto del informe. Ahí siguen.</span></p><p><span style="font-size: 15px">La semana pasada, el martes, Cristina Kirchner alabó a los comisionados y reivindicó su trabajo. Seguramente lo habría leído con atención: <u><strong>“La República Argentina no posee oficialmente una política militar orgánica, cuyos fines y modos de acción claramente establecidos armonicen presupuestos, estructuras y estrategias entre las tres fuerzas armadas y entre éstas y el conjunto del quehacer político, económico y social del Estado nacional”, reza una de las “lecciones del conflicto”. ¿Otra? “El Servicio Exterior no acreditó el alto nivel de eficiencia profesional que exigía el conflicto. Esto reclama una mejor y más exigente capacitación y selección de los funcionarios”.</strong></u> Quizás le interese a los jóvenes de La Cámpora que hoy controlan el Instituto del Servicio Exterior.<strong><u><u><span style="color: #ff0000"> T</span></u></u></strong><span style="color: #ff0000"><u><strong><u><u><span style="color: #ff0000">a</span></u></u>mbién se aconseja “prestigiar y potenciar” al Estado Mayor Conjunto, y se denuncian la “falta de un desarrollo equilibrado y armónico del equipamiento de cada fuerza, y la carencia de una fuerza submarina adecuada, de una aviación modernizada y de fuerzas terrestres actualizadas profesionalmente.”</strong></u></span></span></p><p><span style="font-size: 15px">En el Congreso, antes de estrecharse las manos en una sobria despedida, los seis oficiales superiores firmaron diez ejemplares del informe para entregar a la Junta, los comandos de cada fuerza y llevarse a casa uno cada uno. Afuera, en la calle, la primavera traía las incipientes, tímidas, primeras brisas de la democracia.</span></p><p><span style="font-size: 15px">Creo que lo que resalté en rojo no es nada nuevo, pero me sorprende verlo.</span></p><p><span style="font-size: 15px">El enlace:</span></p><p><span style="font-size: 15px"><a href="http://www.clarin.com/zona/Rattenbach-informe-mostro-absurdos-guerra_0_644935685.html">http://www.clarin.com/zona/Rattenbach-informe-mostro-absurdos-guerra_0_644935685.html</a></span></p><p><span style="font-size: 15px">Si alguno de los moderadores cree que debe ir en otro tópico, por favor muevanlo, yo lo puse acá porque me pareció el tópico mas acorde.</span></p><p><span style="font-size: 15px">SLDS</span></p></blockquote><p></p>
[QUOTE="fanatikorn, post: 1125350, member: 13544"] Esto salió hoy en clarin.com sobre el informe Rattenbach: [SIZE=5][B][LEFT][FONT=Georgia][COLOR=#2f2f2f][SIZE=38px]Rattenbach: El informe que nos mostró los absurdos de la guerra[/SIZE][/COLOR][/FONT][/LEFT][/B][/SIZE] [SIZE=3][B][LEFT][FONT=arial][COLOR=#3c3c3c][SIZE=10px]POR [I][COLOR=#004a71][EMAIL='csavoia@clarin.com; gyoung@clarin.com'][COLOR=#004a71]CLAUDIO SAVOIA; GERARDO YOUNG[/COLOR][/EMAIL][/COLOR][/I][/SIZE][/COLOR][/FONT][/LEFT][/B][/SIZE] La Presidenta anunció su difusión. Pero el Informe que investigó los horrores de la “aventura trágica” ya era conocido. Sus principales aportes. Y la historia del general antiperonista que lo hizo. [SIZE=11px]12/02/12 - 01:29[/SIZE] [SIZE=15px]Fue un raro, único ejercicio de autocrítica que los jerarcas de la dictadura militar jamás habían imaginado regalar. Pero el latigazo y la vergüenza de la guerra perdida en las Malvinas alumbraron novedades como ésa: mientras convocaba a los líderes políticos para iniciar las gestiones de la apertura democrática, el general Reynaldo Bignone anunciaba la creación de una comisión “independiente” que debería investigar y explicar por qué, para qué y cómo Argentina había sido envuelta en la batalla. Casi tres décadas después, la Presidenta anunció dos veces la difusión de ese trabajo “secreto”, cuyas estremecedoras conclusiones en verdad ya fueron publicadas varias veces. Aun sin ese halo de misterio, aquellas viejas páginas todavía guardan información valiosa, varias lecciones que siguen vigentes y algunas sorpresas.[/SIZE] [SIZE=15px]La “Comisión de Análisis y Evaluación de las responsabilidades en el conflicto del Atlántico Sur” fue creada a través de un decreto secreto firmado por la Junta Militar el 2 de diciembre de 1982, para que “reúna los elementos de juicio, analice y asesore a la Junta” en su “intención” de juzgar la acción política y estratégico militar de la guerra. La integraron seis oficiales superiores retirados, dos en representación de cada Fuerza: el teniente general retirado Benjamín Rattenbach y el general de división Tomás Sánchez de Bustamante; el almirante Alberto Pedro Vago y el vicealmirante Jorge Boffi; el brigadier general Carlos Alberto Rey y el brigadier mayor Francisco Cabrera. Para hacer su tarea, se les dio la facultad de solicitar informes, documentos y antecedentes a cualquier organismo público, a personas y empresas públicas o privadas. También podían tomarles declaraciones testimoniales a quienes quisieran.[/SIZE] [SIZE=15px]¿El objetivo? Ofrecer a la Junta una “opinión fundada” sobre el desempeño de los conductores de la guerra, y sobre “las responsabilidades de cualquier persona, sean de carácter penal, disciplinario y del honor que surjan de lo actuado y que a su juicio deban ser investigadas y juzgadas por la jurisdicción común o militar respectiva, en la forma que legal y reglamentariamente corresponda”. En otras palabras: los frutos de la comisión no eran esperados sólo para alimentar los libros de historia.[/SIZE] [SIZE=15px]El mejor símbolo de que la Comisión presidida por el viejo general antiperonista Rattenbach funcionaría como una especie de bisagra entre la dictadura y la Constitución, fue que sus integrantes sesionaban en el Congreso nacional. Durante diez meses, allí escucharon testimonios y confesiones increíbles, recogieron y clasificaron documentos y papeles dispersos en decenas de oficinas y domicilios; reconstruyeron el proceso bélico que con desprecio calificaron como una “aventura militar”. El informe completo consta de diecisiete tomos, de los cuales uno corresponde al cuerpo principal, diez a los anexos, cinco a las transcripciones de las declaraciones y uno a las actas. El cuerpo principal –condensado en este informe de Clarín– está estructurado en cinco partes: Introducción; Antecedentes del conflicto; Evaluación y análisis crítico; Determinación de las responsabilidades; y Experiencias y enseñanzas.[/SIZE] [SIZE=15px]Con precisión cartesiana, el texto desbroza la jungla de fantasías, caprichos, apetitos personales y torpezas que sembraron el camino hacia la derrota. El lenguaje es duro, impiadoso: “Si los mandos de la Nación no apreciaron correctamente las posibilidades del país ni previeron las consecuencias ulteriores, de muy poco han servido el entusiasmo nacional, el sacrificio de los hombres que yacen en las Islas y en el fondo del mar, y el coraje de los que supieron empuñar honrosamente las armas”, comienza.[/SIZE] [SIZE=15px]Luego se enumeran los antecedentes geoestratégicos e históricos bajo los cuales se intentó justificar el desembarco en las islas y la posterior guerra, las negociaciones diplomáticas llevadas a cabo hasta el 2 de abril de 1982 para recuperar las islas; [B][U]los contactos bilaterales entre la dictadura argentina y el gobierno conservador de Margaret Thatcher en 1979, 1980 y 1981 –en los cuales se habían llegado a explorar posibles fórmulas de transferencia de la soberanía de las islas a la Argentina, con un inmediato “arriendo” al Reino Unido por 99 años y un gradual paso de ciudadanía y competencias a nuestro país[/U][/B]–; el enfriamiento de esas negociaciones y el posterior endurecimiento de la postura argentina tras la llegada al poder de Leopoldo Galtieri en diciembre de 1981; los cuantiosos y graves yerros e improvisaciones diplomáticas previos al desembarco del 2 de abril –por ejemplo, el informe dice que no se tuvo en cuenta el rechazo de muchos países hacia el gobierno argentino por la cuestión de los derechos humanos–; la saga de superposiciones, ocultamientos y confusiones desplegadas por los militares en la planificación del desembarco; los primeros signos de incompetencia profesional evidenciados en los documentos de trabajo previos al 2 de abril, que no serían más que eso: los primeros.[/SIZE] [SIZE=15px]Así nos enteramos de que el último documento de planificación bélica se redactó el 4 de abril, que “la emotiva reacción popular le hizo sentir al Gobierno nacional un fuerte respaldo a sus acciones, lo cual indujo a que el Presidente (Galtieri) hiciera pública manifestaciones de compromiso con el pueblo que a la postre significaron la pérdida del margen de negociación de que se disponía inicialmente, y que era el objetivo expresado de ocupar para negociar”. Así también confirmamos que nadie en el gobierno consideraba siquiera posible lo que era evidente –que Gran Bretaña enviaría tropas para reconquistar las islas, lavar su honor y galvanizar a una opinión pública jaqueada por el desempleo y el ajuste–, y que la falta de previsiones para enfrentar una respuesta militar “aceleró una carrera de improvisaciones para articular la estrategia defensiva”. Y así también nos desesperamos ante los detalles sobre la falta de voluntad de la dictadura para negociar la paz, mientras que el “júbilo popular” afectaba “el discernimiento de los responsables”, que a veces dejaban pasar días sin reunirse mientras las bombas caían sobre los soldados.[/SIZE] [SIZE=15px]La secuencia de las negociaciones relatadas muestra cómo se encogía el margen de maniobra argentino: primero se reclamaba la soberanía de las islas; luego se consideraba un gobierno conjunto de varios países –incluidos Argentina y Gran Bretaña–; más adelante ya se discutían los términos del cese del fuego y el retiro de tropas mientras se cedía la administración de las islas a la ONU. Al final sólo se evaluaba la oferta de retirar las tropas, reponer el gobierno británico y consultar a los isleños sobre su futuro soberano.[/SIZE] [SIZE=15px][B][U]En la “evaluación y análisis crítico” se despedazan uno por uno los errores de cada comandante en jefe (falta de coordinación de las fuerzas;[U][COLOR=#ff0000] mala selección de las unidades enviadas al frente y pésimo despliegue; horrendo adiestramiento; armamento inadecuado y fallido[/COLOR][/U], entre otros). También los errores del gobernador militar Mario Benjamín Menéndez (comando ineficaz, desconocimiento de la verdadera situación táctica, física y moral de las tropas, indecisión para atacar cuando era posible) y de otro puñado de jefes.[/U][/B][/SIZE] [SIZE=15px][B][U][U][COLOR=#ff0000]Entre lo malo, lo peor: pésima logística en el transporte de tropas, armas, equipos, alimentos y abrigos.[/COLOR][/U] Punto. También son constantes en el informe las referencias a la falta de presencia de varios jefes en el frente de batalla; mucho teléfono y poco barro. O como decía Perón: timidez para el coraje.[/U][/B][/SIZE] [SIZE=15px]Algunas apreciaciones son menos conocidas y aún hoy podrían decir algo: no hubo un decreto que obligara a las empresas públicas y privadas a satisfacer de inmediato las necesidades de la guerra; se notó la falencia de organización territorial y la carencia de infraestructura ferroviaria y vial. Otra curiosidad del informe es la importancia que le da al “relato” de la guerra en los medios, piezas clave para la “Acción Psicológica”. Hubo “ineficiente control de la información”, y un “ambiente excesivamente permisivo”, que permitió “desbordes periodísticos con efectos triunfalistas multiplicadores en el público”. Se achaca al Estado Mayor Conjunto “no agotar las medidas para investigar el comercio de información que fuera denunciado” y se señala la necesidad de investigar las posibles irregularidades relacionadas con el manejo mediático. El equipo de Rattenbach consigna que por los “criterios disímiles” de los informes de cada fuerza, no pudo saberse un dato clave: cuánto costó la guerra. ¿Hoy se sabe?[/SIZE] [SIZE=15px]El rosario de reconvenciones dirigidas a cada organismo de comando y a diecisiete personas en particular sirve para establecer responsabilidades políticas, penales y disciplinarias, por la existencia de negligencia, impericia o inobservancia de los reglamentos militares. A los comandantes de la Junta –también al entonces canciller Nicanor Costa Méndez– se le atribuyen “incumplimiento de los deberes del funcionario público”, y una paleta de sanciones contempladas en el Código de Justicia Militar, que van desde la destitución, la “reclusión” –hasta 25 años de cárcel– o “prisión mayor” –de dos a seis años– hasta la pena de muerte, planteada como posibilidad para Leopoldo Galtieri, el almirante Isaac Anaya y los coroneles Reposi y Mabrañaga (acusados de haberse plegado a una capitulación ordenada por otro militar cuando sus fuerzas aún contaban con medios de defensa).[/SIZE] [SIZE=15px]Para otros oficiales superiores se sugieren penas de hasta seis años por haberse rendido antes de tiempo, y al gobernador Menéndez lo acusan de media docena de delitos militares que no lo pintan como a un tipo idóneo y mucho menos valiente. Pero el caso que más polémica causó es el del represor Alfredo Astiz, quien rindió sus tropas asentadas en Puerto Leith (islas Georgias del Sur) “sin efectuar la debida resistencia”. A la Comisión le llama la atención que Astiz no haya sido sumariado por la Armada, como sí había ocurrido con el capitán de corbeta Luis Carlos Lagos, que se comportó igual en Grytviken, otro puerto de las Georgias. A ambos los había denunciado el mismo oficial, el capitán de navío César Trombetta. La protección del ex “Angel rubio” de la ESMA –símbolo de la represión ilegal y caso testigo para otros marinos– y su señalamiento por parte de Rattenbach sembró de sospechas de adulteración al texto del informe. Ahí siguen.[/SIZE] [SIZE=15px]La semana pasada, el martes, Cristina Kirchner alabó a los comisionados y reivindicó su trabajo. Seguramente lo habría leído con atención: [U][B]“La República Argentina no posee oficialmente una política militar orgánica, cuyos fines y modos de acción claramente establecidos armonicen presupuestos, estructuras y estrategias entre las tres fuerzas armadas y entre éstas y el conjunto del quehacer político, económico y social del Estado nacional”, reza una de las “lecciones del conflicto”. ¿Otra? “El Servicio Exterior no acreditó el alto nivel de eficiencia profesional que exigía el conflicto. Esto reclama una mejor y más exigente capacitación y selección de los funcionarios”.[/B][/U] Quizás le interese a los jóvenes de La Cámpora que hoy controlan el Instituto del Servicio Exterior.[B][U][U][COLOR=#ff0000] T[/COLOR][/U][/U][/B][COLOR=#ff0000][U][B][U][U][COLOR=#ff0000]a[/COLOR][/U][/U]mbién se aconseja “prestigiar y potenciar” al Estado Mayor Conjunto, y se denuncian la “falta de un desarrollo equilibrado y armónico del equipamiento de cada fuerza, y la carencia de una fuerza submarina adecuada, de una aviación modernizada y de fuerzas terrestres actualizadas profesionalmente.”[/B][/U][/COLOR][/SIZE] [SIZE=15px]En el Congreso, antes de estrecharse las manos en una sobria despedida, los seis oficiales superiores firmaron diez ejemplares del informe para entregar a la Junta, los comandos de cada fuerza y llevarse a casa uno cada uno. Afuera, en la calle, la primavera traía las incipientes, tímidas, primeras brisas de la democracia.[/SIZE] [SIZE=15px]Creo que lo que resalté en rojo no es nada nuevo, pero me sorprende verlo.[/SIZE] [SIZE=15px]El enlace:[/SIZE] [SIZE=15px][url]http://www.clarin.com/zona/Rattenbach-informe-mostro-absurdos-guerra_0_644935685.html[/url][/SIZE] [SIZE=15px]Si alguno de los moderadores cree que debe ir en otro tópico, por favor muevanlo, yo lo puse acá porque me pareció el tópico mas acorde.[/SIZE] [SIZE=15px]SLDS[/SIZE] [/QUOTE]
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