Un poco de historia
Allá por mediados del mes de Junio de 1998, el Lic. Jorge M. Domínguez, por entonces Ministro de Defensa, tuvo que regresar de su visita a Francia en forma repentina, dejando a su familia gritando los goles de la selección argentina de fútbol contra la jamaiquina que se medían en el campeonato mundial.
Las versiones, no negadas fehacientemente por el aún ministro, daban cuenta de que el viaje de la familia Domínguez había sido solventado por varias empresas francesas, entre las que se cuenta Thomson CSF, por ese entonces posible adjudicataria de la primera etapa del llamado Plan Nacional de Radarización. Las otras empresas que contribuyeron al esparcimiento de los allegados al ministro fueron Aérospatiale, Eurocopter y OFEMA (Oficina Francesa Exportadora de Material de Armamento); todas relacionadas a potenciales y reales operaciones de compra de la cartera de su responsabilidad.
Pocos días después los trascendidos del estrictamente secreto Ministerio de Defensa dejaban correr la información precisa sobre los primeros pasos de la demorada licitación, posicionando en último lugar a la francesa Thomson CSF, con menos del 80% de cumplimiento, detrás de la norteamericana Northrop Grumman, con 92,6% y la que hasta ese momento lideraba la puja, la italiana Alenia Difesa, con 94%.
Obviamente estos resultados no conformaban a la empresa francesa, y aunque lo niega Françoise Sebouroult, representante de Thomson CSF para América Latina, esto fue motivo para solicitar un nuevo estudio de las ofertas, lo que fue cumplido por Domínguez. Las posiciones se alteraron, quedando el ranking encabezado por Northrop Grumman (94%), seguido por Alenia Difesa (92,8%) y nuevamente última, Thomson CSF (81,7%).
Por esos días, el Presidente de la Nación se reunió con algunos empresarios, los más poderosos de Francia, en una humilde cena en el ala Mollien del primer piso del Museo del Louvre, con la compañía de la enigmática Gioconda de Leonardo da Vinci y el, no tan sonriente, titular de la infaltable Thomson CSF, lo que costó poco más de 20.000 dólares.
Sorpresivamente, una circular de Defensa a las empresas oferentes, indicaba que se dilatarían los plazos para tomar la decisión, cuando ya el malestar por la demora inicial era insostenible.
Seguidamente surgió una nueva exigencia: "Las plantas de fabricación y adecuación de los radares debían ser visitadas y revisadas por los especialistas del Ministerio de Defensa"... la respuesta fue la obvia en todos los casos; para Northrop Grumman y Alenia Difesa, esto configuraba un disparate, ya que hay cuestiones secretas sobre las que se debe mantener reserva, pero la respuesta de Thomson CSF fue más obvia aún: "Nos encantaría que vinieran los argentinos a visitar nuestras plantas"...
Afortunadamente este argumento fue descartado para tomar la decisión, ya que hubiera sido un detalle muy grosero, como para infuir en el resultado sin consecuencias hostiles de los más calificados.
Hasta ese momento, ya habían tomado cartas en el asunto, los especialistas de las empresas oferentes, no ya los técnicos en RADAR sino los especialistas en derecho penal; también intervino (il professore) Romano Prodi, Primer Ministro de Italia, quien llamó varias veces durante un fin de semana al presidente Menem, para exigirle transparencia en la licitación; el Juez Guillermo Rossi, a cargo del Juzgado de Primera Instancia en lo Contencioso Administrativo Federal N° 12, miembros de la Embajada de los Estados Unidos y también se deslizó la imagen de Rodolfo Barra, lobbista de la empresa SIEMENS a nivel local, la que iría asociada con Northrop Grumman.
Todo este viciado proceso, con una notable falta de respeto por la cosa pública y una evidente ignorancia de lo que es la prolijidad y la decencia, dio por resultado una invitación al Ministro Domínguez por parte de la Comisión de Defensa Nacional de la Cámara de Diputados, de la cual es miembro el Diputado Francos, y cuanto más ahondamos en la cuestión, más irregularidades encontramos. En las ofertas había fojas foliadas con el correspondiente sello, pero con algunas hojas en blanco sugestivamente no anuladas ni cruzadas con una línea como el sentido común indica, para evitar la picardía de añadir algo posteriormente y se denunció la falta de documentos como informes preliminares, que misteriosamente desaparecieron.
A partir de allí, y tras el aparente abandono de posibles fechorías, puesto que este entuerto era ya una cuestión pública, el proceso concluyó en una forma más parecida a la transparencia reclamada y bajo una mayor opinión técnica sobre las opiniones políticas, dando por resultado el otorgamiento de la licitación a la empresa Northrop Grumman