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Los actores extrarregionales en América Latina (I): China
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<blockquote data-quote="Shadow" data-source="post: 358364" data-attributes="member: 158"><p>Volviendo al tema energético, en realidad éste es bastante complicado y hay grandes dificultades para entender el peculiar impasse que, pese a la retórica, se está produciendo. Estas dificultades comienzan por la calidad de los crudos venezolanos, pesados o extrapesados, y concluyen en la enorme distancia que separa a ambos países, lo que implica una importante repercusión de los gastos del transporte sobre el coste total de los productos venezolanos importados por China, especialmente el petróleo. De momento, las principales refinerías para procesar el petróleo venezolano están en EEUU, más concretamente en el Golfo de México, de modo que el mercado norteamericano sigue siendo el principal destino de las exportaciones de crudo venezolano. Para poder alterar los flujos, haría falta contar con varias refinerías especializadas en procesar este tipo de crudo bien en China, bien en Venezuela.</p><p></p><p>Está también el problema del transporte y por el hecho de que Venezuela no tiene puertos en la costa del Pacífico. La ampliación del Canal de Panamá, que tanto interesa a China, podría ser una solución para el paso de los superpetroleros, pero incluso en ese caso, las enormes distancias que separan a los puertos venezolanos de los puertos chinos siguen haciendo más rentables en los mercados de la República Popular los crudos procedentes del Golfo Pérsico y los de Asia Central a los provenientes de Venezuela. Hay una opción que podría reducir los costes de transporte y es la construcción de un oleoducto a través de Colombia, para llegar a aguas del Pacífico, pero esto es algo que aún debe materializarse y llevarse a la práctica. Todos estos proyectos exigen fuertes inversiones, de muchos miles de millones de dólares, algo que de momento no se ha producido, y también mucho tiempo. Inversiones y tiempo son necesarios para que estos proyectos maduren y no es algo que precisamente le sobre al régimen bolivariano, que tiene en la inflación y en el desvío de las ganancias de PDVSA a otras actividades distintas a las reinversiones necesarias dos fuentes de potenciales conflictos.</p><p></p><p>Por último, hay otro factor que tampoco debería despreciarse. Mientras esté Chávez al frente del gobierno de su país, su presencia es más un obstáculo que un dinamizador de las relaciones bilaterales sino-venezolanas, y no sólo por el exótico toque de retórica tropical del presidente venezolano de reiterar una y otra vez su admiración por Mao Zedong. Sin él, probablemente, el ritmo de los negocios y la presencia china en el país probablemente sería mayor. Lo que hay que tener presente, de forma especial, es el objetivo del gobierno de Beijing de no provocar demasiadas resistencias en EEUU con su desembarco en América Latina, lo que significa que los chinos no quieren ver amenazadas sus posiciones y sus proyectos a largo plazo por apoyar a determinadas opciones políticas muy mal vistas por Washington.</p><p></p><p><strong>China, España y América Latina</strong></p><p></p><p>En los últimos años España se ha convertido en el principal actor extrarregional en América Latina, si consideramos a EEUU participando del mismo hemisferio que el resto de la región. Sin embargo, en el caso de que la presencia china siga progresando es posible que esa posición pueda ser claramente amenazada. Por eso habría que preguntarse si China realmente amenaza las posiciones de España y que deberían hacer al respecto las autoridades españolas. De momento, y en líneas generales, las posiciones españolas no se ven comprometidas por el creciente desembarco chino, lo que no excluye que el Ministerio español de Asuntos Exteriores no debe seguir el tema con interés y preocupación, aunque sin alarmismos.</p><p></p><p>En este sentido, la cuestión energética es de gran interés. Vale la pena recordar que España prácticamente no importa hidrocarburos, ni gas ni petróleo, de América Latina, pero que en la medida que quiera ampliar sus fuentes de aprovisionamiento para reducir las posibilidades de una crisis energética, deberá contar con esa posibilidad. Desde esta perspectiva, las aspiraciones estratégicas españolas por diversificar sus fuentes de aprovisionamiento chocarán con las necesidades chinas, que ya se están planteando la forma de aprovechar el mercado latinoamericano. Por otra parte, la tendencia presente en muchos países de la región de potenciar la presencia de empresas públicas antes que privadas, puede favorecer la presencia de empresas públicas chinas en detrimento de empresas privadas españolas del sector energético, como Repsol-YPF.</p><p></p><p>El otro aspecto que suele estar presente en la relación, generalmente de la mano de la parte española, es la ya famosa triangulación entre los tres vértices del triángulo implicados. Se trata básicamente de que España se convierta en una suerte de intermediario entre China y América Latina. Como ha señalado Jacinto Soler Matutes, autor del estudio “Triangulación Asia-España-América Latina: una visión desde la empresa”:[24] “España debería reforzar su presencia en mercados naturales como el… de América Latina, para que las empresas asiáticas tengan el incentivo de ganar cuota de mercado pasando por España”. Esto implica que dichas empresas utilicen a España como plataforma, un tema en el que influyen factores logísticos, fiscales y de recursos humanos. Sin embargo, más allá del entusiasmo que la triangulación suele provocar entre los españoles, los chinos y los latinoamericanos la suelen mirar con mayor escepticismo.</p><p></p><p><strong>Conclusiones</strong></p><p></p><p>No es infrecuente que las relaciones entre China y América Latina se presenten desde una perspectiva dicotómica, en la senda del yang y el ying. De esta manera se pregunta si éstas son una oportunidad o una amenaza, o si China es para América Latina un ángel o un demonio. De algún modo, estas aproximaciones esconden la existencia de una realidad compleja, variable de un país a otro, y con múltiples aristas novedosas y por descubrir. Si bien ambas partes han obtenido importantes ganancias con el aumento de las relaciones, las expectativas de unos y otros, como señala Jorge Domínguez, son asimétricas. Frente al mayor realismo y pragmatismo chino, las expectativas latinoamericanas, especialmente las de algunos países caracterizados por su menor densidad institucional, como Argentina, Bolivia, Ecuador y Venezuela, se caracterizan por una cierta presencia del pensamiento mágico, otorgándole a la presencia china un componente mesiánico y redentor frente a los que se visualizan como los enemigos tradicionales. Es más, mientras que en China se han desarrollado importantes think-tanks para conocer más sobre América Latina, a la vez que los trabajos académicos dedicados a la región no han dejado de crecer, no se puede decir lo mismo de la otra parte. La principal excepción es México, especialmente el centro de estudios orientales del Colegio de México, aunque no ocurre lo mismo en otros países latinoamericanos, que dejan el futuro más librado a la magia del azar.</p><p></p><p>Pese a todo ello, una de las conclusiones más importantes de este trabajo es que las relaciones entre China y América Latina no están condicionadas por factores políticos o ideológicos. Es más, estas supuestas afinidades, que a veces no son tales por más que se intente reivindicar a Mao Zedong, pueden ser más un obstáculo que un impulso. El pragmatismo chino tiene muy presente el papel de EEUU en la región y partiendo de la existencia de unas relaciones sino-americanas muy intensas se concluye en que no hay nada en América latina que per se justifique ponerlas en peligro. Sin embargo, el potencial de crecimiento de estas relaciones es enorme y, en la medida que el realismo también se instale en el lado latinoamericano, las ganancias obtenidas seguirán creciendo y beneficiando a todos.</p><p></p><p></p><p>-----------------------------------------------------------------------</p><p> </p><p>[1] Este DT es una versión actualizada del artículo “China y América Latina: ¿qué esperan los unos de los otros?”, publicado en Anuario Asia Pacífico 2006, CIDOB, Casa Asia y Real Instituto Elcano, Barcelona, 2007, pp. 103-114. Agradezco a Carlota García Encina su colaboración en la realización de este trabajo.</p><p></p><p>[2] La primera visita de un jefe de Estado chino a América Latina se produjo en 1990, de la mano de Yang Shankun. En abril de 2001, inmediatamente después del abatimiento de un avión de reconocimiento EP-3 de EEUU en Hainan, el presidente Jiang Zemin inició una gira por América Latina, sorprendiendo a numerosos analistas norteamericanos. La presencia de Jiang en Argentina, Brasil, Chile, Cuba, Venezuela y Uruguay, en esos momentos delicados, fue una clara señal de la importancia que la región adquiría a los ojos chinos. Posteriormente, en noviembre de 2004, el presidente Hu Jintao, coincidiendo con la Cumbre de la APEC en Santiago de Chile, visitó cuatro países de América Latina: Argentina, Brasil, Chile y Cuba y firmó 39 acuerdos (comercio, inversiones, investigación espacial, turismo y educación). En enero y febrero de 2005 el vicepresidente Zeng Qinghong viajó a México, Perú, Venezuela, Jamaica y Trinidad y Tobago.</p><p></p><p>[3] Entre los numerosos trabajos al respecto se pueden mencionar los siguientes: Jorge Domínguez, “China’s Relations with Latin America: Shared Gains, Asymmetric Hopes”, Working Paper, Inter-American Dialogue, junio de 2006; Javier Santiso y otros, “Angel or Devil? China’s Trade Impact on Latin American Emerging Markets”, OECD Development Centre Working Paper, nº 252, 2006; Diego Sánchez Ancochea, “El impacto de China en América Latina: ¿oportunidad o amenaza?”, ARI, 21/XI/2006, www.realinstitutoelcano.org; y Sergio Cesarim, “China y el espejo latinoamericano”, Foreign Affairs en Español, vol. 6, nº 1, 2006.</p><p></p><p>[4] De momento es impensable, por diferentes cuestiones, que China organice una cumbre con todos los países de América Latina similar a la que en noviembre de 2006 organizó en Beijing.</p><p></p><p>[5] Entre ellas vale la pena mencionar la de Vicente Fox, en junio de 2001; la de Lula da Silva, de Brasil, en mayo de 2004; la de Néstor Kirchner, en junio de 2004; y las cuatro de Hugo Chávez, de Venezuela, la primera en 1999, luego las de 2001, la de diciembre de 2004 y la última en agosto de 2006.</p><p></p><p>[6] Presentación de Jian Shixue, en el Real Instituto Elcano, 1/III/2007.</p><p></p><p>[7] Jorge Domínguez, op. cit.</p><p></p><p>[8] China es el tercer usuario del Canal, detrás de EEUU y Japón y la China Shipping Company es la firma naviera que más embarcaciones despacha por esa ruta. Véase Jorge Domínguez, op. cit.</p><p></p><p>[9] Presentación de Jian Shixue, en el Real Instituto Elcano, 1/III/2007.</p><p></p><p>[10] Sergio Cesarin, op. cit.</p><p></p><p>[11] Cynthia Watson, Comparecencia ante el Subcomité de Asuntos Hemisféricos de la Cámara de Representantes de EEUU, 6/IV/2005.</p><p></p><p>[12] Andrés Oppenheimer, “EEUU y el ‘peligro chino’ en América Latina”, El Nuevo Herald, 9/IV/2006.</p><p></p><p>[13] Dice Jiang Shixue, “It shows in a certain sense that the development of China-Latin America relations has drawn Washington’s attention”, en “A Positive Outlook”, Beijing Review, nº 49, diciembre de 2006.</p><p></p><p>[14] Jorge Domínguez, op. cit.</p><p></p><p>[15] Esto no excluye a que no se invite a militares españoles a participar como profesores en algunos de esos cursos.</p><p></p><p>[16] Carlos Malamud & Carlota García Encina, ¿Rearme o renovación del equipamiento militar en América Latina?, DT, nº 31/2006, Real Instituto Elcano, <a href="http://www.realinstitutoelcano.org">http://www.realinstitutoelcano.org</a>.</p><p></p><p>[17] En 2005 las exportaciones latinoamericanas fueron de 26,8 billones de dólares frente a unas importaciones que sumaron 23,7 billones, Latin America-Asia Review, mayo de 2006.</p><p></p><p>[18] Mauricio Naiberger, “China, la revolución empresarial”, Clarín, 21/III/07. El autor es secretario de la Cámara Industrial Argentina de la Indumentaria.</p><p></p><p>[19] Conjunto de países (Brasil, Rusia, India y China) que se espera sean grandes potencias en el siglo XXI, pese al desigual comportamiento económico, en los últimos años, entre Brasil y China.</p><p></p><p>[20] Jorge Domínguez, op. cit.</p><p></p><p>[21] Jorge Domínguez, op. cit.</p><p></p><p>[22] William Ratliff, “Cuba & China”, Latin Business Chronicle, enero de 2006.</p><p></p><p>[23].Florencia Jubany & Daniel Poon, “China and Latin America: Historic Oportunity”, Latin Business Chronicle, mayo de 2006.</p><p></p><p>[24] Publicado por CIDOB y Casa Asia, Barcelona, 2007, www.cidob.org.</p><p></p><p></p><p></p><p></p><p>Fuente: Real Instituto Elcano</p><p>Link de la nota: <a href="http://www.realinstitutoelcano.org/wps/portal/rielcano/contenido?WCM_GLOBAL_CONTEXT=/Elcano_es/Zonas_es/DT51-2007">http://www.realinstitutoelcano.org/wps/portal/rielcano/contenido?WCM_GLOBAL_CONTEXT=/Elcano_es/Zonas_es/DT51-2007</a></p></blockquote><p></p>
[QUOTE="Shadow, post: 358364, member: 158"] Volviendo al tema energético, en realidad éste es bastante complicado y hay grandes dificultades para entender el peculiar impasse que, pese a la retórica, se está produciendo. Estas dificultades comienzan por la calidad de los crudos venezolanos, pesados o extrapesados, y concluyen en la enorme distancia que separa a ambos países, lo que implica una importante repercusión de los gastos del transporte sobre el coste total de los productos venezolanos importados por China, especialmente el petróleo. De momento, las principales refinerías para procesar el petróleo venezolano están en EEUU, más concretamente en el Golfo de México, de modo que el mercado norteamericano sigue siendo el principal destino de las exportaciones de crudo venezolano. Para poder alterar los flujos, haría falta contar con varias refinerías especializadas en procesar este tipo de crudo bien en China, bien en Venezuela. Está también el problema del transporte y por el hecho de que Venezuela no tiene puertos en la costa del Pacífico. La ampliación del Canal de Panamá, que tanto interesa a China, podría ser una solución para el paso de los superpetroleros, pero incluso en ese caso, las enormes distancias que separan a los puertos venezolanos de los puertos chinos siguen haciendo más rentables en los mercados de la República Popular los crudos procedentes del Golfo Pérsico y los de Asia Central a los provenientes de Venezuela. Hay una opción que podría reducir los costes de transporte y es la construcción de un oleoducto a través de Colombia, para llegar a aguas del Pacífico, pero esto es algo que aún debe materializarse y llevarse a la práctica. Todos estos proyectos exigen fuertes inversiones, de muchos miles de millones de dólares, algo que de momento no se ha producido, y también mucho tiempo. Inversiones y tiempo son necesarios para que estos proyectos maduren y no es algo que precisamente le sobre al régimen bolivariano, que tiene en la inflación y en el desvío de las ganancias de PDVSA a otras actividades distintas a las reinversiones necesarias dos fuentes de potenciales conflictos. Por último, hay otro factor que tampoco debería despreciarse. Mientras esté Chávez al frente del gobierno de su país, su presencia es más un obstáculo que un dinamizador de las relaciones bilaterales sino-venezolanas, y no sólo por el exótico toque de retórica tropical del presidente venezolano de reiterar una y otra vez su admiración por Mao Zedong. Sin él, probablemente, el ritmo de los negocios y la presencia china en el país probablemente sería mayor. Lo que hay que tener presente, de forma especial, es el objetivo del gobierno de Beijing de no provocar demasiadas resistencias en EEUU con su desembarco en América Latina, lo que significa que los chinos no quieren ver amenazadas sus posiciones y sus proyectos a largo plazo por apoyar a determinadas opciones políticas muy mal vistas por Washington. [B]China, España y América Latina[/B] En los últimos años España se ha convertido en el principal actor extrarregional en América Latina, si consideramos a EEUU participando del mismo hemisferio que el resto de la región. Sin embargo, en el caso de que la presencia china siga progresando es posible que esa posición pueda ser claramente amenazada. Por eso habría que preguntarse si China realmente amenaza las posiciones de España y que deberían hacer al respecto las autoridades españolas. De momento, y en líneas generales, las posiciones españolas no se ven comprometidas por el creciente desembarco chino, lo que no excluye que el Ministerio español de Asuntos Exteriores no debe seguir el tema con interés y preocupación, aunque sin alarmismos. En este sentido, la cuestión energética es de gran interés. Vale la pena recordar que España prácticamente no importa hidrocarburos, ni gas ni petróleo, de América Latina, pero que en la medida que quiera ampliar sus fuentes de aprovisionamiento para reducir las posibilidades de una crisis energética, deberá contar con esa posibilidad. Desde esta perspectiva, las aspiraciones estratégicas españolas por diversificar sus fuentes de aprovisionamiento chocarán con las necesidades chinas, que ya se están planteando la forma de aprovechar el mercado latinoamericano. Por otra parte, la tendencia presente en muchos países de la región de potenciar la presencia de empresas públicas antes que privadas, puede favorecer la presencia de empresas públicas chinas en detrimento de empresas privadas españolas del sector energético, como Repsol-YPF. El otro aspecto que suele estar presente en la relación, generalmente de la mano de la parte española, es la ya famosa triangulación entre los tres vértices del triángulo implicados. Se trata básicamente de que España se convierta en una suerte de intermediario entre China y América Latina. Como ha señalado Jacinto Soler Matutes, autor del estudio “Triangulación Asia-España-América Latina: una visión desde la empresa”:[24] “España debería reforzar su presencia en mercados naturales como el… de América Latina, para que las empresas asiáticas tengan el incentivo de ganar cuota de mercado pasando por España”. Esto implica que dichas empresas utilicen a España como plataforma, un tema en el que influyen factores logísticos, fiscales y de recursos humanos. Sin embargo, más allá del entusiasmo que la triangulación suele provocar entre los españoles, los chinos y los latinoamericanos la suelen mirar con mayor escepticismo. [B]Conclusiones[/B] No es infrecuente que las relaciones entre China y América Latina se presenten desde una perspectiva dicotómica, en la senda del yang y el ying. De esta manera se pregunta si éstas son una oportunidad o una amenaza, o si China es para América Latina un ángel o un demonio. De algún modo, estas aproximaciones esconden la existencia de una realidad compleja, variable de un país a otro, y con múltiples aristas novedosas y por descubrir. Si bien ambas partes han obtenido importantes ganancias con el aumento de las relaciones, las expectativas de unos y otros, como señala Jorge Domínguez, son asimétricas. Frente al mayor realismo y pragmatismo chino, las expectativas latinoamericanas, especialmente las de algunos países caracterizados por su menor densidad institucional, como Argentina, Bolivia, Ecuador y Venezuela, se caracterizan por una cierta presencia del pensamiento mágico, otorgándole a la presencia china un componente mesiánico y redentor frente a los que se visualizan como los enemigos tradicionales. Es más, mientras que en China se han desarrollado importantes think-tanks para conocer más sobre América Latina, a la vez que los trabajos académicos dedicados a la región no han dejado de crecer, no se puede decir lo mismo de la otra parte. La principal excepción es México, especialmente el centro de estudios orientales del Colegio de México, aunque no ocurre lo mismo en otros países latinoamericanos, que dejan el futuro más librado a la magia del azar. Pese a todo ello, una de las conclusiones más importantes de este trabajo es que las relaciones entre China y América Latina no están condicionadas por factores políticos o ideológicos. Es más, estas supuestas afinidades, que a veces no son tales por más que se intente reivindicar a Mao Zedong, pueden ser más un obstáculo que un impulso. El pragmatismo chino tiene muy presente el papel de EEUU en la región y partiendo de la existencia de unas relaciones sino-americanas muy intensas se concluye en que no hay nada en América latina que per se justifique ponerlas en peligro. Sin embargo, el potencial de crecimiento de estas relaciones es enorme y, en la medida que el realismo también se instale en el lado latinoamericano, las ganancias obtenidas seguirán creciendo y beneficiando a todos. ----------------------------------------------------------------------- [1] Este DT es una versión actualizada del artículo “China y América Latina: ¿qué esperan los unos de los otros?”, publicado en Anuario Asia Pacífico 2006, CIDOB, Casa Asia y Real Instituto Elcano, Barcelona, 2007, pp. 103-114. Agradezco a Carlota García Encina su colaboración en la realización de este trabajo. [2] La primera visita de un jefe de Estado chino a América Latina se produjo en 1990, de la mano de Yang Shankun. En abril de 2001, inmediatamente después del abatimiento de un avión de reconocimiento EP-3 de EEUU en Hainan, el presidente Jiang Zemin inició una gira por América Latina, sorprendiendo a numerosos analistas norteamericanos. La presencia de Jiang en Argentina, Brasil, Chile, Cuba, Venezuela y Uruguay, en esos momentos delicados, fue una clara señal de la importancia que la región adquiría a los ojos chinos. Posteriormente, en noviembre de 2004, el presidente Hu Jintao, coincidiendo con la Cumbre de la APEC en Santiago de Chile, visitó cuatro países de América Latina: Argentina, Brasil, Chile y Cuba y firmó 39 acuerdos (comercio, inversiones, investigación espacial, turismo y educación). En enero y febrero de 2005 el vicepresidente Zeng Qinghong viajó a México, Perú, Venezuela, Jamaica y Trinidad y Tobago. [3] Entre los numerosos trabajos al respecto se pueden mencionar los siguientes: Jorge Domínguez, “China’s Relations with Latin America: Shared Gains, Asymmetric Hopes”, Working Paper, Inter-American Dialogue, junio de 2006; Javier Santiso y otros, “Angel or Devil? China’s Trade Impact on Latin American Emerging Markets”, OECD Development Centre Working Paper, nº 252, 2006; Diego Sánchez Ancochea, “El impacto de China en América Latina: ¿oportunidad o amenaza?”, ARI, 21/XI/2006, [url]www.realinstitutoelcano.org;[/url] y Sergio Cesarim, “China y el espejo latinoamericano”, Foreign Affairs en Español, vol. 6, nº 1, 2006. [4] De momento es impensable, por diferentes cuestiones, que China organice una cumbre con todos los países de América Latina similar a la que en noviembre de 2006 organizó en Beijing. [5] Entre ellas vale la pena mencionar la de Vicente Fox, en junio de 2001; la de Lula da Silva, de Brasil, en mayo de 2004; la de Néstor Kirchner, en junio de 2004; y las cuatro de Hugo Chávez, de Venezuela, la primera en 1999, luego las de 2001, la de diciembre de 2004 y la última en agosto de 2006. [6] Presentación de Jian Shixue, en el Real Instituto Elcano, 1/III/2007. [7] Jorge Domínguez, op. cit. [8] China es el tercer usuario del Canal, detrás de EEUU y Japón y la China Shipping Company es la firma naviera que más embarcaciones despacha por esa ruta. Véase Jorge Domínguez, op. cit. [9] Presentación de Jian Shixue, en el Real Instituto Elcano, 1/III/2007. [10] Sergio Cesarin, op. cit. [11] Cynthia Watson, Comparecencia ante el Subcomité de Asuntos Hemisféricos de la Cámara de Representantes de EEUU, 6/IV/2005. [12] Andrés Oppenheimer, “EEUU y el ‘peligro chino’ en América Latina”, El Nuevo Herald, 9/IV/2006. [13] Dice Jiang Shixue, “It shows in a certain sense that the development of China-Latin America relations has drawn Washington’s attention”, en “A Positive Outlook”, Beijing Review, nº 49, diciembre de 2006. [14] Jorge Domínguez, op. cit. [15] Esto no excluye a que no se invite a militares españoles a participar como profesores en algunos de esos cursos. [16] Carlos Malamud & Carlota García Encina, ¿Rearme o renovación del equipamiento militar en América Latina?, DT, nº 31/2006, Real Instituto Elcano, [url]http://www.realinstitutoelcano.org[/url]. [17] En 2005 las exportaciones latinoamericanas fueron de 26,8 billones de dólares frente a unas importaciones que sumaron 23,7 billones, Latin America-Asia Review, mayo de 2006. [18] Mauricio Naiberger, “China, la revolución empresarial”, Clarín, 21/III/07. El autor es secretario de la Cámara Industrial Argentina de la Indumentaria. [19] Conjunto de países (Brasil, Rusia, India y China) que se espera sean grandes potencias en el siglo XXI, pese al desigual comportamiento económico, en los últimos años, entre Brasil y China. [20] Jorge Domínguez, op. cit. [21] Jorge Domínguez, op. cit. [22] William Ratliff, “Cuba & China”, Latin Business Chronicle, enero de 2006. [23].Florencia Jubany & Daniel Poon, “China and Latin America: Historic Oportunity”, Latin Business Chronicle, mayo de 2006. [24] Publicado por CIDOB y Casa Asia, Barcelona, 2007, [url]www.cidob.org[/url]. Fuente: Real Instituto Elcano Link de la nota: [url]http://www.realinstitutoelcano.org/wps/portal/rielcano/contenido?WCM_GLOBAL_CONTEXT=/Elcano_es/Zonas_es/DT51-2007[/url] [/QUOTE]
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Guerra desarrollada entre Argentina y el Reino Unido en 1982
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