• Aviso de importancia, Reglamento del Foro actualizado. Reglas Técnicas, punto Q. Ir al siguiente link: Ver aviso

Los cinco pilares del complejo industrial militar de Estados Unidos

KILLBILL

Forista Sancionado o Expulsado
Los cinco pilares del complejo industrial militar de Estados Unidos

Rodrigue Tremblay
Online Journal

Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández

“Se pueden encontrar sistemas militares desmesurados en cualquier modalidad de gobierno que mantenga actitudes de rechazo ante la libertad, y que son considerados particularmente hostiles ante la libertad republicana.” George Washington (1732-1799). Primer presidente estadounidense.

“[La] conjunción de un sistema militar inmenso y de una gran industria armamentística es algo nuevo en la experiencia estadounidense… En los consejos de gobierno, debemos guardarnos bien de que el complejo industrial militar llegue a tener una influencia injustificable, sea o no alentada. Hay potencial, y seguirá habiéndolo, para que se produzca ese desastroso aumento de poder a todas luces inapropiado.” Dwight D. Eisenhower (1890-1969), 34º presidente, discurso de despedida, 17 de enero de 1961.

“Que nuestro país vaya ahora encaminado hacia un modelo de economía basada en las armas es parte del modelo general de una política desacertada, alimentado con ayuda de una psicosis, inducida artificialmente, de histeria de guerra y nutrida a partir de una propaganda incesante alrededor del miedo.” General Douglas MacArthur, discurso del 15 de mayo de 1951.

En la década de los años veinte del pasado siglo, el Presidente Calvin Coolidge dijo: “El negocio de EEUU consiste en hacer negocios”. En la actualidad, puede decirse que la industria de armas y la guerra permanente se han convertido en una gran parte del negocio estadounidense, conformándose como una especie de filial de un complejo industrial militar bien arraigado. Anteriores hombres estadounidenses con visión de alcance hicieron advertencias contra esta deriva, hombres como el Presidente George Washington y el Presidente Dwight Eisenhower, al ser intrínsicamente contrapuesta a la democracia y la libertad. Sin embargo, a la actual administración Bush-Cheney no le asustan esas tendencias; sus principales miembros son parte de ellas y, precisamente, están muy ocupados promocionándolas.

Las guerras, especialmente las guerras electrónicas modernas, provocan unas masacres terribles, pero son también sinónimo de grandes contratos que suponen costes altísimos, grandes beneficios y grandes posibilidades de empleo para todos aquellos que conforman el necesario engranaje militar. Las guerras son el paraíso de los carroñeros.

Las guerras son también una vía para que políticos mediocres monopolicen las noticias y los medios de comunicación en su favor de forma partisana avivando el fervor patriótico y presionando por un nacionalismo de vía estrecha. Efectivamente, inflamar el patriotismo y el nacionalismo es un viejo truco demagógico que se utilizó siempre para dominar las naciones. Cuando eso sucede, hay un claro riesgo de que la democracia y la libertad se lleguen a erosionar, e incluso que desaparezcan si esos desarrollos conducen a una concentración exacerbada de poder y de corrupción política.

Los ataques terroristas del 11-S de 2001 supusieron una bonanza para el complejo industrial militar estadounidense. Fue un acontecimiento, un “Nuevo Pearl Harbor”, por el que algunos habían estado abiertamente esperando. ¿La razón? Esos ataques dieron el pretexto perfecto para desarrollar gastos militares, que se habían estado en gran medida anhelando tras la desaparición del antiguo Imperio Soviético. Y, además, proporcionaron el fundamento para aumentarlos de modo espectacular, sustituyendo una ¿Guerra contra el Terrorismo? por una “Guerra contra los Islamistas” como sustituta de la ¿Guerra contra el Comunismo? Y la “Guerra Fría contra la Unión Soviética”. En esta nueva perspectiva, las puertas del gasto militar podían abrirse y éste fluir de nuevo. El desarrollo del cada vez más sofisticado armamento podría continuar y miles de corporaciones y cientos de distritos políticos podrían seguir llevándose los beneficios. Los costes serían asumidos por los contribuyentes, por los hombres y mujeres jóvenes que morirían en combate y por las remotas poblaciones que yacerían bajo la lluvia de bombas que caerían sobre ellos y sus hogares.

Efectivamente, en septiembre de 2000, cuando el Pentágono emitió su famoso documento estratégico titulado “Reconstruyendo las Defensas de EEUU”, se expresaba la creencia en que el tipo de transformación militar que los planificadores estaban considerando requeriría de algún “suceso catastrófico y catalizador”, como un nuevo Pearl Harbor, para que fuera posible venderle el plan al pueblo estadounidense. Fueron o intuitivos o afortunados porque, un año más tarde, ya tenían el “Nuevo Pearl Harbor” que estaban esperando.

El complejo industrial militar necesita guerras, muchas y sucesivas guerras, para prosperar. El equipamiento militar viejo tiene que ser reparado y reemplazado cada determinado tiempo si hay una guerra en marcha. Pero para justificar el enorme coste que supone tener que desarrollar armas cada vez más mortíferas, se necesita que haya un clima constante de temor y vulnerabilidad. Por ejemplo, hay muchos informes, elaborados por observadores internacionales y personal médico, acerca de que los ataques israelíes contra el Líbano y Gaza durante el verano de 2006 facilitaron el uso de “nuevas armas hechas en EEUU”. Se informó que esas armas incluían bombas de uranio empobrecido, armas de ‘energía directa’ y armas nuevas químicas y biológicas. Estas armas no sólo logran que el acto de matar sea más fácil sino que también dejarán contaminado el medio ambiente con partículas de uranio empobrecido radioactivo durante las próximas décadas.

Pero, para construir un pacto suficientemente fuerte como para llevar a un país democrático por la senda de una permanente economía de guerra, se necesita una alianza de intereses entre militaristas, industriales, políticos, aduladores y propagandistas. Estos son los cinco pilares del complejo industrial militar que pueden encontrarse en los Estados Unidos.

1. El sistema militar estadounidense
En 1991, al final de la Guerra Fría, el presupuesto de defensa de EEUU era de 298.900 millones de dólares. En 2006, ese presupuesto había aumentado hasta alcanzar la cifra de 447.400 millones de dólares, y esa cifra no incluía los 100.000 millones de más gastados en las guerras de Iraq y Afganistán. Se ha estimado que los gastos militares estadounidenses, sin necesidad de exagerar, se aproximan a la mitad de los desembolsos militares mundiales (48% del total mundial en 2005, según cifras oficiales), a pesar de que la población estadounidense representa menos del 5% de la población mundial y alrededor del 25% de la producción mundial total. Como porcentaje, los gastos militares estadounidenses se engullen un mínimo de un 21% del presupuesto federal total estadounidense (2006=2.500 billones de dólares). Un presupuesto militar tal es mayor que el productor interior bruto (PIB) de algunos países, como Bélgica o Suecia. Es una especie de gobierno dentro de otro gobierno.
En 2006, el Departamento de Defensa de EEUU empleó a 2.143.000 personas, mientras que los contratistas de defensa privada emplean a 3.600.000 trabajadores, lo que supone un total de 5.743.000 puestos de trabajo en EEUU relacionados con el sector de la defensa, o el 3,8% del total de la fuerza laboral. Además, hay casi 25 millones de veteranos en EEUU. Por tanto, se puede decir que más de 30 millones de estadounidenses reciben cheques que tienen su origen directa o indirectamente en el presupuesto militar de EEUU. Suponiendo con cautela que sólo dos personas mayores de edad votan por hogar, esto se traduce en un bloque de unos 60 millones de votantes estadounidenses que tienen intereses financieros en el sistema militar estadounidense. Así pues, nos encontramos con el peligro de una sociedad militarizada que se perpetua a si misma políticamente.

2. Los contratistas de la defensa privada
Los cinco contratistas más importnates de la Defensa estadounidense son Lockheed Martin, Boeing, Northrop Grumman, Raytheon y General Dynamics. Van seguidos de Honeywell, Halliburton, BAE System y miles de compañías y subcontratas de defensa más pequeñas. Algunas, como Lockeheed Martin en Bethesda (Maryland) y Raytheon en Waltham (Massachussets) obtienen cerca del 100% de sus negocios de los contratos de defensa. Otras, como Honeywell en Morristown (Nueva Jersey), tienen importantes divisiones de productos de consumo. Sin embargo, todas están preparadas para sacar provecho en cuanto los gastos de suministros de armas aumentan. De hecho, los contratistas de defensa estadounidenses han estado disfrutando de los grandes presupuestos del Pentágono desde marzo de 2003, i.e., desde el comienzo de la guerra de Iraq. Como consecuencia, han contabilizado aumentos considerables en los rendimientos totales de sus acciones, yendo desde el 68% (Northrop Grumman) hasta el 164% (General Dynamics) desde marzo de 2006 a septiembre de 2006.
También se ha señalado que los contratistas de la defensa privada juegan otro papel social: son grandes empleadores de antiguos generales y antiguos almirantes del sistema militar de EEUU.

3. El sistema político
En EEUU, el Presidente George W. Bush, un antiguo petrolero, y el Vicepresidente Dick Cheney, como antiguo presidente y director ejecutivo de la gran compañía de servicios petrolíferos Halliburton en Houston (Texas), personifican la imagen de políticos consagrados al crecimiento y desarrollo del complejo industrial militar. Su administración ha extendido el sistema militar y ha adoptado una política exterior militarista a una escala nunca vista desde el final de la Guerra Fría e incluso desde el final de la II Guerra Mundial. Efectivamente, bajo la administración Bush-Cheney, la industria armamentística se ha vuelto extremadamente rentable. Contratos por miles de millones de dólares van a toda marcha vendiendo aviones y tanques a diversos países en un mundo que evoluciona cada vez más de espaldas al derecho. Casi las dos terceras partes de todas las armas exportadas en el mundo salen de Norteamérica.
El Congreso, por su parte, está en deuda con las corporaciones de defensa que operan en las plantas militares existentes es cada uno de los distritos de los congresistas o en los estados de los senadores, además de ciertas gratitudes a los lobbys que les proporcionan fondos y apoyos en los medios en épocas electorales.

4. Los “think tanks” del sistema
Los asesores y los aduladores que se hallan detrás de la economía orientada hacia la guerra forman un red entrelazada de los denominados “think tanks” con sede en Washington, financiados por ricas fundaciones que están exentas de impuestos y que tienen miles de millones de dólares de activos, como, por ejemplo, la Fundación John M. Olin, la Fundación Scaife o la Fundación Coors, etc… Entre los “think tanks” más influyentes y representativos, cuya misión es orientar la política exterior estadounidense, se encuentra el American Enterprise Institute (AEI), la Heritage Fundation, el Middle East Media Research Institute, el neoconservador Washington Institute for Near Eastern Policy, el Center for Security Policy, el Jewish Institute for National Security Affaire, el Project for the New American Century (PNAC) y el Hudson Institute. Todos esos “think tanks” sirven para un doble objetivo: proporcionan funcionarios gubernamentales para realizar informes políticos sobre diversos temas, normalmente con una visión muy conservadora; y sirven como incubadoras de los departamentos gubernamentales, suministrándoles personal que ya ha sido formado y proporcionando puestos de trabajo para funcionarios que están fuera del poder.
Se observa que la misma puerta giratoria que existe entre el sistema militar y los contratistas de defensa, también se mueve entre los “think tank” con sede en Washington y los departamentos del gobierno de EEUU.

5. El establishment de la “propaganda”
Los propagandistas de la economía a favor de la guerra se pueden fundamentalmente encontrar en la derechista industria de los medios de comunicación estadounidenses. Esto se debe a que la venta de políticas orientadas hacia la guerra requiere la pericia que sólo una bien engrasada máquina de propaganda puede proporcionar. La herramienta propagandística más potente es la televisión. Y ahí, la Red Fox de Noticias de Rupert Murdoch es invencible. No hay un medio de comunicación estadounidense más abiertamente devoto de la ideología neocon y más comprometido en el apoyo de las nuevas guerras estadounidenses que la Fox News. La CNN o la MSNBC pueden intentar algunas veces emularla, pero su profesionalismo les impide acercarse demasiado a Fox News, que está demasiado predispuesta a favor de la guerra y promueve sin pudor alguno la dominación global de EEUU. Los esfuerzos de propaganda de Fox están estrechamente coordinados con otro medio escrito propiedad de Murdoch, como es el Weekly Standard y el New York Post. El Washington Times, que está controlado por el Reverendo de la Iglesia de la Unificación Sun Myung Moon, el neoconservador New York Sun y otras publicaciones neocon, como el National Review, The New Republic, The American Spectator, the Wall Street Journal, completan la infraestructura más importante de propagandistas a favor de la guerra.

En conclusión, esa conjunción de cinco maquinarias para la guerra, i.e., el inflado establishment militar, la gran industria armamentística estadounidense, la administración neocon favorable a las guerras, con el Congreso de rodillas ante los lobbys militaristas, la red de “think tanks” favorables a la guerra y los belicosos propagandistas de los medios constituyen el marco del complejo industrial militar, del cual el Presidente Dwight Eisenhower, en 1961, hace ya 45 años, ya temía sabiamente que pudiera ejercer una influencia corrosiva sobre la sociedad estadounidense.


Rodrigue Templay es profesor emérito de economía en el Universidad de Montreal, y puede contactarse con él en: rodrigue.tremblay@yahoo.com. Es autor del libro ‘The New American Empire’.
Su blog: www.thenewamericanempire.com/blog
Texto original en inglés:www.onlinejournal.com/artman/publish/article_1241.shtml
 
Habría que ver que opina nuestro benemérito Herr acerca de las palabras de Washington, Eisenhower o Mac Arthur, y la realidad incontrastable de la preeminencia de las corporaciones de "defensa", dedicadas a hacer sus negocios, por sobre cualquier otra prioridad...

Esto se encadena con lo que alguna vez he expuesto acerca de que USA no es un líder con moral, ya que hace mucho que ha perdido su esencia y sus valores, los cuales emplea sólo como excusa, como pantalla, un constante e inflamado panfleto, berreta, desfachatado, impúdico, sólo un ladero incondicional les hace la segunda, y es la madre patria Britannia, pero quienes antes fueron incondicionales, ahora piensan antes de actuar, y cuestionan, y se oponen...

Esa imagen casi idolatrada que alguna vez supieron tener, ya no es tan brillante, ahora está bastante deslucida, manchada por la gula de la corporación político/económico/militar, que parasita y medra sobra bases que supieron ser distintas...
 

Zukov

Forista Paranoico
"Esa imagen casi idolatrada que alguna vez supieron tener, ya no es tan brillante, ahora está bastante deslucida, manchada por la gula de la corporación político/económico/militar, que parasita y medra sobra bases que supieron ser distintas..."

Y no es tan brillante porque por alguna razón hoy esta de moda criticarlos, porque que yo sepa la política exterior de ellos hace unas cuantas décadas que es la misma.
 

KILLBILL

Forista Sancionado o Expulsado
El negocio de la guerra
Charlie Cray


La historia de los beneficios estadounidenses de la guerra está plagada de egregios ejemplos de incompetencia, fraude, evasión de impuestos, soborno y prácticas irregulares. Tal y como el historiador de la guerra Stuart Brandes ha sugerido, cada nueva guerra está infectada por nuevas maneras de [obtener] beneficios de guerra. Iraq no es una excepción. Desde la delictiva mala gestión de los beneficios generados por el petróleo iraquí hasta los contratistas de seguridad privada armados que operan con total impunidad, la guerra de Iraq ha creado las oportunidades para una descarada cantidad de corrupción. Halliburton se ha convertido en sinónimo de beneficiario de la guerra, aunque existen un montón de dedos codiciosos sobre el pastel. Lo que sigue es una lista de los diez peores beneficiarios de la guerra de Iraq que han estafado a los contribuyentes estadounidenses y han minado la misión militar [1].


Números 1 y 2: CACI y ‘Titan’
A comienzos de 2005, oficiales de la CIA declararon a The Washington Post que al menos el 50% de los 40 mil millones de dólares de su presupuesto estimado para ese año se dirigiría a contratistas privados, una cantidad sorprendente que sugiere que las preocupaciones generadas por las fuentes de los servicios de inteligencia apenas se ha sido tenidas en cuenta en la toma de decisiones políticas.

En 2004, el [periódico] Orlando Sentinel informaba sobre un caso que ilustra lo que puede estar yendo mal: el empleado de Titan, Ahmed Fathi Mehalba, traductor egipcio, fue detenido por poseer información clasificada de la prisión de la Bahía de Guantánamo. Los críticos afirman que los abusos en Abu Ghraib son otro ejemplo de cómo se pueden borrar los límites cuando los contratistas se involucran en tareas de inteligencia. CACI proporcionó un total de 36 interrogadores a Iraq, incluidos más de 10 a [la prisión de] Abu Ghraib en algún momento, según esta compañía. Aunque ni CACI ni Titan, ni ninguno de sus empleados han sido acusados de delito, una investigación filtrada por el ejército implicó al empleado de CACI, Stephen Stefanowicz en abusos contra presos. El papel de CACI y de Titan en Abu Ghraib ha conducido al Centro por los Derechos Constitucionales a llevar a las empresas y a sus empleados en los tribunales de EEUU.

“[…] Creemos que CACI y Titan formaban parte de una conspiración para torturar a y abusar de los detenidos y que lo hicieron para obtener dinero”, declara Susan Burke, abogada del Centro de Derechos Constitucionales cuya querella contra las compañías se está siguiendo en el Tribunal Federal del distrito de Colombia. Las denuncias privadas parecen haber surtido ya algún efecto: en septiembre de 2005, CACI anunció que dejaría de hacer trabajos de interrogatorios en Iraq.

Titan, por su parte, se ha escapado hasta el momento de afrontar serias consecuencias por sus problemas (a comienzos de 2005 fue considerada culpable de tres cargos relacionados con sobornos internacionales y acordó pagar 28,5 millones de dólares por [violar] el Acta de Prácticas de Corrupción en el Extranjero). El contrato de la empresa con el Ejército ha sido prorrogado numerosas veces y supera en la actualidad los mil millones de dólares. El año pasado L-3 Communications compró Titan cuando emergía como el conglomerado empresarial de [servicios de] inteligencia más importante del mundo.

Número 3: ‘Betchel’, beneficios prefabricados
Este gigante de la construcción y de la ingeniería con base en San Francisco recibió uno de los más importantes contratos (de 2,4 mil millones de dólares) para intervenir en la coordinación y reconstrucción de una basta parte de la infraestructura iraquí. Pero los fracasos de la empresa en materia de reconstrucción abarcan desde las reparaciones mal hechas en escuelas hasta no haber podido acabar en el plazo y sin salirse del presupuesto un gran hospital en Basora. Recuérdese que el jefe de la USAID, Andrew Natsios, originalmente denominó la reconstrucción [de Iraq] como un “Plan Marshall” para Oriente Medio. Natsios debería haber sabido que no todo sería fácil con Betchel a la cabeza: antes de vincularse a la Administración Bush, había sido jefe ejecutivo de la Massachussets Turnpike Authority donde supervisaba [la construcción d]el Gran Dique cuyo coste se excedió de los 2,6 mil millones de dólares a los 14,6 mil millones bajo la dirección de Betchel.

En julio cayó inesperadamente como una losa de 12 toneladas de cemento la reputación de la empresa por no haber conseguido acabar las obras cuando Stuart Bowen, el inspector general especial para la Reconstrucción de Iraq (SIGIR, en sus siglas en inglés) hizo pública una auditoria sobre el Proyecto del Hospital Infantil de Basora, que se había disparado del presupuesto inicial de 70 millones de dólares a 90 millones un año y medio después de cuando estaba previsto [la finalización de sus obras]. El contrato de Betchel para coordinar el proyecto fue cancelado de forma inmediata. Ahora que el dinero se escapa los funcionarios estadounidenses comienzan a culpar a los iraquíes de que son ellos [los iraquíes] quienes gestionan mal sus propias infraestructuras. Pero como advierte Bowen, contratistas como Betchel, la [extinta] Autoridad Provisional de la Coalición (APC) [dirigida por Paul Bremer] y otras agencias contratistas sólo podrán culparse a sí mismas por no haber sido capaces de formar a los ingenieros iraquíes en el funcionamiento de esas instalaciones (especialmente sistemas de agua, depuradoras y electricidad) una vez que se hayan ido.

Número 4: ‘Servicios de Defensa Aegis’
La Oficina General de Contabilidad (GAO, en sus siglas en inglés) estima que están estacionados en Iraq unos 48.000 empleados de seguridad privada y contratistas militares. La insistencia del Pentágono en pasar por alto los requisitos de las fuerzas militares (evitando con ello la necesidad de establecer unas pautas) es una de las razones de ese crecimiento desorbitado que ha inflado las fortunas de los “combatientes empresarios” hasta tal punto que los observadores proyectan que la industria alcanzará los 200 mil millones de dólares por año en 2010. Sin embargo, la introducción de contratistas privados de seguridad (CPS) ha situado “[…] tanto al ejército como a los proveedores de seguridad ante grandes riesgos por daños”, afirma la GAO, debido a que los CPS quedan fuera de la cadena de mando y no operan bajo el código de la justicia militar.

La profesora de la Universidad George Washington, Deborah Avant, autora de Market for Force, experta en industria, sostiene que aunque los CPS pueden actuar profesionalmente, la voluntad del gobierno de contratar a pocas compañías de cowboys como Aegis Defense Service (firma ubicada en Gran Bretaña cuyo infame fundador Tim Spicer, de CEO, estuvo implicado en romper el embargo de armas en Sierra Leona) únicamente refuerza los temores de que la política exterior de EEUU está siendo delegada amercenarios de las corporaciones. Un industrial declaró a Avant que el contrato de 293 millones fue concedido a pesar de que los competidores estadounidenses habían presentado costes más bajos, sugiriendo que el gobierno quería emplear a la compañía extranjera para blindar ambos lados de la transacción ante la responsabilidad por cualquier “asunto sucio”. Resulta duro decir con cuánta frecuencia los CPS han cometido violaciones de los derechos humanos en Iraq; el Charlotte News Observer informaba en marzo que los contratistas de seguridad disparan sistemáticamente contra vehículos civiles. El problema fue ampliamente ignorado hasta que un “video trofeo” [que mostraba a] guardias de seguridad disparando con rifles automáticos contra coches de civiles [iraquíes] fue colgado en una página de Internet y se volvió contra AEGIS.

Como la División de Investigación Penal del Ejército dice que no se acusará ni a Aegis ni a sus empleados, los críticos consideran que ello solo demuestra hasta qué punto los contratistas quedan fuera de la ley bajo la actual legislación. Desde que comenzó la “Guerra contra el terrorismo”, únicamente un civil, el interrogador contratado por la CIA David A. Passaro, ha sido hallado culpable de felonía asociada a las tácticas en los interrogatorios. Incluso la Asociación de Operaciones Internacionales de Paz, una asociación de empresas de la industria que insiste en que la industria se guía por códigos de conducta rigurosos, ha rechazado que Aegis se una a sus socios.

Número 5: Bateles, el primer contratista condenado
En marzo, Custer Battles se convirtió en el primer contratista de Iraq hallado culpable de fraude. Un juez ordenó a la empresa el pago de más de 10 millones de dólares por daños en 37 casos de fraude, incluida falsa facturación. En agosto, sin embargo, el juez del caso retiró la mayor parte de las acusaciones debido a un tecnicismo, y sentenció que como la Autoridad Provisional de la Coalición no formaba parte estrictamente del gobierno de EEUU, no existían bases para la demanda ante los tribunales de EEUU.

El abogado de Battles, Robert Rhoad, mantiene que “[…] sencillamente no existía evidencia de fraude o intento de fraude”. De hecho el juez declaró que la empresa había expedido “[…] falsas y fraudulentas facturas infladas”. También permitió que el veredicto del juzgado se declarase contra la empresa por haber amenazado con represalias a quienes declararon contra ella originando que el caso llegase hasta el Acta de Falsas Demandas (False Claims Act), la ley que permite a los ciudadanos iniciar el derecho privado de acciones [legales] para recuperar dinero en nombre de los contribuyentes. Durante el juicio, el general retirado Hugo Tant III testificó que el fraude “[…] era probablemente el peor que he visto jamás en mis 30 años en el Ejército”. Cuando Tant declaró ante Mike Battles, uno de los propietarios de la empresa, que 34 ó 36 carros [de combate] proporcionados por la empresa no funcionaban, este respondió:

“Usted nos pidió carros y cumplimos nuestro contrato; que los carros funcionaran o no, no es relevante.”

El caso de Custer Battle está siendo revisado a fondo por la comunidad de contratistas ya que podrían salir a la luz otros muchos casos de fraude. Aún hay pendientes unos 70 casos de fraude contra varios contratistas. No se sabe quiénes son (un caso ha sido recientemente establecido contra EGL, [empresa] subcontratista de Halliburton, por cuatro millones de dólares) ya que los casos archivados bajo el Acta de Falsas Demandas están bajo secreto hasta que el gobierno no decide si se suma a las demandas. Ello significa que algunas compañías acusadas de fraude aún tienen que ser identificadas públicamente, lo que hace difícil a los funcionarios de contratos federales suspenderlas o excluirlas de nuevos contratos. La Fuerza Aérea de EEUU suspendió a Custer Battles para nuevos contratos en septiembre de 2004, una vez que se reveló el supuesto fraude. Sin embargo, en mayo, The Wall Street Journal informaba de la existencia de intentos de poner fin a la orden de suspensión por parte de dos antiguos altos cargos de la Armada que habían creado una compañía que había comprado restos a Custer Battles. Mientras tanto, Alan Grayson, el fiscal que llevó el caso contra Custer Battles, dice que debido a las órdenes establecidas por la APC, los iraquíes no tienen posibilidad de recuperar nada de los 20 mil millones de dólares usados para pagar a los contratistas de EEUU. La APC efectivamente, creo una “Zona de libre fraude”, sostiene Grayson [2].

Número 6: ‘General Dynamics’
La mayoría de los grandes contratistas de defensa han tenido buenos resultados como consecuencia de la guerra contra el terrorismo. El balance de 5 años de Lockheed Martin, por ejemplo, revela que el stock de la empresa ha doblado su valor desde 2001. Sin embrago, The Washington Post informó en julio que, según los analistas de la industria, quien ha recibido mayores beneficios directos de la guerra contra Iraq entre los grandes contratistas de defensa es Gneral Dynamics. Ello tiene que ver en buena medida con el hecho de que la compañía ha enfocado su negocio de sistemas de combate al abastecimiento al Ejército con todo tipo de materiales: balas, tanques o vehículos Striker que se utilizaron por primera vez durante la invasión de 2003.

En Julio, The Washington Post informaba que los beneficios de la empresa se habían triplicado desde el 11-S. Ello debe haber causado satisfacción a alguna gente, incluido a David K. Heebner, un antiguo asistente del Jefe del Estado Mayor del Ejército, Eric Shinseki, quien fuera contratado por General Dynamics en 1999, un año antes de que se cerrase el contrato de los [vehículos] Striker. Según los supervisores de defensa del Proyecto Gubernamental Oversight (POGOP, en sus siglas en inglés). General Dynamics anunció formalmente que iba a contratar a Heebner el 20 de noviembre de 1999, justo un mes después de que Shinseki anunciase una nueva visión para transformar el ejército deshaciéndose de los vehículos pesados y adquiriendo nuevos vehículos armados más ligeros, y un mes y pico antes de que se produjera el retiro oficial de Heebners, el 31 de diciembre de 1999.

En menos de un año y medio después, Heebner fue presentado en la presentación del primer Striker en Alabama donde fue alabado por Shinseki por su trabajo en el Ejército en el proyecto Stryker. Aunque el inspector general del Pentágono concluyó en una investigación preliminar que Heebner se había retirado de cualquier relación en proyectos que estuviesen relacionados con su empleado una vez que se le había ofrecido el trabajo, los críticos mantienen que las actuales normas de la ética son demasiado débiles. Está claro que el ejército se inclinaba a dar un contrato de billones de dólares a General Dynamics al mismo tiempo que Heebner estaba en negociaciones con la compañía para un puesto ejecutivo” dice Jeffrey St. Clair, autor de Gran Theft Pentagon, una arrebatadora revisión de mercantilismo durante la “guerra contra el terrorismo”.

El caso de Heebner es similar a otro infame de Marlene Druyan, de Boeing, una oficial de la Fuerza Aérea que fue condenada a nueve meses de prisión y a siete de arresto domiciliario por haber pactado un salario de 250.000 dólares al año parea ella al mismo tiempo que estaba negociando contratos para la Fuerza Aérea que eran favorables a Boeing. En marzo de este año, Heebner declaró haber ganado 33.500 acciones en la empresa que suponen más de cuatro millones de dólares además de otras 21.050 opciones.

No todo el mundo está satisfecho con el resultado del contrato de los Striker. Toim Christie, el director de pruebas operativas y evaluaciones del Pentágono envió una carta clasificada a Donald Rumself antes de que se desplegasen en Iraq [los vehículos Stryker] advirtiéndole de que el vehículo de 3 millones de dólares no estaba preparado para recibir fuego de artillería. Para entonces, GAO advirtió de serias deficiencias en el vehículo de entrenamiento que se les había proporcionado, una preocupación que se convirtió en algo serio cuando los soldados condujeron accidentalmente los Strykers a las aguas del río Tigris. A pesar de las peticiones públicas de altos oficiales del Ejército, un informe interno del Ejército filtrado a The Washington Post en marzo de 2005 revelaba que los vehículos desplegados en Iraq han dado multitud de problemas en su engranaje y mantenimiento que “[…] están yendo a peor y no a mejor”. Quizá, como seguro contra cualquier denuncia, General Dynamics ha añadido al ex Fiscal General [de EEUU] John Ashcroft entre los miembros de su poderoso lobby. Entre ellos se encuentran Juleanna Glover Weiss, secretaria de prensa del ex vicepresidente [estadounidense] Dick Cheney, Lory Day Sharp, anterior asesora de Ashcroft, y Willie Gaynor, un ex funcionario del Departamento de Comercio que trabajó igualmente en la campaña para la reelección de Bush y de Cheney en 2004.

Número 7: ‘Nour USA Ltd.’
Incorporada poco después de que comenzase la guerra, Nour USA Ltd. ha recibido 400 millones de dólares en contratos en Iraq —incluido el contrato de 80 millones para proporcionar seguridad a los oleoductos— que los críticos dicen se concedieron a través de la intervención de Ahmad Chalabi, el oportunista [opositor] número uno de Iraq, quien tuvo su influencia en la escalada de EEUU hacia la pesadilla del presente con engañosas afirmaciones sobre armas de destrucción masiva [del anterior régimen iraquí].

Chalabi ha negado los informes según los cuales habría recibido dos millones de dólares pero otros licitadores en el contrato precisan que Nour no tenía ninguna experiencia anterior relacionada y que su oferta en el contrato de la seguridad del petróleo era demasiado baja para ser creíble. Otro consultor de la compañía que no ha negado haber recibido dinero por intervenir es William Cohen, el ex secretario de Defensa bajo [la Administración] Clinton. Muchos iraquíes consideran que Chalabi es la opción designada a dedo por EEUU para gobernar Iraq, a pesar de ser un fugitivo buscado por la justicia en Jordania y a pesar de haber sido acusado de pasar información clasificada a Irán.

Iyad Allawi, un rival potencial por el poder en Iraq [y ex primer ministro de Iraq], ha criticado públicamente a Chalabi por haber realizado contratos de trabajos que según él deberían ser responsabilidad del Estado.

Números 8, 9, y 10: ‘Chevron’ y ‘ExxonMobil’, y los ‘petroimperialistas’
Tras tres años de ocupación y después de una serie de hábiles maniobras legales y de citas políticas manipuladoras, la toma de posesión del crudo de Iraq por parte de los gigantes del petróleo está casi completa [3]. La pieza clave del proceso tuvo lugar en septiembre de 2004, cuando el primer ministro designado por EEUU, Iyad Alaui adquirió derecho de preferencia en las elecciones de enero de 2005 y en [la elaboración d]el borrador de Constitución subsiguiente, redactando las guías básicas para crear las bases de una nueva ley sobre el petróleo. La política de Alaui excluyó de manera efectiva que el gobierno [iraquí] pudiera tener en el futuro ninguna intervención en la producción de petróleo al mismo tiempo que prometía la privatización de la compañía nacional iraquí del petróleo. Aunque Alaui ya no está en el poder, sus planes han influido de manera decisiva en el pensamiento sobre política petrolera.

Dando su apoyo para que el proceso siguiera adelante se encuentran los economistas de Bearing Point, consultores cuyos últimos contratos estipulan “[…] la intervención del sector privado en sectores estratégicos, incluidas la privatización, ventas de activos, concesiones, arriendos y contratos de gerencia, especialmente en la industria del petróleo y en las relacionadas con ésta”.

Por su parte, los gigantes de la industria del petróleo han tomado un perfil relativamente bajo en el proceso prestando tan solo una serie de estadistas a la APC, incluido Philip Carroll (de Shell US Fluor), Rob Mckee (de Conoco Philips y Halliburton) y Norman Szydlowski (de Chevron Texaco), el enlace de la APC con el nuevo ministerio de Petróleo de Iraq. Grez Muttitt de la plataforma británica Non profit declara que Chevron, Shell y Conoco Phillips están entre las más ambiciosas de todas las grandes compañías de petróleo en Iraq. Shell y Chevron ya han firmado acuerdos con el gobierno iraquí y han comenzado a formar equipos iraquíes y a conducir estudios; acuerdos que han dado a estas compañías un acceso vital a los funcionarios del ministerio del Petróleo y a datos geológicos.

A pesar de que el ministro de Petróleo iraquí, Husain al-Shahristani declaraba en agosto pasado que la competición final por el desarrollo de los campos de petróleo iraquí sería abierta, los acuerdos preliminares otorgarán a los gigantes del petróleo una ventaja significativa cuando llegue el momento. El grado de interés de las grandes compañías petroleras depende de su apetito por el riesgo y de su necesidad de [obtener] reservas. Shell, por ejemplo, ha actuado peor que ninguna para hallar nuevas reservas en los últimos años —hecho subrayado por un escándalo sucedido en 2004 en el que se desveló que la compañía estaba mintiendo a sus inversionistas.

En este momento, el reto clave de las multinacionales es si pueden convencer al Parlamento iraquí para que apruebe una nueva ley del petróleo para finales de este año. Una provisión central de esta nueva ley estipula el compromiso de utilizar los denominados Acuerdos de Producción Compartida (PSA, en sus siglas en inglés) que blindarán al gobierno [iraquí] en un compromiso a largo plazo (más de 50 años) para compartir los beneficios del petróleo y restringirán su derecho a introducir nuevas leyes que pudieran afectar a los beneficios de las compañías. Greg Muttitt dice que estos acuerdos están diseñados para favorecer a las compañías privadas a expensas de exportar gobiernos y que esa es la razón de que ninguno de los grandes países productores de petróleo de Oriente Medio los utilice. Bajo la nueva ley de petróleo, todos los yacimientos nuevos y algunos de los ya existentes quedarían abiertos a las compañías privadas mediante estos PSA. Comoquiera que menos de 20 de los 80 yacimientos conocidos en Iraq han sido ya explotados, si el gobierno de Iraq acepta firmar los PSA ello podría costar al país cerca de 200 mil millones de dólares en pérdidas de beneficios, según Muttitt, director de investigación de “Designios del Crudo: la estafa del petróleo iraquí”.

Mientras tanto, en una especie de movimiento de pinza, el Parlamento ha empezado a sentir la presión del Fondo Monetario Internacional para que adopte la nueva ley de petróleo. Por supuesto presionar a un país tan volátil como Iraq para que acepte cualquier tipo de acuerdo sin permitir primero un debate parlamentario legítimo supone un gran peligro. Es una manera aventurada de alimentar la democracia en un país que parece que ya ha entrado en una guerra civil. “Si se toma a la ligera —bien denegando un reparto justo a las regiones donde se ubica el crudo, o dándoles demasiada autonomía a costa de la cohesión nacional— esas decisiones sobre el petróleo podrían fracturar y, en última instancia quebrar el país”, apunta Muttitt.


* Charlie Cray es director de ‘Center for Corporate Policy’ de Washington DC
Texto original en inglés: http://www.alternet.org/waroniraq/41083
 

KILLBILL

Forista Sancionado o Expulsado
¿República? ¿O qué?

Juan Gelman
Página 12


Estados Unidos se está convirtiendo en un tipo de Estado muy curioso. Es una república democrática representativa –es decir, hay elecciones–, pero ésa no sería la concepción de W. Bush. La Constitución a la que debe obediencia establece que el gobierno no puede declarar una guerra sin la aprobación del Congreso. Lo hizo sin la aprobación del Congreso. Es uno más de los que olvidaron el discurso de John Quincy Adams, sexto presidente de su país, sobre la política exterior norteamericana: "En todas partes donde se desarrollan o desarrollarán las normas de la libertad y de la independencia –dijo en octubre de 1821–, esta nación las acompañará de todo corazón, con sus bendiciones y oraciones. Pero no saldrá al exterior en busca de monstruos para destruir". O tal vez W. –se sabe que no es aficionado a la lectura– no ha leído la Constitución. En cambio, ha implantado un sistema de espionaje de sus propios conciudadanos, incluso vía satélite, invasor de la privacy que éstos tanto aprecian. En los países del llamado "socialismo real", la misma tarea estaba a cargo de la KGB, la Stassi y otros servicios secretos de triste memoria.

Hay otra curiosidad que este período de campaña electoral en EE.UU. ha puesto de relieve. Lo señaló con claridad y asombro la periodista canadiense Chrystia Freeland, directora ejecutiva del Financial Times: "Al observar la reacción internacional ante la contienda presidencial, noto que la gente está muy preocupada por la idea de que EE.UU. está gobernada por dos dinastías" (www.msnbc.msn.com, 25-10-07). Es decir, W. Bush, hijo del ex presidente H. W. Bush, sucedió a Bill Clinton y ahora la señora de Clinton muy probablemente sucederá a W. Bush. Según una reciente estadística de Los Angeles Times, el 49 por ciento de los interrogados manifestó beneplácito por el posible retorno de Bill a la Casa Blanca, esta vez en calidad de presidente consorte. Ya no se trataría de partidos sino de linajes, y a los estadounidenses no parece importarles el fenómeno.

Esta evolución o involución del sistema político estadounidense no modifica la vieja costumbre del consenso republicano/demócrata en torno de los temas locales e internacionales más importantes. Los dos partidos votan parejamente por el aumento incesante del presupuesto de guerra y sostienen el apetito imperial de Washington. El precandidato presidencial republicano Rudolph "Rudy" Giulani reiteró que impedirá que Irán se convierta en un potencia nuclear y –agregó– "esto no lo digo como amenaza, lo digo como promesa" (electionstocks.com, 10-11-07). Rudy es de los que prometen, pero cumplen.

La precandidata demócrata Hillary Clinton fue también muy clara: "La política de EE.UU. debe ser cristalina e inequívoca: no podemos, no deberíamos, no debemos, permitir que Irán construya o adquiera armas nucleares. Todas las opciones deben estar sobre la mesa para enfrentar esta amenaza" (rawstory.com, 3-2-07). Brilla por su ausencia el debate ideológico y político entre competidores y todo se reduce al enfrentamiento de celebridades y a la pregunta de quién finalmente manejará el timón. Total, el rumbo es el mismo.

Los demócratas, alegres, se autoanticipan el retorno de la era Clinton y pocos insisten en su declamada vocación antibélica. Si gana, Hillary no los defraudará, ni a ellos ni a los "halcones-gallina" republicanos. Bien lo sabe la industria armamentista: la están apoyando más que a Giuliani, a pesar de sus pasadas tensiones con Bill. Representantes de las cinco empresas del ramo más poderosas de EE.UU. –Lockeed Martin, Northrop-Grumman, General Dinamic, Taytheon y Boeing– aportaron hasta ahora 103.900 dólares a los precandidatos presidenciales demócratas, contra 86.800 dólares a los republicana (www.alternet.org, 31-10-07). La diferencia contante es poca, pero la política, muy grande.

"Esas contribuciones sugieren con nitidez que la industria armamentista ha llegado a la conclusión de que las perspectivas de los demócratas en 2008 son realmente muy buenas", explicó el académico Thomas Edsaal, de la Universidad de Columbia, de Nueva York. Y muy buenas para el complejo militar-industrial, como lo bautizó el general Dwight Eisenhower. Hillary fue la precandidata demócrata que más recibió: la mitad de las donaciones a todos los precandidatos de su partido y el 60 por ciento del total que fue a los republicanos. Se recuerda su actuación en el Comité de Servicios Armados del Senado. También la escena en la que impuso a un Bill vacilante la decisión de bombardear Kosovo. Aunque hoy preconiza la necesidad de un retiro parcial y escalonado de los efectivos norteamericanos en Irak, Hillary, respecto de Irán, es la más halcona de todos los halcones, W. incluido. Hay gente así.
 

KILLBILL

Forista Sancionado o Expulsado
Gracias Gato_Ar.
Creo que tenemos que tener una visión completa en la medida de lo posible de esta realidad.

Un saludo.
 
Arriba