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<blockquote data-quote="oscarteves" data-source="post: 656254" data-attributes="member: 268"><p>A todo esto, los kelpers habían salido de sus casas y marcaban la ubicación de los efectivos nacionales a los soldados ingleses; éstos abrieron el fuego con sus armas automáticas, sin que llegaran a alcanzarlos. Al ver que uno de los más entusiastas delatores del recorrido argentino era el kelper apodado “Córdoba”, quien no demostraba ahora una actitud amable, el cabo Rubén Salas no dudó en apuntarle con su fusil FAL y efectuarle varios disparos.</p><p>Pero el movimiento continuaba. Cuando Esteban y sus hombres se encontraban ejecutando un nuevo cambio de posición hacia la siguiente loma, otro helicóptero enemigo les apareció en su búsqueda. Al ponerse al alcance eficaz de los fusiles FAL, el teniente primero ordenó el fuego y el aparato cayó inutilizado a las aguas del río San Carlos. Sus dos tripulantes llegaron a abandonar la aeronave y uno de ellos nadaba en dirección a la costa arrastrando al otro, seguramente herido por los disparos. Fue entonces cuando varios de los soldados argentinos, eufóricos y enardecidos por el combate que estaban librando, comenzaron a disparar desde las barrancas del río sobre las dos figuras. Habían perdido el miedo al ver el daño que le estaban causando a sus enemigos y a ese helicóptero lo batieron casi sin cubrirse; ninguno de ellos demostraba temor y se animaban entre sí con los gritos y expresiones propias de la extrema situación que estaban viviendo. </p><p>Reiterando la acción anterior, Esteban ordenó continuar el repliegue. Las columnas se hallaban distanciadas unos cien metros entre sí; al encontrarse la primera ascendiendo otra de las cuchillas y la segunda bajando por la pendiente anterior, otro helicóptero inglés llegó desde el sur por el río San Carlos. La máquina detectó a los argentinos y se elevó unos metros como tomando posición para tirar con sus cohetes sobre ellos. El teniente primero Esteban, que estaba con el grupo más cercano a la máquina, dio la señal para comenzar otra vez con el fuego reunido y la aeronave fue alcanzada de lleno, ésta pasó descontrolada por encima del primer grupo y cayó a unos diez metros por delante de la fracción de Vásquez destruyéndose en el impacto, en medio de los gritos de los conscriptos y un estridente sapucay del cabo primero Maidana. </p><p>Uno de los tripulantes tenía parte de su cuerpo fuera de la cabina y se encontraba, en apariencia, ya fallecido. El otro, aún con su casco puesto, movía la cabeza y levantaba una de sus manos, como pidiendo ayuda. Maidana, mientras lo apuntaba con su fusil, le dijo a Esteban:</p><p>- ¡Mi teniente primero, está vivo!</p><p>- Sí, Maidana - respondió el oficial - pero déjelo: está más muerto que vivo.</p><p>Pero, repentinamente, sin que nadie pudiera hacer algo para evitarlo debido a la rapidez del acontecimiento, se oyeron numerosos disparos y el británico terminó muerto.</p><p></p><p>De "Pradera del Ganso (Pradera del Ganso (Goose Green))". Oscar Teves, 2006.</p></blockquote><p></p>
[QUOTE="oscarteves, post: 656254, member: 268"] A todo esto, los kelpers habían salido de sus casas y marcaban la ubicación de los efectivos nacionales a los soldados ingleses; éstos abrieron el fuego con sus armas automáticas, sin que llegaran a alcanzarlos. Al ver que uno de los más entusiastas delatores del recorrido argentino era el kelper apodado “Córdoba”, quien no demostraba ahora una actitud amable, el cabo Rubén Salas no dudó en apuntarle con su fusil FAL y efectuarle varios disparos. Pero el movimiento continuaba. Cuando Esteban y sus hombres se encontraban ejecutando un nuevo cambio de posición hacia la siguiente loma, otro helicóptero enemigo les apareció en su búsqueda. Al ponerse al alcance eficaz de los fusiles FAL, el teniente primero ordenó el fuego y el aparato cayó inutilizado a las aguas del río San Carlos. Sus dos tripulantes llegaron a abandonar la aeronave y uno de ellos nadaba en dirección a la costa arrastrando al otro, seguramente herido por los disparos. Fue entonces cuando varios de los soldados argentinos, eufóricos y enardecidos por el combate que estaban librando, comenzaron a disparar desde las barrancas del río sobre las dos figuras. Habían perdido el miedo al ver el daño que le estaban causando a sus enemigos y a ese helicóptero lo batieron casi sin cubrirse; ninguno de ellos demostraba temor y se animaban entre sí con los gritos y expresiones propias de la extrema situación que estaban viviendo. Reiterando la acción anterior, Esteban ordenó continuar el repliegue. Las columnas se hallaban distanciadas unos cien metros entre sí; al encontrarse la primera ascendiendo otra de las cuchillas y la segunda bajando por la pendiente anterior, otro helicóptero inglés llegó desde el sur por el río San Carlos. La máquina detectó a los argentinos y se elevó unos metros como tomando posición para tirar con sus cohetes sobre ellos. El teniente primero Esteban, que estaba con el grupo más cercano a la máquina, dio la señal para comenzar otra vez con el fuego reunido y la aeronave fue alcanzada de lleno, ésta pasó descontrolada por encima del primer grupo y cayó a unos diez metros por delante de la fracción de Vásquez destruyéndose en el impacto, en medio de los gritos de los conscriptos y un estridente sapucay del cabo primero Maidana. Uno de los tripulantes tenía parte de su cuerpo fuera de la cabina y se encontraba, en apariencia, ya fallecido. El otro, aún con su casco puesto, movía la cabeza y levantaba una de sus manos, como pidiendo ayuda. Maidana, mientras lo apuntaba con su fusil, le dijo a Esteban: - ¡Mi teniente primero, está vivo! - Sí, Maidana - respondió el oficial - pero déjelo: está más muerto que vivo. Pero, repentinamente, sin que nadie pudiera hacer algo para evitarlo debido a la rapidez del acontecimiento, se oyeron numerosos disparos y el británico terminó muerto. De "Pradera del Ganso (Pradera del Ganso (Goose Green))". Oscar Teves, 2006. [/QUOTE]
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