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Conflictos Contemporáneos
Los mapuche y las repúblicas de Argentina y Chile
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<blockquote data-quote="Derruido" data-source="post: 2299211" data-attributes="member: 30"><p><strong>Por Néstor Vittori</strong></p><p></p><p></p><p>El inciso 17 del art. 75 de la reformada Constitución Nacional dice: “Reconocer la preexistencia étnica y cultural de los pueblos indígenas argentinos.</p><p></p><p></p><p>“Garantizar el respeto a su identidad y el derecho a una educación bilingüe e intercultural; reconocer la personería jurídica de sus comunidades y la posesión y propiedad comunitarias de las tierras que tradicionalmente ocupan; y regular la entrega de otras aptas y suficientes para el desarrollo humano; ninguna de ellas será enajenable, transmisible, ni susceptible de gravámenes o embargos. Asegurar su participación en la gestión referida a sus recursos naturales y a los demás intereses que los afectan. Las provincias pueden ejercer concurrentemente estas atribuciones”.</p><p></p><p></p><p>Éste es sin duda el punto de partida de la discusión desatada en torno a los reclamos de sectores del pueblo mapuche respecto del reconocimiento de su condición de indígenas argentinos preexistentes, al proceso colonizador por parte de España, y luego a la independencia y organización nacional, hecho éste muy controvertido por parte de los historiadores, etnógrafos y antropólogos.</p><p></p><p></p><p><strong>Origen</strong></p><p></p><p></p><p>Hay distintas teorías respecto de su origen, desde indígenas de la Amazonia, que cruzaron los Andes, a pampeanos argentinos que hicieron lo propio y se radicaron en territorio chileno, y otra que considera su origen entre mariscadores y pescadores, afines a la cultura de Tiahuanaco que se desplazaron desde el norte hacia el sur. (Osvaldo Menghin 1909; Ricardo E. Latcham; Tomás Guevara 1925.)</p><p></p><p></p><p>Hay coincidencia en que los mapuches no eran homogéneos en su cultura y en su lengua, estando relacionados con los huiliches y los picunches, habiendo grupos araucanizados en el oeste chileno y en Argentina como los pehuenches y los ranqueles.</p><p></p><p></p><p>Los datos de difusión genética indican que la región andina hace muchos años era la más poblada y los mapuches tienen mayor cercanía con indígenas andinos de Perú que con los de las tierras bajas de Bolivia o Amazonas.</p><p></p><p></p><p>Como dato concluyente aparecen los estudios arqueológicos de Grete Mosny y Carlos Aldunate que confirman que en la temprana unidad cultural, no se aprecian huellas del elemento pampeano postulado por Latcham.</p><p></p><p></p><p>En 2007, Patricio Bustamante presentó la hipótesis de que la cultura mapuche sería sucesora de la cultura molle, desaparecida, y que ésta podría ser la cultura mapuche arcaica.</p><p></p><p></p><p><strong>Migraciones</strong></p><p></p><p></p><p>Sin perjuicio de que pequeños grupos de mapuches puedan haber cruzado la cordillera anteriormente, el movimiento migratorio más importante se produjo en el siglo XVIII y XIX. Hacia 1810 huiliches de Valdivia, migraron a las Salinas Grandes; entre 1818 y 1823 se produjo la de los vorogas. Estas migraciones fueron consecuencia de la denominada guerra a muerte en Chile, que causó su desplazamiento hacia el este, llegando éstos hasta las Salinas Grandes, Sierra de la Ventana, Guaminí y Epecuén (Porcel, Roberto Edelmiro “La araucanización de nuestra pampa” Bs. As. 2007).</p><p></p><p></p><p>Durante la guerra de independencia de Chile, los mapuches vorogas del Cautín, lucharon a favor de los españoles y, vencidos, huyeron a la Argentina junto a los hermanos Pincheira, bandoleros realistas que asolaron nuestro territorio en numerosos malones, ocupando las tierras de los Pampas (tehuelches septentrionales) a los que vencieron y persiguieron (Porcel).</p><p></p><p></p><p>Pero la gran migración mapuche, se produce hacia 1834, con el arribo del contingente conducido por Calfucurá, nacido en Llaima, lugar cercano a la actual localidad chilena de Cura Cautín, quien llegó con 40.000 almas entre lanzas y chuzma, por pedido -según algunos historiadores- de los vorogas, también chilenos, que mantenían conflictos con el gobierno y en particular con Juan Manuel de Rosas.</p><p></p><p></p><p>Otra versión histórica sostiene, en virtud del acceso a supuestas cartas del propio Calfucurá, que no las escribía él porque era analfabeto, que Rosas lo invitó a venir a acaudillar a todas las tribus indígenas del territorio bonaerense y pampeano en una gran confederación bajo su mando, para poner orden en el anárquico mosaico de comportamiento de las tribus pampeanas y las inmigrantes chilenas, y así poder parar los malones.</p><p></p><p></p><p>Instaló sus tolderías en las Salinas Grandes, en el límite actual entre Buenos Aires y La Pampa, a la altura de Puán, sesenta kilómetros al norte de Bahía Blanca, donde se aseguraban la disponibilidad de sal para la carne y los cueros y les permitía controlar el camino de los chilenos, por donde arreaban el ganado robado hacia Chile.</p><p></p><p></p><p>Consolidó su autoridad a fuerza de lanza. Cuando descubrió que los vorogas lo habían traicionado aliándose con Rosas, los masacró en Masallé, lugar cercano a la laguna de Epecuén en la provincia de Buenos Aires, donde éstos habitaban junto a otras tribus.</p><p></p><p></p><p>Dice Estanislao Zeballos: “Resonó en los desiertos por primera vez el nombre del caudillo vencedor. Callvucurá era aclamado, sobre el ensangrentado médano de Masallé. Cacique General del inmenso Imperio de la Pampa”.</p><p></p><p></p><p>La relativa paz pactada con Rosas, a partir de su exitosa campaña al desierto de 1833, que llevó los límites de la lucha contra los indios hasta la estratégica isla de Choele Choel, y que se consumó en 1835 con Calfucurá, se mantuvo relativamente hasta 1852, año de la caída de Rosas, a partir del cual se terminó el acuerdo de paz y recrudecieron los malones, donde los destacamentos nacionales fueron sucesivamente derrotados en batallas como la de Sierra Chica, donde humilló a Mitre obligándolo a huir a pie junto a sus soldados hasta llegar a Azul; al poco tiempo también en San Jacinto, cerca de Tapalqué libró una batalla, induciendo al general Hornos a perseguirlo en un terreno donde quedó atrapada su caballada, resultando diezmado por la conjunción de pampas, ranqueles, pehuenches y otras tribus que le respondían.</p><p></p><p></p><p>Calfucurá enfrentó a Sarmiento declarándole la guerra el 5 de marzo de 1872 y aprovechando que el gobierno estaba empeñado en la guerra del Paraguay, saqueó los partidos de 25 de Mayo, General Alvear y 9 de Julio, matando 300 personas y arreando un voluminoso número de ganado.</p><p></p><p></p><p>Finalmente, fue derrotado en su última gran batalla en San Carlos de Bolívar el 8 de marzo de 1872 en las cercanías de Carhué, por las fuerzas comandadas por el general Ignacio Rivas, que tuvieron la ayuda de Cipriano Catriel con 1.000 indígenas y de Coliquéo con 140 indígenas.</p><p></p><p></p><p>Apenado por la derrota, Calfucurá moriría en su toldería de Chilihue el 4 de marzo de 1873 evidenciando la decadencia del poder indígena sobre las pampas.</p><p></p><p></p><p>Estos relatos evidencian, la realidad del acápite de la nota, en el sentido de que los mapuches hoy residentes y ciudadanos argentinos, no fueron un pueblo originario dentro de las fronteras de nuestro país, preexistentes en los términos de nuestra Constitución Nacional, no siendo distintos a todas migraciones que pueblan nuestro territorio, acogidos desde el preámbulo de nuestra Constitución, “con el objeto de constituir la unión nacional, afianzar la justicia, consolidar la paz interior, proveer a la defensa común, promover el bienestar general y asegurar los beneficios de la libertad, para nosotros, para nuestra posteridad y para todos los hombres del mundo que quieran habitar el suelo argentino”.</p></blockquote><p></p>
[QUOTE="Derruido, post: 2299211, member: 30"] [B]Por Néstor Vittori[/B] El inciso 17 del art. 75 de la reformada Constitución Nacional dice: “Reconocer la preexistencia étnica y cultural de los pueblos indígenas argentinos. “Garantizar el respeto a su identidad y el derecho a una educación bilingüe e intercultural; reconocer la personería jurídica de sus comunidades y la posesión y propiedad comunitarias de las tierras que tradicionalmente ocupan; y regular la entrega de otras aptas y suficientes para el desarrollo humano; ninguna de ellas será enajenable, transmisible, ni susceptible de gravámenes o embargos. Asegurar su participación en la gestión referida a sus recursos naturales y a los demás intereses que los afectan. Las provincias pueden ejercer concurrentemente estas atribuciones”. Éste es sin duda el punto de partida de la discusión desatada en torno a los reclamos de sectores del pueblo mapuche respecto del reconocimiento de su condición de indígenas argentinos preexistentes, al proceso colonizador por parte de España, y luego a la independencia y organización nacional, hecho éste muy controvertido por parte de los historiadores, etnógrafos y antropólogos. [B]Origen[/B] Hay distintas teorías respecto de su origen, desde indígenas de la Amazonia, que cruzaron los Andes, a pampeanos argentinos que hicieron lo propio y se radicaron en territorio chileno, y otra que considera su origen entre mariscadores y pescadores, afines a la cultura de Tiahuanaco que se desplazaron desde el norte hacia el sur. (Osvaldo Menghin 1909; Ricardo E. Latcham; Tomás Guevara 1925.) Hay coincidencia en que los mapuches no eran homogéneos en su cultura y en su lengua, estando relacionados con los huiliches y los picunches, habiendo grupos araucanizados en el oeste chileno y en Argentina como los pehuenches y los ranqueles. Los datos de difusión genética indican que la región andina hace muchos años era la más poblada y los mapuches tienen mayor cercanía con indígenas andinos de Perú que con los de las tierras bajas de Bolivia o Amazonas. Como dato concluyente aparecen los estudios arqueológicos de Grete Mosny y Carlos Aldunate que confirman que en la temprana unidad cultural, no se aprecian huellas del elemento pampeano postulado por Latcham. En 2007, Patricio Bustamante presentó la hipótesis de que la cultura mapuche sería sucesora de la cultura molle, desaparecida, y que ésta podría ser la cultura mapuche arcaica. [B]Migraciones[/B] Sin perjuicio de que pequeños grupos de mapuches puedan haber cruzado la cordillera anteriormente, el movimiento migratorio más importante se produjo en el siglo XVIII y XIX. Hacia 1810 huiliches de Valdivia, migraron a las Salinas Grandes; entre 1818 y 1823 se produjo la de los vorogas. Estas migraciones fueron consecuencia de la denominada guerra a muerte en Chile, que causó su desplazamiento hacia el este, llegando éstos hasta las Salinas Grandes, Sierra de la Ventana, Guaminí y Epecuén (Porcel, Roberto Edelmiro “La araucanización de nuestra pampa” Bs. As. 2007). Durante la guerra de independencia de Chile, los mapuches vorogas del Cautín, lucharon a favor de los españoles y, vencidos, huyeron a la Argentina junto a los hermanos Pincheira, bandoleros realistas que asolaron nuestro territorio en numerosos malones, ocupando las tierras de los Pampas (tehuelches septentrionales) a los que vencieron y persiguieron (Porcel). Pero la gran migración mapuche, se produce hacia 1834, con el arribo del contingente conducido por Calfucurá, nacido en Llaima, lugar cercano a la actual localidad chilena de Cura Cautín, quien llegó con 40.000 almas entre lanzas y chuzma, por pedido -según algunos historiadores- de los vorogas, también chilenos, que mantenían conflictos con el gobierno y en particular con Juan Manuel de Rosas. Otra versión histórica sostiene, en virtud del acceso a supuestas cartas del propio Calfucurá, que no las escribía él porque era analfabeto, que Rosas lo invitó a venir a acaudillar a todas las tribus indígenas del territorio bonaerense y pampeano en una gran confederación bajo su mando, para poner orden en el anárquico mosaico de comportamiento de las tribus pampeanas y las inmigrantes chilenas, y así poder parar los malones. Instaló sus tolderías en las Salinas Grandes, en el límite actual entre Buenos Aires y La Pampa, a la altura de Puán, sesenta kilómetros al norte de Bahía Blanca, donde se aseguraban la disponibilidad de sal para la carne y los cueros y les permitía controlar el camino de los chilenos, por donde arreaban el ganado robado hacia Chile. Consolidó su autoridad a fuerza de lanza. Cuando descubrió que los vorogas lo habían traicionado aliándose con Rosas, los masacró en Masallé, lugar cercano a la laguna de Epecuén en la provincia de Buenos Aires, donde éstos habitaban junto a otras tribus. Dice Estanislao Zeballos: “Resonó en los desiertos por primera vez el nombre del caudillo vencedor. Callvucurá era aclamado, sobre el ensangrentado médano de Masallé. Cacique General del inmenso Imperio de la Pampa”. La relativa paz pactada con Rosas, a partir de su exitosa campaña al desierto de 1833, que llevó los límites de la lucha contra los indios hasta la estratégica isla de Choele Choel, y que se consumó en 1835 con Calfucurá, se mantuvo relativamente hasta 1852, año de la caída de Rosas, a partir del cual se terminó el acuerdo de paz y recrudecieron los malones, donde los destacamentos nacionales fueron sucesivamente derrotados en batallas como la de Sierra Chica, donde humilló a Mitre obligándolo a huir a pie junto a sus soldados hasta llegar a Azul; al poco tiempo también en San Jacinto, cerca de Tapalqué libró una batalla, induciendo al general Hornos a perseguirlo en un terreno donde quedó atrapada su caballada, resultando diezmado por la conjunción de pampas, ranqueles, pehuenches y otras tribus que le respondían. Calfucurá enfrentó a Sarmiento declarándole la guerra el 5 de marzo de 1872 y aprovechando que el gobierno estaba empeñado en la guerra del Paraguay, saqueó los partidos de 25 de Mayo, General Alvear y 9 de Julio, matando 300 personas y arreando un voluminoso número de ganado. Finalmente, fue derrotado en su última gran batalla en San Carlos de Bolívar el 8 de marzo de 1872 en las cercanías de Carhué, por las fuerzas comandadas por el general Ignacio Rivas, que tuvieron la ayuda de Cipriano Catriel con 1.000 indígenas y de Coliquéo con 140 indígenas. Apenado por la derrota, Calfucurá moriría en su toldería de Chilihue el 4 de marzo de 1873 evidenciando la decadencia del poder indígena sobre las pampas. Estos relatos evidencian, la realidad del acápite de la nota, en el sentido de que los mapuches hoy residentes y ciudadanos argentinos, no fueron un pueblo originario dentro de las fronteras de nuestro país, preexistentes en los términos de nuestra Constitución Nacional, no siendo distintos a todas migraciones que pueblan nuestro territorio, acogidos desde el preámbulo de nuestra Constitución, “con el objeto de constituir la unión nacional, afianzar la justicia, consolidar la paz interior, proveer a la defensa común, promover el bienestar general y asegurar los beneficios de la libertad, para nosotros, para nuestra posteridad y para todos los hombres del mundo que quieran habitar el suelo argentino”. [/QUOTE]
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