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Temas de Defensa General
Los medios de prensa en situaciones de crisis
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<blockquote data-quote="Willypicapiedra" data-source="post: 598789" data-attributes="member: 162"><p>--------------------------------------------------------------------------------</p><p></p><p>Relaciones entre la Prensa y las Fuerzas Armadas en Operaciones Militares</p><p>Tcnl Guillermo Horacio Eduardo Lafferriere</p><p></p><p></p><p>El tema acerca de las relaciones de la prensa y los militares en oportunidad de desarrollarse operaciones militares ha sido muy poco tratado en nuestro país. Y ello sucede, probablemente, porque la ausencia de una experiencia continuada en la guerra hace que no sea considerado con la profundidad con que lo han hecho otros países, más acostumbrados a considerar los conflictos bélicos como una experiencia posible.</p><p>Sin embargo, la cada vez más frecuente participación de nuestro país -especialmente de la fuerza Ejército en operaciones Militares de Paz en distintos escenarios bélicos del mundo-, hace que el tema de la relación con la prensa en el marco de las operaciones militares no sea, a prima facie, descartado. </p><p>Para la realización del presente trabajo, se ha tomado bibliografía en muchos casos inédita en el país, pero que, según creemos, ayudará a ofrecer una visión más clara de la problemática a desarrollar, si nos basamos en lo anteriormente expresado respecto de la falta de una real vivencia propia sobre el tema.</p><p>El trabajo se ha organizado sobre la base de un análisis de la evolución que el binomio prensa - militares ha tenido a lo largo de los últimos 150 años, empleando, para ello, los datos que aporta la historia militar. Finalmente, ofrecemos las correspondientes conclusiones, que aportan un firme punto de partida para establecer una relación positiva entre la prensa y los militares, en toda ocasión durante la cual se desarrollen operaciones militares.</p><p></p><p>Análisis de la situación</p><p></p><p>Periodistas y militares poseen visiones diferentes respecto del rol que ambos deben cumplir en oportunidad que se desarrollan operaciones militares. Es que los planos desde donde cada uno observa la realidad, son muy diferentes. Los primeros lo hacen considerando que la opinión pública tiene el derecho de saber qué ocurre con los conciudadanos que sirven en las FFAA, durante la ejecución de las operaciones. Por su parte, los militares tienen muy acendrado el criterio de seguridad, como principio de conducción básico para el desarrollo de sus actividades, y por ende, mantienen reserva ante la presencia de periodistas, a quienes, normalmente, consideran muy poco proclives a guardar un secreto, aun cuando las vidas de compatriotas esté con ello comprometida.</p><p>Este conflicto se presenta casi como irresoluble, y en el desarrollo del trabajo se advertirá que, actualmente, no existe una solución definitiva para el tema. Esa misma dificultad es la que nos ha motivado a seleccionarlo, y respaldados por la rica fuente de experiencia que la historia militar ofrece, trataremos de poner algo de luz sobre un conflicto difícil de solucionar. </p><p>El objetivo de este trabajo es demostrar que, a pesar de la diferencia de enfoques y finalidades existentes entre periodistas y militares, resulta indispensable la determinación de una política que asegure un mínimo de fricciones entre los mismos, durante el transcurso de las operaciones militares.</p><p>Asimismo, el objeto del desarrollo de este pensamiento pretende rescatar la inquietud sobre el tema, para que la Fuerza, que viene desarrollando una exitosa campaña de acercamiento hacia la prensa, extienda la misma a quienes componen el denominado “Cuarto Poder”, de tal manera que los periodistas comprendan fehacientemente las dificultades que los militares enfrentan durante el desarrollo de su misión en la guerra, para poder preservar la seguridad de sus tropas y la de las operaciones.</p><p>Damos, pues, inicio al desarrollo del trabajo, haciendo una aclaración que consideramos de interés. Los ejemplos que a continuación se citan, estarán referidos a situaciones presentadas en sociedades donde la prensa es libre, es decir, donde los gobiernos, en mayor o menor medida, toleran que posturas diferentes a la propia tengan difusión en los medios de comunicación social. No será, pues, objeto de análisis lo sucedido en sociedades donde esta práctica no es permitida, pues se considera que no existiría en las mismas un conflicto entre la libertad de informar y la necesidad de resguardar objetivos militares.</p><p></p><p></p><p>El nacimiento de una relación</p><p></p><p>Probablemente, nuestro trabajo puede comenzar remontándonos al año de 1854, momento en el cual el Reino Unido de Gran Bretaña, Francia y Turquía se hallaban en guerra contra la Rusia zarista. El teatro de operaciones empleado durante este conflicto fue el Mar Negro y la península de Crimea. Esta guerra entre potencias no resultaría de mayor interés para este estudio, si no fuera porque en la misma -y por vez primera- se hizo presente en el campo de batalla, un fenómeno sin precedente y que consideramos fundamental. Este acontecimiento fue la presencia de periodistas -fundamentalmente del lado de las potencias aliadas- quienes eran capaces de informar directamente a los medios gráficos, noticias acerca de las acciones militares en desarrollo. A la vez, dichos medios publicaban en sus correspondientes ediciones, la información obtenida. El fenómeno descripto era producto de las facilidades que los buques a vapor, trenes y finalmente la instalación del telégrafo en Balaklava, ofrecían a aquellos primeros corresponsales de guerra en la difusión de la información. Los tiempos para la remisión de sus despachos alcanzaban al principio, entre 10 y 14 días, para posteriormente reducirse a tan sólo 48 horas. La presencia de periodistas en los campos de batalla tuvo un efecto inmediato en los lectores de las crónicas de la época, quienes podían tener una vívida descripción de los sucesos acaecidos, a lo que acompañaba no sólo el resultado de la acción militar, sino también los padecimientos de las tropas y el crudo detalle de los combates. </p><p>Esta presencia, en el caso británico, se continuó en futuras acciones militares. Ejemplos de lo descripto se pueden hallar en crónicas de la sofocación de la rebelión de los cipayos de 1857 - 1858, donde las tropelías cometidas por los amotinados contra los oficiales británicos y sus familias, estaban descriptas con gran detalle. </p><p>Por cierto, el efecto que las crónicas mencionadas tuvieron sobre la población que tomaba conocimiento de las mismas, variaba con los contenidos que presentaban y según la perspectiva desde la cual estaban escritas. En efecto, para el caso de la guerra de Crimea, las descarnadas descripciones de las acciones militares –y especialmente las de las falencias que el sistema logístico británico poseía, así como la conducta poco profesional de los altos mandos del ejército- produjo, por parte de la población británica, una reacción masivamente contraria a la guerra. En cambio, una actitud diferente fue la que mostró la población respecto de los motines en la India, donde la opinión pública apoyó decisivamente las acciones tendientes a la supresión del motín, reclamando aun el empleo de los medios más drásticos para su cometido.</p><p>Hasta que se produjo la presencia de los periodistas acompañando a las tropas en sus campañas, la población civil podía tener una vivencia de lo que la guerra significaba en términos de destrucción y muerte, por alguna de las siguientes circunstancias:</p><p>• Porque las acciones militares eran desarrolladas en su propio territorio.</p><p>• Por las referencias proporcionadas por algún familiar que se encontraba en campaña, o bien por la lectura de algún tipo de publicación.</p><p>Podemos convenir, que hasta mediados del siglo XIX, la difusión de los medios periodísticos era más bien restringida, ya que el gran auge de los mismos llegó de la mano del progreso concretado en diferentes medios de comunicación, como los vapores, los trenes y el telégrafo. Por lo tanto, la vivencia de la guerra a la que anteriormente nos referíamos, estaba normalmente restringida a un sector no mayoritario de la población, con poca capacidad de presión social. Creemos oportuno, además, destacar que la gran repercusión que las noticias sobre las campañas tenían en la sociedad británica de mediados del siglo XIX, provenía del alto grado de participación que la sociedad poseía acerca de los asuntos públicos. Vale recordar, que los miembros de la Cámara de los Comunes eran elegidos -así como también el Primer Ministro- no solamente por la burguesía sino por la clase trabajadora, hecho que daba mayor importancia a las repercusiones de las acciones militares en la sociedad.</p><p>Cabría, pues, preguntarnos, desde una focalización comunicacional, si el propósito de la información que provenía tanto de Crimea como de la India, respondía a un criterio intencional o no intencional. Muy probablemente, en ambos casos, creemos que se trató de obtener, de parte de quienes recibían el mensaje, una reacción determinada. En el primer caso, probablemente el objetivo estuvo orientado a conmover a la opinión pública acerca de las condiciones en que sus soldados debían hacer la guerra, y quizás oblicuamente, criticar al propio gobierno, el cual era directamente responsable de la guerra. En el caso de la India, los motines tuvieron una gravedad tal, que pusieron en peligro la principal posesión de ultramar de la Gran Bretaña, mientras la intencionalidad pudo estar enmarcada en la necesidad de apoyar las acciones militares que tendían al restablecimiento del orden, y finalmente, a la retención de la India.</p><p></p><p></p><p></p><p>Los ejemplos citados en referencia a la experiencia británica, son pasibles de ser trasladados a la Argentina de la segunda mitad del siglo XIX. En efecto, entre los años 1865 y 1869, se desarrolló la Guerra de la Triple Alianza, en la cual el Paraguay se enfrentó a la Argentina, el Imperio del Brasil y el Uruguay. En esta guerra, también se hicieron presentes sobre los campos de batalla, los periodistas y dibujantes, quienes a semejanza de los casos anteriores, producían despachos que eran publicados en los diarios de Buenos Aires. Pero en este hecho, periodistas y dibujantes cursaban mensajes contrarios a la guerra, especialmente en la medida que ésta se alargaba y no se hallaba una definición para la misma. Algunos periódicos llegaron, incluso, a publicar una proclama del caudillo Felipe Varela, llamando a la paz inmediata con el Paraguay.</p><p>Como vemos, tanto en el caso de Crimea, el de la India, e incluso en menor medida en el caso de la Guerra de la Triple Alianza, la conducción de las operaciones militares tuvo, por vez primera, que enfrentar una situación para la que no estaba preparada. Y esta situación se refería a la dificultad de asumir el hecho que la opinión pública pudiera influenciar sobre las operaciones en desarrollo, o bien porque se originaban en razón de la información proveniente del propio teatro de operaciones, y que no eran producidas por los comandos militares responsables de la conducción. A partir de la presencia de la prensa en el campo de batalla, ya no sería posible, en el futuro, desarrollar las operaciones militares a los más altos niveles de conducción, sin previamente tener en cuenta las políticas a seguir con los periodistas, y la información que los mismos obtenían y difundían a un frente de guerra -al que denominaremos frente interno- el cual, aunque normalmente se encontraba distante del lugar de las operaciones, podía hacer sentir su influencia sobre el frente real de combate.</p><p>A pesar de lo expresado, no aparece, sin embargo, una política clara respecto de la presencia de los periodistas en el campo de batalla. Y pese a las experiencias descriptas, al estallar la Primera Guerra Mundial en 1914, no existía aún la conciencia de la necesidad de hacer frente al problema. De esta manera, y como veremos a continuación, se desarrolló una serie de incidentes que volvió a demostrar las falencias de ignorar el enfoque pertinente que la situación requería.</p><p>El 4 de septiembre de 1914, las tropas británicas tuvieron que efectuar un repliegue hacia el río Sena, en previsión de que la posición ocupada previamente, no pudiera ser sostenida por más tiempo. Durante la ejecución del repliegue, estas tropas sufrieron la pérdida de más de 1.500 hombres, en poco menos de dos semanas. Estas bajas, junto con el detalle de las penurias sufridas por las tropas en la ejecución de la operación, fueron publicadas por un corresponsal de guerra del “The Times”, hecho que causó, entre la población británica, una situación cercana al pánico. Esto motivó que Winston Churchill -que a la sazón era Primer Lord del Almirantazgo del gobierno inglés (cargo equivalente al de Secretario de Marina en los EE. UU.)- escribiera a los dueños del diario, manifestándoles que su despacho se había convertido en “un arma contra el propio Estado”. Más adelante, y a modo de ejemplo de lo que los corresponsales de guerra escribían desde los campos de batalla, vaya el siguiente relato efectuado por Stanley Washburn, desde el frente del Este, en Galitzia: “En toda dirección, en cada hoyo de artillería, están desparramados los fragmentos azules de un uniforme austríaco, convertidos en jirones por la fuerza de los explosivos; y a lo largo del campo permanecen los pedazos de brazos, una pierna dentro de una bota, o algún otro horrible recordatorio de soldados.. .”</p><p>No es difícil imaginar la repercusión que en la población civil podía tener la lectura de este tipo de despachos periodísticos, provenientes del frente de guerra. Además, debe tenerse en cuenta, que el ejército británico dependía del alistamiento voluntario, para poder producir los reemplazos y la formación de unidades. Probablemente, lo grave del caso está relacionado con la ausencia de una acción de parte del gobierno o de las autoridades militares, capaz de originar una manera adecuada de informar a la población, sin que la misma recibiera exclusivamente imágenes negativas del frente de guerra.</p><p>Quizás, y para cerrar este punto, conviene hacer referencia al año 1915, cuando Winston Churchill concibió la ejecución de desembarcos de tropas británicas y del Commonwealth en la península de Gallípoli, para de esa forma atraer tropas turcas que podrían ser empleadas en el Cáucaso contra los rusos. La opinión pública acompañó la decisión de llevar adelante la campaña en un lugar tan alejado, ya que si se derrotaba a los turcos, se eliminaba a Turquía de la guerra, y de esa forma se acortaba la lucha. Esta decisión obligó a priorizar el esfuerzo militar en los Dardanelos, en despecho de las operaciones del frente occidental. Pero en la medida que la opinión pública tomó conocimiento de los desaciertos en la conducción de la guerra, y en la gran cantidad de bajas que las fuerzas propias sufrían, la corriente de pensamiento cambió a favor de abandonar la empresa. Esta variante en la opinión pública tuvo como resultado el relevo del comandante militar en Gallípoli, más el desplazamiento de Churchill, quien como teniente coronel asumió el mando de un batallón de infantería en el frente occidental, lugar éste, donde paradójicamente, el esfuerzo de guerra británico fue nuevamente concentrado.</p><p></p><p></p><p></p><p>sigue....</p><p></p><p>Willy</p></blockquote><p></p>
[QUOTE="Willypicapiedra, post: 598789, member: 162"] -------------------------------------------------------------------------------- Relaciones entre la Prensa y las Fuerzas Armadas en Operaciones Militares Tcnl Guillermo Horacio Eduardo Lafferriere El tema acerca de las relaciones de la prensa y los militares en oportunidad de desarrollarse operaciones militares ha sido muy poco tratado en nuestro país. Y ello sucede, probablemente, porque la ausencia de una experiencia continuada en la guerra hace que no sea considerado con la profundidad con que lo han hecho otros países, más acostumbrados a considerar los conflictos bélicos como una experiencia posible. Sin embargo, la cada vez más frecuente participación de nuestro país -especialmente de la fuerza Ejército en operaciones Militares de Paz en distintos escenarios bélicos del mundo-, hace que el tema de la relación con la prensa en el marco de las operaciones militares no sea, a prima facie, descartado. Para la realización del presente trabajo, se ha tomado bibliografía en muchos casos inédita en el país, pero que, según creemos, ayudará a ofrecer una visión más clara de la problemática a desarrollar, si nos basamos en lo anteriormente expresado respecto de la falta de una real vivencia propia sobre el tema. El trabajo se ha organizado sobre la base de un análisis de la evolución que el binomio prensa - militares ha tenido a lo largo de los últimos 150 años, empleando, para ello, los datos que aporta la historia militar. Finalmente, ofrecemos las correspondientes conclusiones, que aportan un firme punto de partida para establecer una relación positiva entre la prensa y los militares, en toda ocasión durante la cual se desarrollen operaciones militares. Análisis de la situación Periodistas y militares poseen visiones diferentes respecto del rol que ambos deben cumplir en oportunidad que se desarrollan operaciones militares. Es que los planos desde donde cada uno observa la realidad, son muy diferentes. Los primeros lo hacen considerando que la opinión pública tiene el derecho de saber qué ocurre con los conciudadanos que sirven en las FFAA, durante la ejecución de las operaciones. Por su parte, los militares tienen muy acendrado el criterio de seguridad, como principio de conducción básico para el desarrollo de sus actividades, y por ende, mantienen reserva ante la presencia de periodistas, a quienes, normalmente, consideran muy poco proclives a guardar un secreto, aun cuando las vidas de compatriotas esté con ello comprometida. Este conflicto se presenta casi como irresoluble, y en el desarrollo del trabajo se advertirá que, actualmente, no existe una solución definitiva para el tema. Esa misma dificultad es la que nos ha motivado a seleccionarlo, y respaldados por la rica fuente de experiencia que la historia militar ofrece, trataremos de poner algo de luz sobre un conflicto difícil de solucionar. El objetivo de este trabajo es demostrar que, a pesar de la diferencia de enfoques y finalidades existentes entre periodistas y militares, resulta indispensable la determinación de una política que asegure un mínimo de fricciones entre los mismos, durante el transcurso de las operaciones militares. Asimismo, el objeto del desarrollo de este pensamiento pretende rescatar la inquietud sobre el tema, para que la Fuerza, que viene desarrollando una exitosa campaña de acercamiento hacia la prensa, extienda la misma a quienes componen el denominado “Cuarto Poder”, de tal manera que los periodistas comprendan fehacientemente las dificultades que los militares enfrentan durante el desarrollo de su misión en la guerra, para poder preservar la seguridad de sus tropas y la de las operaciones. Damos, pues, inicio al desarrollo del trabajo, haciendo una aclaración que consideramos de interés. Los ejemplos que a continuación se citan, estarán referidos a situaciones presentadas en sociedades donde la prensa es libre, es decir, donde los gobiernos, en mayor o menor medida, toleran que posturas diferentes a la propia tengan difusión en los medios de comunicación social. No será, pues, objeto de análisis lo sucedido en sociedades donde esta práctica no es permitida, pues se considera que no existiría en las mismas un conflicto entre la libertad de informar y la necesidad de resguardar objetivos militares. El nacimiento de una relación Probablemente, nuestro trabajo puede comenzar remontándonos al año de 1854, momento en el cual el Reino Unido de Gran Bretaña, Francia y Turquía se hallaban en guerra contra la Rusia zarista. El teatro de operaciones empleado durante este conflicto fue el Mar Negro y la península de Crimea. Esta guerra entre potencias no resultaría de mayor interés para este estudio, si no fuera porque en la misma -y por vez primera- se hizo presente en el campo de batalla, un fenómeno sin precedente y que consideramos fundamental. Este acontecimiento fue la presencia de periodistas -fundamentalmente del lado de las potencias aliadas- quienes eran capaces de informar directamente a los medios gráficos, noticias acerca de las acciones militares en desarrollo. A la vez, dichos medios publicaban en sus correspondientes ediciones, la información obtenida. El fenómeno descripto era producto de las facilidades que los buques a vapor, trenes y finalmente la instalación del telégrafo en Balaklava, ofrecían a aquellos primeros corresponsales de guerra en la difusión de la información. Los tiempos para la remisión de sus despachos alcanzaban al principio, entre 10 y 14 días, para posteriormente reducirse a tan sólo 48 horas. La presencia de periodistas en los campos de batalla tuvo un efecto inmediato en los lectores de las crónicas de la época, quienes podían tener una vívida descripción de los sucesos acaecidos, a lo que acompañaba no sólo el resultado de la acción militar, sino también los padecimientos de las tropas y el crudo detalle de los combates. Esta presencia, en el caso británico, se continuó en futuras acciones militares. Ejemplos de lo descripto se pueden hallar en crónicas de la sofocación de la rebelión de los cipayos de 1857 - 1858, donde las tropelías cometidas por los amotinados contra los oficiales británicos y sus familias, estaban descriptas con gran detalle. Por cierto, el efecto que las crónicas mencionadas tuvieron sobre la población que tomaba conocimiento de las mismas, variaba con los contenidos que presentaban y según la perspectiva desde la cual estaban escritas. En efecto, para el caso de la guerra de Crimea, las descarnadas descripciones de las acciones militares –y especialmente las de las falencias que el sistema logístico británico poseía, así como la conducta poco profesional de los altos mandos del ejército- produjo, por parte de la población británica, una reacción masivamente contraria a la guerra. En cambio, una actitud diferente fue la que mostró la población respecto de los motines en la India, donde la opinión pública apoyó decisivamente las acciones tendientes a la supresión del motín, reclamando aun el empleo de los medios más drásticos para su cometido. Hasta que se produjo la presencia de los periodistas acompañando a las tropas en sus campañas, la población civil podía tener una vivencia de lo que la guerra significaba en términos de destrucción y muerte, por alguna de las siguientes circunstancias: • Porque las acciones militares eran desarrolladas en su propio territorio. • Por las referencias proporcionadas por algún familiar que se encontraba en campaña, o bien por la lectura de algún tipo de publicación. Podemos convenir, que hasta mediados del siglo XIX, la difusión de los medios periodísticos era más bien restringida, ya que el gran auge de los mismos llegó de la mano del progreso concretado en diferentes medios de comunicación, como los vapores, los trenes y el telégrafo. Por lo tanto, la vivencia de la guerra a la que anteriormente nos referíamos, estaba normalmente restringida a un sector no mayoritario de la población, con poca capacidad de presión social. Creemos oportuno, además, destacar que la gran repercusión que las noticias sobre las campañas tenían en la sociedad británica de mediados del siglo XIX, provenía del alto grado de participación que la sociedad poseía acerca de los asuntos públicos. Vale recordar, que los miembros de la Cámara de los Comunes eran elegidos -así como también el Primer Ministro- no solamente por la burguesía sino por la clase trabajadora, hecho que daba mayor importancia a las repercusiones de las acciones militares en la sociedad. Cabría, pues, preguntarnos, desde una focalización comunicacional, si el propósito de la información que provenía tanto de Crimea como de la India, respondía a un criterio intencional o no intencional. Muy probablemente, en ambos casos, creemos que se trató de obtener, de parte de quienes recibían el mensaje, una reacción determinada. En el primer caso, probablemente el objetivo estuvo orientado a conmover a la opinión pública acerca de las condiciones en que sus soldados debían hacer la guerra, y quizás oblicuamente, criticar al propio gobierno, el cual era directamente responsable de la guerra. En el caso de la India, los motines tuvieron una gravedad tal, que pusieron en peligro la principal posesión de ultramar de la Gran Bretaña, mientras la intencionalidad pudo estar enmarcada en la necesidad de apoyar las acciones militares que tendían al restablecimiento del orden, y finalmente, a la retención de la India. Los ejemplos citados en referencia a la experiencia británica, son pasibles de ser trasladados a la Argentina de la segunda mitad del siglo XIX. En efecto, entre los años 1865 y 1869, se desarrolló la Guerra de la Triple Alianza, en la cual el Paraguay se enfrentó a la Argentina, el Imperio del Brasil y el Uruguay. En esta guerra, también se hicieron presentes sobre los campos de batalla, los periodistas y dibujantes, quienes a semejanza de los casos anteriores, producían despachos que eran publicados en los diarios de Buenos Aires. Pero en este hecho, periodistas y dibujantes cursaban mensajes contrarios a la guerra, especialmente en la medida que ésta se alargaba y no se hallaba una definición para la misma. Algunos periódicos llegaron, incluso, a publicar una proclama del caudillo Felipe Varela, llamando a la paz inmediata con el Paraguay. Como vemos, tanto en el caso de Crimea, el de la India, e incluso en menor medida en el caso de la Guerra de la Triple Alianza, la conducción de las operaciones militares tuvo, por vez primera, que enfrentar una situación para la que no estaba preparada. Y esta situación se refería a la dificultad de asumir el hecho que la opinión pública pudiera influenciar sobre las operaciones en desarrollo, o bien porque se originaban en razón de la información proveniente del propio teatro de operaciones, y que no eran producidas por los comandos militares responsables de la conducción. A partir de la presencia de la prensa en el campo de batalla, ya no sería posible, en el futuro, desarrollar las operaciones militares a los más altos niveles de conducción, sin previamente tener en cuenta las políticas a seguir con los periodistas, y la información que los mismos obtenían y difundían a un frente de guerra -al que denominaremos frente interno- el cual, aunque normalmente se encontraba distante del lugar de las operaciones, podía hacer sentir su influencia sobre el frente real de combate. A pesar de lo expresado, no aparece, sin embargo, una política clara respecto de la presencia de los periodistas en el campo de batalla. Y pese a las experiencias descriptas, al estallar la Primera Guerra Mundial en 1914, no existía aún la conciencia de la necesidad de hacer frente al problema. De esta manera, y como veremos a continuación, se desarrolló una serie de incidentes que volvió a demostrar las falencias de ignorar el enfoque pertinente que la situación requería. El 4 de septiembre de 1914, las tropas británicas tuvieron que efectuar un repliegue hacia el río Sena, en previsión de que la posición ocupada previamente, no pudiera ser sostenida por más tiempo. Durante la ejecución del repliegue, estas tropas sufrieron la pérdida de más de 1.500 hombres, en poco menos de dos semanas. Estas bajas, junto con el detalle de las penurias sufridas por las tropas en la ejecución de la operación, fueron publicadas por un corresponsal de guerra del “The Times”, hecho que causó, entre la población británica, una situación cercana al pánico. Esto motivó que Winston Churchill -que a la sazón era Primer Lord del Almirantazgo del gobierno inglés (cargo equivalente al de Secretario de Marina en los EE. UU.)- escribiera a los dueños del diario, manifestándoles que su despacho se había convertido en “un arma contra el propio Estado”. Más adelante, y a modo de ejemplo de lo que los corresponsales de guerra escribían desde los campos de batalla, vaya el siguiente relato efectuado por Stanley Washburn, desde el frente del Este, en Galitzia: “En toda dirección, en cada hoyo de artillería, están desparramados los fragmentos azules de un uniforme austríaco, convertidos en jirones por la fuerza de los explosivos; y a lo largo del campo permanecen los pedazos de brazos, una pierna dentro de una bota, o algún otro horrible recordatorio de soldados.. .” No es difícil imaginar la repercusión que en la población civil podía tener la lectura de este tipo de despachos periodísticos, provenientes del frente de guerra. Además, debe tenerse en cuenta, que el ejército británico dependía del alistamiento voluntario, para poder producir los reemplazos y la formación de unidades. Probablemente, lo grave del caso está relacionado con la ausencia de una acción de parte del gobierno o de las autoridades militares, capaz de originar una manera adecuada de informar a la población, sin que la misma recibiera exclusivamente imágenes negativas del frente de guerra. Quizás, y para cerrar este punto, conviene hacer referencia al año 1915, cuando Winston Churchill concibió la ejecución de desembarcos de tropas británicas y del Commonwealth en la península de Gallípoli, para de esa forma atraer tropas turcas que podrían ser empleadas en el Cáucaso contra los rusos. La opinión pública acompañó la decisión de llevar adelante la campaña en un lugar tan alejado, ya que si se derrotaba a los turcos, se eliminaba a Turquía de la guerra, y de esa forma se acortaba la lucha. Esta decisión obligó a priorizar el esfuerzo militar en los Dardanelos, en despecho de las operaciones del frente occidental. Pero en la medida que la opinión pública tomó conocimiento de los desaciertos en la conducción de la guerra, y en la gran cantidad de bajas que las fuerzas propias sufrían, la corriente de pensamiento cambió a favor de abandonar la empresa. Esta variante en la opinión pública tuvo como resultado el relevo del comandante militar en Gallípoli, más el desplazamiento de Churchill, quien como teniente coronel asumió el mando de un batallón de infantería en el frente occidental, lugar éste, donde paradójicamente, el esfuerzo de guerra británico fue nuevamente concentrado. sigue.... Willy [/QUOTE]
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