Malvinas
Informe reservado
Parece difícil entender el problema si no se retrocede en el tiempo. Unos días, o al menos unos meses antes. Lo que sigue es un informe reservado:
“Al asumir la presidencia, Galtieri tenía entre sus propósitos encontrar una solución definitiva al problema Malvinas sin aceptar más movimientos de divertimento por parte de la corona británica. Quizá por eso se eligió canciller a Nicanor Costa Méndez, que comparte esa línea y es conocido por su dureza en ese tema. El 3 de enero de 1982 (aniversario de la invasión y usurpación de las Malvinas por los ingleses), Costa Méndez brindó y dijo: “Espero que el próximo año en esta fecha me encuentre en las Malvinas viendo en el mástil la bandera argentina”. La orden a partir de ese momento fue “activar las negociaciones con Inglaterra, exigir respuestas concretas y partir de la base de que negociaremos todo menos la soberanía sobre el archipiélago”. Después de varios intentos de negociación que se estrellaron contra maniobras dilatorias, se llegó al incidente de las Georgias.
Muchos se preguntaron si fue deliberado. Pero fuentes del gobierno aseguraron que no. Que el hecho de que un grupo de trabajadores izara una bandera argentina en las Georgias fue totalmente accidental. Lo que no parece accidental es lo que pasó después. En medios diplomáticos se comenta críticamente la posición y las medidas que tomó el gobierno británico a partir de ese momento. El país que se consideró ofendido debió presentar una nota de protesta, y el incidente no levantaría vuelo. Es lo que hizo la Argentina ese mismo día cuando un grupo de malvinenses rompieron vidrios y pintó leyendas en las oficinas de LADE en Puerto Argentino (puerto Argentino). Pero la corona británica, en una increíble gafe diplomática, optó por la vía de los hechos: envió al buque de guerra Endurance en amenazante actitud hacia los operarios que estaban en la isla San Pedro y anunció la partida de un submarino nuclear a la zona.
¿Qué buscaba el gobierno de Margaret Thatcher al provocar un incidente cuyas consecuencias debían ser previsibles para sus asesores? ¿Porqué provocar un incidente donde la Argentina no tenía nada que perder e Inglaterra sí? Algunos observadores especularon: diciendo que el gobierno inglés actuó así como maniobra de distracción ante el desprestigio del gobierno Thatcher, aún a costa de tener que sacrificar a su canciller Lord Carrington para salvar al gobierno.
Lo cierto es que ese paso le sirvió en bandeja a los argentinos la oportunidad histórica que esperaban: un motivo para recuperar las islas (amenaza directa de agresión) y la ausencia de fuerzas armadas y unidades navales o aéreas que pudieran resistir la operación. “Los planes para recuperar las islas –dijo una fuente- existieron siempre. Era una alternativa prevista ya en período anteriores al gobierno del proceso. Lo que nadie esperaba es que la diplomacia inglesa lo hiciera tan fácil.”
El otro error de la diplomacia británica –la gota que desbordó el vaso- fue el discurso de Lord Carrington en la Cámara de los Lores (30 de marzo de 1982). Dijo que los 39 argentinos que estaban en las Georgias eran inmigrantes ilegales (falso: tenían la tarjeta blanca establecida en un convenio, la embajada inglesa lo sabía, y había depositado el contrato del grupo, vigente hasta el 31 de marzo de 1983), y amenazó con sacarlos por la fuerza.
La Argentina respondió (domingo 28 de marzo de 1982) que estaba dispuesta a negociar todo (apoyo al desarrollo de las islas, situación de los malvinenses, zonas de explotación de los recursos renovables o no para Gran Bretaña o compartidas con Argentina) menos la soberanía argentina sobre la zona en litigio. La respuesta inglesa fue un calco de lo dicho por el canciller británico ante los Lores, más una intimación a que la Argentina sacara sus naves de la zona.
La noche del 31, en una reunión de Costa Méndez con el comité Militar, la respuesta de Gran Bretaña fue considerada un insulto. Y en ese momento se tomó la irreversible resolución: ocupación inmediata de las islas por las tres fuerzas armadas.
Los responsables del máximo nivel diplomático argentino no durmieron más de 15 horas en 5 días, desvelados por el manejo de la situación de la OEA y las posibilidades de una instancia de negociación.
Saludos!
Informe reservado
Parece difícil entender el problema si no se retrocede en el tiempo. Unos días, o al menos unos meses antes. Lo que sigue es un informe reservado:
“Al asumir la presidencia, Galtieri tenía entre sus propósitos encontrar una solución definitiva al problema Malvinas sin aceptar más movimientos de divertimento por parte de la corona británica. Quizá por eso se eligió canciller a Nicanor Costa Méndez, que comparte esa línea y es conocido por su dureza en ese tema. El 3 de enero de 1982 (aniversario de la invasión y usurpación de las Malvinas por los ingleses), Costa Méndez brindó y dijo: “Espero que el próximo año en esta fecha me encuentre en las Malvinas viendo en el mástil la bandera argentina”. La orden a partir de ese momento fue “activar las negociaciones con Inglaterra, exigir respuestas concretas y partir de la base de que negociaremos todo menos la soberanía sobre el archipiélago”. Después de varios intentos de negociación que se estrellaron contra maniobras dilatorias, se llegó al incidente de las Georgias.
Muchos se preguntaron si fue deliberado. Pero fuentes del gobierno aseguraron que no. Que el hecho de que un grupo de trabajadores izara una bandera argentina en las Georgias fue totalmente accidental. Lo que no parece accidental es lo que pasó después. En medios diplomáticos se comenta críticamente la posición y las medidas que tomó el gobierno británico a partir de ese momento. El país que se consideró ofendido debió presentar una nota de protesta, y el incidente no levantaría vuelo. Es lo que hizo la Argentina ese mismo día cuando un grupo de malvinenses rompieron vidrios y pintó leyendas en las oficinas de LADE en Puerto Argentino (puerto Argentino). Pero la corona británica, en una increíble gafe diplomática, optó por la vía de los hechos: envió al buque de guerra Endurance en amenazante actitud hacia los operarios que estaban en la isla San Pedro y anunció la partida de un submarino nuclear a la zona.
¿Qué buscaba el gobierno de Margaret Thatcher al provocar un incidente cuyas consecuencias debían ser previsibles para sus asesores? ¿Porqué provocar un incidente donde la Argentina no tenía nada que perder e Inglaterra sí? Algunos observadores especularon: diciendo que el gobierno inglés actuó así como maniobra de distracción ante el desprestigio del gobierno Thatcher, aún a costa de tener que sacrificar a su canciller Lord Carrington para salvar al gobierno.
Lo cierto es que ese paso le sirvió en bandeja a los argentinos la oportunidad histórica que esperaban: un motivo para recuperar las islas (amenaza directa de agresión) y la ausencia de fuerzas armadas y unidades navales o aéreas que pudieran resistir la operación. “Los planes para recuperar las islas –dijo una fuente- existieron siempre. Era una alternativa prevista ya en período anteriores al gobierno del proceso. Lo que nadie esperaba es que la diplomacia inglesa lo hiciera tan fácil.”
El otro error de la diplomacia británica –la gota que desbordó el vaso- fue el discurso de Lord Carrington en la Cámara de los Lores (30 de marzo de 1982). Dijo que los 39 argentinos que estaban en las Georgias eran inmigrantes ilegales (falso: tenían la tarjeta blanca establecida en un convenio, la embajada inglesa lo sabía, y había depositado el contrato del grupo, vigente hasta el 31 de marzo de 1983), y amenazó con sacarlos por la fuerza.
La Argentina respondió (domingo 28 de marzo de 1982) que estaba dispuesta a negociar todo (apoyo al desarrollo de las islas, situación de los malvinenses, zonas de explotación de los recursos renovables o no para Gran Bretaña o compartidas con Argentina) menos la soberanía argentina sobre la zona en litigio. La respuesta inglesa fue un calco de lo dicho por el canciller británico ante los Lores, más una intimación a que la Argentina sacara sus naves de la zona.
La noche del 31, en una reunión de Costa Méndez con el comité Militar, la respuesta de Gran Bretaña fue considerada un insulto. Y en ese momento se tomó la irreversible resolución: ocupación inmediata de las islas por las tres fuerzas armadas.
Los responsables del máximo nivel diplomático argentino no durmieron más de 15 horas en 5 días, desvelados por el manejo de la situación de la OEA y las posibilidades de una instancia de negociación.
Saludos!