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Area Militar General
Malvinas 1982
Misterios de la guerra de 1982
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<blockquote data-quote="cosmiccomet74" data-source="post: 724642" data-attributes="member: 4858"><p>De "Historia de la Aviacion Naval TOMO 3" copio el relato del Capitan de Fragata Molteni que durante la guerra de Malvinas fue el comandante de la 1era Escuadrilla de Caza y Ataque.</p><p></p><p><strong>Después del mediodía vino el Capitán ANSELMI con una misión, la</strong></p><p><strong>primera misión de combate para nosotros en esta guerra. La tarea era atacar una</strong></p><p><strong>unidad naval tipo portahelicópteros que se encontraba a 60 millas por el radial 160º,</strong></p><p><strong>todo el vuelo sobre el mar.</strong></p><p><strong>Con el Teniente de Fragata Carlos BENITEZ planificamos una</strong></p><p><strong>aproximación rasante (nos lo permitía la distancia) y una formación abierta del tipo</strong></p><p><strong>convenido. Estábamos un poco nerviosos; yo no quería demostrarlo, y al Teniente</strong></p><p><strong>BENITEZ le sobraban agallas.</strong></p><p><strong>Despegamos después de las 14.30. No bien levantamos las ruedas del</strong></p><p><strong>suelo, nos pegamos a la tierra y después al agua; no queríamos que los radares</strong></p><p><strong>ingleses nos detectaran. Navegamos en completo silencio de radio y nos manejamos</strong></p><p><strong>a señas; no eran muchas, ya que sabíamos qué teníamos que hacer.</strong></p><p><strong>Durante esa aproximación vimos que el tiempo iba empeorando. Algunos</strong></p><p><strong>bancos de niebla nos reducían muchísimo la visibilidad; a veces creo que se reducía</strong></p><p><strong>a 500 metros. Sin embargo, el numeral mantuvo una posición en formación abierta</strong></p><p><strong>excepcional.</strong></p><p><strong>La escasa visibilidad y sus variantes hacían a veces que uno viera blancos</strong></p><p><strong>que no eran tales. Teníamos un excelente nivel de adrenalina.</strong></p><p><strong>Creo que en ese momento estábamos completamente profesionalizados;</strong></p><p><strong>nos preocupaba nuestra misión, era como si nos hubiéramos separado un tanto del</strong></p><p><strong>yo; nos convertimos en entes mecanizados.</strong></p><p><strong>Cuando por tiempo llegamos a lo que tendría que ser nuestro objetivo, no</strong></p><p><strong>encontramos nada; decidí seguir adelante un poco más (hasta 90 millas). Tampoco</strong></p><p><strong>vimos nada, y entonces -según lo previsto- hicimos otra pierna a 90º, de 20 millas,</strong></p><p><strong>para volver por otro radial.</strong></p><p><strong>Los giros los hacíamos lentos y con el avión descentrado (girábamos con</strong></p><p><strong>timón y poco alerón) para presentar menor superficie a la detección radar. Era</strong></p><p><strong>difícil a 3 metros del agua y más aún para el Teniente BENITEZ que venía del lado</strong></p><p><strong>de afuera del giro, pero mantuvo admirablemente la posición en línea.</strong></p><p><strong>Durante esa pierna y la de regreso no observamos nada; parecía que</strong></p><p><strong>estábamos solos en la inmensidad del mar, que se veía oscuro y con grandes olas.</strong></p><p><strong>Cuando tuvimos a la vista a Puerto Argentino, rompí el silencio de radio y</strong></p><p><strong>le ordené pasar a formación de combate (el numeral volaba atrás y dentro del cono</strong></p><p><strong>de 30º de mi cola); allí enlacé con la torre e hice una pierna para aterrizar, separada</strong></p><p><strong>de la isla, para alertar a la artillería antiaérea que éramos nosotros.</strong></p><p><strong>La pierna final la inicié sobre el faro San Felipe; veníamos a poca altura</strong></p><p><strong>para evitar los radares y aterricé en el costado operable de la pista. A los 3/4 de</strong></p><p><strong>recorrido ya tenía frenado el avión y me corrí de la pista para dejarle lugar al</strong></p><p><strong>numeral; cuando giré vi en la dirección de la pista y lejos una tremenda explosión y</strong></p><p><strong>una gran bocanada de humo negro. Allí se me paralizó el corazón; no tenía dudas de</strong></p><p><strong>lo ocurrido, y no lo podía creer; ése era el "Chino" BENITEZ. Llevé el avión hasta</strong></p><p><strong>donde lo tenían que sacar de la pista y, abriendo la cabina, comencé a gritar,</strong></p><p><strong>preguntando qué había pasado. Ninguno de los mecánicos presentes me contestó, y</strong></p><p><strong>todos empezamos a llorar.</strong></p><p><strong>El Teniente de Navío GARCIA VELAZCO con un grupo de gente y un</strong></p><p><strong>camión fueron de inmediato al lugar del accidente, el helicóptero Puma que nos</strong></p><p><strong>hacía de comunicación también. Llegaron cuando el avión aún estaba en llamas; el</strong></p><p><strong>Teniente BENITEZ estaba delante del avión, en su asiento eyectado, fuera de las</strong></p><p><strong>llamas, pero sin vida.</strong></p><p><strong>Fue una pérdida terrible que sentí, como todos, intensamente. No podía</strong></p><p><strong>creer que después de todo lo que habíamos pasado en esa hora de vuelo hubiese</strong></p><p><strong>tenido ese trágico final; tocó contra una roca en proximidades del faro.</strong></p><p><strong>Era un piloto excepcional, un virtuoso para el vuelo y un valiente; su coraje</strong></p><p><strong>no tenía límites. Jamás dudó, y siempre dio el ejemplo: un heroico combatiente.</strong></p><p><strong>Esa noche recé por su alma en la iglesia católica de Puerto Argentino, y</strong></p><p><strong>creó que le pregunté a Dios ¿ por qué así ? Más que nunca, o como siempre,</strong></p><p><strong>estábamos en sus manos y El decidía nuestro final.</strong></p><p><strong>Nuestro ánimo cayó sensiblemente; a cada momento sentíamos que un</strong></p><p><strong>lugar había quedado vacío, y palpamos muy de cerca que cualquiera de nosotros, en</strong></p><p><strong>cualquier momento, podía seguirlo.</strong></p><p><strong>El día 4 de mayo, a las 10 de la mañana, enterramos al Teniente de Fragata</strong></p><p><strong>Carlos BENITEZ en el pequeño cementerio de Puerto Argentino; presidió el acto y</strong></p><p><strong>habló el Contraalmirante OTERO, y allí todos le dimos el último adiós; pero quizá</strong></p><p><strong>con un posible hasta pronto.</strong></p><p><strong>Cuando coloqué su casco sobre la cruz y reviví en un instante todas las</strong></p><p><strong>cosas compartidas, me embargó un gran dolor.</strong></p></blockquote><p></p>
[QUOTE="cosmiccomet74, post: 724642, member: 4858"] De "Historia de la Aviacion Naval TOMO 3" copio el relato del Capitan de Fragata Molteni que durante la guerra de Malvinas fue el comandante de la 1era Escuadrilla de Caza y Ataque. [B]Después del mediodía vino el Capitán ANSELMI con una misión, la primera misión de combate para nosotros en esta guerra. La tarea era atacar una unidad naval tipo portahelicópteros que se encontraba a 60 millas por el radial 160º, todo el vuelo sobre el mar. Con el Teniente de Fragata Carlos BENITEZ planificamos una aproximación rasante (nos lo permitía la distancia) y una formación abierta del tipo convenido. Estábamos un poco nerviosos; yo no quería demostrarlo, y al Teniente BENITEZ le sobraban agallas. Despegamos después de las 14.30. No bien levantamos las ruedas del suelo, nos pegamos a la tierra y después al agua; no queríamos que los radares ingleses nos detectaran. Navegamos en completo silencio de radio y nos manejamos a señas; no eran muchas, ya que sabíamos qué teníamos que hacer. Durante esa aproximación vimos que el tiempo iba empeorando. Algunos bancos de niebla nos reducían muchísimo la visibilidad; a veces creo que se reducía a 500 metros. Sin embargo, el numeral mantuvo una posición en formación abierta excepcional. La escasa visibilidad y sus variantes hacían a veces que uno viera blancos que no eran tales. Teníamos un excelente nivel de adrenalina. Creo que en ese momento estábamos completamente profesionalizados; nos preocupaba nuestra misión, era como si nos hubiéramos separado un tanto del yo; nos convertimos en entes mecanizados. Cuando por tiempo llegamos a lo que tendría que ser nuestro objetivo, no encontramos nada; decidí seguir adelante un poco más (hasta 90 millas). Tampoco vimos nada, y entonces -según lo previsto- hicimos otra pierna a 90º, de 20 millas, para volver por otro radial. Los giros los hacíamos lentos y con el avión descentrado (girábamos con timón y poco alerón) para presentar menor superficie a la detección radar. Era difícil a 3 metros del agua y más aún para el Teniente BENITEZ que venía del lado de afuera del giro, pero mantuvo admirablemente la posición en línea. Durante esa pierna y la de regreso no observamos nada; parecía que estábamos solos en la inmensidad del mar, que se veía oscuro y con grandes olas. Cuando tuvimos a la vista a Puerto Argentino, rompí el silencio de radio y le ordené pasar a formación de combate (el numeral volaba atrás y dentro del cono de 30º de mi cola); allí enlacé con la torre e hice una pierna para aterrizar, separada de la isla, para alertar a la artillería antiaérea que éramos nosotros. La pierna final la inicié sobre el faro San Felipe; veníamos a poca altura para evitar los radares y aterricé en el costado operable de la pista. A los 3/4 de recorrido ya tenía frenado el avión y me corrí de la pista para dejarle lugar al numeral; cuando giré vi en la dirección de la pista y lejos una tremenda explosión y una gran bocanada de humo negro. Allí se me paralizó el corazón; no tenía dudas de lo ocurrido, y no lo podía creer; ése era el "Chino" BENITEZ. Llevé el avión hasta donde lo tenían que sacar de la pista y, abriendo la cabina, comencé a gritar, preguntando qué había pasado. Ninguno de los mecánicos presentes me contestó, y todos empezamos a llorar. El Teniente de Navío GARCIA VELAZCO con un grupo de gente y un camión fueron de inmediato al lugar del accidente, el helicóptero Puma que nos hacía de comunicación también. Llegaron cuando el avión aún estaba en llamas; el Teniente BENITEZ estaba delante del avión, en su asiento eyectado, fuera de las llamas, pero sin vida. Fue una pérdida terrible que sentí, como todos, intensamente. No podía creer que después de todo lo que habíamos pasado en esa hora de vuelo hubiese tenido ese trágico final; tocó contra una roca en proximidades del faro. Era un piloto excepcional, un virtuoso para el vuelo y un valiente; su coraje no tenía límites. Jamás dudó, y siempre dio el ejemplo: un heroico combatiente. Esa noche recé por su alma en la iglesia católica de Puerto Argentino, y creó que le pregunté a Dios ¿ por qué así ? Más que nunca, o como siempre, estábamos en sus manos y El decidía nuestro final. Nuestro ánimo cayó sensiblemente; a cada momento sentíamos que un lugar había quedado vacío, y palpamos muy de cerca que cualquiera de nosotros, en cualquier momento, podía seguirlo. El día 4 de mayo, a las 10 de la mañana, enterramos al Teniente de Fragata Carlos BENITEZ en el pequeño cementerio de Puerto Argentino; presidió el acto y habló el Contraalmirante OTERO, y allí todos le dimos el último adiós; pero quizá con un posible hasta pronto. Cuando coloqué su casco sobre la cruz y reviví en un instante todas las cosas compartidas, me embargó un gran dolor.[/B] [/QUOTE]
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