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Murió el líder norcoreano Kim Jong Il
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<blockquote data-quote="Shandor" data-source="post: 1098764" data-attributes="member: 50"><p><span style="font-size: 22px"><strong>¿Qué va a pasar en Corea del Norte?</strong></span></p><p></p><p><span style="font-size: 18px"><strong>La incertidumbre continúa desvelando a amigos y enemigos y las posibilidades de cambio no se avizoran del todo halagüeñas</strong></span></p><p></p><p></p><ul> <li data-xf-list-type="ul"><p style="text-align: left"><img src="http://www.elobservador.com.uy/upload/fotos/468x295/2011/12/25/corea-del-norte_220275.jpg" alt="" class="fr-fic fr-dii fr-draggable " style="" /></p> </li> </ul><p></p><p>Cuando en 1994 murió el líder norcoreano Kim Il-Sung, los expertos se apresuraron en pronosticar la caída del régimen de Corea del Norte en poco tiempo. Sin embargo, su hijo Kim Jong-Il asumió el poder y lo mantuvo incambiado hasta su muerte el 17 de diciembre. Con la salvedad de haber destrozado la economía del país, las características del régimen permanecieron intactas durante sus 17 años de reinado: un régimen despótico, hermético y represivo, basado en el culto a la personalidad y una extraña mezcla de confucianismo y estalinismo.</p><p></p><p>Hoy en cambio –a pesar de la natural incertidumbre y el secretismo imperante– la mayoría de los observadores de la política asiática parece coincidir en que el tercer hijo de Kim, Kim Jong-Un, se consolidará en el poder, prolongando así la única dinastía comunista de la historia. El haber obtenido el beneplácito de su padre (quien preparó la sucesión desde 2009), el del Ejército, el de la nomenclatura norcoreana y ahora el fundamental espaldarazo del gobierno chino, parece haber disipado las dudas que surgieron en torno a sus posibilidades de hacerse con el poder tras la muerte del llamado “Amado Líder”.</p><p></p><p>También parece haberse exagerado un tanto la amenaza nuclear que representaba una Corea del Norte acéfala. Resulta improbable pensar que los norcoreanos vayan a iniciar una transición política lanzando un ataque nuclear.</p><p></p><p>Con todo, la intranquilidad geopolítica que despierta el nuevo líder de 28 años todavía no da señas de relajamiento, con el joven sentado arriba de un barril de 50 kilos de plutonio, uranio enriquecido, un poderoso arsenal de misiles balísticos y cerca de 10 bombas nucleares, según datos de la Agencia Internacional de Energía Atómica. Máxime habida cuenta de que los únicos pergaminos que ostenta en su currículum son el de ser hijo de un líder cuyo único mérito parece haber sido mantener la línea sucesoria en el poder y nieto del fundador de la dinastía, enviado allí en barco por Stalin, cuando EEUU y la URSS decidieron dividir artificialmente la península en dos Coreas a lo largo del Paralelo 38, después de la segunda guerra mundial.</p><p></p><p>De ahí el nerviosismo de sus vecinos, en particular de los aliados de Washington, Corea del Sur y Japón, que por tratados internacionales no disponen de armas nucleares y tienen muy presentes las dos pruebas nucleares que Corea del Norte realizó en el mar Amarillo, la primera en 2006 y la segunda en 2009. Pero acaso más preocupante aun haya sido el lanzamiento de un misil norcoreano de largo alcance por encima de Japón en 1999, en clara señal de provocación, y el hundimiento de un navío surcoreano, a principios del año pasado, por un torpedo norcoreano que cobró la vida de 46 marinos abordo. Amén de que en noviembre de 2010 Corea del Norte ordenó un bombardeo sobre la isla surcoreana de Yeonpyeong, en el que perecieron dos civiles. La preocupación, entonces, no es menor, y el Pentágono monitorea muy de cerca cualquier movimiento proveniente de Corea del Norte. </p><p></p><p>Es curioso que la muerte de Kim Jong-Il se haya producido justo en el momento en que Washington adelantaba discretas negociaciones con el régimen de Pyonyang para limar asperezas para mejorar la relación bilateral, interrumpida desde 2002. Pero en año de elecciones es poco probable que el presidente Obama vaya a suavizar su posición respecto de Corea del Norte, sobre todo teniendo en cuenta que los candidatos republicanos ya han empezado a llevar agua a su molino con este asunto, calificando de blanda la postura del presidente.</p><p></p><p>Mientras tanto, en Seúl es donde hay más preocupación. Y es que el presidente Lee Myung-back se ha caracterizado siempre por una línea dura hacia Corea del Norte. </p><p>El corresponsal de la revista Time en Tokio, Kirk Spitzer, escribió en su blog que en Japón también cunde el nerviosismo entre la población. Y luego del anuncio de Pyongyang, el primer ministro japonés, Yoshihiko Noda, canceló inmediatamente un discurso para reunirse con su gabinete de defensa, dispuso la alerta máxima para los aviones japoneses e instruyó a sus ministros a que estuvieran “totalmente preparados para circunstancias impredecibles”. </p><p></p><p>El gobierno chino, principal aliado y socio comercial de Pyongyang, fue el que se ha mostrado más distendido. El presidente Hu Jintao fue en persona a rendir sus condolencias a la embajada de Corea del Norte en Pekín y le ha dado su apoyo al heredero. </p><p></p><p>Sin embargo, también tiene otras razones: Pekín no quiere otro aliado incondicional de EEUU en su patio trasero y no le conviene que sobrevengan el caos y la inestabilidad en Corea del Norte y se le llene el territorio de refugiados.</p><p></p><p>Además, los funcionarios chinos trataron durante años de convencer a Kim Jong-Il de que adoptara las reformas económicas de China, pero éste siempre se negó. Tal vez ahora sea la oportunidad. </p><p></p><p>En cualquier caso, la incertidumbre internacional sobre la figura de Un continuará por un tiempo más, sobre todo con un duelo que puede durar meses. Tras la muerte de Kim Il-Sung, el país guardó un duelo de tres meses, en estricta observancia a los preceptos del confucianismo. No es de esperar que eso vaya a ser muy diferente ahora, ni que muchas otras cosas vayan a cambiar de forma sustantiva.</p><p></p><p>Los optimistas, empero, ven en la muerte de Kim una oportunidad para que Corea del Norte se abra al mundo y salga del aislamiento, que se renueven las negociaciones con el sexteto de naciones para la desnuclearización y hay hasta quienes hablan de la posibilidad de un relajamiento del régimen, con apertura democrática, al estilo del que se ha dado en algunos países del mundo árabe. Pero esto no es la primavera árabe. Es un régimen con control absoluto sobre la población, un país pobre, donde las nuevas tecnologías no han llegado todavía a un amplio sector de la población. Eso, unido al apoyo de China, hace que a las posibilidades de cambio no les aguarde un futuro muy promisorio en Corea del Norte.</p><p>el observador</p></blockquote><p></p>
[QUOTE="Shandor, post: 1098764, member: 50"] [SIZE=6][B]¿Qué va a pasar en Corea del Norte?[/B][/SIZE] [SIZE=5][B]La incertidumbre continúa desvelando a amigos y enemigos y las posibilidades de cambio no se avizoran del todo halagüeñas[/B][/SIZE] [B][/B] [LIST] [*][LEFT][IMG]http://www.elobservador.com.uy/upload/fotos/468x295/2011/12/25/corea-del-norte_220275.jpg[/IMG][/LEFT] [/LIST] Cuando en 1994 murió el líder norcoreano Kim Il-Sung, los expertos se apresuraron en pronosticar la caída del régimen de Corea del Norte en poco tiempo. Sin embargo, su hijo Kim Jong-Il asumió el poder y lo mantuvo incambiado hasta su muerte el 17 de diciembre. Con la salvedad de haber destrozado la economía del país, las características del régimen permanecieron intactas durante sus 17 años de reinado: un régimen despótico, hermético y represivo, basado en el culto a la personalidad y una extraña mezcla de confucianismo y estalinismo. Hoy en cambio –a pesar de la natural incertidumbre y el secretismo imperante– la mayoría de los observadores de la política asiática parece coincidir en que el tercer hijo de Kim, Kim Jong-Un, se consolidará en el poder, prolongando así la única dinastía comunista de la historia. El haber obtenido el beneplácito de su padre (quien preparó la sucesión desde 2009), el del Ejército, el de la nomenclatura norcoreana y ahora el fundamental espaldarazo del gobierno chino, parece haber disipado las dudas que surgieron en torno a sus posibilidades de hacerse con el poder tras la muerte del llamado “Amado Líder”. También parece haberse exagerado un tanto la amenaza nuclear que representaba una Corea del Norte acéfala. Resulta improbable pensar que los norcoreanos vayan a iniciar una transición política lanzando un ataque nuclear. Con todo, la intranquilidad geopolítica que despierta el nuevo líder de 28 años todavía no da señas de relajamiento, con el joven sentado arriba de un barril de 50 kilos de plutonio, uranio enriquecido, un poderoso arsenal de misiles balísticos y cerca de 10 bombas nucleares, según datos de la Agencia Internacional de Energía Atómica. Máxime habida cuenta de que los únicos pergaminos que ostenta en su currículum son el de ser hijo de un líder cuyo único mérito parece haber sido mantener la línea sucesoria en el poder y nieto del fundador de la dinastía, enviado allí en barco por Stalin, cuando EEUU y la URSS decidieron dividir artificialmente la península en dos Coreas a lo largo del Paralelo 38, después de la segunda guerra mundial. De ahí el nerviosismo de sus vecinos, en particular de los aliados de Washington, Corea del Sur y Japón, que por tratados internacionales no disponen de armas nucleares y tienen muy presentes las dos pruebas nucleares que Corea del Norte realizó en el mar Amarillo, la primera en 2006 y la segunda en 2009. Pero acaso más preocupante aun haya sido el lanzamiento de un misil norcoreano de largo alcance por encima de Japón en 1999, en clara señal de provocación, y el hundimiento de un navío surcoreano, a principios del año pasado, por un torpedo norcoreano que cobró la vida de 46 marinos abordo. Amén de que en noviembre de 2010 Corea del Norte ordenó un bombardeo sobre la isla surcoreana de Yeonpyeong, en el que perecieron dos civiles. La preocupación, entonces, no es menor, y el Pentágono monitorea muy de cerca cualquier movimiento proveniente de Corea del Norte. Es curioso que la muerte de Kim Jong-Il se haya producido justo en el momento en que Washington adelantaba discretas negociaciones con el régimen de Pyonyang para limar asperezas para mejorar la relación bilateral, interrumpida desde 2002. Pero en año de elecciones es poco probable que el presidente Obama vaya a suavizar su posición respecto de Corea del Norte, sobre todo teniendo en cuenta que los candidatos republicanos ya han empezado a llevar agua a su molino con este asunto, calificando de blanda la postura del presidente. Mientras tanto, en Seúl es donde hay más preocupación. Y es que el presidente Lee Myung-back se ha caracterizado siempre por una línea dura hacia Corea del Norte. El corresponsal de la revista Time en Tokio, Kirk Spitzer, escribió en su blog que en Japón también cunde el nerviosismo entre la población. Y luego del anuncio de Pyongyang, el primer ministro japonés, Yoshihiko Noda, canceló inmediatamente un discurso para reunirse con su gabinete de defensa, dispuso la alerta máxima para los aviones japoneses e instruyó a sus ministros a que estuvieran “totalmente preparados para circunstancias impredecibles”. El gobierno chino, principal aliado y socio comercial de Pyongyang, fue el que se ha mostrado más distendido. El presidente Hu Jintao fue en persona a rendir sus condolencias a la embajada de Corea del Norte en Pekín y le ha dado su apoyo al heredero. Sin embargo, también tiene otras razones: Pekín no quiere otro aliado incondicional de EEUU en su patio trasero y no le conviene que sobrevengan el caos y la inestabilidad en Corea del Norte y se le llene el territorio de refugiados. Además, los funcionarios chinos trataron durante años de convencer a Kim Jong-Il de que adoptara las reformas económicas de China, pero éste siempre se negó. Tal vez ahora sea la oportunidad. En cualquier caso, la incertidumbre internacional sobre la figura de Un continuará por un tiempo más, sobre todo con un duelo que puede durar meses. Tras la muerte de Kim Il-Sung, el país guardó un duelo de tres meses, en estricta observancia a los preceptos del confucianismo. No es de esperar que eso vaya a ser muy diferente ahora, ni que muchas otras cosas vayan a cambiar de forma sustantiva. Los optimistas, empero, ven en la muerte de Kim una oportunidad para que Corea del Norte se abra al mundo y salga del aislamiento, que se renueven las negociaciones con el sexteto de naciones para la desnuclearización y hay hasta quienes hablan de la posibilidad de un relajamiento del régimen, con apertura democrática, al estilo del que se ha dado en algunos países del mundo árabe. Pero esto no es la primavera árabe. Es un régimen con control absoluto sobre la población, un país pobre, donde las nuevas tecnologías no han llegado todavía a un amplio sector de la población. Eso, unido al apoyo de China, hace que a las posibilidades de cambio no les aguarde un futuro muy promisorio en Corea del Norte. el observador [/QUOTE]
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