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<blockquote data-quote="FloSof" data-source="post: 837747" data-attributes="member: 5836"><p><a href="http://www.tlaxcala.es/pp.asp?reference=812&lg=es">TLAXCALA : ¿Dónde están los papeles del Pentágono?</a></p><p><strong><u><em>¿Dónde están los papeles del Pentágono?</em></u></strong></p><p>AUTOR: Daniel Ellsberg</p><p>Traducido por Traducido por Germán Leyens</p><p></p><p>Una resolución conjunta presentada al Comité de Relaciones Exteriores del Senado [de USA] por la Senadora Barbara Boxer (demócrata de California), pide la retirada de todas las fuerzas militares usamericanas de Irak antes del 31 de diciembre. La ley de “redesplegamiento” cita en su preámbulo los resultados de un sondeo de enero que muestran que un 64% de los iraquíes consideran que la criminalidad y los ataques violentos disminuirán si USA abandona Iraq dentro de seis meses. Un 67% cree que su seguridad de todos los días aumentará si USA se retira y un 73% considera que las facciones en el parlamento cooperarán más si USA se retira.</p><p></p><p>Si es así, ¿qué hacemos en ese país? Si los iraquíes no creen que contribuimos a una mejora o a la seguridad, ¿qué significa eso sobre la legitimidad de una prolongación de la ocupación, y mucho menos sobre bases usamericanas permanentes en Iraq (previstas por un 80% de los iraquíes encuestados)? ¿Qué significa para la continuación de patrullas blindadas usamericanas como la que en noviembre pasado en Haditha, que, como sabemos ahora, resultó en las muertes de un marine y de 24 civiles desarmados?</p><p></p><p>Preguntas muy parecidas plagaban mi conciencia hace muchos años en plena guerra de Vietnam, y eso llevó, en última instancia, a la publicación del primero de los Papeles del Pentágono el 13 de junio de 1971, hace 35 años esta semana. Ese proceso había comenzado casi dos años antes, en otoño de 1969, cuando mi amigo y antiguo colega en Rand Corp, Tony Russo, y yo comenzamos a copiar las 7.000 páginas de documentos de máximo secreto de la caja fuerte en Rand para entregarlas al Comité de Relaciones Exteriores del Senado.</p><p></p><p>Ese período tenía varias similitudes con el actual. Por una parte, el senador republicano, Charles Goodell de Nueva York, acababa de presentar una resolución pidiendo la retirada unilateral de todas las fuerzas armadas de USA de Indochina para fines de 1970. A diferencia de la actual resolución Boxer, la suya tenía poder parlamentario, al solicitar que todo el financiamiento del Congreso para operaciones de combate de USA cesara en esa fecha.</p><p></p><p>Hay dos similitudes más entre entonces y ahora: Primero, aunque sólo un puñado de usamericanos lo sabía, el presidente Nixon preparaba planes secretos en ese mes de septiembre para expandir, en lugar de irse, esa guerra en el Sudeste Asiático – incluyendo una importante ofensiva aérea contra Vietnam del Norte, con el posible uso de armas nucleares. En la actualidad, las amenazas del gobierno Bush de ir a la guerra contra Irán son explícitas, con funcionarios que reiteran regularmente que la “opción” nuclear está “sobre la mesa.”</p><p></p><p>La segunda similitud es que, también en septiembre, el teniente William Calley había sido acusado sin bombo ni platillos por el asesinato, 18 meses antes, de “109 seres humanos orientales” en la aldea sudvietnamita My Lai 4. Esto pasó casi inadvertido hasta mediados de noviembre de ese año, cuando el trabajo de investigación de Seymour Hersh estalló como una bomba, seguido poco después por la primera revelación a los usamericanos de las fotografías en color de la masacre. Las fotos no eran tan diferentes de las que aparecieron en la historias de primera plana de Time y Newsweek sobre las mujeres, niños, ancianos y bebés de Haditha, asesinados todos a quemarropa.</p><p></p><p>¿Qué me motivó en otoño de 1969 a comenzar a copiar 7.000 páginas de documentos altamente confidenciales – un acto por el que estaba convencido del todo que me enviaría a la cárcel de por vida? (Las penas por los cargos que se presentaron, por cierto, ascendían a 115 años en prisión.) El acontecimiento que lo precipitó no fue el juicio por asesinato contra Calley, sino otro. El 30 de septiembre, leí en Los Angeles Times que las acusaciones presentadas por Creighton Abrams, general al comando de las fuerzas de USA en Vietnam, contra varios oficiales de las Fuerzas Especiales acusados de asesinar a un presunto doble agente bajo su custodia habían sido desechadas por el Secretario del Ejército.</p><p></p><p>El artículo de los periodistas en Washington Ted Sell y Robert Donovan, dejó en claro que los motivos utilizados por el Secretario Stanley Resor para desecharlas eran falsos /y que era probable que la orden de desechar las acusaciones haya venido directamente de la Casa Blanca. Al seguir leyendo, resultó cada vez más obvio que toda la cadena de comando, civil y militar, participaba en un encubrimiento.</p><p></p><p>Al terminar el artículo, se me ocurrió de repente: Éste es el sistema en el que he participado, al que he entregado mi lealtad incondicional durante 15 años, como marine, funcionario del Pentágono y del Departamento de Estado en Vietnam. Es un sistema que miente sobre asesinatos de forma reflexiva, a todo nivel, desde el sargento al comandante en jefe. Y yo tenía, depositadas en mi caja fuerte en Rand, 7.000 páginas de evidencia documental para probarlo.</p><p></p><p>Los papeles en mi caja de seguridad, que llegaron a ser conocidos como los Papeles del Pentágono, constituían un conjunto completo de una historia secreta de 47 volúmenes del Departamento de Defensa sobre la participación de USA en Vietnam intitulada: “La toma de decisiones de USA en Vietnam, 1945-1968.”</p><p></p><p>Tuve acceso exclusivo a los papeles para propósitos de investigación y había estado leyéndolos durante todo el verano; dejaban muy en claro que yo, como el resto del público de USA, había sido engañado sobre los orígenes y los propósitos de la guerra en la que había participado – tal como hoy en día el 85% de los soldados en Iraq todavía cree que Sadam Husein fue responsable por el 11-S y que estaba aliado con Al Qaeda.</p><p></p><p>Los papeles documentaban en sorprendente detalle un modelo de mentiras y engaños por parte de cuatro presidentes y sus gobiernos durante 23 años para ocultar sus planes bélicos – junto con cálculos internos sobre los altos costos y riesgos de esos planes (y sus bajas probabilidades de éxito), que supuestamente jamás debían llegar al público y provocar discusiones. Mostraban de modo muy claro cómo nos habíamos involucrado en una guerra temeraria por nuestra propia decisión en el país de otros – un país que no nos había atacado – por nuestras propias intenciones interiores y exteriores.</p><p></p><p>Me pareció que el que se hiciera algo semejante contra los intensos deseos de la mayoría de los habitantes de ese país no sólo era una mala política, sino que era impropio desde el punto de vista moral. Además, vi claramente que las justificaciones que se habían dado para nuestra intervención fueron falsas. Vietnam no fue una guerra justa, y nunca lo había sido. Y si la guerra misma era injusta, todas las víctimas de nuestro poder de fuego estaban siendo matadas sin justificación. Eso se llama asesinato.</p><p></p><p>Al leer esa mañana el artículo en The Times sobre el encubrimiento del asesinato de las Fuerzas Especiales y al compararlo con los que había estado leyendo en la historia secreta llegué a verlo como un microcosmo de lo que había estado sucediendo desde que comenzó la guerra. Y pensé: no quiero seguir formando parte de esta maquinaria embustera: No voy a seguir ocultando la verdad.</p><p></p><p>Llamé a Russo, que había sido despedido de Rand un año antes, en parte por informes inconvenientes desde el campo de batalla sobre torturas de prisioneros por nuestros aliados vietnamitas. Le pregunté si tenía acceso a una fotocopiadora.</p><p></p><p>Así era.</p><p></p><p>Comenzamos el 1 de octubre. Noche tras noche, yo llevaba montones de papeles de mi caja fuerte y los copiábamos. Los entregué primero a miembros del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, en la esperanza de que los revelaran al público. Pero no lo hicieron. Finalmente, los entregué al New York Times, que comenzó a publicarlos el domingo 13 de junio de 1971.</p><p></p><p>Dos días después, el New York Times recibió una orden de un juez federal, a pedido de la Casa Blanca, de detener la publicación – la primera limitación preceptiva de la prensa en la historia de USA. Luego entregué copias al Washington Post y cuando también se le prohibió la publicación, a otros 17 periódicos, mientras me buscaba el FBI. El 28 de junio me entregué y fui arrestado y acusado de violaciones de la Ley de Espionaje y robo.</p><p></p><p>En la actualidad, debe haber, por lo menos, cientos de funcionarios civiles y militares en el Pentágono, la CIA, el Departamento de Estado, la Agencia Nacional de Seguridad, y la Casa Blanca que tienen en sus cajas fuerte y ordenadores documentos comparables sobre intensas discusiones internas – ocultadas cuidadosamente hasta ahora al Congreso y al público – sobre presuntos o reales crímenes de guerra, políticas temerarias y crímenes interiores: los Papeles del Pentágono de Iraq, Irán o la continua guerra contra las libertades en USA. Algunos de estos funcionarios, espero, decidirán aceptar los riesgos personales de revelar la verdad – más rápido que yo lo hice – antes de que se pierdan más vidas o se inicie una nueva guerra.</p><p></p><p>Haditha es un espejo no sólo para los soldados usamericanos en el terreno, sino para toda nuestra sociedad. No sólo para los mentirosos en el gobierno, sino para aquellos que les creen con demasiada facilidad. Y a todos nosotros, los del público, los del gobierno, del Congreso y en los medios de información que disentimos sin efecto hasta ahora o que contemplamos mientras se asesina y no hacemos nada por impedirlo o denunciarlo.</p><p></p><p>Ya es hora de que los usamericanos encuentren la valentía civil para enfrentar lo que se está haciendo en su nombre y se nieguen a ser cómplices. Tenemos que obligar al Congreso y a este presidente, o a sus sucesores si es necesario, a que actúen siguiendo la proposición moral de que USA debe dejar de asesinar a hombres, mujeres y niños en Iraq, y que no debe comenzar a hacerlo en Irán.</p><p></p><p>Ni las vidas que hemos perdido, ni las vidas que hemos destruido, dan a USA algún derecho a determinar a través de su poder de fuego y aéreo quién debe gobernar o morir en países que hemos atacado injustamente.</p><p></p><p>Daniel Ellsberg fue juzgado en 1973 por divulgar los Papeles del Pentágono, pero el caso fue desechado después de cuatro meses, por mala conducta gubernamental.</p><p></p><p>Original en ingles:<a href="http://www.zcommunications.org/where-are-iraqs-pentagon-papers-by-daniel-ellsberg">ZCommunications | Where are Iraq's Pentagon Papers? by Daniel Ellsberg | ZNet Article</a><span style="color: Silver"></span></p><p><span style="color: Silver"></span></p><p><span style="color: Silver"><span style="font-size: 9px">---------- Post added at 11:39 ---------- Previous post was at 11:36 ----------</span></span></p><p><span style="color: Silver"></span></p><p><span style="color: Silver"></span><em>Daniel Ellsberg</em></p><p><em>En 1969, Daniel Ellsberg sacó de la Rand Corporation las siete mil páginas de una historia secreta de la guerra de Vietnam. En 1971 las entregó a The New York Times y su publicación provocó un choque entre el poder ejecutivo y la prensa</em></p><p><em></em></p><p><em>01/12/2010</em></p><p><em>Marc Bassets</em></p><p><em>Washington.</em></p><p><em></em></p><p><em>Daniel Ellsberg, de 79 años, descuelga el teléfono en un hotel de Hollywood, donde acaba de participar en una tertulia en la CNN: estos días es un hombre requerido.</em></p><p><em></em></p><p><em>En 1969, este ex alto funcionario de la Administración Johnson sacó de la Rand Corporation, el laboratorio de ideas donde trabajaba, las siete mil páginas de una historia secreta de la guerra confeccionada en el departamento de Defensa. En 1971 las entregó a The New York Times. Los papeles del Pentágono expusieron las mentiras del Gobierno de EE.UU. sobre Vietnam y su publicación provocó un choque entre el poder ejecutivo y la prensa.</em></p><p><em></em></p><p><em>A Ellsberg se le ha presentado como un antecesor de Julian Assange, el responsable de Wikileaks, que ha empezado a difundir 250.000 informes de la diplomacia estadounidense.</em></p><p><em></em></p><p><em>No son los papeles del Pentágono -dice Ellsberg en referencia a los cables del departamento de Estado-. No son papeles de decisión de alto nivel. Quienes toman las decisiones políticas a alto nivel no tienen tiempo de leer cables que sólo son secretos. Puede sonar divertido, pero es así. Dudo que cualquier persona de alto nivel viese alguna de estas cosas. En los casos en los que los cables contienen noticias, son noticias que deberían llevar mucho tiempo publicadas.</em></p><p><em></em></p><p><em>Se han comparado con los Papeles del Pentágono.</em></p><p><em>Hay diferencias y similitudes. La diferencia es que los Papeles del Pentágono eran ‘top secret’ y eran papeles de alto nivel de decisión. Pero, de otro lado, esto es más voluminoso, representa un registro más continuado, y más actual. Los Papeles del Pentágono eran, los más recientes, de tres años antes. Estos de ahora se han publicado el mismo año en que fueron redactados. Pero en conjunto no son tan significativos como los papeles del Pentágono. Aunque hace cuarenta años los propios Papeles del Pentágono no eran los papeles de la Casa Blanca, no eran los papeles de la CIA. Ninguno de estos papeles es la última palabra. Incluso aquellos papeles no eran tan buenos como las cintas orales de Nixon. La verdad es que los necesitamos todos ahora. Necesitamos los Papeles del Pentágono y de la Casa Blanca sobre Afganistán. Y la única manera de obtenerlos es que alguien los filtre, alguien que tenga el mismo instinto que Bradley Manning, que está acusado ahora de filtrar (los papeles de Wikileaks) y que tenga el mismo acceso que Bradley Manning tenía.</em></p><p><em></em></p><p><em>¿Pide usted públicamente a la gente del Pentágono que filtre los papeles?</em></p><p><em>No pierdo ninguna oportunidad para decirlo indirectamente, porque nunca tengo la oportunidad de hablar con ellos cara a cara. No hagan lo que yo hice, no esperen hasta que las bombas caigan o la guerra haya empezado, como yo hice antes de sacar a la luz las pruebas de las mentiras y de las políticas temerarias. Vayan a la prensa y, en este caso, a Wikileaks, que en mi época no existía, o al Congreso, y entreguen las pruebas.</em></p><p><em></em></p><p><em>Es posible que tras las últimas filtraciones las normas sean más estrictas y resulta más difícil.</em></p><p><em>Es posible, porque Bradley Manning dijo a la persona que informó sobre él, Adrian Lamo, que le describiese las vulnerabilidades del sistema de seguridad que había utilizado, así que probablemente se cerraron algunas de estas vulnerabilidades. Será más difícil para el próximo Bradley Manning. Pero todos los sistemas tienen agujeros y vulnerabilidades, y siempre hay gente dentro con la inteligencia para superarlos. Lo cierto siempre existe un riesgo de que te pillen, y esto significa un riesgo de pagar un precio personal muy alto. Esto no puede eliminarse.</em></p><p><em></em></p><p><em>¿Bradley Manning está detrás de las filtraciones?</em></p><p><em>Esto es hipotético. No lo sé. El Gobierno tiene que demostrarlo ante un tribunal, y no conozco la respuesta. Sólo uso el nombre, pero si no es él, lo que digo se aplicar a quien sea.</em></p><p><em></em></p><p><em>¿Se identifica usted con Bradley Manning, con Julian Assange?</em></p><p><em>Me identificó específicamente con Manning. Si las conversaciones por internet con Adrian Lamo (el hacker que le denunció) son verdad, y no lo sé, y le reconoció haber dado el video del helicóptero, Collateral Damage (en el que se veía un helicóptero estadounidense durante un bombardeo en Iraq), y estaba dispuesto a ir a la cárcel si era necesario, yo me sentía igual hace cuarenta años. Y realmente esperé cuarenta años para oír algo similar. Hubo filtraciones desde entonces, pero eran anónimos y no eran de la escala que hiciesen que alguien pudiese ser descubierto.</em></p><p><em></em></p><p><em>¿Ha estado en contacto con su familia?</em></p><p><em>Él está en la cárcel pero indirectamente, a través de su tía, Debra van Alstyne, le he hecho llegar un ejemplar de mi libro. Le trasladó un mensaje mío de apoyo, y él dijo que estaba contento del apoyo y que sabía quién era yo, aunque sea tan joven.</em></p><p><em>¿Conoce a Julian Assange? Es un personaje misterioso.</em></p><p><em>No le conocía hasta que fui a Londres. Allí pasé varias horas con él cada día durante tres o cuatro días (en octubre, cuando Wikileaks nreveló los 400.000 documentos de Iraq). Acabé respetándolo mucho. Para mí ya no es misterioso. Está sometido a una enorme presión. Pero me gusta, lo admiro y respeto su juicio. Esto no significa que no esté libre de críticas, nadie lo está.</em></p><p><em></em></p><p><em>¿Quién financia a Assange?</em></p><p><em>No sé nada de esto, pero él recibe contribuciones. Por lo que sé, con el video del helicóptero Apache recibió una gran ola de contribuciones. Yo fui uno de ellos, después de ver aquel vídeo.</em></p><p><em></em></p><p><em>¿Sabe dónde está ahora?</em></p><p><em>No. Creo que lo último que oí es que está en Londres. Se mueve mucho.</em></p><p><em></em></p><p><em>Se ha dicho que la revelación de los cables del departamento de Estado puede suponer el fin de la diplomacia tal como la conocemos.</em></p><p><em>Esto es absurdo. Se dice siempre lo mismo cada vez que hay una filtración de cualquier tipo. Lo dijeron de los papeles del Pentágono y era totalmente falso. Dejó en mala situación a algunos países. Por ejemplo reveló que Australia fue sobornada para enviar tropas a Vietnam, y yo mismo me sorpendí al saber que instituyeron el servicio militar obligatorio para enviar tropas a Vietnam. Fue escandoloso, y merecían estar avergonzados.</em></p><p><em></em></p><p><em>También se ha dicho que en los cables sólo hay cotilleos.</em></p><p><em>Pero es una tontería decir esto sobre la base de lo que se ha publicado en uno o dos días sobre un total de 260.000 cables. Francamente, me decepciona el número de gente que se cree capaz de opinar y comentar de manera dogmática sobre la base de los primeros días de revelaciones de algo que será un proceso de revelaciones a largo plazo. Debe ser su trabajo o su fuente de ingresos o algo así. Sí, hay una buena parte de cotilleos, alguna de la cual no parece demasiado importante, pero en los próximos días no creo que haya tanto énfasis en los cotilleos. Esto es una suposición.</em></p><p><em></em></p><p><em>¿Escuchó la reacción de Hillary Clinton?</em></p><p><em>Todos los secretarios de Estado desde la Segunda Guerra Mundial habrían dicho exactamente lo mismo sobre los Papeles del Pentágono. De hecho, el secretario de Estado en aquel momento, William Rodgers, y su sucesor, Henry Kissinger, decían exactamente el mismo tipo de cosas: temerario, irresponsable, el cielo se derrumba, la diplomacia nunca será igual… Son tonterías. No les gustan las filtraciones, es embarazoso para ellos, a nadie le gusta ver cómo se lava su ropa en público, y una parte de su ropa está realmente sucia. De hecho, cuando gente que ha estado implicada en la escalada de la guerra de Afganistán, como Hillary Clinton, o con una guerra de agresión como la de Iraq, es realmente indignante que estén acusando a Julian Assange y a Bradley Manning de comportamiento temerario e irresponsable. Su comportamiento, para el resto de sus vidas, posiblemente nunca podrá compararse con la temeridad y la irresponsabilidad de la gente que nos ha metido en estas dos guerras.</em></p><p><em></em></p><p><em>Obama incluido.</em></p><p><em>Claro, claro. Por cierto, creo que uno de los mayores secretos que hasta ahora se han revelado en estos cables, y creo que continuará, es la poca diferencia que existe entre las políticas exteriores de Barack Obama y George W. Bush. De hecho la mayoría de estos cables son de entre 2007 y principios del año actual, e incluyen un año entero de Barack Obama. Lo que hemos visto hasta ahora indica que no se puede diferenciar el uno del otro. No veo ninguna diferencia en la naturaleza de la política o de la diplomacia. Y esperábamos un montón de diferencias. Esto es verdad en lo que respecta a Irán, por ejemplo. Y en el caos de Pakistán o Afganistán, si acaso es peor. Obama dijo que estaba en contra de la guerra de Iraq no porque estuviese en contra de todas las guerras sino porque estaba en contra de las guerras necias. Pues bien, si existe una guerra más necia que la escalada en Afganistán para derrotar a los talibanes o acabar el conflicto, si hay una guerra más necia que esta, me gustaría saber cuál es. Preferiría que nadie se lo preguntase al general Petraeus porque podría tener la tentación de hacer esta guerra como desafío, y yo no confiaría en que el presidente se lo negase, ni Obama ni su sucesor.</em></p><p><em></em></p><p><em>Como norma general, ¿tiene derecho un gobierno a mantener información secreta?</em></p><p><em>Claro, claro. Todo gobierno legítimo, que supongo que son una minoría en el mundo… No quiero decir que las tiranías autoritarias tengan derecho a mantener secretos: no tienen derecho a existir como gobiernos. Pero en términos de gobiernos democráticos, claro, hay un amplio abanico de secretos que merecen ser protegidos. Y hasta ahora no hay ninguna indicación de que estos secretos semejantes hayan sido revelados en los cables tal como han sido publicados.</em></p><p><em></em></p><p><em>¿Cree que en una democracia las comunicaciones entre diplomáticos deberían ser públicas?</em></p><p><em>No todas. Entre las cosas que merecen protección durante un periodo limitado se encuentran las negociaciones legítimas que no impliquen ultimatums o amenazas de acción militar agresiva. A veces el secretismo facilita las exploración desde ambos lados y algunos compromisos que deben ensayarse. Es un ejemplo. No sé si sabe que yo no di a los diarios cuatro de los 47 volúmenes de los Papeles del Pentágono, los volúmenes que trataban de las negociaciones. No creo que hubiese tenido demasiados efectos, pero no los di porque no quería interferir en las negociaciones, aunque yo sabía que no eran demasiado sinceras de nuestro lado.</em></p><p><em></em></p><p><em>A Julian Assange se le ha acusado de antiamericanismo por revelar secretos de EE.UU. y no de otros países como China o Rusia.</em></p><p><em>Esto es falso. Algunas de sus revelaciones en Wikileaks más tempranas concernían a China.</em></p><p><em></em></p><p><em>Pero no han sido revelaciones tan amplias.</em></p><p><em>Esto seguro de que ha publicado lo que ha obtenido. Si alguien puede acusarle de haber rechazado algo, me interesaría saberlo, pero estoy seguro de que no es el caso. Estas personas valientes en cualquier país, China, Rusia, Zimbabwe, Estados Unidos o España, tienen que poner en riesgo sus trabajos y carreras cuando sacan información… Por cierto, creo que también le interesa hacerlo en el mundo empresarial, y me gustaría mucho que hubuiese un Bradley Manning en BP o Goldman Sachs.</em></p><p><em></em></p><p><em>¿Teme por la vida de Julian Assange?</em></p><p><em>Creo que el riesgo de un ataque a su vida no es demasiado alto, pero debería ser cero. Y no lo es.</em></p></blockquote><p></p>
[QUOTE="FloSof, post: 837747, member: 5836"] [url=http://www.tlaxcala.es/pp.asp?reference=812&lg=es]TLAXCALA : ¿Dónde están los papeles del Pentágono?[/url] [B][U][I]¿Dónde están los papeles del Pentágono?[/I][/U][/B] AUTOR: Daniel Ellsberg Traducido por Traducido por Germán Leyens Una resolución conjunta presentada al Comité de Relaciones Exteriores del Senado [de USA] por la Senadora Barbara Boxer (demócrata de California), pide la retirada de todas las fuerzas militares usamericanas de Irak antes del 31 de diciembre. La ley de “redesplegamiento” cita en su preámbulo los resultados de un sondeo de enero que muestran que un 64% de los iraquíes consideran que la criminalidad y los ataques violentos disminuirán si USA abandona Iraq dentro de seis meses. Un 67% cree que su seguridad de todos los días aumentará si USA se retira y un 73% considera que las facciones en el parlamento cooperarán más si USA se retira. Si es así, ¿qué hacemos en ese país? Si los iraquíes no creen que contribuimos a una mejora o a la seguridad, ¿qué significa eso sobre la legitimidad de una prolongación de la ocupación, y mucho menos sobre bases usamericanas permanentes en Iraq (previstas por un 80% de los iraquíes encuestados)? ¿Qué significa para la continuación de patrullas blindadas usamericanas como la que en noviembre pasado en Haditha, que, como sabemos ahora, resultó en las muertes de un marine y de 24 civiles desarmados? Preguntas muy parecidas plagaban mi conciencia hace muchos años en plena guerra de Vietnam, y eso llevó, en última instancia, a la publicación del primero de los Papeles del Pentágono el 13 de junio de 1971, hace 35 años esta semana. Ese proceso había comenzado casi dos años antes, en otoño de 1969, cuando mi amigo y antiguo colega en Rand Corp, Tony Russo, y yo comenzamos a copiar las 7.000 páginas de documentos de máximo secreto de la caja fuerte en Rand para entregarlas al Comité de Relaciones Exteriores del Senado. Ese período tenía varias similitudes con el actual. Por una parte, el senador republicano, Charles Goodell de Nueva York, acababa de presentar una resolución pidiendo la retirada unilateral de todas las fuerzas armadas de USA de Indochina para fines de 1970. A diferencia de la actual resolución Boxer, la suya tenía poder parlamentario, al solicitar que todo el financiamiento del Congreso para operaciones de combate de USA cesara en esa fecha. Hay dos similitudes más entre entonces y ahora: Primero, aunque sólo un puñado de usamericanos lo sabía, el presidente Nixon preparaba planes secretos en ese mes de septiembre para expandir, en lugar de irse, esa guerra en el Sudeste Asiático – incluyendo una importante ofensiva aérea contra Vietnam del Norte, con el posible uso de armas nucleares. En la actualidad, las amenazas del gobierno Bush de ir a la guerra contra Irán son explícitas, con funcionarios que reiteran regularmente que la “opción” nuclear está “sobre la mesa.” La segunda similitud es que, también en septiembre, el teniente William Calley había sido acusado sin bombo ni platillos por el asesinato, 18 meses antes, de “109 seres humanos orientales” en la aldea sudvietnamita My Lai 4. Esto pasó casi inadvertido hasta mediados de noviembre de ese año, cuando el trabajo de investigación de Seymour Hersh estalló como una bomba, seguido poco después por la primera revelación a los usamericanos de las fotografías en color de la masacre. Las fotos no eran tan diferentes de las que aparecieron en la historias de primera plana de Time y Newsweek sobre las mujeres, niños, ancianos y bebés de Haditha, asesinados todos a quemarropa. ¿Qué me motivó en otoño de 1969 a comenzar a copiar 7.000 páginas de documentos altamente confidenciales – un acto por el que estaba convencido del todo que me enviaría a la cárcel de por vida? (Las penas por los cargos que se presentaron, por cierto, ascendían a 115 años en prisión.) El acontecimiento que lo precipitó no fue el juicio por asesinato contra Calley, sino otro. El 30 de septiembre, leí en Los Angeles Times que las acusaciones presentadas por Creighton Abrams, general al comando de las fuerzas de USA en Vietnam, contra varios oficiales de las Fuerzas Especiales acusados de asesinar a un presunto doble agente bajo su custodia habían sido desechadas por el Secretario del Ejército. El artículo de los periodistas en Washington Ted Sell y Robert Donovan, dejó en claro que los motivos utilizados por el Secretario Stanley Resor para desecharlas eran falsos /y que era probable que la orden de desechar las acusaciones haya venido directamente de la Casa Blanca. Al seguir leyendo, resultó cada vez más obvio que toda la cadena de comando, civil y militar, participaba en un encubrimiento. Al terminar el artículo, se me ocurrió de repente: Éste es el sistema en el que he participado, al que he entregado mi lealtad incondicional durante 15 años, como marine, funcionario del Pentágono y del Departamento de Estado en Vietnam. Es un sistema que miente sobre asesinatos de forma reflexiva, a todo nivel, desde el sargento al comandante en jefe. Y yo tenía, depositadas en mi caja fuerte en Rand, 7.000 páginas de evidencia documental para probarlo. Los papeles en mi caja de seguridad, que llegaron a ser conocidos como los Papeles del Pentágono, constituían un conjunto completo de una historia secreta de 47 volúmenes del Departamento de Defensa sobre la participación de USA en Vietnam intitulada: “La toma de decisiones de USA en Vietnam, 1945-1968.” Tuve acceso exclusivo a los papeles para propósitos de investigación y había estado leyéndolos durante todo el verano; dejaban muy en claro que yo, como el resto del público de USA, había sido engañado sobre los orígenes y los propósitos de la guerra en la que había participado – tal como hoy en día el 85% de los soldados en Iraq todavía cree que Sadam Husein fue responsable por el 11-S y que estaba aliado con Al Qaeda. Los papeles documentaban en sorprendente detalle un modelo de mentiras y engaños por parte de cuatro presidentes y sus gobiernos durante 23 años para ocultar sus planes bélicos – junto con cálculos internos sobre los altos costos y riesgos de esos planes (y sus bajas probabilidades de éxito), que supuestamente jamás debían llegar al público y provocar discusiones. Mostraban de modo muy claro cómo nos habíamos involucrado en una guerra temeraria por nuestra propia decisión en el país de otros – un país que no nos había atacado – por nuestras propias intenciones interiores y exteriores. Me pareció que el que se hiciera algo semejante contra los intensos deseos de la mayoría de los habitantes de ese país no sólo era una mala política, sino que era impropio desde el punto de vista moral. Además, vi claramente que las justificaciones que se habían dado para nuestra intervención fueron falsas. Vietnam no fue una guerra justa, y nunca lo había sido. Y si la guerra misma era injusta, todas las víctimas de nuestro poder de fuego estaban siendo matadas sin justificación. Eso se llama asesinato. Al leer esa mañana el artículo en The Times sobre el encubrimiento del asesinato de las Fuerzas Especiales y al compararlo con los que había estado leyendo en la historia secreta llegué a verlo como un microcosmo de lo que había estado sucediendo desde que comenzó la guerra. Y pensé: no quiero seguir formando parte de esta maquinaria embustera: No voy a seguir ocultando la verdad. Llamé a Russo, que había sido despedido de Rand un año antes, en parte por informes inconvenientes desde el campo de batalla sobre torturas de prisioneros por nuestros aliados vietnamitas. Le pregunté si tenía acceso a una fotocopiadora. Así era. Comenzamos el 1 de octubre. Noche tras noche, yo llevaba montones de papeles de mi caja fuerte y los copiábamos. Los entregué primero a miembros del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, en la esperanza de que los revelaran al público. Pero no lo hicieron. Finalmente, los entregué al New York Times, que comenzó a publicarlos el domingo 13 de junio de 1971. Dos días después, el New York Times recibió una orden de un juez federal, a pedido de la Casa Blanca, de detener la publicación – la primera limitación preceptiva de la prensa en la historia de USA. Luego entregué copias al Washington Post y cuando también se le prohibió la publicación, a otros 17 periódicos, mientras me buscaba el FBI. El 28 de junio me entregué y fui arrestado y acusado de violaciones de la Ley de Espionaje y robo. En la actualidad, debe haber, por lo menos, cientos de funcionarios civiles y militares en el Pentágono, la CIA, el Departamento de Estado, la Agencia Nacional de Seguridad, y la Casa Blanca que tienen en sus cajas fuerte y ordenadores documentos comparables sobre intensas discusiones internas – ocultadas cuidadosamente hasta ahora al Congreso y al público – sobre presuntos o reales crímenes de guerra, políticas temerarias y crímenes interiores: los Papeles del Pentágono de Iraq, Irán o la continua guerra contra las libertades en USA. Algunos de estos funcionarios, espero, decidirán aceptar los riesgos personales de revelar la verdad – más rápido que yo lo hice – antes de que se pierdan más vidas o se inicie una nueva guerra. Haditha es un espejo no sólo para los soldados usamericanos en el terreno, sino para toda nuestra sociedad. No sólo para los mentirosos en el gobierno, sino para aquellos que les creen con demasiada facilidad. Y a todos nosotros, los del público, los del gobierno, del Congreso y en los medios de información que disentimos sin efecto hasta ahora o que contemplamos mientras se asesina y no hacemos nada por impedirlo o denunciarlo. Ya es hora de que los usamericanos encuentren la valentía civil para enfrentar lo que se está haciendo en su nombre y se nieguen a ser cómplices. Tenemos que obligar al Congreso y a este presidente, o a sus sucesores si es necesario, a que actúen siguiendo la proposición moral de que USA debe dejar de asesinar a hombres, mujeres y niños en Iraq, y que no debe comenzar a hacerlo en Irán. Ni las vidas que hemos perdido, ni las vidas que hemos destruido, dan a USA algún derecho a determinar a través de su poder de fuego y aéreo quién debe gobernar o morir en países que hemos atacado injustamente. Daniel Ellsberg fue juzgado en 1973 por divulgar los Papeles del Pentágono, pero el caso fue desechado después de cuatro meses, por mala conducta gubernamental. Original en ingles:[url=http://www.zcommunications.org/where-are-iraqs-pentagon-papers-by-daniel-ellsberg]ZCommunications | Where are Iraq's Pentagon Papers? by Daniel Ellsberg | ZNet Article[/url][COLOR="Silver"] [SIZE=1]---------- Post added at 11:39 ---------- Previous post was at 11:36 ----------[/SIZE] [/COLOR][I]Daniel Ellsberg En 1969, Daniel Ellsberg sacó de la Rand Corporation las siete mil páginas de una historia secreta de la guerra de Vietnam. En 1971 las entregó a The New York Times y su publicación provocó un choque entre el poder ejecutivo y la prensa 01/12/2010 Marc Bassets Washington. Daniel Ellsberg, de 79 años, descuelga el teléfono en un hotel de Hollywood, donde acaba de participar en una tertulia en la CNN: estos días es un hombre requerido. En 1969, este ex alto funcionario de la Administración Johnson sacó de la Rand Corporation, el laboratorio de ideas donde trabajaba, las siete mil páginas de una historia secreta de la guerra confeccionada en el departamento de Defensa. En 1971 las entregó a The New York Times. Los papeles del Pentágono expusieron las mentiras del Gobierno de EE.UU. sobre Vietnam y su publicación provocó un choque entre el poder ejecutivo y la prensa. A Ellsberg se le ha presentado como un antecesor de Julian Assange, el responsable de Wikileaks, que ha empezado a difundir 250.000 informes de la diplomacia estadounidense. No son los papeles del Pentágono -dice Ellsberg en referencia a los cables del departamento de Estado-. No son papeles de decisión de alto nivel. Quienes toman las decisiones políticas a alto nivel no tienen tiempo de leer cables que sólo son secretos. Puede sonar divertido, pero es así. Dudo que cualquier persona de alto nivel viese alguna de estas cosas. En los casos en los que los cables contienen noticias, son noticias que deberían llevar mucho tiempo publicadas. Se han comparado con los Papeles del Pentágono. Hay diferencias y similitudes. La diferencia es que los Papeles del Pentágono eran ‘top secret’ y eran papeles de alto nivel de decisión. Pero, de otro lado, esto es más voluminoso, representa un registro más continuado, y más actual. Los Papeles del Pentágono eran, los más recientes, de tres años antes. Estos de ahora se han publicado el mismo año en que fueron redactados. Pero en conjunto no son tan significativos como los papeles del Pentágono. Aunque hace cuarenta años los propios Papeles del Pentágono no eran los papeles de la Casa Blanca, no eran los papeles de la CIA. Ninguno de estos papeles es la última palabra. Incluso aquellos papeles no eran tan buenos como las cintas orales de Nixon. La verdad es que los necesitamos todos ahora. Necesitamos los Papeles del Pentágono y de la Casa Blanca sobre Afganistán. Y la única manera de obtenerlos es que alguien los filtre, alguien que tenga el mismo instinto que Bradley Manning, que está acusado ahora de filtrar (los papeles de Wikileaks) y que tenga el mismo acceso que Bradley Manning tenía. ¿Pide usted públicamente a la gente del Pentágono que filtre los papeles? No pierdo ninguna oportunidad para decirlo indirectamente, porque nunca tengo la oportunidad de hablar con ellos cara a cara. No hagan lo que yo hice, no esperen hasta que las bombas caigan o la guerra haya empezado, como yo hice antes de sacar a la luz las pruebas de las mentiras y de las políticas temerarias. Vayan a la prensa y, en este caso, a Wikileaks, que en mi época no existía, o al Congreso, y entreguen las pruebas. Es posible que tras las últimas filtraciones las normas sean más estrictas y resulta más difícil. Es posible, porque Bradley Manning dijo a la persona que informó sobre él, Adrian Lamo, que le describiese las vulnerabilidades del sistema de seguridad que había utilizado, así que probablemente se cerraron algunas de estas vulnerabilidades. Será más difícil para el próximo Bradley Manning. Pero todos los sistemas tienen agujeros y vulnerabilidades, y siempre hay gente dentro con la inteligencia para superarlos. Lo cierto siempre existe un riesgo de que te pillen, y esto significa un riesgo de pagar un precio personal muy alto. Esto no puede eliminarse. ¿Bradley Manning está detrás de las filtraciones? Esto es hipotético. No lo sé. El Gobierno tiene que demostrarlo ante un tribunal, y no conozco la respuesta. Sólo uso el nombre, pero si no es él, lo que digo se aplicar a quien sea. ¿Se identifica usted con Bradley Manning, con Julian Assange? Me identificó específicamente con Manning. Si las conversaciones por internet con Adrian Lamo (el hacker que le denunció) son verdad, y no lo sé, y le reconoció haber dado el video del helicóptero, Collateral Damage (en el que se veía un helicóptero estadounidense durante un bombardeo en Iraq), y estaba dispuesto a ir a la cárcel si era necesario, yo me sentía igual hace cuarenta años. Y realmente esperé cuarenta años para oír algo similar. Hubo filtraciones desde entonces, pero eran anónimos y no eran de la escala que hiciesen que alguien pudiese ser descubierto. ¿Ha estado en contacto con su familia? Él está en la cárcel pero indirectamente, a través de su tía, Debra van Alstyne, le he hecho llegar un ejemplar de mi libro. Le trasladó un mensaje mío de apoyo, y él dijo que estaba contento del apoyo y que sabía quién era yo, aunque sea tan joven. ¿Conoce a Julian Assange? Es un personaje misterioso. No le conocía hasta que fui a Londres. Allí pasé varias horas con él cada día durante tres o cuatro días (en octubre, cuando Wikileaks nreveló los 400.000 documentos de Iraq). Acabé respetándolo mucho. Para mí ya no es misterioso. Está sometido a una enorme presión. Pero me gusta, lo admiro y respeto su juicio. Esto no significa que no esté libre de críticas, nadie lo está. ¿Quién financia a Assange? No sé nada de esto, pero él recibe contribuciones. Por lo que sé, con el video del helicóptero Apache recibió una gran ola de contribuciones. Yo fui uno de ellos, después de ver aquel vídeo. ¿Sabe dónde está ahora? No. Creo que lo último que oí es que está en Londres. Se mueve mucho. Se ha dicho que la revelación de los cables del departamento de Estado puede suponer el fin de la diplomacia tal como la conocemos. Esto es absurdo. Se dice siempre lo mismo cada vez que hay una filtración de cualquier tipo. Lo dijeron de los papeles del Pentágono y era totalmente falso. Dejó en mala situación a algunos países. Por ejemplo reveló que Australia fue sobornada para enviar tropas a Vietnam, y yo mismo me sorpendí al saber que instituyeron el servicio militar obligatorio para enviar tropas a Vietnam. Fue escandoloso, y merecían estar avergonzados. También se ha dicho que en los cables sólo hay cotilleos. Pero es una tontería decir esto sobre la base de lo que se ha publicado en uno o dos días sobre un total de 260.000 cables. Francamente, me decepciona el número de gente que se cree capaz de opinar y comentar de manera dogmática sobre la base de los primeros días de revelaciones de algo que será un proceso de revelaciones a largo plazo. Debe ser su trabajo o su fuente de ingresos o algo así. Sí, hay una buena parte de cotilleos, alguna de la cual no parece demasiado importante, pero en los próximos días no creo que haya tanto énfasis en los cotilleos. Esto es una suposición. ¿Escuchó la reacción de Hillary Clinton? Todos los secretarios de Estado desde la Segunda Guerra Mundial habrían dicho exactamente lo mismo sobre los Papeles del Pentágono. De hecho, el secretario de Estado en aquel momento, William Rodgers, y su sucesor, Henry Kissinger, decían exactamente el mismo tipo de cosas: temerario, irresponsable, el cielo se derrumba, la diplomacia nunca será igual… Son tonterías. No les gustan las filtraciones, es embarazoso para ellos, a nadie le gusta ver cómo se lava su ropa en público, y una parte de su ropa está realmente sucia. De hecho, cuando gente que ha estado implicada en la escalada de la guerra de Afganistán, como Hillary Clinton, o con una guerra de agresión como la de Iraq, es realmente indignante que estén acusando a Julian Assange y a Bradley Manning de comportamiento temerario e irresponsable. Su comportamiento, para el resto de sus vidas, posiblemente nunca podrá compararse con la temeridad y la irresponsabilidad de la gente que nos ha metido en estas dos guerras. Obama incluido. Claro, claro. Por cierto, creo que uno de los mayores secretos que hasta ahora se han revelado en estos cables, y creo que continuará, es la poca diferencia que existe entre las políticas exteriores de Barack Obama y George W. Bush. De hecho la mayoría de estos cables son de entre 2007 y principios del año actual, e incluyen un año entero de Barack Obama. Lo que hemos visto hasta ahora indica que no se puede diferenciar el uno del otro. No veo ninguna diferencia en la naturaleza de la política o de la diplomacia. Y esperábamos un montón de diferencias. Esto es verdad en lo que respecta a Irán, por ejemplo. Y en el caos de Pakistán o Afganistán, si acaso es peor. Obama dijo que estaba en contra de la guerra de Iraq no porque estuviese en contra de todas las guerras sino porque estaba en contra de las guerras necias. Pues bien, si existe una guerra más necia que la escalada en Afganistán para derrotar a los talibanes o acabar el conflicto, si hay una guerra más necia que esta, me gustaría saber cuál es. Preferiría que nadie se lo preguntase al general Petraeus porque podría tener la tentación de hacer esta guerra como desafío, y yo no confiaría en que el presidente se lo negase, ni Obama ni su sucesor. Como norma general, ¿tiene derecho un gobierno a mantener información secreta? Claro, claro. Todo gobierno legítimo, que supongo que son una minoría en el mundo… No quiero decir que las tiranías autoritarias tengan derecho a mantener secretos: no tienen derecho a existir como gobiernos. Pero en términos de gobiernos democráticos, claro, hay un amplio abanico de secretos que merecen ser protegidos. Y hasta ahora no hay ninguna indicación de que estos secretos semejantes hayan sido revelados en los cables tal como han sido publicados. ¿Cree que en una democracia las comunicaciones entre diplomáticos deberían ser públicas? No todas. Entre las cosas que merecen protección durante un periodo limitado se encuentran las negociaciones legítimas que no impliquen ultimatums o amenazas de acción militar agresiva. A veces el secretismo facilita las exploración desde ambos lados y algunos compromisos que deben ensayarse. Es un ejemplo. No sé si sabe que yo no di a los diarios cuatro de los 47 volúmenes de los Papeles del Pentágono, los volúmenes que trataban de las negociaciones. No creo que hubiese tenido demasiados efectos, pero no los di porque no quería interferir en las negociaciones, aunque yo sabía que no eran demasiado sinceras de nuestro lado. A Julian Assange se le ha acusado de antiamericanismo por revelar secretos de EE.UU. y no de otros países como China o Rusia. Esto es falso. Algunas de sus revelaciones en Wikileaks más tempranas concernían a China. Pero no han sido revelaciones tan amplias. Esto seguro de que ha publicado lo que ha obtenido. Si alguien puede acusarle de haber rechazado algo, me interesaría saberlo, pero estoy seguro de que no es el caso. Estas personas valientes en cualquier país, China, Rusia, Zimbabwe, Estados Unidos o España, tienen que poner en riesgo sus trabajos y carreras cuando sacan información… Por cierto, creo que también le interesa hacerlo en el mundo empresarial, y me gustaría mucho que hubuiese un Bradley Manning en BP o Goldman Sachs. ¿Teme por la vida de Julian Assange? Creo que el riesgo de un ataque a su vida no es demasiado alto, pero debería ser cero. Y no lo es.[/I] [/QUOTE]
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