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<blockquote data-quote="HernanSCL" data-source="post: 2974721" data-attributes="member: 31027">Para algunos viejos nostálgicos el estallido fue como volver a la adolescencia, veían en los jóvenes las cosas que ellos no pudieron hacer, fue algo así como una catarsis, un sentimiento acumulado desde hace mucho tiempo. Una vez conversé con un ex funcionario de Allende como de 90 años que estaba llorando de la emoción al lado de una barricada hecha por jóvenes el 18 octubre cerca de donde trabajaba, en el centro de Santiago.Ese día muchos no pudimos volver a casa, toda la red de metro estaba caida, las micros se retiraron porque las quemaban, no era seguro salir en auto porque los semáforos fueron derribados y no había Uber. Habían cientos de personas caminando decenas de kilómetros a sus casas, sin embargo, percibí en las calles una mezcla de sentimiento, por un lado resignación y temor por los familiares ante semejante desastre, pero por otro lado, entendimiento, hastío con la autoridad, solidaridad y hasta esperanza. Varios de los que estabamos en la calle coincidíamos en que el factor común que hizo que gente corriente no militante se sumara, asistiera a concentraciones y caceroleara fue la sensación de abuso prolongado y generalizado en un sentido amplio, tanto desde el Estado como desde los privados.Saludos</blockquote>

[QUOTE="HernanSCL, post: 2974721, member: 31027"] Para algunos viejos nostálgicos el estallido fue como volver a la adolescencia, veían en los jóvenes las cosas que ellos no pudieron hacer, fue algo así como una catarsis, un sentimiento acumulado desde hace mucho tiempo. Una vez conversé con un ex funcionario de Allende como de 90 años que estaba llorando de la emoción al lado de una barricada hecha por jóvenes el 18 octubre cerca de donde trabajaba, en el centro de Santiago. Ese día muchos no pudimos volver a casa, toda la red de metro estaba caida, las micros se retiraron porque las quemaban, no era seguro salir en auto porque los semáforos fueron derribados y no había Uber. Habían cientos de personas caminando decenas de kilómetros a sus casas, sin embargo, percibí en las calles una mezcla de sentimiento, por un lado resignación y temor por los familiares ante semejante desastre, pero por otro lado, entendimiento, hastío con la autoridad, solidaridad y hasta esperanza. Varios de los que estabamos en la calle coincidíamos en que el factor común que hizo que gente corriente no militante se sumara, asistiera a concentraciones y caceroleara fue la sensación de abuso prolongado y generalizado en un sentido amplio, tanto desde el Estado como desde los privados. Saludos [/QUOTE]

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