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<blockquote data-quote="Barbanegra" data-source="post: 1717268" data-attributes="member: 10064"><p style="text-align: center"><img src="http://estaticos04.elmundo.es/assets/multimedia/imagenes/2015/01/25/14222049224014.jpg" alt="" class="fr-fic fr-dii fr-draggable " style="" /> </p> <p style="text-align: center"><u><span style="font-size: 22px"><strong>Al menos 18 muertos en el cuarto aniversario de la revolución egipcia</strong></span></u></p><p>El 25 de enero de 2011 cientos de miles de almas abarrotaron de sueños Tahrir, en el corazón de El Cairo. Cuatro años después, su grito -pan, libertad y justicia social- sigue habitando la utopía.</p><p></p><p>La represión policial, que ha segado más de 5000 vidas desde el comienzo de las revueltas, se cobró ayer su última víctima: se llamaba Shaima el Sabag, tenía 32 años y murió en una marcha cuando intentaba depositar flores en recuerdo a los caídos. Perdió la vida antes de alcanzar el kilómetro cero de las revueltas que largaron a Hosni Mubarak.</p><p></p><p>Otras 18 personas se han sumado este domingo a la larga lista de víctimas cuando participaban en diferentes manifestaciones a lo largo de Egipto, ha señalado el Ministerio de Sanidad, entre ellos tres policías.</p><p></p><p>El portavoz del Ministerio egipcio de Sanidad, Hosam Abdelgafar, informó de que 16 de las muertes se registraron en la zona de Al Matariya, a las afueras de El Cairo, mientras que una persona perdió la vida en el distrito de Guiza y otra en la ciudad mediterránea de Alejandría.</p><p></p><p>Otras 50 personas resultaron heridas en diferentes provincias de Egipto. El Ministerio egipcio del Interior explicó en un comunicado que los servicios de seguridad dispersaron dos protestas de un total de 300 supuestos miembros de los ahora ilegales Hermanos Musulmanes en el distrito de Guiza, vecino a El Cairo, en donde también practicaron siete detenciones.</p><p></p><p><u><strong>Los iconos barridos</strong></u></p><p>"El pueblo ha empezado a darse cuenta de que el régimen está entregando el país a los hombres de Mubarak y protegiendo al dictador", relata a EL MUNDO Mohamed Nabil, dirigente del movimiento 6 de abril, una de las organizaciones juveniles que convocaron las primeras protestas al calor de décadas de corrupción, impunidad policial y abismos sociales.</p><p></p><p>Una multitud, cansada de aceptar lo inaceptable, acudió a la llamada y durante 18 largas jornadas acampó en un cruce de caminos que concitó la mirada del planeta.</p><p></p><p>Enmarañada por la lucha entre militares, islamistas y activistas laicos, la transición que alumbró la plaza se evaporó con el golpe de Estado que el 3 de julio de 2013 desalojó del poder a los Hermanos Musulmanes. Desde entonces, las autoridades han protagonizado la peor campaña de represión en décadas: más de 40.000 personas han sido encarceladas y las fuerzas del orden -a salvo de la más leve reforma- han aplastado cualquier disidencia.</p><p></p><p>Los iconos del levantamiento popular han sido borrados del mapa: confinados entre rejas; exiliados; impedidos de abandonar el país o desacreditados por unos medios de comunicación rendidos al poder.</p><p></p><p><u><strong>Celebraciones suspendidas</strong></u></p><p>Blindada por policía y ejército, Tahrir no espera este domingo manifestantes. Las celebraciones oficiales han sido suspendidas por la semana de duelo decretada por el régimen tras la muerte del rey saudí Abdalá. Algunos grupos opositores han convocado marchas pero no se esperan grandes multitudes.</p><p></p><p>Nadie ha olvidado que la feroz represión del último aniversario dejó más de un centenar de muertos y un millar de arrestados. Y el desgarrador fotograma de los acólitos del ex jefe del ejército y actual presidente Abdelfatah al Sisi danzando en Tahrir mientras en los alrededores zumbaban las balas.</p><p></p><p>No obstante, la primera muerte de esta amarga efemérides sucedió ayer. Shaima el Sabag, una madre de 32 años de la ciudad mediterránea de Alejandría, falleció por un disparo de la policía, que abrió fuego hasta dispersar la marcha organizada por un partido izquierdista. Era una de las decenas de almas que trataron de alcanzar Tahrir. Al grito de "Pan, libertad y justicia social", la comitiva quería depositar rosas en su perímetro, rodeado de tanques y alambradas. Poco después, las duras instantáneas de su muerte inundaron las redes sociales alimentando la rabia.</p><p></p><p>"Dispara al manifestante, arresta a los testigos, culpa a los Hermanos Musulmanes, utiliza a los medios de comunicación, premia al asesino...", tuiteó un activista, cansado del circulo vicioso en el que las autoridades han sumido al país más poblado del mundo árabe.</p><p></p><p>La persecución judicial de la Hermandad -que venció en todas las elecciones celebradas hasta la asonada- contrasta con la impunidad de la que gozan los rostros de décadas de autocracia y los oficiales involucrados en la represión. Los miembros del Partido Nacional Democrático, la disuelta formación de Mubarak, se preparan para dominar el próximo parlamento cuyas elecciones comienzan en marzo.</p><p></p><p>En los tribunales ha triunfado una suerte de "justicia selectiva". Contados policías han sido condenados por la muerte de manifestantes y Hosni Mubarak, el hombre que gobernó la tierra de los faraones durante casi tres décadas, está a un paso de la excarcelación. Absuelto por la corte que investigaba su complicidad en la represión y varios casos de corrupción, el dictador espera el final del calvario. Sus hijos Alaa y Gamal abandonaron el pasado viernes la prisión de Tora, en las afueras de El Cairo, tras agotar el tiempo máximo de prisión preventiva.</p><p></p><p>"El ambiente actual es insostenible porque aliena a una gran estrato de la población, los jóvenes. Puede funcionar si la economía mejora, pero la agitación impedirá a corto plazo una verdadera recuperación económica", pronostica el analista Amro Ali.</p><p></p><p>Inmerso en una grave crisis económica, Egipto -un país de recursos naturales limitados con cerca de 90 millones de almas- vive un duro invierno. Tras llegar a palacio, Al Sisi impulsó una drástica subida del precio de la gasolina; recortó los subsidios y fió el renacimiento a proyectos faraónicos como la construcción de un nuevo canal de Suez, liderados por el ejército y su floreciente emporio económico.</p><p></p><p>Muchos empiezan a dudar del milagro que propagan unos medios de comunicación abonados al nacionalismo exacerbado. "Parte de la población se siente engañada. Los precios han subido, los salarios cada vez cunden menos y hay crisis muy graves como las de las bombonas de gas o la electricidad. Los obreros continúan manifestándose por sus derechos", explica esperanzado Nabil. Con una decena de periodistas entre rejas, el gobierno ha tratado de sofocar a la disidencia promulgando una draconiana ley antiprotestas.</p><p></p><p>El país árabe tiene, además, otro peligroso flanco: la península del Sinaí. Desde la asonada, sufre la peor oleada de ataques terroristas en décadas. Los atentados, reivindicados por grupos yihadistas, se han cobrado más de 500 vidas, la mayoría agentes del orden. La pesadilla de las autoridades se llama Ansar Beit al Maqdis, una organización yihadista radicada en la península del Sinaí que ha jurado lealtad al autodenominado Estado Islámico (IS) y ha logrado llevar su lucha hasta El Cairo y las provincias del delta del Nilo. Sepultado por cuatro años de ruido y sangre, Tahrir aguarda aún su primavera.</p><p></p><p><a href="http://www.elmundo.es/internacional/2015/01/25/54c4c798ca47419b2b8b4574.html">http://www.elmundo.es/internacional/2015/01/25/54c4c798ca47419b2b8b4574.html</a></p></blockquote><p></p>
[QUOTE="Barbanegra, post: 1717268, member: 10064"] [CENTER][IMG]http://estaticos04.elmundo.es/assets/multimedia/imagenes/2015/01/25/14222049224014.jpg[/IMG] [U][SIZE=6][B]Al menos 18 muertos en el cuarto aniversario de la revolución egipcia[/B][/SIZE][/U][/CENTER] El 25 de enero de 2011 cientos de miles de almas abarrotaron de sueños Tahrir, en el corazón de El Cairo. Cuatro años después, su grito -pan, libertad y justicia social- sigue habitando la utopía. La represión policial, que ha segado más de 5000 vidas desde el comienzo de las revueltas, se cobró ayer su última víctima: se llamaba Shaima el Sabag, tenía 32 años y murió en una marcha cuando intentaba depositar flores en recuerdo a los caídos. Perdió la vida antes de alcanzar el kilómetro cero de las revueltas que largaron a Hosni Mubarak. Otras 18 personas se han sumado este domingo a la larga lista de víctimas cuando participaban en diferentes manifestaciones a lo largo de Egipto, ha señalado el Ministerio de Sanidad, entre ellos tres policías. El portavoz del Ministerio egipcio de Sanidad, Hosam Abdelgafar, informó de que 16 de las muertes se registraron en la zona de Al Matariya, a las afueras de El Cairo, mientras que una persona perdió la vida en el distrito de Guiza y otra en la ciudad mediterránea de Alejandría. Otras 50 personas resultaron heridas en diferentes provincias de Egipto. El Ministerio egipcio del Interior explicó en un comunicado que los servicios de seguridad dispersaron dos protestas de un total de 300 supuestos miembros de los ahora ilegales Hermanos Musulmanes en el distrito de Guiza, vecino a El Cairo, en donde también practicaron siete detenciones. [U][B]Los iconos barridos[/B][/U] "El pueblo ha empezado a darse cuenta de que el régimen está entregando el país a los hombres de Mubarak y protegiendo al dictador", relata a EL MUNDO Mohamed Nabil, dirigente del movimiento 6 de abril, una de las organizaciones juveniles que convocaron las primeras protestas al calor de décadas de corrupción, impunidad policial y abismos sociales. Una multitud, cansada de aceptar lo inaceptable, acudió a la llamada y durante 18 largas jornadas acampó en un cruce de caminos que concitó la mirada del planeta. Enmarañada por la lucha entre militares, islamistas y activistas laicos, la transición que alumbró la plaza se evaporó con el golpe de Estado que el 3 de julio de 2013 desalojó del poder a los Hermanos Musulmanes. Desde entonces, las autoridades han protagonizado la peor campaña de represión en décadas: más de 40.000 personas han sido encarceladas y las fuerzas del orden -a salvo de la más leve reforma- han aplastado cualquier disidencia. Los iconos del levantamiento popular han sido borrados del mapa: confinados entre rejas; exiliados; impedidos de abandonar el país o desacreditados por unos medios de comunicación rendidos al poder. [U][B]Celebraciones suspendidas[/B][/U] Blindada por policía y ejército, Tahrir no espera este domingo manifestantes. Las celebraciones oficiales han sido suspendidas por la semana de duelo decretada por el régimen tras la muerte del rey saudí Abdalá. Algunos grupos opositores han convocado marchas pero no se esperan grandes multitudes. Nadie ha olvidado que la feroz represión del último aniversario dejó más de un centenar de muertos y un millar de arrestados. Y el desgarrador fotograma de los acólitos del ex jefe del ejército y actual presidente Abdelfatah al Sisi danzando en Tahrir mientras en los alrededores zumbaban las balas. No obstante, la primera muerte de esta amarga efemérides sucedió ayer. Shaima el Sabag, una madre de 32 años de la ciudad mediterránea de Alejandría, falleció por un disparo de la policía, que abrió fuego hasta dispersar la marcha organizada por un partido izquierdista. Era una de las decenas de almas que trataron de alcanzar Tahrir. Al grito de "Pan, libertad y justicia social", la comitiva quería depositar rosas en su perímetro, rodeado de tanques y alambradas. Poco después, las duras instantáneas de su muerte inundaron las redes sociales alimentando la rabia. "Dispara al manifestante, arresta a los testigos, culpa a los Hermanos Musulmanes, utiliza a los medios de comunicación, premia al asesino...", tuiteó un activista, cansado del circulo vicioso en el que las autoridades han sumido al país más poblado del mundo árabe. La persecución judicial de la Hermandad -que venció en todas las elecciones celebradas hasta la asonada- contrasta con la impunidad de la que gozan los rostros de décadas de autocracia y los oficiales involucrados en la represión. Los miembros del Partido Nacional Democrático, la disuelta formación de Mubarak, se preparan para dominar el próximo parlamento cuyas elecciones comienzan en marzo. En los tribunales ha triunfado una suerte de "justicia selectiva". Contados policías han sido condenados por la muerte de manifestantes y Hosni Mubarak, el hombre que gobernó la tierra de los faraones durante casi tres décadas, está a un paso de la excarcelación. Absuelto por la corte que investigaba su complicidad en la represión y varios casos de corrupción, el dictador espera el final del calvario. Sus hijos Alaa y Gamal abandonaron el pasado viernes la prisión de Tora, en las afueras de El Cairo, tras agotar el tiempo máximo de prisión preventiva. "El ambiente actual es insostenible porque aliena a una gran estrato de la población, los jóvenes. Puede funcionar si la economía mejora, pero la agitación impedirá a corto plazo una verdadera recuperación económica", pronostica el analista Amro Ali. Inmerso en una grave crisis económica, Egipto -un país de recursos naturales limitados con cerca de 90 millones de almas- vive un duro invierno. Tras llegar a palacio, Al Sisi impulsó una drástica subida del precio de la gasolina; recortó los subsidios y fió el renacimiento a proyectos faraónicos como la construcción de un nuevo canal de Suez, liderados por el ejército y su floreciente emporio económico. Muchos empiezan a dudar del milagro que propagan unos medios de comunicación abonados al nacionalismo exacerbado. "Parte de la población se siente engañada. Los precios han subido, los salarios cada vez cunden menos y hay crisis muy graves como las de las bombonas de gas o la electricidad. Los obreros continúan manifestándose por sus derechos", explica esperanzado Nabil. Con una decena de periodistas entre rejas, el gobierno ha tratado de sofocar a la disidencia promulgando una draconiana ley antiprotestas. El país árabe tiene, además, otro peligroso flanco: la península del Sinaí. Desde la asonada, sufre la peor oleada de ataques terroristas en décadas. Los atentados, reivindicados por grupos yihadistas, se han cobrado más de 500 vidas, la mayoría agentes del orden. La pesadilla de las autoridades se llama Ansar Beit al Maqdis, una organización yihadista radicada en la península del Sinaí que ha jurado lealtad al autodenominado Estado Islámico (IS) y ha logrado llevar su lucha hasta El Cairo y las provincias del delta del Nilo. Sepultado por cuatro años de ruido y sangre, Tahrir aguarda aún su primavera. [url]http://www.elmundo.es/internacional/2015/01/25/54c4c798ca47419b2b8b4574.html[/url] [/QUOTE]
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