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<blockquote data-quote="Barbanegra" data-source="post: 1959102" data-attributes="member: 10064"><p style="text-align: center"><img src="http://www.elcolombiano.com/documents/10157/0/580x387/0c22/580d365/none/11101/NILJ/image_content_25246309_20160130182504.jpg" alt="" class="fr-fic fr-dii fr-draggable " style="" /></p> <p style="text-align: center"><span style="font-size: 22px"><u><strong>Tras cinco años, Egipto lamenta su revolución fallida</strong></u></span></p><p>Ya no hay marchas multitudinarias en Egipto, y si las hay, el régimen de <em>Abdelfatah al Sisi</em> las reprime violentamente. Ya la democracia es de cartón, mientras un extenso sector político, con numerosos matices, es satanizado, perseguido, encarcelado y ejecutado ante la inacción de la comunidad internacional. Ya ni se puede ir a fútbol, porque en cualquier minuto del partido puede que se prenda el combate entre los militares y una masa de manifestantes prodemocracia, o islamistas, o en su defecto extremistas .</p><p></p><p>Ese es el gran problema en Egipto. Esa difusa línea que separa a quienes quieren una democracia plena, con respeto por las diferencias políticas, y los que la quieren para llevar al país por una vía islámica sunita monocolor. Entre esa confusión es que los militares reinan hoy, y al parecer siempre han logrado reinar, en una tierra que sin embargo no deja de suscitar el afecto de toda la humanidad por el aporte a su historia y progreso.</p><p></p><p>En cualquier caso, el pasado lunes 25 se cumplieron 5 años del inicio de las protestas que eventualmente derrocaron al dictador <em>Hosni Mubarak, </em>un hecho que maravilló al mundo durante 18 días, pero que también lo engañó, como se pudo evidenciar después.</p><p></p><p>¿Cuáles fueron las claves que impidieron que se materializaran los sueños de gran parte de la población egipcia y el mundo democrático?, ¿qué errores cometió ese movimiento que derrocó a Mubarak?, ¿y por qué los militares retomaron el poder y las precarias instituciones? EL COLOMBIANO abordará estos y otros interrogantes.</p><p></p><p><strong> <u>Una “historia” impuesta </u></strong></p><p>La importancia que tienen estas casi tres semanas (25 de enero - 11 de febrero) en la vida política del país, se evidencia en la completa omisión y en el silencio forzado que se siente en calles, medios de comunicación, y hasta en las casas.</p><p></p><p>El presidente Al Sisi advirtió en distintos discursos y desde hace semanas contra cualquier conato de movilización que se produjera durante estos días. A su vez, tal como reportó desde El Cairo Associated Press, reactivó los esquemas represivos: “en los días previos al aniversario se han reforzado las medidas de seguridad en la capital, El Cairo, y se ha registrado una oleada de detenciones y comprobaciones de seguridad en el centro de la ciudad, una zona popular entre los jóvenes activistas prodemocracia”.</p><p></p><p>Paradójicamente, mientras esto hace en las calles, Al Sisi se vanagloria y felicita al país por los sucesos acontecidos en enero y febrero de 2011. El pasado domingo, durante un acto militar, rindió homenaje al alzamiento y dijo que “los egipcios construyen un estado civil, moderno y desarrollado que respalda los valores de la democracia y la libertad”.</p><p></p><p>El lunes 25 la emblemática Plaza Tahrir estaba casi vacía, con solo decenas de personas celebrando el denominado “Día de la Policía”, y lanzando vivas al mandatario militar. Entretanto, los miles de ciudadanos que llenaron dicha plaza en 2011 hoy están o en la cárcel o encerrados en sus casas, bajo silencio impuesto y hastiados de una política que incluso en sus mejores días terminó por dejarles solo decepciones.</p><p></p><p>“El precio de protestar en la calle es muy caro y el pueblo egipcio ha optado por cambiar su táctica evitando salir, para no enfrentarse a la policía y al ejército”, dijo a Efe el secretario general de la Coalición Popular Socialista,<em> Talaat Fahmy</em>.</p><p></p><p>Así se sume en la tragedia Egipto, al parecer un país donde no se puede poner en marcha una democracia pluralista y donde se ve hoy solo una versión, reducida, masticada y militarista.</p><p></p><p>“El pueblo egipcio continúa viviendo la misma situación que en 2011, ya que sus sueños y reivindicaciones no se cumplieron”, agregó Fahmy.</p><p></p><p><strong> <u>Intento democrático </u></strong></p><p>Tras 18 días de una protesta que se extendió a todas las ciudades del país y paralizó las actividades, el dictador <em>Hosni Mubarak </em>abandonaba el máximo cargo, dejándolo en manos de su ministro de Defensa, <em>Mohammed Hussein Tantawi</em>. Poco después, el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas disolvió las dos cámaras del Parlamento, bajo el argumento de emprender inmediatamente los cambios que la gente pedía. Los miles de manifestantes agolpados en Tahrir veían con una extraña mezcla de escepticismo y júbilo lo que ocurría, como vaticinando el inicio de la debacle.</p><p></p><p>Un año después, el país daba inicio a la campaña electoral para las ansiadas elecciones presidenciales —primera vez que se hacían de forma plural, abierta e imparcial en la historia egipcia—, y observadores internacionales se declaraban esperanzados, al considerar esto una etapa culminante del proceso iniciado en 2011.</p><p></p><p>El 23 y 24 de mayo de 2012, los egipcios acudieron a las urnas para tomar una decisión clave para el país. De entre los cinco candidatos opcionados, ninguno obtuvo la mayoría necesaria para quedarse con el máximo cargo en primera vuelta. <em>Mohammed Morsi</em>, por los Hermanos Musulmanes, obtuvo 24,8 por ciento de la votación, 23,7 para el continuista <em>Ahmed Shafik</em> —quien venía de ser ministro en el gobierno de Mubarak—, <em>Hamdin Sabahi</em> del Partido Dignidad logró 20,7 por ciento, y los independientes <em>Abdel Moneim Abul Futuh y Amr Musa </em>se quedaron con el 17,5 y el 11 por ciento, respectivamente.</p><p></p><p>En una segunda vuelta realizada el 16 y 17 de julio, Morsi se quedaba con la Presidencia, con 51,7 por ciento frente a 48,3 de Shafik.</p><p></p><p><strong> <u>Causas del fracaso</u> </strong></p><p>Para el imam <em>Julián Zapata, </em>cofundador del Centro Cultural Islámico, desde entonces se empezaron a ver los errores que llevaron al posterior retroceso del país rumbo a otra dictadura militar: “Morsi intentó imponer en el Parlamento una visión monocolor que determinara en base a la Sharía (ley islámica antigua), las leyes en un país con una notable diversidad cultural. Basta decir que en Egipto están presentes todas las corrientes del Islam, y que hay una minoría cristiana de 10 millones de personas. Eso no tenía sentido y hubiera conducido nuevamente al caos. Asimismo, Morsi y los Hermanos Musulmanes se aliaron por entonces a los sectores islámicos más radicales, lo que fue alarmante”.</p><p></p><p>Además de su enfoque islamista en el Legislativo, algo que generó resquemor en la mitad laica de la revolución, Morsi intentó forzar el retiro de la estructura militar que tenía Mubarak y que persistía en el país, al considerarla un riesgo de futuras intentonas golpistas.</p><p></p><p>En ese cometido, decidió el pase a retiro de <em>Mohamed Hussein Tantawi, </em>el mariscal de Campo que quedó como mandatario interino cuando el dictador dejó el poder. Y paradójicamente, fomentó el ascenso a comandante en jefe del Ejército a <em>Abdelfatah al Sisi</em>, quien como en otros golpes de Estado en la historia mundial, le respondió con un puñal en la espalda.</p><p></p><p>La gota que derramó el vaso fue su iniciativa para otorgarse mayores poderes e inmunidades como presidente. En ese momento, los sectores prodemocracia se alertaron y se reactivó la movilización. Tahrir volvió a llenarse de manifestantes, pidiendo a Morsi rectificar o renunciar. Los militares entraron en escena, dando un plazo de 48 horas al mandatario para aceptar los reclamos de dichos sectores, pero negando que se tratara de un golpe.</p><p></p><p>“Si las demandas de la gente no se realizan en el periodo definido, entonces corresponderá a las Fuerzas Armadas anunciar una hoja de ruta para el futuro”, afirmó Al Sisi en un comunicado.</p><p></p><p>Lo que pasó en los siguientes días es conocido. Morsi fue encarcelado, condenado a muerte y todos los egipcios pertenecientes a sectores islamistas de la revolución, sin importar sus matices o posturas más o menos moderadas, fueron perseguidos, prohibidos o encarcelados. Asimismo, los propios sectores laicos y prodemocracia que marcharon contra Morsi al sentirse traicionados, ahora también son perseguidos por un régimen militar igual al que todos quisieron derrocar en 2011.</p><p></p><p>Para <em>Víctor de Currea-Lugo</em>, docente de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad Nacional, los motivos del fracaso son claros: “Hubo un descalabro de los Hermanos Musulmanes para hacer política. Tuvieron grandes problemas para identificar el contexto político y los efectos que suponían algunas pésimas alianzas que hicieron. Ese grupo no entendió que tenía que convocar a todo el país, y los militares sí, a su modo”.</p><p></p><p>“El experimento fomentado desde E.U. por la entonces secretaria de Estado <em>Hillary Clinton</em>, solo provocó caos y confusión en la región. Salió mal”, aseguró Zapata.</p><p></p><p>En Egipto, que concentró la mirada del mundo entero en esas lúcidas y alegres noches democráticas de Tahrir, vivió, brilló y murió la Primavera Árabe, el deseo de una ciudadadanía nueva por democracia plena en cada una de las 17 naciones que la presenciaron.</p><p></p><p><a href="http://www.elcolombiano.com/tras-cinco-anos-egipto-lamenta-su-revolucion-fallida-XX3514022">http://www.elcolombiano.com/tras-cinco-anos-egipto-lamenta-su-revolucion-fallida-XX3514022</a></p></blockquote><p></p>
[QUOTE="Barbanegra, post: 1959102, member: 10064"] [CENTER][IMG]http://www.elcolombiano.com/documents/10157/0/580x387/0c22/580d365/none/11101/NILJ/image_content_25246309_20160130182504.jpg[/IMG] [SIZE=6][U][B]Tras cinco años, Egipto lamenta su revolución fallida[/B][/U][/SIZE][/CENTER] Ya no hay marchas multitudinarias en Egipto, y si las hay, el régimen de [I]Abdelfatah al Sisi[/I] las reprime violentamente. Ya la democracia es de cartón, mientras un extenso sector político, con numerosos matices, es satanizado, perseguido, encarcelado y ejecutado ante la inacción de la comunidad internacional. Ya ni se puede ir a fútbol, porque en cualquier minuto del partido puede que se prenda el combate entre los militares y una masa de manifestantes prodemocracia, o islamistas, o en su defecto extremistas . Ese es el gran problema en Egipto. Esa difusa línea que separa a quienes quieren una democracia plena, con respeto por las diferencias políticas, y los que la quieren para llevar al país por una vía islámica sunita monocolor. Entre esa confusión es que los militares reinan hoy, y al parecer siempre han logrado reinar, en una tierra que sin embargo no deja de suscitar el afecto de toda la humanidad por el aporte a su historia y progreso. En cualquier caso, el pasado lunes 25 se cumplieron 5 años del inicio de las protestas que eventualmente derrocaron al dictador [I]Hosni Mubarak, [/I]un hecho que maravilló al mundo durante 18 días, pero que también lo engañó, como se pudo evidenciar después. ¿Cuáles fueron las claves que impidieron que se materializaran los sueños de gran parte de la población egipcia y el mundo democrático?, ¿qué errores cometió ese movimiento que derrocó a Mubarak?, ¿y por qué los militares retomaron el poder y las precarias instituciones? EL COLOMBIANO abordará estos y otros interrogantes. [B] [U]Una “historia” impuesta [/U][/B] La importancia que tienen estas casi tres semanas (25 de enero - 11 de febrero) en la vida política del país, se evidencia en la completa omisión y en el silencio forzado que se siente en calles, medios de comunicación, y hasta en las casas. El presidente Al Sisi advirtió en distintos discursos y desde hace semanas contra cualquier conato de movilización que se produjera durante estos días. A su vez, tal como reportó desde El Cairo Associated Press, reactivó los esquemas represivos: “en los días previos al aniversario se han reforzado las medidas de seguridad en la capital, El Cairo, y se ha registrado una oleada de detenciones y comprobaciones de seguridad en el centro de la ciudad, una zona popular entre los jóvenes activistas prodemocracia”. Paradójicamente, mientras esto hace en las calles, Al Sisi se vanagloria y felicita al país por los sucesos acontecidos en enero y febrero de 2011. El pasado domingo, durante un acto militar, rindió homenaje al alzamiento y dijo que “los egipcios construyen un estado civil, moderno y desarrollado que respalda los valores de la democracia y la libertad”. El lunes 25 la emblemática Plaza Tahrir estaba casi vacía, con solo decenas de personas celebrando el denominado “Día de la Policía”, y lanzando vivas al mandatario militar. Entretanto, los miles de ciudadanos que llenaron dicha plaza en 2011 hoy están o en la cárcel o encerrados en sus casas, bajo silencio impuesto y hastiados de una política que incluso en sus mejores días terminó por dejarles solo decepciones. “El precio de protestar en la calle es muy caro y el pueblo egipcio ha optado por cambiar su táctica evitando salir, para no enfrentarse a la policía y al ejército”, dijo a Efe el secretario general de la Coalición Popular Socialista,[I] Talaat Fahmy[/I]. Así se sume en la tragedia Egipto, al parecer un país donde no se puede poner en marcha una democracia pluralista y donde se ve hoy solo una versión, reducida, masticada y militarista. “El pueblo egipcio continúa viviendo la misma situación que en 2011, ya que sus sueños y reivindicaciones no se cumplieron”, agregó Fahmy. [B] [U]Intento democrático [/U][/B] Tras 18 días de una protesta que se extendió a todas las ciudades del país y paralizó las actividades, el dictador [I]Hosni Mubarak [/I]abandonaba el máximo cargo, dejándolo en manos de su ministro de Defensa, [I]Mohammed Hussein Tantawi[/I]. Poco después, el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas disolvió las dos cámaras del Parlamento, bajo el argumento de emprender inmediatamente los cambios que la gente pedía. Los miles de manifestantes agolpados en Tahrir veían con una extraña mezcla de escepticismo y júbilo lo que ocurría, como vaticinando el inicio de la debacle. Un año después, el país daba inicio a la campaña electoral para las ansiadas elecciones presidenciales —primera vez que se hacían de forma plural, abierta e imparcial en la historia egipcia—, y observadores internacionales se declaraban esperanzados, al considerar esto una etapa culminante del proceso iniciado en 2011. El 23 y 24 de mayo de 2012, los egipcios acudieron a las urnas para tomar una decisión clave para el país. De entre los cinco candidatos opcionados, ninguno obtuvo la mayoría necesaria para quedarse con el máximo cargo en primera vuelta. [I]Mohammed Morsi[/I], por los Hermanos Musulmanes, obtuvo 24,8 por ciento de la votación, 23,7 para el continuista [I]Ahmed Shafik[/I] —quien venía de ser ministro en el gobierno de Mubarak—, [I]Hamdin Sabahi[/I] del Partido Dignidad logró 20,7 por ciento, y los independientes [I]Abdel Moneim Abul Futuh y Amr Musa [/I]se quedaron con el 17,5 y el 11 por ciento, respectivamente. En una segunda vuelta realizada el 16 y 17 de julio, Morsi se quedaba con la Presidencia, con 51,7 por ciento frente a 48,3 de Shafik. [B] [U]Causas del fracaso[/U] [/B] Para el imam [I]Julián Zapata, [/I]cofundador del Centro Cultural Islámico, desde entonces se empezaron a ver los errores que llevaron al posterior retroceso del país rumbo a otra dictadura militar: “Morsi intentó imponer en el Parlamento una visión monocolor que determinara en base a la Sharía (ley islámica antigua), las leyes en un país con una notable diversidad cultural. Basta decir que en Egipto están presentes todas las corrientes del Islam, y que hay una minoría cristiana de 10 millones de personas. Eso no tenía sentido y hubiera conducido nuevamente al caos. Asimismo, Morsi y los Hermanos Musulmanes se aliaron por entonces a los sectores islámicos más radicales, lo que fue alarmante”. Además de su enfoque islamista en el Legislativo, algo que generó resquemor en la mitad laica de la revolución, Morsi intentó forzar el retiro de la estructura militar que tenía Mubarak y que persistía en el país, al considerarla un riesgo de futuras intentonas golpistas. En ese cometido, decidió el pase a retiro de [I]Mohamed Hussein Tantawi, [/I]el mariscal de Campo que quedó como mandatario interino cuando el dictador dejó el poder. Y paradójicamente, fomentó el ascenso a comandante en jefe del Ejército a [I]Abdelfatah al Sisi[/I], quien como en otros golpes de Estado en la historia mundial, le respondió con un puñal en la espalda. La gota que derramó el vaso fue su iniciativa para otorgarse mayores poderes e inmunidades como presidente. En ese momento, los sectores prodemocracia se alertaron y se reactivó la movilización. Tahrir volvió a llenarse de manifestantes, pidiendo a Morsi rectificar o renunciar. Los militares entraron en escena, dando un plazo de 48 horas al mandatario para aceptar los reclamos de dichos sectores, pero negando que se tratara de un golpe. “Si las demandas de la gente no se realizan en el periodo definido, entonces corresponderá a las Fuerzas Armadas anunciar una hoja de ruta para el futuro”, afirmó Al Sisi en un comunicado. Lo que pasó en los siguientes días es conocido. Morsi fue encarcelado, condenado a muerte y todos los egipcios pertenecientes a sectores islamistas de la revolución, sin importar sus matices o posturas más o menos moderadas, fueron perseguidos, prohibidos o encarcelados. Asimismo, los propios sectores laicos y prodemocracia que marcharon contra Morsi al sentirse traicionados, ahora también son perseguidos por un régimen militar igual al que todos quisieron derrocar en 2011. Para [I]Víctor de Currea-Lugo[/I], docente de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad Nacional, los motivos del fracaso son claros: “Hubo un descalabro de los Hermanos Musulmanes para hacer política. Tuvieron grandes problemas para identificar el contexto político y los efectos que suponían algunas pésimas alianzas que hicieron. Ese grupo no entendió que tenía que convocar a todo el país, y los militares sí, a su modo”. “El experimento fomentado desde E.U. por la entonces secretaria de Estado [I]Hillary Clinton[/I], solo provocó caos y confusión en la región. Salió mal”, aseguró Zapata. En Egipto, que concentró la mirada del mundo entero en esas lúcidas y alegres noches democráticas de Tahrir, vivió, brilló y murió la Primavera Árabe, el deseo de una ciudadadanía nueva por democracia plena en cada una de las 17 naciones que la presenciaron. [URL]http://www.elcolombiano.com/tras-cinco-anos-egipto-lamenta-su-revolucion-fallida-XX3514022[/URL] [/QUOTE]
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