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<blockquote data-quote="Barbanegra" data-source="post: 2443580" data-attributes="member: 10064"><p style="text-align: center"><img src="https://e00-elmundo.uecdn.es/assets/multimedia/imagenes/2018/07/30/15329596090705.jpg" alt="" class="fr-fic fr-dii fr-draggable " style="" /></p> <p style="text-align: center"><span style="font-size: 26px"><strong><u>EEUU descongela la ayuda militar a Egipto mientras crece el descontento con el puño de hierro de Al Sisi</u></strong></span></p><p>El caudillo egipcio está acostumbrado a los sinsabores. Pero esta vez ni siquiera ha podido disfrutar de la victoria. Cuando puede celebrar al fin que Estados Unidosha descongelado 195 millones de dólares en ayuda militar paralizada desde el pasado verano, una campaña viral al grito de "Al Sisi, vete" ha desenterrado la proclama de las multitudinarias protestas que -animadas hábilmente desde los pasillos del Estado- desembocaron hace un lustro en el golpe de Estado contra el entonces presidente Mohamed Mursi.</p><p></p><p>El pasado agosto la administración Trump -socio entusiasta de Al Sisi y su 'puño de hierro'- denegó a Egipto 96 millones de dólares en ayuda y retuvo repentinamente otros 195 destinados al ejército citando las continuadas violaciones de derechos humanos y los estrechos lazos del país árabe con Corea del Norte. Washington reconoció entonces "la falta de progresos en el campo de los derechos humanos y los valores democráticos y una nueva ley que restringe las actividades de las organizaciones no gubernamentales".</p><p></p><p>Egipto es, tras Israel, el mayor receptor de ayuda militar estadounidense con un monto que alcanza los 1.300 millones de dólares anuales. En total, Washington ha entregado a las fuerzas armadas durante las últimas cuatro décadas más de 47.000 millones de dólares junto a 24.000 millones en asistencia económica. Una generosa lluvia de dinero que ha ayudado a consolidar el régimen castrense del que Al Sisi -ex ministro de Defensa y jefe del ejército- es su último representante.</p><p></p><p>Durante el último año, El Cairo ha tratado de desatascar el envío de un monto que debe ser aprobado por el Senado estadounidense alegando que la decisión inicial lanzaba "el mensaje erróneo de que EEUU no comprendía la naturaleza de los desafíos a los que se enfrenta Egipto, incluido el reto del terrorismo doméstico y regional". Lejos de reducirse, la brutal campaña de represión que ha ahogado todas las libertades y enviado a la cárcel a la más leve disidencia se ha intensificado en los últimos meses.</p><p></p><p>"Se ha renovado el compromiso de silenciar cualquier crítica al Gobierno mientras se elimina cualquier espacio para la disidencia", confirma a EL MUNDO Timothy Kaldas, investigador del Instituto Tahrir para la Política de Oriente Medio. "Desde los interminables arrestos de activistas y críticos hasta el bloqueo de cientos de páginas web, la compra de medios de comunicación privados por parte del Gobierno e incluso de productoras cinematográficas que convierten la crítica pública en algo cada vez más peligroso y complicado logísticamente", agrega.</p><p></p><p>El empobrecimiento creciente de amplios sectores de la población egipcia -con un bolsillo diezmado por la devaluación de la libra, el fin de los subsidios al combustible y las desorbitadas subidas de electricidad, agua o transporte- alimenta ahora la contestación popular contra el urdidor de la 'manu militari' que dio al traste definitivamente con las promesas de cambio que habitaron la plaza cairota de Tahrir a principios de 2011 y desalojaron de palacio a Hosni Mubarak. "El nivel de vida ha empeorado dramáticamente y la gente tiene razones para estar furiosa. El problema de Al Sisi es que no puede impedir que su pueblo sea consciente de que hoy su dinero vale la mitad".</p><p></p><p>Refugiados en una ciberespacio cada vez más controlado, los egipcios más rebeldes muestran su disgusto a golpe de dosis de humor ácido en Twitter y Facebook. Una afición que se ha convertido en un incómodo imprevisto para un mariscal de campo de tono paternalista que no tolera las críticas. A finales de junio una campaña de 300.000 de tuits con la etiqueta "Erhal, ya Sisi" ("Al Sisi, vete", en árabe) escaló hasta ser tendencia en Twitter y se mantuvo en el podio durante varias jornadas. El sábado, durante los fastos de una supuesta conferencia de jóvenes repletas de vetustos políticos y uniformados, Al Sisi reconoció estar "entristecido" por ser protagonista del "Vete" que en 2013 mereció el que era entonces su jefe y primer presidente elegido democráticamente, Mohamed Mursi.</p><p></p><p>Y la reacción a sus palabras fue instantánea. Los dardos contra su mandato -renovado en marzo en unos comicios sin rival en los que venció a la búlgara, entre denuncias de compra de votos- inundaron la red social. Los internautas le recriminaron un programa de austeridad que ha arrasado la clase media, una represión que ha poblado el país de nuevas cárceles y ha perpetrado los episodios más sangrientos de la historia reciente y una política exterior rehén del vecino saudí. En las imágenes, Al Sisi protagoniza memes con el último fenómeno viral -el baile del "Kiki challenge"- o recibe el apodo con el que le han bautizado sus detractores, "Balaha" (Dátil, en árabe).</p><p></p><p>Aplastada la oposición en medios y plazas, Al Sisi ha declarado la guerra a los últimos incombustibles que han hecho de Internet su bastión. Una ley recién aprobada por el Parlamento convierte las cuentas en las redes sociales con más de 5.000 seguidores en medios de comunicación abriendo la puerta a perseguir a los usuarios de Facebook y Twitter por los cargos de difamar la religión o incitar al odio. Hace una semana, durante una graduación militar, alertó de los rumores y las noticias falsas que buscan desestabilizar un país de 100 millones de almas.</p><p></p><p>"Los rumores, los actos terroristas, la pérdida de la esperanza o el sentimiento de frustración trabajan para un sistema mayor que provoca que la gente dañe sus propios países. El verdadero peligro son los ataques internos contra nuestra nación. Tenemos que ser cuidadosos porque el país se enfrentó a 21.000 rumores en los últimos tres meses con el objetivo de desestabilizarlo", clamó ante los cadetes.</p><p></p><p>Al Sisi es implacable incluso contra quienes un día pertenecieron a su equipo. Hazem Abdelazim, un asesor de su primera campaña presidencial, se halla detenido desde mayo acusado de difundir noticias falsas y pertenecer a un grupo proscrito. Su delito fue romper su silencio y criticar la deriva del país y la soledad de un presidente que, temeroso de su seguridad, se mueve por El Cairo con una imponente caravana de vehículos blindados e inhibidores de frecuencia. "Están en pánico y no pueden tolerar literalmente ninguna voz disidente. La situación es mucho peor que en la era Mubarak", admitió a este diario Abdelazim semanas antes de ser cazado por las fuerzas de seguridad.</p><p></p><p>"El de Al Sisi es aún un régimen en proceso de consolidación y el mayor desafío es la creación de ganadores y perdedores dentro de sus élites", advierte el politólogo Michael Hanna en conversación con este diario. "La consolidación tiene algunos riegos para la estabilidad y sostenibilidad del régimen y el principal son los conflictos internos", subraya el experto deslizando el escenario del litigio en el seno del ejército que se visualizó fugazmente a principios de este año cuando el ex jefe del Estado Mayor Sami Anan anunció su candidatura presidencial y acabó detenido. Privado de libertad desde entonces, en las últimas semanas han aflorado informaciones sobre su traslado a un hospital debido a su crítico estado de salud.</p><p></p><p><a href="http://www.elmundo.es/internacional/2018/07/30/5b5f17eae5fdea187d8b45e3.html">http://www.elmundo.es/internacional/2018/07/30/5b5f17eae5fdea187d8b45e3.html</a></p></blockquote><p></p>
[QUOTE="Barbanegra, post: 2443580, member: 10064"] [CENTER][IMG]https://e00-elmundo.uecdn.es/assets/multimedia/imagenes/2018/07/30/15329596090705.jpg[/IMG] [SIZE=7][B][U]EEUU descongela la ayuda militar a Egipto mientras crece el descontento con el puño de hierro de Al Sisi[/U][/B][/SIZE][/CENTER] El caudillo egipcio está acostumbrado a los sinsabores. Pero esta vez ni siquiera ha podido disfrutar de la victoria. Cuando puede celebrar al fin que Estados Unidosha descongelado 195 millones de dólares en ayuda militar paralizada desde el pasado verano, una campaña viral al grito de "Al Sisi, vete" ha desenterrado la proclama de las multitudinarias protestas que -animadas hábilmente desde los pasillos del Estado- desembocaron hace un lustro en el golpe de Estado contra el entonces presidente Mohamed Mursi. El pasado agosto la administración Trump -socio entusiasta de Al Sisi y su 'puño de hierro'- denegó a Egipto 96 millones de dólares en ayuda y retuvo repentinamente otros 195 destinados al ejército citando las continuadas violaciones de derechos humanos y los estrechos lazos del país árabe con Corea del Norte. Washington reconoció entonces "la falta de progresos en el campo de los derechos humanos y los valores democráticos y una nueva ley que restringe las actividades de las organizaciones no gubernamentales". Egipto es, tras Israel, el mayor receptor de ayuda militar estadounidense con un monto que alcanza los 1.300 millones de dólares anuales. En total, Washington ha entregado a las fuerzas armadas durante las últimas cuatro décadas más de 47.000 millones de dólares junto a 24.000 millones en asistencia económica. Una generosa lluvia de dinero que ha ayudado a consolidar el régimen castrense del que Al Sisi -ex ministro de Defensa y jefe del ejército- es su último representante. Durante el último año, El Cairo ha tratado de desatascar el envío de un monto que debe ser aprobado por el Senado estadounidense alegando que la decisión inicial lanzaba "el mensaje erróneo de que EEUU no comprendía la naturaleza de los desafíos a los que se enfrenta Egipto, incluido el reto del terrorismo doméstico y regional". Lejos de reducirse, la brutal campaña de represión que ha ahogado todas las libertades y enviado a la cárcel a la más leve disidencia se ha intensificado en los últimos meses. "Se ha renovado el compromiso de silenciar cualquier crítica al Gobierno mientras se elimina cualquier espacio para la disidencia", confirma a EL MUNDO Timothy Kaldas, investigador del Instituto Tahrir para la Política de Oriente Medio. "Desde los interminables arrestos de activistas y críticos hasta el bloqueo de cientos de páginas web, la compra de medios de comunicación privados por parte del Gobierno e incluso de productoras cinematográficas que convierten la crítica pública en algo cada vez más peligroso y complicado logísticamente", agrega. El empobrecimiento creciente de amplios sectores de la población egipcia -con un bolsillo diezmado por la devaluación de la libra, el fin de los subsidios al combustible y las desorbitadas subidas de electricidad, agua o transporte- alimenta ahora la contestación popular contra el urdidor de la 'manu militari' que dio al traste definitivamente con las promesas de cambio que habitaron la plaza cairota de Tahrir a principios de 2011 y desalojaron de palacio a Hosni Mubarak. "El nivel de vida ha empeorado dramáticamente y la gente tiene razones para estar furiosa. El problema de Al Sisi es que no puede impedir que su pueblo sea consciente de que hoy su dinero vale la mitad". Refugiados en una ciberespacio cada vez más controlado, los egipcios más rebeldes muestran su disgusto a golpe de dosis de humor ácido en Twitter y Facebook. Una afición que se ha convertido en un incómodo imprevisto para un mariscal de campo de tono paternalista que no tolera las críticas. A finales de junio una campaña de 300.000 de tuits con la etiqueta "Erhal, ya Sisi" ("Al Sisi, vete", en árabe) escaló hasta ser tendencia en Twitter y se mantuvo en el podio durante varias jornadas. El sábado, durante los fastos de una supuesta conferencia de jóvenes repletas de vetustos políticos y uniformados, Al Sisi reconoció estar "entristecido" por ser protagonista del "Vete" que en 2013 mereció el que era entonces su jefe y primer presidente elegido democráticamente, Mohamed Mursi. Y la reacción a sus palabras fue instantánea. Los dardos contra su mandato -renovado en marzo en unos comicios sin rival en los que venció a la búlgara, entre denuncias de compra de votos- inundaron la red social. Los internautas le recriminaron un programa de austeridad que ha arrasado la clase media, una represión que ha poblado el país de nuevas cárceles y ha perpetrado los episodios más sangrientos de la historia reciente y una política exterior rehén del vecino saudí. En las imágenes, Al Sisi protagoniza memes con el último fenómeno viral -el baile del "Kiki challenge"- o recibe el apodo con el que le han bautizado sus detractores, "Balaha" (Dátil, en árabe). Aplastada la oposición en medios y plazas, Al Sisi ha declarado la guerra a los últimos incombustibles que han hecho de Internet su bastión. Una ley recién aprobada por el Parlamento convierte las cuentas en las redes sociales con más de 5.000 seguidores en medios de comunicación abriendo la puerta a perseguir a los usuarios de Facebook y Twitter por los cargos de difamar la religión o incitar al odio. Hace una semana, durante una graduación militar, alertó de los rumores y las noticias falsas que buscan desestabilizar un país de 100 millones de almas. "Los rumores, los actos terroristas, la pérdida de la esperanza o el sentimiento de frustración trabajan para un sistema mayor que provoca que la gente dañe sus propios países. El verdadero peligro son los ataques internos contra nuestra nación. Tenemos que ser cuidadosos porque el país se enfrentó a 21.000 rumores en los últimos tres meses con el objetivo de desestabilizarlo", clamó ante los cadetes. Al Sisi es implacable incluso contra quienes un día pertenecieron a su equipo. Hazem Abdelazim, un asesor de su primera campaña presidencial, se halla detenido desde mayo acusado de difundir noticias falsas y pertenecer a un grupo proscrito. Su delito fue romper su silencio y criticar la deriva del país y la soledad de un presidente que, temeroso de su seguridad, se mueve por El Cairo con una imponente caravana de vehículos blindados e inhibidores de frecuencia. "Están en pánico y no pueden tolerar literalmente ninguna voz disidente. La situación es mucho peor que en la era Mubarak", admitió a este diario Abdelazim semanas antes de ser cazado por las fuerzas de seguridad. "El de Al Sisi es aún un régimen en proceso de consolidación y el mayor desafío es la creación de ganadores y perdedores dentro de sus élites", advierte el politólogo Michael Hanna en conversación con este diario. "La consolidación tiene algunos riegos para la estabilidad y sostenibilidad del régimen y el principal son los conflictos internos", subraya el experto deslizando el escenario del litigio en el seno del ejército que se visualizó fugazmente a principios de este año cuando el ex jefe del Estado Mayor Sami Anan anunció su candidatura presidencial y acabó detenido. Privado de libertad desde entonces, en las últimas semanas han aflorado informaciones sobre su traslado a un hospital debido a su crítico estado de salud. [URL]http://www.elmundo.es/internacional/2018/07/30/5b5f17eae5fdea187d8b45e3.html[/URL] [/QUOTE]
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