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<blockquote data-quote="HernanF" data-source="post: 984605" data-attributes="member: 7964"><p><strong>Los Hermanos musulmanes, para ir conociendo una parte de Egipto.</strong></p><p></p><p><strong><span style="font-size: 15px">Egipto: el régimen conversa con los Hermanos musulmanes.</span></strong></p><p></p><p>El cuartel general del movimiento que enloquece a los gobiernos occidentales se encuentra en el primer piso de una apacible calle del centro de El Cairo, sobre la isla Manyal al-Rawdah, al borde de un brazo del Nilo. Una pegatina rota anuncia "Hermanos musulmanes" sobre el marco de la puerta de madera trabajada.</p><p>En el pequeño vestíbulo de entrada, cinco hombres se muestran inquietos frente a un televisor que retransmite la reunión entre el nuevo vicepresidente egipcio Omar Suleiman y representantes de los manifestantes que acampan desde hace una semana en la plaza Tahrir para reclamar la dimisión de Mubarak. En una esquina de la habitación, el fundador del movimiento Hassan al-Banna, posa con una fez y traje blanco en el centro de una gran foto en blanco y negro, tomada en Ismailya en la década de 1930. </p><p>El instante es histórico. Por primera vez, miembros del movimiento islamista contemporáneo más antiguo, prohibido oficialmente desde 1954, negocian de forma oficial con un régimen que durante años los ha acosado, encarcelado y torturado.</p><p>Los Hermanos musulmanes tardaron varios días en aceptar la única ocasión que les ofrecían las manifestaciones de una parte de la juventud cairota, y de sumarse al movimiento que desde hace casi dos semanas hace vacilar al régimen de Hosni Mubarak. </p><p>«Los Hermanos musulmanes fallaron en las primeras manifestaciones», explica Nabil Abdel Fattah, investigador del centro de estudios políticos y estratégicos al-Arham. «Sus jefes no quieren asociarse con un movimiento sin dirección. Ellos terminaron de entender lo que sucedía recién al viernes siguiente, el día de la cólera, y es desde aquí que se transformaron en parte de la revolución». «Queda muy claro que ahora ganen terreno, continúa Nabil Abdel Fattah. Son el movimiento más antiguo de la oposición, el mejor organizado, y conocen todos los medios para movilizar a la gente. Son poderosos, pero son sólo una parte de un movimiento democrático que los sobrepasa». </p><p></p><p><strong>Fachada presentable.</strong></p><p></p><p>En el pequeño enclave de la plaza Tahrir, que se organizó como una comunidad de autogiro en el centro de El Cairo, los Hermanos están presentes en todo. Sus militantes barbudos participan en la defensa del perímetro, sus mujeres ordenan los cordones de seguridad que filtran los accesos. Cuando los carros del ejército hacen amagues de avanzar, son los primeros que organizan “sentadas” frente a las orugas. Sus oraciones colectivas se extienden cinco veces al día como hileras de piezas de dominó en medio de la multitud.</p><p>Pero ellos también tienen cuidado de no aparecer nunca como los principales actores de un movimiento que se muestra momentáneamente como una alegre manifestación popular más que una alianza de fundamentalistas.</p><p>El doctor Mohammed al-Beltegui, antiguo parlamentario, es el principal representante de los Hermanos en la plaza Tahrir. Sus dos hijos están sobre las barricadas. En traje y corbata, un bigote cortado bien corto, representa la fachada presentable del movimiento. Sólo una callosidad en la frente indica su fervor religioso. «El régimen de Mubarak ejerce un chantaje sobre Occidente, presentándose como la única muralla contra la instalación de la república islámica. Pero la revolución no ha sido activada por los Hermanos. Sólo participamos en eso. Estamos en el seno del movimiento, pero no somos la cabeza», afirma con una amplia sonrisa el doctor. «El pánico de Occidente es injustificado. Egipto no es Irán. Creemos en la democracia, las libertades civiles y el derecho de cada uno a ejercer su religión. Somos compañeros de todas las demás corrientes de un movimiento popular que representa todas las categorías de egipcios, nacionalistas e islamistas, todos unidos por la misma reivindicación: la salida de Mubarak, la disolución del Parlamento y nuevas elecciones».</p><p>Este discurso tranquilizador es tal vez sólo una postura táctica, pero demuestra la prudencia actual de los Hermanos musulmanes. «Creo que todavía están vacilantes. Si ellos tratan de apoderarse de este movimiento, saben que corren el peligro de encontrarse solos frente al ejército y de ser las principales víctimas del régimen que está reencontrando su cohesión, prosigue Nabil Abdel Fattah. Su principal objetivo es la liberación de sus presos. Ellos reclaman la liberación de toda la gente detenida desde el comienzo de las manifestaciones, pero también de miembros de su movimiento que ya estaban encarcelados». </p><p>«Por el momento, están defendiendo la causa común. Esperamos que continúe así, dice Rami Nabil Ali, uno de los activistas laicos que fueron parte de las primeras manifestaciones. Hay que tener cuidado con las imágenes. No toda la gente que reza pertenece a los Hermanos. El Islam no se reduce a un movimiento político, sino que también forma parte de la identidad de Egipto». </p><p></p><p><em>Fuente</em>: Le Figaro por Adrien Jaulmes, enviado especial en El Cairo 07.02.2011</p><p>Traducción propia.</p><p></p><p></p><p><strong><span style="font-size: 12px">Égypte: le régime discute avec les Frères musulmans.</span></strong></p><p></p><p>Le quartier général du mouvement qui affole les gouvernements occidentaux se trouve au premier étage d'une rue paisible du centre du Caire, sur l'île Manyal al-Rawdah, au bord d'un bras du Nil. Un autocollant déchiré annonce «Frères musulmans» sur le montant de la porte de bois sculpté.</p><p>Dans le petit hall d'entrée, cinq hommes en claquettes sont vautrés devant un poste de télévision qui retransmet la réunion entre le nouveau vice-président égyptien Omar Souleiman et des représentants des manifestants qui campent depuis une semaine sur la place Tahrir pour réclamer la démission de Moubarak. Dans un coin de la pièce, le fondateur du mouvement Hassan al-Banna pose en tarbouche et costume blanc au centre d'une grande photo en noir et blanc, prise à Ismailya dans les années 1930. L'instant est historique. Pour la première fois, des membres du plus ancien mouvement islamiste contemporain, officiellement interdit depuis 1954, négocient officiellement avec un régime qui les a pendant des années traqués, emprisonnés et torturés.</p><p>Les Frères musulmans ont mis plusieurs jours avant de réaliser l'occasion unique que leur offraient les manifestations d'une partie de la jeunesse cairote, et de se rallier au mouvement qui fait depuis presque deux semaines vaciller le régime d'Hosni Moubarak.</p><p>«Les Frères musulmans ont raté les premières manifestations», explique Nabil Abdel Fattah, chercheur au Centre d'études politiques et stratégiques al-Arham. «Leurs chefs ne voulant pas s'associer avec un mouvement sans direction. Ils ont fini par comprendre ce qui se passait le vendredi suivant, le jour de la colère, et sont, depuis, partie prenante de la révolution.» «Il est très clair qu'ils gagnent maintenant du terrain, continue Nabil Abdel Fattah. Ils sont le plus ancien mouvement d'opposition, le mieux organisé, et connaissent tous les moyens de mobiliser les gens. Ils sont puissants mais ne sont qu'une partie d'un mouvement démocratique qui les dépasse». </p><p></p><p><strong>Façade présentable.</strong></p><p></p><p>Dans la petite enclave de la place Tahrir, qui s'est organisée comme une communauté autogérée au centre du Caire, les Frères sont présents partout. Leurs militants barbus participent à la défense du périmètre, leurs femmes voilées aux cordons de sécurité qui filtrent les accès. Lorsque les chars de l'armée font mine d'avancer, ils sont les premiers à organiser des sit-in devant les chenilles. Leurs prières collectives s'étendent cinq fois par jour comme des rangées de dominos au milieu de la foule.</p><p>Mais ils prennent aussi garde de ne jamais apparaître comme les principaux acteurs d'un mouvement qui tient pour l'instant plus de la joyeuse contestation populaire que d'un rassemblement de fondamentalistes.</p><p>Le docteur Mohammed al-Beltegui, ancien parlementaire, est le principal représentant des Frères sur la place Tahrir. Ses deux fils sont sur les barricades. En costume et cravate, une moustache taillée à ras, il représente la façade présentable du mouvement. Seule une callosité sur le front indique sa ferveur religieuse. «Le régime de Moubarak exerce un chantage sur l'Occident, en se présentant comme le seul rempart contre l'installation d'une république islamique. Mais la Révolution n'a pas été déclenchée par les Frères. Nous ne faisons qu'y participer. Nous sommes au sein du mouvement, mais nous n'en sommes pas la tête», affirme, tout sourire, le docteur. «La panique de l'Occident est injustifiée. L'Égypte n'est pas l'Iran. Nous croyons en la démocratie, les libertés civiles et le droit à chacun d'exercer sa religion. Nous sommes partenaires de tous les autres courants d'un mouvement populaire qui représente toutes les catégories d'Égyptiens, nationalistes et islamistes, tous unis par une même revendication: le départ de Moubarak, la dissolution du Parlement, et de nouvelles élections». </p><p>Ce discours apaisant n'est peut-être qu'une posture tactique, mais il témoigne de la prudence actuelle des Frères musulmans. «Je pense qu'ils sont encore hésitants. S'ils essayent de s'emparer de ce mouvement, ils savent qu'ils risquent de se retrouver seuls face à l'armée et d'être les principales victimes du régime qui est en train de retrouver sa cohésion , poursuit Nabil Abdel Fattah. Leur principal objectif est la libération de leurs prisonniers. Ils réclament donc la libération de tous les gens arrêtés depuis le début des manifestations, mais aussi des membres de leur mouvement qui sont déjà en prison.» </p><p>«Pour l'instant, ils ont défendu la cause commune. On espère que ça va continuer, dit Rami Nabil Ali, l'un des activistes laïques qui ont pris part aux premières manifestations. Il faut faire attention aux images. Les gens qui prient n'appartiennent pas tous aux Frères. L'islam ne se réduit pas à un mouvement politique, mais fait aussi partie de l'identité de l'Égypte».</p><p></p><p><strong>Le Figaro par Adrien Jaulmes, envoyé spéciaux au Caire 07/02/2011</strong></p></blockquote><p></p>
[QUOTE="HernanF, post: 984605, member: 7964"] [b]Los Hermanos musulmanes, para ir conociendo una parte de Egipto.[/b] [B][SIZE="4"]Egipto: el régimen conversa con los Hermanos musulmanes.[/SIZE][/B] El cuartel general del movimiento que enloquece a los gobiernos occidentales se encuentra en el primer piso de una apacible calle del centro de El Cairo, sobre la isla Manyal al-Rawdah, al borde de un brazo del Nilo. Una pegatina rota anuncia "Hermanos musulmanes" sobre el marco de la puerta de madera trabajada. En el pequeño vestíbulo de entrada, cinco hombres se muestran inquietos frente a un televisor que retransmite la reunión entre el nuevo vicepresidente egipcio Omar Suleiman y representantes de los manifestantes que acampan desde hace una semana en la plaza Tahrir para reclamar la dimisión de Mubarak. En una esquina de la habitación, el fundador del movimiento Hassan al-Banna, posa con una fez y traje blanco en el centro de una gran foto en blanco y negro, tomada en Ismailya en la década de 1930. El instante es histórico. Por primera vez, miembros del movimiento islamista contemporáneo más antiguo, prohibido oficialmente desde 1954, negocian de forma oficial con un régimen que durante años los ha acosado, encarcelado y torturado. Los Hermanos musulmanes tardaron varios días en aceptar la única ocasión que les ofrecían las manifestaciones de una parte de la juventud cairota, y de sumarse al movimiento que desde hace casi dos semanas hace vacilar al régimen de Hosni Mubarak. «Los Hermanos musulmanes fallaron en las primeras manifestaciones», explica Nabil Abdel Fattah, investigador del centro de estudios políticos y estratégicos al-Arham. «Sus jefes no quieren asociarse con un movimiento sin dirección. Ellos terminaron de entender lo que sucedía recién al viernes siguiente, el día de la cólera, y es desde aquí que se transformaron en parte de la revolución». «Queda muy claro que ahora ganen terreno, continúa Nabil Abdel Fattah. Son el movimiento más antiguo de la oposición, el mejor organizado, y conocen todos los medios para movilizar a la gente. Son poderosos, pero son sólo una parte de un movimiento democrático que los sobrepasa». [B]Fachada presentable.[/B] En el pequeño enclave de la plaza Tahrir, que se organizó como una comunidad de autogiro en el centro de El Cairo, los Hermanos están presentes en todo. Sus militantes barbudos participan en la defensa del perímetro, sus mujeres ordenan los cordones de seguridad que filtran los accesos. Cuando los carros del ejército hacen amagues de avanzar, son los primeros que organizan “sentadas” frente a las orugas. Sus oraciones colectivas se extienden cinco veces al día como hileras de piezas de dominó en medio de la multitud. Pero ellos también tienen cuidado de no aparecer nunca como los principales actores de un movimiento que se muestra momentáneamente como una alegre manifestación popular más que una alianza de fundamentalistas. El doctor Mohammed al-Beltegui, antiguo parlamentario, es el principal representante de los Hermanos en la plaza Tahrir. Sus dos hijos están sobre las barricadas. En traje y corbata, un bigote cortado bien corto, representa la fachada presentable del movimiento. Sólo una callosidad en la frente indica su fervor religioso. «El régimen de Mubarak ejerce un chantaje sobre Occidente, presentándose como la única muralla contra la instalación de la república islámica. Pero la revolución no ha sido activada por los Hermanos. Sólo participamos en eso. Estamos en el seno del movimiento, pero no somos la cabeza», afirma con una amplia sonrisa el doctor. «El pánico de Occidente es injustificado. Egipto no es Irán. Creemos en la democracia, las libertades civiles y el derecho de cada uno a ejercer su religión. Somos compañeros de todas las demás corrientes de un movimiento popular que representa todas las categorías de egipcios, nacionalistas e islamistas, todos unidos por la misma reivindicación: la salida de Mubarak, la disolución del Parlamento y nuevas elecciones». Este discurso tranquilizador es tal vez sólo una postura táctica, pero demuestra la prudencia actual de los Hermanos musulmanes. «Creo que todavía están vacilantes. Si ellos tratan de apoderarse de este movimiento, saben que corren el peligro de encontrarse solos frente al ejército y de ser las principales víctimas del régimen que está reencontrando su cohesión, prosigue Nabil Abdel Fattah. Su principal objetivo es la liberación de sus presos. Ellos reclaman la liberación de toda la gente detenida desde el comienzo de las manifestaciones, pero también de miembros de su movimiento que ya estaban encarcelados». «Por el momento, están defendiendo la causa común. Esperamos que continúe así, dice Rami Nabil Ali, uno de los activistas laicos que fueron parte de las primeras manifestaciones. Hay que tener cuidado con las imágenes. No toda la gente que reza pertenece a los Hermanos. El Islam no se reduce a un movimiento político, sino que también forma parte de la identidad de Egipto». [I]Fuente[/I]: Le Figaro por Adrien Jaulmes, enviado especial en El Cairo 07.02.2011 Traducción propia. [B][SIZE="3"]Égypte: le régime discute avec les Frères musulmans.[/SIZE][/B] Le quartier général du mouvement qui affole les gouvernements occidentaux se trouve au premier étage d'une rue paisible du centre du Caire, sur l'île Manyal al-Rawdah, au bord d'un bras du Nil. Un autocollant déchiré annonce «Frères musulmans» sur le montant de la porte de bois sculpté. Dans le petit hall d'entrée, cinq hommes en claquettes sont vautrés devant un poste de télévision qui retransmet la réunion entre le nouveau vice-président égyptien Omar Souleiman et des représentants des manifestants qui campent depuis une semaine sur la place Tahrir pour réclamer la démission de Moubarak. Dans un coin de la pièce, le fondateur du mouvement Hassan al-Banna pose en tarbouche et costume blanc au centre d'une grande photo en noir et blanc, prise à Ismailya dans les années 1930. L'instant est historique. Pour la première fois, des membres du plus ancien mouvement islamiste contemporain, officiellement interdit depuis 1954, négocient officiellement avec un régime qui les a pendant des années traqués, emprisonnés et torturés. Les Frères musulmans ont mis plusieurs jours avant de réaliser l'occasion unique que leur offraient les manifestations d'une partie de la jeunesse cairote, et de se rallier au mouvement qui fait depuis presque deux semaines vaciller le régime d'Hosni Moubarak. «Les Frères musulmans ont raté les premières manifestations», explique Nabil Abdel Fattah, chercheur au Centre d'études politiques et stratégiques al-Arham. «Leurs chefs ne voulant pas s'associer avec un mouvement sans direction. Ils ont fini par comprendre ce qui se passait le vendredi suivant, le jour de la colère, et sont, depuis, partie prenante de la révolution.» «Il est très clair qu'ils gagnent maintenant du terrain, continue Nabil Abdel Fattah. Ils sont le plus ancien mouvement d'opposition, le mieux organisé, et connaissent tous les moyens de mobiliser les gens. Ils sont puissants mais ne sont qu'une partie d'un mouvement démocratique qui les dépasse». [B]Façade présentable.[/B] Dans la petite enclave de la place Tahrir, qui s'est organisée comme une communauté autogérée au centre du Caire, les Frères sont présents partout. Leurs militants barbus participent à la défense du périmètre, leurs femmes voilées aux cordons de sécurité qui filtrent les accès. Lorsque les chars de l'armée font mine d'avancer, ils sont les premiers à organiser des sit-in devant les chenilles. Leurs prières collectives s'étendent cinq fois par jour comme des rangées de dominos au milieu de la foule. Mais ils prennent aussi garde de ne jamais apparaître comme les principaux acteurs d'un mouvement qui tient pour l'instant plus de la joyeuse contestation populaire que d'un rassemblement de fondamentalistes. Le docteur Mohammed al-Beltegui, ancien parlementaire, est le principal représentant des Frères sur la place Tahrir. Ses deux fils sont sur les barricades. En costume et cravate, une moustache taillée à ras, il représente la façade présentable du mouvement. Seule une callosité sur le front indique sa ferveur religieuse. «Le régime de Moubarak exerce un chantage sur l'Occident, en se présentant comme le seul rempart contre l'installation d'une république islamique. Mais la Révolution n'a pas été déclenchée par les Frères. Nous ne faisons qu'y participer. Nous sommes au sein du mouvement, mais nous n'en sommes pas la tête», affirme, tout sourire, le docteur. «La panique de l'Occident est injustifiée. L'Égypte n'est pas l'Iran. Nous croyons en la démocratie, les libertés civiles et le droit à chacun d'exercer sa religion. Nous sommes partenaires de tous les autres courants d'un mouvement populaire qui représente toutes les catégories d'Égyptiens, nationalistes et islamistes, tous unis par une même revendication: le départ de Moubarak, la dissolution du Parlement, et de nouvelles élections». Ce discours apaisant n'est peut-être qu'une posture tactique, mais il témoigne de la prudence actuelle des Frères musulmans. «Je pense qu'ils sont encore hésitants. S'ils essayent de s'emparer de ce mouvement, ils savent qu'ils risquent de se retrouver seuls face à l'armée et d'être les principales victimes du régime qui est en train de retrouver sa cohésion , poursuit Nabil Abdel Fattah. Leur principal objectif est la libération de leurs prisonniers. Ils réclament donc la libération de tous les gens arrêtés depuis le début des manifestations, mais aussi des membres de leur mouvement qui sont déjà en prison.» «Pour l'instant, ils ont défendu la cause commune. On espère que ça va continuer, dit Rami Nabil Ali, l'un des activistes laïques qui ont pris part aux premières manifestations. Il faut faire attention aux images. Les gens qui prient n'appartiennent pas tous aux Frères. L'islam ne se réduit pas à un mouvement politique, mais fait aussi partie de l'identité de l'Égypte». [B]Le Figaro par Adrien Jaulmes, envoyé spéciaux au Caire 07/02/2011[/B] [/QUOTE]
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