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<blockquote data-quote="Sebastian" data-source="post: 1330611" data-attributes="member: 8629"><p style="text-align: center"><span style="font-size: 22px"><strong><span style="font-size: 22px">Irak redefinió el papel de EE UU como guardian de la seguridad mundial</span></strong></span></p><p></p><p><span style="font-size: 18px"><strong><span style="font-size: 12px">La Administración norteamericana ha renunciado a grandes misiones militares en el exterior</span></strong></span></p><p>El fracaso de Irak, la guerra que consumió durante una década los recursos económicos de Estados Unidos y toda la energía de su política exterior, ha acabado definiendo el papel de este país como guardián de la seguridad internacional. Con un presidente y un jefe del Pentágono que se cuentan entre los más reconocidos críticos de ese conflicto, la Administración norteamericana ha renunciado, quizá por mucho tiempo, a grandes misiones militares en el exterior similares a la que naufragó en los campos de batalla iraquíes.</p><p></p><p>Diez años después del inicio de la guerra, Barack Obama emitió ayer un breve comunicado en el que se limitaba a destacar el sacrificio de los cerca de 4.500 estadounidenses que perdieron la vida en Irak y los 30.000 que resultaron heridos, así como el millón y medio de civiles y militares implicados en aquellas operaciones y que hoy se enfrentan a una difícil readaptación a su vida en EE UU.</p><p></p><p>El sufrimiento de esos veteranos es el símbolo de una nación que aún trata de restañar las heridas provocadas por esa guerra, tanto en lo que respecta a la división abierta en esta sociedad como al desprestigio de la imagen del país y el daño ocasionado a su sistema democrático.</p><p></p><p>Algunas de esas consecuencias han sido reparadas. Las torturas admitidas en esos años y otras arbitrariedades legales impuestas por el Gobierno de George W. Bush y Dick Cheney, como las escuchas ilegales, los secuestros o las cárceles secretas, han sido expresamente prohibidas. Pero Guantánamo sigue abierto, el presidente mantiene poderes especiales, justificados por la guerra contra el terrorismo, para matar a sospechosos en el extranjero sin control judicial y el país debate aún sobre los límites para garantizar su seguridad sin violar su marco constitucional.</p><p></p><p>La guerra de Irak movió, además, el ajedrez estratégico en Oriente Medio en un sentido contrario al que pretendían los ideólogos derechistas que la promovieron con falsas razones: Irán se fortaleció, Irak se debilitó, los aliados de EE UU se distanciaron de Washington y toda la región se vio sacudida por movimientos populares completamente ajenos al control norteamericano. Aunque Obama manifestó ayer que “EE UU continúa trabajando con sus socios iraquíes para promover nuestros intereses comunes de seguridad y paz”, es obvio que los acontecimientos en ese país su suceden hoy sin atender apenas la voluntad norteamericana.</p><p>El efecto más notable de la guerra de Irak ha sido, sin embargo, el cambio que ha provocado en la concepción de EE UU sobre la manera de ejercer su supremacía internacional. Aunque Obama intentó al principio de su mandato diferenciar Irak, a la que llamó “una guerra de voluntad”, de Afganistán, una “guerra de necesidad”, lo cierto es que el desastre de la primera acentuó el pesimismo sobre los segunda, y ambas llevaron a la Administración al convencimiento de que ese tipo de aventuras, con cientos de miles de soldados sobre el terreno, han dejado hoy de tener sentido.</p><p></p><p>Obama transformó la guerra contra el terrorismo en una batalla de drones (aviones sin tripulación) dirigidos desde despachos y bases militares a miles de kilómetros del escenario de combate, un método quizá reprobablemente desde el punto de vista ético, pero sin duda de mucha menos implicación militar y con menos riesgos personales y políticos.</p><p></p><p>La primera vez que Obama tuvo que decidir sobre un ataque en un país extranjero, Libia, optó por una operación quirúrgica de pocos días de bombardeos. Y ese modelo es el que se contempla de cara a posibles intervenciones futuras en Siria o Irán.</p><p>La política exterior norteamericana se ha hecho más prudente como consecuencia de Irak. Las fue</p><p>rzas armadas norteamericanas están dirigidas hoy por Chuck Hagel, un veterano de Vietnam que tuvo serias dificultades para su confirmación en el Senado por su pasado pacifista. Los gobernantes estadounidenses de esta época hablan de diplomacia más que de amenazas, y se insiste en las vías del diálogo hasta el límite de la exasperación de algunos, como en el caso de Irán e Israel.</p><p></p><p>También como lección aprendida en Irak, sin renunciar expresamente a las acciones unilaterales, la Casa Blanca prefiere ahora el multilateralismo, como se demuestra en la intensa negociación en marcha con Rusia respecto a Siria o con China respecto a Corea del Norte.</p><p><a href="http://internacional.elpais.com/internacional/2013/03/19/actualidad/1363717003_012028.html">http://internacional.elpais.com/internacional/2013/03/19/actualidad/1363717003_012028.html</a></p><p><span style="color: rgb(204,204,204)"><span style="font-size: 10px">--- merged: 19 Mar 2013 a las 16:59 ---</span></span></p><p></p><p style="text-align: center"><span style="font-size: 22px"><strong><span style="font-size: 22px"><strong><span style="font-size: 22px">La mayoría de los estadounidenses cree que la guerra fue un error</span></strong></span></strong></span></p><p></p><p><span style="font-size: 18px"><strong><span style="font-size: 12px">Diez años después de que EEUU invadieran Irak, la guerra que marcó la presidencia de George W. Bush se desglosa en frías y dolorosas cifras.</span></strong></span></p><p>La mayoría de los estadounidenses consideran que hoy no hay nada que conmemorar. <a href="http://www.gallup.com/poll/161399/10th-anniversary-iraq-war-mistake.aspx">Un 53% de los ciudadanos de EEUU encuestados por Gallup creen que su país cometió “un error al mandar tropas a luchar a Irak”</a>. El 42% piensa lo contrario. La misión debía de ser rápida y barata. Diez años después de que Estados Unidos y sus aliados invadieran aquel país, la guerra que marcó la presidencia de George W. Bush se desglosa en frías y dolorosas cifras. Y resultó ser lenta y cara.</p><p></p><p>Echar del poder a Sadam Husein y <a href="http://internacional.elpais.com/internacional/2013/03/18/actualidad/1363632222_644180.html">“llevar la democracia” a Irak costó ocho años</a> y la vida de 4.488 soldados estadounidenses. Más de 30.000 militares resultaron heridos en combate y los amputados y los afectados por el conocido como estrés postraumático se cuentan también por miles. La guerra civil desatada en el país meses después de la entrada de las tropas norteamericanas en Bagdad -y cuando el expresidente George W. Bush ya había proclamado su victorioso mensaje de misión cumplida- suma más de 100.000 civiles iraquíes muertos. El coste en dólares se estima en 800.000 millones de dólares y 3.000 billones, según la fuente.</p><p></p><p>Los norteamericanos apoyaron en un primer momento la guerra, según Gallup, con una importante mayoría en 2003 considerando que había sido la decisión correcta. Pero desde entonces, cada vez que Gallup ha realizado el sondeo –con la excepción de agosto de 2005-, la mayoría ha declarado que la contienda fue una equivocación, sobrepasando en varios momentos los 60 puntos.</p><p></p><p><a href="http://elpais.com/diario/2011/12/16/internacional/1323990002_850215.html">La guerra llegó a su fin en diciembre de 2011</a>, cuando el presidente Obama declaró que las últimas tropas norteamericas volverían a casa en unos días. En el décimo aniversario de su comienzo, demócratas y republicanos siguen sin ponerse de acuerdo sobre si la invasión hizo a EEUU un país más seguro. Según un sondeo del diario The Washington Post / ABC de hoy más de seis de cada diez republicanos creen que la nación está más segura. Solo el 41% de los demócratas creen lo mismo.</p><p></p><p>En los primeros momentos de la invasión, más de nueve de cada diez republicanos y siete de cada diez independientes aseguraron que el esfuerzo bélico merecía la pena. Solo la mitad de los demócratas creía que era merecido. En el décimo aniversario, el apoyo ha disminuido muchísimo. El 57% de los republicanos y el 35% de los independientes consideran que fue una guerra que había que librar. Solo un 27% de los que se definen como demócratas dan su visto bueno a la contienda.</p><p><a href="http://internacional.elpais.com/internacional/2013/03/19/actualidad/1363717379_412387.html">http://internacional.elpais.com/internacional/2013/03/19/actualidad/1363717379_412387.html</a></p></blockquote><p></p>
[QUOTE="Sebastian, post: 1330611, member: 8629"] [CENTER][SIZE=6][B][SIZE=6]Irak redefinió el papel de EE UU como guardian de la seguridad mundial[/SIZE][/B][/SIZE][/CENTER] [SIZE=5][B][SIZE=3]La Administración norteamericana ha renunciado a grandes misiones militares en el exterior[/SIZE][/B][/SIZE] El fracaso de Irak, la guerra que consumió durante una década los recursos económicos de Estados Unidos y toda la energía de su política exterior, ha acabado definiendo el papel de este país como guardián de la seguridad internacional. Con un presidente y un jefe del Pentágono que se cuentan entre los más reconocidos críticos de ese conflicto, la Administración norteamericana ha renunciado, quizá por mucho tiempo, a grandes misiones militares en el exterior similares a la que naufragó en los campos de batalla iraquíes. Diez años después del inicio de la guerra, Barack Obama emitió ayer un breve comunicado en el que se limitaba a destacar el sacrificio de los cerca de 4.500 estadounidenses que perdieron la vida en Irak y los 30.000 que resultaron heridos, así como el millón y medio de civiles y militares implicados en aquellas operaciones y que hoy se enfrentan a una difícil readaptación a su vida en EE UU. El sufrimiento de esos veteranos es el símbolo de una nación que aún trata de restañar las heridas provocadas por esa guerra, tanto en lo que respecta a la división abierta en esta sociedad como al desprestigio de la imagen del país y el daño ocasionado a su sistema democrático. Algunas de esas consecuencias han sido reparadas. Las torturas admitidas en esos años y otras arbitrariedades legales impuestas por el Gobierno de George W. Bush y Dick Cheney, como las escuchas ilegales, los secuestros o las cárceles secretas, han sido expresamente prohibidas. Pero Guantánamo sigue abierto, el presidente mantiene poderes especiales, justificados por la guerra contra el terrorismo, para matar a sospechosos en el extranjero sin control judicial y el país debate aún sobre los límites para garantizar su seguridad sin violar su marco constitucional. La guerra de Irak movió, además, el ajedrez estratégico en Oriente Medio en un sentido contrario al que pretendían los ideólogos derechistas que la promovieron con falsas razones: Irán se fortaleció, Irak se debilitó, los aliados de EE UU se distanciaron de Washington y toda la región se vio sacudida por movimientos populares completamente ajenos al control norteamericano. Aunque Obama manifestó ayer que “EE UU continúa trabajando con sus socios iraquíes para promover nuestros intereses comunes de seguridad y paz”, es obvio que los acontecimientos en ese país su suceden hoy sin atender apenas la voluntad norteamericana. El efecto más notable de la guerra de Irak ha sido, sin embargo, el cambio que ha provocado en la concepción de EE UU sobre la manera de ejercer su supremacía internacional. Aunque Obama intentó al principio de su mandato diferenciar Irak, a la que llamó “una guerra de voluntad”, de Afganistán, una “guerra de necesidad”, lo cierto es que el desastre de la primera acentuó el pesimismo sobre los segunda, y ambas llevaron a la Administración al convencimiento de que ese tipo de aventuras, con cientos de miles de soldados sobre el terreno, han dejado hoy de tener sentido. Obama transformó la guerra contra el terrorismo en una batalla de drones (aviones sin tripulación) dirigidos desde despachos y bases militares a miles de kilómetros del escenario de combate, un método quizá reprobablemente desde el punto de vista ético, pero sin duda de mucha menos implicación militar y con menos riesgos personales y políticos. La primera vez que Obama tuvo que decidir sobre un ataque en un país extranjero, Libia, optó por una operación quirúrgica de pocos días de bombardeos. Y ese modelo es el que se contempla de cara a posibles intervenciones futuras en Siria o Irán. La política exterior norteamericana se ha hecho más prudente como consecuencia de Irak. Las fue rzas armadas norteamericanas están dirigidas hoy por Chuck Hagel, un veterano de Vietnam que tuvo serias dificultades para su confirmación en el Senado por su pasado pacifista. Los gobernantes estadounidenses de esta época hablan de diplomacia más que de amenazas, y se insiste en las vías del diálogo hasta el límite de la exasperación de algunos, como en el caso de Irán e Israel. También como lección aprendida en Irak, sin renunciar expresamente a las acciones unilaterales, la Casa Blanca prefiere ahora el multilateralismo, como se demuestra en la intensa negociación en marcha con Rusia respecto a Siria o con China respecto a Corea del Norte. 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Bush se desglosa en frías y dolorosas cifras. Y resultó ser lenta y cara. Echar del poder a Sadam Husein y [URL='http://internacional.elpais.com/internacional/2013/03/18/actualidad/1363632222_644180.html']“llevar la democracia” a Irak costó ocho años[/URL] y la vida de 4.488 soldados estadounidenses. Más de 30.000 militares resultaron heridos en combate y los amputados y los afectados por el conocido como estrés postraumático se cuentan también por miles. La guerra civil desatada en el país meses después de la entrada de las tropas norteamericanas en Bagdad -y cuando el expresidente George W. Bush ya había proclamado su victorioso mensaje de misión cumplida- suma más de 100.000 civiles iraquíes muertos. El coste en dólares se estima en 800.000 millones de dólares y 3.000 billones, según la fuente. Los norteamericanos apoyaron en un primer momento la guerra, según Gallup, con una importante mayoría en 2003 considerando que había sido la decisión correcta. Pero desde entonces, cada vez que Gallup ha realizado el sondeo –con la excepción de agosto de 2005-, la mayoría ha declarado que la contienda fue una equivocación, sobrepasando en varios momentos los 60 puntos. [URL='http://elpais.com/diario/2011/12/16/internacional/1323990002_850215.html']La guerra llegó a su fin en diciembre de 2011[/URL], cuando el presidente Obama declaró que las últimas tropas norteamericas volverían a casa en unos días. En el décimo aniversario de su comienzo, demócratas y republicanos siguen sin ponerse de acuerdo sobre si la invasión hizo a EEUU un país más seguro. Según un sondeo del diario The Washington Post / ABC de hoy más de seis de cada diez republicanos creen que la nación está más segura. Solo el 41% de los demócratas creen lo mismo. En los primeros momentos de la invasión, más de nueve de cada diez republicanos y siete de cada diez independientes aseguraron que el esfuerzo bélico merecía la pena. Solo la mitad de los demócratas creía que era merecido. En el décimo aniversario, el apoyo ha disminuido muchísimo. El 57% de los republicanos y el 35% de los independientes consideran que fue una guerra que había que librar. Solo un 27% de los que se definen como demócratas dan su visto bueno a la contienda. [url]http://internacional.elpais.com/internacional/2013/03/19/actualidad/1363717379_412387.html[/url] [/QUOTE]
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Guerra desarrollada entre Argentina y el Reino Unido en 1982
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