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<blockquote data-quote="Barbanegra" data-source="post: 1822583" data-attributes="member: 10064"><p style="text-align: center"><u><span style="font-size: 22px"><strong>Diez mil hombres para arrebatar Mosul al Estado Islámico</strong></span></u></p><p>Lucen los mismos uniformes que dejaron esparcidos por Mosul cuando hace un año la llegada de los escuadrones del Estado Islámico precipitó su caótica y humillante huida. Desde el pasado otoño residen en una ladera del Kurdistán iraquí, a 40 kilómetros de las calles que solían patrullar. Cientos de policías de Mosul merodean por la base de Dubardan, una sucesión de precarias tiendas de campaña que sus superiores han bautizado como el «campo para la liberación de Nínive», la provincia del norte de Irak que el califato ha convertido en su feudo iraquí.</p><p></p><p>«Hemos logrado reagrupar aquí a los agentes que escaparon de Mosul», dice a modo de bienvenida el lugarteniente Jaled al Hamdani, comisario de la policía de Mosul y máxima autoridad del campo. Regresa de una breve siesta y, mientras se acomoda en el sillón de su despacho, deja claro que no le entusiasma la inesperada visita del periodista. «No me pregunte por la caída de Mosul. Aquello fue un error político y yo no tengo nada que decir», advierte el cincuentón, que batalló en los 80 en las filas del ejército de Sadam Husein.</p><p></p><p><u><strong>Necesitad de armas</strong></u></p><p>Al Hamdani ascendió a director de la policía local de Mosul unos días antes de que el cataclismo se abalanzara sobre la segunda urbe de Irak. «Aquello fue un desastre porque las instituciones que debían proteger la ciudad estaban en manos chiíes. Mi predecesor era suní pero aliado de los chiíes, además de un auténtico cobarde. Ahora estará disfrutando de la vida en España o Alemania. Quien sabe», masculla mientras escudriña las novedades que llegan del frente en un moderno televisor colocado en el otro extremo de la espaciosa estancia. A su pesar, la acción sigue estando lejos de la base donde sus hombres entrenan con la incierta esperanza de recuperar su patria chica. «Llevamos meses de formación. Estamos más que preparados. En cuanto recibamos armas y material, estaremos en condiciones de atacar. Tenemos experiencia en lidiar con Al Qaeda y nos conocemos cada palmo de Mosul», clama Al Hamdani.</p><p></p><p style="text-align: center"><img src="http://estaticos01.elmundo.es/assets/multimedia/imagenes/2015/06/23/14350839586278.jpg" alt="" class="fr-fic fr-dii fr-draggable " style="" /> </p><p>La impaciencia, sin embargo, empieza a torturar a sus tropas. Unos 10.000 uniformados -en su mayoría árabes suníes- mantienen prietas las filas desde que en noviembre, con la asistencia de la región autónoma del Kurdistán iraquí, abrieran dos campos de entrenamiento para ex agentes de Mosul. Desde entonces una veintena de asesores estadounidenses y turcos han instruido a los reclutas, que han tardado meses en recuperar sus salarios. El último escollo, el envío de armas y equipamiento, sigue estrellándose contra la negativa de Bagdad, donde la desconfianza de la élite chií ha aplazado sine die la asistencia militar. «Podríamos tener hasta 20.000 hombres porque hay solicitudes sin atender pero la realidad es que nadie nos está ayudando. No tienen armas ni automóviles ni comida», lamenta Atheel al Nujaifi, gobernador de Mosul en el exilio.</p><p></p><p>De momento, el Gobierno central solo ha despachado un millar de 'kalashnikov' y varias decenas de ametralladoras. En lugar de los vehículos blindados requeridos, han expedido simples camionetas. «Necesitamos todo tipo de armamento: artillería pesada y armas de pequeño y mediano tamaño. El Daesh (acrónimo en árabe del Estado Islámico) cuenta con las armas más modernas», recita el cabecilla de la policía, visiblemente cansado por meses de espera y promesas incumplidas. «El ministro de Defensa nos ha garantizado que llegaran próximamente. Ojalá podamos lanzar entonces la operación», agrega.</p><p></p><p><u><strong>Trabas de Bagdad</strong></u></p><p>Lo cierto, no obstante, es que el anunciado plan para arrebatar Mosul al califato -cuyo inicio EEUU predijo para la ya extinta primavera- se antoja ahora remoto. Los litigios entre chiíes, suníes y kurdos y la reciente derrota de las fuerzas de seguridad en Ramadi -la capital de Al Anbar- han sepultado cualquier urgencia.</p><p></p><p>«Es que bajo las actuales circunstancias resulta imposible. La reconquista de Tikrit llevó un mes completo cuando en principio se habló de unos días. Se lo han empezado a pensar dos veces. Mosul será más difícil porque es un territorio mucho más extenso y hay fricciones entre Irak y la coalición internacional a propósito de la estrategia», reconoce a este diario Hassan Hassan, analista del instituto Chatham House con sede en Londres.</p><p></p><p>En Dubardan, la parálisis y las trabas de Bagdad han decantado la balanza hacia la participación directa del ejército estadounidense que gastó millones de dólares en su adiestramiento. «Hemos tratado con los americanos desde 2003. La crisis en Irak no se solucionará si no llegan tropas estadounidenses o europeas», afirma Al Hamdani.</p><p></p><p><u><strong>Limpiar el nombre</strong></u></p><p>Una controvertida receta que secunda Esmat Rajab, jefe del Partido Democrático del Kurdistán en Mosul. «Los soldados estadounidenses son imprescindibles. Como prueba, lo que sucedió en noviembre de 2004 cuando los extremistas se hicieron con el control de la ciudad y los peshmerga (tropas kurdas) y los estadounidenses luchamos codo a codo hasta expulsarles», detalla quien presume de haber integrado la primera unidad que accedió a Mosul dos días después de que el régimen de Sadam se desmoronase.</p><p></p><p>«Mosul nunca fue una ciudad fácil. Residí allí entre 2003 y 2014 y sobreviví a 70 atentados. Mosul se puede recuperar pero sólo si hay una buena coordinación y cuando el ejército iraquí esté preparado», arguye Rajab. En los barracones de Dubardan, donde el rancho a veces escasea tanto como la munición, el asalto a Mosul alimenta la revancha. «Hemos sufrido como no se imagina. Perdimos a familia y nos expulsaron de nuestras casas. Ahora sólo queremos limpiar nuestro nombre y demostrar que podemos vencerles», declara el jefe policial.</p><p></p><p><a href="http://www.elmundo.es/internacional/2015/06/24/5589a0d1268e3e8b068b4590.html">http://www.elmundo.es/internacional/2015/06/24/5589a0d1268e3e8b068b4590.html</a></p></blockquote><p></p>
[QUOTE="Barbanegra, post: 1822583, member: 10064"] [CENTER][U][SIZE=6][B]Diez mil hombres para arrebatar Mosul al Estado Islámico[/B][/SIZE][/U][/CENTER] Lucen los mismos uniformes que dejaron esparcidos por Mosul cuando hace un año la llegada de los escuadrones del Estado Islámico precipitó su caótica y humillante huida. Desde el pasado otoño residen en una ladera del Kurdistán iraquí, a 40 kilómetros de las calles que solían patrullar. Cientos de policías de Mosul merodean por la base de Dubardan, una sucesión de precarias tiendas de campaña que sus superiores han bautizado como el «campo para la liberación de Nínive», la provincia del norte de Irak que el califato ha convertido en su feudo iraquí. «Hemos logrado reagrupar aquí a los agentes que escaparon de Mosul», dice a modo de bienvenida el lugarteniente Jaled al Hamdani, comisario de la policía de Mosul y máxima autoridad del campo. Regresa de una breve siesta y, mientras se acomoda en el sillón de su despacho, deja claro que no le entusiasma la inesperada visita del periodista. «No me pregunte por la caída de Mosul. Aquello fue un error político y yo no tengo nada que decir», advierte el cincuentón, que batalló en los 80 en las filas del ejército de Sadam Husein. [U][B]Necesitad de armas[/B][/U] Al Hamdani ascendió a director de la policía local de Mosul unos días antes de que el cataclismo se abalanzara sobre la segunda urbe de Irak. «Aquello fue un desastre porque las instituciones que debían proteger la ciudad estaban en manos chiíes. Mi predecesor era suní pero aliado de los chiíes, además de un auténtico cobarde. Ahora estará disfrutando de la vida en España o Alemania. Quien sabe», masculla mientras escudriña las novedades que llegan del frente en un moderno televisor colocado en el otro extremo de la espaciosa estancia. A su pesar, la acción sigue estando lejos de la base donde sus hombres entrenan con la incierta esperanza de recuperar su patria chica. «Llevamos meses de formación. Estamos más que preparados. En cuanto recibamos armas y material, estaremos en condiciones de atacar. Tenemos experiencia en lidiar con Al Qaeda y nos conocemos cada palmo de Mosul», clama Al Hamdani. [CENTER][IMG]http://estaticos01.elmundo.es/assets/multimedia/imagenes/2015/06/23/14350839586278.jpg[/IMG] [/CENTER] La impaciencia, sin embargo, empieza a torturar a sus tropas. Unos 10.000 uniformados -en su mayoría árabes suníes- mantienen prietas las filas desde que en noviembre, con la asistencia de la región autónoma del Kurdistán iraquí, abrieran dos campos de entrenamiento para ex agentes de Mosul. Desde entonces una veintena de asesores estadounidenses y turcos han instruido a los reclutas, que han tardado meses en recuperar sus salarios. El último escollo, el envío de armas y equipamiento, sigue estrellándose contra la negativa de Bagdad, donde la desconfianza de la élite chií ha aplazado sine die la asistencia militar. «Podríamos tener hasta 20.000 hombres porque hay solicitudes sin atender pero la realidad es que nadie nos está ayudando. No tienen armas ni automóviles ni comida», lamenta Atheel al Nujaifi, gobernador de Mosul en el exilio. De momento, el Gobierno central solo ha despachado un millar de 'kalashnikov' y varias decenas de ametralladoras. En lugar de los vehículos blindados requeridos, han expedido simples camionetas. «Necesitamos todo tipo de armamento: artillería pesada y armas de pequeño y mediano tamaño. El Daesh (acrónimo en árabe del Estado Islámico) cuenta con las armas más modernas», recita el cabecilla de la policía, visiblemente cansado por meses de espera y promesas incumplidas. «El ministro de Defensa nos ha garantizado que llegaran próximamente. Ojalá podamos lanzar entonces la operación», agrega. [U][B]Trabas de Bagdad[/B][/U] Lo cierto, no obstante, es que el anunciado plan para arrebatar Mosul al califato -cuyo inicio EEUU predijo para la ya extinta primavera- se antoja ahora remoto. Los litigios entre chiíes, suníes y kurdos y la reciente derrota de las fuerzas de seguridad en Ramadi -la capital de Al Anbar- han sepultado cualquier urgencia. «Es que bajo las actuales circunstancias resulta imposible. La reconquista de Tikrit llevó un mes completo cuando en principio se habló de unos días. Se lo han empezado a pensar dos veces. Mosul será más difícil porque es un territorio mucho más extenso y hay fricciones entre Irak y la coalición internacional a propósito de la estrategia», reconoce a este diario Hassan Hassan, analista del instituto Chatham House con sede en Londres. En Dubardan, la parálisis y las trabas de Bagdad han decantado la balanza hacia la participación directa del ejército estadounidense que gastó millones de dólares en su adiestramiento. «Hemos tratado con los americanos desde 2003. La crisis en Irak no se solucionará si no llegan tropas estadounidenses o europeas», afirma Al Hamdani. [U][B]Limpiar el nombre[/B][/U] Una controvertida receta que secunda Esmat Rajab, jefe del Partido Democrático del Kurdistán en Mosul. «Los soldados estadounidenses son imprescindibles. Como prueba, lo que sucedió en noviembre de 2004 cuando los extremistas se hicieron con el control de la ciudad y los peshmerga (tropas kurdas) y los estadounidenses luchamos codo a codo hasta expulsarles», detalla quien presume de haber integrado la primera unidad que accedió a Mosul dos días después de que el régimen de Sadam se desmoronase. «Mosul nunca fue una ciudad fácil. Residí allí entre 2003 y 2014 y sobreviví a 70 atentados. Mosul se puede recuperar pero sólo si hay una buena coordinación y cuando el ejército iraquí esté preparado», arguye Rajab. En los barracones de Dubardan, donde el rancho a veces escasea tanto como la munición, el asalto a Mosul alimenta la revancha. «Hemos sufrido como no se imagina. Perdimos a familia y nos expulsaron de nuestras casas. Ahora sólo queremos limpiar nuestro nombre y demostrar que podemos vencerles», declara el jefe policial. [URL]http://www.elmundo.es/internacional/2015/06/24/5589a0d1268e3e8b068b4590.html[/URL] [/QUOTE]
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