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<blockquote data-quote="Barbanegra" data-source="post: 2013043" data-attributes="member: 10064"><p style="text-align: center"><img src="http://k.uecdn.es/html5/html5lib/v1.9.1-ue2/modules/KalturaSupport/thumbnail.php/p/108/uiconf_id/8704917/entry_id/0_y0jmy8p2/height/402?" alt="" class="fr-fic fr-dii fr-draggable " style="" /> </p> <p style="text-align: center"><u><span style="font-size: 22px"><strong>En el último bastión cristiano frente al Estado Islámico</strong></span></u></p><p>El rugido de los cazas de combate golpea sin tregua el claustro del monasterio caldeo de la Virgen María. Es primera hora de la mañana y una leve lluvia cae sobre los rosales y arbustos que crecen en el patio del convento. A unos kilómetros, siguiendo la estela de los aviones, unas columnas de humo se elevan sobre el cielo encapotado en mitad de la llanura de Nínive.</p><p></p><p>"Los bombardeos son continuos. La gente no se siente segura. Hoy reina la calma pero mañana nadie sabe", murmura Gabriel Toma, el abad que dirige a la docena de monjes que habita el complejo, a las afueras de Al Qosh. La villa, desperdigada por la ladera de una pedregosa montaña, alejó 'in extremis' la amenaza del autodenominado Estado Islámico en agosto de 2014.</p><p></p><p>Un ataque lanzado el martes por los yihadistas, el más salvaje del último año y medio, ha devuelto la zozobra a sus habitantes. Desde entonces, las escaramuzas se han reanudado en el pueblo cercano de Teleskuf. Kalashnikov en ristre, un ejército de 'peshmerga' (soldados kurdos) y voluntarios enfilan el camino al frente. "Fue una embestida muy fuerte. 500 militantes del 'DAESH' (acrónimo en árabe del Estado Islámico) aparecieron de repente acompañados por unos veinte coches bomba", relata Nayib Jabar, un veterano combatiente que preside la sucursal local del Partido Democrático del Kurdistán.</p><p></p><p>En mitad del desconcierto y las explosiones, las huestes de Abu Bakr al Bagdadi lograron romper la primera línea kurda e internarse en una localidad que ha permanecido vacía desde su liberación. "Apostaron francotiradores en las azoteas de las viviendas. El combate duró más de 12 horas, desde las 5 de la mañana hasta las 5 de la tarde", rememora Jabar, uno de los primeros en acudir al auxilio de sus camaradas. La coalición internacional liderada por Estados Unidos, que multiplicó los bombardeos, usó por primera vez helicópteros en el campo de batalla. Cientos de vecinos de los pueblos cercanos se sumaron a las refriegas.</p><p></p><p>"Las mujeres y los niños fueron evacuados y los hombres nos fuimos a Teleskuf", reconoce Shukri Asad, que reside junto a su familia en la contigua Serezka. En plena alerta, los recién llegados fueron armando una suerte de escudos humanos. "No participé en el contraataque. Me quedé en la retaguardia para impedir las infiltraciones", admite Shandi Abat. Tras cuatro horas de fuego cruzado, un disparo segó la vida de Charles Keating, un miembro de los Navy Seal -las fuerzas de operaciones especiales estadounidenses- que, según el Pentágono, se hallaba a 3 kilómetros de las principales refriegas. El militar, uno de los miles que Washington ha desplegado en el país árabe como asesores de 'peshmerga' y soldados iraquíes, es el tercer estadounidense caído desde el pasado octubre.</p><p></p><p>El martes, al caer la noche, decenas de barbudos yacían sobre las calles de Teleskuf y los campos cercanos. Durante unas horas los militantes del IS se hicieron con el control del enclave y la aldea aneja de Baqofa, a tan solo unos 15 kilómetros al norte de Mosul, la segunda capital de Irak que sufre el yugo yihadista desde junio de 2014. "Murieron 120 terroristas y unos cuantos 'peshmerga' conocieron el martirio", apunta Jabar. En las refriegas, dos 'muyahidines' (guerreros santos, en árabe) fueron capturados. "Uno era de Mosul y otro de nacionalidad saudí...algunos de los muertos eran solo unos niños. A duras penas habrían cumplido los 16 años", agrega Saad Qasiunam, un 'peshmerga' oriundo de Al Qosh, mientras exhibe las fotografías de los enemigos abatidos que almacena en su teléfono móvil.</p><p></p><p>Este miércoles la ofensiva yihadista -inaugurada tras la reciente victoria kurda en Bashir, en las inmediaciones de la sureña y estratégica Kirkuk- aún sembraba de muerte los confines de Teleskuf. Una docena de yihadistas esquivó las balas y buscó refugio en las viviendas del pueblo. Un uniformado kurdo ha fallecido después de que uno de los últimos militantes detonara el cinturón de explosivos que transportaba asido a su cuerpo. La alarma llegó incluso hasta el despoblado monasterio de Rabban Hormizd, excavado en la roca y encaramado en la colina sobre la que reposa Al Qosh. "Estamos preparados para cualquier escenario", admite un oficial del ejército iraquí que guarda desde hace ocho años un recinto construido en el siglo VI al que se accede por carretera sinuosa y poco transitada.</p><p></p><p>La fugaz retirada de Teleskuf -símbolo de la tragedia que sufre la menguada minoría cristiana iraquí- es el enésimo revés a la promesa de liberar la blindada Mosul, cuyo esperado inicio suma meses de retraso a causa del caos político en Bagdad y las cuitas que libran suníes, chiíes y kurdos. Un 'tictac' extraviado que atormenta a la familia de Salem Azet. "Hace casi dos años que abandonamos a toda prisa nuestro hogar en Teleskuf. Escuchamos que el IS iba de camino y huimos junto a las fuerzas de seguridad. Ayer un ataque aéreo ha destruido nuestra casa", comenta el joven desde la precaria habitación que sirve de dormitorio para su esposa y sus tres hijos en una céntrica casa de Al Qosh.</p><p></p><p>"Hemos acogido a unas 500 familias de varios pueblos cristianos tomados por el IS", señala Sami Shamon, uno de los residentes que se ocupa de esta legión de desplazados. Salem, que sobrevive reparando coches, desconfía del futuro. "Volveremos a casa cuando la zona sea completamente segura", confiesa. A unos metros, en el monasterio de la Virgen María, el prior se desespera con los vaivenes de la guerra que truena sobre su cabeza. "Desde hace meses nos dicen que mañana empezará la reconquista de Mosul. Siempre mañana. Nuestra angustia no cesará hasta que suceda. Solo entonces se eliminará la amenaza de esos monstruos que desconocen la piedad y son capaces de vender a mujeres y niños. Cada día familias enteras parten hacia Turquía en la ruta hacia Europa. No entiendo por qué EEUU, que tiene en sus manos el futuro de este país, tarda tanto en lanzar la ofensiva definitiva que nos libre del mal. Su Ejército solo necesitó unos meses para derribar a las tropas de Sadam Husein".</p><p></p><p><a href="http://www.elmundo.es/internacional/2016/05/05/572a5188268e3e04408b45a3.html">http://www.elmundo.es/internacional/2016/05/05/572a5188268e3e04408b45a3.html</a></p></blockquote><p></p>
[QUOTE="Barbanegra, post: 2013043, member: 10064"] [CENTER][IMG]http://k.uecdn.es/html5/html5lib/v1.9.1-ue2/modules/KalturaSupport/thumbnail.php/p/108/uiconf_id/8704917/entry_id/0_y0jmy8p2/height/402?[/IMG] [U][SIZE=6][B]En el último bastión cristiano frente al Estado Islámico[/B][/SIZE][/U][/CENTER] El rugido de los cazas de combate golpea sin tregua el claustro del monasterio caldeo de la Virgen María. Es primera hora de la mañana y una leve lluvia cae sobre los rosales y arbustos que crecen en el patio del convento. A unos kilómetros, siguiendo la estela de los aviones, unas columnas de humo se elevan sobre el cielo encapotado en mitad de la llanura de Nínive. "Los bombardeos son continuos. La gente no se siente segura. Hoy reina la calma pero mañana nadie sabe", murmura Gabriel Toma, el abad que dirige a la docena de monjes que habita el complejo, a las afueras de Al Qosh. La villa, desperdigada por la ladera de una pedregosa montaña, alejó 'in extremis' la amenaza del autodenominado Estado Islámico en agosto de 2014. Un ataque lanzado el martes por los yihadistas, el más salvaje del último año y medio, ha devuelto la zozobra a sus habitantes. Desde entonces, las escaramuzas se han reanudado en el pueblo cercano de Teleskuf. Kalashnikov en ristre, un ejército de 'peshmerga' (soldados kurdos) y voluntarios enfilan el camino al frente. "Fue una embestida muy fuerte. 500 militantes del 'DAESH' (acrónimo en árabe del Estado Islámico) aparecieron de repente acompañados por unos veinte coches bomba", relata Nayib Jabar, un veterano combatiente que preside la sucursal local del Partido Democrático del Kurdistán. En mitad del desconcierto y las explosiones, las huestes de Abu Bakr al Bagdadi lograron romper la primera línea kurda e internarse en una localidad que ha permanecido vacía desde su liberación. "Apostaron francotiradores en las azoteas de las viviendas. El combate duró más de 12 horas, desde las 5 de la mañana hasta las 5 de la tarde", rememora Jabar, uno de los primeros en acudir al auxilio de sus camaradas. La coalición internacional liderada por Estados Unidos, que multiplicó los bombardeos, usó por primera vez helicópteros en el campo de batalla. Cientos de vecinos de los pueblos cercanos se sumaron a las refriegas. "Las mujeres y los niños fueron evacuados y los hombres nos fuimos a Teleskuf", reconoce Shukri Asad, que reside junto a su familia en la contigua Serezka. En plena alerta, los recién llegados fueron armando una suerte de escudos humanos. "No participé en el contraataque. Me quedé en la retaguardia para impedir las infiltraciones", admite Shandi Abat. Tras cuatro horas de fuego cruzado, un disparo segó la vida de Charles Keating, un miembro de los Navy Seal -las fuerzas de operaciones especiales estadounidenses- que, según el Pentágono, se hallaba a 3 kilómetros de las principales refriegas. El militar, uno de los miles que Washington ha desplegado en el país árabe como asesores de 'peshmerga' y soldados iraquíes, es el tercer estadounidense caído desde el pasado octubre. El martes, al caer la noche, decenas de barbudos yacían sobre las calles de Teleskuf y los campos cercanos. Durante unas horas los militantes del IS se hicieron con el control del enclave y la aldea aneja de Baqofa, a tan solo unos 15 kilómetros al norte de Mosul, la segunda capital de Irak que sufre el yugo yihadista desde junio de 2014. "Murieron 120 terroristas y unos cuantos 'peshmerga' conocieron el martirio", apunta Jabar. En las refriegas, dos 'muyahidines' (guerreros santos, en árabe) fueron capturados. "Uno era de Mosul y otro de nacionalidad saudí...algunos de los muertos eran solo unos niños. A duras penas habrían cumplido los 16 años", agrega Saad Qasiunam, un 'peshmerga' oriundo de Al Qosh, mientras exhibe las fotografías de los enemigos abatidos que almacena en su teléfono móvil. Este miércoles la ofensiva yihadista -inaugurada tras la reciente victoria kurda en Bashir, en las inmediaciones de la sureña y estratégica Kirkuk- aún sembraba de muerte los confines de Teleskuf. Una docena de yihadistas esquivó las balas y buscó refugio en las viviendas del pueblo. Un uniformado kurdo ha fallecido después de que uno de los últimos militantes detonara el cinturón de explosivos que transportaba asido a su cuerpo. La alarma llegó incluso hasta el despoblado monasterio de Rabban Hormizd, excavado en la roca y encaramado en la colina sobre la que reposa Al Qosh. "Estamos preparados para cualquier escenario", admite un oficial del ejército iraquí que guarda desde hace ocho años un recinto construido en el siglo VI al que se accede por carretera sinuosa y poco transitada. La fugaz retirada de Teleskuf -símbolo de la tragedia que sufre la menguada minoría cristiana iraquí- es el enésimo revés a la promesa de liberar la blindada Mosul, cuyo esperado inicio suma meses de retraso a causa del caos político en Bagdad y las cuitas que libran suníes, chiíes y kurdos. Un 'tictac' extraviado que atormenta a la familia de Salem Azet. "Hace casi dos años que abandonamos a toda prisa nuestro hogar en Teleskuf. Escuchamos que el IS iba de camino y huimos junto a las fuerzas de seguridad. Ayer un ataque aéreo ha destruido nuestra casa", comenta el joven desde la precaria habitación que sirve de dormitorio para su esposa y sus tres hijos en una céntrica casa de Al Qosh. "Hemos acogido a unas 500 familias de varios pueblos cristianos tomados por el IS", señala Sami Shamon, uno de los residentes que se ocupa de esta legión de desplazados. Salem, que sobrevive reparando coches, desconfía del futuro. "Volveremos a casa cuando la zona sea completamente segura", confiesa. A unos metros, en el monasterio de la Virgen María, el prior se desespera con los vaivenes de la guerra que truena sobre su cabeza. "Desde hace meses nos dicen que mañana empezará la reconquista de Mosul. Siempre mañana. Nuestra angustia no cesará hasta que suceda. Solo entonces se eliminará la amenaza de esos monstruos que desconocen la piedad y son capaces de vender a mujeres y niños. Cada día familias enteras parten hacia Turquía en la ruta hacia Europa. No entiendo por qué EEUU, que tiene en sus manos el futuro de este país, tarda tanto en lanzar la ofensiva definitiva que nos libre del mal. Su Ejército solo necesitó unos meses para derribar a las tropas de Sadam Husein". [URL]http://www.elmundo.es/internacional/2016/05/05/572a5188268e3e04408b45a3.html[/URL] [/QUOTE]
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