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<blockquote data-quote="Barbanegra" data-source="post: 2438484" data-attributes="member: 10064"><p style="text-align: center"><img src="https://e00-elmundo.uecdn.es/assets/multimedia/imagenes/2018/07/20/15321089520482.jpg" alt="" class="fr-fic fr-dii fr-draggable " style="" /></p> <p style="text-align: center"><span style="font-size: 26px"><strong><u>El Estado Islámico regresa a Irak un año después de su derrota en Mosul</u></strong></span></p><p>Tal día como hoy de hace un año el último reducto controlado por las huestes del autodenominado Estado Islámico en la ciudad vieja de Mosul cayó derrotado definitivamente. Nueve meses y cinco días de encarnizada batalla que el primer ministro iraquí Haidar al Abadidio por concluida en todo el país el pasado diciembre. La efemérides de la conquista de la segunda urbe de Irak por el ejército, sin embargo, está jalonada por la resurrección de la organización yihadista que aún comanda Abu Bakr al Bagdadi. "Estamos preocupados. La situación está lejos de ser estable. El Daesh [acrónimo en árabe del Estado Islámico] se mueve por el este y oeste de la provincia", reconoce a EL MUNDO Sabhan Mala, miembro del consejo municipal de Saladino, la provincia con nombre de sultán que limita al norte con Nínive, cuya capital es Mosul.</p><p></p><p>En los últimos meses una sucesión de emboscadas, secuestros, sabotajes y asesinatos reivindicados por el IS (Estado Islámico, por sus siglas en inglés) ha sacudido el centro de Irak, a lo largo del triángulo que forman las provincias de Saladino, Kirkuk y Diyala. "Actúan en pequeñas células formadas por un máximo de cinco personas. Las fuerzas de seguridad se relajaron tras la victoria en Mosul", comenta Mala desde uno de los focos de esta nueva insurgencia, curtida en la clandestinidad desde los tiempos de Al Qaeda en Irak, la génesis del IS.</p><p></p><p>La amenaza no ha dejado de crecer con acciones cada vez más osadas. A finales de junio la organización divulgó a través de su agencia de noticias Al Amaq un vídeo en el que aparecían seis agentes de las fuerzas de seguridad secuestrados en la carretera que enlaza la petrolera Kirkuk con Diyala, a unos 84 kilómetros al norte de Bagdad. Los uniformados estaban escoltados por dos barbudos que, entre enseñas negras del IS, amenazaban con asesinarlos si las autoridades no liberaban a las mujeres encarceladas por sus vinculaciones con el grupo. Días después, sus cadáveres fueron hallados en una cuneta.</p><p></p><p>"El Daesh ha elegido para su regreso el centro de Irak por varias razones", esgrime en conversación con este diario Hashem al Hashimi, asesor de seguridad del Gobierno iraquí. "Una de ellas es la orografía de la zona. Es una región montañosa a la que el ejército no puede acceder con sus vehículos y donde pueden esconderse con facilidad. Es, además, la unión de las provincias del norte y del sur y pasan a través de ella importantes autopistas y carreteras en las que pueden imponer sus tributos y demostrar que controlan el paso", arguye el reputado analista.</p><p></p><p>La obsesión de los yihadistas por reivindicarse en este territorio poco poblado del país se explica por su diversidad étnica y religiosa. En sus confines conviven aún, no sin rifirrafes, suníes, chiíes, cristianos y kurdos. Una colmena plural sobre la que agitar la discordia. "El propósito del Daesh es propagar el caos sectario y lograr réditos de la mala relación que mantienen Bagdad y la región autónoma del Kurdistán en zonas históricamente disputadas por ambos", subraya Al Hashimi. "Hay también una obviedad. Se trata de un triángulo con zonas que las fuerzas de seguridad jamás han controlado desde 2003, donde se hallan establecidos campamentos de entrenamiento y donde los terroristas pueden vivir con tranquilidad".</p><p></p><p>Un páramo fuera del radar gubernamental desde el que se diseña discretamente la oleada de insurgencia. "El Daesh ha vuelto como si fueran fantasmas. Salen de cacería a matar y vuelven para ocultarse", indica el asesor. Según sus cálculos, el escuadrón que en los últimos dos meses ha secuestrado o asesinado a decenas de vecinos de los alrededores, entre funcionarios o líderes tribales, cuentan con no menos de 2.500 avezados y convencidos efectivos. "Aparecen por la noche y luego escapan como ratas", maldice a este diario Jawad Al Janabi, preboste de una tribu árabe suní de la mestiza Kirkuk. "Esta semana hubo tres atentados en Kirkuk el mismo día. Atacaron un restaurante, un mercado y la calle Al Quds. Todos eran civiles inocentes. Llevan la firma del Daesh. Consiguieron vulnerar el cinturón de seguridad. Buscan atemorizar a la población y azuzar la inestabilidad", añade este notable.</p><p></p><p>Hace tres semanas Bagdad lanzó una operación militar para cazar a los acólitos del extinto califato que sobrevivieron a la contienda. Desde entonces, las autoridades han asegurado haber restablecido el control de la carretera entre la capital y Kirkuk. La coalición internacional que lidera Estados Unidos y en la que participa España ha reducido su contingente en Bagdad pero sigue cooperando en las operaciones iraquíes para neutralizar una amenaza que goza de renovada salud. El pasado lunes participó junto a fuerzas iraquíes y peshmergas (tropas del Kurdistán iraquí) en la destrucción de una guarida de la organización en una zona montañosa de Majmur, en los alrededores de Mosul. "Nuestros socios lucharon con valentía mientras continúan eliminando los remanentes del brutal enemigo de su país", declaró el general James Jarrard, comandante de las operaciones especiales. Fuentes de la coalición, no obstante, no respondieron a la solicitud de información cursada por este diario. Durante esa jornada, el presidente estadounidense Donald Trump afirmó desde Helsinki que la batalla contra la organización está completada "al 98 ó 99%". Una cifra que en el corazón de Irak sus habitantes reciben con incredulidad. "Hemos perdido mucho dinero en esta guerra y también muchas vidas. Hace más de una década que vivimos en esta situación tan difícil", murmura Al Janabi.</p><p></p><p><a href="http://www.elmundo.es/internacional/2018/07/21/5b52201b46163f26768b460c.html">http://www.elmundo.es/internacional/2018/07/21/5b52201b46163f26768b460c.html</a></p></blockquote><p></p>
[QUOTE="Barbanegra, post: 2438484, member: 10064"] [CENTER][IMG]https://e00-elmundo.uecdn.es/assets/multimedia/imagenes/2018/07/20/15321089520482.jpg[/IMG] [SIZE=7][B][U]El Estado Islámico regresa a Irak un año después de su derrota en Mosul[/U][/B][/SIZE][/CENTER] Tal día como hoy de hace un año el último reducto controlado por las huestes del autodenominado Estado Islámico en la ciudad vieja de Mosul cayó derrotado definitivamente. Nueve meses y cinco días de encarnizada batalla que el primer ministro iraquí Haidar al Abadidio por concluida en todo el país el pasado diciembre. La efemérides de la conquista de la segunda urbe de Irak por el ejército, sin embargo, está jalonada por la resurrección de la organización yihadista que aún comanda Abu Bakr al Bagdadi. "Estamos preocupados. La situación está lejos de ser estable. El Daesh [acrónimo en árabe del Estado Islámico] se mueve por el este y oeste de la provincia", reconoce a EL MUNDO Sabhan Mala, miembro del consejo municipal de Saladino, la provincia con nombre de sultán que limita al norte con Nínive, cuya capital es Mosul. En los últimos meses una sucesión de emboscadas, secuestros, sabotajes y asesinatos reivindicados por el IS (Estado Islámico, por sus siglas en inglés) ha sacudido el centro de Irak, a lo largo del triángulo que forman las provincias de Saladino, Kirkuk y Diyala. "Actúan en pequeñas células formadas por un máximo de cinco personas. Las fuerzas de seguridad se relajaron tras la victoria en Mosul", comenta Mala desde uno de los focos de esta nueva insurgencia, curtida en la clandestinidad desde los tiempos de Al Qaeda en Irak, la génesis del IS. La amenaza no ha dejado de crecer con acciones cada vez más osadas. A finales de junio la organización divulgó a través de su agencia de noticias Al Amaq un vídeo en el que aparecían seis agentes de las fuerzas de seguridad secuestrados en la carretera que enlaza la petrolera Kirkuk con Diyala, a unos 84 kilómetros al norte de Bagdad. Los uniformados estaban escoltados por dos barbudos que, entre enseñas negras del IS, amenazaban con asesinarlos si las autoridades no liberaban a las mujeres encarceladas por sus vinculaciones con el grupo. Días después, sus cadáveres fueron hallados en una cuneta. "El Daesh ha elegido para su regreso el centro de Irak por varias razones", esgrime en conversación con este diario Hashem al Hashimi, asesor de seguridad del Gobierno iraquí. "Una de ellas es la orografía de la zona. Es una región montañosa a la que el ejército no puede acceder con sus vehículos y donde pueden esconderse con facilidad. Es, además, la unión de las provincias del norte y del sur y pasan a través de ella importantes autopistas y carreteras en las que pueden imponer sus tributos y demostrar que controlan el paso", arguye el reputado analista. La obsesión de los yihadistas por reivindicarse en este territorio poco poblado del país se explica por su diversidad étnica y religiosa. En sus confines conviven aún, no sin rifirrafes, suníes, chiíes, cristianos y kurdos. Una colmena plural sobre la que agitar la discordia. "El propósito del Daesh es propagar el caos sectario y lograr réditos de la mala relación que mantienen Bagdad y la región autónoma del Kurdistán en zonas históricamente disputadas por ambos", subraya Al Hashimi. "Hay también una obviedad. Se trata de un triángulo con zonas que las fuerzas de seguridad jamás han controlado desde 2003, donde se hallan establecidos campamentos de entrenamiento y donde los terroristas pueden vivir con tranquilidad". Un páramo fuera del radar gubernamental desde el que se diseña discretamente la oleada de insurgencia. "El Daesh ha vuelto como si fueran fantasmas. Salen de cacería a matar y vuelven para ocultarse", indica el asesor. Según sus cálculos, el escuadrón que en los últimos dos meses ha secuestrado o asesinado a decenas de vecinos de los alrededores, entre funcionarios o líderes tribales, cuentan con no menos de 2.500 avezados y convencidos efectivos. "Aparecen por la noche y luego escapan como ratas", maldice a este diario Jawad Al Janabi, preboste de una tribu árabe suní de la mestiza Kirkuk. "Esta semana hubo tres atentados en Kirkuk el mismo día. Atacaron un restaurante, un mercado y la calle Al Quds. Todos eran civiles inocentes. Llevan la firma del Daesh. Consiguieron vulnerar el cinturón de seguridad. Buscan atemorizar a la población y azuzar la inestabilidad", añade este notable. Hace tres semanas Bagdad lanzó una operación militar para cazar a los acólitos del extinto califato que sobrevivieron a la contienda. Desde entonces, las autoridades han asegurado haber restablecido el control de la carretera entre la capital y Kirkuk. La coalición internacional que lidera Estados Unidos y en la que participa España ha reducido su contingente en Bagdad pero sigue cooperando en las operaciones iraquíes para neutralizar una amenaza que goza de renovada salud. El pasado lunes participó junto a fuerzas iraquíes y peshmergas (tropas del Kurdistán iraquí) en la destrucción de una guarida de la organización en una zona montañosa de Majmur, en los alrededores de Mosul. "Nuestros socios lucharon con valentía mientras continúan eliminando los remanentes del brutal enemigo de su país", declaró el general James Jarrard, comandante de las operaciones especiales. Fuentes de la coalición, no obstante, no respondieron a la solicitud de información cursada por este diario. Durante esa jornada, el presidente estadounidense Donald Trump afirmó desde Helsinki que la batalla contra la organización está completada "al 98 ó 99%". Una cifra que en el corazón de Irak sus habitantes reciben con incredulidad. "Hemos perdido mucho dinero en esta guerra y también muchas vidas. Hace más de una década que vivimos en esta situación tan difícil", murmura Al Janabi. [URL]http://www.elmundo.es/internacional/2018/07/21/5b52201b46163f26768b460c.html[/URL] [/QUOTE]
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