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<blockquote data-quote="Sebastian" data-source="post: 2075434" data-attributes="member: 8629"><p><span style="font-size: 22px"><strong><span style="font-size: 12px">Parte 2</span> </strong></span></p><p style="text-align: center"><span style="font-size: 22px"><strong>Israel ciberconquista el desierto</strong></span></p><p></p><p><span style="font-size: 18px"></span></p><p><span style="font-size: 18px"><strong>La región desértica del Néguev, antiguo prodigio agrícola, se prepara para acoger el mando tecnológico del potente Ejército israelí</strong></span></p><p></p><p><span style="font-size: 15px"><strong>Del Ejército a la empresa</strong></span></p><p>Esa fue la historia del emprendedor Dror Liwer. Había llegado al rango de director informático en el Ejército, se licenció como coronel y un buen día decidió cambiar la monotonía kaki de los barracones por los grafitis que hoy decoran su oficina, una especie de <em>loft</em> neoyorquino que terminará rodeado de edificios militares. Para él, la ciberseguridad y el Ejército israelí van de la mano, por eso se ha instalado ya en Beerseba. "En Israel no hay privacidad. Estamos en estado de guerra y se sacrifica la libertad. El Gobierno tiene mucho poder", comenta abiertamente.</p><p></p><p>Liwer cuenta ya con seis <em>startups</em> a sus espaldas. Dos de ellas siguen en pie, una tasa de éxito que considera "muy alta": "En Israel, solo un 2% de las empresas emergentes tiene verdadero éxito, y un 8% más o menos salen adelante. El resto son fracasos". Su última apuesta es Coronet, una compañía especializada en evitar el robo y la suplantación maliciosa de redes wifi, ubicada en el <em>coworking</em> donde operan otra veintena de pequeñas empresas dedicadas a la seguridad informática.</p><p></p><p>Coronet comparte edificio con gigantes como Oracle, PayPal o Telekom. Dos bloques como este ya están repletos de nuevas empresas, y otros ocho aguardan a ser construidos en el parque tecnológico de Beerseba. Trabajar tan cerca de otros que se dedican a lo mismo que uno les ayuda a hacerlo mejor: "Compartimos información entre nosotros aunque seamos competencia", abunda Liwer. ¿Compartir conocimiento con la competencia? Sí, y, a juzgar de la opinión de todos los expertos consultados, se trata de algo habitual en Israel: "No se roban recursos de otros. Eso del <em>headhunting</em> aquí no existe. Si lo haces una vez, estás acabado. El espíritu de colaboración está asentado, es algo cultural". De este espíritu comunitario da ejemplo un gran inversor del país, <a href="https://www.linkedin.com/in/edens">Eden Shochat,</a> que ha subido a la Red <a href="http://aleph.vc/the-spreadsheet/">su lista de contactos</a> para que estén disponibles para todo el mundo.</p><p></p><p>A Liwer le gusta subrayar esta diferencia con el ambiente de competencia abierta de Estados Unidos, aun no siendo la única: "Un 40% de quienes aquí trabajan es mujer y además el entorno social de Israel es más seguro que el americano: si fracasas aquí, es más difícil que te veas en la calle sin nada al cabo de unos meses". La presencia de mujeres alenta incluso la tímida aparición de alguna ultraortodoxa, una comunidad muy cerrada que reniega en general de las nuevas tecnologías: "Sus maridos se dedican a estudiar los textos sagrados y no realizan trabajos retribuidos. Ellas tienen que sacar adelante a la familia y esta es una manera interesante de hacerlo", comenta Liwer.</p><p></p><p>El emprendedor cree que la situación geopolítica de su país actuó como aliciente para que apostara, desde muy pronto, por la tecnología. "En el Ejército comentábamos que ya deberíamos estar muertos", comenta vehemente. Para el exembajador de Israel en España Alón Bar, una clave que explica el auge de las empresas tecnológicas en el país es la carencia de recursos naturales, mitigada desde hace 17 años por el descubrimiento de bolsas de gas natural delante de sus costas. "Creo que ese hallazgo es algo bueno, porque se espera que los recursos den para abastecer el país durante cincuenta años", afirma Bar, pero, al tiempo, le preocupa que pese sobre Israel la que llama "maldición de los países con recursos naturales": "Puede que se le quite importancia a la cultura del esfuerzo".</p><p></p><p><span style="font-size: 15px"><strong>Un 'Google' del mal</strong></span></p><p>Aunque Beerseba sea su capital, la tecnología de ciberseguridad informática encuentra acomodo por doquier en el país. La universidad más antigua de Israel, el Technion, impera en el extremo norte de Israel. Aquí nació la compresión de archivos (los antecedentes de los JPG, MP3 y PDF) y en la actualidad acoge uno de los grupos especializados en ciberseguridad más potentes del país. Desde la planta donde está el laboratorio de Eran Yahav, un programador de élite, se contempla una vista inmensa de la bahía de Haifa y, bien cerca, las montañas del vecino Líbano.</p><p></p><p>Israel está viviendo un cambio en el tipo de ciberataques que recibe desde el extranjero: "Cada vez que se ven más ataques vinculados al robo de datos personales para beneficio, más que por razones políticas o estratégicas", describe Yahav.</p><p></p><p>Este experto en análisis de programas resume su trabajo en "saber qué hace un programa, sin tener que ejecutarlo", algo más que útil cuando se trata de analizar <em>software</em> malicioso. Y se ha propuesto dar otra vuelta de tuerca a los antivirus y otras herramientas habituales de ciberseguridad. Su equipo prepara un motor de búsqueda que permitirá rastrear en todo el mundo dónde se encuentra un programa (o un fragmento de código) que resulte malicioso. "Es como un Google para el <em>software</em> sospechoso", asegura. A la vez, apuesta por que se use para identificar de dónde procede un ataque o, al menos, en qué <em>factoría</em> se ha creado el código atacante. También, para descubrir a las organizaciones que incluyen, en muchos casos sin saberlo, partes de código maligno en sus webs.</p><p></p><p>Los ciberatacantes se lo ponen difícil a quienes, como este profesor israelí, se encuentra a este lado de la barrera. "El <em>malware</em> se ha convertido en algo muy sofisticado, ya no es algo que se haga en garajes, se ha convertido en una arma y se construye en fábricas de armas". Yahav insiste en la comparación: los virus y los grandes ataques informáticos se mueven en un mundo que funciona "igual que la industria de las armas". Así precisa así su comparación: "También en su tamaño y escala, en el dinero que se mueve y en los poderes que están detrás".</p><p><a href="http://internacional.elpais.com/internacional/2016/08/10/actualidad/1470838666_628001.html">http://internacional.elpais.com/internacional/2016/08/10/actualidad/1470838666_628001.html</a></p></blockquote><p></p>
[QUOTE="Sebastian, post: 2075434, member: 8629"] [SIZE=6][B][SIZE=3]Parte 2[/SIZE] [/B][/SIZE] [CENTER][SIZE=6][B]Israel ciberconquista el desierto[/B][/SIZE][/CENTER] [SIZE=5][B][/B] [B]La región desértica del Néguev, antiguo prodigio agrícola, se prepara para acoger el mando tecnológico del potente Ejército israelí[/B][/SIZE] [SIZE=4][B]Del Ejército a la empresa[/B][/SIZE] Esa fue la historia del emprendedor Dror Liwer. Había llegado al rango de director informático en el Ejército, se licenció como coronel y un buen día decidió cambiar la monotonía kaki de los barracones por los grafitis que hoy decoran su oficina, una especie de [I]loft[/I] neoyorquino que terminará rodeado de edificios militares. Para él, la ciberseguridad y el Ejército israelí van de la mano, por eso se ha instalado ya en Beerseba. "En Israel no hay privacidad. Estamos en estado de guerra y se sacrifica la libertad. El Gobierno tiene mucho poder", comenta abiertamente. Liwer cuenta ya con seis [I]startups[/I] a sus espaldas. Dos de ellas siguen en pie, una tasa de éxito que considera "muy alta": "En Israel, solo un 2% de las empresas emergentes tiene verdadero éxito, y un 8% más o menos salen adelante. El resto son fracasos". Su última apuesta es Coronet, una compañía especializada en evitar el robo y la suplantación maliciosa de redes wifi, ubicada en el [I]coworking[/I] donde operan otra veintena de pequeñas empresas dedicadas a la seguridad informática. Coronet comparte edificio con gigantes como Oracle, PayPal o Telekom. Dos bloques como este ya están repletos de nuevas empresas, y otros ocho aguardan a ser construidos en el parque tecnológico de Beerseba. Trabajar tan cerca de otros que se dedican a lo mismo que uno les ayuda a hacerlo mejor: "Compartimos información entre nosotros aunque seamos competencia", abunda Liwer. ¿Compartir conocimiento con la competencia? Sí, y, a juzgar de la opinión de todos los expertos consultados, se trata de algo habitual en Israel: "No se roban recursos de otros. Eso del [I]headhunting[/I] aquí no existe. Si lo haces una vez, estás acabado. El espíritu de colaboración está asentado, es algo cultural". De este espíritu comunitario da ejemplo un gran inversor del país, [URL='https://www.linkedin.com/in/edens']Eden Shochat,[/URL] que ha subido a la Red [URL='http://aleph.vc/the-spreadsheet/']su lista de contactos[/URL] para que estén disponibles para todo el mundo. A Liwer le gusta subrayar esta diferencia con el ambiente de competencia abierta de Estados Unidos, aun no siendo la única: "Un 40% de quienes aquí trabajan es mujer y además el entorno social de Israel es más seguro que el americano: si fracasas aquí, es más difícil que te veas en la calle sin nada al cabo de unos meses". La presencia de mujeres alenta incluso la tímida aparición de alguna ultraortodoxa, una comunidad muy cerrada que reniega en general de las nuevas tecnologías: "Sus maridos se dedican a estudiar los textos sagrados y no realizan trabajos retribuidos. Ellas tienen que sacar adelante a la familia y esta es una manera interesante de hacerlo", comenta Liwer. El emprendedor cree que la situación geopolítica de su país actuó como aliciente para que apostara, desde muy pronto, por la tecnología. "En el Ejército comentábamos que ya deberíamos estar muertos", comenta vehemente. Para el exembajador de Israel en España Alón Bar, una clave que explica el auge de las empresas tecnológicas en el país es la carencia de recursos naturales, mitigada desde hace 17 años por el descubrimiento de bolsas de gas natural delante de sus costas. "Creo que ese hallazgo es algo bueno, porque se espera que los recursos den para abastecer el país durante cincuenta años", afirma Bar, pero, al tiempo, le preocupa que pese sobre Israel la que llama "maldición de los países con recursos naturales": "Puede que se le quite importancia a la cultura del esfuerzo". [SIZE=4][B]Un 'Google' del mal[/B][/SIZE] Aunque Beerseba sea su capital, la tecnología de ciberseguridad informática encuentra acomodo por doquier en el país. La universidad más antigua de Israel, el Technion, impera en el extremo norte de Israel. Aquí nació la compresión de archivos (los antecedentes de los JPG, MP3 y PDF) y en la actualidad acoge uno de los grupos especializados en ciberseguridad más potentes del país. Desde la planta donde está el laboratorio de Eran Yahav, un programador de élite, se contempla una vista inmensa de la bahía de Haifa y, bien cerca, las montañas del vecino Líbano. Israel está viviendo un cambio en el tipo de ciberataques que recibe desde el extranjero: "Cada vez que se ven más ataques vinculados al robo de datos personales para beneficio, más que por razones políticas o estratégicas", describe Yahav. Este experto en análisis de programas resume su trabajo en "saber qué hace un programa, sin tener que ejecutarlo", algo más que útil cuando se trata de analizar [I]software[/I] malicioso. Y se ha propuesto dar otra vuelta de tuerca a los antivirus y otras herramientas habituales de ciberseguridad. Su equipo prepara un motor de búsqueda que permitirá rastrear en todo el mundo dónde se encuentra un programa (o un fragmento de código) que resulte malicioso. "Es como un Google para el [I]software[/I] sospechoso", asegura. A la vez, apuesta por que se use para identificar de dónde procede un ataque o, al menos, en qué [I]factoría[/I] se ha creado el código atacante. También, para descubrir a las organizaciones que incluyen, en muchos casos sin saberlo, partes de código maligno en sus webs. Los ciberatacantes se lo ponen difícil a quienes, como este profesor israelí, se encuentra a este lado de la barrera. "El [I]malware[/I] se ha convertido en algo muy sofisticado, ya no es algo que se haga en garajes, se ha convertido en una arma y se construye en fábricas de armas". Yahav insiste en la comparación: los virus y los grandes ataques informáticos se mueven en un mundo que funciona "igual que la industria de las armas". Así precisa así su comparación: "También en su tamaño y escala, en el dinero que se mueve y en los poderes que están detrás". [URL]http://internacional.elpais.com/internacional/2016/08/10/actualidad/1470838666_628001.html[/URL] [/QUOTE]
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