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<blockquote data-quote="MIURA" data-source="post: 2511644" data-attributes="member: 30919"><p>"Tarde, pero seguro" dice el dicho. No quiero dejar pasar la oportunidad de felicitar al Escuadrón C-130 y a todos sus tripulantes, actuales y veteranos, y sin dejar de mencionar, por supuesto, a la gloriosa y queridísima "Chancha". Sin olvidar, tampoco, a todos aquellos, que, sin ser tripulantes, en estos cincuenta años (y los anteriores, que permitieron la concreción del proyecto) posibilitaron que el escuadrón se cubra de gloria y con él, la Fuerza Aérea Argentina.</p><p>Son muchos los recuerdos que me vienen a la memoria, cuando era chiquito y los Hércules eran parte de nuestras vidas, sobrevolando constantemente el barrio Aeronáutico de El Palomar; además de los múltiples vuelos a Córdoba. De cadete me tocó también ser "abonado" de la Chancha, recuerdo cuando, siendo Cadete de III Año, hicimos ESC-GOR-PAL para ir a recibir los restos del Brigadier General Don Juan Manuel de Rosas. Pero el que quedó indeleblemente grabado en mi memoria fue un vuelo en donde tuve el honor de ser elegido, junto a cuatro compañeros más, para presenciar un lanzamiento de carga sobre el Aeródromo de la Mezquita. Eso fue en el ´91, no sé cuántos éramos en esa cabina, pero éramos un montón ya que nadie se quería perder ese vuelo: resulta que era el primer lanzamiento de carga (dentro de una Aerocooperación con la IV Brigada del EA) en muchos años (el Biguá sabra precisar la cantidad) y ello implicaba un gran hito por la posibilidad de recuperar una capacidad que había quedado latente. No me acuerdo a quién estaban habilitando como comandante en ese patrón de vuelo, pero sí me acuerdo perfectamente que el que estaba habilitando, y que era su último vuelo de ese tipo, era el VCom. Víctor BORCHER, quien fuera el comandante del último Hércules (TC-65) en romper el bloqueo, despegando de Puerto Argentino la noche del 13 de Junio. Recuerdo la emoción de ese Soldado cuando aterrizaba, los ojos vidriosos me confirmaron que los héroes también son humanos (a su lado, de "paquete" como nosotros, iba su compañero, también VGM, el VCom. Roberto PASTRÁN). Recuerdo perfectamente la carga saliendo por la rampa, un pallet detrás del otro, cada uno tirando del paracaídas del que lo seguía y después los "Bichos Verdes" (con todo respeto y afecto) tirándose detrás para acompañarla. Yo había logrado una posición de privilegio (parado al pie de la escalera que sube a la cabina), por un lado veía la carga saliendo y por el otro el amontonamiento en la cabina. Fue notorio sentir el pronunciado cambio en el CG del avión, a medida que los pallets salían y el trabajo sobre el compensador de profundidad para poder paliarlo. Lo que no puedo expresar, por más que quiera, es lo que se vivía adentro del avión en ese momento; todo era algarabía y festejo, los auxiliares de carga corrían por la bodega, se abrazaban, se asomaban al vacío desde la rampa, y no era para menos, entre ellos también se estaban habilitando. Arriba, en la cabina, también había abrazos y palmadas. El único que permanecía inmutable, tremendamente profesional, era el comandante que se estaba habilitando, un capitán del que sigo sin recordar el nombre. No quiero pecar de exagerado, pero el de ese vuelo, es uno de los recuerdos más hermosos que tengo de la Fuerza Aérea. </p><p>De todos modos, no todo acabó ahí, con el avión liviano, el comandante se mandó un descenso de máxima performance y, encarando la pista de La Mezquita de Sur a Norte, simuló una entrega de carga al estilo LAPES (Low Altitud Parachute Extraction Sistem). Desconozco cual es la altura sobre el terreno para esa modalidad, pero iba tan bajo que tengo fresca en la memoria la inmensa sonrisa del "Pájaro" MÉNDEZ (uno de mis compañeros de promoción) que estaba cuerpo a tierra con el resto del curso en la Cabecera Sur de la pista; todo esto visualizado por mi, a escasos metros de distancia, por la ventanilla de abajo del puesto de piloto.</p><p>Más adelante, siendo instructor en el Cuerpo de Cadetes, me tocó ir (y volver) de maniobras a Chamical en un Hércules (eran cuatro en total) en Navegación Táctica; realmente, impresionante.</p><p>Ahora bien, más allá de mis recuerdos particulares, la historia del Hércules (y su escuadrón) en la FAA es realmente gloriosa, antes, durante y después de Malvinas. No me voy a poner a enumerar las proezas de estas máquinas y sus tripulantes, ya que la mayoría de Uds. se las saben mejores que yo, pero desde los cruces a Marambio (sin olvidar los vuelos transpolares), hasta el traslado de un reactor nuclear a Australia, pasando por las incontables tareas de ayuda a la comunidad, todo en tiempo de paz, el profesionalismo de las tripulaciones y la nobleza de las máquinas, quedan fuera de toda duda. Pero la destreza y valentía de las tripulaciones y la versatilidad del avión, demostradas en situación de conflicto real, adquieren un grado sublime. Tanto el lamentable hecho de la pérdida del TC-62 durante el Operativo Independencia, como todo lo actuado durante la gesta de Malvinas, configuran proezas de las cuales todos los argentinos, sin distinción, deberíamos sentirnos tremendamente orgullosos.</p><p>No quiero extenderme más y disculpen la personalización de este homenaje pero se me nublan los ojos a la hora de rendir homenaje a los integrantes de este glorioso SdeA y su noble avión. Y creo hacerlo desde una posición objetiva, ya que si bien conozco de cerca a tripulantes de antes, durante y después de Malvinas, mi sentimiento va para con todos ellos ya que admiro profundamente su profesionalismo y sentido del deber.</p><p>Larga vida al Escuadrón C-130.</p></blockquote><p></p>
[QUOTE="MIURA, post: 2511644, member: 30919"] "Tarde, pero seguro" dice el dicho. No quiero dejar pasar la oportunidad de felicitar al Escuadrón C-130 y a todos sus tripulantes, actuales y veteranos, y sin dejar de mencionar, por supuesto, a la gloriosa y queridísima "Chancha". Sin olvidar, tampoco, a todos aquellos, que, sin ser tripulantes, en estos cincuenta años (y los anteriores, que permitieron la concreción del proyecto) posibilitaron que el escuadrón se cubra de gloria y con él, la Fuerza Aérea Argentina. Son muchos los recuerdos que me vienen a la memoria, cuando era chiquito y los Hércules eran parte de nuestras vidas, sobrevolando constantemente el barrio Aeronáutico de El Palomar; además de los múltiples vuelos a Córdoba. De cadete me tocó también ser "abonado" de la Chancha, recuerdo cuando, siendo Cadete de III Año, hicimos ESC-GOR-PAL para ir a recibir los restos del Brigadier General Don Juan Manuel de Rosas. Pero el que quedó indeleblemente grabado en mi memoria fue un vuelo en donde tuve el honor de ser elegido, junto a cuatro compañeros más, para presenciar un lanzamiento de carga sobre el Aeródromo de la Mezquita. Eso fue en el ´91, no sé cuántos éramos en esa cabina, pero éramos un montón ya que nadie se quería perder ese vuelo: resulta que era el primer lanzamiento de carga (dentro de una Aerocooperación con la IV Brigada del EA) en muchos años (el Biguá sabra precisar la cantidad) y ello implicaba un gran hito por la posibilidad de recuperar una capacidad que había quedado latente. No me acuerdo a quién estaban habilitando como comandante en ese patrón de vuelo, pero sí me acuerdo perfectamente que el que estaba habilitando, y que era su último vuelo de ese tipo, era el VCom. Víctor BORCHER, quien fuera el comandante del último Hércules (TC-65) en romper el bloqueo, despegando de Puerto Argentino la noche del 13 de Junio. Recuerdo la emoción de ese Soldado cuando aterrizaba, los ojos vidriosos me confirmaron que los héroes también son humanos (a su lado, de "paquete" como nosotros, iba su compañero, también VGM, el VCom. Roberto PASTRÁN). Recuerdo perfectamente la carga saliendo por la rampa, un pallet detrás del otro, cada uno tirando del paracaídas del que lo seguía y después los "Bichos Verdes" (con todo respeto y afecto) tirándose detrás para acompañarla. Yo había logrado una posición de privilegio (parado al pie de la escalera que sube a la cabina), por un lado veía la carga saliendo y por el otro el amontonamiento en la cabina. Fue notorio sentir el pronunciado cambio en el CG del avión, a medida que los pallets salían y el trabajo sobre el compensador de profundidad para poder paliarlo. Lo que no puedo expresar, por más que quiera, es lo que se vivía adentro del avión en ese momento; todo era algarabía y festejo, los auxiliares de carga corrían por la bodega, se abrazaban, se asomaban al vacío desde la rampa, y no era para menos, entre ellos también se estaban habilitando. Arriba, en la cabina, también había abrazos y palmadas. El único que permanecía inmutable, tremendamente profesional, era el comandante que se estaba habilitando, un capitán del que sigo sin recordar el nombre. No quiero pecar de exagerado, pero el de ese vuelo, es uno de los recuerdos más hermosos que tengo de la Fuerza Aérea. De todos modos, no todo acabó ahí, con el avión liviano, el comandante se mandó un descenso de máxima performance y, encarando la pista de La Mezquita de Sur a Norte, simuló una entrega de carga al estilo LAPES (Low Altitud Parachute Extraction Sistem). Desconozco cual es la altura sobre el terreno para esa modalidad, pero iba tan bajo que tengo fresca en la memoria la inmensa sonrisa del "Pájaro" MÉNDEZ (uno de mis compañeros de promoción) que estaba cuerpo a tierra con el resto del curso en la Cabecera Sur de la pista; todo esto visualizado por mi, a escasos metros de distancia, por la ventanilla de abajo del puesto de piloto. Más adelante, siendo instructor en el Cuerpo de Cadetes, me tocó ir (y volver) de maniobras a Chamical en un Hércules (eran cuatro en total) en Navegación Táctica; realmente, impresionante. Ahora bien, más allá de mis recuerdos particulares, la historia del Hércules (y su escuadrón) en la FAA es realmente gloriosa, antes, durante y después de Malvinas. No me voy a poner a enumerar las proezas de estas máquinas y sus tripulantes, ya que la mayoría de Uds. se las saben mejores que yo, pero desde los cruces a Marambio (sin olvidar los vuelos transpolares), hasta el traslado de un reactor nuclear a Australia, pasando por las incontables tareas de ayuda a la comunidad, todo en tiempo de paz, el profesionalismo de las tripulaciones y la nobleza de las máquinas, quedan fuera de toda duda. Pero la destreza y valentía de las tripulaciones y la versatilidad del avión, demostradas en situación de conflicto real, adquieren un grado sublime. Tanto el lamentable hecho de la pérdida del TC-62 durante el Operativo Independencia, como todo lo actuado durante la gesta de Malvinas, configuran proezas de las cuales todos los argentinos, sin distinción, deberíamos sentirnos tremendamente orgullosos. No quiero extenderme más y disculpen la personalización de este homenaje pero se me nublan los ojos a la hora de rendir homenaje a los integrantes de este glorioso SdeA y su noble avión. Y creo hacerlo desde una posición objetiva, ya que si bien conozco de cerca a tripulantes de antes, durante y después de Malvinas, mi sentimiento va para con todos ellos ya que admiro profundamente su profesionalismo y sentido del deber. Larga vida al Escuadrón C-130. [/QUOTE]
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Verificación
Guerra desarrollada entre Argentina y el Reino Unido en 1982
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