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<blockquote data-quote="HernanF" data-source="post: 835398" data-attributes="member: 7964"><p><strong>Mirada sobre la democracia israelí y los derechos palestinos como minoría.</strong></p><p></p><p><strong><span style="font-size: 15px">El derecho al retorno y la democracia israelí. (Artículo Gloobal).</span></strong></p><p></p><p>El estado de Israel, el cual se define a sí mismo como democrático, demuestra que aunque se adopte un discurso democrático, no hay ninguna garantía que se ejecuten valores fundamentales como la igualdad y la libertad para todos sus ciudadanos. La mejor manera de medir una democracia es una inspección de la extensión de los derechos concedidos a los sectores más débiles y de su capacidad para hacerlos realidad. Por consiguiente, desde la perspectiva de la minoría palestina dentro de Israel y de la mayoría palestina en los Territorios Ocupados Palestinos, la democracia israelí cuelga de un hilo. Y el derecho al retorno de los palestinos a la Palestina histórica es la gota que colma el vaso, y es aparentemente la razón por la que el tema del derecho al retorno sea un tabú en el discurso israelí.</p><p>El discurso israelí sobre el derecho al retorno es, en primer lugar, un no-discurso. Aunque el derecho al retorno es un derecho humano, no está en la agenda de las organizaciones de derechos humanos de Israel. Y a causa de este tabú, pocas organizaciones de derechos humanos palestinas de Israel lo tratan. Aunque el derecho al retorno es una pieza clave de cualquier acuerdo de paz entre palestinos e israelíes, entre la gente israelí no existe un debate profundo y sistemático sobre este tema, y lo que se oye en primera instancia son consignas destinadas a negar cualquier discusión de principios sobre el tema, independientemente de su ámbito limitado.</p><p></p><p><strong>Aspectos de Identidad en el Discurso Israelí sobre el Derecho al Retorno.</strong></p><p></p><p>La exigencia por parte de los palestinos de llevar a cabo su derecho al retorno significa que los judíos de Israel deberán asumir la responsabilidad moral, política y legal de los refugiados palestinos (del 1948 al 1967). En este sentido, el derecho al retorno es percibido, y con razón, como la definición de una parte víctima y otra culpable. Mientras es admisible decir que los derechos son la espada de la debilidad, el derecho al retorno se presenta en Israel como una espada amenazante y nada más. El aspecto de víctima de los palestinos – que han sido ocupados, refugiados y por tanto debilitados – no existe en el discurso israelí.</p><p><em>El estado de Israel, que fue construido sobre la culpa de los europeos la cual transformó los judíos en víctimas, no está interesado en invertir la situación, entre otras cosas por su conocimiento de los detalles legales y económicos de esta culpabilidad y su experiencia en la recaudación del dinero procedente del sentimiento de culpabilidad de los europeos.</em></p><p>Por otra lado, se debe recordar que en la base de esta experiencia, la Europa culpable no se debilitó y que sus relaciones económicas, culturales, sociales y políticas con Israel no se cortaron; aunque en el caso de Europa la culpa es absoluta – genocidio. Sólo recientemente se ha hecho público que decenas de miles de israelíes recibieron pasaportes alemanes y decenas de miles de israelíes originarios de la antigua Unión Soviética migraron a Alemania en los últimos años. La pregunta es, por tanto, porqué la reconciliación entre Europa e Israel no puede también ocurrir entre los pueblos de Israel y Palestina.</p><p>Una de las razones principales es el hecho que el derecho al retorno no se presenta en Israel como perteneciente a los seres humanos, sino como un total, que amenaza a la cultura. El discurso demográfico sobre el alto porcentaje de crecimiento natural palestino es parte de un enfoque colonial, el cual percibe el número de niños como una amenaza al régimen, y en el caso israelí está también relacionado con las actitudes racistas eurocéntricas, las cuales consideran a los árabes como inferiores culturalmente, y por tanto, como una amenaza. El derecho al retorno no se percibe por muchos israelíes como una oportunidad para la reconciliación y por otro lado, a diferencia del acercamiento de Occidente a Israel, que permitió entre otras cosas el perdón, los palestinos ven a los israelíes como un trasplante extranjero en la región mediterránea.</p><p>Es importante recordar que entre los europeos y los israelíes con quienes se reconciliaron – los ashkenazíes – había una conexión étnica e histórica mutua, la cual los ashkenazíes tenían un interés, no menor y posiblemente mayor que los europeos, en cultivar. La pregunta es si entre los palestinos y los israelíes existe una conexión étnica e histórica común que pudiese reducir la brecha entre las dos comunidades y presentase la posibilidad del perdón y la reconciliación una idea menos utópica.</p><p>Aparentemente, según los hechos la respuesta es sí; hay una relación histórica y étnica entre aproximadamente la mitad de la población de Israel – los mizrahíes – y los árabes palestinos. Los mizrahíes tienen, por lo que parece, una mejor coyuntura para dar el primer paso hacia el reconocimiento del derecho de los palestinos de regresar a casa. El panorama se complica cuando se examina la intensidad de la relación a los ojos de los mizrahíes, de los israelí-ashkenazíes y de los palestinos. Mientras que la gran mayoría de mizrahíes desean negar su arabidad debido al estímulo sistemático e intencional de los ashkenazíes, los palestinos no encuentran consuelo, a parte de una relación aleatoria y no definida, en la arabidad restante de los mizrahíes que rápidamente se desvanece, y de ninguna manera en la mizrahindad israelí, que ha nacido en una realidad donde los palestinos ya no son compañeros. Los propios mizrahíes no tienen ningún interés en reconciliarse con un mundo que, desde su perspectiva, no sólo es primitivo, adoptando el enfoque israelí, sino que también es débil a nivel global, en comparación con la Europa de los ashkenazíes.</p><p>El hecho de asumir la responsabilidad de los acontecimientos pasados se hace generalmente por temor al castigo o por la esperanza de un futuro mejor. Con la suposición que el poder militar de Israel no disminuirá, la consecuencia directa es la provisión de un sentido de inmunidad a los israelíes desde una perspectiva del miedo. Entonces, la posibilidad reside en asumir la responsabilidad con la aspiración que cesen las dificultades y el sufrimiento que existe actualmente. Esta posibilidad está bloqueada por varias razones. Por un lado, el derecho al retorno se presenta como una parte integral del discurso de seguridad israelí, mientras se ignora completamente su carácter civil, internacional y moral. Este discurso de seguridad permite definir a los refugiados como soldados, cuya muerte está justificada, y más allá, oculta el sufrimiento palestino. Por otro lado, los israelíes no se imaginan el futuro tras el regreso de los palestinos como algo similar a Viena o Praga, con un elevado número de vecinos árabes y la expansión de la lengua árabe en la calle, una disminución de los precios inmobiliarios y la creación del Oriente en el Israel Eurocéntrico. Está claro que mientras la arrogancia cultural continúe en Israel, la aspiración a la reconciliación se hace más distante.</p><p>El derecho al retorno permite abrir un discurso sobre los derechos colectivos, que será una alternativa al discurso israelí que excluye la minoría palestina de la gestión del estado y que quiere mantenerla como una minoría eterna. En contravención con las reglas democráticas, las consideraciones demográficas en Israel han transformado artificialmente la minoría judía en una mayoría en el estado de Israel, y la mayoría palestina de la región a parecer una minoría en esta misma área. Mientras que esta ingeniería humana es posible tal vez en autonomías culturales y religiosas, no puede durar debido a la resistencia insistente de los miembros de una mayoría debilitada, en el marco de un estado nación. Este discurso colectivo alternativo percibirá los conceptos de mayoría y minoría tal como realmente son, de una manera relativa al asunto en cuestión. Cuando la división entre mayoría y minoría en cada tema se hace sobre la base de la nacionalidad, no se crea una democracia que funciona, debido a la alienación de la minoría desde la mayoría hasta el punto de no tomar parte del juego democrático. Una división entre israelíes y palestinos que cruce las líneas de identidad y se centre en el tema en cuestión permitirá una redefinición de las identidades colectivas de las dos poblaciones y su expansión. Habrá, entonces, espacio en la sociedad para la solidaridad entre trabajadores palestinos y judíos y entre mujeres palestinas y mizrahíes, y también espacio para los conflictos sobre la base del tema y no sobre la nacionalidad.</p><p>Uno de los inconvenientes que el estado de Israel se haya formado como la definición de una nueva identidad, la israelí, es la clausura a las identidades plurales. La colocación de la identidad judía en el marco de la israelidad distorsiona la experiencia acumulativa judía que enseña que la vida al lado de no-judíos también tiene ventajas como la sabiduría y la franqueza, y no solamente la humillación y la opresión. La identidad judía nunca ha luchado por sus derechos con respeto a otras identidades, pero reclamó su integración y pidió que recibiera un lugar entre las naciones del mundo. El establecimiento del estado de Israel en la zona mediterránea causó que los judíos vieran los derechos de los no-judíos como una amenaza a su existencia y que se presentó el derecho al retorno de los palestinos como una lucha entre derechos: el retorno de los palestinos versus el retorno de los judíos. El derecho de los no-judíos no va solo, y la demanda de la reciprocidad se plantea en todas las posibilidades. La exigencia palestina para conservar su derecho a no ser deportados tiene como consecuencia la adopción mutua desde el punto de vista de los colonos, que empezaron a lidiar que la retirada de los asentamientos es una deportación prohibida.</p><p></p><p><strong>La influencia en la democracia.</strong></p><p></p><p>La justificación común de las políticas de ocupación y la legislación discriminatoria de Israel es que se trata de una democracia defensiva. Un análisis de los aspectos de identidad en el discurso israelí sobre el derecho al retorno plantea la cuestión de qué es aquello en contra de lo que la democracia israelí se está defendiendo?</p><p>La respuesta aceptada se encuentra también en el área de la identidad, la pérdida de la identidad judía. La respuesta que se ofrece aquí sugiere que más allá que Israel quiera conservar la identidad judía, quiere protegerse de los cambios democráticos progresivos que conscientemente escogió y que no adoptó cuando fue fundado.</p><p><em>Israel escogió establecer un estado de judíos y no un estado de todos sus ciudadanos, debilitando de esta manera el discurso civil y promocionando el discurso nacional, étnico y religioso.</em> </p><p>El debate sobre el derecho al retorno resulta en quitar las máscaras de ciudadanos externos, y su negación a lo “árabe”. En el mismo nivel de simplicidad que una persona de piel negra no se le permite entrar en una discoteca ashkenazí de Tel Aviv, el árabe de Israel es rechazado como no perteneciente a la tierra de nuestros antepasados. Todas las expectativas de desarrollar un discurso universal que permita a árabes y judíos vivir unos al lado de otros chocan contra las rocas de la limitada identidad israelí. Un cambio democrático adicional que está bloqueado por Israel y por las organizaciones de derechos humanos israelíes, es el desarrollo de un discurso de derechos humanos que respete los derechos sociales y culturales, pero que no esté intrínsecamente conectado, como ocurre actualmente, a las limitaciones de obligación de crear definiciones demográficas que controlen la tasa de natalidad palestina y la importación de nacimientos judíos del exterior. A partir de aquí la propia aceptación del marco democrático, la existencia de procedimientos precisos y el uso de la lengua de los derechos humanos no son una garantía, como se demuestra en el caso israelí, contra los crímenes cometidos bajo el paradigma de la autodefensa. </p><p></p><p><em>Fuente</em>: <strong>Jerusalem. Alternative Information Center.</strong></p></blockquote><p></p>
[QUOTE="HernanF, post: 835398, member: 7964"] [b]Mirada sobre la democracia israelí y los derechos palestinos como minoría.[/b] [B][SIZE="4"]El derecho al retorno y la democracia israelí. (Artículo Gloobal).[/SIZE][/B] El estado de Israel, el cual se define a sí mismo como democrático, demuestra que aunque se adopte un discurso democrático, no hay ninguna garantía que se ejecuten valores fundamentales como la igualdad y la libertad para todos sus ciudadanos. La mejor manera de medir una democracia es una inspección de la extensión de los derechos concedidos a los sectores más débiles y de su capacidad para hacerlos realidad. Por consiguiente, desde la perspectiva de la minoría palestina dentro de Israel y de la mayoría palestina en los Territorios Ocupados Palestinos, la democracia israelí cuelga de un hilo. Y el derecho al retorno de los palestinos a la Palestina histórica es la gota que colma el vaso, y es aparentemente la razón por la que el tema del derecho al retorno sea un tabú en el discurso israelí. El discurso israelí sobre el derecho al retorno es, en primer lugar, un no-discurso. Aunque el derecho al retorno es un derecho humano, no está en la agenda de las organizaciones de derechos humanos de Israel. Y a causa de este tabú, pocas organizaciones de derechos humanos palestinas de Israel lo tratan. Aunque el derecho al retorno es una pieza clave de cualquier acuerdo de paz entre palestinos e israelíes, entre la gente israelí no existe un debate profundo y sistemático sobre este tema, y lo que se oye en primera instancia son consignas destinadas a negar cualquier discusión de principios sobre el tema, independientemente de su ámbito limitado. [B]Aspectos de Identidad en el Discurso Israelí sobre el Derecho al Retorno.[/B] La exigencia por parte de los palestinos de llevar a cabo su derecho al retorno significa que los judíos de Israel deberán asumir la responsabilidad moral, política y legal de los refugiados palestinos (del 1948 al 1967). En este sentido, el derecho al retorno es percibido, y con razón, como la definición de una parte víctima y otra culpable. Mientras es admisible decir que los derechos son la espada de la debilidad, el derecho al retorno se presenta en Israel como una espada amenazante y nada más. El aspecto de víctima de los palestinos – que han sido ocupados, refugiados y por tanto debilitados – no existe en el discurso israelí. [I]El estado de Israel, que fue construido sobre la culpa de los europeos la cual transformó los judíos en víctimas, no está interesado en invertir la situación, entre otras cosas por su conocimiento de los detalles legales y económicos de esta culpabilidad y su experiencia en la recaudación del dinero procedente del sentimiento de culpabilidad de los europeos.[/I] Por otra lado, se debe recordar que en la base de esta experiencia, la Europa culpable no se debilitó y que sus relaciones económicas, culturales, sociales y políticas con Israel no se cortaron; aunque en el caso de Europa la culpa es absoluta – genocidio. Sólo recientemente se ha hecho público que decenas de miles de israelíes recibieron pasaportes alemanes y decenas de miles de israelíes originarios de la antigua Unión Soviética migraron a Alemania en los últimos años. La pregunta es, por tanto, porqué la reconciliación entre Europa e Israel no puede también ocurrir entre los pueblos de Israel y Palestina. Una de las razones principales es el hecho que el derecho al retorno no se presenta en Israel como perteneciente a los seres humanos, sino como un total, que amenaza a la cultura. El discurso demográfico sobre el alto porcentaje de crecimiento natural palestino es parte de un enfoque colonial, el cual percibe el número de niños como una amenaza al régimen, y en el caso israelí está también relacionado con las actitudes racistas eurocéntricas, las cuales consideran a los árabes como inferiores culturalmente, y por tanto, como una amenaza. El derecho al retorno no se percibe por muchos israelíes como una oportunidad para la reconciliación y por otro lado, a diferencia del acercamiento de Occidente a Israel, que permitió entre otras cosas el perdón, los palestinos ven a los israelíes como un trasplante extranjero en la región mediterránea. Es importante recordar que entre los europeos y los israelíes con quienes se reconciliaron – los ashkenazíes – había una conexión étnica e histórica mutua, la cual los ashkenazíes tenían un interés, no menor y posiblemente mayor que los europeos, en cultivar. La pregunta es si entre los palestinos y los israelíes existe una conexión étnica e histórica común que pudiese reducir la brecha entre las dos comunidades y presentase la posibilidad del perdón y la reconciliación una idea menos utópica. Aparentemente, según los hechos la respuesta es sí; hay una relación histórica y étnica entre aproximadamente la mitad de la población de Israel – los mizrahíes – y los árabes palestinos. Los mizrahíes tienen, por lo que parece, una mejor coyuntura para dar el primer paso hacia el reconocimiento del derecho de los palestinos de regresar a casa. El panorama se complica cuando se examina la intensidad de la relación a los ojos de los mizrahíes, de los israelí-ashkenazíes y de los palestinos. Mientras que la gran mayoría de mizrahíes desean negar su arabidad debido al estímulo sistemático e intencional de los ashkenazíes, los palestinos no encuentran consuelo, a parte de una relación aleatoria y no definida, en la arabidad restante de los mizrahíes que rápidamente se desvanece, y de ninguna manera en la mizrahindad israelí, que ha nacido en una realidad donde los palestinos ya no son compañeros. Los propios mizrahíes no tienen ningún interés en reconciliarse con un mundo que, desde su perspectiva, no sólo es primitivo, adoptando el enfoque israelí, sino que también es débil a nivel global, en comparación con la Europa de los ashkenazíes. El hecho de asumir la responsabilidad de los acontecimientos pasados se hace generalmente por temor al castigo o por la esperanza de un futuro mejor. Con la suposición que el poder militar de Israel no disminuirá, la consecuencia directa es la provisión de un sentido de inmunidad a los israelíes desde una perspectiva del miedo. Entonces, la posibilidad reside en asumir la responsabilidad con la aspiración que cesen las dificultades y el sufrimiento que existe actualmente. Esta posibilidad está bloqueada por varias razones. Por un lado, el derecho al retorno se presenta como una parte integral del discurso de seguridad israelí, mientras se ignora completamente su carácter civil, internacional y moral. Este discurso de seguridad permite definir a los refugiados como soldados, cuya muerte está justificada, y más allá, oculta el sufrimiento palestino. Por otro lado, los israelíes no se imaginan el futuro tras el regreso de los palestinos como algo similar a Viena o Praga, con un elevado número de vecinos árabes y la expansión de la lengua árabe en la calle, una disminución de los precios inmobiliarios y la creación del Oriente en el Israel Eurocéntrico. Está claro que mientras la arrogancia cultural continúe en Israel, la aspiración a la reconciliación se hace más distante. El derecho al retorno permite abrir un discurso sobre los derechos colectivos, que será una alternativa al discurso israelí que excluye la minoría palestina de la gestión del estado y que quiere mantenerla como una minoría eterna. En contravención con las reglas democráticas, las consideraciones demográficas en Israel han transformado artificialmente la minoría judía en una mayoría en el estado de Israel, y la mayoría palestina de la región a parecer una minoría en esta misma área. Mientras que esta ingeniería humana es posible tal vez en autonomías culturales y religiosas, no puede durar debido a la resistencia insistente de los miembros de una mayoría debilitada, en el marco de un estado nación. Este discurso colectivo alternativo percibirá los conceptos de mayoría y minoría tal como realmente son, de una manera relativa al asunto en cuestión. Cuando la división entre mayoría y minoría en cada tema se hace sobre la base de la nacionalidad, no se crea una democracia que funciona, debido a la alienación de la minoría desde la mayoría hasta el punto de no tomar parte del juego democrático. Una división entre israelíes y palestinos que cruce las líneas de identidad y se centre en el tema en cuestión permitirá una redefinición de las identidades colectivas de las dos poblaciones y su expansión. Habrá, entonces, espacio en la sociedad para la solidaridad entre trabajadores palestinos y judíos y entre mujeres palestinas y mizrahíes, y también espacio para los conflictos sobre la base del tema y no sobre la nacionalidad. Uno de los inconvenientes que el estado de Israel se haya formado como la definición de una nueva identidad, la israelí, es la clausura a las identidades plurales. La colocación de la identidad judía en el marco de la israelidad distorsiona la experiencia acumulativa judía que enseña que la vida al lado de no-judíos también tiene ventajas como la sabiduría y la franqueza, y no solamente la humillación y la opresión. La identidad judía nunca ha luchado por sus derechos con respeto a otras identidades, pero reclamó su integración y pidió que recibiera un lugar entre las naciones del mundo. El establecimiento del estado de Israel en la zona mediterránea causó que los judíos vieran los derechos de los no-judíos como una amenaza a su existencia y que se presentó el derecho al retorno de los palestinos como una lucha entre derechos: el retorno de los palestinos versus el retorno de los judíos. El derecho de los no-judíos no va solo, y la demanda de la reciprocidad se plantea en todas las posibilidades. La exigencia palestina para conservar su derecho a no ser deportados tiene como consecuencia la adopción mutua desde el punto de vista de los colonos, que empezaron a lidiar que la retirada de los asentamientos es una deportación prohibida. [B]La influencia en la democracia.[/B] La justificación común de las políticas de ocupación y la legislación discriminatoria de Israel es que se trata de una democracia defensiva. Un análisis de los aspectos de identidad en el discurso israelí sobre el derecho al retorno plantea la cuestión de qué es aquello en contra de lo que la democracia israelí se está defendiendo? La respuesta aceptada se encuentra también en el área de la identidad, la pérdida de la identidad judía. La respuesta que se ofrece aquí sugiere que más allá que Israel quiera conservar la identidad judía, quiere protegerse de los cambios democráticos progresivos que conscientemente escogió y que no adoptó cuando fue fundado. [I]Israel escogió establecer un estado de judíos y no un estado de todos sus ciudadanos, debilitando de esta manera el discurso civil y promocionando el discurso nacional, étnico y religioso.[/I] El debate sobre el derecho al retorno resulta en quitar las máscaras de ciudadanos externos, y su negación a lo “árabe”. En el mismo nivel de simplicidad que una persona de piel negra no se le permite entrar en una discoteca ashkenazí de Tel Aviv, el árabe de Israel es rechazado como no perteneciente a la tierra de nuestros antepasados. Todas las expectativas de desarrollar un discurso universal que permita a árabes y judíos vivir unos al lado de otros chocan contra las rocas de la limitada identidad israelí. Un cambio democrático adicional que está bloqueado por Israel y por las organizaciones de derechos humanos israelíes, es el desarrollo de un discurso de derechos humanos que respete los derechos sociales y culturales, pero que no esté intrínsecamente conectado, como ocurre actualmente, a las limitaciones de obligación de crear definiciones demográficas que controlen la tasa de natalidad palestina y la importación de nacimientos judíos del exterior. A partir de aquí la propia aceptación del marco democrático, la existencia de procedimientos precisos y el uso de la lengua de los derechos humanos no son una garantía, como se demuestra en el caso israelí, contra los crímenes cometidos bajo el paradigma de la autodefensa. [I]Fuente[/I]: [B]Jerusalem. Alternative Information Center.[/B] [/QUOTE]
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