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<blockquote data-quote="HernanF" data-source="post: 835404" data-attributes="member: 7964"><p><strong>Nuevo objetivo de la AP. Las zonas de Cisjordania bajo control israelí.</strong></p><p></p><p><strong><span style="font-size: 15px">La Autoridad Palestina se enfurece por el embargo israelí en Cisjordania. / L'Autorité palestinienne s'attaque à la mainmise israélienne en Cisjordanie.</span></strong></p><p></p><p>Un nuevo viento de voluntarismo sopla en los pasillos de la Autoridad Palestina en Ramallah. Animado por los elogios de la comunidad internacional con respecto a su proyecto de sentar las bases de un Estado palestino en los próximos dos años, el primer ministro palestino, Salam Fayyad, decidió pasar a una velocidad superior. Su nuevo objetivo: las zonas palestinas controladas exclusivamente por Israel (zonas llamadas C) que representan el 60 % de Cisjordania. Tanto en los países donantes, en las organizaciones no gubernamentales (ONG) internacionales como en las agencias de la ONU, él repite con el mismo tono: "Hay que construir en la zona C, las limitaciones impuestas por Israel son arcaicas y están fuera de lugar".</p><p>Producto del recorte de los territorios palestinos instituido por los acuerdos de Oslo II (1995), estos sectores están colocados bajo la tutela exclusiva de Israel, en oposición a las zonas A y B, donde la Autoridad Palestina puede operar. Se trata de zonas rurales y escasamente pobladas, pero ricas en recursos naturales, situadas cerca de colonias judías, de bases militares y sobre todo a lo largo del valle del río Jordán, una extensión estratégica para el Estado judío porque está contigua a Jordania.</p><p>La burocracia militar israelí reina allí como amo y señor. Ella libra permisos de construir con cuentagotas y no vacila en hacer derribar cualquier casa precaria construida sin autorización, siendo estas tierras mantenidas en un estado de subdesarrollo a menudo alarmante. "Vayan a construir escuelas o clínicas en la zona C, declaró Jamal Zakout, consejero de Salam Fayyad, durante una reunión en presencia de ONG´s internacionales. Y si los israelíes las demuelen, mostraremos al mundo lo que hacen habitualmente".</p><p>El primer ministro palestino quiere mostrarse dando el ejemplo. Sensible a las críticas de la sociedad civil que lo acusa de adaptarse a la ocupación israelí y de no desafiarla, se ocupó de incluir varios pueblos de la zona C en los miniproyectos de construcción que inaugura a paso lento. En la mayoría de los casos, sus desplazamientos en estas zonas son coordinados cuidadosamente con el ejército israelí, que concedió previamente el permiso requerido. Pero no siempre. En el valle del río Jordán y cerca de Naplusa, sus servicios afirman haber reconstruido infraestructuras demolidas por las topadoras israelíes. “No nos disuadirán más de trabajar en la zona C, afirmaba Salam Fayyad a mediados de febrero, durante una entrevista concedida a un grupo de medios franceses.</p><p>No se trata de un territorio en disputa, sino de una parte íntegra de los territorios ocupados en 1967 sobre los cuales queremos construir nuestro Estado".</p><p>Esta directiva ha sido integrada a la dirección del Fondo de Inversión Palestina, holding "soberano" que administra el erario del "pueblo palestino". Consagrado en los tiempos de Yasser Arafat en cuentas ocultas o empresas extranjeras, este fondo ha sido repatriado a los territorios ocupados, volcándolos a proyectos inmobiliarios entre los que algunos están situados en la zona C. Entre éstos están la construcción de doscientos departamentos cerca de Qalqiliya y, sobre todo, la construcción de un complejo de lujo sobre las orillas del mar Muerto, con baños terapéuticos, centro de convenciones y hoteles de lujo, de cinco estrellas.</p><p>"Hay un verdadero cambio de actitud en nuestros dirigentes, dice un experto palestino. En el ámbito económico por lo menos, ellos quieren tomar la iniciativa y desafiar al sistema de ocupación. Si los israelíes intentan trabar sus esfuerzos, están dispuestos a pelearse".</p><p>La ofensiva de la Autoridad Palestina sobre las zonas C suscita una irritación a cierto lado israelí. En un artículo reciente, Alex Fishman, el corresponsal militar del Yediot Aharonot, informaba que el activismo de Salam Fayyad y su figura creciente alteraban la rutina de los oficiales desplegados en Cisjordania. "Él comienza a molestarnos seriamente", escribió. Más diplomático, Ygal Palmor, el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores israelí, advierte contra toda "revocación unilateral" de los arreglos de Oslo que "sólo siembran confusión".</p><p>Por parte de las agencias de Naciones Unidas y de las ONG´s, la molestia es palpable. La mayoría de ellas tienen por norma avanzar en la zona C de punta a punta. Esta molestia es a causa de la dificultad extrema en obtener un permiso, de la liviandad que rodea el procedimiento y de los pocos escrúpulos de las autoridades israelíes que envían las topadoras. Según un informe de las Naciones Unidas, en doce años, 2.450 estructuras consideradas "ilegales" han sido derribadas en estos sectores: viviendas generalmente, pero también tiendas, depósitos de frutas, cisternas o cabañas precarias.</p><p>"Comprendemos la preocupación política de Salam Fayyad, dice Martha Myers, la directora de la asociación AIDA que agrupa una centena de ONG´s presentes en los territorios ocupados. Es verdad que la población de las zonas C merece nuestro apoyo; pero no es realista ir a construir escuelas en la zona C que corren peligro de ser demolidas apenas terminadas".</p><p>Esta tibieza le pone un verdadero dilema al primer ministro palestino. A ellos sólo, sus miniproyectos no bastarán para sacar las zonas C de la controversia. Sin un golpe de audacia de los proveedores de fondos, Salam Fayyad no llegará a aflojar la presencia de la ocupación. "El actuar ahora es responsabilidad de los países donantes, dice Sami Khader, jefe de la ONG palestina Ma'an. Hace más de diez años que las zonas C deberían haber quedado bajo control de la Autoridad Palestina. Más que inquietarse por sus contribuyentes, los países donantes deberían ir a pedir cuentas en Israel".</p><p></p><p><em>Fuente</em>: <strong>Benjamín Barthe desde Ramallah. Enviado especial Le Monde.</strong></p><p>Traducción propia.</p><p></p><p></p><p></p><p><strong><span style="font-size: 12px">L'Autorité palestinienne s'attaque à la mainmise israélienne en Cisjordanie.</span></strong></p><p></p><p>Un vent nouveau de volontarisme souffle dans les couloirs de l'Autorité palestinienne à Ramallah. Enhardi par les éloges de la communauté internationale à l'égard de son projet de jeter les bases d'un Etat palestinien dans les deux ans à venir, le premier ministre palestinien, Salam Fayyad, a décidé de passer à la vitesse supérieure. Son nouvel objectif : les zones palestiniennes contrôlées exclusivement par Israël (zones dites C) et qui couvrent 60 % de la Cisjordanie. Aux pays donateurs, aux organisations non gouvernementales (ONG) internationales comme aux agences de l'ONU, il répète sur le même ton: "Il faut construire en zone C, les limitations imposées par Israël sont archaïques et dépassées".</p><p>Produit du découpage des territoires palestiniens institué par les accords d'Oslo II (1995), ces secteurs sont placés sous la tutelle exclusive d'Israël, par opposition aux zones A et B où l'Autorité palestinienne peut opérer. Il s'agit de zones rurales, faiblement peuplées, mais riches en ressources naturelles, situées à proximité de colonies juives, de bases militaires et surtout le long de la vallée du Jourdain, une étendue stratégique pour l'Etat juif car contiguë de la Jordanie.</p><p>La bureaucratie militaire israélienne y règne en maître. Elle ne délivre des permis de construire qu'au compte-gouttes et n'hésite pas à faire raser la moindre cahute dépourvue d'autorisation, si bien que ces terres sont maintenues dans un état de sous-développement souvent alarmant. "Allez construire des écoles ou des cliniques en zone C, a déclaré Jamal Zakout, un conseiller de Salam Fayyad, lors d'une réunion en présence d'ONG internationales. Et si les Israéliens les démolissent, nous montrerons au monde ce qu'ils font."</p><p>Le premier ministre palestinien veut montrer l'exemple. Sensible aux critiques de la société civile qui l'accuse de s'adapter à l'occupation israélienne et non de la défier, il a pris soin d'inclure plusieurs villages en zone C dans les mini-projets de construction qu'il inaugure au pas de charge. Dans la plupart des cas, ses déplacements dans ces zones sont soigneusement coordonnés avec l'armée israélienne, qui a accordé au préalable le permis requis. Mais pas toujours. Dans la vallée du Jourdain et près de Naplouse, ses services affirment avoir reconstruit des infrastructures démolies par les bulldozers israéliens. "On ne nous dissuadera plus de travailler en zone C, affirmait Salam Fayyad à la mi-février, lors d'un entretien accordé à un groupe de médias français. Il ne s'agit pas d'un territoire disputé, mais d'une partie intégrale des territoires occupés en 1967 sur lesquels nous voulons construire notre Etat."</p><p>Ce mot d'ordre a été intégré à la direction du Fonds d'investissement palestinien, la holding "souveraine" qui gère le portefeuille du "peuple palestinien". Eparpillée du temps de Yasser Arafat sur des comptes occultes ou des entreprises étrangères, cette manne a été rapatriée dans les territoires occupés, sur des projets immobiliers dont certains sont situés en zone C. Parmi ceux-ci, la construction de deux cents appartements près de Qalqiliya et, surtout, l'aménagement d'un complexe de luxe sur les rives de la mer Morte, avec balnéothérapie, centre de conférence et palaces cinq étoiles.</p><p>"Il y a un vrai changement d'attitude chez nos dirigeants, dit un expert palestinien. Dans le domaine économique au moins, ils veulent prendre l'initiative et défier le système d'occupation. Si les Israéliens tentent d'entraver leurs efforts, ils sont prêts à se bagarrer."</p><p>L'offensive de l'Autorité palestinienne sur les zones C suscite un agacement certain côté israélien. Dans un récent article, Alex Fishman, le correspondant militaire du Yediot Aharonot, rapportait que l'activisme de Salam Fayyad et sa stature grandissante bousculaient la routine des officiers affectés en Cisjordanie. "Il commence à nous ennuyer sérieusement", écrivait -il. Plus diplomatique, Ygal Palmor, le porte-parole du ministère des affaires étrangères israélien, met en garde contre toute "révocation unilatérale" des arrangements d'Oslo qui "ne ferait que semer la confusion".</p><p>Du côté des agences des Nations unies et des ONG, la gêne est palpable. La plupart d'entre elles ont pour règle d'avancer en zone C sur la pointe des pieds. Du fait de l'extrême difficulté à obtenir un permis, du flou qui entoure la procédure et du peu de scrupules des autorités israéliennes à envoyer les bulldozers. Selon un rapport des Nations unies, en douze ans, 2 450 structures "illégales" ont été rasées dans ces secteurs : habitations en dur mais aussi tentes, citernes, étals de fruits ou cabanes en tôle.</p><p>"On comprend le souci politique de Salam Fayyad, dit Martha Myers, la directrice de l'association AIDA qui regroupe une centaine d'ONG présentes dans les territoires occupés. C'est vrai que la population des zones C mérite notre soutien. Mais il n'est pas réaliste d'aller construire des écoles en zone C qui risquent d'être démolies aussitôt finies."</p><p>Cette tiédeur pose un vrai dilemme au premier ministre palestinien. A eux seuls, ses mini-projets ne suffiront pas à sortir les zones C du marasme. Sans un regain d'audace des bailleurs de fonds, Salam Fayyad ne parviendra pas à desserrer le carcan de l'occupation. "C'est aux pays donateurs d'agir, dit Sami Khader, patron de l'ONG palestinienne Ma'an. Cela fait plus de dix ans que les zones C auraient dû passer sous le contrôle de l'Autorité palestinienne. Plutôt que de s'inquiéter de leurs contribuables, les pays donateurs devraient aller demander des comptes à Israël."</p><p></p><p><strong>Ramallah. Envoyé spécial Benjamin Barthe par Le Monde.</strong></p></blockquote><p></p>
[QUOTE="HernanF, post: 835404, member: 7964"] [b]Nuevo objetivo de la AP. Las zonas de Cisjordania bajo control israelí.[/b] [B][SIZE="4"]La Autoridad Palestina se enfurece por el embargo israelí en Cisjordania. / L'Autorité palestinienne s'attaque à la mainmise israélienne en Cisjordanie.[/SIZE][/B] Un nuevo viento de voluntarismo sopla en los pasillos de la Autoridad Palestina en Ramallah. Animado por los elogios de la comunidad internacional con respecto a su proyecto de sentar las bases de un Estado palestino en los próximos dos años, el primer ministro palestino, Salam Fayyad, decidió pasar a una velocidad superior. Su nuevo objetivo: las zonas palestinas controladas exclusivamente por Israel (zonas llamadas C) que representan el 60 % de Cisjordania. Tanto en los países donantes, en las organizaciones no gubernamentales (ONG) internacionales como en las agencias de la ONU, él repite con el mismo tono: "Hay que construir en la zona C, las limitaciones impuestas por Israel son arcaicas y están fuera de lugar". Producto del recorte de los territorios palestinos instituido por los acuerdos de Oslo II (1995), estos sectores están colocados bajo la tutela exclusiva de Israel, en oposición a las zonas A y B, donde la Autoridad Palestina puede operar. Se trata de zonas rurales y escasamente pobladas, pero ricas en recursos naturales, situadas cerca de colonias judías, de bases militares y sobre todo a lo largo del valle del río Jordán, una extensión estratégica para el Estado judío porque está contigua a Jordania. La burocracia militar israelí reina allí como amo y señor. Ella libra permisos de construir con cuentagotas y no vacila en hacer derribar cualquier casa precaria construida sin autorización, siendo estas tierras mantenidas en un estado de subdesarrollo a menudo alarmante. "Vayan a construir escuelas o clínicas en la zona C, declaró Jamal Zakout, consejero de Salam Fayyad, durante una reunión en presencia de ONG´s internacionales. Y si los israelíes las demuelen, mostraremos al mundo lo que hacen habitualmente". El primer ministro palestino quiere mostrarse dando el ejemplo. Sensible a las críticas de la sociedad civil que lo acusa de adaptarse a la ocupación israelí y de no desafiarla, se ocupó de incluir varios pueblos de la zona C en los miniproyectos de construcción que inaugura a paso lento. En la mayoría de los casos, sus desplazamientos en estas zonas son coordinados cuidadosamente con el ejército israelí, que concedió previamente el permiso requerido. Pero no siempre. En el valle del río Jordán y cerca de Naplusa, sus servicios afirman haber reconstruido infraestructuras demolidas por las topadoras israelíes. “No nos disuadirán más de trabajar en la zona C, afirmaba Salam Fayyad a mediados de febrero, durante una entrevista concedida a un grupo de medios franceses. No se trata de un territorio en disputa, sino de una parte íntegra de los territorios ocupados en 1967 sobre los cuales queremos construir nuestro Estado". Esta directiva ha sido integrada a la dirección del Fondo de Inversión Palestina, holding "soberano" que administra el erario del "pueblo palestino". Consagrado en los tiempos de Yasser Arafat en cuentas ocultas o empresas extranjeras, este fondo ha sido repatriado a los territorios ocupados, volcándolos a proyectos inmobiliarios entre los que algunos están situados en la zona C. Entre éstos están la construcción de doscientos departamentos cerca de Qalqiliya y, sobre todo, la construcción de un complejo de lujo sobre las orillas del mar Muerto, con baños terapéuticos, centro de convenciones y hoteles de lujo, de cinco estrellas. "Hay un verdadero cambio de actitud en nuestros dirigentes, dice un experto palestino. En el ámbito económico por lo menos, ellos quieren tomar la iniciativa y desafiar al sistema de ocupación. Si los israelíes intentan trabar sus esfuerzos, están dispuestos a pelearse". La ofensiva de la Autoridad Palestina sobre las zonas C suscita una irritación a cierto lado israelí. En un artículo reciente, Alex Fishman, el corresponsal militar del Yediot Aharonot, informaba que el activismo de Salam Fayyad y su figura creciente alteraban la rutina de los oficiales desplegados en Cisjordania. "Él comienza a molestarnos seriamente", escribió. Más diplomático, Ygal Palmor, el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores israelí, advierte contra toda "revocación unilateral" de los arreglos de Oslo que "sólo siembran confusión". Por parte de las agencias de Naciones Unidas y de las ONG´s, la molestia es palpable. La mayoría de ellas tienen por norma avanzar en la zona C de punta a punta. Esta molestia es a causa de la dificultad extrema en obtener un permiso, de la liviandad que rodea el procedimiento y de los pocos escrúpulos de las autoridades israelíes que envían las topadoras. Según un informe de las Naciones Unidas, en doce años, 2.450 estructuras consideradas "ilegales" han sido derribadas en estos sectores: viviendas generalmente, pero también tiendas, depósitos de frutas, cisternas o cabañas precarias. "Comprendemos la preocupación política de Salam Fayyad, dice Martha Myers, la directora de la asociación AIDA que agrupa una centena de ONG´s presentes en los territorios ocupados. Es verdad que la población de las zonas C merece nuestro apoyo; pero no es realista ir a construir escuelas en la zona C que corren peligro de ser demolidas apenas terminadas". Esta tibieza le pone un verdadero dilema al primer ministro palestino. A ellos sólo, sus miniproyectos no bastarán para sacar las zonas C de la controversia. Sin un golpe de audacia de los proveedores de fondos, Salam Fayyad no llegará a aflojar la presencia de la ocupación. "El actuar ahora es responsabilidad de los países donantes, dice Sami Khader, jefe de la ONG palestina Ma'an. Hace más de diez años que las zonas C deberían haber quedado bajo control de la Autoridad Palestina. Más que inquietarse por sus contribuyentes, los países donantes deberían ir a pedir cuentas en Israel". [I]Fuente[/I]: [B]Benjamín Barthe desde Ramallah. Enviado especial Le Monde.[/B] Traducción propia. [B][SIZE="3"]L'Autorité palestinienne s'attaque à la mainmise israélienne en Cisjordanie.[/SIZE][/B] Un vent nouveau de volontarisme souffle dans les couloirs de l'Autorité palestinienne à Ramallah. Enhardi par les éloges de la communauté internationale à l'égard de son projet de jeter les bases d'un Etat palestinien dans les deux ans à venir, le premier ministre palestinien, Salam Fayyad, a décidé de passer à la vitesse supérieure. Son nouvel objectif : les zones palestiniennes contrôlées exclusivement par Israël (zones dites C) et qui couvrent 60 % de la Cisjordanie. Aux pays donateurs, aux organisations non gouvernementales (ONG) internationales comme aux agences de l'ONU, il répète sur le même ton: "Il faut construire en zone C, les limitations imposées par Israël sont archaïques et dépassées". Produit du découpage des territoires palestiniens institué par les accords d'Oslo II (1995), ces secteurs sont placés sous la tutelle exclusive d'Israël, par opposition aux zones A et B où l'Autorité palestinienne peut opérer. Il s'agit de zones rurales, faiblement peuplées, mais riches en ressources naturelles, situées à proximité de colonies juives, de bases militaires et surtout le long de la vallée du Jourdain, une étendue stratégique pour l'Etat juif car contiguë de la Jordanie. La bureaucratie militaire israélienne y règne en maître. Elle ne délivre des permis de construire qu'au compte-gouttes et n'hésite pas à faire raser la moindre cahute dépourvue d'autorisation, si bien que ces terres sont maintenues dans un état de sous-développement souvent alarmant. "Allez construire des écoles ou des cliniques en zone C, a déclaré Jamal Zakout, un conseiller de Salam Fayyad, lors d'une réunion en présence d'ONG internationales. Et si les Israéliens les démolissent, nous montrerons au monde ce qu'ils font." Le premier ministre palestinien veut montrer l'exemple. Sensible aux critiques de la société civile qui l'accuse de s'adapter à l'occupation israélienne et non de la défier, il a pris soin d'inclure plusieurs villages en zone C dans les mini-projets de construction qu'il inaugure au pas de charge. Dans la plupart des cas, ses déplacements dans ces zones sont soigneusement coordonnés avec l'armée israélienne, qui a accordé au préalable le permis requis. Mais pas toujours. Dans la vallée du Jourdain et près de Naplouse, ses services affirment avoir reconstruit des infrastructures démolies par les bulldozers israéliens. "On ne nous dissuadera plus de travailler en zone C, affirmait Salam Fayyad à la mi-février, lors d'un entretien accordé à un groupe de médias français. Il ne s'agit pas d'un territoire disputé, mais d'une partie intégrale des territoires occupés en 1967 sur lesquels nous voulons construire notre Etat." Ce mot d'ordre a été intégré à la direction du Fonds d'investissement palestinien, la holding "souveraine" qui gère le portefeuille du "peuple palestinien". Eparpillée du temps de Yasser Arafat sur des comptes occultes ou des entreprises étrangères, cette manne a été rapatriée dans les territoires occupés, sur des projets immobiliers dont certains sont situés en zone C. Parmi ceux-ci, la construction de deux cents appartements près de Qalqiliya et, surtout, l'aménagement d'un complexe de luxe sur les rives de la mer Morte, avec balnéothérapie, centre de conférence et palaces cinq étoiles. "Il y a un vrai changement d'attitude chez nos dirigeants, dit un expert palestinien. Dans le domaine économique au moins, ils veulent prendre l'initiative et défier le système d'occupation. Si les Israéliens tentent d'entraver leurs efforts, ils sont prêts à se bagarrer." L'offensive de l'Autorité palestinienne sur les zones C suscite un agacement certain côté israélien. Dans un récent article, Alex Fishman, le correspondant militaire du Yediot Aharonot, rapportait que l'activisme de Salam Fayyad et sa stature grandissante bousculaient la routine des officiers affectés en Cisjordanie. "Il commence à nous ennuyer sérieusement", écrivait -il. Plus diplomatique, Ygal Palmor, le porte-parole du ministère des affaires étrangères israélien, met en garde contre toute "révocation unilatérale" des arrangements d'Oslo qui "ne ferait que semer la confusion". Du côté des agences des Nations unies et des ONG, la gêne est palpable. La plupart d'entre elles ont pour règle d'avancer en zone C sur la pointe des pieds. Du fait de l'extrême difficulté à obtenir un permis, du flou qui entoure la procédure et du peu de scrupules des autorités israéliennes à envoyer les bulldozers. Selon un rapport des Nations unies, en douze ans, 2 450 structures "illégales" ont été rasées dans ces secteurs : habitations en dur mais aussi tentes, citernes, étals de fruits ou cabanes en tôle. "On comprend le souci politique de Salam Fayyad, dit Martha Myers, la directrice de l'association AIDA qui regroupe une centaine d'ONG présentes dans les territoires occupés. C'est vrai que la population des zones C mérite notre soutien. Mais il n'est pas réaliste d'aller construire des écoles en zone C qui risquent d'être démolies aussitôt finies." Cette tiédeur pose un vrai dilemme au premier ministre palestinien. A eux seuls, ses mini-projets ne suffiront pas à sortir les zones C du marasme. Sans un regain d'audace des bailleurs de fonds, Salam Fayyad ne parviendra pas à desserrer le carcan de l'occupation. "C'est aux pays donateurs d'agir, dit Sami Khader, patron de l'ONG palestinienne Ma'an. Cela fait plus de dix ans que les zones C auraient dû passer sous le contrôle de l'Autorité palestinienne. Plutôt que de s'inquiéter de leurs contribuables, les pays donateurs devraient aller demander des comptes à Israël." [B]Ramallah. Envoyé spécial Benjamin Barthe par Le Monde.[/B] [/QUOTE]
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