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<blockquote data-quote="Sebastian" data-source="post: 1457457" data-attributes="member: 8629"><p style="text-align: center"><span style="font-size: 26px"><strong>Rusia, de Europa a Asia</strong></span></p><p></p><p><a href="http://sp.rian.ru/">© RIA Novosti. Alexei Naumov</a></p><p>13:19 15/11/2013</p><p><strong>Columna de Fiodor Lukiánov*</strong></p><p><strong></strong></p><p>En los últimos 400 años casi todos los acontecimientos cruciales para Rusia sucedieron a lo largo de sus fronteras europeas. De ahí que el eurocentrismo sea lógico para la conciencia rusa. En el siglo XXI, sin embargo, el centro del mundo ya no está en el Atlántico, sino en el Pacífico. Hoy en día para ser gran potencia hay que estar allí, igual que en los mares Báltico o Mediterráneo hace 300 años.</p><p></p><p>Para Rusia es una situación extraña. Por primera vez en muchos siglos su vocación histórico-cultural europea no coincide con las directrices prioritarias de su desarrollo político-económico, que hoy apuntan hacia Oriente.</p><p></p><p>Tampoco es lógico que tres cuartos de la población de Rusia viva en su parte europea mientras tres cuartos de su territorio está en Asia.</p><p></p><p><strong>Europa, cada vez más distante</strong></p><p>El anuncio de que la cumbre de Rusia y la Unión Europea (UE), planeada para diciembre próximo, se pospone para finales de enero o incluso más, pasó casi desapercibido.</p><p></p><p>Hace unos años, parecía que las relaciones de Rusia con la Europa unida eran de importancia prioritaria para el país euroasiático. Europa representa un ejemplo de modernización, encarna el destino histórico-cultural de Rusia y le corresponde más de la mitad del comercio ruso. En la segunda mitad de los noventa Moscú insistió en que se celebraran cumbres bianuales con la UE, lo que suponía una excepción para Rusia, pues la UE nunca había organizado reuniones tan frecuentes ni con EEUU, ni con China, ni con África, ni con Ucrania. La agenda de la UE con Moscú parecía tan llena y prometedora que esos frecuentes contactos de alto nivel se consideraban imprescindibles. </p><p></p><p>A mediados de los 2000 estas citas empezaron a agobiar a ambas partes. A los burócratas les costaba cada vez más inventar qué cuestiones se debía debatir y qué documentos había que firmar. Los conflictos seguían pendientes, mientras se iban agotando los temas de interés común capaces de plasmarse en una cooperación fructífera.</p><p></p><p>Hoy en día la colaboración parece una farsa, enmarcada en especulaciones sobre visados y discusiones sobre los derechos de las minorías sexuales. En cuanto a las relaciones económicas, éstas se mantienen a nivel intergubernamental bilateral.</p><p></p><p>No obstante, ni Europa ni Rusia renunciaron a las cumbres, pues significaría el repliegue de las relaciones. Por eso la excusa ha sido bastante trivial: de momento, las partes están demasiado ocupadas…</p><p></p><p><strong>Hacia dónde miran Moscú y Bruselas</strong></p><p>Europa intenta reconstruir sus relaciones con EEUU al tiempo que atraviesa una crisis interna.</p><p></p><p>Tarea nada fácil. Está claro que sus propósitos de convertirse en un centro independiente de influencia internacional han fracasado y hoy no tiene otro remedio que volver a discutir con EEUU las condiciones de su patronazgo sobre Europa, esta vez en el marco de la zona transatlántica de libre comercio. Al mismo tiempo, el escándalo de espionaje por parte de EEUU provoca cada vez mayor irritación en Europa, aunque nada puede hacer al respecto.</p><p></p><p>Rusia, entre tanto, mira hacia otra parte. En las últimas tres semanas el presidente Putin recibió en Moscú al primer ministro de la India; visitó Vietnam y Corea del Sur; el jefe de Gobierno ruso viajó a China al frente de una gran delegación y los ministros de Asuntos Exteriores y Defensa, por primera vez en la historia, celebraron una reunión en formato 2+2 con sus homólogos japoneses.</p><p></p><p><strong>Cambio de rumbo</strong></p><p>A partir de 2009, en Rusia se habla mucho de la necesidad de elaborar una estrategia asiática que promueva a Rusia en la zona Asia-Pacífico e impulse el desarrollo de los territorios rusos al este de los Urales.</p><p></p><p>Desde entonces se ha celebrado el APEC (Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico), se activó la diplomacia rusa en Asia y fue creado un ministerio especial para el Lejano Oriente.</p><p></p><p>Hay que aprovechar el desarrollo de Asia para dinamizar la parte oriental rusa y, dentro de Rusia, revalorizar Siberia y el Oriente Lejano. Precisamente Siberia y Oriente Lejano serán el espacio donde aparecerán las ricas perspectivas de cooperación económica no sólo con los vecinos asiáticos, sino también con Europa y EEUU.</p><p></p><p>Para atraer allí recursos humanos los métodos anteriores ya no sirven, se necesita un programa integral que a la par con los incentivos económicos incluya la promoción del Lejano Oriente ruso a fin de que no se perciba como una periferia abandonada.</p><p></p><p>Cierto es que hasta el momento se trata de pasos más bien simbólicos, aunque a veces, como el caso de la cumbre, bastante caros. Entre tanto, el tiempo apremia.</p><p></p><p><strong>El gigante se despierta</strong></p><p>Por ahora Asia se encuentra en una situación de incertidumbre. Aún no ha aprendido a ser líder de la política mundial. En esta zona hay futuras potencias que aún no saben cómo aprovechar su fuerza, y muchas de ellas están sumidas en conflictos entre sí. En esta etapa de consolidación Asia necesita a Rusia como un factor de estabilidad, protagonista político independiente que mantiene relaciones constructivas con todas las principales fuerzas y contribuye a mantener el equilibrio entre ellos. Es por eso que los líderes rusos son bienvenidos en Pekín y en Tokio, en Hanói y en Yakarta, en Seúl y en Singapur.</p><p></p><p>Mas no siempre será así. Si Rusia no muestra iniciativa y dinamismo, Asia puede formarse sin su participación. Y entonces ya será Asia la que dictará las normas, y los rusos tendremos que adaptarnos a ellas.</p><p></p><p>También el proyecto de Unión Euroasiática en el espacio post soviético debe ser proyectado hacia Oriente. El presidente Vladímir Putin ya habló de ello en un artículo electoral que dio inicio a la integración euroasiática. Y no cabe duda de que la idea de un gran espacio económico, desde Europa hasta el Oriente Lejano, tiene mucho más sentido que la lucha contra la UE por Ucrania o los países de la antigua periferia soviética.</p><p><a href="http://sp.ria.ru/opinion_analysis/20131115/158553247.html">http://sp.ria.ru/opinion_analysis/20131115/158553247.html</a></p></blockquote><p></p>
[QUOTE="Sebastian, post: 1457457, member: 8629"] [CENTER][SIZE=7][B]Rusia, de Europa a Asia[/B][/SIZE][/CENTER] [URL='http://sp.rian.ru/']© RIA Novosti. Alexei Naumov[/URL] 13:19 15/11/2013 [B]Columna de Fiodor Lukiánov* [/B] En los últimos 400 años casi todos los acontecimientos cruciales para Rusia sucedieron a lo largo de sus fronteras europeas. De ahí que el eurocentrismo sea lógico para la conciencia rusa. En el siglo XXI, sin embargo, el centro del mundo ya no está en el Atlántico, sino en el Pacífico. Hoy en día para ser gran potencia hay que estar allí, igual que en los mares Báltico o Mediterráneo hace 300 años. Para Rusia es una situación extraña. Por primera vez en muchos siglos su vocación histórico-cultural europea no coincide con las directrices prioritarias de su desarrollo político-económico, que hoy apuntan hacia Oriente. Tampoco es lógico que tres cuartos de la población de Rusia viva en su parte europea mientras tres cuartos de su territorio está en Asia. [B]Europa, cada vez más distante[/B] El anuncio de que la cumbre de Rusia y la Unión Europea (UE), planeada para diciembre próximo, se pospone para finales de enero o incluso más, pasó casi desapercibido. Hace unos años, parecía que las relaciones de Rusia con la Europa unida eran de importancia prioritaria para el país euroasiático. Europa representa un ejemplo de modernización, encarna el destino histórico-cultural de Rusia y le corresponde más de la mitad del comercio ruso. En la segunda mitad de los noventa Moscú insistió en que se celebraran cumbres bianuales con la UE, lo que suponía una excepción para Rusia, pues la UE nunca había organizado reuniones tan frecuentes ni con EEUU, ni con China, ni con África, ni con Ucrania. La agenda de la UE con Moscú parecía tan llena y prometedora que esos frecuentes contactos de alto nivel se consideraban imprescindibles. A mediados de los 2000 estas citas empezaron a agobiar a ambas partes. A los burócratas les costaba cada vez más inventar qué cuestiones se debía debatir y qué documentos había que firmar. Los conflictos seguían pendientes, mientras se iban agotando los temas de interés común capaces de plasmarse en una cooperación fructífera. Hoy en día la colaboración parece una farsa, enmarcada en especulaciones sobre visados y discusiones sobre los derechos de las minorías sexuales. En cuanto a las relaciones económicas, éstas se mantienen a nivel intergubernamental bilateral. No obstante, ni Europa ni Rusia renunciaron a las cumbres, pues significaría el repliegue de las relaciones. Por eso la excusa ha sido bastante trivial: de momento, las partes están demasiado ocupadas… [B]Hacia dónde miran Moscú y Bruselas[/B] Europa intenta reconstruir sus relaciones con EEUU al tiempo que atraviesa una crisis interna. Tarea nada fácil. Está claro que sus propósitos de convertirse en un centro independiente de influencia internacional han fracasado y hoy no tiene otro remedio que volver a discutir con EEUU las condiciones de su patronazgo sobre Europa, esta vez en el marco de la zona transatlántica de libre comercio. Al mismo tiempo, el escándalo de espionaje por parte de EEUU provoca cada vez mayor irritación en Europa, aunque nada puede hacer al respecto. Rusia, entre tanto, mira hacia otra parte. En las últimas tres semanas el presidente Putin recibió en Moscú al primer ministro de la India; visitó Vietnam y Corea del Sur; el jefe de Gobierno ruso viajó a China al frente de una gran delegación y los ministros de Asuntos Exteriores y Defensa, por primera vez en la historia, celebraron una reunión en formato 2+2 con sus homólogos japoneses. [B]Cambio de rumbo[/B] A partir de 2009, en Rusia se habla mucho de la necesidad de elaborar una estrategia asiática que promueva a Rusia en la zona Asia-Pacífico e impulse el desarrollo de los territorios rusos al este de los Urales. Desde entonces se ha celebrado el APEC (Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico), se activó la diplomacia rusa en Asia y fue creado un ministerio especial para el Lejano Oriente. Hay que aprovechar el desarrollo de Asia para dinamizar la parte oriental rusa y, dentro de Rusia, revalorizar Siberia y el Oriente Lejano. Precisamente Siberia y Oriente Lejano serán el espacio donde aparecerán las ricas perspectivas de cooperación económica no sólo con los vecinos asiáticos, sino también con Europa y EEUU. Para atraer allí recursos humanos los métodos anteriores ya no sirven, se necesita un programa integral que a la par con los incentivos económicos incluya la promoción del Lejano Oriente ruso a fin de que no se perciba como una periferia abandonada. Cierto es que hasta el momento se trata de pasos más bien simbólicos, aunque a veces, como el caso de la cumbre, bastante caros. Entre tanto, el tiempo apremia. [B]El gigante se despierta[/B] Por ahora Asia se encuentra en una situación de incertidumbre. Aún no ha aprendido a ser líder de la política mundial. En esta zona hay futuras potencias que aún no saben cómo aprovechar su fuerza, y muchas de ellas están sumidas en conflictos entre sí. En esta etapa de consolidación Asia necesita a Rusia como un factor de estabilidad, protagonista político independiente que mantiene relaciones constructivas con todas las principales fuerzas y contribuye a mantener el equilibrio entre ellos. Es por eso que los líderes rusos son bienvenidos en Pekín y en Tokio, en Hanói y en Yakarta, en Seúl y en Singapur. Mas no siempre será así. Si Rusia no muestra iniciativa y dinamismo, Asia puede formarse sin su participación. Y entonces ya será Asia la que dictará las normas, y los rusos tendremos que adaptarnos a ellas. También el proyecto de Unión Euroasiática en el espacio post soviético debe ser proyectado hacia Oriente. El presidente Vladímir Putin ya habló de ello en un artículo electoral que dio inicio a la integración euroasiática. Y no cabe duda de que la idea de un gran espacio económico, desde Europa hasta el Oriente Lejano, tiene mucho más sentido que la lucha contra la UE por Ucrania o los países de la antigua periferia soviética. [url]http://sp.ria.ru/opinion_analysis/20131115/158553247.html[/url] [/QUOTE]
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Guerra desarrollada entre Argentina y el Reino Unido en 1982
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