¿Merecen la pena los intentos de Rusia por salvar al presidente de Siria?
El canciller ruso, Serguei Lavrov, y el director de la Inteligencia Exterior de Rusia, Mijaíl Fradkov, realizaron el pasado 7 de febrero una visita a Damasco para sostener consultas con el presidente Bashar Asad.
El Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia informó de que esa visita tenía por objetivo contribuir a estabilizar la situación en Siria mediante transformaciones democráticas. Los emisarios rusos le entregaron a Bashar Asad un mensaje personal de su homólogo ruso, Dmitri Medvédev. Aunque el contenido de este mensaje no se ha hecho público, la mayoría de los expertos califican de “delicada” la misión de los responsables rusos.
Misión delicada
En las calles de Damasco los sirios saludaron a la delegación rusa gritando “¡Gracias, Rusia!”. La agenda de la visita de Lavrov y Fradkov fue muy apretada: conversaciones con Bashar Asad y corta reunión con periodistas.
Al término de las negociaciones, Lavrov calificó de “muy provechoso” el encuentro con Asad y añadió: "Tenemos todos los motivos para suponer que el presidente Bashar Asad ha oído nuestra señal dirigida al gobierno de Siria para avanzar más activamente en todas las direcciones”.
Pero ¿de qué señal se trata? Hora antes de la visita del ministro ruso de Asuntos Exteriores a Damasco, muchos expertos consideraban que la misión de Lavrov era muy delicada y consistía en el intento de persuadir al dirigente sirio Bashar Asad para que dimitiera y traspasara el poder al vicepresidente sirio Farouk al-Sharaa: es decir, para que aceptara el plan de arreglo propuesto por la Liga Árabe.
Al parecer, Moscú le ha puesto un ultimátum a Asad, conforme al cual el presidente sirio debe abandonar el poder o iniciar lo más pronto posible las reformas democráticas anunciadas a cambio del apoyo de Moscú. La declaración de Lavrov sobre la preparación del borrador de la nueva Constitución sirve de confirmación indirecta de esto.
"El presidente Asad dijo que en los próximos días se reunirá con la comisión que redactó el proyecto de nueva Constitución. El trabajo está terminado, y ahora se anunciará el calendario del referendo sobre este documento tan importante para Siria", dijo Lavrov.
Rusia defiende a sus aliados
Rusia confirmó que está dispuesta a empeorar las relaciones con Occidente y la Liga Árabe para ayudar a su único aliado en el Oriente Próximo a mantenerse en el poder. Pero ¿hasta qué punto puede llegar Rusia en esta confrontación y cuáles serán sus ventajas?
En los 2000, durante sus ocho años de presidencia, el actual primer ministro de Rusia, Vladímir Putin, declaraba en reiteradas ocasiones que las consideraciones económicas prevalecerían en el desarrollo de las relaciones entre Rusia y los países árabes.
Precisamente a mediados de los 2000, Rusia empezó a desarrollar la cooperación con Arabia Saudita y otras monarquías petroleras del Golfo Pérsico. Al mismo tiempo, Moscú firmó varios contratos importantes para el suministro de armamento a Argelia y Libia.
Siria no fue la excepción. Pero el volumen de intercambio comercial entre Rusia y Siria fue más bajo en comparación con otros países árabes.
Actualmente, con Siria convertida en la manzana de la discordia entre Rusia y el mundo árabe, a excepción de Irak y Líbano, Moscú se ha visto ante un dilema difícil.
¿Qué puede ganar y perder Rusia?
Se dice que “la política es el arte de lo posible”, pero desde que se ha librado la guerra civil en Siria, que los diplomáticos rusos prefieren pasar por alto, las posibilidades de Moscú y Damasco de realizar maniobras políticas se han reducido.
Es evidente que si Bashar Asad logra mantenerse en el poder, lo que es poco probable, los contratos económicos y militares entre Rusia y Siria seguirán vigentes. Moscú podrá suministrar armas a Damasco, pero posiblemente con una postergación de pagos, como en la época de la Unión Soviética.
En 1991, cuando se desintegró la URSS, la deuda siria a la Unión Soviétcia ascendió a 10.000 ó 13.000 millones de dólares, según varias fuentes.
En 2005, esta deuda fue amortizada a cambio de futuros contratos. Según los datos para 2009, el intercambio comercial entre los dos países no superaba los 1.000 millones de dólares.
Hace poco que los países de la Unión Europea han introducido una serie de sanciones contra Siria y planean endurecerlas. Actualmente, Damasco cuenta con apoyo de Rusia, China e Irán, pero estos países no son omnipotentes.
En caso de que el régimen de Bashar Asad sea derrocado, Rusia perderá a Siria por un largo período, independientemente del nuevo líder del país. Toda la oposición siria, tanto dentro como fuera del país, instiga los ánimos antirrusos. Los islamistas ya han asaltado las embajadas de Rusia en Sudán y Libia.
Pero también en caso de que al poder en Siria no lleguen los islamistas sino los liberales prooccidentales que se orientan hacia Francia, Gran Bretaña y EEUU, parece lógico que los contratos económicos se traspasen a las empresas occidentales.
Las armas fabricadas en EEUU y Francia sustituirán a las rusas, como ya tuvo lugar en Egipto hace unos 40 años.
Mientras, el desarrollo de los acontecimientos no favorece a Rusia. El pasado 7 de febrero, seis países del Golfo Pérsico (Bahrein, Kuwait, Oman, Qatar, Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos) siguieron el ejemplo del Occidente y retiraron a sus embajadores de Damasco.
Las relaciones de Rusia con estos países van empeorándose, lo que puede conllevar la rescinción de sus contratos económicos firmados con los Estados del Golfo Pérsico.
Pero además de los mencionados riesgos, se debe tener en cuenta que, al entrar en confrontación con Occidente y el mundo árabe a la vez, Rusia puede perder su imagen de Estado democrático por el que estaba luchando durante mucho tiempo.
No sólo EEUU sino los socios europeos de Rusia, incluido el presidente francés, Nicolas Sarkozy, y la canciller de Alemania, Angela Merkel, sometieron a duras críticas la postura de Moscú sobre Siria.
Surge la cuestión sobre si este juego vale la pena.
http://www.sp.rian.ru/opinion_analysis/20120210/152681538.html