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<blockquote data-quote="Barbanegra" data-source="post: 1649116" data-attributes="member: 10064"><p style="text-align: center"><img src="http://estaticos03.elmundo.es/assets/multimedia/imagenes/2014/09/23/14114879695392.jpg" alt="" class="fr-fic fr-dii fr-draggable " style="" /> </p> <p style="text-align: center"><u><span style="font-size: 22px"><strong>Golpe al poder del Estado Islámico en Raqqa</strong></span></u></p><p>Las mazmorras del palacio del gobernador de Raqqa tuvieron carceleros de tantas filiaciones como giros ha experimentado el conflicto sirio. Hasta marzo del 2013 fue prisión para los acólitos del régimen de Bashar Asad. Después, cuando los rebeldes se apoderaron de la ciudad, se erigió en el cuartel general de Jabhat al Nusra, la agrupación afiliada a Al Qaeda.</p><p></p><p>El edificio y la ingente bandera islamista negra que hicieron ondear los acólitos del grupo extremista en la plaza colindante se convirtieron en una suerte de profecía sobre el atribulado futuro que se cernía sobre la que fue primera capital de provincia capturada por los insurgentes sirios.</p><p></p><p>En abril del 2013, el enorme habitáculo todavía no se había rodeado de la lúgubre aureola que adquirió meses más tarde, cuando el Estado Islámico de Irak y Levante (actualmente sólo Estado Islámico) reemplazó a Jabhat, se apoderó de esa instalación y comenzó a usarla como su principal penitenciaría.</p><p></p><p>En aquellas fechas era posible para un periodista adentrarse en la edificación -sita en pleno centro de la urbe- y disertar con los militantes radicales sobre religión o política.</p><p></p><p>"No tenemos ningún problema en compartir un café con un cristiano. ¿Ha visto usted las iglesias? Desde el primer día las respetamos y no dejamos que nadie entrara a robar (en ellas)", me explicaba un dirigente de Jabhat en aquellas fechas.</p><p></p><p>Un diálogo que ahora parece una ilusión óptica. A partir de ese mismo verano, los únicos periodistas que pudieron acceder al Palacio lo hicieron como rehenes.</p><p></p><p>La iglesia armenia de la que hablaba mi interlocutor fue pintada de negro -el color que domina Raqqa-, los radicales derribaron las cruces que la coronaban y la reconvirtieron en base del Estado Islámico.</p><p></p><p>Fue en ese instante del 2013, cuando la antigua sede del gobierno regional de Raqqa pasó a ser el elemento más simbólico de la creciente pujanza del Estado Islámico.</p><p></p><p>Antaño el poder omnímodo del régimen estaba personificado en la estatua de 12,5 metros de Hafez Asad que se erigía frente al complejo. Su significación metafórica fue reemplazada por ese inmueble, que ayer fue uno de los objetivos de los ataques aéreos de la coalición liderada por EEUU.</p><p></p><p>Abu Ahmed, un activista de Raqqa consultado por este diario, confirmó que la edificación fue alcanzada por los bombardeos.</p><p></p><p>"No lo han destruido del todo pero si hubo un incendio y varios heridos. Lo bombardearon por la mañana con cuatro cohetes", señaló en una conversación a través de Facebook</p><p></p><p>"Fue un ataque preciso. Sólo dañaron ese edificio", añadió.</p><p></p><p>Otros activistas de la misma ciudad estimaron que, en total, los bombardeos alcanzaron 18 objetivos en la ciudad, y otros muchos en localidades de la provincia como Tabqa, Tel Abyad o una antigua base militar del régimen -ocupada ahora por el Estado Islámico- al norte de dicha región.</p><p></p><p>Por el Palacio del Gobernador solían deambular los "emires" (jefes) más reputados del Estado Islámico. También era el lugar donde "desaparecían" cientos de personas. Rebeldes y civiles que eran arrestados por los extremistas y a los que nunca se volvía a ver. Ahí, por ejemplo, se perdió la pista del sacerdote jesuita Paollo Dall'Oglio el 29 de julio del 2013.</p><p></p><p>Los muros de sus celdas estaban repletos de los nombres de sus incontables inquilinos. Algunos marcaban con rayas en la pared los días de estancia. Nunca solían superar la treintena. Tras ese periodo, los agraciados recuperaban la libertad. A otros nunca se les volvía a ver.</p><p></p><p>Durante cierto tiempo, las madres y esposas de los detenidos solían congregarse frente al edificio para protestar y exigir conocer la suerte de sus allegados. Una "práctica" que muy pronto fue prohibida por la "policía femenina" del grupo fundamentalista.</p><p></p><p>Desde enero del 2014, cuando los radicales expulsaron de Raqqa a otras facciones islamistas con las que supuestamente mantenían una alianza, la villa es el epicentro del proyecto de estado que pretende crear el Estado Islámico.</p><p></p><p>Allí han impuesto su ideario, prohibiendo costumbres como fumar, escuchar música o beber y vender alcohol, al tiempo que ha dictado un riguroso código de vestimenta para las féminas, que no pueden salir de casa sino es ocultas bajo el "nikab" (el velo que sólo deja ver sus ojos).</p><p></p><p>Su control se ha extendido incluso a la educación, donde han prohibido materias como las clases de historia o cualquier referencia a Siria. En las últimas semanas el grupo habían intentado reforzar sus "credenciales institucionales" emitiendo matrículas de coches o "pasaportes" propios.</p><p></p><p>Cientos de sirios se han afiliado a sus "instituciones" para conseguir cobrar el salario que ofrece el movimiento: unos 300 dólares para los milicianos de menor nivel y hasta 600 para los empleados "públicos" con cargos de cierta relevancia.</p><p></p><p>"En las actuales circunstancias eso es una gran cantidad de dinero", declaró Furat al-Wafaa, otro activista de Raqqa. Sin embargo, grupos de chavales como los que alimentan la página web "Raqqa está siendo masacrada de forma silenciosa", a los que pertenece Abu Ahmed, continúan defendiendo los principios que les llevaron a alzarse contra la dictadura y mantienen una "resistencia" soterrada contra los extremistas, difundiendo fotos e informaciones sobre la ciudad. "Sólo queremos ser libres, de cualquier régimen", precisó Mohamed Hamudi, un chaval de Raqqa exiliado ahora en Turquía.</p><p></p><p><a href="http://www.elmundo.es/internacional/2014/09/24/54219998e2704e90638b4590.html">http://www.elmundo.es/internacional/2014/09/24/54219998e2704e90638b4590.html</a></p></blockquote><p></p>
[QUOTE="Barbanegra, post: 1649116, member: 10064"] [CENTER][IMG]http://estaticos03.elmundo.es/assets/multimedia/imagenes/2014/09/23/14114879695392.jpg[/IMG] [U][SIZE=6][B]Golpe al poder del Estado Islámico en Raqqa[/B][/SIZE][/U][/CENTER] Las mazmorras del palacio del gobernador de Raqqa tuvieron carceleros de tantas filiaciones como giros ha experimentado el conflicto sirio. Hasta marzo del 2013 fue prisión para los acólitos del régimen de Bashar Asad. Después, cuando los rebeldes se apoderaron de la ciudad, se erigió en el cuartel general de Jabhat al Nusra, la agrupación afiliada a Al Qaeda. El edificio y la ingente bandera islamista negra que hicieron ondear los acólitos del grupo extremista en la plaza colindante se convirtieron en una suerte de profecía sobre el atribulado futuro que se cernía sobre la que fue primera capital de provincia capturada por los insurgentes sirios. En abril del 2013, el enorme habitáculo todavía no se había rodeado de la lúgubre aureola que adquirió meses más tarde, cuando el Estado Islámico de Irak y Levante (actualmente sólo Estado Islámico) reemplazó a Jabhat, se apoderó de esa instalación y comenzó a usarla como su principal penitenciaría. En aquellas fechas era posible para un periodista adentrarse en la edificación -sita en pleno centro de la urbe- y disertar con los militantes radicales sobre religión o política. "No tenemos ningún problema en compartir un café con un cristiano. ¿Ha visto usted las iglesias? Desde el primer día las respetamos y no dejamos que nadie entrara a robar (en ellas)", me explicaba un dirigente de Jabhat en aquellas fechas. Un diálogo que ahora parece una ilusión óptica. A partir de ese mismo verano, los únicos periodistas que pudieron acceder al Palacio lo hicieron como rehenes. La iglesia armenia de la que hablaba mi interlocutor fue pintada de negro -el color que domina Raqqa-, los radicales derribaron las cruces que la coronaban y la reconvirtieron en base del Estado Islámico. Fue en ese instante del 2013, cuando la antigua sede del gobierno regional de Raqqa pasó a ser el elemento más simbólico de la creciente pujanza del Estado Islámico. Antaño el poder omnímodo del régimen estaba personificado en la estatua de 12,5 metros de Hafez Asad que se erigía frente al complejo. Su significación metafórica fue reemplazada por ese inmueble, que ayer fue uno de los objetivos de los ataques aéreos de la coalición liderada por EEUU. Abu Ahmed, un activista de Raqqa consultado por este diario, confirmó que la edificación fue alcanzada por los bombardeos. "No lo han destruido del todo pero si hubo un incendio y varios heridos. Lo bombardearon por la mañana con cuatro cohetes", señaló en una conversación a través de Facebook "Fue un ataque preciso. Sólo dañaron ese edificio", añadió. Otros activistas de la misma ciudad estimaron que, en total, los bombardeos alcanzaron 18 objetivos en la ciudad, y otros muchos en localidades de la provincia como Tabqa, Tel Abyad o una antigua base militar del régimen -ocupada ahora por el Estado Islámico- al norte de dicha región. Por el Palacio del Gobernador solían deambular los "emires" (jefes) más reputados del Estado Islámico. También era el lugar donde "desaparecían" cientos de personas. Rebeldes y civiles que eran arrestados por los extremistas y a los que nunca se volvía a ver. Ahí, por ejemplo, se perdió la pista del sacerdote jesuita Paollo Dall'Oglio el 29 de julio del 2013. Los muros de sus celdas estaban repletos de los nombres de sus incontables inquilinos. Algunos marcaban con rayas en la pared los días de estancia. Nunca solían superar la treintena. Tras ese periodo, los agraciados recuperaban la libertad. A otros nunca se les volvía a ver. Durante cierto tiempo, las madres y esposas de los detenidos solían congregarse frente al edificio para protestar y exigir conocer la suerte de sus allegados. Una "práctica" que muy pronto fue prohibida por la "policía femenina" del grupo fundamentalista. Desde enero del 2014, cuando los radicales expulsaron de Raqqa a otras facciones islamistas con las que supuestamente mantenían una alianza, la villa es el epicentro del proyecto de estado que pretende crear el Estado Islámico. Allí han impuesto su ideario, prohibiendo costumbres como fumar, escuchar música o beber y vender alcohol, al tiempo que ha dictado un riguroso código de vestimenta para las féminas, que no pueden salir de casa sino es ocultas bajo el "nikab" (el velo que sólo deja ver sus ojos). Su control se ha extendido incluso a la educación, donde han prohibido materias como las clases de historia o cualquier referencia a Siria. En las últimas semanas el grupo habían intentado reforzar sus "credenciales institucionales" emitiendo matrículas de coches o "pasaportes" propios. Cientos de sirios se han afiliado a sus "instituciones" para conseguir cobrar el salario que ofrece el movimiento: unos 300 dólares para los milicianos de menor nivel y hasta 600 para los empleados "públicos" con cargos de cierta relevancia. "En las actuales circunstancias eso es una gran cantidad de dinero", declaró Furat al-Wafaa, otro activista de Raqqa. Sin embargo, grupos de chavales como los que alimentan la página web "Raqqa está siendo masacrada de forma silenciosa", a los que pertenece Abu Ahmed, continúan defendiendo los principios que les llevaron a alzarse contra la dictadura y mantienen una "resistencia" soterrada contra los extremistas, difundiendo fotos e informaciones sobre la ciudad. "Sólo queremos ser libres, de cualquier régimen", precisó Mohamed Hamudi, un chaval de Raqqa exiliado ahora en Turquía. [url]http://www.elmundo.es/internacional/2014/09/24/54219998e2704e90638b4590.html[/url] [/QUOTE]
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