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Mensaje: <blockquote data-quote="ARGENTVS" data-source="post: 3602889" data-attributes="member: 93">[URL unfurl="true"]https://www.rt.com/news/607321-what-trumps-victory-means/?utm_source=browser&utm_medium=aplication_chrome&utm_campaign=chrome[/URL]<h3>Dmitry Trenin: Esto es lo que significa la victoria de Trump para Estados Unidos, Rusia y el mundo</h3>El republicano ha derrotado una enorme campaña de propaganda en un golpe masivo a los globalistas liberales.Las elecciones presidenciales de esta semana han sido un hito para Estados Unidos. La impresionante victoria de Donald Trump significa, a primera vista, que en los principales temas que preocupan al electorado estadounidense -la economía y la inmigración- los ciudadanos encontraron sus posiciones más convincentes que las propuestas por la vicepresidenta Kamala Harris. Además, está claro que los estadounidenses, a la hora de elegir a un jefe de Estado, prefirieron una personalidad claramente más fuerte.Además, el inminente regreso de Trump a la Casa Blanca significa el fracaso del enorme esfuerzo propagandístico del Partido Demócrata para retratar al republicano como un criminal, un fascista y un agente del Kremlin.Además, la victoria de Trump es un duro golpe para la agenda liberal de izquierda de las fuerzas globalistas del Occidente político en su conjunto. Las fuerzas nacionalistas de derecha en Europa –ya sea en el gobierno (Hungría) o en la oposición (Francia, Alemania)– han ganado un aliado poderoso. Esto no es ciertamente el fin del globalismo liberal, pero al menos un retroceso forzado temporal. En cuanto al tristemente célebre Estado profundo, tras no haber podido impedir la victoria electoral de Trump, ahora tendrá que tratar de estrangularlo en sus brazos. Estados Unidos está entrando en un período de incertidumbre política, pero al mismo tiempo la naturaleza innegable del triunfo de Trump reduce drásticamente la probabilidad de disturbios callejeros y violencia masiva.También es un hecho que la transferencia de la Casa Blanca y al menos una cámara del Congreso (el Senado) al control republicano significará un endurecimiento de la política exterior de Washington hacia sus aliados. La tendencia de trasladar la carga de los gastos militares y financieros en apoyo de los "intereses del mundo libre" de Estados Unidos a sus socios se remonta al primer mandato de cuatro años de Trump y no se ha interrumpido con Joe Biden. A pesar de los temores atlantistas, es poco probable que se aboliera la OTAN, pero el bloque costará significativamente más a los europeos occidentales. También se pedirá a los aliados asiáticos que inviertan más en la confrontación con China, que también comenzó con Trump-45 y se intensificará con Trump-47. En Oriente Medio, por otro lado, Estados Unidos será más activo y abierto en su apoyo a Israel, ya no disimulando este apoyo con críticas selectivas.Los países que Estados Unidos considera una amenaza para su posición como potencia hegemónica mundial se verán sometidos a presiones por parte de la administración Trump. En primer lugar, se trata de China e Irán. Pekín se enfrentará a una mayor oposición de Washington al desarrollo económico y, sobre todo, tecnológico de China, así como al fortalecimiento del sistema estadounidense de alianzas militares y políticas. Washington obligará más activamente a sus aliados europeos, en contra de sus intereses y deseos, a sumarse a la campaña de presión económica contra China. Irán también se verá sometido a una mayor hostilidad, tanto directa como a través de un mayor apoyo a Israel.Trump es conocido por sus declaraciones sobre la amenaza de una Tercera Guerra Mundial y su disposición a poner fin a la guerra en Ucrania "en 24 horas". Reconocer el peligro de que el actual conflicto indirecto entre Occidente y Rusia se convierta en un enfrentamiento directo es un elemento positivo de la retórica de campaña de Trump. La política de la administración Biden-Harris de intensificar los combates condujo a la amenaza de una guerra nuclear. En cuanto a la voluntad de poner fin a la guerra, hay que entender, en primer lugar, que no será posible hacerlo "en 24 horas" y, en segundo lugar, que "poner fin a la guerra" no significa "detener los combates", sino resolver los problemas que la llevaron a ello.Es poco probable que en Moscú se tomen en serio las conversaciones sobre el cese de las hostilidades a lo largo de la línea de contacto existente. Semejante escenario no sería más que una pausa, tras la cual el conflicto se reactivaría con renovado vigor y, probablemente, con mayor intensidad. La naturaleza del futuro régimen ucraniano, su potencial militar y económico-militar y el estatus político-militar de Kiev son de suma importancia para Rusia. Además, hay que tener en cuenta las nuevas realidades territoriales.Será difícil esperar que la nueva administración Trump acepte un diálogo sustantivo sobre estas cuestiones, y mucho menos que tenga en cuenta los intereses fundamentales de Moscú. Si está dispuesta, el diálogo comenzará, pero incluso así no hay garantías de que se llegue a un acuerdo. Una cuestión aparte es qué garantías pueden considerarse satisfactorias en condiciones en que ambas partes no confían en absoluto entre sí. Los dos acuerdos de Minsk (en 2014 y 2015) han sido violados y el tercer intento (firmado en Estambul en 2022) fue frustrado, por lo que es poco probable que haya un cuarto.La única garantía con la que Rusia puede contar es una garantía para sí misma. La buena noticia por ahora es que Trump dice que quiere recortar la ayuda militar a Ucrania. A pesar de que probablemente esto se compensará parcialmente con un apoyo adicional de Europa occidental a Kiev, si eso sucede, acercará la paz.</blockquote>

Verificación: Libertador de Argentina