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Area Militar General
Malvinas 1982
Operaciones británicas en el continente - lo que sabemos hoy
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<blockquote data-quote="MPersano" data-source="post: 1633380" data-attributes="member: 25187"><p>Relato de la desastrosa operación "<em>Plum Duff</em>" (Budín de ciruela...el que pensó el nombre de la operación todavía debe estar internado por el esfuerzo...) traducido del original en el libro "<em>Exocet Malvinas</em>" de Ewen Southby-Tailyour editorial Pen & Sword (...aclaro la fuente, así los adoradores de Nelson y lustradores del sable corvo de Wellington pueden dar el conforme...):</p><p></p><p><em>"...Estaba oscuro, y había un frío glacial, eran las 0800 GMT (NT Hora Greenwich). O, mejor dicho, "las 5 de esta maldita mañana, en la hora local". Detrás del capitán, los soldados del SAS estaban arrastrando su equipo sobre el rocío del pasto patagónico. La penúltima etapa de la larga aproximación para el combate por parte del sexto Pelotón (NT troop equivale a pelotón en los ejércitos del Commonwealth), había terminado. Desde aquí le correspondía a ellos. </em></p><p><em>En cuanto el estruendo distintivo del helicóptero Sea King se desvaneció hacia el oeste-noroeste (NT notar que es más hacia Chile), el comandante de las tropas, capitán Andrew Lawrence, (NT aparentemente es un seudónimo) se permitió un momento para reflexionar. Tenía una rara sensación en el estómago y un mal presentimiento. </em></p><p><em>La tarea era llegar a Río Grande, una base aérea cercana bien defendida a unos 70 kilómetros de distancia. Una vez allí, debían atacar a un destacamento de aviones de combate Súper Etendard de la Argentina y su carga mortal de misiles Exocet. </em></p><p><em>Ellos ya habían destruido un barco y ahora amenazaban a toda la Task Force británica en las Islas Malvinas. El objetivo era claro, aun siendo suicidamente peligroso. Pero muy poco más tenía sentido en esta misión. </em></p><p><em>Había ocho de ellos en la unidad, demasiados para una larga aproximación en forma clandestina a campo traviesa en una zona totalmente "pelada". Cuatro habría estado bien, dos mejor aún. </em></p><p><em>Y encima se encontraban del lado equivocado. Estaban en Chile, no Argentina. La frontera estaba todavía a unos 40 kilómetros de distancia hacia el este. </em></p><p><em>Ante la llegada del invierno, el clima iba deteriorándose, y su ropa y el equipo todavía no estaban completamente secos de cuando se habían lanzado en paracaídas en el mar recientemente, (NT lanzados en paracaídas desde un Hércules proveniente de Ascención, sobre la Task Force) Lawrence (no es su nombre real) sólo podía hacer una mueca de desesperación. La patrulla tenía provisiones para sólo cuatro días. </em></p><p><em>La luna menguante ya no era visible y la niebla se había disipado, para ser reemplazada por el aguanieve que los humedecía por si misma. Estaba completamente oscuro. Aparte del viento susurrando misteriosamente a través de la hierba áspera de las pampas, no había otro ruido, sólo la desolación, geográfica y física, de su posición. "Es hora", pensó Lawrence, "de decirle a los muchachos sobre las malas noticias." </em></p><p><em>Estaba en una sala de reuniones en Hereford (NT cuartel del SAS en Inglaterra, en los Midlands cerca de Gloucester) sólo cuatro días antes de que, finalmente, se confirmara la misión. El Brigadier Peter de la Billiere, director del SAS, miró a su alrededor, con la intención de atrapar todas las miradas, y habló: "Todos ustedes son sin duda conscientes de la fragilidad de la posición de la Task Force y lo que podría suceder, si se perdiera uno de nuestros portaaviones", dijo. "Su misión es identificar la ubicación de los aviones enemigos y, si es posible, destruirlos.'</em></p><p><em>Estas órdenes se emitieron el 14 de mayo de 1982, diez días después de que los argentinos hubieran lanzado dos de sus cinco misiles Exocet y destruido a HMS Sheffield. Así que tres de los misiles de fabricación francesa estaban aún en Río Grande. . . </em></p><p><em>A las 0500 la mañana siguiente, partiría el sexto pelotón. </em></p><p><em>Por donde se la imagine, la Operación Plum Duff era una tarea difícil, más aun por la falta de inteligencia, mapas coherentes o sesiones informativas adecuadas. Estaba claro para todos los miembros de la patrulla que se les había pedido "llevar a cabo un asalto frontal a lo desconocido '. </em></p><p><em>La posición exacta de la base aérea de Río Grande seguía siendo un misterio. Lo mismo sobre sus defensas. ¿Había alambrados perimetrales? ¿Había campos minados o cobertura de fuego enemigo? ¿Había patrullas, perros, luces de seguridad? </em></p><p><em>El cronograma era el siguiente: </em></p><p><em>El 15 de mayo, el equipo volaría a la Isla Ascensión, en el Atlántico Sur. Desde allí serían llevados en un avión de transporte C130 RAF Hércules a las aguas de las Malvinas. Luego, tras lanzarse en paracaídas, la Royal Navy los recogería del océano y los llevaría a bordo del portaaviones. Por último, viajarían - probablemente en helicóptero - a cumplir su misión. </em></p><p><em>"Plum Duff" demostró ser la única incursión armada en el continente en toda la campaña de las Malvinas. Había claramente una carrera para destruir los misiles Exocet antes de que causaron más daño - a no ser que se tratara simplemente de un caso de la demostración de la voluntad política. "Tal vez sea mejor dejar eso a los políticos", pensó el capitán Lawrence. "Mientras tanto, esto es ahora y tenemos que dar lo mejor de nosotros." </em></p><p><em>En la tierra empapada de Tierra del Fuego, el sexto pelotón 6 quedó inmóvil. Incómodos después de tanto tiempo sobre un helicóptero Sea King pesado y sin asientos, anhelaban poder estirar sus extremidades frías. </em></p><p><em>Después de diez minutos, el comandante de la tropa se puso en pie y explicó a los rostros apenas visibles, ennegrecidos, que el primer lugar de aterrizaje en o cerca de la frontera con Argentina a unos 26 kilómetros de su destino, no había sido posible alcanzarlo. En su lugar, por temor a estar siendo seguidos por las defensas argentinas, se habían visto obligados a volar hacia Chile. </em></p><p><em>La única opción era empezar a moverse hacia el este hasta las primeras luces del día. Les quedaban tres horas. Las colinas bajas y cubiertas con grandes parches de marisma y pasto hacían difícil moverse con rapidez. Había nevado y les llovía en forma horizontal, casi congelándolos, sobre sus espaldas. </em></p><p><em>El secreto era esencial: los militares argentinos ya habían sido alertados por el ruido del Sea King, mientras que los chilenos, aunque amistosos en privado, oficialmente eran neutrales en el conflicto. </em></p><p><em>El progreso fue lento - cubrían menos de 1 ½ millas por hora. A ese ritmo les consumiría las raciones de dos días y medio hasta que alcanzaran la frontera.</em></p><p><em>Cada uno llevaba casi 80 libras, incluidos los explosivos y los temporizadores, el M15 Armalite estándar y una pistola Browning 9mm. Embalado en cada Bergen (NT mochila) había una red de camuflaje y un bolsa de dormir. </em></p><p><em>La patrulla simplemente no estaba equipada para un reconocimiento prolongado - sólo para una rápida intervención y extracción-, una operación de acción directa. Increíblemente, nadie llevaba equipos de visión nocturna. Y los explosivos fueron llevados a expensas de los alimentos y la ropa adecuada. Pero en el centro de la preocupación del comandante de la patrulla estaban los dos mapas. </em></p><p><em>Uno de ellos era una hoja frágil que parecía haber sido sacada de un atlas escolar del año 1930. La segunda era la edición del año 1943 de un mapa argentino impreso como 'Biblioteca de la Universidad de Cambridge 1967'.</em></p><p><em>Los mapas eran lo "mejor" que les habían podido conseguir. Ninguno mostraba la base aérea de Río Grande ni muchas características más destacadas aparte de las costas, ríos y lagos. </em></p><p><em>Lawrence había asumido que los mapas apropiados les serían entregados en la isla de Ascensión o a bordo de HMS Invincible, su punto de salida final. Estaba equivocado. </em></p><p><em>A medida que el aguanieve se filtró entre los hombros, la espalda y la Bergen, la patrulla con el tiempo se detuvo y dos hombres fueron enviados a buscar un mejor refugio. Cuando se hizo de día el 18 de mayo, no hubo ningún alivio, se encontraban enfermos, debilitados y con fiebre. </em></p><p><em>Era hora de llamar a Hereford. La radio, debido al chapuzón en el océano Austral, se negaba a funcionar. Cuando se pudo hacerla funcionar, notaron que en los cuarteles en casa no se encontraban precisamente complacidos. Las autoridades tuvieron conocimiento, por la fuerza, que la inserción en el continente no había ido como estaba previsto y que los mapas eran peor que inútiles. </em></p><p><em>Sin embargo, desde 8.000 millas de distancia, llegó una orden directa e inequívoca de que Lawrence tenía que continuar. </em></p><p><em>Contestó que iba a esperar 24 horas para que el pelotón se recupere. Lo que él deseaba decir, pero no lo hizo, fue que en la opinión colectiva de su equipo, Hereford se había, "preparado para descartarlos desde el principio".</em></p><p><em>Para el 19 de mayo y 20 de mayo los hombres yacían en sus tiendas de campaña, cubiertas de aguanieve, recuperándose. En cada dirección, no había más que llanuras onduladas con pasto pampeano, cubiertas de nieve o hielo. La realidad los acechaba rápidamente. Al caer la noche del día 20, reanudaron una caminata cada vez más inútil. Con raciones para sólo dos días, seguían estando a no menos de diez millas de la frontera, y de ahí al objetivo había otras 30 millas a través de territorio enemigo. </em></p><p><em>Al día siguiente, el juego había terminado. Lawrence llamó a Hereford y les dijo que un re-abastecimiento de alimentos - por vía aérea si era necesario - era imprescindible antes de entrar en Argentina. </em></p><p><em>La respuesta fue rápida e inesperada. La patrulla debía regresar para encontrarse con una misión de ayuda de emergencia dirigida por el Capitán Pete Hogg del SAS. Hogg había volado originalmente a Chile para interrogar a los Royal Marines capturados en Abril, en la defensa de las Georgias del Sur, y que fueran posteriormente liberados. Lawrence nunca había sido informado que dicho plan de emergencia sería o podría ser activado. Un lugar de encuentro se acordó - un puente - elegido de un mapa sin contornos ni cuadrícula. </em></p><p><em>Hogg se reuniría con ellos la noche siguiente cuando el encuentro sólo estaría disponible por hasta una hora después de la puesta del sol. </em></p><p><em>Después de esa conversación final, el sistema de comunicaciones de la patrulla dejó de funcionar, finalmente y de forma irreversible. </em></p><p><em>Al caer la tarde del 22 de mayo, el sexto pelotón creía que estaba en el lugar correcto. Bajando sobre la maleza empapada, esperaban el anochecer. No pasó nada esa noche ni durante los próximos tres días. </em></p><p><em>En la mañana del 26 de mayo, Lawrence y otro de los comandos se pusieron sus abrigos de civiles sobre sus chaquetas camufladas, guardaron sus pistolas Browning de 9 mm y se dirigieron al pueblo más cercano, Porvenir, a más de 50 kilómetros de distancia. </em></p><p><em>Hicieron dedo y en un camión maderero fueron hacia el pueblo con la esperanza de poder hacer una llamada telefónica al cónsul británico. En Porvenir, los orientaron hacia una cabaña de madera, donde estaba el único radio-teléfono comunal, operado por un solo hombre.</em></p><p><em>El cónsul se puso al teléfono. Lawrence recuerda: "Hablé con él y él estaba horrorizado, ya que no había sido informado. Estaba aterrorizado. </em></p><p><em>"Le dije: '' Tengo todos estos muchachos en el campo, sin comida y tengo que hacer algo al respecto," pero lo único que pudo decir fue: "Mi consejo es que se entreguen". </em></p><p><em>La falta de comprensión o asistencia de un funcionario de la Cancillería británica fue una decepción profunda e inesperada. </em></p><p><em>Esa noche, caminando por Porvenir, Lawrence se sorprendió al toparse con los hombres del SBS que se suponía debían rescatar a su tropa. </em></p><p><em>Él dice: "Lo creas o no, ni bien entramos por la puerta abierta de una casa de comidas, miramos y vimos no sólo a Pete Hogg del SAS sino también a otros colegas como Brummie Stokes y Bronco Lane".</em></p><p><em>Era obvio para Lawrence que - por razones que hasta hoy siguen sin estar claras - el equipo de rescate no había hecho ningún intento para llegar a la cita de emergencia en la noche elegida, o en cualquier noche posterior. </em></p><p><em>Pero el 30 de mayo, los ocho hombres - ahora vestidos de civil, y en el más estricto secreto - abordaron una avioneta hacia Santiago. El 8 de junio, se les ordenó regresar a casa.</em></p><p><em>Desde el principio, "Plum Duff" generó preguntas inquietantes. Un miembro del Grupo de Operaciones Especiales formado en Londres para apoyar al grupo de trabajo dijo: "Toda esta operación fue por los "Hereford hooligans" (NT literalmente los barrabravas de Hereford, en referencia a un sector del SAS que exigía participar en la guerra en forma inmediata) exigiendo una operación para ayudar a" mantener el mito ". Había un equipo de planificación en Hereford muy fuerte que se estaba muriendo para conseguir algo de acción.</em></p><p><em>Con el fracaso de "Plum Duff", Lawrence se enfrentó a una comisión de investigación y encontró que su carrera militar había terminado, afectado principalmente por su creencia de que el punto de aterrizaje original era inseguro, y su decisión de aterrizar más en Chile. Él dijo: "Yo no quiero estar en el ejército si no puedo estar en el SAS", por lo que pidió la baja. </em></p><p><em>"Hay riesgos asociados con lo que hacemos y aceptamos eso, pero siempre nos gusta ser enviados a una misión para algo que creemos que es razonablemente correcto y con una posibilidad razonable de un resultado positivo". "Plum Duff" parece haber sido diferente."</em></p><p><em>Es cierto que había mucho en juego. Los misiles Exocet habían destruído al HMS Sheffield, el MV Atlantic Conveyor, y estuvieron a punto de hacer algo mucho, mucho peor (NT ¿tal vez alguna referencia al ataque al HMS Invincible?). El miedo a los misiles Exocet afectaron todo el plan de batalla de la Task Force, y al hacerlo así dio lugar, sin duda, a la pérdida de más vidas. </em></p><p><em>La historia muestra, sin embargo, que el capitán Lawrence y sus hombres del escuadrón B del regimiento 22 del SAS, hicieron todo lo que se les pidió, de buen grado, en forma profesional y sin dudarlo. </em></p><p><em>A pesar de las terribles circunstancias a las que se enfrentaron, el equipo inadecuado y los alimentos, la falta de cualquier forma de inteligencia, dos mapas inútiles y la realidad inevitable de saber que habían sido descartados y no esperan que sobrevivieran, ellos actuaron en las más altas tradiciones del regimiento..."</em></p><p></p><p>En el mapa siguiente, en rojo remarcado la probable área en la que habría operado el comando SAS:</p><p></p><p><img src="http://i1353.photobucket.com/albums/q677/mlpersano/SASenTierradelFuego_zps75a13d28.jpg" alt="" class="fr-fic fr-dii fr-draggable " style="" /></p><p></p><p>Me he tomado el trabajo de traducirlo para compartirlo, para que vean los innumerables errores que los ingleses también cometían, incluso tropas de elite como el SAS, para compensar un poco esa muletilla "desmalvinizadora" que nos difunden una y otra vez sobre que nosotros eramos unos "carlonchos" y ellos eran superiores e invencibles por el hecho de ser "más profesionales", acción sicológica que aun hoy nos sigue imponiendo el enemigo, repetida por los inveterados "adoradores del Imperio" con DNI.</p><p></p><p>Saludos</p></blockquote><p></p>
[QUOTE="MPersano, post: 1633380, member: 25187"] Relato de la desastrosa operación "[I]Plum Duff[/I]" (Budín de ciruela...el que pensó el nombre de la operación todavía debe estar internado por el esfuerzo...) traducido del original en el libro "[I]Exocet Malvinas[/I]" de Ewen Southby-Tailyour editorial Pen & Sword (...aclaro la fuente, así los adoradores de Nelson y lustradores del sable corvo de Wellington pueden dar el conforme...): [I]"...Estaba oscuro, y había un frío glacial, eran las 0800 GMT (NT Hora Greenwich). O, mejor dicho, "las 5 de esta maldita mañana, en la hora local". Detrás del capitán, los soldados del SAS estaban arrastrando su equipo sobre el rocío del pasto patagónico. La penúltima etapa de la larga aproximación para el combate por parte del sexto Pelotón (NT troop equivale a pelotón en los ejércitos del Commonwealth), había terminado. Desde aquí le correspondía a ellos. En cuanto el estruendo distintivo del helicóptero Sea King se desvaneció hacia el oeste-noroeste (NT notar que es más hacia Chile), el comandante de las tropas, capitán Andrew Lawrence, (NT aparentemente es un seudónimo) se permitió un momento para reflexionar. Tenía una rara sensación en el estómago y un mal presentimiento. La tarea era llegar a Río Grande, una base aérea cercana bien defendida a unos 70 kilómetros de distancia. Una vez allí, debían atacar a un destacamento de aviones de combate Súper Etendard de la Argentina y su carga mortal de misiles Exocet. Ellos ya habían destruido un barco y ahora amenazaban a toda la Task Force británica en las Islas Malvinas. El objetivo era claro, aun siendo suicidamente peligroso. Pero muy poco más tenía sentido en esta misión. Había ocho de ellos en la unidad, demasiados para una larga aproximación en forma clandestina a campo traviesa en una zona totalmente "pelada". Cuatro habría estado bien, dos mejor aún. Y encima se encontraban del lado equivocado. Estaban en Chile, no Argentina. La frontera estaba todavía a unos 40 kilómetros de distancia hacia el este. Ante la llegada del invierno, el clima iba deteriorándose, y su ropa y el equipo todavía no estaban completamente secos de cuando se habían lanzado en paracaídas en el mar recientemente, (NT lanzados en paracaídas desde un Hércules proveniente de Ascención, sobre la Task Force) Lawrence (no es su nombre real) sólo podía hacer una mueca de desesperación. La patrulla tenía provisiones para sólo cuatro días. La luna menguante ya no era visible y la niebla se había disipado, para ser reemplazada por el aguanieve que los humedecía por si misma. Estaba completamente oscuro. Aparte del viento susurrando misteriosamente a través de la hierba áspera de las pampas, no había otro ruido, sólo la desolación, geográfica y física, de su posición. "Es hora", pensó Lawrence, "de decirle a los muchachos sobre las malas noticias." Estaba en una sala de reuniones en Hereford (NT cuartel del SAS en Inglaterra, en los Midlands cerca de Gloucester) sólo cuatro días antes de que, finalmente, se confirmara la misión. El Brigadier Peter de la Billiere, director del SAS, miró a su alrededor, con la intención de atrapar todas las miradas, y habló: "Todos ustedes son sin duda conscientes de la fragilidad de la posición de la Task Force y lo que podría suceder, si se perdiera uno de nuestros portaaviones", dijo. "Su misión es identificar la ubicación de los aviones enemigos y, si es posible, destruirlos.' Estas órdenes se emitieron el 14 de mayo de 1982, diez días después de que los argentinos hubieran lanzado dos de sus cinco misiles Exocet y destruido a HMS Sheffield. Así que tres de los misiles de fabricación francesa estaban aún en Río Grande. . . A las 0500 la mañana siguiente, partiría el sexto pelotón. Por donde se la imagine, la Operación Plum Duff era una tarea difícil, más aun por la falta de inteligencia, mapas coherentes o sesiones informativas adecuadas. Estaba claro para todos los miembros de la patrulla que se les había pedido "llevar a cabo un asalto frontal a lo desconocido '. La posición exacta de la base aérea de Río Grande seguía siendo un misterio. Lo mismo sobre sus defensas. ¿Había alambrados perimetrales? ¿Había campos minados o cobertura de fuego enemigo? ¿Había patrullas, perros, luces de seguridad? El cronograma era el siguiente: El 15 de mayo, el equipo volaría a la Isla Ascensión, en el Atlántico Sur. Desde allí serían llevados en un avión de transporte C130 RAF Hércules a las aguas de las Malvinas. Luego, tras lanzarse en paracaídas, la Royal Navy los recogería del océano y los llevaría a bordo del portaaviones. Por último, viajarían - probablemente en helicóptero - a cumplir su misión. "Plum Duff" demostró ser la única incursión armada en el continente en toda la campaña de las Malvinas. Había claramente una carrera para destruir los misiles Exocet antes de que causaron más daño - a no ser que se tratara simplemente de un caso de la demostración de la voluntad política. "Tal vez sea mejor dejar eso a los políticos", pensó el capitán Lawrence. "Mientras tanto, esto es ahora y tenemos que dar lo mejor de nosotros." En la tierra empapada de Tierra del Fuego, el sexto pelotón 6 quedó inmóvil. Incómodos después de tanto tiempo sobre un helicóptero Sea King pesado y sin asientos, anhelaban poder estirar sus extremidades frías. Después de diez minutos, el comandante de la tropa se puso en pie y explicó a los rostros apenas visibles, ennegrecidos, que el primer lugar de aterrizaje en o cerca de la frontera con Argentina a unos 26 kilómetros de su destino, no había sido posible alcanzarlo. En su lugar, por temor a estar siendo seguidos por las defensas argentinas, se habían visto obligados a volar hacia Chile. La única opción era empezar a moverse hacia el este hasta las primeras luces del día. Les quedaban tres horas. Las colinas bajas y cubiertas con grandes parches de marisma y pasto hacían difícil moverse con rapidez. Había nevado y les llovía en forma horizontal, casi congelándolos, sobre sus espaldas. El secreto era esencial: los militares argentinos ya habían sido alertados por el ruido del Sea King, mientras que los chilenos, aunque amistosos en privado, oficialmente eran neutrales en el conflicto. El progreso fue lento - cubrían menos de 1 ½ millas por hora. A ese ritmo les consumiría las raciones de dos días y medio hasta que alcanzaran la frontera. Cada uno llevaba casi 80 libras, incluidos los explosivos y los temporizadores, el M15 Armalite estándar y una pistola Browning 9mm. Embalado en cada Bergen (NT mochila) había una red de camuflaje y un bolsa de dormir. La patrulla simplemente no estaba equipada para un reconocimiento prolongado - sólo para una rápida intervención y extracción-, una operación de acción directa. Increíblemente, nadie llevaba equipos de visión nocturna. Y los explosivos fueron llevados a expensas de los alimentos y la ropa adecuada. Pero en el centro de la preocupación del comandante de la patrulla estaban los dos mapas. Uno de ellos era una hoja frágil que parecía haber sido sacada de un atlas escolar del año 1930. La segunda era la edición del año 1943 de un mapa argentino impreso como 'Biblioteca de la Universidad de Cambridge 1967'. Los mapas eran lo "mejor" que les habían podido conseguir. Ninguno mostraba la base aérea de Río Grande ni muchas características más destacadas aparte de las costas, ríos y lagos. Lawrence había asumido que los mapas apropiados les serían entregados en la isla de Ascensión o a bordo de HMS Invincible, su punto de salida final. Estaba equivocado. A medida que el aguanieve se filtró entre los hombros, la espalda y la Bergen, la patrulla con el tiempo se detuvo y dos hombres fueron enviados a buscar un mejor refugio. Cuando se hizo de día el 18 de mayo, no hubo ningún alivio, se encontraban enfermos, debilitados y con fiebre. Era hora de llamar a Hereford. La radio, debido al chapuzón en el océano Austral, se negaba a funcionar. Cuando se pudo hacerla funcionar, notaron que en los cuarteles en casa no se encontraban precisamente complacidos. Las autoridades tuvieron conocimiento, por la fuerza, que la inserción en el continente no había ido como estaba previsto y que los mapas eran peor que inútiles. Sin embargo, desde 8.000 millas de distancia, llegó una orden directa e inequívoca de que Lawrence tenía que continuar. Contestó que iba a esperar 24 horas para que el pelotón se recupere. Lo que él deseaba decir, pero no lo hizo, fue que en la opinión colectiva de su equipo, Hereford se había, "preparado para descartarlos desde el principio". Para el 19 de mayo y 20 de mayo los hombres yacían en sus tiendas de campaña, cubiertas de aguanieve, recuperándose. En cada dirección, no había más que llanuras onduladas con pasto pampeano, cubiertas de nieve o hielo. La realidad los acechaba rápidamente. Al caer la noche del día 20, reanudaron una caminata cada vez más inútil. Con raciones para sólo dos días, seguían estando a no menos de diez millas de la frontera, y de ahí al objetivo había otras 30 millas a través de territorio enemigo. Al día siguiente, el juego había terminado. Lawrence llamó a Hereford y les dijo que un re-abastecimiento de alimentos - por vía aérea si era necesario - era imprescindible antes de entrar en Argentina. La respuesta fue rápida e inesperada. La patrulla debía regresar para encontrarse con una misión de ayuda de emergencia dirigida por el Capitán Pete Hogg del SAS. Hogg había volado originalmente a Chile para interrogar a los Royal Marines capturados en Abril, en la defensa de las Georgias del Sur, y que fueran posteriormente liberados. Lawrence nunca había sido informado que dicho plan de emergencia sería o podría ser activado. Un lugar de encuentro se acordó - un puente - elegido de un mapa sin contornos ni cuadrícula. Hogg se reuniría con ellos la noche siguiente cuando el encuentro sólo estaría disponible por hasta una hora después de la puesta del sol. Después de esa conversación final, el sistema de comunicaciones de la patrulla dejó de funcionar, finalmente y de forma irreversible. Al caer la tarde del 22 de mayo, el sexto pelotón creía que estaba en el lugar correcto. Bajando sobre la maleza empapada, esperaban el anochecer. No pasó nada esa noche ni durante los próximos tres días. En la mañana del 26 de mayo, Lawrence y otro de los comandos se pusieron sus abrigos de civiles sobre sus chaquetas camufladas, guardaron sus pistolas Browning de 9 mm y se dirigieron al pueblo más cercano, Porvenir, a más de 50 kilómetros de distancia. Hicieron dedo y en un camión maderero fueron hacia el pueblo con la esperanza de poder hacer una llamada telefónica al cónsul británico. En Porvenir, los orientaron hacia una cabaña de madera, donde estaba el único radio-teléfono comunal, operado por un solo hombre. El cónsul se puso al teléfono. Lawrence recuerda: "Hablé con él y él estaba horrorizado, ya que no había sido informado. Estaba aterrorizado. "Le dije: '' Tengo todos estos muchachos en el campo, sin comida y tengo que hacer algo al respecto," pero lo único que pudo decir fue: "Mi consejo es que se entreguen". La falta de comprensión o asistencia de un funcionario de la Cancillería británica fue una decepción profunda e inesperada. Esa noche, caminando por Porvenir, Lawrence se sorprendió al toparse con los hombres del SBS que se suponía debían rescatar a su tropa. Él dice: "Lo creas o no, ni bien entramos por la puerta abierta de una casa de comidas, miramos y vimos no sólo a Pete Hogg del SAS sino también a otros colegas como Brummie Stokes y Bronco Lane". Era obvio para Lawrence que - por razones que hasta hoy siguen sin estar claras - el equipo de rescate no había hecho ningún intento para llegar a la cita de emergencia en la noche elegida, o en cualquier noche posterior. Pero el 30 de mayo, los ocho hombres - ahora vestidos de civil, y en el más estricto secreto - abordaron una avioneta hacia Santiago. El 8 de junio, se les ordenó regresar a casa. Desde el principio, "Plum Duff" generó preguntas inquietantes. Un miembro del Grupo de Operaciones Especiales formado en Londres para apoyar al grupo de trabajo dijo: "Toda esta operación fue por los "Hereford hooligans" (NT literalmente los barrabravas de Hereford, en referencia a un sector del SAS que exigía participar en la guerra en forma inmediata) exigiendo una operación para ayudar a" mantener el mito ". Había un equipo de planificación en Hereford muy fuerte que se estaba muriendo para conseguir algo de acción. Con el fracaso de "Plum Duff", Lawrence se enfrentó a una comisión de investigación y encontró que su carrera militar había terminado, afectado principalmente por su creencia de que el punto de aterrizaje original era inseguro, y su decisión de aterrizar más en Chile. Él dijo: "Yo no quiero estar en el ejército si no puedo estar en el SAS", por lo que pidió la baja. "Hay riesgos asociados con lo que hacemos y aceptamos eso, pero siempre nos gusta ser enviados a una misión para algo que creemos que es razonablemente correcto y con una posibilidad razonable de un resultado positivo". "Plum Duff" parece haber sido diferente." Es cierto que había mucho en juego. Los misiles Exocet habían destruído al HMS Sheffield, el MV Atlantic Conveyor, y estuvieron a punto de hacer algo mucho, mucho peor (NT ¿tal vez alguna referencia al ataque al HMS Invincible?). El miedo a los misiles Exocet afectaron todo el plan de batalla de la Task Force, y al hacerlo así dio lugar, sin duda, a la pérdida de más vidas. La historia muestra, sin embargo, que el capitán Lawrence y sus hombres del escuadrón B del regimiento 22 del SAS, hicieron todo lo que se les pidió, de buen grado, en forma profesional y sin dudarlo. A pesar de las terribles circunstancias a las que se enfrentaron, el equipo inadecuado y los alimentos, la falta de cualquier forma de inteligencia, dos mapas inútiles y la realidad inevitable de saber que habían sido descartados y no esperan que sobrevivieran, ellos actuaron en las más altas tradiciones del regimiento..."[/I] En el mapa siguiente, en rojo remarcado la probable área en la que habría operado el comando SAS: [IMG]http://i1353.photobucket.com/albums/q677/mlpersano/SASenTierradelFuego_zps75a13d28.jpg[/IMG] Me he tomado el trabajo de traducirlo para compartirlo, para que vean los innumerables errores que los ingleses también cometían, incluso tropas de elite como el SAS, para compensar un poco esa muletilla "desmalvinizadora" que nos difunden una y otra vez sobre que nosotros eramos unos "carlonchos" y ellos eran superiores e invencibles por el hecho de ser "más profesionales", acción sicológica que aun hoy nos sigue imponiendo el enemigo, repetida por los inveterados "adoradores del Imperio" con DNI. Saludos [/QUOTE]
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