Menú
Inicio
Visitar el Sitio Zona Militar
Foros
Nuevos mensajes
Buscar en los foros
Qué hay de nuevo
Nuevos mensajes
Última actividad
Miembros
Visitantes actuales
Entrar
Registrarse
Novedades
Buscar
Buscar
Buscar sólo en títulos
Por:
Nuevos mensajes
Buscar en los foros
Menú
Entrar
Registrarse
Inicio
Foros
Area Militar General
Malvinas 1982
Operaciones Conjuntas en la Guerra de las Malvinas: El desastre de Hoya Chasco (Bluff Cove)
JavaScript is disabled. For a better experience, please enable JavaScript in your browser before proceeding.
Estás usando un navegador obsoleto. No se pueden mostrar estos u otros sitios web correctamente.
Se debe actualizar o usar un
navegador alternativo
.
Responder al tema
Mensaje
<blockquote data-quote="Shadow" data-source="post: 429106" data-attributes="member: 158"><p>Continua...</p><p></p><p>Por supuesto, el clima fue un aspecto importante. Si los cielos no se hubiesen despejado, la FAA nunca hubiese iniciado un ataque en primer lugar. Pero, esto es, una atribución un tanto sin sentido. Después de todo, ni el Ejército británico ni la Real Armada podían controlar el clima. Más aún, el invento y la aplicación de las municiones guiadas a radar y los sistemas de posicionamiento global <em>(GPS)</em> en las dos décadas después de la guerra de las Malvinas hacen que el aspecto climático sea uno de menor importancia. Por otro lado, el hecho que Clapp no estaba recibiendo los informes meteorológicos desde Fitzroy fue por cierto un hecho importante—sólo uno de los muchos problemas de comunicaciones realzados por las operaciones de transporte.</p><p>La falta de capacidad de alerta aérea temprana de la Real Armada era también un asunto principal. De hecho, la presencia de aeronaves de alerta temprana en el teatro tal vez fue suficiente para impedir que la FAA ataque en primer lugar. Por cierto hubiese podido cambiar el resultado no sólo en cuanto al <em>Sir Galahad</em> pero así también para el <em>Sheffield, Coventry</em> y <em>Atlantic Conveyor</em>.</p><p>Las comunicaciones permanecían siendo un problema importante. Era la falta de comunicación de los planes de vuelos que causaron el derrumbamiento accidental del helicóptero <em>Gazelle</em> y fueron las reducidas capacidades de las comunicaciones que ocasionaron la inhabilidad de recibir la alarma de la incursión aérea y dejaron a aquéllos a bordo del Fearless sin el conocimiento de las ubicaciones de los <em>LCU</em> en la noche del 6-7 de junio. Esto último tenía más que ver con el hecho que la 5ª Brigada decidió movilizar a todas sus tropas de combate antes de las unidades logísticas. Esto contribuyó no sólo al desastre en sí, sino además a la carencia de conocimiento situacional en los cuarteles generales de la Brigada y División, de la situación a bordo del Fearless después del bombardeo.</p><p>La perspectiva limitada de las distintas FF.AA. contribuyó mucho a los eventos del 8 de junio. Si el General de División Moore hubiese ordenado a la 2ª Paracaidistas de regreso a Pradera del Ganso en primer lugar, la 5ª Brigada hubiese caminado a través Isla Soledad, igual que lo hicieron los integrantes del Real Cuerpo de Infantería de Marina, y el ataque jamás hubiese ocurrido. Más aún, si los oficiales de los Guardias Galeses hubiesen escuchado el consejo de la Armada en el <em>Sir Galahad</em>, hubiesen desembarcado en Fitzroy inmediatamente en vez de esperar a ser transportados hasta Hoya Chasco (Bluff Cove), una espera que les costó a muchos sus vidas.</p><p>Otro asunto fue la falta de un comandante de la fuerza conjunta en el teatro. La Fuerza de Tarea fue comandada oficialmente por el Almirante Sir John Fieldhouse, proveniente del CG conjunto en Northwood, Gran Bretaña. Fieldhouse obtuvo este comando a través del General de División Jeremy Moore, Comandante de las Fuerzas Terrestres, en las Islas Malvinas; el Contralmirante Sandy Woodward, Comandante del Grupo de Combate de Portaviones; y del Comodoro Michael Clapp, Comandante del Grupo de Tarea Anfibio. Sin embargo, esta particular distribución de mando fue conducente a una serie de faltas de comunicación, desentendimientos y frustraciones, en parte debido al hecho de que Clapp era un oficial de una estrella mientras que Moore y Woodward eran oficiales de dos estrellas, una situación que a veces dejó a Woodward con la creencia que él se encontraba en la cadena de mando entre Fieldhouse y Clapp. Más aún, los puntos de vista en Northwood parecen haber sido influenciado significativamente por la perspectiva de Woodward.<span style="font-size: 9px">32</span></p><p>Otra de las otras consecuencias de la falta de un comandante de la fuerza conjunta en el teatro de operaciones consistía en el paso de decisiones de arriba hacia abajo —tal como la prohibición del empleo de los <em>LPD</em> sin grandes escoltas— que tal vez no hubiese existido si el comandante hubiese estado ubicado en el área y como tal podido discutir tales asuntos con el Comandante del Grupo de Tarea Anfibio. De hecho, en retrospectiva es claro que de haber el <em>Fearless</em> sido permitido de ir todo el camino hasta Fitzroy, los Guardias Galeses podrían haber sido desembarcados allí —o en Hoya Chasco (Bluff Cove)— en la noche del 6-7 de junio, antes de despejarse el cielo, y de veras antes del amanecer.</p><p>Ninguna culpa fue jamás oficialmente atribuida a ninguno de los comandantes, a pesar de que Woodward y Clapp volvieron a estudiar el asunto años más tarde en un duelo literario. Woodward es crítico de Clapp por el hecho que este empleó a los <em>LSL</em> contrariando evidentemente su consejo.<span style="font-size: 9px">33</span> En forma similar, Clapp culpa a Woodward por la falta de una patrulla de combate aéreo de los <em>Harrier</em> a la orden. Uno de los portaviones británicos —el <em>HMS Hermes</em>— estaba en el proceso de que le limpien sus termoacumuladores en el tiempo del ataque. De acuerdo a Clapp, esto causó brechas cruciales en la cobertura de los <em>Harrier</em>.<span style="font-size: 9px">34</span></p><p>Es más típico de echar la culpa sobre la 5ª Brigada, y de hecho, a la 5ª Brigada se la recuerda a la 5ª Brigada más por haber sido bombardeada en el <em>Sir Galahad</em> que por cualquiera de sus combates de infantería durante la guerra. Hasta cierto punto, la 5ª Brigada fue responsable, pero en gran parte el problema fue que la 5ª Brigada se encontró a sí misma en una situación para la cual no había sido preparada a encarar y como lo resalta Max Hastings:</p><p><em>La confusión y los problemas que afectaron a la 5ª Brigada ocurrieron en muchos otros lugares y en muchos otros momentos durante la campaña; la desaparición de la patrulla de combate aéreo de los Harrier. . . minutos antes del ataque aéreo; la falta de escolta naval; la falla de una alarma roja de incursión aérea que alcance a los hombres a bordo del Galahad; el atraso en establecer el Rapier; el colapso de los itinerarios; el derrumbe del enlace. . . La mayor falla que debe excusarse es la de las comunicaciones—la ignorancia de tantos oficiales superiores referente a qué tropas existían, dónde y cuándo.</em><span style="font-size: 9px">35</span></p><p><em>Un oficial superior dijo después de la guerra que comprobó que “las cosas que se hacen sobre la base de bien probadas y demostradas formaciones funcionaron, y los arreglos ad hoc tuvieron resultados no tan positivos. El trabajo del enlace de fuerzas conjuntas y de EM dejó mucho que desear. Desde el comienzo hasta el final, la 5ª Brigada fueron las víctimas del proceso ad hoc.</em><span style="font-size: 9px">36</span></p><p>El problema real no fue la 5ª Brigada <em>per se</em>, sino el hecho de que tal ella no debería haber estado allí en primer lugar.</p><p>El mayor obstáculo para una ejecución exitosa del desembarco de los Guardias Galeses en Fitzroy fue el resultado de una inadecuada estructura de comando de la fuerza conjunta, malas comunicaciones, las limitadas perspectivas de las distintas FF.AA. y la carencia de ejercicios conjunto —y por ende planeamiento conjunto— en los años anteriores al conflicto. Estos problemas, exacerbados por la falta de alerta aérea temprana, fueron los causantes directos de 56 vidas británicas en los ataques del <em>Sir Tristam, Sir Galahad</em>, y un <em>LCU</em> el 8 de junio de 1982. </p><p>La carencia de la alerta temprana aérea fue administrada por un programa de emergencia para modificar el Helicóptero <em>SH-3D Sea King</em> para servir la capacidad de la alerta temprana aérea. Ya que los portaviones británicos solo pudieron operar con helicópteros o plataformas de despegue y aterrizaje verticales, el <em>E-2C Hawkeye</em> no era una opción. La capacidad de la alerta aérea temprana RU fue posteriormente aumentada por la adquisición por parte de la Real Fuerza Aérea de siete <em>E-3D</em> sistemas de Alerta Aérea Temprana y de plataformas de Sistema de Control <em>(AWACS)</em>.<span style="font-size: 9px">37</span></p><p>Tanto el <em>Sea King</em> y el <em>AWACS</em> han servido al Reino Unido bien en numerosos conflictos desde la Guerra de las Malvinas, incluyendo la Operación <em>Allied Force</em>, Operación <em>Enduring Freedom</em>, así como la Operación <em>Iraqi Freedom</em>. </p><p>La integración conjunta fue más difícil de solucionar, pero los británicos respondieron con la introducción de “Una Política de Defensa y un Estado Mayor Operacional, Totalmente Unificados.”<span style="font-size: 9px">38</span> Esto fue ampliado por el cambio de la Revista de Defensa de 1981, la cual había sugerido que (1) La Real Armada ya no necesitaba portaviones, ya que la Real Fuerza Aérea podría proporcionar la defensa de la flota en cualquier lugar del mundo, y (2) los vehículos anfibios como el <em>Fearless</em> y el <em>Intrepid</em> era innecesarios, porque las fuerzas del Reino Unido nunca jamás tendrán que ejecutar un desembarco anfibio al que enfrentarse.<span style="font-size: 9px">39</span> Este movimiento hacia operaciones conjuntas ha generado muchos dividendos, incluyendo una mejor colaboración en la Operación <em>Desert Storm</em> y las subsiguientes operaciones conjuntas y de coalición.<span style="font-size: 9px">40</span></p><p></p><p></p><p><strong><strong>Notas</strong></strong></p><p></p><p><span style="font-size: 9px">1. Michael Clapp y Ewen Southby-Tailyour, Amphibious Assault Malvinas: The Battle of San Carlos Water (Londres: Orion, 1996), pág. 286.</span></p><p><span style="font-size: 9px">2. Hugh McManners, Malvinas Commando (Londres: HarperCollins, 2002), págs. 222-223.</span></p><p><span style="font-size: 9px">3. McManners, pág. 222.</span></p><p><span style="font-size: 9px">4. Martin Middlebrook, The Malvinas War, 1982 (Londres: Penguin, 2001), págs.299-300; Nicholas van der Bijl y David Aldea, 5th Infantry Brigade in the Malvinas (Barnsley, Reino Unido: Leo Cooper, 2003), págs. 101, 104-105.</span></p><p><span style="font-size: 9px">5. 3ª Brigada de Comandos tuvo que marchar a través de la tierra para llegar a sus objetivos, debido a que todos los helicópteros Chinook en el teatro salvo uno habían sido hundidos con el Atlantic Conveyor, el cual había sido hundido por un Exocet el 25 de mayo, Julian Thompson, No Picnic (Londres: Cassell & Co., 2000), pág. 69.</span></p><p><span style="font-size: 9px">6. Los dos batallones de paracaidistas eran en realidad adiciones tardías y las unidades del Ejército y no del Cuerpo de Infantería de Marina, eran ambas de la 5ª Brigada de Infantería. No obstante, tuvieron muy poca dificultad en adaptarse a combatir con los integrantes del Real Cuerpo de Infantería.</span></p><p><span style="font-size: 9px">7. Max Hastings y Simon Jenkins, The Battle for the Malvinas (Londres: Pan Books, 1997), pág. 308.</span></p><p><span style="font-size: 9px">8. Ibíd.; Middlebrook, Malvinas War, pág. 396. Esto parece ser un poco limi¬tado por parte de Moore. A pesar del hecho que la 3ª Brigada de Comando fue nominalmente una brigada del Cuerpo de Infantería de Marina, para el propósito de la Guerra de las Malvinas dos de sus cinco batallones de combate provenían del Ejército Británico. De veras, la única batalla terrestre que se había ejecutado antes de la llegada de Moore al teatro fue por parte de la 2ª Paracaidistas, una unidad del Ejército. Por ende, no se podía decir que existiera una carencia de participación del Ejército en el combate.</span></p><p><span style="font-size: 9px">9. Middlebrook, Malvinas War, págs. 296-298, 396; Hastings y Jenkins, págs. 309-311; Clapp y Southby-Tailyour, pág. 286.</span></p><p><span style="font-size: 9px">10. van der Bijl y Aldea, págs. 77-79.</span></p><p><span style="font-size: 9px">11. Ibíd., pág. 92; Hastings y Jenkins, pág. 312.</span></p><p><span style="font-size: 9px">12. van der Bijl y Aldea, págs. 107-109.</span></p><p><span style="font-size: 9px">13. Ibíd., pág. 113; Clapp y Southby-Tailyour, pág. 307.</span></p><p><span style="font-size: 9px">14. Ibíd., págs. 307-308.</span></p><p><span style="font-size: 9px">15. Hastings y Jenkins, págs. 313-314.</span></p><p><span style="font-size: 9px">16. Middlebrook, Malvinas War, págs. 301-302.</span></p><p><span style="font-size: 9px">17. Ibíd., 302-303; van der Bijl y Aldea, págs. 128-129; Charles Bremner, “The Sinking of Sir Galahad, 8 June,” en Max Arthur, ed., Above All, Courage: Personal Stories from the Malvinas War (Londres: Cassell & Co., 2002), págs. 129-131; B. H. Andrada, Guerra aérea en las Malvinas (Buenos Aires: Emecé Editores, 1983), pág. 204.</span></p><p><span style="font-size: 9px">18. Rubén O. Moro, La Guerra Inaudita: Historia del Conflicto del Atalantico Sur (Buenos Aires: Editorial Pleamar, 1985), pág. 460; Se debe resaltar que el Comodoro Clapp no había estado recibiendo informes acerca de las condiciones climáticas de parte del Fitzroy, y por ende no estaba al tanto del despejo cuando el mismo permitió que el Sir Galahad navegue. Ver van der Bijl y Aldea, pág. 127.</span></p><p><span style="font-size: 9px">19. Ibíd.; Andrada, págs. 203-204.</span></p><p><span style="font-size: 9px">20. Andrada, págs. 204, 208-209; Moro, págs. 462-463; Martin Middlebrook, The Fight for the Malvinas: The Argentine Forces in the Malvinas War (Londres: Viking, 1989), págs. 211-212.</span></p><p><span style="font-size: 9px">21. Middlebrook, Fight for the Malvinas, pág. 212.</span></p><p><span style="font-size: 9px">22. Andrada, pág. 211.</span></p><p><span style="font-size: 9px">23. Moro, págs. 463-464.</span></p><p><span style="font-size: 9px">24. Middlebrook, Fight for the Malvinas, págs. 212-214.</span></p><p><span style="font-size: 9px">25. Derek Oakley, The Malvinas Military Machine (Staplehurst, RU: Spellmount, 1989), págs. 34-35.</span></p><p><span style="font-size: 9px">26. Middlebrook, Fight for the Malvinas, pág. 212; James S. Corum, “Argentine Air Power in the Malvinas War: An Operational View,” Air & Space Power Journal, Otoño de 2002, pág. 76.</span></p><p><span style="font-size: 9px">27. van der Bijl and Aldea, págs. 119-120; Tony McNally, “A CloudPuncher’s Tale,” www.forgottensoldier.com/veterans_account/falklands_war/tony_mcnally/cloudpuncher</span></p><p><span style="font-size: 9px">28. Clapp y Southby-Tailyour, pág. 319.</span></p><p><span style="font-size: 9px">29. Middlebrook, Fight for the Malvinas, pág. 214; Oakley, pág. 151.</span></p><p><span style="font-size: 9px">30. Middlebrook, Fight for the Malvinas, pág. 214; Clapp & Southby-Tailyour, págs. 320-321.</span></p><p><span style="font-size: 9px">31. Oakley, pág. 73.</span></p><p><span style="font-size: 9px">32. van der Bijl y Aldea, pág. 94.</span></p><p><span style="font-size: 9px">33. Sandy Woodward y Patrick Robinson, One Hundred Days: The Memoirs of the Malvinas Battle Group Commander (Annapolis: Naval Institute Press, 1997), pág. 323.</span></p><p><span style="font-size: 9px">34. Clapp y Southby-Tailyour, pág. 312. Sin embargo, la retirada del Hermes no fue la única causa de la brecha en la cobertura de los Harrier. Había además habido un incidente en el HMS Sheathbill, la franja de desembarco que había sido establecida en la Isla Soledad, la cual previno que los Harrier despegaren desde allí. Ver van der Bilj y Aldea, págs. 129-130.</span></p><p><span style="font-size: 9px">35. Hastings & Jenkins, pág. 322.</span></p><p><span style="font-size: 9px">36. Ibíd., págs. 361-362.</span></p><p><span style="font-size: 9px">37. Edwin Leigh Armistead, AWACS and Hawkeyes: The Complete History of Airborne Early Warning Aircraft (St. Paul, Minnesota: MBI Publishing, 2002), págs. 131-141.</span></p><p><span style="font-size: 9px">38. Roger A. Beaumont, Joint Military Operations: A Short History (Westport, Connecticut: Greenwood Press, 1993), pág. 163.</span></p><p><span style="font-size: 9px">39. Oakley, pág. 22; Hastings y Jenkins, págs. 24-25.</span></p><p><span style="font-size: 9px">40. El General Sir Peter de la Billière, Comandante-en-Jefe de las Fuerzas Británicas en la Operación Desert Storm, proporciona excelente discusiones sobre asuntos de mando conjunto en su Storm Command: A Personal Account of the Gulf War (Londres: Harper-Collins, 1992).</span></p><p></p><p></p><p><em>Robert Bolia es un experto en computadoras en el Directorio de Efectividad Humana del Laboratorio de Investigaciones de la Fuerza Aérea de los EE.UU. en la Base Aérea Wright-Peterson, Ohio, en donde el estudia la aplicación de la tecnología avanzada y sistemas de apoyo de decisión automatizada a problemas de toma de decisiones militar así como de mando y control. Él tiene una Maestría en Estudios Militares y Guerra Conjunta de la Universidad Militar Americana.</em></p><p></p><p>Fuente: Military Review</p><p>Link en pdf: <a href="http://usacac.army.mil/cac/milreview/spanish/NovDec04/bolia.pdf">http://usacac.army.mil/cac/milreview/spanish/NovDec04/bolia.pdf</a></p></blockquote><p></p>
[QUOTE="Shadow, post: 429106, member: 158"] Continua... Por supuesto, el clima fue un aspecto importante. Si los cielos no se hubiesen despejado, la FAA nunca hubiese iniciado un ataque en primer lugar. Pero, esto es, una atribución un tanto sin sentido. Después de todo, ni el Ejército británico ni la Real Armada podían controlar el clima. Más aún, el invento y la aplicación de las municiones guiadas a radar y los sistemas de posicionamiento global [I](GPS)[/I] en las dos décadas después de la guerra de las Malvinas hacen que el aspecto climático sea uno de menor importancia. Por otro lado, el hecho que Clapp no estaba recibiendo los informes meteorológicos desde Fitzroy fue por cierto un hecho importante—sólo uno de los muchos problemas de comunicaciones realzados por las operaciones de transporte. La falta de capacidad de alerta aérea temprana de la Real Armada era también un asunto principal. De hecho, la presencia de aeronaves de alerta temprana en el teatro tal vez fue suficiente para impedir que la FAA ataque en primer lugar. Por cierto hubiese podido cambiar el resultado no sólo en cuanto al [I]Sir Galahad[/I] pero así también para el [I]Sheffield, Coventry[/I] y [I]Atlantic Conveyor[/I]. Las comunicaciones permanecían siendo un problema importante. Era la falta de comunicación de los planes de vuelos que causaron el derrumbamiento accidental del helicóptero [I]Gazelle[/I] y fueron las reducidas capacidades de las comunicaciones que ocasionaron la inhabilidad de recibir la alarma de la incursión aérea y dejaron a aquéllos a bordo del Fearless sin el conocimiento de las ubicaciones de los [I]LCU[/I] en la noche del 6-7 de junio. Esto último tenía más que ver con el hecho que la 5ª Brigada decidió movilizar a todas sus tropas de combate antes de las unidades logísticas. Esto contribuyó no sólo al desastre en sí, sino además a la carencia de conocimiento situacional en los cuarteles generales de la Brigada y División, de la situación a bordo del Fearless después del bombardeo. La perspectiva limitada de las distintas FF.AA. contribuyó mucho a los eventos del 8 de junio. Si el General de División Moore hubiese ordenado a la 2ª Paracaidistas de regreso a Pradera del Ganso en primer lugar, la 5ª Brigada hubiese caminado a través Isla Soledad, igual que lo hicieron los integrantes del Real Cuerpo de Infantería de Marina, y el ataque jamás hubiese ocurrido. Más aún, si los oficiales de los Guardias Galeses hubiesen escuchado el consejo de la Armada en el [I]Sir Galahad[/I], hubiesen desembarcado en Fitzroy inmediatamente en vez de esperar a ser transportados hasta Hoya Chasco (Bluff Cove), una espera que les costó a muchos sus vidas. Otro asunto fue la falta de un comandante de la fuerza conjunta en el teatro. La Fuerza de Tarea fue comandada oficialmente por el Almirante Sir John Fieldhouse, proveniente del CG conjunto en Northwood, Gran Bretaña. Fieldhouse obtuvo este comando a través del General de División Jeremy Moore, Comandante de las Fuerzas Terrestres, en las Islas Malvinas; el Contralmirante Sandy Woodward, Comandante del Grupo de Combate de Portaviones; y del Comodoro Michael Clapp, Comandante del Grupo de Tarea Anfibio. Sin embargo, esta particular distribución de mando fue conducente a una serie de faltas de comunicación, desentendimientos y frustraciones, en parte debido al hecho de que Clapp era un oficial de una estrella mientras que Moore y Woodward eran oficiales de dos estrellas, una situación que a veces dejó a Woodward con la creencia que él se encontraba en la cadena de mando entre Fieldhouse y Clapp. Más aún, los puntos de vista en Northwood parecen haber sido influenciado significativamente por la perspectiva de Woodward.[SIZE="1"]32[/SIZE] Otra de las otras consecuencias de la falta de un comandante de la fuerza conjunta en el teatro de operaciones consistía en el paso de decisiones de arriba hacia abajo —tal como la prohibición del empleo de los [I]LPD[/I] sin grandes escoltas— que tal vez no hubiese existido si el comandante hubiese estado ubicado en el área y como tal podido discutir tales asuntos con el Comandante del Grupo de Tarea Anfibio. De hecho, en retrospectiva es claro que de haber el [I]Fearless[/I] sido permitido de ir todo el camino hasta Fitzroy, los Guardias Galeses podrían haber sido desembarcados allí —o en Hoya Chasco (Bluff Cove)— en la noche del 6-7 de junio, antes de despejarse el cielo, y de veras antes del amanecer. Ninguna culpa fue jamás oficialmente atribuida a ninguno de los comandantes, a pesar de que Woodward y Clapp volvieron a estudiar el asunto años más tarde en un duelo literario. Woodward es crítico de Clapp por el hecho que este empleó a los [I]LSL[/I] contrariando evidentemente su consejo.[SIZE="1"]33[/SIZE] En forma similar, Clapp culpa a Woodward por la falta de una patrulla de combate aéreo de los [I]Harrier[/I] a la orden. Uno de los portaviones británicos —el [I]HMS Hermes[/I]— estaba en el proceso de que le limpien sus termoacumuladores en el tiempo del ataque. De acuerdo a Clapp, esto causó brechas cruciales en la cobertura de los [I]Harrier[/I].[SIZE="1"]34[/SIZE] Es más típico de echar la culpa sobre la 5ª Brigada, y de hecho, a la 5ª Brigada se la recuerda a la 5ª Brigada más por haber sido bombardeada en el [I]Sir Galahad[/I] que por cualquiera de sus combates de infantería durante la guerra. Hasta cierto punto, la 5ª Brigada fue responsable, pero en gran parte el problema fue que la 5ª Brigada se encontró a sí misma en una situación para la cual no había sido preparada a encarar y como lo resalta Max Hastings: [I]La confusión y los problemas que afectaron a la 5ª Brigada ocurrieron en muchos otros lugares y en muchos otros momentos durante la campaña; la desaparición de la patrulla de combate aéreo de los Harrier. . . minutos antes del ataque aéreo; la falta de escolta naval; la falla de una alarma roja de incursión aérea que alcance a los hombres a bordo del Galahad; el atraso en establecer el Rapier; el colapso de los itinerarios; el derrumbe del enlace. . . La mayor falla que debe excusarse es la de las comunicaciones—la ignorancia de tantos oficiales superiores referente a qué tropas existían, dónde y cuándo.[/I][SIZE="1"]35[/SIZE] [I]Un oficial superior dijo después de la guerra que comprobó que “las cosas que se hacen sobre la base de bien probadas y demostradas formaciones funcionaron, y los arreglos ad hoc tuvieron resultados no tan positivos. El trabajo del enlace de fuerzas conjuntas y de EM dejó mucho que desear. Desde el comienzo hasta el final, la 5ª Brigada fueron las víctimas del proceso ad hoc.[/I][SIZE="1"]36[/SIZE] El problema real no fue la 5ª Brigada [I]per se[/I], sino el hecho de que tal ella no debería haber estado allí en primer lugar. El mayor obstáculo para una ejecución exitosa del desembarco de los Guardias Galeses en Fitzroy fue el resultado de una inadecuada estructura de comando de la fuerza conjunta, malas comunicaciones, las limitadas perspectivas de las distintas FF.AA. y la carencia de ejercicios conjunto —y por ende planeamiento conjunto— en los años anteriores al conflicto. Estos problemas, exacerbados por la falta de alerta aérea temprana, fueron los causantes directos de 56 vidas británicas en los ataques del [I]Sir Tristam, Sir Galahad[/I], y un [I]LCU[/I] el 8 de junio de 1982. La carencia de la alerta temprana aérea fue administrada por un programa de emergencia para modificar el Helicóptero [I]SH-3D Sea King[/I] para servir la capacidad de la alerta temprana aérea. Ya que los portaviones británicos solo pudieron operar con helicópteros o plataformas de despegue y aterrizaje verticales, el [I]E-2C Hawkeye[/I] no era una opción. La capacidad de la alerta aérea temprana RU fue posteriormente aumentada por la adquisición por parte de la Real Fuerza Aérea de siete [I]E-3D[/I] sistemas de Alerta Aérea Temprana y de plataformas de Sistema de Control [I](AWACS)[/I].[SIZE="1"]37[/SIZE] Tanto el [I]Sea King[/I] y el [I]AWACS[/I] han servido al Reino Unido bien en numerosos conflictos desde la Guerra de las Malvinas, incluyendo la Operación [I]Allied Force[/I], Operación [I]Enduring Freedom[/I], así como la Operación [I]Iraqi Freedom[/I]. La integración conjunta fue más difícil de solucionar, pero los británicos respondieron con la introducción de “Una Política de Defensa y un Estado Mayor Operacional, Totalmente Unificados.”[SIZE="1"]38[/SIZE] Esto fue ampliado por el cambio de la Revista de Defensa de 1981, la cual había sugerido que (1) La Real Armada ya no necesitaba portaviones, ya que la Real Fuerza Aérea podría proporcionar la defensa de la flota en cualquier lugar del mundo, y (2) los vehículos anfibios como el [I]Fearless[/I] y el [I]Intrepid[/I] era innecesarios, porque las fuerzas del Reino Unido nunca jamás tendrán que ejecutar un desembarco anfibio al que enfrentarse.[SIZE="1"]39[/SIZE] Este movimiento hacia operaciones conjuntas ha generado muchos dividendos, incluyendo una mejor colaboración en la Operación [I]Desert Storm[/I] y las subsiguientes operaciones conjuntas y de coalición.[SIZE="1"]40[/SIZE] [B][B]Notas[/B][/B] [SIZE="1"]1. Michael Clapp y Ewen Southby-Tailyour, Amphibious Assault Malvinas: The Battle of San Carlos Water (Londres: Orion, 1996), pág. 286. 2. Hugh McManners, Malvinas Commando (Londres: HarperCollins, 2002), págs. 222-223. 3. McManners, pág. 222. 4. Martin Middlebrook, The Malvinas War, 1982 (Londres: Penguin, 2001), págs.299-300; Nicholas van der Bijl y David Aldea, 5th Infantry Brigade in the Malvinas (Barnsley, Reino Unido: Leo Cooper, 2003), págs. 101, 104-105. 5. 3ª Brigada de Comandos tuvo que marchar a través de la tierra para llegar a sus objetivos, debido a que todos los helicópteros Chinook en el teatro salvo uno habían sido hundidos con el Atlantic Conveyor, el cual había sido hundido por un Exocet el 25 de mayo, Julian Thompson, No Picnic (Londres: Cassell & Co., 2000), pág. 69. 6. Los dos batallones de paracaidistas eran en realidad adiciones tardías y las unidades del Ejército y no del Cuerpo de Infantería de Marina, eran ambas de la 5ª Brigada de Infantería. No obstante, tuvieron muy poca dificultad en adaptarse a combatir con los integrantes del Real Cuerpo de Infantería. 7. Max Hastings y Simon Jenkins, The Battle for the Malvinas (Londres: Pan Books, 1997), pág. 308. 8. Ibíd.; Middlebrook, Malvinas War, pág. 396. Esto parece ser un poco limi¬tado por parte de Moore. A pesar del hecho que la 3ª Brigada de Comando fue nominalmente una brigada del Cuerpo de Infantería de Marina, para el propósito de la Guerra de las Malvinas dos de sus cinco batallones de combate provenían del Ejército Británico. De veras, la única batalla terrestre que se había ejecutado antes de la llegada de Moore al teatro fue por parte de la 2ª Paracaidistas, una unidad del Ejército. Por ende, no se podía decir que existiera una carencia de participación del Ejército en el combate. 9. Middlebrook, Malvinas War, págs. 296-298, 396; Hastings y Jenkins, págs. 309-311; Clapp y Southby-Tailyour, pág. 286. 10. van der Bijl y Aldea, págs. 77-79. 11. Ibíd., pág. 92; Hastings y Jenkins, pág. 312. 12. van der Bijl y Aldea, págs. 107-109. 13. Ibíd., pág. 113; Clapp y Southby-Tailyour, pág. 307. 14. Ibíd., págs. 307-308. 15. Hastings y Jenkins, págs. 313-314. 16. Middlebrook, Malvinas War, págs. 301-302. 17. Ibíd., 302-303; van der Bijl y Aldea, págs. 128-129; Charles Bremner, “The Sinking of Sir Galahad, 8 June,” en Max Arthur, ed., Above All, Courage: Personal Stories from the Malvinas War (Londres: Cassell & Co., 2002), págs. 129-131; B. H. Andrada, Guerra aérea en las Malvinas (Buenos Aires: Emecé Editores, 1983), pág. 204. 18. Rubén O. Moro, La Guerra Inaudita: Historia del Conflicto del Atalantico Sur (Buenos Aires: Editorial Pleamar, 1985), pág. 460; Se debe resaltar que el Comodoro Clapp no había estado recibiendo informes acerca de las condiciones climáticas de parte del Fitzroy, y por ende no estaba al tanto del despejo cuando el mismo permitió que el Sir Galahad navegue. Ver van der Bijl y Aldea, pág. 127. 19. Ibíd.; Andrada, págs. 203-204. 20. Andrada, págs. 204, 208-209; Moro, págs. 462-463; Martin Middlebrook, The Fight for the Malvinas: The Argentine Forces in the Malvinas War (Londres: Viking, 1989), págs. 211-212. 21. Middlebrook, Fight for the Malvinas, pág. 212. 22. Andrada, pág. 211. 23. Moro, págs. 463-464. 24. Middlebrook, Fight for the Malvinas, págs. 212-214. 25. Derek Oakley, The Malvinas Military Machine (Staplehurst, RU: Spellmount, 1989), págs. 34-35. 26. Middlebrook, Fight for the Malvinas, pág. 212; James S. Corum, “Argentine Air Power in the Malvinas War: An Operational View,” Air & Space Power Journal, Otoño de 2002, pág. 76. 27. van der Bijl and Aldea, págs. 119-120; Tony McNally, “A CloudPuncher’s Tale,” [url]www.forgottensoldier.com/veterans_account/falklands_war/tony_mcnally/cloudpuncher[/url] 28. Clapp y Southby-Tailyour, pág. 319. 29. Middlebrook, Fight for the Malvinas, pág. 214; Oakley, pág. 151. 30. Middlebrook, Fight for the Malvinas, pág. 214; Clapp & Southby-Tailyour, págs. 320-321. 31. Oakley, pág. 73. 32. van der Bijl y Aldea, pág. 94. 33. Sandy Woodward y Patrick Robinson, One Hundred Days: The Memoirs of the Malvinas Battle Group Commander (Annapolis: Naval Institute Press, 1997), pág. 323. 34. Clapp y Southby-Tailyour, pág. 312. Sin embargo, la retirada del Hermes no fue la única causa de la brecha en la cobertura de los Harrier. Había además habido un incidente en el HMS Sheathbill, la franja de desembarco que había sido establecida en la Isla Soledad, la cual previno que los Harrier despegaren desde allí. Ver van der Bilj y Aldea, págs. 129-130. 35. Hastings & Jenkins, pág. 322. 36. Ibíd., págs. 361-362. 37. Edwin Leigh Armistead, AWACS and Hawkeyes: The Complete History of Airborne Early Warning Aircraft (St. Paul, Minnesota: MBI Publishing, 2002), págs. 131-141. 38. Roger A. Beaumont, Joint Military Operations: A Short History (Westport, Connecticut: Greenwood Press, 1993), pág. 163. 39. Oakley, pág. 22; Hastings y Jenkins, págs. 24-25. 40. El General Sir Peter de la Billière, Comandante-en-Jefe de las Fuerzas Británicas en la Operación Desert Storm, proporciona excelente discusiones sobre asuntos de mando conjunto en su Storm Command: A Personal Account of the Gulf War (Londres: Harper-Collins, 1992).[/SIZE] [I]Robert Bolia es un experto en computadoras en el Directorio de Efectividad Humana del Laboratorio de Investigaciones de la Fuerza Aérea de los EE.UU. en la Base Aérea Wright-Peterson, Ohio, en donde el estudia la aplicación de la tecnología avanzada y sistemas de apoyo de decisión automatizada a problemas de toma de decisiones militar así como de mando y control. Él tiene una Maestría en Estudios Militares y Guerra Conjunta de la Universidad Militar Americana.[/I] Fuente: Military Review Link en pdf: [url]http://usacac.army.mil/cac/milreview/spanish/NovDec04/bolia.pdf[/url] [/QUOTE]
Insertar citas…
Verificación
¿Cuanto es 2 mas 6? (en letras)
Responder
Inicio
Foros
Area Militar General
Malvinas 1982
Operaciones Conjuntas en la Guerra de las Malvinas: El desastre de Hoya Chasco (Bluff Cove)
Este sitio usa cookies. Para continuar usando este sitio, se debe aceptar nuestro uso de cookies.
Aceptar
Más información.…
Arriba