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Area Militar General
Malvinas 1982
Personal Argentino en zona de combate
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<blockquote data-quote="ulugali" data-source="post: 1860632" data-attributes="member: 6204"><p><strong>EL BIM2 EC EN EL PRIMER CONFLICTO BELICO ARGENTINO DEL SIGLO XX</strong></p><p><strong>MIS VIVENCIAS COMO COMANDANTE DEL BIM 2 EN LA OPERACION ROSARIO</strong></p><p></p><p><strong> </strong></p><p>Por <strong>Alfredo R. Weinstabl </strong>CNIM VGM (RE)</p><p><em>Cuando escribí este artículo, lo hice según mis vivencias y experiencias en el planeamiento y ejecución de la operación de recuperación de las Islas Malvinas y bajo una óptica absolutamente personal y no solo de los aspectos operativos y tácticos, ya que a lo largo de 30 años transcurridos desde la guerra los mismos se habían publicado y expuesto en numerosos medios, conferencias, artículos, libros y entrevistas.</em></p><p><strong>1.- Período inicial en el batallón</strong></p><p>Mi traslado al Batallón de Infantería de Marina Nº 2 (<strong>BIM2</strong>) se efectivizó el 26 de enero de 1982. Mi anterior destino había sido un cargo administrativo en la Jefatura del Estado Mayor General de la Armada en el Edificio <em>Libertad</em>. El cambio fue radical. Desde un escritorio de un cargo netamente administrativo en la Capital Federal a un destino totalmente operativo en un cuartel localizado entre las dunas de arena, próximo a la Base de Infantería de Marina <em>Baterías</em>. Después de ser investido como Comandante de la Unidad en una sencilla ceremonia, me dediqué a recorrer y conocer el Batallón e impartir las primeras órdenes sobre cómo quería que se realizaran los aspectos rutinarios en el funcionamiento administrativo de la Unidad.</p><p>El <strong>BIM2 </strong>estaba en pleno período de receso de fin de año que, como sabemos, abarca aproximadamente tres meses, desde mediados de diciembre hasta mediados de marzo del año siguiente. Es el período en que se efectúan los traslados generales, se efectivizan las licencias anuales y el personal en la Unidad se dedica básicamente a tareas de recuento de material y mantenimiento del equipo y las instalaciones. En ese período las actividades operativas se reducen prácticamente a cero y el adiestramiento que se realiza es el elemental para mantener los niveles alcanzados y afianzar la disciplina. Personalmente me regocijaba por tener casi dos meses por delante, en una etapa tranquila que se presentaba sin sobresaltos, y que me permitiría pensar cómo encarar el adiestramiento y demás tareas a lo largo del año. También podría aprovechar para disfrutar la pileta del Casino de Oficiales o la hermosa playa de la zona y tomar sol, que en esa época cae prácticamente a plomo.</p><p><strong>2.- Asignación de la tarea</strong></p><p>Como había dejado inicialmente a la familia en Buenos Aires vivía en la Casa de Oficiales del Batallón. El 29 de enero no eran todavía las 0800 de la mañana, cuando golpeó en la puerta de mi camarote mi Ayudante, el TCIM Juan Carlos Martinelli. Me llamó la atención su llamado ya que había impartido la orden a mi asistente de que no se me molestase hasta después del</p><p>desayuno, salvo caso de necesidad o emergencia. Después del saludo, el Teniente Martinelli me informó que el Ayudante del Comandante de la I.M. (<strong>COIM</strong>), Almirante Büsser, le había transmitido que éste requería mi presencia a las 1000 hs. en su oficina en el Comando.</p><p>Esta citación del Comandante me extrañó ya que el Batallón no dependía directamente del <strong>COIM</strong>, sino orgánicamente de la Brigada. Mientras hacía el corto viaje en mi vehículo a la sede del <strong>COIM</strong>, pensaba preocupado cual podía ser el motivo de la llamada. Seguramente algo había andado mal o se había hecho mal. Tal vez algún incumplimiento administrativo de la Unidad. Pero en este caso la que tenía que intervenir era la Brigada de la cual dependía el Batallón. O tal vez, alguna riña o disturbio de alguien de la Unidad que se había excedido en la bebida en algún bar de la cercana ciudad de Punta Alta, o alguna otra incorrección de ese tipo.</p><p>Conocía al Almirante desde mis años de cadete de la <strong>ENM</strong>. Era un hombre afable, pero duro, exigente y estricto en el servicio. El prototipo del Infante de Marina. Cuando arribé al <strong>COIM </strong>seguía con la incógnita de mi citación. De lo que si daba por descontado era que no me citaba precisamente para darme la bienvenida a la zona. El ayudante del Almirante me estaba esperando y de inmediato me anunció y me hizo pasar a la oficina del mismo. El Almirante me esperaba parado y lo primero que hizo después de saludarme fue darme la bienvenida a la zona y desearme una exitosa gestión a cargo del Comando del Batallón. (Mi primera equivocación del día). Después de unos pocos minutos de conversación protocolar, me hizo sentar frente a él al otro lado de su escritorio y con gesto grave y sin pronunciar palabra me entregó una hoja de papel manuscrita por él mismo en donde se leía:</p><p><strong>MISIÓN</strong>: reconquistar las Islas Malvinas a fin de incorporarlas definitivamente a la Soberanía del la Nación. Cuando leí rápidamente los dos párrafos, mentalmente me decía: <em>Los ejercicios de esa envergadura normalmente se preparan en la segunda parte del año para ser ejercitados o jugados próximo al fin del año naval. Como conocía bien al Almirante supuse que quería empezar el año a toda máquina. ¡No podía creer mi mala suerte! Quiere que prepare un ejercicio sobre este tema a tres días de llegado al Batallón y en plena época de receso.</em></p><p>El Almirante, que debía haber notado en mi cara perplejidad, asombro y seguramente fastidio, me espetó: <em>No Weinstabl, no es lo que Ud. cree. Esto no es un ejercicio. Es una operación real</em>. (Segunda equivocación del día). Luego, ante mi sorpresa, me expresó que ante las malas perspectivas en las negociaciones con Gran Bretaña sobre el tema Malvinas, la Junta Militar había resuelto emplear la opción de recuperar las Islas mediante el uso del poder militar.</p><p>Para ello se debía planificar preventivamente la operación de la recuperación del archipiélago mediante la ejecución de una operación anfibia (<strong>OA</strong>), en la cual el <strong>BIM2 </strong>sería el núcleo de la fuerza de desembarco (<strong>FD</strong>). Entre otros detalles me entregó un bosquejo con grandes lineamientos de cómo él visualizaba la operación, los principales puntos de vista a tener en</p><p>cuenta y también cómo pensaba configurar su estado mayor (<strong>EM</strong>) para el planeamiento de la operación.</p><p>Entre otros aspectos me transmitió lo siguiente:</p><p>· Todo lo referido a la operación tendría carácter de <em>estrictamente secreto </em>y esta clasificación debería mantenerse a ultranza. En la I.M. únicamente él, el Jefe de Inteligencia del <strong>COIM </strong>y ahora yo teníamos conocimiento de la operación a planificar. Yo me constituiría en el Jefe de Operaciones (<strong>J OP</strong>) de un futuro EM que iba a organizar, manteniendo mi Comando del <strong>BIM2</strong>.</p><p>· Debía comenzar con el planeamiento de inmediato a fin de que estuviera finalizado a la mayor brevedad.</p><p>· La fecha probable de la operación no estaba determinada, pero no sería antes del 15 de mayo.</p><p>· El núcleo de la <strong>FD </strong>estaría conformada por dos unidades de combate con la totalidad de </p><p> sus efectivos operativos: el <strong>BIM2 </strong>y la <strong>APCA</strong>. Posteriormente, a medida que surgiera</p><p> la necesidad, se agregarían fracciones de apoyo de combate y de servicios de apoyo de</p><p> combate.</p><p>· La operación debía ser incruenta y con un mínimo daño.</p><p>Después de otros breves comentarios me despidió, insistiendo sobre el secreto de la operación como también sobre la necesidad de apurar al máximo el planeamiento en ciernes.</p><p>Al salir de su oficina me dirigí directamente a la oficina del Jefe de Inteligencia del Comando, el CFIM Guillermo Botto quien se encontraba encerrado en la misma. Cuando me franqueó el paso, le pregunté si lo que me había ordenado el Almirante no era una chanza o algo parecido. Me contestó, con cara de cansado por falta de sueño, que no, (Mi tercera equivocación del día) que él ya hacía casi 20 días había sido impuesto de la operación y que dada la premura existente estaba trabajando, prácticamente en absoluta soledad, en reunir información, planos y mapas y todo aquel material que yo seguramente necesitaría para comenzar a determinar</p><p>los diferentes modos de acción. Agregó que únicamente tenía como interlocutor al Jefe de Inteligencia del Comando de Operaciones Navales y que trabajaba de sol a sol y muchas</p><p>veces de noche en su camarote, que prácticamente se había convertido en una sala de situación por la cantidad de mapas, planos y otras informaciones que colgaban de las paredes.</p><p>Acordamos vernos al día siguiente para comenzar el trabajo operativo.</p><p><strong>3.- Mis inquietudes y preocupaciones</strong></p><p>Cuando regresé al Batallón después de la reunión con el Almirante, me sentía con una mezcla de euforia y orgullo por haber sido designado para tan importante y trascendente misión.</p><p>Sin embargo, con el paso del tiempo mi orgullo se mantenía pero la euforia iba dejando paso a una cada vez más pesada y fuerte preocupación. La preocupación consistía en la enorme responsabilidad que debía afrontar y la principal pregunta que venía permanentemente a mi mente era si el Batallón estaba en condiciones de adquirir en tan poco tiempo la capacidad de combate necesaria para afrontar ese desafío. Como expresé anteriormente, estábamos en pleno período de receso. Aún no se habían efectivizado los traslados anuales. En mi <strong>EM </strong>no disponía de ninguno de los jefes del mismo y contaba únicamente con mi Ayudante. Tampoco se encontraba el Segundo Comandante quien estaba de licencia hasta los primeros días del mes de marzo. Lo mismo ocurría con algunos jefes de compañía y muchos de los suboficiales y cabos que debían integrar la dotación de la Unidad en ese año. Para peor, a la mayoría de los oficiales no los conocía, ni personalmente ni por referencias. Tampoco se había efectivizado el traslado del Comandante de Brigada que era mi comandante superior. Yo, como comandante, así como todo jefe, era directamente responsable de lo que iba a ejecutar mi Batallón y lo que podía pasar a mis hombres…y, obviamente lograr el éxito de la misión asignada. En otras palabras, el tema consistía en cómo lograr embarcarlos en la operación con el equipamiento y adiestramiento compatible con la misión asignada. La cuestión me reocupaba sobremanera y la analicé reiteradas veces. Aprecié, entre otros factores, que si en ese breve tiempo disponible forzábamos el adiestramiento un poco y focalizábamos el mismo exclusivamente en lo que íbamos a realizar, no habría mayores problemas. De todas maneras nada podía hacer al respecto hasta que se completaran los traslados anuales a fines de febrero. Pero mi preocupación y ansiedad fueron calmándose y disminuyendo progresivamente. En lo referente al alistamiento, como es característica de las Infanterías de Marina de todo el mundo el <strong>BIM2 </strong>tenía un alto grado. A pesar de ello nuestra I.M. también tenía las limitaciones propias de nuestra idiosincrasia, nuestra burocracia y el hecho de haber estado por un tiempo muy prolongado en un estado de ausencia de guerra. No obstante, todas las unidades de I.M. tienen el equipo y el uniforme para operar en zona fría y un número determinado de días de abastecimientos en sus pañoles para operar sin mayor dilación ante una misión repentina o sorpresiva. Por otra parte, la casi totalidad de los cuadros han revistado en algún momento de su carrera en la zona austral, en unidades específicamente equipadas y adiestradas para operar en zona fría, monte austral y baja montaña. Con respecto a la tropa, la Armada ya hacía muchísimos años que incorporaba a los conscriptos cada dos meses. Es decir cinco incorporaciones de tandas de conscriptos al año. Consecuentemente, en las unidades de I.M. y en los buques había siempre cuatro tandas adiestradas (veteranas) y una recientemente incorporada. Esta última tanda se agregaba a las unidades después de pasar un período de dos meses por un Centro de Formación (<strong>CIFIM</strong>) en donde se los adiestraba en los aspectos básicos de la vida militar y en donde se cumplían las condiciones de tiro. Es decir que cuando esta tanda llegaba a la unidad de destino definitivo, el conscripto ya venía con una formación militar básica y se lo incorporaba en las subunidades y fracciones mezclado con las tandas más veteranas. Este sistema permitía de por si un alto grado de alistamiento, en comparación con la incorporación anual masiva que se hacía antiguamente en la Armada. El personal de cuadros que me tocó en suerte para ese año, tanto oficiales como suboficiales, era en general de una capacitación profesional muy por sobre lo normal, como si yo los hubiera podido elegir personalmente. Muchos de ellos eran veteranos en la unidad y la gran mayoría con muchos años de destino en el sur. Pero el hecho que definitivamente me convenció de que el <strong>BIM2 </strong>tenía la capacidad necesaria fue que el grueso del Batallón había participado el año anterior en las operaciones <strong>UNITAS </strong>conjuntamente con infantes de marina norteamericanos en maniobras, ejercitaciones y un operativo anfibio (asalto anfibio) similar al que se estaba planificando. Concretamente, consideraba que la Unidad tenía el equipamiento adecuado y hasta ese momento un nivel aceptable de adiestramiento. Es ampliamente conocido que una unidad de combate debe funcionar como un equipo. El equipo se forma mediante el conocimiento mutuo de sus integrantes, la adecuación de las diferentes personalidades y mediante un intenso adiestramiento. Haciendo una burda comparación, tal como si fuese un equipo deportivo que desea salir ganador en las próximas competencias. Lo que fallaba totalmente era que aún no había tenido la oportunidad de adiestrar y conducir personalmente al Batallón. En otras palabras, poner mi propia impronta en las operaciones y formar el <em>equipo </em>al cual me referí en el párrafo anterior.</p><p><span style="font-size: 12px">CONTINUARA</span></p></blockquote><p></p>
[QUOTE="ulugali, post: 1860632, member: 6204"] [B]EL BIM2 EC EN EL PRIMER CONFLICTO BELICO ARGENTINO DEL SIGLO XX MIS VIVENCIAS COMO COMANDANTE DEL BIM 2 EN LA OPERACION ROSARIO[/B] [B] [/B] Por [B]Alfredo R. Weinstabl [/B]CNIM VGM (RE) [I]Cuando escribí este artículo, lo hice según mis vivencias y experiencias en el planeamiento y ejecución de la operación de recuperación de las Islas Malvinas y bajo una óptica absolutamente personal y no solo de los aspectos operativos y tácticos, ya que a lo largo de 30 años transcurridos desde la guerra los mismos se habían publicado y expuesto en numerosos medios, conferencias, artículos, libros y entrevistas.[/I] [B]1.- Período inicial en el batallón[/B] Mi traslado al Batallón de Infantería de Marina Nº 2 ([B]BIM2[/B]) se efectivizó el 26 de enero de 1982. Mi anterior destino había sido un cargo administrativo en la Jefatura del Estado Mayor General de la Armada en el Edificio [I]Libertad[/I]. El cambio fue radical. Desde un escritorio de un cargo netamente administrativo en la Capital Federal a un destino totalmente operativo en un cuartel localizado entre las dunas de arena, próximo a la Base de Infantería de Marina [I]Baterías[/I]. Después de ser investido como Comandante de la Unidad en una sencilla ceremonia, me dediqué a recorrer y conocer el Batallón e impartir las primeras órdenes sobre cómo quería que se realizaran los aspectos rutinarios en el funcionamiento administrativo de la Unidad. El [B]BIM2 [/B]estaba en pleno período de receso de fin de año que, como sabemos, abarca aproximadamente tres meses, desde mediados de diciembre hasta mediados de marzo del año siguiente. Es el período en que se efectúan los traslados generales, se efectivizan las licencias anuales y el personal en la Unidad se dedica básicamente a tareas de recuento de material y mantenimiento del equipo y las instalaciones. En ese período las actividades operativas se reducen prácticamente a cero y el adiestramiento que se realiza es el elemental para mantener los niveles alcanzados y afianzar la disciplina. Personalmente me regocijaba por tener casi dos meses por delante, en una etapa tranquila que se presentaba sin sobresaltos, y que me permitiría pensar cómo encarar el adiestramiento y demás tareas a lo largo del año. También podría aprovechar para disfrutar la pileta del Casino de Oficiales o la hermosa playa de la zona y tomar sol, que en esa época cae prácticamente a plomo. [B]2.- Asignación de la tarea[/B] Como había dejado inicialmente a la familia en Buenos Aires vivía en la Casa de Oficiales del Batallón. El 29 de enero no eran todavía las 0800 de la mañana, cuando golpeó en la puerta de mi camarote mi Ayudante, el TCIM Juan Carlos Martinelli. Me llamó la atención su llamado ya que había impartido la orden a mi asistente de que no se me molestase hasta después del desayuno, salvo caso de necesidad o emergencia. Después del saludo, el Teniente Martinelli me informó que el Ayudante del Comandante de la I.M. ([B]COIM[/B]), Almirante Büsser, le había transmitido que éste requería mi presencia a las 1000 hs. en su oficina en el Comando. Esta citación del Comandante me extrañó ya que el Batallón no dependía directamente del [B]COIM[/B], sino orgánicamente de la Brigada. Mientras hacía el corto viaje en mi vehículo a la sede del [B]COIM[/B], pensaba preocupado cual podía ser el motivo de la llamada. Seguramente algo había andado mal o se había hecho mal. Tal vez algún incumplimiento administrativo de la Unidad. Pero en este caso la que tenía que intervenir era la Brigada de la cual dependía el Batallón. O tal vez, alguna riña o disturbio de alguien de la Unidad que se había excedido en la bebida en algún bar de la cercana ciudad de Punta Alta, o alguna otra incorrección de ese tipo. Conocía al Almirante desde mis años de cadete de la [B]ENM[/B]. Era un hombre afable, pero duro, exigente y estricto en el servicio. El prototipo del Infante de Marina. Cuando arribé al [B]COIM [/B]seguía con la incógnita de mi citación. De lo que si daba por descontado era que no me citaba precisamente para darme la bienvenida a la zona. El ayudante del Almirante me estaba esperando y de inmediato me anunció y me hizo pasar a la oficina del mismo. El Almirante me esperaba parado y lo primero que hizo después de saludarme fue darme la bienvenida a la zona y desearme una exitosa gestión a cargo del Comando del Batallón. (Mi primera equivocación del día). Después de unos pocos minutos de conversación protocolar, me hizo sentar frente a él al otro lado de su escritorio y con gesto grave y sin pronunciar palabra me entregó una hoja de papel manuscrita por él mismo en donde se leía: [B]MISIÓN[/B]: reconquistar las Islas Malvinas a fin de incorporarlas definitivamente a la Soberanía del la Nación. Cuando leí rápidamente los dos párrafos, mentalmente me decía: [I]Los ejercicios de esa envergadura normalmente se preparan en la segunda parte del año para ser ejercitados o jugados próximo al fin del año naval. Como conocía bien al Almirante supuse que quería empezar el año a toda máquina. ¡No podía creer mi mala suerte! Quiere que prepare un ejercicio sobre este tema a tres días de llegado al Batallón y en plena época de receso.[/I] El Almirante, que debía haber notado en mi cara perplejidad, asombro y seguramente fastidio, me espetó: [I]No Weinstabl, no es lo que Ud. cree. Esto no es un ejercicio. Es una operación real[/I]. (Segunda equivocación del día). Luego, ante mi sorpresa, me expresó que ante las malas perspectivas en las negociaciones con Gran Bretaña sobre el tema Malvinas, la Junta Militar había resuelto emplear la opción de recuperar las Islas mediante el uso del poder militar. Para ello se debía planificar preventivamente la operación de la recuperación del archipiélago mediante la ejecución de una operación anfibia ([B]OA[/B]), en la cual el [B]BIM2 [/B]sería el núcleo de la fuerza de desembarco ([B]FD[/B]). Entre otros detalles me entregó un bosquejo con grandes lineamientos de cómo él visualizaba la operación, los principales puntos de vista a tener en cuenta y también cómo pensaba configurar su estado mayor ([B]EM[/B]) para el planeamiento de la operación. Entre otros aspectos me transmitió lo siguiente: · Todo lo referido a la operación tendría carácter de [I]estrictamente secreto [/I]y esta clasificación debería mantenerse a ultranza. En la I.M. únicamente él, el Jefe de Inteligencia del [B]COIM [/B]y ahora yo teníamos conocimiento de la operación a planificar. Yo me constituiría en el Jefe de Operaciones ([B]J OP[/B]) de un futuro EM que iba a organizar, manteniendo mi Comando del [B]BIM2[/B]. · Debía comenzar con el planeamiento de inmediato a fin de que estuviera finalizado a la mayor brevedad. · La fecha probable de la operación no estaba determinada, pero no sería antes del 15 de mayo. · El núcleo de la [B]FD [/B]estaría conformada por dos unidades de combate con la totalidad de sus efectivos operativos: el [B]BIM2 [/B]y la [B]APCA[/B]. Posteriormente, a medida que surgiera la necesidad, se agregarían fracciones de apoyo de combate y de servicios de apoyo de combate. · La operación debía ser incruenta y con un mínimo daño. Después de otros breves comentarios me despidió, insistiendo sobre el secreto de la operación como también sobre la necesidad de apurar al máximo el planeamiento en ciernes. Al salir de su oficina me dirigí directamente a la oficina del Jefe de Inteligencia del Comando, el CFIM Guillermo Botto quien se encontraba encerrado en la misma. Cuando me franqueó el paso, le pregunté si lo que me había ordenado el Almirante no era una chanza o algo parecido. Me contestó, con cara de cansado por falta de sueño, que no, (Mi tercera equivocación del día) que él ya hacía casi 20 días había sido impuesto de la operación y que dada la premura existente estaba trabajando, prácticamente en absoluta soledad, en reunir información, planos y mapas y todo aquel material que yo seguramente necesitaría para comenzar a determinar los diferentes modos de acción. Agregó que únicamente tenía como interlocutor al Jefe de Inteligencia del Comando de Operaciones Navales y que trabajaba de sol a sol y muchas veces de noche en su camarote, que prácticamente se había convertido en una sala de situación por la cantidad de mapas, planos y otras informaciones que colgaban de las paredes. Acordamos vernos al día siguiente para comenzar el trabajo operativo. [B]3.- Mis inquietudes y preocupaciones[/B] Cuando regresé al Batallón después de la reunión con el Almirante, me sentía con una mezcla de euforia y orgullo por haber sido designado para tan importante y trascendente misión. Sin embargo, con el paso del tiempo mi orgullo se mantenía pero la euforia iba dejando paso a una cada vez más pesada y fuerte preocupación. La preocupación consistía en la enorme responsabilidad que debía afrontar y la principal pregunta que venía permanentemente a mi mente era si el Batallón estaba en condiciones de adquirir en tan poco tiempo la capacidad de combate necesaria para afrontar ese desafío. Como expresé anteriormente, estábamos en pleno período de receso. Aún no se habían efectivizado los traslados anuales. En mi [B]EM [/B]no disponía de ninguno de los jefes del mismo y contaba únicamente con mi Ayudante. Tampoco se encontraba el Segundo Comandante quien estaba de licencia hasta los primeros días del mes de marzo. Lo mismo ocurría con algunos jefes de compañía y muchos de los suboficiales y cabos que debían integrar la dotación de la Unidad en ese año. Para peor, a la mayoría de los oficiales no los conocía, ni personalmente ni por referencias. Tampoco se había efectivizado el traslado del Comandante de Brigada que era mi comandante superior. Yo, como comandante, así como todo jefe, era directamente responsable de lo que iba a ejecutar mi Batallón y lo que podía pasar a mis hombres…y, obviamente lograr el éxito de la misión asignada. En otras palabras, el tema consistía en cómo lograr embarcarlos en la operación con el equipamiento y adiestramiento compatible con la misión asignada. La cuestión me reocupaba sobremanera y la analicé reiteradas veces. Aprecié, entre otros factores, que si en ese breve tiempo disponible forzábamos el adiestramiento un poco y focalizábamos el mismo exclusivamente en lo que íbamos a realizar, no habría mayores problemas. De todas maneras nada podía hacer al respecto hasta que se completaran los traslados anuales a fines de febrero. Pero mi preocupación y ansiedad fueron calmándose y disminuyendo progresivamente. En lo referente al alistamiento, como es característica de las Infanterías de Marina de todo el mundo el [B]BIM2 [/B]tenía un alto grado. A pesar de ello nuestra I.M. también tenía las limitaciones propias de nuestra idiosincrasia, nuestra burocracia y el hecho de haber estado por un tiempo muy prolongado en un estado de ausencia de guerra. No obstante, todas las unidades de I.M. tienen el equipo y el uniforme para operar en zona fría y un número determinado de días de abastecimientos en sus pañoles para operar sin mayor dilación ante una misión repentina o sorpresiva. Por otra parte, la casi totalidad de los cuadros han revistado en algún momento de su carrera en la zona austral, en unidades específicamente equipadas y adiestradas para operar en zona fría, monte austral y baja montaña. Con respecto a la tropa, la Armada ya hacía muchísimos años que incorporaba a los conscriptos cada dos meses. Es decir cinco incorporaciones de tandas de conscriptos al año. Consecuentemente, en las unidades de I.M. y en los buques había siempre cuatro tandas adiestradas (veteranas) y una recientemente incorporada. Esta última tanda se agregaba a las unidades después de pasar un período de dos meses por un Centro de Formación ([B]CIFIM[/B]) en donde se los adiestraba en los aspectos básicos de la vida militar y en donde se cumplían las condiciones de tiro. Es decir que cuando esta tanda llegaba a la unidad de destino definitivo, el conscripto ya venía con una formación militar básica y se lo incorporaba en las subunidades y fracciones mezclado con las tandas más veteranas. Este sistema permitía de por si un alto grado de alistamiento, en comparación con la incorporación anual masiva que se hacía antiguamente en la Armada. El personal de cuadros que me tocó en suerte para ese año, tanto oficiales como suboficiales, era en general de una capacitación profesional muy por sobre lo normal, como si yo los hubiera podido elegir personalmente. Muchos de ellos eran veteranos en la unidad y la gran mayoría con muchos años de destino en el sur. Pero el hecho que definitivamente me convenció de que el [B]BIM2 [/B]tenía la capacidad necesaria fue que el grueso del Batallón había participado el año anterior en las operaciones [B]UNITAS [/B]conjuntamente con infantes de marina norteamericanos en maniobras, ejercitaciones y un operativo anfibio (asalto anfibio) similar al que se estaba planificando. Concretamente, consideraba que la Unidad tenía el equipamiento adecuado y hasta ese momento un nivel aceptable de adiestramiento. Es ampliamente conocido que una unidad de combate debe funcionar como un equipo. El equipo se forma mediante el conocimiento mutuo de sus integrantes, la adecuación de las diferentes personalidades y mediante un intenso adiestramiento. Haciendo una burda comparación, tal como si fuese un equipo deportivo que desea salir ganador en las próximas competencias. Lo que fallaba totalmente era que aún no había tenido la oportunidad de adiestrar y conducir personalmente al Batallón. En otras palabras, poner mi propia impronta en las operaciones y formar el [I]equipo [/I]al cual me referí en el párrafo anterior. [SIZE=3]CONTINUARA[/SIZE] [/QUOTE]
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