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Area Militar General
Malvinas 1982
Personal Argentino en zona de combate
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<blockquote data-quote="nippur_1967" data-source="post: 2073505" data-attributes="member: 1952"><p>Todos quedamos inmóviles y sin reaccionar.</p><p></p><p>Para los que estábamos en la ceremonia fue una premonición de lo que iba a ser la guerra.</p><p></p><p>Fue tal el nerviosismo de los que izaban la bandera, que el general soltó la cuerda del mástil y por el propio peso y la acción del viento se desenhebró de la roldana.</p><p>No solo se había volado la bandera, sino que la cuerda estaba en el suelo.</p><p></p><p>Tomó la iniciativa el Teniente Coronel Seneldin y le ordenó a uno de sus hombres que se subiera al mástil y que enhebrara la cuerda en la roldana del mástil. Después de varios intentos al estilo marinero lo consiguió y se repitió la ceremonia. Ya no era lo mismo, no tenía la emoción de la primera vez.</p><p></p><p>Cuando nos desconcentramos y hablábamos de nuestras experiencias vividas, yo pensaba en que podíamos volver al aeropuerto.</p><p></p><p></p><p></p><p><strong>La estación de comunicaciones Cables & Wireless</strong></p><p></p><p>Al costado de la casa del Gobernador estaba la planta de comunicaciones de la Empresa Cables and Wireless. Cuando pasamos caminando vimos que había un soldado del ejército de guardia, quien no nos impidió la entrada al vernos de uniforme. Recorrí la planta, era un edificio sencillo, con grandes ventanales y que en su interior tenía un equipamiento muy similar al que poseía la Fuerza Aérea en las cabeceras de comunicaciones del Tránsito Aéreo.</p><p></p><p>Mientras íbamos caminando hacia la oficina de LADE, el Vicemodoro Alegría me pregunta si podía hacer funcionar la estación, le respondí que sí. Me volvió a recalcar y le insistí que sí, que me sentía capacitado. Tengo la certeza que el Vicemodoro me creyó, ya que me conocía de haber trabajado juntos en la IV Brigada Aérea.</p><p></p><p>Le insistí que estaba en condiciones de hacerla funcionar. Me pidió que vaya caminando a la estación y lo esperé en la puerta.</p><p></p><p>El Brigadier Castellano y el Vicecomodoro Alegría iban a la primera reunión conjunta que se realizaba en la Isla y entre los temas tratados surgió el de la estación de comunicaciones de la Isla.</p><p></p><p>El Ejército había desembarcado en la Isla con el apoyo de un Regimiento de comunicaciones con asiento en Bahía Blanca y su Jefe consideraba que el sistema instalado era muy moderno y complejo como para poderlo operar; por lo tanto, aconsejaba cerrarla.</p><p></p><p>Como habíamos conseguido un vehículo que nos iba a llevar de regreso al Aeropuerto junto con el Brigadier Castellano debimos esperar que finalice la reunión.</p><p></p><p>Finalizada la misma el Brigadier y el Vicecomodoro, con cinco o seis oficiales de las distintas armas fueron caminando hasta la estación de comunicaciones donde yo los estaba esperando con el suboficial que me había acompañado al acto.</p><p></p><p>El Brigadier me dio a entender con gestos que la estación la iba a operar la Fuerza Aérea, y que yo debía de rendir mi primer examen.</p><p></p><p>Antes que ellos llegarán, yo había entrado por segunda vez a la planta y la recorrí con mayor detenimiento las instalaciones, cada segundo que pasaba sabia que estaba capacitado para operarla sin ningún problema, conocía la tecnología y la operación de la planta.</p><p></p><p>Todos ingresamos a la planta, fui caminando con seguridad al puesto de operador principal y seguí la secuencia lógica para prender los equipos de esta potencia, coloqué las frecuencias que me habían dado en ese momento y que habían sido ordenadas desde Buenos Aires, seleccioné las antenas, y esperé que el sistema automático de adaptación de antena estuviera listo.</p><p></p><p></p><p><strong>Mayor Antonio González Iturbe</strong></p><p><em>Foto del libro La Pasión según Malvinas de Nicolás Kasanzew</em></p><p></p><p>Enfrente mío, había dos grupos, unos que necesitaban que yo triunfara y otros que apostaban a la derrota.</p><p></p><p>Los equipos necesitaban unos 3 minutos para estar operables, para muchos fue una eternidad.</p><p></p><p>Cuando por medio de luces el ciclo de puesta en servicio finalizó, con seguridad me coloque enfrente del micrófono y llame al Centro Internacional Buenos Aires.</p><p></p><p>Con muchísima alegría y en forma inmediata contestó Buenos Aires, la repuesta salió muy clara y fuerte en los parlantes.</p><p></p><p>Vi en muchos rostros una cara impresionante de asombro. Habíamos aprobado el examen, las comunicaciones internacionales y nacionales de la Islas nos pertenecían. Todos los que estábamos presentes estábamos emocionados.</p><p></p><p>Creo que una parte importante de este trabajo lo hicieron el Vicecomodoro Alegría que lo convenció al Brigadier que asumiera la responsabilidad de hacer la prueba y el Brigadier Castellano que jugo una apuesta fuerte en un oficial que no conocía.</p><p></p><p>Volvimos al Aeropuerto, las comunicaciones operativas funcionaban muy bien, la cantidad de gente que había ya era mucho mayor. Seguimos analizando como operar la estación de comunicaciones de la Isla. Decidimos que unos dos suboficiales me acompañaran y apoyarnos con el personal kelper de la empresa.</p><p></p><p>A partir de ese momento mi responsabilidad fue la de operar la Estación de comunicaciones, al principio con personal de Fuerza Aérea, luego se sumaron personal de la Empresa inglesa, los cuales solo realizaban trabajos administrativos.</p><p></p><p>Con el tiempo me di cuenta que las cuarenta y ocho horas que iba a durar la invasión era una utopía, ya comenzaban los rumores de que se enviaba un gobernador.</p><p></p><p></p><p></p><p><strong>Nuestro trabajo</strong></p><p></p><p>Nosotros por medio de esa estación nos podíamos comunicar con todo el mundo. El sistema funcionaba, desde la Isla hasta el continente utilizando frecuencias de HF, duplicadas y diferentes tanto para recibir como para transmitir.</p><p></p><p>Se recibían en la Estación receptora de ENTEL en Don Bosco y se transmitía por la Planta transmisora de Pacheco. Desde ambas plantas se comunicaban con microondas al Centro internacional Buenos Aires, que por medio de la red nacional o por satélite nos comunicaba con el mundo.</p><p></p><p></p><p></p><p>La estación comenzó a funcionar en forma inmediata, se autorizó a hablar por teléfono al personal militar de todas las jerarquías, a medida que pasaba el tiempo era mayor la cantidad de personas que hablaban. Los kelper tuvieron restricciones para hacer uso del sistema.</p><p></p><p>Para colaborar con nosotros y para cumplir compromisos internacionales de comunicaciones antárticas unos días después se destacaron cuatro especialistas civiles de comunicaciones del correo argentino.</p><p></p><p>Dos de ellos (Lares y Pietra) habilitaron la estación costera que presta apoyo a los buques de ultramar en el sur y dos (Vitaliano y Pugliese) se encargaron de la planta transmisora y en poner en funcionamiento el TOR ARQ ( sistema que permitía enviar telegramas vía HF) con la República Argentina.</p><p></p><p><span style="color: rgb(255, 0, 0)">La Fuerza Aérea designo dos empleados civiles de inteligencia (Dodorico y el Pirincho Freyre). También fue muy importante la colaboración de tres soldados del Ejército argentino que tuvimos a nuestro mando.</span></p><p></p><p>Cuando se hizo cargo el Gobernador de la Isla, la estación de comunicaciones comenzó a depender del Coronel Machinandiarena quien cumplía la función de Secretario de Comunicaciones del gobierno de las Islas Malvinas.</p><p></p><p></p><p></p><p>Durante todos los días hasta la rendición la estación cumplió en forma silenciosa una extraordinaria labor, gracias a todo el personal que trabajo en la isla y a la de las operadoras del centro internacional Buenos Aires, que era de la Empresa Nacional de Telecomunicaciones.</p><p></p><p>En la mayoría de los libros que se escribieron sobre la batalla de Malvinas, nuestro selecto y reducido grupo siempre tuvo un párrafo donde se resaltó el trabajo realizado.</p><p></p><p>Uno de los personajes discutidos que usaba nuestra estación para hablar con los medios fue el Padre Fernández, un capellán del Ejército que por medio de las radios de todo el mundo quiso mandar tranquilidad a los parientes de los soldados. En un principio fue visto muy bien, pero luego que se fue complicando la situación bélica su aparición fue más esporádica, debido a que sus informaciones eran aprovechadas por los servicios de Inteligencia Británicos.</p><p></p><p>Tuvo la oportunidad de hablar por medio de nuestra estación con las radios más lejanas y raras del mundo, inclusive hablo con la BBC de Londres.</p><p></p><p><span style="color: #ff0000"></span></p><p><span style="color: #ff0000">Soldados Gustavo Masini, Carlos Maceira y Otulich.</span></p><p></p><p>Entre las anécdotas mas interesantes está la de la escucha en forma diaria de las comunicaciones entre los aviones de reconocimiento de la Fuerza Aérea Argentina sobre el Atlántico, próximo a Ascensión y de los comentarios con el personal que venia a hablar por teléfono. Lo que ellos observaban a pocos les interesaba, nadie nos creía cual era la dimensión de la flota.</p><p></p><p>Mientras tanto seguíamos vendiendo por medio del Correo televisores en cuotas con normas Pal N para poder ver el programa emitido por el primer canal de TV instalado con un equipo donado por un pueblo de Misiones. Unos ingenieros realizaban estudio de cómo ampliar la costanera y otro grupo analizaba donde se iba a instalar el barrio con las 200 casas para funcionarios argentinos que se iban a construir.</p><p></p><p>Había un sector que vivía un mundo irreal, se demoraban en descargar los barcos por que se los usaba como alojamiento, no existía restricción de combustible, muchos estaban convencidos que la guerra nunca iba a comenzar.</p><p></p><p><strong>Comienza la Batalla</strong></p><p></p><p>El bombardeo del 1 de mayo, fue el primer síntoma importante de alerta que cambió radicalmente la manera de pensar. Se habían perdidos varios días viviendo una realidad ficticia.</p><p></p><p>Teníamos también un fuerte indicio de que la invasión estaba en marcha. Una de nuestras funciones era la de reenviar los air letters al personal de la Antártida de las distintas bases extranjeras. Recibíamos los textos y los retrasmitíamos por nuestro sistema de telex. En los textos de las cartas veíamos que los “primos estaban por visitarnos “, “mi primo ya se embarco”, “ tu primo llega dentro de unos días y me trae regalos”, etc.</p><p></p><p></p><p></p><p>Por medio de este circuito conocimos al instante la rendición de Gritvikuen, y cuando fui a dar la novedad al Estado Mayor, el personal de la Armada reaccionó y me amenazó con hacerme un Consejo de Guerra por emitir falsos testimonios. Se me informó oficialmente que los Lagartos eran una tropa de elite y que poseían un arma secreta que era el Mambo, lo que los hacia invencibles. Le ordenaron al Vicecomodoro Miari realizarme un Consejo de Guerra.</p></blockquote><p></p>
[QUOTE="nippur_1967, post: 2073505, member: 1952"] Todos quedamos inmóviles y sin reaccionar. Para los que estábamos en la ceremonia fue una premonición de lo que iba a ser la guerra. Fue tal el nerviosismo de los que izaban la bandera, que el general soltó la cuerda del mástil y por el propio peso y la acción del viento se desenhebró de la roldana. No solo se había volado la bandera, sino que la cuerda estaba en el suelo. Tomó la iniciativa el Teniente Coronel Seneldin y le ordenó a uno de sus hombres que se subiera al mástil y que enhebrara la cuerda en la roldana del mástil. Después de varios intentos al estilo marinero lo consiguió y se repitió la ceremonia. Ya no era lo mismo, no tenía la emoción de la primera vez. Cuando nos desconcentramos y hablábamos de nuestras experiencias vividas, yo pensaba en que podíamos volver al aeropuerto. [B]La estación de comunicaciones Cables & Wireless[/B] Al costado de la casa del Gobernador estaba la planta de comunicaciones de la Empresa Cables and Wireless. Cuando pasamos caminando vimos que había un soldado del ejército de guardia, quien no nos impidió la entrada al vernos de uniforme. Recorrí la planta, era un edificio sencillo, con grandes ventanales y que en su interior tenía un equipamiento muy similar al que poseía la Fuerza Aérea en las cabeceras de comunicaciones del Tránsito Aéreo. Mientras íbamos caminando hacia la oficina de LADE, el Vicemodoro Alegría me pregunta si podía hacer funcionar la estación, le respondí que sí. Me volvió a recalcar y le insistí que sí, que me sentía capacitado. Tengo la certeza que el Vicemodoro me creyó, ya que me conocía de haber trabajado juntos en la IV Brigada Aérea. Le insistí que estaba en condiciones de hacerla funcionar. Me pidió que vaya caminando a la estación y lo esperé en la puerta. El Brigadier Castellano y el Vicecomodoro Alegría iban a la primera reunión conjunta que se realizaba en la Isla y entre los temas tratados surgió el de la estación de comunicaciones de la Isla. El Ejército había desembarcado en la Isla con el apoyo de un Regimiento de comunicaciones con asiento en Bahía Blanca y su Jefe consideraba que el sistema instalado era muy moderno y complejo como para poderlo operar; por lo tanto, aconsejaba cerrarla. Como habíamos conseguido un vehículo que nos iba a llevar de regreso al Aeropuerto junto con el Brigadier Castellano debimos esperar que finalice la reunión. Finalizada la misma el Brigadier y el Vicecomodoro, con cinco o seis oficiales de las distintas armas fueron caminando hasta la estación de comunicaciones donde yo los estaba esperando con el suboficial que me había acompañado al acto. El Brigadier me dio a entender con gestos que la estación la iba a operar la Fuerza Aérea, y que yo debía de rendir mi primer examen. Antes que ellos llegarán, yo había entrado por segunda vez a la planta y la recorrí con mayor detenimiento las instalaciones, cada segundo que pasaba sabia que estaba capacitado para operarla sin ningún problema, conocía la tecnología y la operación de la planta. Todos ingresamos a la planta, fui caminando con seguridad al puesto de operador principal y seguí la secuencia lógica para prender los equipos de esta potencia, coloqué las frecuencias que me habían dado en ese momento y que habían sido ordenadas desde Buenos Aires, seleccioné las antenas, y esperé que el sistema automático de adaptación de antena estuviera listo. [B]Mayor Antonio González Iturbe[/B] [I]Foto del libro La Pasión según Malvinas de Nicolás Kasanzew[/I] Enfrente mío, había dos grupos, unos que necesitaban que yo triunfara y otros que apostaban a la derrota. Los equipos necesitaban unos 3 minutos para estar operables, para muchos fue una eternidad. Cuando por medio de luces el ciclo de puesta en servicio finalizó, con seguridad me coloque enfrente del micrófono y llame al Centro Internacional Buenos Aires. Con muchísima alegría y en forma inmediata contestó Buenos Aires, la repuesta salió muy clara y fuerte en los parlantes. Vi en muchos rostros una cara impresionante de asombro. Habíamos aprobado el examen, las comunicaciones internacionales y nacionales de la Islas nos pertenecían. Todos los que estábamos presentes estábamos emocionados. Creo que una parte importante de este trabajo lo hicieron el Vicecomodoro Alegría que lo convenció al Brigadier que asumiera la responsabilidad de hacer la prueba y el Brigadier Castellano que jugo una apuesta fuerte en un oficial que no conocía. Volvimos al Aeropuerto, las comunicaciones operativas funcionaban muy bien, la cantidad de gente que había ya era mucho mayor. Seguimos analizando como operar la estación de comunicaciones de la Isla. Decidimos que unos dos suboficiales me acompañaran y apoyarnos con el personal kelper de la empresa. A partir de ese momento mi responsabilidad fue la de operar la Estación de comunicaciones, al principio con personal de Fuerza Aérea, luego se sumaron personal de la Empresa inglesa, los cuales solo realizaban trabajos administrativos. Con el tiempo me di cuenta que las cuarenta y ocho horas que iba a durar la invasión era una utopía, ya comenzaban los rumores de que se enviaba un gobernador. [B]Nuestro trabajo[/B] Nosotros por medio de esa estación nos podíamos comunicar con todo el mundo. El sistema funcionaba, desde la Isla hasta el continente utilizando frecuencias de HF, duplicadas y diferentes tanto para recibir como para transmitir. Se recibían en la Estación receptora de ENTEL en Don Bosco y se transmitía por la Planta transmisora de Pacheco. Desde ambas plantas se comunicaban con microondas al Centro internacional Buenos Aires, que por medio de la red nacional o por satélite nos comunicaba con el mundo. La estación comenzó a funcionar en forma inmediata, se autorizó a hablar por teléfono al personal militar de todas las jerarquías, a medida que pasaba el tiempo era mayor la cantidad de personas que hablaban. Los kelper tuvieron restricciones para hacer uso del sistema. Para colaborar con nosotros y para cumplir compromisos internacionales de comunicaciones antárticas unos días después se destacaron cuatro especialistas civiles de comunicaciones del correo argentino. Dos de ellos (Lares y Pietra) habilitaron la estación costera que presta apoyo a los buques de ultramar en el sur y dos (Vitaliano y Pugliese) se encargaron de la planta transmisora y en poner en funcionamiento el TOR ARQ ( sistema que permitía enviar telegramas vía HF) con la República Argentina. [COLOR=rgb(255, 0, 0)]La Fuerza Aérea designo dos empleados civiles de inteligencia (Dodorico y el Pirincho Freyre). También fue muy importante la colaboración de tres soldados del Ejército argentino que tuvimos a nuestro mando.[/COLOR] Cuando se hizo cargo el Gobernador de la Isla, la estación de comunicaciones comenzó a depender del Coronel Machinandiarena quien cumplía la función de Secretario de Comunicaciones del gobierno de las Islas Malvinas. Durante todos los días hasta la rendición la estación cumplió en forma silenciosa una extraordinaria labor, gracias a todo el personal que trabajo en la isla y a la de las operadoras del centro internacional Buenos Aires, que era de la Empresa Nacional de Telecomunicaciones. En la mayoría de los libros que se escribieron sobre la batalla de Malvinas, nuestro selecto y reducido grupo siempre tuvo un párrafo donde se resaltó el trabajo realizado. Uno de los personajes discutidos que usaba nuestra estación para hablar con los medios fue el Padre Fernández, un capellán del Ejército que por medio de las radios de todo el mundo quiso mandar tranquilidad a los parientes de los soldados. En un principio fue visto muy bien, pero luego que se fue complicando la situación bélica su aparición fue más esporádica, debido a que sus informaciones eran aprovechadas por los servicios de Inteligencia Británicos. Tuvo la oportunidad de hablar por medio de nuestra estación con las radios más lejanas y raras del mundo, inclusive hablo con la BBC de Londres. [COLOR=#ff0000] Soldados Gustavo Masini, Carlos Maceira y Otulich.[/COLOR] Entre las anécdotas mas interesantes está la de la escucha en forma diaria de las comunicaciones entre los aviones de reconocimiento de la Fuerza Aérea Argentina sobre el Atlántico, próximo a Ascensión y de los comentarios con el personal que venia a hablar por teléfono. Lo que ellos observaban a pocos les interesaba, nadie nos creía cual era la dimensión de la flota. Mientras tanto seguíamos vendiendo por medio del Correo televisores en cuotas con normas Pal N para poder ver el programa emitido por el primer canal de TV instalado con un equipo donado por un pueblo de Misiones. Unos ingenieros realizaban estudio de cómo ampliar la costanera y otro grupo analizaba donde se iba a instalar el barrio con las 200 casas para funcionarios argentinos que se iban a construir. Había un sector que vivía un mundo irreal, se demoraban en descargar los barcos por que se los usaba como alojamiento, no existía restricción de combustible, muchos estaban convencidos que la guerra nunca iba a comenzar. [B]Comienza la Batalla[/B] El bombardeo del 1 de mayo, fue el primer síntoma importante de alerta que cambió radicalmente la manera de pensar. Se habían perdidos varios días viviendo una realidad ficticia. Teníamos también un fuerte indicio de que la invasión estaba en marcha. Una de nuestras funciones era la de reenviar los air letters al personal de la Antártida de las distintas bases extranjeras. Recibíamos los textos y los retrasmitíamos por nuestro sistema de telex. En los textos de las cartas veíamos que los “primos estaban por visitarnos “, “mi primo ya se embarco”, “ tu primo llega dentro de unos días y me trae regalos”, etc. Por medio de este circuito conocimos al instante la rendición de Gritvikuen, y cuando fui a dar la novedad al Estado Mayor, el personal de la Armada reaccionó y me amenazó con hacerme un Consejo de Guerra por emitir falsos testimonios. Se me informó oficialmente que los Lagartos eran una tropa de elite y que poseían un arma secreta que era el Mambo, lo que los hacia invencibles. Le ordenaron al Vicecomodoro Miari realizarme un Consejo de Guerra. [/QUOTE]
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Guerra desarrollada entre Argentina y el Reino Unido en 1982
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