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Area Militar General
Malvinas 1982
Personal Argentino en zona de combate
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<blockquote data-quote="nippur_1967" data-source="post: 2425028" data-attributes="member: 1952"><p>La batalla de Monte Longdon tuvo lugar durante la Guerra de Malvinas, entre las fuerzas británicas y argentinas. Aconteció entre la noche del 11 de junio de 1982 y la madrugada del 12. En este enfrentamiento resultaron vencedoras las tropas británicas.</p><p></p><p> Dentro de todo el conflicto, esta batalla es considerada como la más importante, porque desde lo estratégico esta plaza era una posición clave en torno a la guarnición argentina de Puerto Argentino.</p><p></p><p> Veterano de guerra, el pinamarense <strong><span style="color: rgb(184, 49, 47)">Ricardo Castro </span></strong>participó de esta batalla y a nuestro requerimiento se refirió a la figura de <strong><span style="color: rgb(184, 49, 47)">Donato Manuel Gramisci</span></strong>, protagonista de uno de los tantos actos de heroicidad de nuestros soldados.</p><p></p><p>“Empiezo el servicio militar y Donato Manuel Gramisci, de Villa Corina, también, ya que en el regimiento mío, los que quedamos éramos todos de la zona sur. Le llegamos a decir ‘Polaco’, porque era rubio, o ‘Corina’, por el lugar donde vivía. Pero a la mitad del servicio militar, comenzó a quedar presa toda la compañía porque Gramisci no volvía, desertaba, entonces había dos o tres que lo iban a buscar, lo traían y ahí volvíamos a salir nuevamente de franco”, relata.</p><p></p><p> Un poco antes de viajar a Malvinas, habitualmente a las 6 de la tarde los soldados podían irse a su casa, como si se tratara de un trabajo común, ya que ingresaban al cuartel a las 7 de la mañana. El Ejército empezaba a tener problemas presupuestarios y era preferible dejar ir a los conscriptos a su casa, ya que no había medios para darles de cenar.</p><p></p><p>“Donato empezaba a desertar y nosotros, a quedar presos. Entonces, llegó un momento donde nos explicó que tenía un problema familiar: era hijo de una mujer viuda y tenía una hermana separada; era sostén de familia y tenía que trabajar, y por eso dejaba de venir y desertaba. Días antes del 2 de abril, él se presentó cuando se convoca a los que estaban de baja, precisamente para ir a Malvinas. Él sabía que, al presentarse e ir a ese movimiento, a lo mejor cuando volvía iba a solucionar el problema de sus ausencias y demás. De nuestra compañía nos dividen a nosotros, tenía alrededor de 160-180 soldados, y a Malvinas solamente llevan 80 para la parte logística; esa parte iba a estar en Moody Brock, entre Puerto Argentino y Monte Longdon, que sería el punto más lejano del regimiento. Era el lugar donde iba a estar el abastecimiento de las armas y la comida. Como toman 80 soldados, los restantes los entran a dividir en las otras compañías de infantería. Entonces, a Gramisci le toca ir a la B, a Monte Longdon, y mí me toca la compañía de infantería C. Nuestro regimiento constaba de cuatro compañías de infantería y una de abastecimiento. Nuestra misión en Malvinas fue llegar el 14 de abril, por lo que ya el 15 tomamos posiciones, cada uno en el lugar donde le tocó”, describe minuciosamente.</p><p></p><p> Ricardo Castro continúa con su narración. Tiene cada detalle vívido y su relato no tiene ninguna vacilación, como si esta historia la hubiera contado mil veces y no necesitara dudar para buscar un dato preciso. Lo cierto es que su compañero queda en una zona intermedia, en un radio de 200 metros.</p><p></p><p>“El 11 de junio a la noche es cuando nosotros tenemos el bautismo de fuego. En ese mes oscurece temprano y las noches son largas. A la tarde comenzaban las guardias. Gramisci estaba en un pozo con <span style="color: rgb(184, 49, 47)"><strong>Sergio Delgado</strong></span>, quien actualmente vive en Mar del Plata. Lo que yo te cuento es lo que me enteré después por el comentario que efectúa Delgado, que es quien luego cuenta cómo ocurre el desenlace. Ese día a las 6 de la tarde ya estaba oscuro. Empezaron las guardias y el resto de los soldados intentó descansar aunque sabíamos que eran momentos decisivos, que tarde o temprano íbamos a estar en contacto con los ingleses, por lo que veíamos en los días anteriores. En ese monte, en la parte alta, había un radar que detectaba a las personas y no se podía dejar constantemente en funcionamiento porque a su vez era detectado por los radares ingleses. El radar se prendía, tomaba un registro; se veían manchas a 200 ó 300 metros. En cada pantallazo se iban aproximando al monte pero, como había rebaños de ovejas, se creía que podían ser animales. Después, cuentan los propios ingleses, una patrulla de ellos que estaba haciendo la trepada para tomar el Monte London da como resultado que un cabo que pisa una mina sea el detonante que marca el inicio del enfrentamiento. Para todo esto, venía un grupo del regimiento 3 de paracaidistas de los ingleses, que estaba conformado por unos 800 soldados, contra 200 que estaban apostados en el Monte Longdon. Empieza el combate a la noche. Los ingleses avanzan; llegan a quedar mezclados dentro de las líneas argentinas”, reseña.</p><p></p><p> En la noche cerrada, Gramisci escucha gritos de auxilio, de dolor, el estallido de las bombas, hasta que empieza a percibir que los ingleses están haciendo prisioneros y pasan por delante de su pozo ignorando la presencia de ambos, él y su compañero Delgado.</p><p></p><p>“A este no le funcionaba el fusil. Los dos soldados se quedan quietos sin saber qué hacer porque ven pasar a sus compañeros pasar con las manos en la nuca”, agrega. Desde la oscuridad un compañero le dice: “Polaco, salí porque está todo tomado”. Ellos escuchan que hay ingleses hablando sobre la posición. Entonces, no sabían si salir o no; no sabían si salir a disparar porque estaban rodeados, hasta que en un momento parece que uno de ellos se da cuenta de que estaban sobre la posición y arroja una granada dentro, y Delgado, que se da vuelta, recibe el mayor impacto en sus piernas. El techo del pozo hecho con lona de carpa, pasto y madera, se les cae encima. La explosión misma hace agujeros en la lona. Era una noche clara, de luna llena; entraban rayos de luz sobre el pozo. Para todo esto, cuenta Delgado, quedaron aturdidos, perdieron la noción del tiempo y se quedaron quietos. En este caso él, que estaba más lastimado, empieza a decirle a Gramisci que salgan, pero deciden no hacerlo. Ya empieza a amanecer y ellos todavía seguían quietos ahí hasta que ve que parece que alguien se da cuenta de que había movimiento ahí adentro y vienen dos soldados ingleses con los fusiles con bayonetas y empiezan a clavar sobre la lona y a medida que entraba la luz por los orificios los bayonetazos arreciaban, hasta que uno de esos pinchazos le da a Gramisci, quien empieza a gritar de dolor y muere.</p><p></p><p> La situación se produce por la obstinada negativa de Donato Manuel Gramisci a abandonar su compañero. Delgado subsiste, luego de que un soldado inglés notara que en el estado que estaba no entrañaba peligro alguno.</p><p></p><p> Los restos de Gramisci fueron identificados a partir de un trabajo iniciado en diciembre pasado y visitados por sus familiares esta semana que termina.</p></blockquote><p></p>
[QUOTE="nippur_1967, post: 2425028, member: 1952"] La batalla de Monte Longdon tuvo lugar durante la Guerra de Malvinas, entre las fuerzas británicas y argentinas. Aconteció entre la noche del 11 de junio de 1982 y la madrugada del 12. En este enfrentamiento resultaron vencedoras las tropas británicas. Dentro de todo el conflicto, esta batalla es considerada como la más importante, porque desde lo estratégico esta plaza era una posición clave en torno a la guarnición argentina de Puerto Argentino. Veterano de guerra, el pinamarense [B][COLOR=rgb(184, 49, 47)]Ricardo Castro [/COLOR][/B]participó de esta batalla y a nuestro requerimiento se refirió a la figura de [B][COLOR=rgb(184, 49, 47)]Donato Manuel Gramisci[/COLOR][/B], protagonista de uno de los tantos actos de heroicidad de nuestros soldados. “Empiezo el servicio militar y Donato Manuel Gramisci, de Villa Corina, también, ya que en el regimiento mío, los que quedamos éramos todos de la zona sur. Le llegamos a decir ‘Polaco’, porque era rubio, o ‘Corina’, por el lugar donde vivía. Pero a la mitad del servicio militar, comenzó a quedar presa toda la compañía porque Gramisci no volvía, desertaba, entonces había dos o tres que lo iban a buscar, lo traían y ahí volvíamos a salir nuevamente de franco”, relata. Un poco antes de viajar a Malvinas, habitualmente a las 6 de la tarde los soldados podían irse a su casa, como si se tratara de un trabajo común, ya que ingresaban al cuartel a las 7 de la mañana. El Ejército empezaba a tener problemas presupuestarios y era preferible dejar ir a los conscriptos a su casa, ya que no había medios para darles de cenar. “Donato empezaba a desertar y nosotros, a quedar presos. Entonces, llegó un momento donde nos explicó que tenía un problema familiar: era hijo de una mujer viuda y tenía una hermana separada; era sostén de familia y tenía que trabajar, y por eso dejaba de venir y desertaba. Días antes del 2 de abril, él se presentó cuando se convoca a los que estaban de baja, precisamente para ir a Malvinas. Él sabía que, al presentarse e ir a ese movimiento, a lo mejor cuando volvía iba a solucionar el problema de sus ausencias y demás. De nuestra compañía nos dividen a nosotros, tenía alrededor de 160-180 soldados, y a Malvinas solamente llevan 80 para la parte logística; esa parte iba a estar en Moody Brock, entre Puerto Argentino y Monte Longdon, que sería el punto más lejano del regimiento. Era el lugar donde iba a estar el abastecimiento de las armas y la comida. Como toman 80 soldados, los restantes los entran a dividir en las otras compañías de infantería. Entonces, a Gramisci le toca ir a la B, a Monte Longdon, y mí me toca la compañía de infantería C. Nuestro regimiento constaba de cuatro compañías de infantería y una de abastecimiento. Nuestra misión en Malvinas fue llegar el 14 de abril, por lo que ya el 15 tomamos posiciones, cada uno en el lugar donde le tocó”, describe minuciosamente. Ricardo Castro continúa con su narración. Tiene cada detalle vívido y su relato no tiene ninguna vacilación, como si esta historia la hubiera contado mil veces y no necesitara dudar para buscar un dato preciso. Lo cierto es que su compañero queda en una zona intermedia, en un radio de 200 metros. “El 11 de junio a la noche es cuando nosotros tenemos el bautismo de fuego. En ese mes oscurece temprano y las noches son largas. A la tarde comenzaban las guardias. Gramisci estaba en un pozo con [COLOR=rgb(184, 49, 47)][B]Sergio Delgado[/B][/COLOR], quien actualmente vive en Mar del Plata. Lo que yo te cuento es lo que me enteré después por el comentario que efectúa Delgado, que es quien luego cuenta cómo ocurre el desenlace. Ese día a las 6 de la tarde ya estaba oscuro. Empezaron las guardias y el resto de los soldados intentó descansar aunque sabíamos que eran momentos decisivos, que tarde o temprano íbamos a estar en contacto con los ingleses, por lo que veíamos en los días anteriores. En ese monte, en la parte alta, había un radar que detectaba a las personas y no se podía dejar constantemente en funcionamiento porque a su vez era detectado por los radares ingleses. El radar se prendía, tomaba un registro; se veían manchas a 200 ó 300 metros. En cada pantallazo se iban aproximando al monte pero, como había rebaños de ovejas, se creía que podían ser animales. Después, cuentan los propios ingleses, una patrulla de ellos que estaba haciendo la trepada para tomar el Monte London da como resultado que un cabo que pisa una mina sea el detonante que marca el inicio del enfrentamiento. Para todo esto, venía un grupo del regimiento 3 de paracaidistas de los ingleses, que estaba conformado por unos 800 soldados, contra 200 que estaban apostados en el Monte Longdon. Empieza el combate a la noche. Los ingleses avanzan; llegan a quedar mezclados dentro de las líneas argentinas”, reseña. En la noche cerrada, Gramisci escucha gritos de auxilio, de dolor, el estallido de las bombas, hasta que empieza a percibir que los ingleses están haciendo prisioneros y pasan por delante de su pozo ignorando la presencia de ambos, él y su compañero Delgado. “A este no le funcionaba el fusil. Los dos soldados se quedan quietos sin saber qué hacer porque ven pasar a sus compañeros pasar con las manos en la nuca”, agrega. Desde la oscuridad un compañero le dice: “Polaco, salí porque está todo tomado”. Ellos escuchan que hay ingleses hablando sobre la posición. Entonces, no sabían si salir o no; no sabían si salir a disparar porque estaban rodeados, hasta que en un momento parece que uno de ellos se da cuenta de que estaban sobre la posición y arroja una granada dentro, y Delgado, que se da vuelta, recibe el mayor impacto en sus piernas. El techo del pozo hecho con lona de carpa, pasto y madera, se les cae encima. La explosión misma hace agujeros en la lona. Era una noche clara, de luna llena; entraban rayos de luz sobre el pozo. Para todo esto, cuenta Delgado, quedaron aturdidos, perdieron la noción del tiempo y se quedaron quietos. En este caso él, que estaba más lastimado, empieza a decirle a Gramisci que salgan, pero deciden no hacerlo. Ya empieza a amanecer y ellos todavía seguían quietos ahí hasta que ve que parece que alguien se da cuenta de que había movimiento ahí adentro y vienen dos soldados ingleses con los fusiles con bayonetas y empiezan a clavar sobre la lona y a medida que entraba la luz por los orificios los bayonetazos arreciaban, hasta que uno de esos pinchazos le da a Gramisci, quien empieza a gritar de dolor y muere. La situación se produce por la obstinada negativa de Donato Manuel Gramisci a abandonar su compañero. Delgado subsiste, luego de que un soldado inglés notara que en el estado que estaba no entrañaba peligro alguno. Los restos de Gramisci fueron identificados a partir de un trabajo iniciado en diciembre pasado y visitados por sus familiares esta semana que termina. [/QUOTE]
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