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Area Militar General
Malvinas 1982
Personal Argentino en zona de combate
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<blockquote data-quote="nippur_1967" data-source="post: 2734127" data-attributes="member: 1952"><p><span style="font-size: 26px"><strong>Miguel Fonseca y su recuerdo de la guerra</strong></span></p><p></p><p></p><p></p><p><strong>Miguel Fonseca</strong> fue hasta hace un tiempo el <strong>presidente de la Asociación Santiagueña de Triatlón y Duatlón (Astyd)</strong>. Fue siempre un competidor nato, como también un hábil dirigente. No es santiagueño, pero está radicado en nuestra provincia desde hace muchos años y es <strong>uno de los tantos héroes que tuvo la guerra de Malvinas.</strong></p><p>Si bien ya pasó el 2 de abril, fecha en la que se conmemora el <strong>Día del Veterano y de los Caídos en la Guerra</strong>, la ocasión de charlar con Miguel Fonseca fue propicia para que nos contara sus vivencias.</p><p>Costó un poco ubicarlo, pero una vez que lo hicimos, nuestro entrevistado <strong>dijo que desde hace mucho tiempo deseaba tener la oportunidad de contar lo vivido en las islas.</strong></p><p></p><p><strong>– Tenemos entendido que llegó a las islas Malvinas el primer día y que tenía un rango alto dentro de su grupo. ¿Con qué panorama se encontró al llegar?, ¿era consciente de que iba a una guerra?; ¿qué se les decía a ustedes, que viajaron a las islas?</strong></p><p>– Yo soy suboficial mayor retirado, pero aquel entonces era cabo principal de la Fuerza Aérea Argentina. Integraba un grupo especial de comando, con asiento en la Séptima Brigada Aérea de Morón. Nuestra actividad era ser especialistas en el combate. El grupo estaba integrado por personal de cuadro, o sea oficiales y subOficiales. En nuestro grupo no había soldados. Treinta días antes, aproximadamente el 30 de marzo, comenzamos con un plan de entrenamiento sobre mesa de arena y práctica en el terreno del desembarco de un avión. Todo era manejado con el título de que era un ejercicio. La hicimos un millón de veces y soñamos con esa operación. Pero para nosotros era solo una práctica; porque teóricamente íbamos a hacer un ejercicio en Río Gallegos. El 31 de marzo de 1982, a los 5 de la tarde, nos informan que no era un ejercicio, que era algo real y que se trataba de la toma de las Malvinas. Nuestra reacción fue instantánea, nos abrazamos como si estuviésemos en un cumpleaños. Estábamos felices por saber que íbamos a tomar las islas. Y así sucedió. El 2, a la hora 0, salimos desde Palomar. Éramos un grupo reducido de 24 hombres, perfectamente armados y cada uno tenía su función. Uno era tirador, el otro abastecedor, el otro artillero y así. En Comodoro Rivadavia acomodamos todo. Luego nos subimos al Hércules y nos llevaron a las Malvinas. Llegamos a las 8.30 y luego de un primer intento de aterrizaje, lo hicimos en el segundo. Desembarcamos, como lo hicimos en la práctica, y tomamos nuestras posiciones. No tuvimos resistencia. Había solo dos militares que se rindieron en el aeropuerto. Y había otra persona más en el faro.</p><p><strong>– ¿Cómo era el día a día, teniendo en cuenta que hubo jornadas de combates y otras (las primeras) en las que no lo hubo, en el marco de un terreno inhóspito?</strong></p><p>– Las tareas que nosotros desarrollamos en abril fueron múltiples. Ayudamos a la gente a preparar trincheras, pozos de zorro, alternativas, bolsas de arena, los equipos y colaborar con la instrucción. No había conciencia de guerra. Todo cambió a partir del 1 de mayo. Nuestro jefe nos informó que era inminente el ataque inglés, pero no se podía decir a qué hora. Las fragatas estaban a 7 millas de la costa, a tiro de cañón. Nos hicieron evacuar el hangar en el que estábamos y nos hicieron colocar en nuestras posiciones de combate. Yo me ofrecí como voluntario para quedar en el hangar, a cuidar todas las provisiones que teníamos. A las seis de la mañana fuimos sorprendidos por una tremenda explosión. Se derrumbó todo el techo del hangar y fue todo un desastre. Cuando reaccionamos, nos fuimos afuera. El objetivo de los ingleses era el aeropuerto. La bomba había explotado a 8 metros nuestro. Dios fue grande, en ese momento, y no quiso llevarnos. Afuera estaba todo destruido. Ese fue nuestro bautismo de fuego. Tuvimos, durante todo ese día, bombardeo aéreo. Estábamos en las trincheras o en pozos.</p><p><strong>– Dicen que padecieron mucho el frío, ¿de qué temperatura hablamos? y también el hambre ¿cada cuántas horas comían? ¿Estaban abrigados, con la ropa adecuada?</strong></p><p>– Era un terreno barroso, frío, muy frío, viento y llovizna permanente. El viento era muy frío también. Las temperaturas descendían a bajo cero. Era muy complicado porque estábamos húmedos casi siempre. Ese fue uno de nuestros grandes enemigos. Nos arropábamos como podíamos. El equipamiento era acorde al frío, no así a la humedad. Y el racionamiento, te hablo de la Fuerza Aérea, teníamos lo suficiente. Había un suboficial que nos llevaba todos los días la comida, hasta que se complicó entrar al aeropuerto. Hubo días en los que tuvimos que aguantarnos. Otras fuerzas sí sé que pasaron hambre.</p><p><strong>– Muchos excombatientes contaron que hubo diferentes líneas de combate, ¿en cuál de ellas estuvo y es verdad que las armas con las que fueron nuestros soldados eran obsoletas, o esto último es solo un mito?</strong></p><p>– Nuestra línea de combate tenía diferentes funciones y actividades. Todas eran operaciones planeadas, como la de seguimiento, infiltración en las líneas enemigas, armamentos y todo lo que se pudiera tomar en cuenta. Se trabajaba en conjunto. Con respecto al armamento, teníamos todo lo que era apto para el combate. <span style="color: rgb(184, 49, 47)"><span style="font-size: 22px">Yo cumplí con la función de francotirador</span>.</span> Nosotros sí estábamos bien armados. Sé que en el interior de las Islas, el armamento no era el óptimo.</p><p><strong>– ¿Qué momento era el más complicado, el día o la noche?</strong></p><p>– El riesgo de ataque en el aeropuerto era algo permanente. Los videos que mostró el periodista Nicolás Kasanzeu eran de ataques permanentes. En el día, los ataques aéreos. Y a la noche, el ataque naval. Recuerdo pocas noches en las que pudimos pegar un ojo.</p><p><strong>– A usted le tocó regresar, pero a muchos otros no, ¿vio morir a un compañero, amigo o integrante de un mismo grupo de combate?</strong></p><p>– Nosotros tuvimos una baja. El 29 de mayo, el bombardeo naval empezó muy temprano sobre el aeropuerto e hicieron barrido de zona. Sentíamos el detonar en altamar y escuchábamos el silbido de los disparos. Llegó un momento que el barrido estaba muy cerca. Salimos y nos fuimos a un lugar más seguro. Ese día, un bombardeo alcanzó a Castañares, que fue la baja de nuestro grupo. Ese día, todos los que estábamos ahí fuimos heridos.</p><p><strong>– ¿Cómo fue pasar tantas horas o días metido en una trinchera?</strong></p><p>– Estar en una trinchera era estar en un lugar incómodo, con una humedad permanente. El sol salía un rato y luego era estar todo el día ahí. El ser humano es un animal de costumbre y nos adaptamos a vivir así. Yo estuve casi 4 meses y en ese tiempo me bañé dos veces. No había comodidad para nada. El terreno en sí nos jugó muy en contra.</p><p><strong>– ¿Qué recuerda del último día, el de la rendición; es cierto que los ingleses los trataron con respeto una vez que llegó ese momento?</strong></p><p>– Los tres últimos días de combate fueron tremendos. Recuerdo cómo se iluminaba el cielo con cientos de bengalas. Los cañones argentinos no pararon de tirar. No entramos en el combate final. Nosotros estábamos en la ciudad. A unos 8 kilómetros de la ciudad se firmó el alto el fuego. Al ser oficiales, los ingleses nos trataron bien. Al otro día nos hicieron caminar con las manos en la nuca por toda la ciudad. De ahí nos llevaron a la bahía San Carlos, donde había un frigorífico y un campo de prisioneros. Ahí quedamos prisioneros durante 14 días. Y otros quince días en una fragata, en altamar. Fue muy duro.</p><p><strong>– En ese momento de la guerra de Malvinas era muy joven, ¿practicaba algún deporte ya en ese tiempo? ¿Cuál era?</strong></p><p>– Yo fui atleta toda la vida. También competí en el pentatlón militar. Nosotros lo teníamos como una instrucción.</p><p><strong>– Al regresar de la guerra, ¿cómo fue su inserción en la sociedad, cree que el deporte (en el caso suyo, el triatlón), lo ayudó para superar todo lo vivido?</strong></p><p>– Nosotros regresamos el 15 o 16 de julio y fue muy duro reinsertarse nuevamente en la sociedad. Y sí, el deporte ayudó mucho para eso.</p></blockquote><p></p>
[QUOTE="nippur_1967, post: 2734127, member: 1952"] [SIZE=7][B]Miguel Fonseca y su recuerdo de la guerra[/B][/SIZE] [B]Miguel Fonseca[/B] fue hasta hace un tiempo el [B]presidente de la Asociación Santiagueña de Triatlón y Duatlón (Astyd)[/B]. Fue siempre un competidor nato, como también un hábil dirigente. No es santiagueño, pero está radicado en nuestra provincia desde hace muchos años y es [B]uno de los tantos héroes que tuvo la guerra de Malvinas.[/B] Si bien ya pasó el 2 de abril, fecha en la que se conmemora el [B]Día del Veterano y de los Caídos en la Guerra[/B], la ocasión de charlar con Miguel Fonseca fue propicia para que nos contara sus vivencias. Costó un poco ubicarlo, pero una vez que lo hicimos, nuestro entrevistado [B]dijo que desde hace mucho tiempo deseaba tener la oportunidad de contar lo vivido en las islas.[/B] [B]– Tenemos entendido que llegó a las islas Malvinas el primer día y que tenía un rango alto dentro de su grupo. ¿Con qué panorama se encontró al llegar?, ¿era consciente de que iba a una guerra?; ¿qué se les decía a ustedes, que viajaron a las islas?[/B] – Yo soy suboficial mayor retirado, pero aquel entonces era cabo principal de la Fuerza Aérea Argentina. Integraba un grupo especial de comando, con asiento en la Séptima Brigada Aérea de Morón. Nuestra actividad era ser especialistas en el combate. El grupo estaba integrado por personal de cuadro, o sea oficiales y subOficiales. En nuestro grupo no había soldados. Treinta días antes, aproximadamente el 30 de marzo, comenzamos con un plan de entrenamiento sobre mesa de arena y práctica en el terreno del desembarco de un avión. Todo era manejado con el título de que era un ejercicio. La hicimos un millón de veces y soñamos con esa operación. Pero para nosotros era solo una práctica; porque teóricamente íbamos a hacer un ejercicio en Río Gallegos. El 31 de marzo de 1982, a los 5 de la tarde, nos informan que no era un ejercicio, que era algo real y que se trataba de la toma de las Malvinas. Nuestra reacción fue instantánea, nos abrazamos como si estuviésemos en un cumpleaños. Estábamos felices por saber que íbamos a tomar las islas. Y así sucedió. El 2, a la hora 0, salimos desde Palomar. Éramos un grupo reducido de 24 hombres, perfectamente armados y cada uno tenía su función. Uno era tirador, el otro abastecedor, el otro artillero y así. En Comodoro Rivadavia acomodamos todo. Luego nos subimos al Hércules y nos llevaron a las Malvinas. Llegamos a las 8.30 y luego de un primer intento de aterrizaje, lo hicimos en el segundo. Desembarcamos, como lo hicimos en la práctica, y tomamos nuestras posiciones. No tuvimos resistencia. Había solo dos militares que se rindieron en el aeropuerto. Y había otra persona más en el faro. [B]– ¿Cómo era el día a día, teniendo en cuenta que hubo jornadas de combates y otras (las primeras) en las que no lo hubo, en el marco de un terreno inhóspito?[/B] – Las tareas que nosotros desarrollamos en abril fueron múltiples. Ayudamos a la gente a preparar trincheras, pozos de zorro, alternativas, bolsas de arena, los equipos y colaborar con la instrucción. No había conciencia de guerra. Todo cambió a partir del 1 de mayo. Nuestro jefe nos informó que era inminente el ataque inglés, pero no se podía decir a qué hora. Las fragatas estaban a 7 millas de la costa, a tiro de cañón. Nos hicieron evacuar el hangar en el que estábamos y nos hicieron colocar en nuestras posiciones de combate. Yo me ofrecí como voluntario para quedar en el hangar, a cuidar todas las provisiones que teníamos. A las seis de la mañana fuimos sorprendidos por una tremenda explosión. Se derrumbó todo el techo del hangar y fue todo un desastre. Cuando reaccionamos, nos fuimos afuera. El objetivo de los ingleses era el aeropuerto. La bomba había explotado a 8 metros nuestro. Dios fue grande, en ese momento, y no quiso llevarnos. Afuera estaba todo destruido. Ese fue nuestro bautismo de fuego. Tuvimos, durante todo ese día, bombardeo aéreo. Estábamos en las trincheras o en pozos. [B]– Dicen que padecieron mucho el frío, ¿de qué temperatura hablamos? y también el hambre ¿cada cuántas horas comían? ¿Estaban abrigados, con la ropa adecuada?[/B] – Era un terreno barroso, frío, muy frío, viento y llovizna permanente. El viento era muy frío también. Las temperaturas descendían a bajo cero. Era muy complicado porque estábamos húmedos casi siempre. Ese fue uno de nuestros grandes enemigos. Nos arropábamos como podíamos. El equipamiento era acorde al frío, no así a la humedad. Y el racionamiento, te hablo de la Fuerza Aérea, teníamos lo suficiente. Había un suboficial que nos llevaba todos los días la comida, hasta que se complicó entrar al aeropuerto. Hubo días en los que tuvimos que aguantarnos. Otras fuerzas sí sé que pasaron hambre. [B]– Muchos excombatientes contaron que hubo diferentes líneas de combate, ¿en cuál de ellas estuvo y es verdad que las armas con las que fueron nuestros soldados eran obsoletas, o esto último es solo un mito?[/B] – Nuestra línea de combate tenía diferentes funciones y actividades. Todas eran operaciones planeadas, como la de seguimiento, infiltración en las líneas enemigas, armamentos y todo lo que se pudiera tomar en cuenta. Se trabajaba en conjunto. Con respecto al armamento, teníamos todo lo que era apto para el combate. [COLOR=rgb(184, 49, 47)][SIZE=6]Yo cumplí con la función de francotirador[/SIZE].[/COLOR] Nosotros sí estábamos bien armados. Sé que en el interior de las Islas, el armamento no era el óptimo. [B]– ¿Qué momento era el más complicado, el día o la noche?[/B] – El riesgo de ataque en el aeropuerto era algo permanente. Los videos que mostró el periodista Nicolás Kasanzeu eran de ataques permanentes. En el día, los ataques aéreos. Y a la noche, el ataque naval. Recuerdo pocas noches en las que pudimos pegar un ojo. [B]– A usted le tocó regresar, pero a muchos otros no, ¿vio morir a un compañero, amigo o integrante de un mismo grupo de combate?[/B] – Nosotros tuvimos una baja. El 29 de mayo, el bombardeo naval empezó muy temprano sobre el aeropuerto e hicieron barrido de zona. Sentíamos el detonar en altamar y escuchábamos el silbido de los disparos. Llegó un momento que el barrido estaba muy cerca. Salimos y nos fuimos a un lugar más seguro. Ese día, un bombardeo alcanzó a Castañares, que fue la baja de nuestro grupo. Ese día, todos los que estábamos ahí fuimos heridos. [B]– ¿Cómo fue pasar tantas horas o días metido en una trinchera?[/B] – Estar en una trinchera era estar en un lugar incómodo, con una humedad permanente. El sol salía un rato y luego era estar todo el día ahí. El ser humano es un animal de costumbre y nos adaptamos a vivir así. Yo estuve casi 4 meses y en ese tiempo me bañé dos veces. No había comodidad para nada. El terreno en sí nos jugó muy en contra. [B]– ¿Qué recuerda del último día, el de la rendición; es cierto que los ingleses los trataron con respeto una vez que llegó ese momento?[/B] – Los tres últimos días de combate fueron tremendos. Recuerdo cómo se iluminaba el cielo con cientos de bengalas. Los cañones argentinos no pararon de tirar. No entramos en el combate final. Nosotros estábamos en la ciudad. A unos 8 kilómetros de la ciudad se firmó el alto el fuego. Al ser oficiales, los ingleses nos trataron bien. Al otro día nos hicieron caminar con las manos en la nuca por toda la ciudad. De ahí nos llevaron a la bahía San Carlos, donde había un frigorífico y un campo de prisioneros. Ahí quedamos prisioneros durante 14 días. Y otros quince días en una fragata, en altamar. Fue muy duro. [B]– En ese momento de la guerra de Malvinas era muy joven, ¿practicaba algún deporte ya en ese tiempo? ¿Cuál era?[/B] – Yo fui atleta toda la vida. También competí en el pentatlón militar. Nosotros lo teníamos como una instrucción. [B]– Al regresar de la guerra, ¿cómo fue su inserción en la sociedad, cree que el deporte (en el caso suyo, el triatlón), lo ayudó para superar todo lo vivido?[/B] – Nosotros regresamos el 15 o 16 de julio y fue muy duro reinsertarse nuevamente en la sociedad. Y sí, el deporte ayudó mucho para eso. [/QUOTE]
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