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Area Militar General
Malvinas 1982
Personal Argentino en zona de combate
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<blockquote data-quote="nippur_1967" data-source="post: 791879" data-attributes="member: 1952"><p><strong>GADA 601</strong></p><p></p><p><u><strong>Grupo de Artillería de Defensa Aérea 601</strong></u></p><p></p><p><em>Testimonio del Mayor D. Fernando Ignacio Huergo</em></p><p></p><p>Durante la Guerra de Malvinas contaba con 24 años de edad. Con el grado de subteniente estaba al mando de una sección de cañones antiaéreos, los cuales reunían la capacidad técnica suficiente para permitir el combate contra las aeronaves bajo cualquier circunstancia meteorológica y de tiempo (día o noche).</p><p></p><p>Por supuesto que esta sección no era la única que tenía el Ejército Argentino. Había otras de características similares a la descripta y lanzadores de misiles, entre ellos el mejor de que disponíamos para el combate antiaéreo, el "Roland". Este lanzador de misiles tierra-aire dispara uno que desarrolla una velocidad de 2 mach, está provisto además de una espoleta de proximidad lo que aumenta las posibilidades de derribo de la aeronave enemiga y reúne la condición de ser guiado hacia el blanco por radar.</p><p></p><p>Técnicamente el material antiaéreo, que por dotación tenía el Ejército, estaba a la altura del enemigo aéreo con el cual debíamos combatir. La pregunta por ese entonces era obvia: ¿la capacitación profesional como artilleros antiaéreos se correspondía con los recursos técnicos que la ingeniería electrónica había puesto en nuestras manos y la Nación Argentina confiado...?</p><p></p><p>Nuestro jefe de unidad en el combate de Malvinas, el teniente coronel Héctor Lubín Arias, había puesto un singular empeño en el adiestramiento de los oficiales, suboficiales y soldados durante el año 1981 y verano de 1982, exhortándonos a lograr la mayor eficiencia en el empleo de los sistemas de armas antiaéreos recientemente provistos, desconociendo por supuesto el futuro bélico que se avecinaba. Estas actividades de entrenamiento fueron tomadas con mucha seriedad y constancia por todos nosotros, motivados por la alta tecnología de cañones y misiles y no menos exigente desafío que constituía su correcto empleo. Era para mí, un joven militar, "poder tocar el cielo con las manos"; me sentía un privilegiado ante tanto avance tecnológico. Tampoco sabíamos que muy pronto deberíamos intentar "sacarle el máximo jugo a tanta tecnología militar puesta al servicio de cañones y misiles antiaéreos..."</p><p></p><p>Tratándose Malvinas de un teatro de operaciones con características insulares, el dominio del mar y del cielo resultaba vital para las aspiraciones de británicos y argentinos en pos de la victoria. No fue descabellado sostener que las aeronaves enemigas desarrollarían un papel preponderante. Entonces, los aviones británicos buscarían destruir aquellos objetivos militares que pudieran afectar fundamentalmente nuestro poder de combate e indirectamente contribuir al aislamiento. El anular una pista de aterrizaje argentina en Malvinas, por ejemplo, hubiese significado para las tropas destacadas en las islas la imposibilidad de recibir todo tipo de abastecimientos y con ello las lógicas consecuencias. Es así como se seleccionaron como objetivos prioritarios a defender a las pistas de aterrizaje de Puerto Argentino y de Darwin, los puestos de comando y las posiciones donde se encontraban los cañones de la artillería de campaña.</p><p></p><p>Las armas antiaéreas del Ejército Argentino que he mencionado fueron desplegadas a partir del 15 de abril de 1982, luego de un detallado análisis táctico para asegurar la defensa de los objetivos señalados. Con este despliegue se fueron mis amigos y camaradas sin llegar a imaginar que muchos de ellos caerían durante el fragor del combate y jamás volvería a verlos. Un radar de vigilancia antiaérea emplazado en Puerto Argentino nos permitió detectar los aviones enemigos desde una distancia de 200 km. proporcionándonos el tiempo de alerta suficiente a fin de alistarnos para el combate. Si no hubiéramos dispuesto de este radar, hubiésemos permanecido ciegos a merced de los sorpresivos ataques aéreos británicos.</p><p></p><p></p><p>Bautismo de fuego</p><p></p><p>La artillería de defensa antiaérea tuvo su bautismo de fuego el 1º de mayo de 1982. En lo personal, la satisfacción de sentirme plenamente soldado. Comparé, en aquel momento, la acción de entrar en combate por primera vez, si se me permite y salvando las distancias con la de un médico cirujano en su primera operación: toda su vida preparándose para el gran momento de probarse a sí mismo. Y ese momento había llegado.</p><p></p><p>De ahí en más, la continua superioridad aérea del enemigo nos exigió durante todos los días y sus noches, con los aditamentos de la lluvia, los fuertes vientos, la nieve de junio y la humedad constante del mar. Los objetivos militares que defendíamos los artilleros antiaéreos fueron atacados por los aviones británicos una y otra vez durante los 45 días de combate real.</p><p></p><p>El tiempo nos fue dando experiencia, seguridad en la operación de las armas antiaéreas, estabilidad emocional ante las contingencias adversas de la guerra y el reconocimiento de nuestros propios camaradas del Ejército, de la Fuerza Aérea y de la Armada Argentina, por la tarea que estábamos desarrollando. Los días de batalla se sucedían y los objetivos militares defendidos seguían en pie como al principio. El empeño de la aviación enemiga por destruir los objetivos defendidos fue notable. Desde el cambio abrupto de sus formas de ataque aéreo, la variación de la configuración del armamento empleando bombas de todo tipo, cohetes, y hasta los mismos cañones utilizados exclusivamente para el combate aire-aire. Combinaron aviones de sus propios portaaviones (Sea Harrier) con aviones de la Real Fuerza Aérea (Harrier), ambos de características técnicas similares. Luego, lo predecible, los lanzadores de misiles, cañones y radares antiaéreos propios se constituyeron en objetivos militares para la aviación británica. Este hecho constituyó la evidencia más concreta, estábamos los artilleros antiaéreos combatiendo en forma eficiente.</p><p></p><p>El 2 de junio en horas de la tarde, la sección de cañones antiaéreos que se encontraba a mi comando fue alertada sobre la presencia de aviones enemigos. Nos encontrábamos físicamente a 400 metros al sur de la pista del aeropuerto de Puerto Argentino, situado en el extremo este de la ciudad. No muy lejos se encontraba emplazado el lanzador de misiles "Roland", exactamente a 4000 metros al oeste de mi posición sobre el camino que unía Puerto Argentino con la pista del aeropuerto que defendíamos. Al comando del lanzador antiaéreo estaba el teniente primero Carlos Leónidas Regalini. El también había recibido la correspondiente alarma y estaba alistado con todo su potencial de misiles tierra-aire para contrarrestar un posible ataque aéreo.</p><p></p><p>El día se presentaba con cielo despejado y una suave brisa corría desde el sudeste. La mañana del 2 de junio había sido toda británica en el firmamento malvinense. No habíamos tenido ni la mínima posibilidad de hacer uso de nuestras armas antiaéreas. La pista de aterrizaje no había constituido una prioridad del día como objetivo para los aviones británicos. Sus vuelos eran ejecutados con misiones de reconocimiento a gran altura y las alarmas que recibíamos se dilataban como amenazas ciertas. La espera y la ansiedad eran insoportables, pasábamos de la tensión al descanso y del descanso a la tensión. Intimamente deseaba una oportunidad de combate más con todo lo que ello podría implicar.</p><p></p><p>La alerta recibida se transformó súbitamente en una amenaza real, al fin tendríamos la posibilidad de combate del día. Desde el radar de vigilancia antiaérea actualizaron la incursión del enemigo aéreo: "... dos aviones de combate Sea Harrier aproximándose desde el este a 50 km. del objetivo defendido". Pista de aterrizaje de Puerto Argentino, velocidad de los aviones:700 km/h, altitud: 300 m. sobre el nivel del mar. Los datos fueron recibidos claramente por el teniente primero Regalini a cargo del lanzador de misiles "Roland" y por mi sección. Los aviones se dirigían hacia el objetivo que estábamos defendiendo, y en ese instante puse toda mi atención en el comando de mis hombres y en el sistema antiaéreo que operábamos. Por supuesto que me olvidé por completo de la existencia misma del "Roland".</p><p></p><p>Dos Harrier en pantalla</p><p></p><p>Los aviones se reflejaron en nuestro radar, eran dos hermosos FRS 1 Sea Harrier británicos. Se desplazaban en forma imponente de acuerdo con la información que habíamos recibido. El primero de los dos, en el orden de ataque, no se definía como un blanco rentable para nuestros cañones antiaéreos, entraba y salía del alcance óptimo. Si disparábamos, consumíamos munición inútilmente. El segundo incursionó con mayor decisión exponiéndose al alcance de nuestros cañones. Se encontraba a 3500 m. volando en dirección este-oeste y a unos 400 m. sobre el nivel del mar. El teniente primero Armando Nicanor Arce, mi jefe directo, tomó la decisión al evaluar que era el momento oportuno, de abrir el fuego. Simultáneamente, el teniente primero Regalini había seleccionado como blanco a combatir al mismo avión británico sobre el cual habíamos abierto el fuego nosotros. Disparó el misil "Roland" que inició un rápido vuelo tras la aeronave enemiga que se encontraba a 7200 m. La expectante presencia de otros combatientes argentinos que observaban en silencio daba marco a la situación que se vivía.</p><p></p><p></p><p>Un impacto directo</p><p></p><p>El avión enemigo, atacado por ambas armas antiaéreas simultáneamente, ejecutó una maniobra ascendente, rápida y brusca, como elevando su "nariz" hacia el cielo. Con ello, su piloto logró evitar la ráfaga de proyectiles de los cañones antiaéreos de la sección a mi comando, pero no pudo evitar que el misil impactara de lleno sobre la parte derecha del fuselaje, partiéndose, literalmente, en dos. Junto con el clamor victorioso de las tropas, observamos eyectarse al piloto de la aeronave cuyo paracaídas se abrió a la perfección y le permitió caer lentamente en las aguas del océano Atlántico, a unos 3000 metros al sur del faro San Felipe (se encuentra en el extremo este de la pista de aterrizaje).</p><p></p><p>Minutos más tarde, dos helicópteros de salvamento de la marina británica sobrevolaban la zona marítima en búsqueda del piloto derribado. Permanecimos respetuosos de las leyes internacionales de guerra presenciando la búsqueda que se desarrollaba. Hicimos votos para que la misma resultara positiva, con la esperanza plena de que pudieran rescatar a nuestro ocasional enemigo con vida. De acuerdo con lo publicado en las "Lecciones de la Campaña de Malvinas" (documento oficial británico sobre la guerra) en el anexo C "Ship and Aircraft losses", (Barcos y aeronaves perdidas en combate 2 de junio de 1982) figura un avión Sea Harrier.</p><p></p><p>Esta acción concreta de combate antiaérea fue solamente una de otras tantas libradas por las armas antiaéreas del Ejército Argentino, en la batalla de Malvinas. Fui testigo de ello y vaya mi relato como testimonio para otras generaciones. Bien puedo contestar al finalizar mi relato aquella pregunta inicial en forma afirmativa. Realmente estábamos correctamente adiestrados para operar los recursos técnicos que la ingeniería electrónica había puesto en nuestras manos y la Nación Argentina confiado... pero hoy debo agregar que tenemos además la experiencia invalorable del combate y el deber de ser más idóneos en nuestras actividades específicas.</p><p></p><p>Personal caido del GADA 601</p><p></p><p>Tte (A) DACHARY Alejandro <span style="font-size: 12px"><span style="color: #000000"><span style="font-family: 'Times New Roman'">(el 03/06, director de tiro de la 1/A/601, msil antirradar)</span></span></span></p><p></p><p>Sarg 1' (A) BLANCO René Pascual <span style="font-size: 12px"><span style="color: #000000"><span style="font-family: 'Times New Roman'">(el 03/06, director de tiro de la 1/A/601, msil antirradar)</span></span></span></p><p></p><p>S/C 62 BELLINZONA Diego Martín <span style="font-size: 12px"><span style="color: #000000"><span style="font-family: 'Times New Roman'">(madrugada del 12/06, cañoneo naval, radar de vigilancia)</span></span></span></p><p></p><p>S/C 62 DIARTE Oscar Daniel <span style="font-size: 12px"><span style="color: #000000"><span style="font-family: 'Times New Roman'">(el 03/06, director de tiro de la 1/A/601, msil antirradar)</span></span></span></p><p></p><p>S/C 62 LLAMAS Jorge Alberto <span style="font-size: 12px"><span style="color: #000000"><span style="font-family: 'Times New Roman'">(el 03/06, director de tiro de la 1/A/601, msil antirradar)</span></span></span></p><p></p><p>S/C 63 GURRIERI Ricardo Mario <span style="font-size: 12px"><span style="color: #000000"><span style="font-family: 'Times New Roman'">(el 25/05 a las 12 30h, aeropuerto, en momentos del rancho, esquirlas en la cabeza)</span></span></span></p><p></p><p></p><p></p><p></p><p>A partir del 1ro de mayo, los Sea Harrier dominaban sin interferencias el espacio aéreo de Malvinas por encima de los 6000 mts.</p><p>La situación descripta imponía también al Sistema de Defensa Aérea argentino una severa limitación: la de no disponer de caza interceptor, primer escalón esencial en este tipo de sistemas. La Defensa Aérea argentina quedaba reducida entonces, sólo a sus cañones y misiles antiaéreos de baja altura (hasta 6.000 mts), de los cuales los únicos en aptitud de operar las 24 hs y en cualquier condición meteorológica eran los Cañones de 35 mm Oerlikon y la Unidad de Fuego Roland.</p><p>Otra importante limitación del Sistema de DA argentino fue la falta de movilidad de sus medios más modernos y eficaces, los que al enterrar su parte inferior en la turba, sólo podían ser movidos para cambiarlos de posición con el auxilio de un helicóptero tipo Chinook, de los cuales solamente había 2/3 disponibles en toda la Defensa para una gran cantidad de misiones. Ello incrementó la vulnerabilidad de las armas antiaéreas y dejó sectores de la posición sin protección, por ejemplo las posiciones de los Regimientos de Infantería situados al O de la localidad, Unidades que carecían también de misiles portátiles del tipo Blow Pipe O Stinger.</p><p>Al iniciarse las hostilidades el sábado 1ro de mayo con el ataque aéreo a la pista de aterrizaje, a la Fuerza de Tareas británica se le presentaba un panorama muy favorable. Si se inutilizaba la pista donde podían aterrizar los aviones Hércules C - 130, se cortaba el único cordón umbilical que unía las Islas con el continente y en consecuencia el bloqueo sería total. Aún fracasando en ese objetivo, los Sea Harriers serían en los días subsiguientes, una poderosa armada junto con los cañones de los buques de guerra, para desgastar y debilitar rápidamente a la Defensa, destruyendo sus medios más importantes (artillería, aviones Pucará, helicópteros, embarcaciones, puestos de comando e instalaciones logísticas). En esas condiciones, los argentinos tendrían que capitular quizás sin necesidad de recurrir a acciones terrestres.</p><p></p><p>Sin embargo, en ese primer día de combate, los medios aéreos británicos no sólo no pudieron dejar inoperable la pista de Puerto Argentino, sino que además recibieron un fuego antiaéreo de tal magnitud y eficacia que ponía en serio peligro la supervivencia de los Harriers, principal arma de defensa aérea de su flota. Ello se ratificó cuatro días después con el derribo de uno de los Harriers que atacaron por segunda vez el aeródromo de campaña de Darwin.</p><p>A partir de esas primeras acciones, el hostigamiento a la Defensa se basó casi exclusivamente en los cañoneos nocturnos de fragatas y destructores británicos sobre las posiciones argentinas, mientras los Harriers patrullaban a gran altura las Islas, fuera del alcance de cañones y misiles en función de reconocimiento y defensa aérea. Excepcionalmente entraban en el alcance de las armas antiaéreas argentinas y cuando se atrevieron a hacerlo sufrieron sensibles pérdidas.</p><p>Puede surgir naturalmente la pregunta acerca de los factores que motivaban tal eficiencia antiaérea en un contexto de notorio desequilibrio estratégico táctico y técnico de las fuerzas que se entrenaban.</p><p>Un primer factor a considerar es la gran calidad del material antiaéreo de baja altura "todo tiempo" que poseía como dotación el GADA 601 y de los radares de largo alcance de la FAA y del EA.</p><p>Estos dos radares operando en forma complementaria y turnándose casi siempre, fueron un valiosísimo medio de "alerta temprana" para toda la defensa. Fueron los únicos "ojos" de la defensa.</p><p>La calidad de los materiales no hubiera sido suficiente si no se hubiera organizado, como se hizo, un Sistema Conjunto de Defensa Aérea (CIC-PCDA-Unidades de fuego), con los medios disponibles en la Isla de las tres Fuerzas. Es el segundo factor.</p><p>Por último, un tercer factor, fue la excelente capacitación de los jefes de sección, jefes de pieza y operadores de directores de tiro y de radar de todas las unidades de fuego, lograda a través de cursos y ejercitaciones desarrolladas los años anteriores al conflicto.</p><p>La artillería antiaérea argentina obtuvo durante la campaña, el derribo cierto (no se cuentan los no comprobados) de nueve aviones Harriers y como consecuencia de su acción disuasiva, logró mantener la pista de aterrizaje de Puerto Argentino operable hasta el último día de combate. Además de demostrar eficiencia en el fuego antiaéreo, fue empleada en tres momentos cruciales de la batalla en misiones de fuego terrestre contra infantería enemiga; el 28 de mayo en Pradera de Ganso (3/B/601, el 14 de junio en la Península de Camber contra "fuerzas especiales" británicas (B/101) y el mismo día sobre las alturas de Wirless Ridge (1/B/601) ocupadas por un batallón de paracaidistas británico.</p><p>Cuando se produce la capitulación, a mediodía del 14 de junio la situación del GADA 601(+) era la siguiente:</p><p>Personal</p><p>Muertos: 1 oficial, 2 suboficiales y 6 soldados</p><p>Heridos: 1 oficial, 6 suboficiales y 25 soldados</p><p>Prisioneros: 33 hombres de la 3/B/601 en Pradera del Ganso</p><p>Material</p><p>1 director de tiro Skyguard de la 1/A/601 destruido por un misil antiradar el 03 de junio</p><p>2 cañones de 35 mm y 1 director de tiro de la 3/B/601inutilizados el 03 Jun</p><p>1 radar de vigilancia Alert fuera de servicio por cañoneo naval el 13/14 Jun</p><p>Munición</p><p>Suficiente para seguir cumpliendo la misión.</p><p>Combustible</p><p>Insuficiente para hacer funcionar todos los grupos electrógenos.</p><p>Despliegue</p><p>Todas las secciones mantenían su posición excepto la 1/B/601 y la B/101 que recibieron la orden de repliegue sobre Puerto Argentino el 14 de junio a las 09:00 hs.</p><p>Ultima orden recibida</p><p>Proteger el repliegue del BIM5, Unidad que era sobrevolada por helicópteros enemigos durante su movimiento hacia la localidad.</p><p></p><p></p><p>En oportunidad del conflicto con Gran Bretaña, el entonces denominado Grupo de Artillería de Defensa Aérea 601 (GADA 601), tenía, como en la actualidad, su asiento de paz en la ciudad de Mar del Plata.</p><p>Inmediatamente que se produjo la recuperación de las Islas Malvinas, se dispuso la participación de la Unidad para integrar el sistema de defensa aérea de las Islas.</p><p>Para dicha misión, la Unidad fue organizada con dos Baterías del Sistema de Armas de Defensa Aérea Oerlinkon Contraves, integrado por modernos cañones Calibre 35mm L 90 y avanzados Directores de Tiro Skyguard. Además, fue reforzada por una Batería de Misiles compuesta por un lanzador de misiles Roland y por una sección de misiles Tiger Cat, pertenecientes al Grupo de Artillería de Defensa Aérea Mixto 602.</p><p>El Jefe del Grupo de Artillería de Defensa Aérea 601 (+), fue el entonces Teniente Coronel D Héctor Lubín Arias, quien además se desempeñó como Coordinador de los Fuegos de Defensa Aérea existentes en las Islas pertenecientes a las distintas Fuerzas.</p><p>El GADA 601 estableció sus posiciones principales en proximidades de Puerto Argentino, destacando una sección de dos piezas Calibre 35mm, para proteger los efectivos destacados en Darwin - Ganso Verde.</p><p>Superados los efectos de la sorpresa de la madrugada del 01 de mayo, día del Bautismo de Fuego de la Unidad, los aviones enemigos sabían en carne propia que debían pagar muy caro sus incursiones sobre el Aeropuerto o contra las instalaciones y/o posiciones argentinas. Pocos días mas tarde, con la pérdida de la primer aeronave en la zona de Darwin, comprendieron la dimensión de los riesgos a que estaban expuestos. La efectividad demostrada obligó a que el enemigo llevara a cabo sus misiones fuera del alcance de las armas propias, vale decir por encima de los 6.000 metros y prácticamente reducidas a acciones de reconocimiento y de defensa aérea. Ello contribuyó sensiblemente para proteger la integridad del propio personal y de las instalaciones.</p><p>Transcurrieron así largas jornadas de vigilia y de esfuerzo sostenido, luchando contra un enemigo aéreo que no dio tregua hasta la finalización de las operaciones. Muchas veces invisible, otras inalcanzable y otras también vulnerable.</p><p>Los fuegos de hostigamiento también tuvieron por blanco las posiciones antiaéreas, produciendo un perjuicio significativo al funcionamiento de los sistemas de armas y al descanso y recuperación del personal.</p><p>Entrado el mes de junio todo sería más complejo. Los ataques se sucedieron y progresivamente se fue fracturando el sistema defensivo de las Islas, el enemigo aéreo dispuso de mayor impunidad y facilidad para sus desplazamientos. No obstante, el sistema de defensa aérea instrumentado, consolidado por la eficiencia y la alta capacitación del personal, funcionó adecuadamente hasta finalizar las operaciones, en muchos casos hasta el límite de utilizar las armas para combate (tiro) terrestre.</p><p>Desde las primeras acciones el GADA 601 hizo su aporte generoso de sangre joven y viril. Durante el mediodía del 25 de mayo, por efectos de la explosión de bombas tipo racimo en la zona del Aeropuerto, muere el Soldado Conscripto Ricardo Mario Gurrieri. Días más tarde, el 03 de junio, como consecuencia de un ataque con helicópteros artillados con misiles antiradar, pierden la vida en su puesto de combate el Teniente D Alejandro Dachari, el Sargento Primero René Pascual Blanco y los Soldados Conscriptos Oscar Diarte y Jorge A. Lamas. Por último, en la madrugada del 12 de junio, durante un bombardeo naval enemigo, fallece el Soldado Conscripto Diego Martín Bellinzona.</p><p>Lo cierto es que nueve aeronaves enemigas no cruzarán ningún otro cielo. La artillería antiaérea establecida en las Islas se ocupó de ellas y también de preservar la principal fuente de conexión con el continente, la pista de aterrizaje, la cual se mantuvo operativa hasta prácticamente el último día de las operaciones.</p><p>Con la resignación propia de los hombres cabales, regresaron a casa con la satisfacción del deber cumplido.</p></blockquote><p></p>
[QUOTE="nippur_1967, post: 791879, member: 1952"] [B]GADA 601[/B] [U][B]Grupo de Artillería de Defensa Aérea 601[/B][/U] [I]Testimonio del Mayor D. Fernando Ignacio Huergo[/I] Durante la Guerra de Malvinas contaba con 24 años de edad. Con el grado de subteniente estaba al mando de una sección de cañones antiaéreos, los cuales reunían la capacidad técnica suficiente para permitir el combate contra las aeronaves bajo cualquier circunstancia meteorológica y de tiempo (día o noche). Por supuesto que esta sección no era la única que tenía el Ejército Argentino. Había otras de características similares a la descripta y lanzadores de misiles, entre ellos el mejor de que disponíamos para el combate antiaéreo, el "Roland". Este lanzador de misiles tierra-aire dispara uno que desarrolla una velocidad de 2 mach, está provisto además de una espoleta de proximidad lo que aumenta las posibilidades de derribo de la aeronave enemiga y reúne la condición de ser guiado hacia el blanco por radar. Técnicamente el material antiaéreo, que por dotación tenía el Ejército, estaba a la altura del enemigo aéreo con el cual debíamos combatir. La pregunta por ese entonces era obvia: ¿la capacitación profesional como artilleros antiaéreos se correspondía con los recursos técnicos que la ingeniería electrónica había puesto en nuestras manos y la Nación Argentina confiado...? Nuestro jefe de unidad en el combate de Malvinas, el teniente coronel Héctor Lubín Arias, había puesto un singular empeño en el adiestramiento de los oficiales, suboficiales y soldados durante el año 1981 y verano de 1982, exhortándonos a lograr la mayor eficiencia en el empleo de los sistemas de armas antiaéreos recientemente provistos, desconociendo por supuesto el futuro bélico que se avecinaba. Estas actividades de entrenamiento fueron tomadas con mucha seriedad y constancia por todos nosotros, motivados por la alta tecnología de cañones y misiles y no menos exigente desafío que constituía su correcto empleo. Era para mí, un joven militar, "poder tocar el cielo con las manos"; me sentía un privilegiado ante tanto avance tecnológico. Tampoco sabíamos que muy pronto deberíamos intentar "sacarle el máximo jugo a tanta tecnología militar puesta al servicio de cañones y misiles antiaéreos..." Tratándose Malvinas de un teatro de operaciones con características insulares, el dominio del mar y del cielo resultaba vital para las aspiraciones de británicos y argentinos en pos de la victoria. No fue descabellado sostener que las aeronaves enemigas desarrollarían un papel preponderante. Entonces, los aviones británicos buscarían destruir aquellos objetivos militares que pudieran afectar fundamentalmente nuestro poder de combate e indirectamente contribuir al aislamiento. El anular una pista de aterrizaje argentina en Malvinas, por ejemplo, hubiese significado para las tropas destacadas en las islas la imposibilidad de recibir todo tipo de abastecimientos y con ello las lógicas consecuencias. Es así como se seleccionaron como objetivos prioritarios a defender a las pistas de aterrizaje de Puerto Argentino y de Darwin, los puestos de comando y las posiciones donde se encontraban los cañones de la artillería de campaña. Las armas antiaéreas del Ejército Argentino que he mencionado fueron desplegadas a partir del 15 de abril de 1982, luego de un detallado análisis táctico para asegurar la defensa de los objetivos señalados. Con este despliegue se fueron mis amigos y camaradas sin llegar a imaginar que muchos de ellos caerían durante el fragor del combate y jamás volvería a verlos. Un radar de vigilancia antiaérea emplazado en Puerto Argentino nos permitió detectar los aviones enemigos desde una distancia de 200 km. proporcionándonos el tiempo de alerta suficiente a fin de alistarnos para el combate. Si no hubiéramos dispuesto de este radar, hubiésemos permanecido ciegos a merced de los sorpresivos ataques aéreos británicos. Bautismo de fuego La artillería de defensa antiaérea tuvo su bautismo de fuego el 1º de mayo de 1982. En lo personal, la satisfacción de sentirme plenamente soldado. Comparé, en aquel momento, la acción de entrar en combate por primera vez, si se me permite y salvando las distancias con la de un médico cirujano en su primera operación: toda su vida preparándose para el gran momento de probarse a sí mismo. Y ese momento había llegado. De ahí en más, la continua superioridad aérea del enemigo nos exigió durante todos los días y sus noches, con los aditamentos de la lluvia, los fuertes vientos, la nieve de junio y la humedad constante del mar. Los objetivos militares que defendíamos los artilleros antiaéreos fueron atacados por los aviones británicos una y otra vez durante los 45 días de combate real. El tiempo nos fue dando experiencia, seguridad en la operación de las armas antiaéreas, estabilidad emocional ante las contingencias adversas de la guerra y el reconocimiento de nuestros propios camaradas del Ejército, de la Fuerza Aérea y de la Armada Argentina, por la tarea que estábamos desarrollando. Los días de batalla se sucedían y los objetivos militares defendidos seguían en pie como al principio. El empeño de la aviación enemiga por destruir los objetivos defendidos fue notable. Desde el cambio abrupto de sus formas de ataque aéreo, la variación de la configuración del armamento empleando bombas de todo tipo, cohetes, y hasta los mismos cañones utilizados exclusivamente para el combate aire-aire. Combinaron aviones de sus propios portaaviones (Sea Harrier) con aviones de la Real Fuerza Aérea (Harrier), ambos de características técnicas similares. Luego, lo predecible, los lanzadores de misiles, cañones y radares antiaéreos propios se constituyeron en objetivos militares para la aviación británica. Este hecho constituyó la evidencia más concreta, estábamos los artilleros antiaéreos combatiendo en forma eficiente. El 2 de junio en horas de la tarde, la sección de cañones antiaéreos que se encontraba a mi comando fue alertada sobre la presencia de aviones enemigos. Nos encontrábamos físicamente a 400 metros al sur de la pista del aeropuerto de Puerto Argentino, situado en el extremo este de la ciudad. No muy lejos se encontraba emplazado el lanzador de misiles "Roland", exactamente a 4000 metros al oeste de mi posición sobre el camino que unía Puerto Argentino con la pista del aeropuerto que defendíamos. Al comando del lanzador antiaéreo estaba el teniente primero Carlos Leónidas Regalini. El también había recibido la correspondiente alarma y estaba alistado con todo su potencial de misiles tierra-aire para contrarrestar un posible ataque aéreo. El día se presentaba con cielo despejado y una suave brisa corría desde el sudeste. La mañana del 2 de junio había sido toda británica en el firmamento malvinense. No habíamos tenido ni la mínima posibilidad de hacer uso de nuestras armas antiaéreas. La pista de aterrizaje no había constituido una prioridad del día como objetivo para los aviones británicos. Sus vuelos eran ejecutados con misiones de reconocimiento a gran altura y las alarmas que recibíamos se dilataban como amenazas ciertas. La espera y la ansiedad eran insoportables, pasábamos de la tensión al descanso y del descanso a la tensión. Intimamente deseaba una oportunidad de combate más con todo lo que ello podría implicar. La alerta recibida se transformó súbitamente en una amenaza real, al fin tendríamos la posibilidad de combate del día. Desde el radar de vigilancia antiaérea actualizaron la incursión del enemigo aéreo: "... dos aviones de combate Sea Harrier aproximándose desde el este a 50 km. del objetivo defendido". Pista de aterrizaje de Puerto Argentino, velocidad de los aviones:700 km/h, altitud: 300 m. sobre el nivel del mar. Los datos fueron recibidos claramente por el teniente primero Regalini a cargo del lanzador de misiles "Roland" y por mi sección. Los aviones se dirigían hacia el objetivo que estábamos defendiendo, y en ese instante puse toda mi atención en el comando de mis hombres y en el sistema antiaéreo que operábamos. Por supuesto que me olvidé por completo de la existencia misma del "Roland". Dos Harrier en pantalla Los aviones se reflejaron en nuestro radar, eran dos hermosos FRS 1 Sea Harrier británicos. Se desplazaban en forma imponente de acuerdo con la información que habíamos recibido. El primero de los dos, en el orden de ataque, no se definía como un blanco rentable para nuestros cañones antiaéreos, entraba y salía del alcance óptimo. Si disparábamos, consumíamos munición inútilmente. El segundo incursionó con mayor decisión exponiéndose al alcance de nuestros cañones. Se encontraba a 3500 m. volando en dirección este-oeste y a unos 400 m. sobre el nivel del mar. El teniente primero Armando Nicanor Arce, mi jefe directo, tomó la decisión al evaluar que era el momento oportuno, de abrir el fuego. Simultáneamente, el teniente primero Regalini había seleccionado como blanco a combatir al mismo avión británico sobre el cual habíamos abierto el fuego nosotros. Disparó el misil "Roland" que inició un rápido vuelo tras la aeronave enemiga que se encontraba a 7200 m. La expectante presencia de otros combatientes argentinos que observaban en silencio daba marco a la situación que se vivía. Un impacto directo El avión enemigo, atacado por ambas armas antiaéreas simultáneamente, ejecutó una maniobra ascendente, rápida y brusca, como elevando su "nariz" hacia el cielo. Con ello, su piloto logró evitar la ráfaga de proyectiles de los cañones antiaéreos de la sección a mi comando, pero no pudo evitar que el misil impactara de lleno sobre la parte derecha del fuselaje, partiéndose, literalmente, en dos. Junto con el clamor victorioso de las tropas, observamos eyectarse al piloto de la aeronave cuyo paracaídas se abrió a la perfección y le permitió caer lentamente en las aguas del océano Atlántico, a unos 3000 metros al sur del faro San Felipe (se encuentra en el extremo este de la pista de aterrizaje). Minutos más tarde, dos helicópteros de salvamento de la marina británica sobrevolaban la zona marítima en búsqueda del piloto derribado. Permanecimos respetuosos de las leyes internacionales de guerra presenciando la búsqueda que se desarrollaba. Hicimos votos para que la misma resultara positiva, con la esperanza plena de que pudieran rescatar a nuestro ocasional enemigo con vida. De acuerdo con lo publicado en las "Lecciones de la Campaña de Malvinas" (documento oficial británico sobre la guerra) en el anexo C "Ship and Aircraft losses", (Barcos y aeronaves perdidas en combate 2 de junio de 1982) figura un avión Sea Harrier. Esta acción concreta de combate antiaérea fue solamente una de otras tantas libradas por las armas antiaéreas del Ejército Argentino, en la batalla de Malvinas. Fui testigo de ello y vaya mi relato como testimonio para otras generaciones. Bien puedo contestar al finalizar mi relato aquella pregunta inicial en forma afirmativa. Realmente estábamos correctamente adiestrados para operar los recursos técnicos que la ingeniería electrónica había puesto en nuestras manos y la Nación Argentina confiado... pero hoy debo agregar que tenemos además la experiencia invalorable del combate y el deber de ser más idóneos en nuestras actividades específicas. Personal caido del GADA 601 Tte (A) DACHARY Alejandro [SIZE=3][COLOR=#000000][FONT=Times New Roman](el 03/06, director de tiro de la 1/A/601, msil antirradar)[/FONT][/COLOR][/SIZE] Sarg 1' (A) BLANCO René Pascual [SIZE=3][COLOR=#000000][FONT=Times New Roman](el 03/06, director de tiro de la 1/A/601, msil antirradar)[/FONT][/COLOR][/SIZE] S/C 62 BELLINZONA Diego Martín [SIZE=3][COLOR=#000000][FONT=Times New Roman](madrugada del 12/06, cañoneo naval, radar de vigilancia)[/FONT][/COLOR][/SIZE] S/C 62 DIARTE Oscar Daniel [SIZE=3][COLOR=#000000][FONT=Times New Roman](el 03/06, director de tiro de la 1/A/601, msil antirradar)[/FONT][/COLOR][/SIZE] S/C 62 LLAMAS Jorge Alberto [SIZE=3][COLOR=#000000][FONT=Times New Roman](el 03/06, director de tiro de la 1/A/601, msil antirradar)[/FONT][/COLOR][/SIZE] S/C 63 GURRIERI Ricardo Mario [SIZE=3][COLOR=#000000][FONT=Times New Roman](el 25/05 a las 12 30h, aeropuerto, en momentos del rancho, esquirlas en la cabeza)[/FONT][/COLOR][/SIZE] A partir del 1ro de mayo, los Sea Harrier dominaban sin interferencias el espacio aéreo de Malvinas por encima de los 6000 mts. La situación descripta imponía también al Sistema de Defensa Aérea argentino una severa limitación: la de no disponer de caza interceptor, primer escalón esencial en este tipo de sistemas. La Defensa Aérea argentina quedaba reducida entonces, sólo a sus cañones y misiles antiaéreos de baja altura (hasta 6.000 mts), de los cuales los únicos en aptitud de operar las 24 hs y en cualquier condición meteorológica eran los Cañones de 35 mm Oerlikon y la Unidad de Fuego Roland. Otra importante limitación del Sistema de DA argentino fue la falta de movilidad de sus medios más modernos y eficaces, los que al enterrar su parte inferior en la turba, sólo podían ser movidos para cambiarlos de posición con el auxilio de un helicóptero tipo Chinook, de los cuales solamente había 2/3 disponibles en toda la Defensa para una gran cantidad de misiones. Ello incrementó la vulnerabilidad de las armas antiaéreas y dejó sectores de la posición sin protección, por ejemplo las posiciones de los Regimientos de Infantería situados al O de la localidad, Unidades que carecían también de misiles portátiles del tipo Blow Pipe O Stinger. Al iniciarse las hostilidades el sábado 1ro de mayo con el ataque aéreo a la pista de aterrizaje, a la Fuerza de Tareas británica se le presentaba un panorama muy favorable. Si se inutilizaba la pista donde podían aterrizar los aviones Hércules C - 130, se cortaba el único cordón umbilical que unía las Islas con el continente y en consecuencia el bloqueo sería total. Aún fracasando en ese objetivo, los Sea Harriers serían en los días subsiguientes, una poderosa armada junto con los cañones de los buques de guerra, para desgastar y debilitar rápidamente a la Defensa, destruyendo sus medios más importantes (artillería, aviones Pucará, helicópteros, embarcaciones, puestos de comando e instalaciones logísticas). En esas condiciones, los argentinos tendrían que capitular quizás sin necesidad de recurrir a acciones terrestres. Sin embargo, en ese primer día de combate, los medios aéreos británicos no sólo no pudieron dejar inoperable la pista de Puerto Argentino, sino que además recibieron un fuego antiaéreo de tal magnitud y eficacia que ponía en serio peligro la supervivencia de los Harriers, principal arma de defensa aérea de su flota. Ello se ratificó cuatro días después con el derribo de uno de los Harriers que atacaron por segunda vez el aeródromo de campaña de Darwin. A partir de esas primeras acciones, el hostigamiento a la Defensa se basó casi exclusivamente en los cañoneos nocturnos de fragatas y destructores británicos sobre las posiciones argentinas, mientras los Harriers patrullaban a gran altura las Islas, fuera del alcance de cañones y misiles en función de reconocimiento y defensa aérea. Excepcionalmente entraban en el alcance de las armas antiaéreas argentinas y cuando se atrevieron a hacerlo sufrieron sensibles pérdidas. Puede surgir naturalmente la pregunta acerca de los factores que motivaban tal eficiencia antiaérea en un contexto de notorio desequilibrio estratégico táctico y técnico de las fuerzas que se entrenaban. Un primer factor a considerar es la gran calidad del material antiaéreo de baja altura "todo tiempo" que poseía como dotación el GADA 601 y de los radares de largo alcance de la FAA y del EA. Estos dos radares operando en forma complementaria y turnándose casi siempre, fueron un valiosísimo medio de "alerta temprana" para toda la defensa. Fueron los únicos "ojos" de la defensa. La calidad de los materiales no hubiera sido suficiente si no se hubiera organizado, como se hizo, un Sistema Conjunto de Defensa Aérea (CIC-PCDA-Unidades de fuego), con los medios disponibles en la Isla de las tres Fuerzas. Es el segundo factor. Por último, un tercer factor, fue la excelente capacitación de los jefes de sección, jefes de pieza y operadores de directores de tiro y de radar de todas las unidades de fuego, lograda a través de cursos y ejercitaciones desarrolladas los años anteriores al conflicto. La artillería antiaérea argentina obtuvo durante la campaña, el derribo cierto (no se cuentan los no comprobados) de nueve aviones Harriers y como consecuencia de su acción disuasiva, logró mantener la pista de aterrizaje de Puerto Argentino operable hasta el último día de combate. Además de demostrar eficiencia en el fuego antiaéreo, fue empleada en tres momentos cruciales de la batalla en misiones de fuego terrestre contra infantería enemiga; el 28 de mayo en Pradera de Ganso (3/B/601, el 14 de junio en la Península de Camber contra "fuerzas especiales" británicas (B/101) y el mismo día sobre las alturas de Wirless Ridge (1/B/601) ocupadas por un batallón de paracaidistas británico. Cuando se produce la capitulación, a mediodía del 14 de junio la situación del GADA 601(+) era la siguiente: Personal Muertos: 1 oficial, 2 suboficiales y 6 soldados Heridos: 1 oficial, 6 suboficiales y 25 soldados Prisioneros: 33 hombres de la 3/B/601 en Pradera del Ganso Material 1 director de tiro Skyguard de la 1/A/601 destruido por un misil antiradar el 03 de junio 2 cañones de 35 mm y 1 director de tiro de la 3/B/601inutilizados el 03 Jun 1 radar de vigilancia Alert fuera de servicio por cañoneo naval el 13/14 Jun Munición Suficiente para seguir cumpliendo la misión. Combustible Insuficiente para hacer funcionar todos los grupos electrógenos. Despliegue Todas las secciones mantenían su posición excepto la 1/B/601 y la B/101 que recibieron la orden de repliegue sobre Puerto Argentino el 14 de junio a las 09:00 hs. Ultima orden recibida Proteger el repliegue del BIM5, Unidad que era sobrevolada por helicópteros enemigos durante su movimiento hacia la localidad. En oportunidad del conflicto con Gran Bretaña, el entonces denominado Grupo de Artillería de Defensa Aérea 601 (GADA 601), tenía, como en la actualidad, su asiento de paz en la ciudad de Mar del Plata. Inmediatamente que se produjo la recuperación de las Islas Malvinas, se dispuso la participación de la Unidad para integrar el sistema de defensa aérea de las Islas. Para dicha misión, la Unidad fue organizada con dos Baterías del Sistema de Armas de Defensa Aérea Oerlinkon Contraves, integrado por modernos cañones Calibre 35mm L 90 y avanzados Directores de Tiro Skyguard. Además, fue reforzada por una Batería de Misiles compuesta por un lanzador de misiles Roland y por una sección de misiles Tiger Cat, pertenecientes al Grupo de Artillería de Defensa Aérea Mixto 602. El Jefe del Grupo de Artillería de Defensa Aérea 601 (+), fue el entonces Teniente Coronel D Héctor Lubín Arias, quien además se desempeñó como Coordinador de los Fuegos de Defensa Aérea existentes en las Islas pertenecientes a las distintas Fuerzas. El GADA 601 estableció sus posiciones principales en proximidades de Puerto Argentino, destacando una sección de dos piezas Calibre 35mm, para proteger los efectivos destacados en Darwin - Ganso Verde. Superados los efectos de la sorpresa de la madrugada del 01 de mayo, día del Bautismo de Fuego de la Unidad, los aviones enemigos sabían en carne propia que debían pagar muy caro sus incursiones sobre el Aeropuerto o contra las instalaciones y/o posiciones argentinas. Pocos días mas tarde, con la pérdida de la primer aeronave en la zona de Darwin, comprendieron la dimensión de los riesgos a que estaban expuestos. La efectividad demostrada obligó a que el enemigo llevara a cabo sus misiones fuera del alcance de las armas propias, vale decir por encima de los 6.000 metros y prácticamente reducidas a acciones de reconocimiento y de defensa aérea. Ello contribuyó sensiblemente para proteger la integridad del propio personal y de las instalaciones. Transcurrieron así largas jornadas de vigilia y de esfuerzo sostenido, luchando contra un enemigo aéreo que no dio tregua hasta la finalización de las operaciones. Muchas veces invisible, otras inalcanzable y otras también vulnerable. Los fuegos de hostigamiento también tuvieron por blanco las posiciones antiaéreas, produciendo un perjuicio significativo al funcionamiento de los sistemas de armas y al descanso y recuperación del personal. Entrado el mes de junio todo sería más complejo. Los ataques se sucedieron y progresivamente se fue fracturando el sistema defensivo de las Islas, el enemigo aéreo dispuso de mayor impunidad y facilidad para sus desplazamientos. No obstante, el sistema de defensa aérea instrumentado, consolidado por la eficiencia y la alta capacitación del personal, funcionó adecuadamente hasta finalizar las operaciones, en muchos casos hasta el límite de utilizar las armas para combate (tiro) terrestre. Desde las primeras acciones el GADA 601 hizo su aporte generoso de sangre joven y viril. Durante el mediodía del 25 de mayo, por efectos de la explosión de bombas tipo racimo en la zona del Aeropuerto, muere el Soldado Conscripto Ricardo Mario Gurrieri. Días más tarde, el 03 de junio, como consecuencia de un ataque con helicópteros artillados con misiles antiradar, pierden la vida en su puesto de combate el Teniente D Alejandro Dachari, el Sargento Primero René Pascual Blanco y los Soldados Conscriptos Oscar Diarte y Jorge A. Lamas. Por último, en la madrugada del 12 de junio, durante un bombardeo naval enemigo, fallece el Soldado Conscripto Diego Martín Bellinzona. Lo cierto es que nueve aeronaves enemigas no cruzarán ningún otro cielo. La artillería antiaérea establecida en las Islas se ocupó de ellas y también de preservar la principal fuente de conexión con el continente, la pista de aterrizaje, la cual se mantuvo operativa hasta prácticamente el último día de las operaciones. Con la resignación propia de los hombres cabales, regresaron a casa con la satisfacción del deber cumplido. [/QUOTE]
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