12 % de los Efectivos de la Policía de la Provincia de Córdoba no Portan Armas
Policías desarmados
Los uniformados que por licencias clínicas o psiquiátricas están sin trabajar o cumplen tareas no operativas suman 1.772, un 12 por ciento de la fuerza. Las autoridades dicen que eso es positivo porque indica que la prevención funciona.
Fuente: Cristina Aizpeolea
La Voz del Interior
En Córdoba, algo más del 12 por ciento de los policías provinciales no están habilitados para portar el arma reglamentaria que en su momento les otorgó el Estado para cumplir con la prevención y represión del delito.
Razones clínicas y psiquiátricas hicieron que el área de Medicina Laboral de la Policía dictaminara licencias de al menos 30 días o recomendara para ellos la realización de tareas no operativas, las cuales suponen archivar el arma.
De un total de 14.279 policías, 1.772 uniformados está en esa situación. Hace dos años, cuando la fuerza tenía 11.800 efectivos, el personal desarmado no llegaba al 10 por ciento. Eran algo más de 1.100.
¿Está bien o está mal que el 12 por ciento de la fuerza no pueda portar el arma?
Consultadas al respecto, las autoridades policiales consideraron que el dato es un signo positivo, ya que expresa que los mecanismos de prevención que instituyó la fuerza para cuidar la salud mental y física de su personal funcionan bien.
Destacaron que, en la actualidad, un 20 por ciento del personal policial son mujeres, que ingresan jóvenes a la carrera policial, por lo cual atraviesan su maternidad en la fuerza.
Números azules. ¿Por qué se entrega o se retira el arma a un policía? Para contestar la pregunta, primero hay que definir dos grandes grupos: los policías que por razones de salud están de licencia (como no trabajan, no tienen su arma) y los que continúan trabajando pero en tareas no operativas; básicamente, administrativas.
Según datos de Medicina Laboral, por diagnósticos clínicos hay 223 licencias en Capital y 237 en el interior. En tanto, por diagnósticos psiquiátricos hay 102 policías de licencia en la ciudad y otros 126 en el interior.
Ello totaliza 460 licencias por causas clínicas y 228 por causas psiquiátricas. Es el 4,82 por ciento de la fuerza.
Las licencias clínicas pueden otorgarse a raíz de lesiones o traumatismos sufridos estando o no en funciones, dolencias cardíacas, embarazos complejos en el caso de las mujeres u otras patologías que temporariamente mellen la salud del uniformado, al punto de no poder trabajar. El máximo, según las normas, es de dos años. Luego, si el cuadro continúa, ya se aplicarían otras soluciones sociales (una jubilación por invalidez, por ejemplo).
El otro gran grupo de policías desarmados está integrado por los que atraviesan problemas o circunstancias de salud que no los invalidan para trabajar, pero los limitan a tareas no riesgosas. Por ejemplo, los que se reintegran luego de una cirugía o las embarazadas de varios meses de gestación, por citar algunos casos. En este grupo, hay 327 policías en la Capital y 203 en el interior.
Finalmente, los policías que trabajan pero a los que, por prevención, se les retira el arma por causas psiquiátricas, son 554. De ellos, 316 son del interior.
En 2006, los policías sin armas por razones de salud mental eran 308, de los cuales 147 eran del interior. En este grupo, el crecimiento sí fue muy notable: casi el doble.
Un dato positivo. "No debería ser para preocupar. Al contrario, es un dato positivo. Para nosotros, esto significa que la política de prevención y de seguimiento continuo que desde hace casi dos años se viene profundizando está dando resultados", evaluó el comisario mayor Juan Carlos Núñez, titular de la Dirección de Relaciones Humanas y Laborales.
Señaló que el dato de carpetas y licencias médicas en la Policía es de los más bajos de la administración pública. En el área docente, por ejemplo, según datos de la Dirección de Salud Ocupacional que depende del Ministerio de Salud de la Provincia, durante 2007 los 55 mil docentes provinciales tomaron 1,2 millones de días de licencia, por distintas razones (un promedio de casi 22 días por persona).
"Desde que asumió esta conducción, hace casi dos años, la salud del personal policial, concebida en forma integral, fue uno de los objetivos institucionales y se fijaron políticas muy precisas", agregó.
"La selección del personal es muy rigurosa. Hoy, el apto psicológico es el requisito más difícil. Para seleccionar a 1.500 aspirantes, estamos entrevistando a más de seis mil y la amplia mayoría queda afuera porque no tiene el perfil necesario para estar en la fuerza", indicó.
Prevenir y curar. El jefe policial explicó que la prevención en salud mental ya no se hace desde Medicina Laboral, como era antes. Por un lado, porque el policía es reacio a ir a pedir ayuda psicológica, quizá por una cuestión de prejuicio. Pero, además, porque menos aún iría a pedirla al área que debe realizar evaluaciones y diagnósticos para definir licencias o incluso bajas, según las regulaciones de la legislación laboral.
"No era fácil hacer prevención desde allí. Por ello, hace casi dos años se creó un departamento específico en Bienestar Policial, adonde habitualmente acude el policía por distintas inquietudes positivas, como previsión social, retiros, jubilaciones, vivienda, deporte, cultura y donde ahora siempre hay profesionales para recibir a los policías y a sus familiares directos", explicó Núñez.
"Muchas veces, la que viene a consultar es la esposa", apuntó.
El jefe policial reseñó también que la fuerza ha contratado a 10 psicólogos para trabajar en los distritos, con pequeños grupos de policías. La modalidad es convocar a talleres, sobre distintos temas, donde se logra que el policía se exprese y se manifieste.
Todo el personal pasa por esos talleres y de esa manera se realiza un seguimiento continuo, pero desestructurado.
"Si se detecta alguna inquietud o algún rasgo de tensión, se lo aborda de manera individual y se hace un seguimiento. Lo mismo si un superior advierte alguna reacción o si el propio policía lo plantea", expresó.
Agregó que de ese seguimiento puede surgir la necesidad o la recomendación de rotar de destino o de pasar a áreas no operativas hasta tanto recuperen el equilibrio. Mientras tanto, entregan a la superioridad el arma reglamentaria.
Policías desarmados
Los uniformados que por licencias clínicas o psiquiátricas están sin trabajar o cumplen tareas no operativas suman 1.772, un 12 por ciento de la fuerza. Las autoridades dicen que eso es positivo porque indica que la prevención funciona.
Fuente: Cristina Aizpeolea
La Voz del Interior
En Córdoba, algo más del 12 por ciento de los policías provinciales no están habilitados para portar el arma reglamentaria que en su momento les otorgó el Estado para cumplir con la prevención y represión del delito.
Razones clínicas y psiquiátricas hicieron que el área de Medicina Laboral de la Policía dictaminara licencias de al menos 30 días o recomendara para ellos la realización de tareas no operativas, las cuales suponen archivar el arma.
De un total de 14.279 policías, 1.772 uniformados está en esa situación. Hace dos años, cuando la fuerza tenía 11.800 efectivos, el personal desarmado no llegaba al 10 por ciento. Eran algo más de 1.100.
¿Está bien o está mal que el 12 por ciento de la fuerza no pueda portar el arma?
Consultadas al respecto, las autoridades policiales consideraron que el dato es un signo positivo, ya que expresa que los mecanismos de prevención que instituyó la fuerza para cuidar la salud mental y física de su personal funcionan bien.
Destacaron que, en la actualidad, un 20 por ciento del personal policial son mujeres, que ingresan jóvenes a la carrera policial, por lo cual atraviesan su maternidad en la fuerza.
Números azules. ¿Por qué se entrega o se retira el arma a un policía? Para contestar la pregunta, primero hay que definir dos grandes grupos: los policías que por razones de salud están de licencia (como no trabajan, no tienen su arma) y los que continúan trabajando pero en tareas no operativas; básicamente, administrativas.
Según datos de Medicina Laboral, por diagnósticos clínicos hay 223 licencias en Capital y 237 en el interior. En tanto, por diagnósticos psiquiátricos hay 102 policías de licencia en la ciudad y otros 126 en el interior.
Ello totaliza 460 licencias por causas clínicas y 228 por causas psiquiátricas. Es el 4,82 por ciento de la fuerza.
Las licencias clínicas pueden otorgarse a raíz de lesiones o traumatismos sufridos estando o no en funciones, dolencias cardíacas, embarazos complejos en el caso de las mujeres u otras patologías que temporariamente mellen la salud del uniformado, al punto de no poder trabajar. El máximo, según las normas, es de dos años. Luego, si el cuadro continúa, ya se aplicarían otras soluciones sociales (una jubilación por invalidez, por ejemplo).
El otro gran grupo de policías desarmados está integrado por los que atraviesan problemas o circunstancias de salud que no los invalidan para trabajar, pero los limitan a tareas no riesgosas. Por ejemplo, los que se reintegran luego de una cirugía o las embarazadas de varios meses de gestación, por citar algunos casos. En este grupo, hay 327 policías en la Capital y 203 en el interior.
Finalmente, los policías que trabajan pero a los que, por prevención, se les retira el arma por causas psiquiátricas, son 554. De ellos, 316 son del interior.
En 2006, los policías sin armas por razones de salud mental eran 308, de los cuales 147 eran del interior. En este grupo, el crecimiento sí fue muy notable: casi el doble.
Un dato positivo. "No debería ser para preocupar. Al contrario, es un dato positivo. Para nosotros, esto significa que la política de prevención y de seguimiento continuo que desde hace casi dos años se viene profundizando está dando resultados", evaluó el comisario mayor Juan Carlos Núñez, titular de la Dirección de Relaciones Humanas y Laborales.
Señaló que el dato de carpetas y licencias médicas en la Policía es de los más bajos de la administración pública. En el área docente, por ejemplo, según datos de la Dirección de Salud Ocupacional que depende del Ministerio de Salud de la Provincia, durante 2007 los 55 mil docentes provinciales tomaron 1,2 millones de días de licencia, por distintas razones (un promedio de casi 22 días por persona).
"Desde que asumió esta conducción, hace casi dos años, la salud del personal policial, concebida en forma integral, fue uno de los objetivos institucionales y se fijaron políticas muy precisas", agregó.
"La selección del personal es muy rigurosa. Hoy, el apto psicológico es el requisito más difícil. Para seleccionar a 1.500 aspirantes, estamos entrevistando a más de seis mil y la amplia mayoría queda afuera porque no tiene el perfil necesario para estar en la fuerza", indicó.
Prevenir y curar. El jefe policial explicó que la prevención en salud mental ya no se hace desde Medicina Laboral, como era antes. Por un lado, porque el policía es reacio a ir a pedir ayuda psicológica, quizá por una cuestión de prejuicio. Pero, además, porque menos aún iría a pedirla al área que debe realizar evaluaciones y diagnósticos para definir licencias o incluso bajas, según las regulaciones de la legislación laboral.
"No era fácil hacer prevención desde allí. Por ello, hace casi dos años se creó un departamento específico en Bienestar Policial, adonde habitualmente acude el policía por distintas inquietudes positivas, como previsión social, retiros, jubilaciones, vivienda, deporte, cultura y donde ahora siempre hay profesionales para recibir a los policías y a sus familiares directos", explicó Núñez.
"Muchas veces, la que viene a consultar es la esposa", apuntó.
El jefe policial reseñó también que la fuerza ha contratado a 10 psicólogos para trabajar en los distritos, con pequeños grupos de policías. La modalidad es convocar a talleres, sobre distintos temas, donde se logra que el policía se exprese y se manifieste.
Todo el personal pasa por esos talleres y de esa manera se realiza un seguimiento continuo, pero desestructurado.
"Si se detecta alguna inquietud o algún rasgo de tensión, se lo aborda de manera individual y se hace un seguimiento. Lo mismo si un superior advierte alguna reacción o si el propio policía lo plantea", expresó.
Agregó que de ese seguimiento puede surgir la necesidad o la recomendación de rotar de destino o de pasar a áreas no operativas hasta tanto recuperen el equilibrio. Mientras tanto, entregan a la superioridad el arma reglamentaria.