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Malvinas 1982
Programa Misión Malvinas-Descarga y Archivo 2009-2017
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<blockquote data-quote="TORDO79" data-source="post: 2098883" data-attributes="member: 3802"><p>Excelentes Testimonios!!!. Como para completar una de las puntas del Tridente que faltó en la emision de ayer y para aportar algo mas del papel que le cupo a los Cdos Anf, les dejo un extracto de "Guerra en el Atlántico Sur" de Alberto N. Manfredi (h). Abrazo Malvinero!!!</p><p></p><p>LINK: <a href="http://radiocut.fm/audiocut/mision-malvinas-banda-de-hermanos-7375/">http://radiocut.fm/audiocut/mision-malvinas-banda-de-hermanos-7375/</a></p><p></p><p><strong>LA PUNTA EA...</strong></p><p></p><p><strong><em>"...El General Parada había decidido enviar grupos Comando a la zona de San Carlos para que tomasen conocimiento de la verdadera capacidad del enemigo y confirmar,de paso, la existencia de radares en la cima del monte Alberdi (Osborne en la nomenclatura británica),en el cordón montañoso que conformaban las alturas Rivadavia, cuyo pico más alto alcanzaba los 690 metros sobre el nivel del mar. </em></strong></p><p><strong><em>El Capitán Figueroa explicó a Parada que una misión de exploración era algo muy distinto a una de combate ya que el equipo para una y otra era diferente. Además, el grupo a sus órdenes solo disponía de la sección al mando del Teniente Primero Daniel González Deibe, poco numerosa para esa tarea y eso, según su parecer, no era suficiente para cumplir el cometido. </em></strong></p><p><strong><em>Como el General Parada insistió (después de todo, era el tipo de misiones que Castagneto venía reclamando desde su llegada al archipiélago), se decidió el envío de una avanzada al mando del Capitán Jándula, a quien debían secundar los Sargentos Vallejo y Salazar, para estudiar y preparar el terreno además de efectuar observaciones. </em></strong></p><p><strong><em>Esta operación, se había planificó con las otras tres Armas, cada una de las cuales iba a aportar sus propias tropas de elite. El grupo comando de la Infantería de Marina a las órdenes del Capitán Dante Juan Manuel Camiletti, estaba compuesto por once efectivos y tendría como objetivo los alrededores de Puerto San Carlos; los catorce hombres del Grupo de Operaciones Especiales de la Fuerza Aérea, al mando del Primer Teniente Salvador Ozán, el monte Alberti y los Comandos del Ejército, integrados por Figueroa,González Deibe, Elmíger, Brizuela, Negretti y Llanos el sector de Establecimiento San Carlos. </em></strong></p><p><strong><em>El 22 de mayo por la mañana, los Comandos del Ejército abordaron dos helicópteros Bell 212 y esperaron pacientemente a que la niebla que envolvía la región se disipase. Al cabo de dos horas, las aeronaves levantaron vuelo y después sobrevolar los campos aledaños a la Casa del Gobernador enfilaron hacia el monte Simmons, punto de encuentro con sus pares de la Armada y la Fuerza Aérea, a mitad de camino entre Puerto Argentino y San Carlos, donde aguardaban Jándula y su Sección. </em></strong></p><p><strong><em>Cuando las aeronaves aterrizaron, la gente de Figueroa saltó a tierra y enseguida echó a correr para tomar posiciones. Fue en ese momento que el Jefe de la Sección se dio cuenta que Jándula tenía el tobillo derecho lesionado a causa de una caída y eso lo obligaba a caminar con cierta dificultad. Al verlo en esas condiciones, el Capitán Médico Llanos lo sometió a una rigurosa revisión y al cabo de unos minutos pudo determinar que el Oficial presentaba un esguince leve. </em></strong></p><p><strong><em>Mientras era atendido, Jándula informó que había observado mucha actividad enemiga en el Oeste, especialmente en los alrededores del monte Alberti, pero que según su opinión, no iba a impedir el desarrollo de la operación. </em></strong></p><p><strong><em>Figueroa dividió a su grupo en dos columnas, poniendo a González Deibe al mando de la primera para que avanzase por el sur, con el Teniente Eduardo Elmíger como asistente y a la segunda, encabezada por el propio Figueroa haciendo lo propio por el norte, llevando al Teniente Alejandro Brizuela como segundo. </em></strong></p><p><strong><em>Partieron cargando armas y mochilas, descendiendo la pendiente oeste del monte Simmons para iniciar una marcha que duraría varias horas. Por la tarde, cuando los relojes daban las 17.00, las secciones se habían separado tanto que acabaron porm extraviar el camino, razón por la cual, decidieron acampar y esperar hasta el otro día. </em></strong></p><p><strong><em>Los efectivos racionaron y descansaron después de montar guardias por turnos y al día siguiente, alrededor de las 09.00, reiniciaron el avance después que González Deibe trepase una abrupta loma para orientarse.</em></strong></p><p><strong><em>Allí arriba, en lo alto creyó escuchar voces para su tranquilidad, después de aguzar el oído, notó que hablaban en español.Era la Sección de Figueroa, que al igual que ellos, había acampado en las inmediaciones. </em></strong></p><p><strong><em>González Deibe se dio a conocer y después de intercambiar una serie de palabras con Figueroa, resolvieron seguir juntos. Era el 25 de mayo, día de la Patria y eso fue motivo de festejos y saludos efusivos. Y para levantar los ánimos, noticias provenientes de radios uruguayas dieron cuenta de la feroz batalla aeronaval que había tenido lugar ese día, con su saldo favorable a la Argentina luego de los espectaculares ataques de la Fuerza Aérea y la Aviación Naval. </em></strong></p><p><strong><em>En horas de la noche, cuando los Comandos se desplazaban por el terreno, se sintieron varias veces lejanos sonidos que evidenciaban el paso de helicópteros enemigos yendo y viniendo entre Darwin, Prado del Ganso, Estancia House y Caleta Trullo (Teal Inlet). </em></strong></p><p><strong><em>A eso de las 03.30, los argentinos alcanzaron la Gran Montaña, punto próximo al río San Carlos, donde acamparon y racionaron moderadamente a causa de la escasez de alimentos. Desde ese punto establecieron comunicación radiofónica con el General Parada para informarle las últimas novedades.</em></strong></p><p><strong><em>La respuesta que recibieron fue realmente asombrosa, por venir de quien venía. Se les exigió más acción y se les informó que iban a ser relevados ni bien la 2ª Sección regresase en helicóptero desde Puerto Howard. </em></strong></p><p><strong><em>Mientras tanto, en las cimas del monte Simmons, Jándula y su Sección, se mantenían a la espera, convencidos de que permanecer en ese sitio era contraproducente e innecesario porque desde allí no podían hacer absolutamente nada y corrían el riesgo de ser detectados.</em></strong></p><p><strong><em>El frecuente paso de los Harrier tomando fotografías, los decidió a efectuar un nuevo desplazamiento.</em></strong></p><p><strong><em>Desde donde se hallaban ubicados, los hombres de Jándula se podía ver una casa de dos plantas próxima al arroyo Top Malo, la misma que González Deibe había explorado días atrás, que parecía un refugio relativamente seguro donde ampararse de las inclemencias del tiempo. Después de evaluar diversas alternativas, los Comandos se incorporaron y comenzaron a acercarse muy lentamente apuntando con sus armas al edificio y mirando en todas direcciones, en prevención de cualquier contingencia. </em></strong></p><p><strong><em>La propiedad parecía abandonada y evidenciaba mucho descuido y suciedad. Los hombres la rodearon y después de echar un vistazo, ingresaron, comprobando que,efectivamente, no había nadie. </em></strong></p><p><strong><em>Una vez adentro, la inspeccionaron de arriba abajo, limpiaron las habitaciones lo mejor que pudieron y las acondicionaron como para pernoctar allí. Parecía el lugar ideal para pasar la noche, de ahí la decisión de asar un cordero al que Salazar y Vallejo fueron a buscar. </em></strong></p><p><strong><em>Esa misma noche, después de racionar en caliente (el cordero capturado), llegó hasta ellos el lejano sonido de un helicóptero que merodeaba por las inmediaciones.</em></strong></p><p><strong><em>Una vez fuera, pudieron ver que se trataba de un Sea King enemigo que, al parecer,desembarcaba efectivos en las laderas de monte Simmons, el mismo lugar donde habían estado horas antes. </em></strong></p><p><strong><em>Jándula creyó prudente abandonar la casa, cosa con la que estuvieron todos de acuerdo y sin decir más, recogieron el equipo y se alejaron, encaminándose hacia el sur, en dirección al monte Iglesias, detrás del cual, se extendían las tierras de Fitz Roy. </em></strong></p><p><strong><em>En determinado momento, cuando empezaba a amanecer e intentaban comunicarse con Puerto Argentino, sus emisiones fueron captadas por helicópteros enemigos que de manera inmediata se lanzaron en su búsqueda.</em></strong></p><p><strong><em>En vista de ello, intentaron advertira González Deibe sobre la actividad que se estaba desarrollando pero el paso de una de aquellas máquinas a escasos 50 metros de sus cabezas, los hizo desistir.</em></strong></p><p><strong><em>Pasado un tiempo, cuando caía sobre ellos una llovizna helada, volvieron a encender la radio y eso atrajo nuevamente al enemigo que emprendió una implacable persecución a través de los cerros, que obligó a los argentinos a desplazarse en zigzag, ocultándose de tanto en tanto y emitiendo brevísimas señales cada media hora. </em></strong></p><p><strong><em>Finalizada la guerra, al rememorar las acciones, Jándula recordaría que se trató de una verdadera cacería humana de la que lograron zafar gracias a sus constantes desplazamientos. </em></strong></p><p><strong><em>Así fue como atravesaron zonas pantanosas, escalaron pendientes, descendieron laderas y cruzaron riachos de piedra, soportando el frío y la lluvia, aguantando el cansancio y el hambre e incluso dándose fuertes golpes al resbalar, tal como le ocurrió al Sargento Silverio Mario Arroyo, que en una de esas caídas, se lastimó la cadera. </em></strong></p><p><strong><em>Una de aquellas noches, poco antes del amanecer, Jándula y su sección vieron aproximarse un helicóptero británico, más precisamente un Sea King artillado que al parecer, trasladaba pertrechos y hombres hacia una posición.</em></strong></p><p><strong><em>Al verlo venir, Llanos propuso tomar ubicación cerca de unas rocas y abatirlo con el fuego reunido de sus armas livianas idea que, salvo el Sargento Arroyo, todos los demás objetaron porconsiderarla imprudente. </em></strong></p><p><strong><em>Los argumentos que se esgrimieron eran acertados pues el valle por el que se movían era un corredor aéreo muy transitado por el enemigo y eso implicaba, atraer su atención y poner en riesgo la operación. </em></strong></p><p><strong><em>Llanos volvió a insistir porque estaba seguro que ese Sea King era presa fácil pero sus compañeros volvieron a negarse. Y como el helicóptero estaba prácticamente sobre ellos, buscaron cobertura y esperaron. </em></strong></p><p><strong><em>El Oficial médico no se resignaba a desperdiciar semejante oportunidad porque era evidente que con el fuego reunido de sus armas lograrían impactos de consideración por lo que exhortó a sus compañeros una vez más. </em></strong></p><p><strong><em>Después de todo, el Teniente Primero Esteban lo había hecho en San Carlos, abatiendo a dos aeronaves y averiando a otras y eso había tenido incidencia en el enemigo. </em></strong></p><p><strong><em>Sin embargo, no hubo caso. El helicóptero pasó tan cerca, que pudieron observar claramente la cabina iluminada y a los pilotos en su interior. </em></strong></p><p><strong><em>Hubiera sido, en verdad, un blanco extremadamente fácil y una baja sensible para los británicos.Mientras la máquina se alejaba y se perdía de vista, Llanos se incorporó furioso y arrojando su fusil al suelo gritó: </em></strong></p><p><strong><em>-¡¡A partir de este momento soy solamente médico!!. Sus compañeros, lo escucharon en silencio, profundamente avergonzados pues si la decisión de Jándula había sido correcta, en lo más profundo de sus corazones sabían que Llanos tenía razón. Tiempo después, en Puerto Argentino, Jándula le comentaría perturbado al mayor Aldo Rico que aún sentía remordimientos al recordar aquello. </em></strong></p><p><strong><em>El amanecer de un día espléndido sorprendió a la Sección en plena marcha, con Arroyo avanzando con dificultad a causa del golpe que se había dado al resbalar en el lecho de un riacho pedregoso y el resto completamente extenuado. </em></strong></p><p><strong><em>Después de trepar una pendiente y descender por el otro lado, decidieron hacer un alto para racionar. Era media mañana y el sol brillaba en el cielo despejado, provocando una sensación agradable. Mientras consumían su alimento, llegaron a </em></strong></p><p><strong><em>contar entre 40 y 50 helicópteros enemigos desplazándose por el mismo corredor, a una distancia de 200 metros uno de otro, algo digno de preocupación porque mostraba a las claras que el avance británico era realmente incontenible. </em></strong></p><p><strong><em>Desde las alturas en las que se hallaban ubicados y usando sus binoculares, los hombres de Jándula pudieron ver Fitz Roy a 20 kilómetros al sudeste. Cerca de allí, a metros de su posición, había una casa abandonada y bastante deteriorada que como en el caso de Top Malo House, decidieron inspeccionar.</em></strong></p><p><strong><em>Echaron a andar y a mitad de camino, se dividieron en dos, Llanos y Arroyo (cada vez más dolorido) avanzando hacia el edificio y el resto cubriéndolos desde la ladera este del cerro. </em></strong></p><p><strong><em>Llanos y Arroyo descendieron lentamente y una vez junto al edificio, observaron su interior comprobando que estaba abandonado. Ingresaron con mucha cautela y una vez en la sala principal vieron que había un teléfono. </em></strong></p><p><strong><em>El médico tomó el tubo y lo apoyó sobre su oreja derecha pero para su desazón, notó que no funcionaba. </em></strong></p><p><strong><em>Los exploradores pernoctaron esa noche en el interior de la casa mientras sus compañeros, sobre la ladera, lo hacían a la intemperie, contemplando desde su posición el fantasmagórico y siniestro resplandor de las artillerías de ambos bandos batiéndose fieramente en Prado del Ganso. </em></strong></p><p><strong><em>A la mañana siguiente Arroyo se dio cuenta que cerca de la propiedad pastaban una yegua y su potrillo y enseguida se lo informó a su compañero. Los animales eran dóciles y eso posibilitó que montasen ambos la yegua para reemprender la marcha cabalgando sobre su lomo, pero al cabo de un tiempo, debieron desistir porque el movimiento de las ancas le provocaba fuertes dolores a Arroyo.</em></strong></p><p><strong><em>El Comando debió bajar y seguir a pie, llevando a la yegua de las riendas. </em></strong></p><p><strong><em>Al cabo de cinco horas, los hombres y su cabalgadura divisaron el puente de Fitz Roy donde una Companía de Ingenieros que se hallaba apostada los confundió con ingleses y les disparó. </em></strong></p><p><strong><em>Asustada por los estampidos, la yegua comenzó a corcovear arrojando a Llanos por el aire, aunque sin consecuencias. </em></strong></p><p><strong><em>Percatados del error, los Ingenieros corrieron hacia ellos y los ayudaron con el equipo. Dos efectivos cargaron a Arroyo sobre sus hombros y el resto de ocupó de las mochilas y las armas. </em></strong></p><p><strong><em>Esa misma noche llegó el helicóptero Bell UH-1H matrícula AE-406 del valeroso Teniente Guillermo Anaya, hijo del severo integrante de la Junta Militar, y abordo del mismo ambos Comandos partieron hacia Puerto Argentino. </em></strong></p><p><strong><em>Aterrizaron en la cancha de fútbol contigua a la Casa de Gobierno, en pleno bombardeo de los Sea Harrier. </em></strong></p><p><strong><em>Jándula y los suyos fueron recogidos por un Chinook cargado de heridos proveniente de Darwin. Debieron agitar sus brazos y hasta un trapo blanco atado al extremo de uno de los fusiles para que alguien a bordo se percatase de los movimientos y le indicase al piloto que alguien, allí abajo, hacía señas. </em></strong></p><p><strong><em>Los Comandos vieron al helicóptero efectuar un pronunciado giro y volver sobre sus pasos para recuperarlos y grande fue su alivio cuando lo vieron posarse en la turba y a un Suboficial haciéndoles señas para que se apurasen a subir..."</em></strong></p></blockquote><p></p>
[QUOTE="TORDO79, post: 2098883, member: 3802"] Excelentes Testimonios!!!. Como para completar una de las puntas del Tridente que faltó en la emision de ayer y para aportar algo mas del papel que le cupo a los Cdos Anf, les dejo un extracto de "Guerra en el Atlántico Sur" de Alberto N. Manfredi (h). Abrazo Malvinero!!! LINK: [URL]http://radiocut.fm/audiocut/mision-malvinas-banda-de-hermanos-7375/[/URL] [B]LA PUNTA EA...[/B] [B][I]"...El General Parada había decidido enviar grupos Comando a la zona de San Carlos para que tomasen conocimiento de la verdadera capacidad del enemigo y confirmar,de paso, la existencia de radares en la cima del monte Alberdi (Osborne en la nomenclatura británica),en el cordón montañoso que conformaban las alturas Rivadavia, cuyo pico más alto alcanzaba los 690 metros sobre el nivel del mar. El Capitán Figueroa explicó a Parada que una misión de exploración era algo muy distinto a una de combate ya que el equipo para una y otra era diferente. Además, el grupo a sus órdenes solo disponía de la sección al mando del Teniente Primero Daniel González Deibe, poco numerosa para esa tarea y eso, según su parecer, no era suficiente para cumplir el cometido. Como el General Parada insistió (después de todo, era el tipo de misiones que Castagneto venía reclamando desde su llegada al archipiélago), se decidió el envío de una avanzada al mando del Capitán Jándula, a quien debían secundar los Sargentos Vallejo y Salazar, para estudiar y preparar el terreno además de efectuar observaciones. Esta operación, se había planificó con las otras tres Armas, cada una de las cuales iba a aportar sus propias tropas de elite. El grupo comando de la Infantería de Marina a las órdenes del Capitán Dante Juan Manuel Camiletti, estaba compuesto por once efectivos y tendría como objetivo los alrededores de Puerto San Carlos; los catorce hombres del Grupo de Operaciones Especiales de la Fuerza Aérea, al mando del Primer Teniente Salvador Ozán, el monte Alberti y los Comandos del Ejército, integrados por Figueroa,González Deibe, Elmíger, Brizuela, Negretti y Llanos el sector de Establecimiento San Carlos. El 22 de mayo por la mañana, los Comandos del Ejército abordaron dos helicópteros Bell 212 y esperaron pacientemente a que la niebla que envolvía la región se disipase. Al cabo de dos horas, las aeronaves levantaron vuelo y después sobrevolar los campos aledaños a la Casa del Gobernador enfilaron hacia el monte Simmons, punto de encuentro con sus pares de la Armada y la Fuerza Aérea, a mitad de camino entre Puerto Argentino y San Carlos, donde aguardaban Jándula y su Sección. Cuando las aeronaves aterrizaron, la gente de Figueroa saltó a tierra y enseguida echó a correr para tomar posiciones. Fue en ese momento que el Jefe de la Sección se dio cuenta que Jándula tenía el tobillo derecho lesionado a causa de una caída y eso lo obligaba a caminar con cierta dificultad. Al verlo en esas condiciones, el Capitán Médico Llanos lo sometió a una rigurosa revisión y al cabo de unos minutos pudo determinar que el Oficial presentaba un esguince leve. Mientras era atendido, Jándula informó que había observado mucha actividad enemiga en el Oeste, especialmente en los alrededores del monte Alberti, pero que según su opinión, no iba a impedir el desarrollo de la operación. Figueroa dividió a su grupo en dos columnas, poniendo a González Deibe al mando de la primera para que avanzase por el sur, con el Teniente Eduardo Elmíger como asistente y a la segunda, encabezada por el propio Figueroa haciendo lo propio por el norte, llevando al Teniente Alejandro Brizuela como segundo. Partieron cargando armas y mochilas, descendiendo la pendiente oeste del monte Simmons para iniciar una marcha que duraría varias horas. Por la tarde, cuando los relojes daban las 17.00, las secciones se habían separado tanto que acabaron porm extraviar el camino, razón por la cual, decidieron acampar y esperar hasta el otro día. Los efectivos racionaron y descansaron después de montar guardias por turnos y al día siguiente, alrededor de las 09.00, reiniciaron el avance después que González Deibe trepase una abrupta loma para orientarse. Allí arriba, en lo alto creyó escuchar voces para su tranquilidad, después de aguzar el oído, notó que hablaban en español.Era la Sección de Figueroa, que al igual que ellos, había acampado en las inmediaciones. González Deibe se dio a conocer y después de intercambiar una serie de palabras con Figueroa, resolvieron seguir juntos. Era el 25 de mayo, día de la Patria y eso fue motivo de festejos y saludos efusivos. Y para levantar los ánimos, noticias provenientes de radios uruguayas dieron cuenta de la feroz batalla aeronaval que había tenido lugar ese día, con su saldo favorable a la Argentina luego de los espectaculares ataques de la Fuerza Aérea y la Aviación Naval. En horas de la noche, cuando los Comandos se desplazaban por el terreno, se sintieron varias veces lejanos sonidos que evidenciaban el paso de helicópteros enemigos yendo y viniendo entre Darwin, Prado del Ganso, Estancia House y Caleta Trullo (Teal Inlet). A eso de las 03.30, los argentinos alcanzaron la Gran Montaña, punto próximo al río San Carlos, donde acamparon y racionaron moderadamente a causa de la escasez de alimentos. Desde ese punto establecieron comunicación radiofónica con el General Parada para informarle las últimas novedades. La respuesta que recibieron fue realmente asombrosa, por venir de quien venía. Se les exigió más acción y se les informó que iban a ser relevados ni bien la 2ª Sección regresase en helicóptero desde Puerto Howard. Mientras tanto, en las cimas del monte Simmons, Jándula y su Sección, se mantenían a la espera, convencidos de que permanecer en ese sitio era contraproducente e innecesario porque desde allí no podían hacer absolutamente nada y corrían el riesgo de ser detectados. El frecuente paso de los Harrier tomando fotografías, los decidió a efectuar un nuevo desplazamiento. Desde donde se hallaban ubicados, los hombres de Jándula se podía ver una casa de dos plantas próxima al arroyo Top Malo, la misma que González Deibe había explorado días atrás, que parecía un refugio relativamente seguro donde ampararse de las inclemencias del tiempo. Después de evaluar diversas alternativas, los Comandos se incorporaron y comenzaron a acercarse muy lentamente apuntando con sus armas al edificio y mirando en todas direcciones, en prevención de cualquier contingencia. La propiedad parecía abandonada y evidenciaba mucho descuido y suciedad. Los hombres la rodearon y después de echar un vistazo, ingresaron, comprobando que,efectivamente, no había nadie. Una vez adentro, la inspeccionaron de arriba abajo, limpiaron las habitaciones lo mejor que pudieron y las acondicionaron como para pernoctar allí. Parecía el lugar ideal para pasar la noche, de ahí la decisión de asar un cordero al que Salazar y Vallejo fueron a buscar. Esa misma noche, después de racionar en caliente (el cordero capturado), llegó hasta ellos el lejano sonido de un helicóptero que merodeaba por las inmediaciones. Una vez fuera, pudieron ver que se trataba de un Sea King enemigo que, al parecer,desembarcaba efectivos en las laderas de monte Simmons, el mismo lugar donde habían estado horas antes. Jándula creyó prudente abandonar la casa, cosa con la que estuvieron todos de acuerdo y sin decir más, recogieron el equipo y se alejaron, encaminándose hacia el sur, en dirección al monte Iglesias, detrás del cual, se extendían las tierras de Fitz Roy. En determinado momento, cuando empezaba a amanecer e intentaban comunicarse con Puerto Argentino, sus emisiones fueron captadas por helicópteros enemigos que de manera inmediata se lanzaron en su búsqueda. En vista de ello, intentaron advertira González Deibe sobre la actividad que se estaba desarrollando pero el paso de una de aquellas máquinas a escasos 50 metros de sus cabezas, los hizo desistir. Pasado un tiempo, cuando caía sobre ellos una llovizna helada, volvieron a encender la radio y eso atrajo nuevamente al enemigo que emprendió una implacable persecución a través de los cerros, que obligó a los argentinos a desplazarse en zigzag, ocultándose de tanto en tanto y emitiendo brevísimas señales cada media hora. Finalizada la guerra, al rememorar las acciones, Jándula recordaría que se trató de una verdadera cacería humana de la que lograron zafar gracias a sus constantes desplazamientos. Así fue como atravesaron zonas pantanosas, escalaron pendientes, descendieron laderas y cruzaron riachos de piedra, soportando el frío y la lluvia, aguantando el cansancio y el hambre e incluso dándose fuertes golpes al resbalar, tal como le ocurrió al Sargento Silverio Mario Arroyo, que en una de esas caídas, se lastimó la cadera. Una de aquellas noches, poco antes del amanecer, Jándula y su sección vieron aproximarse un helicóptero británico, más precisamente un Sea King artillado que al parecer, trasladaba pertrechos y hombres hacia una posición. Al verlo venir, Llanos propuso tomar ubicación cerca de unas rocas y abatirlo con el fuego reunido de sus armas livianas idea que, salvo el Sargento Arroyo, todos los demás objetaron porconsiderarla imprudente. Los argumentos que se esgrimieron eran acertados pues el valle por el que se movían era un corredor aéreo muy transitado por el enemigo y eso implicaba, atraer su atención y poner en riesgo la operación. Llanos volvió a insistir porque estaba seguro que ese Sea King era presa fácil pero sus compañeros volvieron a negarse. Y como el helicóptero estaba prácticamente sobre ellos, buscaron cobertura y esperaron. El Oficial médico no se resignaba a desperdiciar semejante oportunidad porque era evidente que con el fuego reunido de sus armas lograrían impactos de consideración por lo que exhortó a sus compañeros una vez más. Después de todo, el Teniente Primero Esteban lo había hecho en San Carlos, abatiendo a dos aeronaves y averiando a otras y eso había tenido incidencia en el enemigo. Sin embargo, no hubo caso. El helicóptero pasó tan cerca, que pudieron observar claramente la cabina iluminada y a los pilotos en su interior. Hubiera sido, en verdad, un blanco extremadamente fácil y una baja sensible para los británicos.Mientras la máquina se alejaba y se perdía de vista, Llanos se incorporó furioso y arrojando su fusil al suelo gritó: -¡¡A partir de este momento soy solamente médico!!. Sus compañeros, lo escucharon en silencio, profundamente avergonzados pues si la decisión de Jándula había sido correcta, en lo más profundo de sus corazones sabían que Llanos tenía razón. Tiempo después, en Puerto Argentino, Jándula le comentaría perturbado al mayor Aldo Rico que aún sentía remordimientos al recordar aquello. El amanecer de un día espléndido sorprendió a la Sección en plena marcha, con Arroyo avanzando con dificultad a causa del golpe que se había dado al resbalar en el lecho de un riacho pedregoso y el resto completamente extenuado. Después de trepar una pendiente y descender por el otro lado, decidieron hacer un alto para racionar. Era media mañana y el sol brillaba en el cielo despejado, provocando una sensación agradable. Mientras consumían su alimento, llegaron a contar entre 40 y 50 helicópteros enemigos desplazándose por el mismo corredor, a una distancia de 200 metros uno de otro, algo digno de preocupación porque mostraba a las claras que el avance británico era realmente incontenible. Desde las alturas en las que se hallaban ubicados y usando sus binoculares, los hombres de Jándula pudieron ver Fitz Roy a 20 kilómetros al sudeste. Cerca de allí, a metros de su posición, había una casa abandonada y bastante deteriorada que como en el caso de Top Malo House, decidieron inspeccionar. Echaron a andar y a mitad de camino, se dividieron en dos, Llanos y Arroyo (cada vez más dolorido) avanzando hacia el edificio y el resto cubriéndolos desde la ladera este del cerro. Llanos y Arroyo descendieron lentamente y una vez junto al edificio, observaron su interior comprobando que estaba abandonado. Ingresaron con mucha cautela y una vez en la sala principal vieron que había un teléfono. El médico tomó el tubo y lo apoyó sobre su oreja derecha pero para su desazón, notó que no funcionaba. Los exploradores pernoctaron esa noche en el interior de la casa mientras sus compañeros, sobre la ladera, lo hacían a la intemperie, contemplando desde su posición el fantasmagórico y siniestro resplandor de las artillerías de ambos bandos batiéndose fieramente en Prado del Ganso. A la mañana siguiente Arroyo se dio cuenta que cerca de la propiedad pastaban una yegua y su potrillo y enseguida se lo informó a su compañero. Los animales eran dóciles y eso posibilitó que montasen ambos la yegua para reemprender la marcha cabalgando sobre su lomo, pero al cabo de un tiempo, debieron desistir porque el movimiento de las ancas le provocaba fuertes dolores a Arroyo. El Comando debió bajar y seguir a pie, llevando a la yegua de las riendas. Al cabo de cinco horas, los hombres y su cabalgadura divisaron el puente de Fitz Roy donde una Companía de Ingenieros que se hallaba apostada los confundió con ingleses y les disparó. Asustada por los estampidos, la yegua comenzó a corcovear arrojando a Llanos por el aire, aunque sin consecuencias. Percatados del error, los Ingenieros corrieron hacia ellos y los ayudaron con el equipo. Dos efectivos cargaron a Arroyo sobre sus hombros y el resto de ocupó de las mochilas y las armas. Esa misma noche llegó el helicóptero Bell UH-1H matrícula AE-406 del valeroso Teniente Guillermo Anaya, hijo del severo integrante de la Junta Militar, y abordo del mismo ambos Comandos partieron hacia Puerto Argentino. Aterrizaron en la cancha de fútbol contigua a la Casa de Gobierno, en pleno bombardeo de los Sea Harrier. Jándula y los suyos fueron recogidos por un Chinook cargado de heridos proveniente de Darwin. Debieron agitar sus brazos y hasta un trapo blanco atado al extremo de uno de los fusiles para que alguien a bordo se percatase de los movimientos y le indicase al piloto que alguien, allí abajo, hacía señas. Los Comandos vieron al helicóptero efectuar un pronunciado giro y volver sobre sus pasos para recuperarlos y grande fue su alivio cuando lo vieron posarse en la turba y a un Suboficial haciéndoles señas para que se apurasen a subir..."[/I][/B] [/QUOTE]
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