En un contexto de creciente inquietud general, el presidente de la Federación Internacional de Asociaciones de Controladores de Aire (Ifatca, según sus siglas en inglés), Marc Baumgartner, advirtió ayer que es necesario reducir el número de vuelos en la Argentina para evitar un "accidente serio". Esta entidad, que representa mundialmente a quienes vigilan desde las torres de los aeropuertos a los aviones en el aire, asumió así como ciertas las denuncias sobre los supuestos incidentes revelados por los controladores de tráfico aéreo en las últimas semanas.
En las antípodas de tan sombrío pronóstico, el secretario de Turismo, Enrique Meyer, aseguró ayer que "no tiene información" de que haya quienes dejan de elegir el avión como medio de transporte a causa de la eventual inseguridad aérea y opinó, incluso, que los reiterados problemas en los aeropuertos argentinos no están relacionados con el mal funcionamiento de los radares, sino con la duplicación del tráfico de pasajeros registrada en los últimos cuatro años.
La Asociación de Controladores Aéreos (ACTA), por su parte, volvió a la carga y denunció "una presión militar jamás vista" para evitar que los vigiladores del tráfico aerocomercial revelen irregularidades.
En medio de estas turbulencias, las palabras del funcionario del área turística echaron más leña a la controversia sobre la falta de equipamiento en las terminales aeroportuarias en el país, que supuestamente suscita demoras y no permite evitar incidentes de diversa gravedad entre aviones en vuelo.
Cuando durante la conferencia de prensa posterior a la firma de un convenio con la Asociación de Fabricantes de Autos (Adefa) para que se incluya un CD de promoción de la Argentina en los autos que se exporten, a Meyer se le preguntó si las fallas en los radares causaban inconvenientes en el flujo turístico. El respondió: "Yo no digo que está afectando, los problemas que está teniendo el crecimiento del tráfico plantean la necesidad de inversiones que se están realizando". Y sobre una eventual menor predisposición de los turistas a hacer vuelos de cabotaje por las fallas de los radares, dijo: "No confirmo ni desmiento, no tengo esa información".
De este modo, Meyer atizó la polémica por el estado de la seguridad aeronáutica. Sin embargo, los datos del sector aerocomercial contradicen esa percepción sobre el aumento en el nivel de tráfico de aviones. Según publicó LA NACION ayer, en los últimos ocho años la cantidad de vuelos desde el aeroparque Jorge Newbery y el aeropuerto internacional de Ezeiza cayó en 100.000 partidas, y la cantidad de pasajeros transportados pasó de 20.305.721, en 1999, a 16.932.601, en 2006, es decir, 3,3 millones de pasajeros menos, una baja del 17 por ciento.
Mientras tanto, ACTA reiteró ayer que el problema se debe a la falta de un sistema de radarización en la zona metropolitana y a que la aparatología que se utiliza en otras bases aéreas del país es "obsoleta". La ministra de Defensa, Nilda Garré, había denunciado a los gremios de provocar intranquilidad con el propósito de quedarse con "puestos" durante el traspaso del control de la órbita militar a la civil.
En las antípodas de tan sombrío pronóstico, el secretario de Turismo, Enrique Meyer, aseguró ayer que "no tiene información" de que haya quienes dejan de elegir el avión como medio de transporte a causa de la eventual inseguridad aérea y opinó, incluso, que los reiterados problemas en los aeropuertos argentinos no están relacionados con el mal funcionamiento de los radares, sino con la duplicación del tráfico de pasajeros registrada en los últimos cuatro años.
La Asociación de Controladores Aéreos (ACTA), por su parte, volvió a la carga y denunció "una presión militar jamás vista" para evitar que los vigiladores del tráfico aerocomercial revelen irregularidades.
En medio de estas turbulencias, las palabras del funcionario del área turística echaron más leña a la controversia sobre la falta de equipamiento en las terminales aeroportuarias en el país, que supuestamente suscita demoras y no permite evitar incidentes de diversa gravedad entre aviones en vuelo.
Cuando durante la conferencia de prensa posterior a la firma de un convenio con la Asociación de Fabricantes de Autos (Adefa) para que se incluya un CD de promoción de la Argentina en los autos que se exporten, a Meyer se le preguntó si las fallas en los radares causaban inconvenientes en el flujo turístico. El respondió: "Yo no digo que está afectando, los problemas que está teniendo el crecimiento del tráfico plantean la necesidad de inversiones que se están realizando". Y sobre una eventual menor predisposición de los turistas a hacer vuelos de cabotaje por las fallas de los radares, dijo: "No confirmo ni desmiento, no tengo esa información".
De este modo, Meyer atizó la polémica por el estado de la seguridad aeronáutica. Sin embargo, los datos del sector aerocomercial contradicen esa percepción sobre el aumento en el nivel de tráfico de aviones. Según publicó LA NACION ayer, en los últimos ocho años la cantidad de vuelos desde el aeroparque Jorge Newbery y el aeropuerto internacional de Ezeiza cayó en 100.000 partidas, y la cantidad de pasajeros transportados pasó de 20.305.721, en 1999, a 16.932.601, en 2006, es decir, 3,3 millones de pasajeros menos, una baja del 17 por ciento.
Mientras tanto, ACTA reiteró ayer que el problema se debe a la falta de un sistema de radarización en la zona metropolitana y a que la aparatología que se utiliza en otras bases aéreas del país es "obsoleta". La ministra de Defensa, Nilda Garré, había denunciado a los gremios de provocar intranquilidad con el propósito de quedarse con "puestos" durante el traspaso del control de la órbita militar a la civil.