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Reflexiones de un Zorro Singular
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<blockquote data-quote="Stormnacht" data-source="post: 608235" data-attributes="member: 341"><p><img src="http://i63.photobucket.com/albums/h154/cactus-1/afrikorps1.jpg" alt="" class="fr-fic fr-dii fr-draggable " style="" /></p><p></p><p></p><p></p><p><strong><em>7 de febrero de 1941</em></strong></p><p><strong><em></em></strong></p><p><strong><em></em></strong></p><p><strong><em> A la mañana siguiente (12 de febrero) despegamos de Catania y fuimos directamente a Trípoli, para un reconocimiento in situ. Mientras sobrevolábamos el Mediterráneo, a baja cota, encontramos numerosas escuadrillas de Junkers que volvían de allí, probablemente se trataba de aparatos que ya por entonces abastecían a las fuerzas aéreas alemanas en Africa. Hacia mediodía aterrizamos en Castel Benito, al sur de la ciudad. El subteniente Heggenreiner, que era el oficial de enlace del general alemán en Roma (general von Rintelen) con el Mando Supremo italiano en Africa del Norte, nos anunció, al recibirnos, que el mariscal Graziani había dejado el Mando Supremo, comunicando las directivas al general Gariboldi, comandante del Ejército 5. Heggenreiner me describió brevemente el orden de batalla de las fuerzas italianas en Africa y me habló de algunos desagradables incidentes que se habían producido durante la retirada, o, mejor dicho, durante la derrota en que se transformó aquel repliegue. </em></strong></p><p><strong><em> Hacia las 13 me encontré con el general Gariboldi y le puse al corriente de mi misión. Mostró escaso entusiasmo por la intención de establecer la defensa en Sirte. Yo, con la ayuda de un mapa, le expliqué en líneas generales mi plan de defensa de Tripolitania, cuyos puntos esenciales eran: no retroceder ya ni un solo paso, poderoso apoyo de la Luftwaffe y volcar en la defensa del sector sírtico todos los hombres disponibles, incluyendo, apenas hubiesen desembarcado, los primeros contingentes alemanes. Estaba convencido de que si los ingleses no encontraban resistencia, lo más probable era que continuasen su avance, mientras que si se percataban de que habían de empeñarse en otra batalla, no atacarían... -como hubiera sido su deseo-, sino que se verían forzados a esperar refuerzos. Esperaba poder aprovechar el tiempo ganado de esta forma organizando nuestras tropas, de modo que fuesen lo bastante fuertes para resistir el asalto enemigo.</em></strong></p><p><strong><em> Gariboldi alimentaba muchas dudas sobre todo lo que le había expuesto. Estaba profundamente descorazonado por la derrota, y me aconsejó que, en primer lugar, diese una ojeada a la zona de la Sirte, pues suponía que yo, como acababa de llegar, no tendría una idea precisa de las dificultades de este teatro de operaciones.</em></strong></p><p><strong><em> "No necesitaré mucho tiempo para conocer el país... -concluí-. Realizaré un vuelo de reconocimiento esta misma tarde y esta noche informaré al Mando Supremo."</em></strong></p><p><strong><em> </em></strong></p><p><strong><em> <img src="http://i63.photobucket.com/albums/h154/cactus-1/ErwinPanzer1.jpg" alt="" class="fr-fic fr-dii fr-draggable " style="" /></em></strong></p><p><strong><em></em></strong></p><p><strong><em> En vista de la tensa situación y de la indolencia del Mando italiano, yo había ya decidido no atenerme a las primeras instrucciones, según las cuales debía limitar mi acción al control del sector, sino que procuraría asumir el mando del frente en cuanto me fuera posible; lo más tarde tras la llegada de las primeras tropas alemanas. El general von Rintelen, a quien había insinuado mis intenciones durante la conversación sostenida en Roma, me lo había desaconsejado, pues, según él, era el modo más seguro de perder honor y reputación.</em></strong></p><p><strong><em> Por la tarde, el coronel Schmundt y yo, a bordo de nuestro He-111, sobrevolamos el territorio libio. Después de haber inspeccionado los trabajos de fortificación y los profundos fosos contracarros al este de Trípoli, se presentó ante nuestra vista una franja arenosa que, a juzgar por su aspecto, parecía un terreno difícil para el movimiento de vehículos, tanto si eran de ruedas como de cadenas, y por ello, constituía un excelente obstáculo natural ante Trípoli. El vuelo continuó sobre la zona de colinas entre Tarhuna y Homs, tampoco muy apta, por lo que vimos, para los movimientos de las fuerzas motorizadas; en cambio parecía indicadísimo para ello el llano uniforme entre Homs y Misurata. La vía Balbia serpenteaba como una cinta negra a través del paisaje desolado, en el que, hasta perderse de vista, no se vislumbraban árboles ni malezas. Dejamos a nuestras espaldas Buerat el-Hsun, fortín en el desierto con un par de cabañas alrededor, y una pista de aterrizaje, y finalmente volamos sobre las blancas casas de Sirte, donde divisamos las posiciones italianas al este y al sudeste de la población.</em></strong></p><p><strong><em> Cuando por la noche me entrevisté con el general Gariboldi para referirle los resultados del reconocimento ya había llegado el general Roatta, portador de las nuevas directrices del Duce. En lo sucesivo ningún obstáculo se opondría a la ejecución de mi plan.</em></strong></p><p><strong><em> Al día siguiente, el Cuerpo de Ejército X italiano, formado por las Divisiones "Brescia" y "Pavia", recibió la orden de avanzar hacia Sirte y Buerat el-Hsun y guarnecer la línea defensiva. Le seguía la División "Ariete", que por entonces sólo disponía de 60 carros de combate de modelo anticuado (eran demasiado ligeros, y años atrás se habían utilizado en la persecución de los indígenas de Abisinia), la cual debía establecerse al oeste de Buerat el-Hsun. Por el momento eran las únicas fuerzas que podíamos reunir. Y aun así su traslado representó una gran complicación para el Mando Supremo, pues los italianos no tenían suficientes aviones de transporte y la carretera de Trípoli a Buerat el-Hsun tenía una longitud de más de 400 km.</em></strong></p><p><strong><em> No podíamos esperar, por lo tanto, que las divisiones italianas llegasen rápidamente a la línea de fuego; lo que significaba que la única fuerza inmediatamente disponible para detener al enemigo eran -además de la débil guarnición italiana situada en Sirte- los aparatos de nuestra Luftwaffe. En consecuencia, pedí a su comandante en Africa, el general Frölich, que asumiese esta misión, después de haberle convencido de su fundamental importancia para el futuro del teatro de operaciones africano; en tanto que el comandante del X Fliegerkorps de la Luftwaffe quedó encargado de proporcionar el apoyo necesario. Con los limitados medios de que disponían, de día y de noche, hicieron cuanto les fue posible para ayudarnos a salir de la difícil situación. Y lograron su objetivo, pues las tropas de Wavell se detuvieron en El-Agueila.</em></strong></p><p><strong><em> Pocos días después me trasladé en avión a Sirte para inspeccionar las unidades italianas situadas en las líneas defensivas.En su totalidad eran, aproximadamente, un regimiento, bajo el inmejorable mando del coronel Grati y el comadante Santamaría. Esta unidad constituía la única fuerza que podíamos oponer en aquel momento a los ingleses, y de ahí nuestra comprensible inquietud ante la situación. El resto de las tropas se encontraban hacia el oeste, a más de 320 km de distancia...</em></strong></p><p><strong><em> Como resultado de mi insistencia, la primera división italiana se puso en marcha hacia Sirte el 14 de febrero. Aquel mismo día llegaron al puerto de Trípoli las primeras divisiones alemanas: el III batallón de exploradores y un batallón contracarro. Considerando lo peligrosa que era nuestra situación, presioné para que desembarcaran rápidamente y solicité que las operaciones de descarga continuasen incluso de noche, con luz artificial, aceptando, por motivos de fuerza mayor, el riesgo de una eventual incursión aérea enemiga.</em></strong></p><p><strong><em> La descarga de este barco de transporte de 6000 toneladas, que duró toda la noche, constituyó un récord para el puerto de Trípoli... A los soldados se les entregó el equipo especial para la zona desértica a las primeras horas de la mañana y a las 11 en punto formaban ante el palacio de gobierno. De su aspecto irradiaba la más completa fe en la victoria, y este cambio de atmósfera no pasó inadvertido en Trípoli. Después de pasar revista rápidamente a las unidades, el barón von Wechmar (comandante del III batallón de exploradores) salió de Trípoli al frente de sus hombres, y veintiséis horas después llegó al frente sírtico.</em></strong></p><p><strong><em> El 16 de febrero, algunos destacamentos alemanes que operaban con la columna de Santamaría realizaron la primera acción contra el enemigo. En aquel momento asumí el mando del frente. Por su parte, el coronel Schmundt hacía varios días que había regresado al Mando Supremo del Führer... </em></strong></p><p></p><p><img src="http://i63.photobucket.com/albums/h154/cactus-1/greif1.jpg" alt="" class="fr-fic fr-dii fr-draggable " style="" /></p><p></p><p></p><p></p><p>Parte 2</p></blockquote><p></p>
[QUOTE="Stormnacht, post: 608235, member: 341"] [IMG]http://i63.photobucket.com/albums/h154/cactus-1/afrikorps1.jpg[/IMG] [B][I]7 de febrero de 1941 A la mañana siguiente (12 de febrero) despegamos de Catania y fuimos directamente a Trípoli, para un reconocimiento in situ. Mientras sobrevolábamos el Mediterráneo, a baja cota, encontramos numerosas escuadrillas de Junkers que volvían de allí, probablemente se trataba de aparatos que ya por entonces abastecían a las fuerzas aéreas alemanas en Africa. Hacia mediodía aterrizamos en Castel Benito, al sur de la ciudad. El subteniente Heggenreiner, que era el oficial de enlace del general alemán en Roma (general von Rintelen) con el Mando Supremo italiano en Africa del Norte, nos anunció, al recibirnos, que el mariscal Graziani había dejado el Mando Supremo, comunicando las directivas al general Gariboldi, comandante del Ejército 5. Heggenreiner me describió brevemente el orden de batalla de las fuerzas italianas en Africa y me habló de algunos desagradables incidentes que se habían producido durante la retirada, o, mejor dicho, durante la derrota en que se transformó aquel repliegue. Hacia las 13 me encontré con el general Gariboldi y le puse al corriente de mi misión. Mostró escaso entusiasmo por la intención de establecer la defensa en Sirte. Yo, con la ayuda de un mapa, le expliqué en líneas generales mi plan de defensa de Tripolitania, cuyos puntos esenciales eran: no retroceder ya ni un solo paso, poderoso apoyo de la Luftwaffe y volcar en la defensa del sector sírtico todos los hombres disponibles, incluyendo, apenas hubiesen desembarcado, los primeros contingentes alemanes. Estaba convencido de que si los ingleses no encontraban resistencia, lo más probable era que continuasen su avance, mientras que si se percataban de que habían de empeñarse en otra batalla, no atacarían... -como hubiera sido su deseo-, sino que se verían forzados a esperar refuerzos. Esperaba poder aprovechar el tiempo ganado de esta forma organizando nuestras tropas, de modo que fuesen lo bastante fuertes para resistir el asalto enemigo. Gariboldi alimentaba muchas dudas sobre todo lo que le había expuesto. Estaba profundamente descorazonado por la derrota, y me aconsejó que, en primer lugar, diese una ojeada a la zona de la Sirte, pues suponía que yo, como acababa de llegar, no tendría una idea precisa de las dificultades de este teatro de operaciones. "No necesitaré mucho tiempo para conocer el país... -concluí-. Realizaré un vuelo de reconocimiento esta misma tarde y esta noche informaré al Mando Supremo." [IMG]http://i63.photobucket.com/albums/h154/cactus-1/ErwinPanzer1.jpg[/IMG] En vista de la tensa situación y de la indolencia del Mando italiano, yo había ya decidido no atenerme a las primeras instrucciones, según las cuales debía limitar mi acción al control del sector, sino que procuraría asumir el mando del frente en cuanto me fuera posible; lo más tarde tras la llegada de las primeras tropas alemanas. El general von Rintelen, a quien había insinuado mis intenciones durante la conversación sostenida en Roma, me lo había desaconsejado, pues, según él, era el modo más seguro de perder honor y reputación. Por la tarde, el coronel Schmundt y yo, a bordo de nuestro He-111, sobrevolamos el territorio libio. Después de haber inspeccionado los trabajos de fortificación y los profundos fosos contracarros al este de Trípoli, se presentó ante nuestra vista una franja arenosa que, a juzgar por su aspecto, parecía un terreno difícil para el movimiento de vehículos, tanto si eran de ruedas como de cadenas, y por ello, constituía un excelente obstáculo natural ante Trípoli. El vuelo continuó sobre la zona de colinas entre Tarhuna y Homs, tampoco muy apta, por lo que vimos, para los movimientos de las fuerzas motorizadas; en cambio parecía indicadísimo para ello el llano uniforme entre Homs y Misurata. La vía Balbia serpenteaba como una cinta negra a través del paisaje desolado, en el que, hasta perderse de vista, no se vislumbraban árboles ni malezas. Dejamos a nuestras espaldas Buerat el-Hsun, fortín en el desierto con un par de cabañas alrededor, y una pista de aterrizaje, y finalmente volamos sobre las blancas casas de Sirte, donde divisamos las posiciones italianas al este y al sudeste de la población. Cuando por la noche me entrevisté con el general Gariboldi para referirle los resultados del reconocimento ya había llegado el general Roatta, portador de las nuevas directrices del Duce. En lo sucesivo ningún obstáculo se opondría a la ejecución de mi plan. Al día siguiente, el Cuerpo de Ejército X italiano, formado por las Divisiones "Brescia" y "Pavia", recibió la orden de avanzar hacia Sirte y Buerat el-Hsun y guarnecer la línea defensiva. Le seguía la División "Ariete", que por entonces sólo disponía de 60 carros de combate de modelo anticuado (eran demasiado ligeros, y años atrás se habían utilizado en la persecución de los indígenas de Abisinia), la cual debía establecerse al oeste de Buerat el-Hsun. Por el momento eran las únicas fuerzas que podíamos reunir. Y aun así su traslado representó una gran complicación para el Mando Supremo, pues los italianos no tenían suficientes aviones de transporte y la carretera de Trípoli a Buerat el-Hsun tenía una longitud de más de 400 km. No podíamos esperar, por lo tanto, que las divisiones italianas llegasen rápidamente a la línea de fuego; lo que significaba que la única fuerza inmediatamente disponible para detener al enemigo eran -además de la débil guarnición italiana situada en Sirte- los aparatos de nuestra Luftwaffe. En consecuencia, pedí a su comandante en Africa, el general Frölich, que asumiese esta misión, después de haberle convencido de su fundamental importancia para el futuro del teatro de operaciones africano; en tanto que el comandante del X Fliegerkorps de la Luftwaffe quedó encargado de proporcionar el apoyo necesario. Con los limitados medios de que disponían, de día y de noche, hicieron cuanto les fue posible para ayudarnos a salir de la difícil situación. Y lograron su objetivo, pues las tropas de Wavell se detuvieron en El-Agueila. Pocos días después me trasladé en avión a Sirte para inspeccionar las unidades italianas situadas en las líneas defensivas.En su totalidad eran, aproximadamente, un regimiento, bajo el inmejorable mando del coronel Grati y el comadante Santamaría. Esta unidad constituía la única fuerza que podíamos oponer en aquel momento a los ingleses, y de ahí nuestra comprensible inquietud ante la situación. El resto de las tropas se encontraban hacia el oeste, a más de 320 km de distancia... Como resultado de mi insistencia, la primera división italiana se puso en marcha hacia Sirte el 14 de febrero. Aquel mismo día llegaron al puerto de Trípoli las primeras divisiones alemanas: el III batallón de exploradores y un batallón contracarro. Considerando lo peligrosa que era nuestra situación, presioné para que desembarcaran rápidamente y solicité que las operaciones de descarga continuasen incluso de noche, con luz artificial, aceptando, por motivos de fuerza mayor, el riesgo de una eventual incursión aérea enemiga. La descarga de este barco de transporte de 6000 toneladas, que duró toda la noche, constituyó un récord para el puerto de Trípoli... A los soldados se les entregó el equipo especial para la zona desértica a las primeras horas de la mañana y a las 11 en punto formaban ante el palacio de gobierno. De su aspecto irradiaba la más completa fe en la victoria, y este cambio de atmósfera no pasó inadvertido en Trípoli. Después de pasar revista rápidamente a las unidades, el barón von Wechmar (comandante del III batallón de exploradores) salió de Trípoli al frente de sus hombres, y veintiséis horas después llegó al frente sírtico. El 16 de febrero, algunos destacamentos alemanes que operaban con la columna de Santamaría realizaron la primera acción contra el enemigo. En aquel momento asumí el mando del frente. Por su parte, el coronel Schmundt hacía varios días que había regresado al Mando Supremo del Führer... [/I][/B] [IMG]http://i63.photobucket.com/albums/h154/cactus-1/greif1.jpg[/IMG] Parte 2 [/QUOTE]
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