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Area Militar General
Malvinas 1982
Relaciones Argentino-Israelí en la guerra
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<blockquote data-quote="Dingo" data-source="post: 2568657" data-attributes="member: 39867"><p>Israel fue el mayor proveedor de armamentos con el que contó la dictadura para encarar la guerra de Malvinas. Lo fue por encima de Perú, Ecuador, Libia y Venezuela. Pero la colaboración israelí con la Argentina fue más allá: dos de sus técnicos viajaron a las islas a instalar equipos de comunicaciones para evitar que los ingleses interfirieran las llamadas entre Puerto Argentino, Buenos Aires y Comodoro Rivadavia. Esta revelación, hasta ahora inédita, forma parte del libro “Operación Israel: El rearme argentino durante la dictadura (1976-1983)” que publicó el periodista Hernán Dobry, autor de esta nota para NOTICIAS. La improvisación con la que se llevó adelante la guerra hizo que los militares, que obedecían órdenes del dictador Leopoldo Fortunato Galtieri tuvieran que salir a conseguir equipamientos en medio de los combates para enfrentar a los ingleses. Israel (representado por la firma Isrex Argentina) fue uno de los que más ayuda les prestó. Y ninguna empresa de ese origen que fabrique armamentos puede vender insumos sin la previa autorización del gobierno de Israel. “Lo primero que me preguntaron los muchachos de Isrex era si habían plantado equipos de escucha e interferencia en el terreno. Les dije que no. ‘Ustedes están locos’, afirmaron”, resalta el coronel retirado Juan Carlos Amiano, comandante de Comunicaciones en 1982. La seguridad de las comunicaciones fue el punto más frágil del sector, ya que disponía de codificadores obsoletos. Esta falencia recién la percibieron cuando notaron que los ingleses escuchaban todo lo que transmitían. “Los cifradores que teníamos, hasta ese momento, eran un desastre. Las comunicaciones fijas estaban desguarnecidas, no había ningún sistema de protección más allá de eventuales equipos de criptografía sin ninguna seguridad, que era mejor no usarlos”, afirma el coronel retirado Abelardo Acevedo, exmiembro de la División Técnica de la Agrupación de Comunicaciones 601 del Ejército. Ante este panorama, debieron salir en busca de algún reemplazo. Por eso, Acevedo y los mayores Alejandro Diego Peralta y Juan de la Cruz Bona solicitaron a Isrex Argentina y otras empresas que les ofertaran las opciones que tenían disponibles. PRÉSTAMO. Los representantes israelíes les presentaron las alternativas pero se negaron a vendérselas: solo aceptaban cedérselas a préstamo. “Me sorprendió la actitud y les pregunté por qué nos ofrecían eso cuando ellos eran aliados de los ingleses. No me respondieron. Solo me dijeron que querían ayudarnos”, afirma Acevedo. Israel Lotersztain, vendedor de Isrex Argentina, concuerda. “Ni se nos pasó por la cabeza venderlos. Israel está continuamente en guerra y, por eso, tiene un particular respeto por quien está metido en un conflicto bélico y le parece horrible aprovecharse de quien está en esa circunstancia”, resalta. Acevedo convenció a sus superiores de que aceptaran la propuesta, luego de comprobar que el equipo era compatible con lo que estaban buscando. Así, les encargaron en forma urgente tres cifradores Sec-23, fabricados por la firma Tadiran. Enseguida, la empresa despachó dos aparatos en un avión desde Israel y sumaron un tercero que estaba en un laboratorio de pruebas en Buenos Aires y los enviaron a las islas vía Comodoro Rivadavia. Pero todavía quedaba un problema por resolver: había que calibrarlos y los oficiales argentiEl préstamo de equipos de comunicación y la presencia de técnicos israelíes en las islas. GUERRA DE MALVINAS La colaboración oculta de Israel INSUMOS. La cabina de un equipo de comunicación GRC-142 y un TRC45, en un camión, fueron provistos por Israel. Un cifrador Sec-23 fabricado por la empresa Tadiran que técnicos israelíes instalaron en Puerto Argentino durante la guerra. nos no sabían cómo hacerlo. “Nuestros técnicos no habían sido entrenados y desconocían cómo hacer que estuvieran inmediatamente en servicio”, señala Acevedo. Por eso, le pidieron a Isrex Argentina si podía conseguir algún especialista que realizara esta tarea en las islas. Enseguida pusieron a su disposición a Ioram Guidot y a otro de nombre Ika, dos ingenieros de Tadiran que estaban dando capacitaciones en la Argentina. “Cuando me preguntaron qué opinaba de que la gente de Tadiran viniera a instalarlo, lo aprobé. Era una forma de que se involucraran. Fueron y lo instalaron en el Centro de Comunicaciones Fijo en Malvinas”, afirma el coronel. Guidot e Ika llegaron de incógnito a las islas a fines de abril de 1982 y debieron ocultar su verdadera identidad –y su profesión– para evitar problemas diplomáticos. “Uno de ellos era flaco y alto. Viajaron en un Hércules, acreditados como periodistas”, recuerda el coronel retirado Carlos Stricker. </p><p>La guerra avanzaba y los técnicos no regresaban a Buenos Aires. Finalmente, Ika volvió promediando el conflicto, pero Guidot siguió allí por decisión propia. Recién diez días antes de la rendición lograron sacarlo y llevarlo de nuevo al continente, evitando una crisis diplomática. “Ioram Guidot era un loco de mierd@. Estaba bien que peleara una guerra que fuera suya, pero esta no lo era. Yo estaba desesperado para que volviera y lo hizo diez días antes de que la pista de Puerto Argentino dejara de operar –afirma Lotersztain–. Si se hubiera quedado ahí, los ingleses lo habrían atrapado. Era mi desesperación. No me quiero imaginar qué hubiera pasado si agarraban como prisionero de guerra a un israelí”. El primer Sec-23 se instaló en Malvinas. Los otros dos fueron puestos en funcionamiento en el Estado Mayor General del Ejército, en Buenos Aires, y en el Comando de la Brigada de Infantería IX, en Comodoro Rivadavia. Así se cubrieron los problemas de seguridad que existían, hasta entonces, para las comunicaciones fijas. Finalmente, el cifrador fue destruido el 14 de junio de 1982, horas antes de la rendición, junto a otros equipos que las tropas argentinas tenían en las islas. Una vez terminada la guerra, se devolvieron a Tadiran los otros dos aparatos que estaban en el continente, ya que habían llegado a préstamo. El problema se presentó varios años después, cuando la empresa reclamó el pago de cerca de 200.000 dólares por el material que se había perdido en Puerto Argentino. “Israel reclamó durante mucho tiempo y el Ejército decía que lo había pagado. Fue un error israelí el no haber hecho facturas ni recibos en un momento de tanta confusión como es una guerra”, afirma una fuente cercana a las operaciones de venta de armamentos de Israel. La demanda perduró hasta los ‘90, pero el Ejército se negaba a reconocer la deuda. En 1992, “vinieron del Ejército y de Isrex a preguntarme si esos equipos se habían pagado. Les dije que había sido un préstamo”, concluye Acevedo. Finalmente, Luis Guterson, otro de los vendedores de Isrex Argentina, logró que en el Edificio Libertador aceptaran el error y saldaran la cuenta como una deuda de honor. Fue durante el gobierno de Carlos Menem, ya en democracia. </p><p></p><p>Fuente Hernan Dobry- Revista Noticias</p></blockquote><p></p>
[QUOTE="Dingo, post: 2568657, member: 39867"] Israel fue el mayor proveedor de armamentos con el que contó la dictadura para encarar la guerra de Malvinas. Lo fue por encima de Perú, Ecuador, Libia y Venezuela. Pero la colaboración israelí con la Argentina fue más allá: dos de sus técnicos viajaron a las islas a instalar equipos de comunicaciones para evitar que los ingleses interfirieran las llamadas entre Puerto Argentino, Buenos Aires y Comodoro Rivadavia. Esta revelación, hasta ahora inédita, forma parte del libro “Operación Israel: El rearme argentino durante la dictadura (1976-1983)” que publicó el periodista Hernán Dobry, autor de esta nota para NOTICIAS. La improvisación con la que se llevó adelante la guerra hizo que los militares, que obedecían órdenes del dictador Leopoldo Fortunato Galtieri tuvieran que salir a conseguir equipamientos en medio de los combates para enfrentar a los ingleses. Israel (representado por la firma Isrex Argentina) fue uno de los que más ayuda les prestó. Y ninguna empresa de ese origen que fabrique armamentos puede vender insumos sin la previa autorización del gobierno de Israel. “Lo primero que me preguntaron los muchachos de Isrex era si habían plantado equipos de escucha e interferencia en el terreno. Les dije que no. ‘Ustedes están locos’, afirmaron”, resalta el coronel retirado Juan Carlos Amiano, comandante de Comunicaciones en 1982. La seguridad de las comunicaciones fue el punto más frágil del sector, ya que disponía de codificadores obsoletos. Esta falencia recién la percibieron cuando notaron que los ingleses escuchaban todo lo que transmitían. “Los cifradores que teníamos, hasta ese momento, eran un desastre. Las comunicaciones fijas estaban desguarnecidas, no había ningún sistema de protección más allá de eventuales equipos de criptografía sin ninguna seguridad, que era mejor no usarlos”, afirma el coronel retirado Abelardo Acevedo, exmiembro de la División Técnica de la Agrupación de Comunicaciones 601 del Ejército. Ante este panorama, debieron salir en busca de algún reemplazo. Por eso, Acevedo y los mayores Alejandro Diego Peralta y Juan de la Cruz Bona solicitaron a Isrex Argentina y otras empresas que les ofertaran las opciones que tenían disponibles. PRÉSTAMO. Los representantes israelíes les presentaron las alternativas pero se negaron a vendérselas: solo aceptaban cedérselas a préstamo. “Me sorprendió la actitud y les pregunté por qué nos ofrecían eso cuando ellos eran aliados de los ingleses. No me respondieron. Solo me dijeron que querían ayudarnos”, afirma Acevedo. Israel Lotersztain, vendedor de Isrex Argentina, concuerda. “Ni se nos pasó por la cabeza venderlos. Israel está continuamente en guerra y, por eso, tiene un particular respeto por quien está metido en un conflicto bélico y le parece horrible aprovecharse de quien está en esa circunstancia”, resalta. Acevedo convenció a sus superiores de que aceptaran la propuesta, luego de comprobar que el equipo era compatible con lo que estaban buscando. Así, les encargaron en forma urgente tres cifradores Sec-23, fabricados por la firma Tadiran. Enseguida, la empresa despachó dos aparatos en un avión desde Israel y sumaron un tercero que estaba en un laboratorio de pruebas en Buenos Aires y los enviaron a las islas vía Comodoro Rivadavia. Pero todavía quedaba un problema por resolver: había que calibrarlos y los oficiales argentiEl préstamo de equipos de comunicación y la presencia de técnicos israelíes en las islas. GUERRA DE MALVINAS La colaboración oculta de Israel INSUMOS. La cabina de un equipo de comunicación GRC-142 y un TRC45, en un camión, fueron provistos por Israel. Un cifrador Sec-23 fabricado por la empresa Tadiran que técnicos israelíes instalaron en Puerto Argentino durante la guerra. nos no sabían cómo hacerlo. “Nuestros técnicos no habían sido entrenados y desconocían cómo hacer que estuvieran inmediatamente en servicio”, señala Acevedo. Por eso, le pidieron a Isrex Argentina si podía conseguir algún especialista que realizara esta tarea en las islas. Enseguida pusieron a su disposición a Ioram Guidot y a otro de nombre Ika, dos ingenieros de Tadiran que estaban dando capacitaciones en la Argentina. “Cuando me preguntaron qué opinaba de que la gente de Tadiran viniera a instalarlo, lo aprobé. Era una forma de que se involucraran. Fueron y lo instalaron en el Centro de Comunicaciones Fijo en Malvinas”, afirma el coronel. Guidot e Ika llegaron de incógnito a las islas a fines de abril de 1982 y debieron ocultar su verdadera identidad –y su profesión– para evitar problemas diplomáticos. “Uno de ellos era flaco y alto. Viajaron en un Hércules, acreditados como periodistas”, recuerda el coronel retirado Carlos Stricker. La guerra avanzaba y los técnicos no regresaban a Buenos Aires. Finalmente, Ika volvió promediando el conflicto, pero Guidot siguió allí por decisión propia. Recién diez días antes de la rendición lograron sacarlo y llevarlo de nuevo al continente, evitando una crisis diplomática. “Ioram Guidot era un loco de mierd@. Estaba bien que peleara una guerra que fuera suya, pero esta no lo era. Yo estaba desesperado para que volviera y lo hizo diez días antes de que la pista de Puerto Argentino dejara de operar –afirma Lotersztain–. Si se hubiera quedado ahí, los ingleses lo habrían atrapado. Era mi desesperación. No me quiero imaginar qué hubiera pasado si agarraban como prisionero de guerra a un israelí”. El primer Sec-23 se instaló en Malvinas. Los otros dos fueron puestos en funcionamiento en el Estado Mayor General del Ejército, en Buenos Aires, y en el Comando de la Brigada de Infantería IX, en Comodoro Rivadavia. Así se cubrieron los problemas de seguridad que existían, hasta entonces, para las comunicaciones fijas. Finalmente, el cifrador fue destruido el 14 de junio de 1982, horas antes de la rendición, junto a otros equipos que las tropas argentinas tenían en las islas. Una vez terminada la guerra, se devolvieron a Tadiran los otros dos aparatos que estaban en el continente, ya que habían llegado a préstamo. El problema se presentó varios años después, cuando la empresa reclamó el pago de cerca de 200.000 dólares por el material que se había perdido en Puerto Argentino. “Israel reclamó durante mucho tiempo y el Ejército decía que lo había pagado. Fue un error israelí el no haber hecho facturas ni recibos en un momento de tanta confusión como es una guerra”, afirma una fuente cercana a las operaciones de venta de armamentos de Israel. La demanda perduró hasta los ‘90, pero el Ejército se negaba a reconocer la deuda. En 1992, “vinieron del Ejército y de Isrex a preguntarme si esos equipos se habían pagado. Les dije que había sido un préstamo”, concluye Acevedo. Finalmente, Luis Guterson, otro de los vendedores de Isrex Argentina, logró que en el Edificio Libertador aceptaran el error y saldaran la cuenta como una deuda de honor. Fue durante el gobierno de Carlos Menem, ya en democracia. Fuente Hernan Dobry- Revista Noticias [/QUOTE]
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